¿Ahora si habrá una política industrial para contener a Asia y China?

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El cambio de gobierno en el ámbito federal abre la posibilidad a implementar una verdadera política industrial

Con la llegada del nuevo gobierno federal se da la oportunidad de implementar una verdadera política industrial que se traduzca en una mayor tasa de crecimiento económico, creación de empleos y mejora en los niveles salariales de la población ocupada. Sin duda ahora es el momento de dejar atrás paradigmas como la creencia de que “la mejor política industrial es aquella que no existe”, la cual por cierto es atribuida al exsecretario de Comercio y Fomento Industrial en el sexenio de Carlos Salinas, Jaime Serra Puche.

Es momento de reconocer que el libre mercado y la apertura comercial a ultranza, por si solos, no solucionarán los enormes retos que presenta nuestro país en materia social y económica. Se debe admitir que durante años hemos vivido sin una política industrial en México y que indebidamente se pensó que la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sería la panacea para el desarrollo económico. Sin embargo, al cabo de 25 años desde que entró en funcionamiento, vemos que si somos mejores en diversas variables, entre la que destaca que la calidad de los productos hechos en México es cada vez mayor, pero al final del día seguimos siendo un país con una tasa mediocre de crecimiento, donde abundan los pobres, hay una amplísima incidencia de la economía informal y bajos niveles de productividad en múltiples sectores económicos.

De acuerdo con el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), encabezado por mi amigo, el Dr. Jose Luis de la Cruz Gallegos, la evidencia muestra que en los últimos 25 años el aumento del Producto Interno Bruto (PIB) no supera el 2.5% anual y que el 23% del PIB es generado por la economía informal. Tenemos un mercado laboral predominantemente informal, donde el 57% de la población ocupada se encuentra en dicha situación. Resulta alarmante que a mediados del año pasado, de una PEA de 56 millones de personas, menos de 450 mil mexicanos ganaban más de 10 salarios mínimos (lo que en aquel entonces equivalía a 27 mil pesos al mes).

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La precarización económica es producto de la ausencia de una política industrial en México y el aperturismo económico.

Estoy convencido que gran parte de este resultado se debe a que en buena medida, la apuesta de los gobiernos federales en turno, desde Carlos Salinas hasta Enrique Peña Nieto, fue la de forzar a las empresas a hacerse más competitivas simplemente abriendo la frontera a la importación (algo así como “hágase la competitividad sobre los bueyes de mi compadre”). El problema es que el costo país de México no ha disminuido al ritmo que si ha bajado para muchos de nuestros principales socios comerciales, lo que nos ha restado competitividad y la pérdida del mercado interno. En sectores como el calzado las importaciones ya dominan aproximadamente el 32% del Consumo Nacional Aparente.

Y lo que es peor, esto impidió que pudieran aumentar los sueldos pagados a la mano de obra mexicana. ¿Cómo esperaba el gobierno federal que subieran los niveles de ingreso promedio de la población si tienes una frontera abierta y estás compitiendo con productos 30 o 50% más baratos que los producidos en México? La respuesta a esta pregunta nada tiene que ver con un llamado al proteccionismo.

Desde luego que la apuesta debió haber sido apostarle al crecimiento de la productividad. El problema es que al implementar una serie de políticas neoliberales, el gobierno abandonó a la planta productiva nacional para que saliera adelante por si sola o con muy escasos apoyos. El resultado fue el cierre de empresas, carestía en los ingresos de la población, la venta de muchas grandes empresas nacionales a corporativos extranjeros y un universo de micro, pequeñas y medianas empresas que hacen todo lo posible para sobrevivir. La excesiva competencia ha provocado que los márgenes de rentabilidad de la mayoría de las mipymes hayan disminuido al grado en que es casi imposible reinvertir y crecer, y de manera paralela el crédito en México sigue siendo mucho más caro que lo que le cuesta a nuestros competidores de otros países.

Es así que la política implementada de abrir los mercados mexicanos para obligar a las empresas a sobrevivir a como dé lugar, imposibilitó que las empresas pudieran mejorar los sueldos de la población ocupada, manteniendo así un mercado interno débil; y entonces para tratar de mejorar los niveles de vida de la población al gobierno federal en turno incentivo la importación masiva de productos baratos (sobre todo de naciones asiáticas) para que la población los pudiera comprar, lo que a su vez desplazaba la producción nacional, ocasionaba el cierre de empresas, despido de personal, bajos salarios, y otros tantos problemas. Para resumir todo este escenario, la falta de una política industrial, creó y reforzó diversos círculos viciosos que tuvieron como resultado las cosas que señalo en el tercer párrafo de esta reflexión.

Sin duda todo esto debe cambiar y una pieza fundamental es implementar una verdadera política industrial que quede plasmada en el Plan Nacional de Desarrollo 2019 – 2024. En materia de política industrial deben incorporarse diversos elementos como el financiamiento, el encadenamiento productivo, la mejora tecnológica, compras de gobierno, entre otros. En esta entrega quiero abordar un punto que me parece que es crucial y tiene que ver con nuestra relación comercial con las naciones asiáticas, en especial con China.

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Durante los primeros once meses de 2018 (dato más reciente disponible al momento de escribir estas líneas) las exportaciones totales mexicanas sumaron 413.042 miles de millones de dólares (mmdd), cifra 10.6% superior a la observada en los mismos meses de 2017. Por su parte, en los primeros once meses de 2018, las importaciones totales de México sumaron 428.583 mmdd, monto superior en 11.5% al observado en los mismos meses de 2017. De esta manera, vemos un fuerte deterioro en la balanza comercial del país en el periodo antes señalado, ya que pasamos de tener un déficit en la balanza comercial de -10.965 mmdd en los primeros once meses de 2017 a uno de -15.540 mmdd en los mismos meses de 2018, lo que implica un incremento del desequilibrio comercial mexicano de 41.7%.

Podrá haber quien diga que es un déficit manejable y que no hay de qué preocuparnos. Pero la realidad es que este es el mayor déficit en la balanza comercial de México para un periodo de los primeros once meses del año, desde que se tiene registro. El déficit de la balanza comercial de México en 2008 fue de -15.191 mmdd y en los primeros once meses de 1994 fue de -15.276 mmdd. So es necesario decir que el déficit de la balanza comercial de 2018 es similar a los que se tuvieron previo a las crisis económicas de 1995 y 2009.

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Comercio con Asia y China

¿A qué se debe el incremento en el déficit comercial de México? Una de las variables que lo explican es el crónico desequilibrio comercial con las naciones asiáticas, en especial con China, tal y como se explica a continuación.

Para ilustrar el problema tenemos que en el año 2000 (previo a la entrada de China a la Organización Mundial del Comercio –OMC-) el déficit comercial de México con las naciones asiáticas fue de -18.113 mmdd y con China fue de -2.676 mmdd. Para el año 2012 el déficit comercial de México con Asia fue de -96.388 mmdd y con China sumó -51.215 mmdd. En el año 2017 (último año para el que se tienen cifras completas al momento de escribir estas líneas) el déficit comercial con las naciones asiáticas fue de -124.207 mmdd y con China sumó -67.433 mmdd. Queda claro que en el periodo de 2000 a 2017 el déficit comercial con las naciones asiáticas creció en 585.7%, mientras que el desequilibrio comercial con China aumentó en 2,419.9%.

Ahora, en el comparativo de los primeros once meses de 2018 respecto a los mismos meses de 2017, vemos que la situación siguió deteriorándose. Esto porque como ya se señaló líneas arriba, nuestro déficit comercial total subió de -10.965 mmdd a -15.541 mmdd, lo que implica un aumento de 41.7%. Nuestro déficit comercial con la suma de las naciones asiáticas subió de -114.324 mmdd a -125.368 mmdd, lo que representa un aumento de 9.7%, mientras que el déficit comercial con China creció de -61.682 mmdd a -70.091 mmdd, lo que implica un incremento de 13.6%. Queda claro que es un problema crónico y que debe atenderse.

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Resulta evidente también que las reuniones que en su momento sostuvo el presidente Peña Nieto con su homólogo chino Xi Jinping, quedaron en buenas intenciones y que las empresas chinas siguen depredando los mercados nacionales. No obstante lo anterior y la erosión a la planta productiva de diversos sectores económicos, hay quienes ensalzan a los chinos e inclusive se atreven a proponer que negociemos un tratado de libre comercio con dicha nación (inclusive desconociendo la cláusula anti-china del T-MEC).

A manera de conclusión sólo quiero dejar en claro que no soy proteccionistas ni estoy en contra del libre mercado. Creo profundamente en los beneficios que nos genera el intercambio comercial, pero éste debe darse de manera ordenada, buscando expandir nuestras oportunidades de compra, y con el debido acompañamiento de una política industrial que impulse la competitividad de las empresas y de la mano de obra que en ellas labora. La relación comercial con Asia y, en particular China, debe ser motivo de una profunda reflexión, y no se ocurrencias. La Secretaría de Economía debería realizar foros de discusión al respecto y evitar que al cierre del sexenio del presidente López Obrador, China se haya terminado de quedar con lo que quedaba del mercado nacional atendido por empresas mexicanas.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

México y los riesgos para la economía mundial en 2019

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Las exportaciones mexicanas se verán afectadas ante una desaceleración de la economía mundial.

Más allá de las complicaciones en la agenda económica y política interna de México, hay una serie de amenazas a nivel mundial que de concretarse, podrían hacer que la tasa de crecimiento económico de México en este año sea aún más baja de la ya de por si insuficiente meta de 2.0% para el Producto Interno Bruto (PIB). Lo que sucede en el resto del mundo es un verdadero riesgo porque el desempeño del sector exportador mexicano depende del dinamismo económico global, y las exportaciones de nuestro país representan un porcentaje cada vez más alto del PIB llegando a representar el 37.4% en 2018.

De los aproximadamente 450 mil millones de dólares que México exportó en 2018, el 79.4% tuvo como destino los Estados Unidos, por lo que resulta obvia la dependencia de nuestra economía respecto a la evolución económica de nuestro vecino del norte.

Hay un viejo adagio que dice más o menos así: “Lo que te perjudica no es lo que crees que sabes, sino lo que das por un hecho y no es así”.  En los próximos dos años, los mayores riesgos para la economía mundial se derivan precisamente de que los inversionistas creen que las tendencias económicas recientes es poco probable que cambien. Los mayores riesgos incluyen una mayor desaceleración de la economía china, un aumento en las tasas de interés de largo plazo a nivel mundial, y un incremento en las políticas económicas populistas que mermen la credibilidad de la independencia de los bancos centrales, resultando en mayores tasas de interés en los bonos gubernamentales (concebidos como instrumentos 100% seguros) de economías avanzadas. A continuación se explican estos temas.

Razones por las que la economía mundial se dirige a una recesión en 2019

En un artículo del columnista de Reuters, John Kemp, publicado el pasado 18 de enero se menciona que el crecimiento global se está desacelerando y la economía mundial se aproxima a una recesión a menos de que algo suceda que le dé un nuevo impulso. El indicador líder compuesto de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) cayó a 99.3 puntos en noviembre, su menor nivel desde octubre de 2012, y por debajo de su pico de 100.5 puntos alcanzado a finales de 2017.  Este indicador se ha venido debilitando de manera consistente durante el último año y ahora se dirige (de manera indiscutible) hacía una contracción de la actividad económica.

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La guerra comercial entre Estados Unidos y China, pone presión adicional al gigante asiático que se ha visto afectado al cambiar su modelo de crecimiento.

La inercia de crecimiento ha ido en declive por algún tiempo en Gran Bretaña, Canadá, Francia e Italia y se han presentado indicios de problemas en los Estados Unidos y Alemania durante el pasado noviembre. El dato de diciembre del indicador compuesto de la OCDE probablemente registrará una mayor caída cuando sea publicado el mes que entra, dada la debilidad ya revelada en los mercados de renta variable, así como en las encuestas empresariales.

Durante los últimos 50 años, prácticamente todas las veces en que el índice ha disminuido por debajo del umbral de 99.3, ha habido una recesión en los Estados Unidos (1970, 1974, 1980, 1981, 1990, 2001 y 2008). La única excepción fue cuando el índice se debilitó en 1998 y la economía estadounidense siguió creciendo, a pesar de una economía mundial debilitada después de la crisis financiera de los Tigres Asiáticos (mejor conocida como “Efecto Dragón”).

La mayoría de las economías, fuera de los Estados Unidos, mostraron señales claras de desaceleración económica en el cuarto trimestre de 2018. Inclusive en los Estados Unidos, el índice manufacturero de Supply Management correspondiente a diciembre, mostró su mayor desaceleración en su tasa de crecimiento desde las recesiones de 2008 y 2001.  Por su parte, los volúmenes mundiales de comercio han mostrado señales de desaceleración hacía finales de 2018, después de un robusto 2017.

Cabe señalar que los fletes aéreos a través del Aeropuerto Internacional de Hong Kong, el centro de carga aérea más importante del mundo y un proxy del dinamismo del comercio mundial, registraron  una disminución anualizada de 1.6% en el cuarto trimestre de 2018.

La mayoría de los economistas ahora pronostican un periodo de menor crecimiento en 2019 pero los responsables políticos han expresado su esperanza de un aterrizaje suave en lugar del inicio de una recesión. Los políticos casi siempre buscan con sus declaraciones lograr aterrizajes suaves, esforzándose en mantener la confianza de negocios y empresarios, pero hay buenas razones para ser escépticos respecto a este escenario.

La experiencia muestra que la economía está caracterizada por una cantidad relevante de mecanismos de retroalimentación positiva que amplifican los episodios expansivos, así como los baches. Las expansiones tienden a acelerar la inversión privada, el empleo, los ingresos, el gasto del consumidor y los precios de las acciones y todos ellos se refuerzan mutuamente.  Una vez que la economía comienza a perder impulso, todos estos elementos tienden a interactuar entre sí en la dirección opuesta, lo que intensifica la desaceleración.

Un aterrizaje suave aun es posible, pero un aterrizaje duro es más probable, a menos de que algo suceda que le dé un nuevo impulso al crecimiento económico global. En este sentido, si los políticos quieren evitar una recesión, tienen dos opciones principales: a. Recortar las tasas de interés en los Estados Unidos para soltar un poco las condiciones financieras, y b. Concluir un acuerdo comercial entre China y los Estados Unidos para relajar las tensiones comerciales e impulsar la confianza empresarial.

Pero a menos de que los políticos intervengan con alguna de estas dos alternativas, el impulso de la economía mundial continuará menguándose y dirigiéndose hacía una recesión.

Los mayores riesgos económicos del 2019

En el mismo sentido de lo hasta ahora expresado, de acuerdo con Kenneth Rogoff, profesor de la Universidad de Harvard, este año existen importantes riesgos para la economía mundial. A continuación presento dos de ellos porque tendrían un impacto en la economía mexicana:

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El mundo ya no aguanta una mayor expansión exportadora por parte de China.

China. Una desaceleración económica significativa en China puede que ya esté en proceso de ocurrir. La guerra comercial del presidente Trump ha socavado la confianza, pero este es sólo un golpe más a una economía que ya se estaba desacelerando conforme transitaba de una estrategia de crecimiento guiada por las exportaciones a una dirigida por la inversión que lleve a un crecimiento sostenido del consumo interno. ¿Qué tanto se desacelerará la economía china? Esta es una pregunta abierta, pero dada la contradicción inherente entre un sistema político cada vez más centralizado y la necesidad de un sistema económico más descentralizado dirigido por el consumo, es previsible que la desaceleración económica de largo plazo sea muy significativa.

Desafortunadamente, la opción de evitar la transición y sólo continuar promoviendo las exportaciones y las inversiones en bienes raíces no es muy atractiva tampoco. China ya es el exportador mundial dominante, y ya no queda espacio de mercado ni tolerancia política que le permita continuar su expansión de exportaciones a los mismos niveles de crecimiento de antes. El mantener el crecimiento a través de la inversión es un reto aún más grande, particularmente en los bienes raíces residenciales que representa la mayor parte de la industria de la construcción de China. La presión hacía abajo en los precios, especialmente fuera de las ciudades más grandes, está provocando que sea cada vez más difícil el inducir a las familias a que inviertan una mayor parte de su riqueza en una vivienda.

Resulta obvio que cualquier recesión significativa en China le pegará al resto de Asia, y afectará de manera importante a los países exportadores de materias primas y commodities, que en su mayoría son países en desarrollo. Europa ya está sintiendo los efectos de esta situación, especialmente Alemania. Aunque los Estados Unidos son menos dependientes de China como destino para sus  exportaciones, el golpe que han sufrido sus mercados financieros (Dow Jones, NYSE, etc) y las exportaciones políticamente sensibles, especialmente de los estados que votaron por Donald Trump, podrían hacer que la desaceleración de China sea mucho más dolorosa de lo que los líderes estadounidenses quieren reconocer.

Alza en las tasas de interés de largo plazo. Un riesgo menos probable pero más severo en su impacto sería que después de varios años de una tendencia a la baja, las tasas de interés mundiales de instrumentos de largo plazo observaran una tendencia contraria y aumentarán significativamente. No se trata de un simple apretón monetario por parte del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) en 2019. Si, es verdad que tasas de interés más altas por parte de la FED sería problemático y trastocaría los flujos internacionales de capitales y tipos de cambio, pero esto tendría un efecto de corto plazo y se podría revertir con el tiempo. La verdadera preocupación es por el riesgo de un impacto en las tasas de interés de los bonos de muy largo plazo, las cuales están ahora en su nivel más bajo de la era moderna.

¿Qué podría generar que las tasas de interés de largo plazo aumenten? Un factor, por el lado benigno, sería un aumento en la productividad en sólo una parte de mundo. Un ejemplo sería que la Cuarta Revolución Industrial comenzará a impactar más rápido de lo que se anticipa, lo cual sería bueno para la economía en su conjunto, pero podría presionar ciertas regiones y grupos que se queden rezagados. Otro ejemplo menos benigno sería que ocurriera una caída pronunciada en el crecimiento económico en Asia que hiciera que esta región perdiera su superávit comercial para convertirlo en un déficit, presionando así las tasas de interés globales. Pero tal vez la causa más probable de mayores tasas de interés globales sea la expansión del populismo que está sucediendo en buena parte del mundo. En la medida en que los populistas echen abajo las políticas pro-globalización de las últimas décadas, sus acciones sembraran las semillas de la duda respecto a que tan “seguras” son las inversiones en la deuda pública de largo plazo de los países desarrollados. Esto podría elevar las primas de riesgo de las tasas de interés, y si los gobiernos son lentos en ajustarse, los déficits fiscales aumentarán, los mercados dudarán aún más de los gobiernos y se generaría un círculo vicioso.

La mayoría de los economistas están de acuerdo en que con las actuales tasas de interés de largo plazo, las economías desarrolladas pueden contratar más deuda pública de la que contratarían si las tasas fueran más altas; pero la noción de que las bajas tasas de interés implican un costo menor y tolerable es una tontería. Los altos niveles de deuda hacen que sea más difícil para los gobiernos el responder agresivamente a shocks, tales como una crisis financiera, una ciberguerra, una pandemia o una guerra comercial que se salga de proporción. La falta de capacidad para responder agresivamente a estos shocks aumenta sustancialmente el riesgo de largo plazo de estancamiento con inflación (estagflación), y es una explicación importante del porque muchos estudios serios han encontrado que los altos niveles de deuda están asociados a menores tasas de crecimiento en el largo plazo.

Si las políticas progresivas descansan demasiado en la deuda pública (en lugar de cobrar mayores impuestos a los que más tienen) para redistribuir el ingreso, es más fácil imaginar que los mercados tendrán dudas respecto a la posibilidad de que los gobiernos algún día puedan comenzar a repagar sus compromisos.

Desde luego que hay otros  riesgos para el crecimiento mundial, incluyendo el creciente caos político en los Estados Unidos, mayores complicaciones con el Brexit, los problemas de deuda de Italia y mayores tensiones geopolíticas.

Ante estos escenarios, con alta probabilidad de materializarse, es importante que el gobierno federal establezca un plan que disminuya nuestra dependencia de los mercados extranjeros, en especial del estadounidense. ¿Cómo se va a fortalecer el mercado interno? ¿Cuáles serán los apoyos para que las empresas aumenten su productividad? ¿Cómo vamos a tener una mano de obra mejor preparada y capacitada? ¿Cuál es el plan de política industrial que se implementará? Urgen las respuestas a estas preguntas porque el escenario global se deteriora de manera acelerada.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

La renovada fortaleza del peso, ¿durará?

dolar-vs-pesoEn los últimos días hemos visto al peso mexicano fortaleciéndose respecto a prácticamente todas las monedas del mundo. Este viernes 11 de enero vimos que el dólar estadounidense bajó hasta los 19.0599 pesos en su cotización interbancaria, lo que implica el mejor nivel para el peso desde octubre de 2018. Dada esta situación, muchos se preguntan las causas de la apreciación del peso, y ese es el tema que desarrollaré a continuación.

El punto por el cual debemos comenzar es aclarando si la evolución antes mencionada se trata verdaderamente de una apreciación del peso o si más bien estamos presenciando un episodio de debilidad del dólar. Es por ello que analizamos el comportamiento del billete verde y vemos, en el  comparativo de los primeros once días de enero de 2019 respecto a los mismos días de diciembre de 2018, un desempeño mixto de dicha divisa. Con información del Pacific Exchange Rate Service, vemos que respecto a las 10 principales monedas del mundo, el billete verde se fortaleció frente a las siguientes monedas: el dólar canadiense, dólar australiano, dólar de Hong Kong, dólar de Nueva Zelanda y Won de Corea del Sur. Por su parte, el dólar estadounidense se debilitó frente a: el euro, yen japonés, a la libra esterlina, al franco suizo y al peso mexicano. Cabe destacar que de todas estas monedas, la que observó la mayor apreciación frente al dólar estadounidense fue el peso mexicano, ya que el tipo de cambio bajó de 20.3587 pesos por dólar en los primeros once días de diciembre de 2018 a 19.3666 pesos por dólar en los primeros once días de enero de 2019, lo que implica una disminución de 4.87% en el último mes.

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Ahora, en cuanto al desempeño del peso frente a varias de las principales monedas del mundo, vemos que fue muy bueno. En el comparativo de los primeros once días de enero de 2019 respecto a los mismos días de diciembre de 2018, apreciamos el siguiente comportamiento (en paréntesis se menciona el porcentaje de apreciación del peso respecto a cada divisa): dólar estadounidense (5.1%), dólar canadiense (5.4%), euro (4.4%), libra esterlina (4.9%), real brasileño (1.1%), yuan chino (4.5%) y won de Corea del Sur (5.2%).

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¿A qué se debe la reciente fortaleza del peso, sobre todo la observada respecto al dólar estadounidense? Para responder esta pregunta podemos identificar factores externos e internos, los cuales se explican a continuación:

a. Inflación estadounidense. El dólar ha reflejado un debilitamiento debido a la inflación de Estados Unidos que se ubica en tasa interanual de 1.9%, durante el mes de diciembre, reduciéndose respecto a la de noviembre inmediato anterior, la cual fue de 2.2%. Esto es relevante ya que en la medida en que la inflación sea baja en los Estados Unidos, será menor la probabilidad de que en dicho país ocurran mayores incrementos en sus tasas de interés.

b. Cierre del gobierno de Estados Unidos. Otro de los factores por los que el dólar se ha debilitado recientemente es la reciente preocupación por la extensión del cierre parcial de operaciones del gobierno estadunidense. Este cierre se debe a que el presidente Donald Trump demanda 5.7 mil millones de dólares para la construcción del muro en la frontera con México, mientras que los legisladores del Partido Demócrata, que ahora son mayoría en la Cámara de Representantes, consideran que ese es un gasto innecesario. Cabe señalar que el cese de operaciones del gobierno es ya el más extenso en la historia desde 1976, año en que se creó la ley que habilita el cierre de algunas agencias del gobierno si no se logra un acuerdo en materia de financiamiento.

El cierre parcial del gobierno estadounidense significa también que no se emitirán cifras macroeconómicas en dicho país, sino hasta que las cosas se normalicen. También significa que el gobierno sigue perdiendo dinero, y aunque son sólo aproximadamente el 25% de las oficinas gubernamentales las que están cerradas, las pérdidas acumuladas de las últimas tres semanas son de cerca de 3.6 mil millones de dólares, de acuerdo al economista principal de Donald Trump, lo que aumenta las preocupaciones respecto a una desaceleración económica, lo que eventualmente afectará  el desempeño de las compañías y la atractividad de las bolsas de valores de dicho país.

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La FED ha dicho que será más paciente en sus alzas de tasa de interés.

c. Minutas del Banco de la Reserva Federal (FED). Un factor muy importante que ha ayudado a la fortaleza del peso y de otras monedas fue la publicación de las minutas de la última reunión de la FED, así como declaraciones de varios funcionarios, que confirman la intensión por parte del banco central estadounidense de ser más paciente en sus alzas en su tasa de interés de fondos federales.

d. Política monetaria por parte del Banco de México. De la mano del punto anterior, tenemos que en México la tasa de interés objetivo por parte del Banxico se ha aumentado a un nivel de 8.25%. En México la inflación cerró el 2018 en 4.83%, todavía muy por encima de la meta inflacionaria del 3.0% por parte del banco central. Ese hecho alimenta la expectativa de que durante este año la tasa de interés objetivo seguirá aumentando hasta en medio punto porcentual. El diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos, y la expectativa de que éste aumente aún más, hace atractiva la entrada de capitales al país, lo que fortalece al peso.

e. Prudencia del Paquete Económico 2019. Si bien tiene algunos detalles que no agradaron al sector empresarial, la realidad es que el Paquete Económico enviado por la Secretaría de Hacienda y aprobado por el Congreso gustó a los inversionistas internacionales, quienes al ver un déficit fiscal moderado y el aseguramiento en el pago de los intereses de la deuda, han ido regresando al país.

En este sentido, durante la semana que recién concluyó, el titular de la Secretaría de Hacienda, Carlos Urzúa, consideró en un mensaje de Twitter que el nivel de tipo de cambio “es indicativo de que el sector financiero internacional acogió con satisfacción el mensaje de estabilidad y prudencia fiscal del Presupuesto Federal de 2019”.  De igual manera, el miércoles 9 de enero, dijo en una entrevista en Nueva York que el peso mexicano podría seguir ganando terreno hasta un nivel de 19 pesos por dólar en el corto plazo, con la posibilidad de ubicarse por debajo de dicho nivel.

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Carlos Urzua informa de los resultados de su gira de trabajo en NY.

f. Carlos Urzua está haciendo su trabajo. Altos funcionarios de Pemex y el Secretario de Hacienda visitaron Wall Street la semana que concluye para presentar los planes de negocios de la paraestatal y la estrategia de combate al mercado negro de combustibles. De acuerdo con un reporte de Barclays publicado en Bloomberg, los resultados no fueron positivos ya que “Los nuevos directivos no convencieron a nadie”.

Ante esta nota, la respuesta fue casi inmediata y en Twitter Carlos Urzúa desmintió la nota de Bloomberg, y dijo lo siguiente: “Regreso de una fructífera gira de trabajo en Nueva York donde me reuní con inversionistas. Les transmití las acciones para impulsar el sector financiero, destacando innovaciones que promueven la inclusión financiera de millones de mexicanos y puedan obtener créditos”.

En un mensaje posterior agregó: “Terminamos exitosamente la negociación de las coberturas petroleras para 2019 y platicamos de cómo el tipo de cambio refleja, además del entorno económico internacional, que el #PaqueteEconómico2019 fue bien recibido por la prudencia de establecer un superávit primario del 1%”. En el tema de las coberturas petroleras, se debe destacar que con ellas se ha garantizado un precio de 55 dólares por barril para la producción nacional de crudo de 2019.

Dado este escenario que explica la fortaleza del peso/debilidad del dólar, ahora la pregunta obligada es ¿Qué factores podrían ocasionar el debilitamiento del peso en los próximos meses? A continuación menciono algunos sucesos que podrían descarrilar la buena marcha del tipo de cambio:

a. Ocurrencias del gobierno o de los legisladores. Así como ya sucedió en el pasado con la presentación de iniciativas de ley que ponen nerviosos a los inversionistas (la de quitarle y hacer uso de las reservas internacionales del Banxico, la de eliminar y disminuir las comisiones bancarias, entre otras), o bien con el anuncio de la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAIM), de repetirse estas situaciones se generarán nuevos episodios de volatilidad en el tipo de cambio. En este sentido, un tema al que se le prestará mucha atención en los próximos días es a la presentación de la iniciativa de reforma a la Ley Federal del Trabajo para cumplir con el anexo laboral del T-MEC.

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La aprobación del T-MEC en el Congreso de Estados Unidos es tal vez el mayor reto que enfrenta el peso mexicano en el corto plazo.

b. Complicaciones en la aprobación del T-MEC. Diversos analistas coincidimos en que de no resolverse la disputa entre los demócratas en el Congreso y el presidente Donald Trump por los recursos para el muro, difícilmente se darán las condiciones para la aprobación del Tratado México-Estados Unidos-Canadá en el Congreso Estadounidense. Pero el principal problema surge de la posibilidad de que los congresistas demócratas quieran realizarle cambios, sobre todo en les temas laborales, medio ambiente, patentes de medicamentos, entre otros, y que ante dicha posibilidad Donald Trump le notifique a México y a Canadá que se retirará del TLCAN, lo que abriría un espacio de sólo 6 meses para que se dé la aprobación del T-MEC en Estados Unidos. Esos serían meses de una enorme volatilidad en el mercado cambiario.

c. Que la escasez de gasolina se prolongue y tenga un impacto económico en el país. El problema de escasez de gasolina ha golpeado a diversos sectores económicos, como el agropecuario, turístico, comercial y manufacturero de 6 estados del país y la Ciudad de México. De prolongarse el problema y extenderse a más entidades, habría una afectación mayor en la actividad económica, lo que provocaría una menor tasa de crecimiento económico y por lo tanto una menor atracción de inversión extranjera directa y de cartera.

Para concluir, podemos ver entonces que una serie de acontecimientos externos e internos se han conjuntado para que el peso goce de un nivel de fortaleza que hace varios meses no veíamos. Es posible que el dólar baje hasta los 18.50 pesos si el gobierno hace las cosas correctas y manda las señales correctas a los mercados e inversionistas; sin embargo, existen riesgos (como el descrito respecto a la aprobación del T-MEC) que de materializarse podrían llevar el tipo de cambio nuevamente a niveles de 21 pesos por dólar.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Los riesgos de 2019: Consultas populares e inflación

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El Banxico ha advertido de diversos riesgos a los que se enfrentará la economía mexicana en 2019

El 2019 será un año de importantes riesgos de diversa índole, los que de materializarse tendrán un impacto importante en el desempeño económico nacional, tanto en crecimiento de la producción como del empleo y la estabilidad de precios.

En los Criterios Generales de Política Económica 2019 se estableció una meta de crecimiento del PIB para el año que recién comienza de 2.0%, tasa más baja comparada con el 2.3% al que habría crecido la economía nacional en 2018. Al mediocre crecimiento esperado para este año, hay que sumarle el hecho de que nuestro país está entrando en “un periodo político peligroso”. De acuerdo con un artículo publicado el 3 de enero de este año, en el portal de Forbes, y titulado “The U.S. Economy in 2019: Challenges And Lower Expectations” (La economía de Estados Unidos en 2019: Retos y Menores Expectativas), los votantes mexicanos, quienes inclusive están más disgustados con los partidos políticos que los votantes de los Estados Unidos y el Reino Unido, eligieron a un presidente de izquierda populista que llegó al poder con un clima económico afectado por un extremadamente débil estado de derecho. Menciona que México ocupa la posición 135 de 180 países en el Índice de Percepción de Corrupción de Transparencia Internacional. Además ocupa el lugar 95 de 113 países en cuanto a Estado de Derecho por parte del Proyecto de Justicia Mundial (World Justice Project). La publicación afirma que dado lo anterior, el potencial para un desempeño negativo en 2019 por parte de México es enorme.

Por otra parte, al evaluar una economía debemos poner atención en su grado de libertad económica. Las economías más libres tienden a ser más prósperas y de acuerdo a la Fundación Heritage, en el año 2018 México ocupó la posición 63 de 180 países y regiones, con una calificación de 64.8, cifra 1.2 puntos superior a la observada en la pasada medición. Esto ubica a México en la categoría de economía “moderadamente libre” y en un nivel similar al de Filipinas, Jordania, Eslovenia y Albania.  Cabe señalar que los tres primeros lugares en este índice fueron ocupados por (entre paréntesis se menciona la claificación obtenida): Hong Kong (90.2), Singapur (88.8) y Nueva Zelanda (84.2); mientras que los tres peores lugares fueron para: Cuba (31.9), Venezuela (25.2) y Corea del Norte (5.8). Curiosamente dos de los tres peores países en libertad económica son admirados por varios de los nuevos liderazgos políticos en México.

Con Andrés Manuel López Obrador en la presidencia de la República, todo parece indicar que esta calificación comenzará a caer, y lo hará en parte por el mayor riesgo asociado a invertir en México. Concretamente tenemos el riesgo que representa una eventual reforma constitucional al artículo 35 para quitar los “candados” a las consultas populares. Se espera que el Congreso de la Unión aborde esta iniciativa en el próximo periodo de sesiones y logre los consensos para avalar dicha reforma. A continuación explico el tema.

Consultas populares

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Morena busca reglamentar las Consultas Populares, lo que podría convertirse en un riesgo para las inversiones en México.

Desde la llegada del nuevo gobierno federal, es innegable la percepción de un mayor riego para los inversionistas que quieren hacer negocios en México. Este riesgo para los inversionistas llega principalmente por la agenda populista del nuevo presidente. Las mayores fuentes de incertidumbre para las empresas nacionales y extranjeras serán las políticas que se implementen en materia energética por parte de López Obrador y su impulso para permitir consultas ciudadanas en una amplia gama de temas. El partido de Morena ya ha propuesto reformar la Constitución para que cualquier ciudadano, cualquier grupo de interés, o cualquier orden de gobierno (federal, estatal o municipal) pueda solicitar la realización de una consulta, inclusive de temas que la ley actualmente prohíbe que sean sujetos de consulta popular. Es así que la reforma energética, gasto social, inversión privada y medidas anticorrupción podrían ser temas que se vean en una boleta de una próxima consulta popular.

El gobierno de AMLO ve estos cambios como una manera de corregir una falla política y permitir al pueblo el tener una participación significativa más allá de las elecciones federales de cada tres años. Pero en la práctica, esta reforma tiene altas probabilidades de convertirse en una fuente de mayor incertidumbre para las inversiones y los negocios. Los inversionistas afectados por solicitudes de consultas podrían defenderse de dichas solicitudes en los tribunales. Sin embargo, los jueces podrían alinearse con la parte que busca la consulta popular, abriendo así el camino para dictar una sentencia  vinculante que estropee los planes de inversión de una compañía.

Las inversiones privadas que podrían afectar el medio ambiente o causar preocupaciones a la salud estarían en un mayor riego. Los votantes a nivel municipal, estatal o federal podrían detener algún proyecto supuestamente disruptivo, incluyendo petróleo, gas, construcción de ductos, e inclusive proyectos de energías limpias. Los grandes proyectos de transporte, tales como autopistas también estarían en peligro. Adicionalmente, los inversionistas podrían enfrentar los problemas legales ya cuando vayan bastante avanzados en la búsqueda de financiamiento para sus proyectos. Si las consultas provocan que fracasen proyectos relevantes en materia energética y obras públicas, entonces los inversionistas considerarían a México como un destino más riesgoso para el capital y probablemente retrasen sus proyectos o de plano los cancelen.

Riesgos para proyectos energéticos

Para las inversiones en proyectos energéticos, la amenaza es mucho más grande. Además de ser un objetivo probable de las consultas populares, se enfrentan a un presidente de la República que tiene una imagen en general negativa de las reformas de 2013. Morena y sus aliados actualmente carecen de los votos suficientes que necesita en el Senado para echar para atrás partes sustanciales de dichas reformas, por lo que el camino por la vía del Legislativo está bloqueado por el momento. Pero la administración de AMLO de todas maneras tiene la intención de moldear la política energética para ajustarla a sus prioridades políticas.

Para lograr esto, el nuevo gobierno probablemente intentará ajustar los requerimientos de contenido local y los términos de los contratos, lo que puede lograr sin cambios a la Constitución o inclusive en la legislación. También puede reducir el presupuesto anual de las dependencias gubernamentales que supervisan la política energética, como lo son: la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA). Cabe recordar que la CNH supervisa las rondas de licitación de gas y petróleo para la exploración y producción; mientras que la CRE está encargada de emitir permisos para refinación, procesamiento, mercadeo y distribución. ASEA es la encargada de aprobar los permisos ambientales para las inversiones en toda la cadena de valor.

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El dotarle de menos recursos a la CRE, CNH y ASEA puede ser una forma de incidir en la política energética del país.

El recortarle sus presupuestos probablemente conduzca a despidos de empleados profesionales de estas dependencias; lo que será exacerbado por la orden presidencial de limitar los sueldos a los empleados públicos. De esta manera, sin un esfuerzo amplio por modificar la Constitución o el marco legal, AMLO podría frenar la inversión privada en el sector energético mexicano durante años al disminuir el tamaño y la eficiencia de los órganos reguladores de energía.

Los riesgos que ve el Banco de México

Ahora, en cuanto a política monetaria y los riesgos asociados a la inflación. Cabe recordar que en su pasada reunión del 20 de diciembre, la Junta de Gobierno del Banco de México decidió aumentar su tasa de tasa de interés objetivo a 8.25%. Esta decisión, que sin duda daña la inversión productiva nacional, e incrementa el costo financiero de la deuda del gobierno, empresas y hogares, fue tomada por los riesgos que también observa el banco central mexicano para el 2019.

En la minuta publicada de la reunión de la más reciente Junta de Gobierno del Banxico se mencionan algunos de los riesgos que durante este año podrían generar mayor volatilidad en los mercados financieros internacionales. Entre ellos se encuentra el menor ritmo de crecimiento económico, aunado a la posibilidad de un deterioro adicional en la confianza de los hogares y los negocios derivado de las tensiones comerciales de Estados Unidos con otros países del mundo. Menciona que en particular, si bien China y Estados Unidos acordaron una tregua en materia comercial, prevalece la incertidumbre sobre si efectivamente se logrará un acuerdo de largo plazo que evite un deterioro en el dinamismo económico y una afectación en las cadenas de producción a nivel global. Además, prevalece una serie de eventos de riesgo de índole política entre los que destacan las negociaciones de salida de Reino Unido de la Unión Europea, la negociación del presupuesto fiscal en Italia y otros eventos idiosincrásicos en países emergentes. También señala que las altas valuaciones de algunos activos financieros y el alto apalancamiento del sector corporativo en algunos países avanzados siguen siendo un riesgo latente.

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El lenguaje de la última minuta de la reunión de la Junta de Gobierno del Banxico denota una profunda preocupación.

Por su parte, en la misma minuta se hace mención a los riesgos que enfrenta nuestro país en cuanto a control de la inflación, entre los que destacan los siguientes: a. Que la cotización de la moneda nacional continúe siendo presionada tanto por factores externos, como internos; b. Considerando la magnitud de los aumentos al salario mínimo recientemente anunciados, además de su posible impacto directo, se enfrenta el riesgo de que estos propicien revisiones salariales que rebasen las ganancias en productividad y generen presiones de costos con afectaciones en el empleo formal y en los precios; c. Que persistan presiones en los precios de los productos agropecuarios o que se den nuevos incrementos en los precios de los energéticos; d. Que se presente un escalamiento de medidas proteccionistas y compensatorias a nivel global; e. Que se registre un deterioro de las finanzas públicas; f. Por los choques observados y los niveles que ha alcanzado la inflación, existe el riesgo de que se presenten efectos de segundo orden en el proceso de formación de precios; g. A lo anterior se suman riesgos de carácter estructural derivados de la posible adopción de políticas que pudieran conducir a cambios profundos en el proceso de formación de precios en la economía.

Dado todo lo anterior, el Banxico considera que al arranque de 2019 el balance de riesgos respecto a la trayectoria esperada para la inflación se ha deteriorado y muestra un importante sesgo al alza, en un entorno de marcada incertidumbre. En este sentido es de esperarse que en la medida en que se materializan algunos de los riesgos arriba mencionados y la tasa de inflación se mantiene fuera del objetivo del Banxico, veamos una mayor restricción monetaria que se traducirá en mayores tasas de interés, con el consecuente efecto negativo por el mayor costo financiero de las deudas, menor inversión productiva, menos dinamismo del sector construcción, menor venta de automóviles, entre otros.

Es así que el escenario para el 2019 es complicado, parece que la economía está en una posición de enorme debilidad, lo que es exacerbado por el débil estado de derecho y la implementación de políticas públicas sin la debida planeación. Es cierto que el gobierno federal salió bien librado del reto que representaba presentar un Paquete Económico 2019 sensato que fuera bien visto por los inversionistas (quienes básicamente lo que buscan es garantizar el pago de sus intereses y capital); sin embargo, hay muchos temas que no terminaron de gustar al sector privado nacional, de los cuales estaremos escribiendo en las próximas entregas.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt