Lecciones de la guerra de 2034

El mundo está enfrentando riesgos gigantescos y pocos parecen darse cuenta o preocuparse. Dada la fallida estrategia de Rusia en su invasión a Ucrania y la ilegal anexión de cuatro territorios ucranianos, Vladimir Putin amenaza con una guerra nuclear; China tiene los ojos puestos en Taiwán y mantiene un tono agresivo con los Estados Unidos; Irán realiza ejercicios militares de forma regular con China y Rusia; y Corea del Norte acaba de lanzar un misil sobre Japón.  Si eso no suena lo suficientemente catastrófico, el congresista estadounidense, Mike Gallagher tiene peores noticias: EE.UU. es cada vez más vulnerable a perder una guerra, “ya ​​sea por no participar en el conflicto o por la posibilidad de efectivamente ser derrotado en combate”.

En este complicado contexto internacional, el jueves 6 de octubre, el presidente estadounidense, Joe Biden, advirtió que el riesgo de un “armagedón” nuclear ahora está en su nivel más alto desde la crisis de los misiles de Cuba de 1962, ya que los funcionarios rusos discuten la posibilidad de utilizar armas nucleares tácticas después de los importantes reveses sufridos en Ucrania.

Después de estas declaraciones ultraalarmistas de un “armagedón” nuclear, naturalmente la primera pregunta que surgió fue si su evaluación se basa en alguna evidencia clara o si observó alguna postura nuclear intensificada que se avecine fuera de Rusia. El viernes 7, CNN citó a varios funcionarios de inteligencia estadounidenses no identificados para decir: “Estados Unidos todavía no ha visto evidencia de que Putin esté avanzando hacia el uso de la capacidad nuclear de Rusia, ni hay ninguna inteligencia que demuestre que ha decidido hacerlo”.

Con esto en mente, y derivado del persistente conflicto entre Estados Unidos y China, por temas como Taiwán, el robo de propiedad intelectual tecnológica y la andanada del PCCh contra intereses privados en general, es que en esta ocasión quiero escribir sobre el libro “2034: Una novela sobre la siguiente guerra mundial” de Elliot Ackerman y James Stavridis, mismo que fue publicado en 2021 (obvio, antes de la invasión de Rusia a Ucrania). Esta novela especula sobre cómo sería una guerra nuclear entre las dos principales potencias económicas del planeta: China y Estados Unidos, con la participación activa de Irán y Rusia como aliados de China, e India como el mediador y eventual potencia económica que queda de pie tras la catástrofe relatada. Si bien, es una novela, nos da un deprimente panorama del resultado de una conflagración nuclear a gran escala y advierte sobre algunas supuestas vulnerabilidades de la economía más grande del mundo. El mensaje principal de este libro es que la guerra debe ser evitada a todo costo.

Los autores del libro son expertos en el tema. Elliot Ackerman es un autor estadounidense y exlíder del equipo de operaciones especiales del Cuerpo de Marines. James George Stavridis es un almirante retirado de la Armada de los Estados Unidos. Desempeñó los cargos de comandante supremo aliado en Europa de la OTAN y de comandante del Mando Europeo de los Estados Unidos en el período de la intervención militar en Libia de 2011 y de las operaciones secretas de Estados Unidos en Siria. En 2034: una novela de la próxima guerra mundial, ambos autores nos ofrecen su punto de vista, a través de una obra de ficción predictiva, uniéndose a las filas de escritores-practicantes que han utilizado el mercado de la ficción para advertir a EE.UU. de las implicaciones de una guerra contra China

El libro comienza narrando cómo el 12 de marzo de 2034, la comodora de la Marina de los EE.UU., Sarah Hunt está en el puente de su buque insignia, el destructor de misiles guiados USS John Paul Jones, realizando un patrullaje rutinario en el Mar de China Meridional cuando su barco detecta un barco pesquero sin bandera que está en situación de peligro, con humo saliendo del mismo. Ese mismo día, el aviador mayor de la Marina de los EE. UU. Chris “Wedge” Mitchell está volando un F35E Lightning sobre el Estrecho de Ormuz, probando una nueva tecnología furtiva mientras se encuentra cerca de espacio aéreo iraní. Pierde control de su avión en lo que aparenta ser una falla en su computadora de vuelo, cosa que no es. Al final de ese día, Wedge será un prisionero iraní y el destructor de Sarah Hunt yacerá en el fondo del mar, hundido por la Armada china. Lo que parecería dos eventos no relacionados, en realidad si lo están. Irán y China han coordinado claramente sus movimientos, que implican el uso de nuevas y poderosas formas de armamento cibernético que dejan indefensos a los barcos y aviones estadounidenses. En un solo día, la fe de Estados Unidos en el poderío estratégico de sus militares queda hecha trizas y comienza el conflicto militar con China, mismo que escala a una guerra mundial que a su vez conduce a una guerra nuclear entre ambas potencias globales. Reitero, es un libro de ficción, pero dadas las credenciales de los autores, debe ser tomada como una seria advertencia.

El propio Elliot Ackerman menciona que en los Estados Unidos, la historia que tantas veces se ha repetido sobre su dominación mundial, su falta de sensibilidad a cualquier amenaza y creencia de que no hay ninguna nación en el mundo que pueda competir con ellos militarmente o económicamente, así como el sentirse que seguirán siendo la mayor y única potencia mundial, es probablemente la historia que los meterá en muchos problemas.

El mensaje que deja 2034 es que Estados Unidos perderá el rumbo en un mundo cambiante si sus líderes no actúan con visión para evitar el desastre y mantener la relevancia global. Hay muchas alusiones a los Estados Unidos como un imperio en declive, con personajes que señalan paralelismos entre éste y un Imperio Británico sobreextendido a mediados del siglo XX. Ackerman y Stavridis enfatizan la amenaza que representa la guerra cibernética china y la necesidad de liderazgo para prepararse para un posible ataque coordinado entre varias naciones. Los autores yuxtaponen las acciones frías y calculadoras de China contra la ineptitud de un Estados Unidos en declive.

En una reseña de este libro, por parte de John A. Nagl, publicada en el sitio del National Defense University Press, coincide en que si bien el libro es una novela, mucho de lo que menciona  eventualmente podría suceder. Cabe señalar que el Dr. John A. Nagl, es un teniente coronel retirado de la armada de EE.UU. y es profesor visitante de estudios de seguridad nacional en la Escuela Superior de Guerra del Ejército de dicho país.

Nagl señala que después de 20 años de guerras largas y agotadoras en Irak y Afganistán, el Pentágono ahora se esfuerza por alejarse de temas de contrainsurgencia en Medio Oriente, para concentrarse en disuadir conflictos convencionales con Rusia y China. En este contexto es que Elliot Ackerman y James Stavridis, lanzaron, en un momento impecable, una novela que imagina qué podría salir mal si Estados Unidos no logra disuadir a sus adversarios históricos.

Decir que 2034 salió de los titulares de los diarios de hoy en día, no le hace justicia. El libro proyecta un Estados Unidos incapaz de recuperarse de sus divisiones políticas actuales, dejando a la nación vulnerable a la inquebrantable voluntad de sus adversarios autoritarios. En el libro no se nombra al presidente estadounidense, aunque nos enteramos de que el presidente es una mujer además que no pertenece a ninguno de los dos principales partidos políticos, ya que ninguno de éstos pudo unir lo suficiente al país detrás de su candidato para ganar en la elección de 2032. También sabemos que ella llegó a la Oficina Oval después del presidente Michael Pence, quien solo duró un periodo presidencial. También nos enteramos de que Vladimir Putin todavía está a cargo de una Rusia ampliada, como lo era en la década de los  ochenta.

Nada de lo planteado en la novela parece del todo inverosímil, a la luz del ciberataque/hackeo del oleoducto Colonial sucedido en mayo de 2021. Tampoco es increíble el argumento principal de la trama en el sentido de que las fuerzas armadas estadounidenses son vulnerables a ataques a través de las capacidades cibernéticas ampliadas de sus adversarios.

Nagl menciona que esta es una historia trepidante que todos los oficiales del ejército de los EE.UU. deberían leer. Es una historia clásica de arrogancia, confianza excesiva en la tecnología, incapacidad para comprender al adversario y de pensar estratégicamente, así como del daño que esos errores pueden causar en un frágil sistema internacional. Es lamentablemente plausible y, por lo tanto, es una advertencia importante para quienes tienen a su cargo responsabilidades de seguridad nacional.

Nagl agrega que 2034 es un libro que se lleva bien con “Unrestricted Warfare”, escrito por los coroneles del Ejército Popular de Liberación de China, Qiao Liang y Wang Xiangsui, en 1999. Este libro argumenta que Estados Unidos sigue siendo vulnerable a un enfoque indirecto, incluidos los ataques cibernéticos y de red. M. Taylor Fravel del MIT, cuyo libro reciente Active Defense: China’s Military Strategy Since 1949 (Princeton University Press, 2019) agregaría profundidad adicional a la discusión del escenario de 2034.

Los escenarios para la guerra y el arte operacional en una era de globalización son exactamente los temas que deben ser discutidos en el Pentágono y en las instituciones de educación militar profesional. La belleza de 2034 es que plantea cuestiones de tal importancia de una manera compulsivamente legible que es un libro excelente para una sesión de desarrollo profesional de oficiales militares.

En otra reseña del libro, ahora por parte de Kathryn Urban y publicada en diciembre de 2021, se pregunta ¿Cómo sería un choque de superpotencias entre Estados Unidos y China? ¿Cómo podrían las tecnologías militares innovadoras y el error de cálculo estratégico escalar un conflicto focalizado en una guerra mundial? ¿Qué líneas rojas dibujaría cada gran potencia y cómo respondería si se cruzaran esas líneas?

Urban menciona que en una entrevista sobre el libro, Stavridis explicó su intención de “hacer sonar una campana de advertencia sobre el surgimiento de China y la propensión en la historia humana” de las potencias emergentes y las potencias establecidas a ir a la guerra. Pero es pertinente la pregunta respecto de la validez de este género literario como herramienta valiosa para los políticos o si es simplemente un libro más con una trama convincente.

Si usted, estimado lector piensa comprar el libro 2034 y no quiere que le echen a perder la trama, NO lea los siguientes dos párrafos:

La crisis de 2034 descansa en la forma como Beijing coloca una “trampa de dedos china” que atraiga intencionalmente a los EE.UU. a una confrontación por el control del Mar de China Meridional. Un grupo de portaaviones de la Marina de los EE.UU., en una patrulla de libertad de navegación captura el Wen Rui, un barco chino que transporta tecnologías de telecomunicaciones avanzadas. Simultáneamente, un piloto de un moderno F-35 que volaba cerca del espacio aéreo iraní sufre el secuestro de su avión a través de una intrusión cibernética y él termina siendo prisionero. China se acerca a EE.UU. con la oferta de un intercambio: devolver el Wen Rui a cambio de que Irán libere al piloto estadounidense en nombre de su aliado chino. Cuando las negociaciones se rompen, ambos estados escalan hacia la guerra.

Mientras las fuerzas de EE.UU. se concentran en China, Rusia sabotea los cables subterráneos de Internet como una demostración de fuerza, eliminando la conectividad de Internet de EE.UU. y desencadenando el intercambio de armas nucleares tácticas que destruyen Zhanjiang, Galveston y San Diego. China no había anticipado una escalada nuclear, pero se ve forzada a atacar en represalia para disuadir a Estados Unidos de acercarse a Taiwán. Con las tensiones de las superpotencias avanzando hacia la destrucción mutua, India interviene como árbitro externo en un intento por restaurar la paz, por la fuerza, si es necesario. Pero sus esfuerzos llegan demasiado tarde para evitar que EE.UU. lance una bomba nuclear en Shanghái, matando a decenas de millones, provocando una caída libre del mercado global y dejando a India como la única potencia viable del mundo.

Otro tema abordado en 2034 es la sobreextensión de la proyección del poder estadounidense y una confianza desmesurada en los principios de la gran estrategia del siglo XX. Un mediador indio advierte que “la arrogancia de Estados Unidos finalmente ha superado su grandeza. ¿Has derrochado tu sangre y tu tesoro con qué fin?… ¿Por la libertad de navegación en el Mar de China Meridional? ¿Por la soberanía de Taiwán? ¿No es el mundo lo suficientemente grande para su gobierno y el de Beijing?”

2034 demuestra que EE.UU. ya no puede tratar a China como una potencia intermedia. La vívida caracterización de las patrullas estadounidenses en el Mar de China ilustra cuán provocativamente Beijing ve tales actividades. Sentimientos similares surgieron durante los primeros intentos de negociación cuando un agregado de defensa chino dice: “Durante décadas, su armada ha navegado a través de nuestras aguas territoriales, ha volado a través del espacio aéreo de nuestros aliados y hoy se ha apoderado de uno de nuestros barcos; pero usted sostiene que usted es la parte agraviada, y nosotros somos los que debemos apaciguarlo?” Al invocar el lenguaje de la territorialidad sacrosanta y los compromisos de defensa mutua con los aliados, Ackerman y Stavridis invitan a los lectores a cambiar el guion  del conflicto geopolítico, contemplando cómo reaccionaría una audiencia estadounidense ante incursiones similares de una potencia extranjera.

Entre los elementos más interesantes de la trama de 2034 está el papel de la tecnología en la demarcación del poder ascendente de China y el declive de Estados Unidos. Beijing se presenta como una potencia cibernética sin rival: Justo cuando las negociaciones se rompen, China cierra todos los sistemas de la Casa Blanca, acumulando un ataque cibernético devastador sobre uno cinético devastador. Beijing también piratea las redes del grupo de portaaviones de EE.UU. en el Mar de China Meridional, cortando las comunicaciones externas y dejando a los comandantes dependiendo de la navegación manual y el despliegue de armas. Detrás de todos estos puntos de la trama está la suposición de que EE.UU. es incapaz de defenderse de las incursiones cibernéticas o responder del mismo modo: “Si los estadounidenses realmente hubieran querido amenazar a los chinos, habrían lanzado un ciberataque masivo. El único problema era que no podían”, se menciona en el libro.

Kathryn Urban se pregunta ¿Qué tan realista es esta imagen de una brecha de capacidad cibernética insuperable entre los EE.UU. y China? Si bien las operaciones cibernéticas de Beijing son una de las principales preocupaciones de los funcionarios estadounidenses, la ventaja comparativa de China parece estar en sus operaciones de influencia que manipulan la opinión pública y el robo cibernético de propiedad intelectual. La idea de que los guerreros cibernéticos chinos puedan penetrar sin problemas en las redes militares de los EE.UU. parece descabellada, al igual que la idea de la lentitud de respuesta estadounidense frente a los ataques cibernéticos concertados. Sin embargo, por exagerado que pueda ser este escenario, Ackerman y Stavridis resaltan los riesgos de la complacencia estadounidense en la disuasión y defensa cibernéticas, por lo que 2034 sirve como una advertencia sobre los peligros de una gran escalada de poder.

Pero la pregunta sigue en pie: ¿es útil la novela como herramienta de política exterior? 2034 tiene una narrativa apasionante y una introducción convincente a los riesgos de la competencia entre grandes potencias y una historia de advertencia occidental que confía demasiado en la posición estadounidense frente a China. Pero para que una obra de ficción tenga un impacto duradero en las creencias políticas, debe hacer sonar la alarma sobre las amenazas emergentes a través de conjeturas plausibles y bien enfocadas. La ruptura de las relaciones entre Estados Unidos y China en la novela de Ackerman y Stravidis se basa en suposiciones poco probables y el desastre impulsado por la tecnología, narrada en el libro, aunque interesante, amplía los límites de la credulidad.

Pero a pesar de las posibles deficiencias en el alcance y la construcción del mundo, 2034 ofrece un sólido drama de personajes que se asoma al futuro justo en el horizonte e imagina cómo sería un temido choque de las grandes potencias globales y es más que claro que LA GUERRA NUCLEAR DEBE SER EVITADA A CUALQUIER COSTO. Las implicaciones para los Estados Unidos son aleccionadoras ya que dicho país necesita volver a encontrar su camino, tomar las amenazas en serio y tal vez invertir más en la Armada si no quiere convertirse en otra hegemonía global caída, o peor aún, en un páramo nuclear.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

El deterioro de las expectativas inflacionarias en México

Nadie puede decirse sorprendido después de que la Junta de Gobierno del Banco de México comunicara, el pasado jueves 29, que decidió por unanimidad nuevamente aumentar su tasa de interés objetivo en 0.75 puntos porcentuales, para ubicarla en 9.25%. Con esto se alcanza el nivel más alto para esta tasa de interés desde que fue instrumentada. Es pertinente recordar que el Banxico instrumenta la política monetaria a través de una tasa objetivo para las operaciones de fondeo bancario a plazo de un día. A partir del 21 de enero de 2008 este objetivo operacional sustituyó al régimen de saldos diarios (coloquialmente conocido como el “corto”).

Regresando al tema, la justificación que dio el banco central para esta decisión de subir la tasa a 9.25% se centró en la valoración de los siguientes seis elementos: 

  1. La magnitud y diversidad de los choques que han afectado a la inflación y sus determinantes,
  2. El deterioro de las expectativas inflacionarias de mediano y largo plazos, así como el  proceso de formación de precios,
  3. Los mayores retos para la conducción de la política monetaria ante el apretamiento de las condiciones financieras globales,
  4. El entorno de acentuada incertidumbre,
  5. Las presiones inflacionarias acumuladas de la pandemia y del conflicto geopolítico, y
  6. La posibilidad de mayores afectaciones a la inflación.

En pocas palabras, Banxico está previendo que el escenario inflacionario se complicará aún más en lo que resta de 2022 y en 2023, por lo que demuestra nuevamente su autonomía y deja en claro (como en los últimos 28 años), que no le importa llevar al país a una recesión  económica si es lo que se requiere para regresar a la inflación a un nivel dentro de su objetivo de 3% anual con un margen de +/- un punto porcentual. En este sentido es una postura similar a la de Jerome Powell de la FED de Estados Unidos, quien ha manifestado explícitamente que la prioridad es contener la inflación, aunque esto implique tasas de interés elevadas por más tiempo y se ocasione una recesión.  

¿Qué tanto más pueden subir las tasas de interés en México? En GAEAP calculamos la tasa de interés implícita con los resultados de la subasta de Cetes del martes 27 de septiembre y encontramos que el mercado está esperando que la tasa de interés de los Cetes a 28 días se ubique en 10.92% dentro de 6 meses y que se ubique en 10.86% dentro de un año. Si esta expectativa se cumple, implica que la tasa objetivo del Banxico aún puede aumentar 1.75 puntos porcentuales más, antes de iniciar un lento descenso.

Es interesante ver que en el comunicado de prensa emitido por el Banxico para informar de la decisión de política monetaria, se hace mención a que las tasas de inflación anual, general y subyacente, observadas en la primera quincena de septiembre de 8.76% y 8.27% respectivamente, son producto de presiones inflacionarias acumuladas derivadas de la pandemia y del conflicto bélico. Desde mi punto de vista, este argumento es parcial y anticuado en la discusión internacional seria respecto de las causas del problema inflacionario, mismo que se debe al exceso de liquidez inyectada por los principales bancos centrales del mundo después de la crisis financiera de 2008, y que fue exacerbado exponencialmente por la crisis económica causada por las decisiones gubernamentales por la pandemia causada por el virus chino del covid-19.

Desde luego que la inflación mundial ha tenido una repercusión importante en México, lo cual queda clara al ponderar que nuestras importaciones representan el 40% de nuestro Producto Interno Bruto (PIB). Era de esperarse que conforme en Estados Unidos, y otros países, se trasladaba la inflación de commodities y activos a inflación de precios de bienes de consumo, eso eventualmente iba a llegar a México para presionar aún más la escalada de precios que ya estábamos viviendo desde el 2021.

Otro aspecto que se destaca de lo comunicado por el Banxico es que reconocen que las expectativas inflacionarias por parte de analistas, correspondientes a los años 2022 y 2023, volvieron a incrementarse. Este es un punto importante y en este espacio hemos hecho reiteradas alusiones a las profecías autorrealizadas. Si la mayoría de las personas piensan que en 2023 la inflación será de 5% (por ejemplo), pues tomarán decisiones que provocarán que la inflación acabe siendo cercana a ese nivel.

En este sentido, cabe destacar que en la más reciente Encuesta Citibanamex de Expectativas publicada el 20 de septiembre, el promedio de analistas consultados prevén que la inflación general de este año sea de 8.36% (8.24% en la encuesta anterior) y que la subyacente llegue a 7.95% (7.82% en la encuesta anterior). En esa misma encuesta se prevé que la inflación general de 2023 sea de 4.74% y que la subyacente se ubique en 4.60%.  En este mismo sentido, el 26 de septiembre, el grupo financiero Citibanamex publicó su revisión al alza de su estimación para cierre de 2022 para la inflación general en 8.6% y de la subyacente en 8.3 por ciento.

De esta manera, el Banxico hizo lo propio y en el comunicado de prensa publicó la trayectoria esperada para la inflación y quedó como sigue para los próximos trimestres:  

Para entender mejor este ajuste al alza en las expectativas inflacionarias, cabe destacar que la perspectiva anterior del Banxico es que cerraríamos 2022 con una inflación general de 7.1% y ahora la ubica en 8.1%; y que cerraríamos 2023 con un alza de precios de 3.2% y ahora es 4.0%. Puede verse que pusieron la inflación de cierre 2023 en el límite máximo de la meta de Banxico.  En este aspecto destaca que la convergencia puntual hacia el objetivo de 3.0% se retrasó, desde finales de 2023 hasta el primer trimestre de 2024. ¿Es realista esta proyección? Me parece un ejercicio prudente, pero que difícilmente se logrará. Debemos tener en cuenta que Banxico es un formador de expectativas, por lo que suele ser conservador en sus pronósticos (aquí juega un papel el tema de las profecías autorrealizadas).

El propio Banxico reconoce en su comunicado que sus proyecciones inflacionarias están sujetas a riesgos. Entre los que identifica que podrían provocar que sea más alta destacan: i) persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados; ii) presiones inflacionarias externas derivadas de la pandemia; iii) mayores presiones en los precios agropecuarios y energéticos por el conflicto geopolítico; iv) depreciación cambiaria; y v) presiones de costos.  Sin embargo, también identifica elementos que podrían provocar que la inflación regrese más rápido a su nivel objetivo, entre los que destacan:  i) una desaceleración de la actividad económica mundial mayor a la anticipada; ii) una disminución en la intensidad del conflicto bélico; iii) un mejor funcionamiento de las cadenas de suministro; iv) un efecto mayor al esperado de la brecha negativa del producto; y v) un efecto mayor al esperado del Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC). Con esto en mente, es evidente que es más probable que la inflación acabe siendo mayor a lo pronosticado por el banco central.

Me parece que hay otro factor que presionará más los precios y que no es identificado por el Banxico y es el aumento al salario mínimo, y a los salarios en general, a partir de enero de 2023. En este sentido, se han publicado notas mencionando que la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos está alistando su próxima propuesta de alza de salario mínimo para 2023 y que la meta de su Administración federal es que este sueldo llegue a 260 pesos diarios al final del sexenio (actualmente es de 172.87 pesos diarios, mientras que en la zona especial de la frontera norte es de 213.39 pesos).

El tema inflacionario es preocupante por los estragos que causa, sobre todo en los que menos tienen. Las mayores alzas de precios se concentran en los alimentos, y la tasa de inflación anual en la primera quincena de septiembre fue de 13.27% para “Alimentos, bebidas y tabaco”, 14.68% en Frutas y verduras y 15.71% en productos Pecuarios. Sin embargo, es aún más preocupante lo que el gobierno federal pueda querer implementar para reforzar su Paquete contra la inflación y la carestía (PACIC).

Dadas las acusaciones que se han hecho de que parte del alza de precios obedece a que los empresarios están incrementando sus precios para obtener mayores márgenes de utilidad, hay un temor fundado de que el gobierno federal pudiera establecer medidas que impliquen controles de precios. Respecto a esto, es importante destacar tres puntos:

  1. La inflación anualizada de precios al consumidor en agosto fue de 8.7%, pero la de costos al productor fue de 9.41%, lo que implica que los fabricantes siguen absorbiendo la mayor parte de los incrementos de costos, y no los están repercutiendo en los consumidores. Por lo tanto, no es  un asunto de que se hayan ampliado los márgenes de utilidad de las empresas, sino un tema de aumento en los costos de producción. 
  2. Los controles de precios siempre han fallado en su objetivo principal de controlar la inflación. Históricamente hemos visto que siempre terminan con la creación de mercados negros y de alza de precios de los productos que se venden en la clandestinidad. Esto acaba perjudicando a las personas de menores ingresos, que es a los que se debe ayudar.
  3. El gobierno federal puede hacer mucho para disminuir costos de las empresas, por ejemplo con cuestiones de desregulación administrativa y facilitación de algunos trámites y cumplimiento de normas oficiales, mejorando la seguridad pública, entre otros.

A manera de conclusión podemos mencionar que el problema inflacionario seguirá y es posible que se agrave en el corto plazo, tanto en el ámbito internacional como en el nacional. En México el Banco de México está haciendo su trabajo, hemos visto una política monetaria cada vez más restrictiva, a la cual SE LE DEBE DAR ESPACIO PARA ACTUAR. Hay una autonomía del Banxico y en ese sentido se le debe permitir actuar sin distorsiones en los mercados de bienes y servicios. Lo importante es frenar el deterioro de las expectativas inflacionarias, ahí está el gran reto.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

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El cambio de actitud de los trabajadores y la escasez laboral

Una de las mayores restricciones que enfrenta la recuperación económica, en algunas partes del país, es la escasez de mano de obra. Es un problema mundial que también contribuye al incremento de precios que ahora sufrimos y que los bancos centrales buscan resolver provocando una recesión global. En el caso de México es común ver en las ciudades que toda clase de empresas publican sus vacantes laborales sin obtener respuesta, lo que les ocasiona pérdida de pedidos o penalizaciones por no cumplirlos a tiempo.  En esta entrega analizamos el impacto reciente que la escasez de mano de obra ha tenido en la producción nacional, lo que ha causado un crecimiento desmedido de las importaciones, y abordamos los cambios en las actitudes de los trabajadores, que los mantienen alejados del mercado laboral formal.

Respecto al impacto de la escasez de trabajadores en el desempeño económico, los datos del INEGI indican que entre el segundo trimestre de 2021 y el mismo trimestre de este año, la oferta y demanda agregadas crecieron 4.6%, tasa que en el actual contexto internacional puede considerarse como aceptable. Sin embargo, al analizar a detalle ese dato vemos cosas alarmantes. Desde el lado de la oferta agregada, el aumento de ésta obedece a un incremento anual del PIB de apenas 1.9% y un crecimiento de las importaciones de 12.3%. Es decir, las importaciones, como motor de la oferta agregada, crecieron casi seis veces más rápido de lo que aumento el tamaño de nuestra economía, lo que indica que nuestra inconclusa recuperación económica beneficia más a los extranjeros que a nosotros.

Por el lado de la demanda agregada, vemos que entre el segundo trimestre de 2021 y el mismo trimestre de 2022, el consumo privado creció 6.7% (pero como veremos a continuación, creció mucho más el consumo de bienes importados que el de bienes nacionales), el consumo de gobierno disminuyó -0.4%, la formación bruta de capital fijo (inversión productiva) aumentó 6.9%, mientras que las exportaciones de bienes y servicios son el componente más dinámico con un alza anual de 9.8% de crecimiento.

Profundizando en el análisis del consumo privado, las cifras de INEGI son alarmantes, por decir lo menos, y todos aparentemente somos responsables de ello. Sucede que entre el primer semestre de 2021 y el mismo semestre de 2022 el consumo privado en el mercado interior creció 7.8% anual real, por lo que ya se ubica 2.8% por arriba de su nivel del primer semestre de 2019. Es decir, el consumo agregado ya está arriba del nivel prepandemia. El problema es que el consumo de bienes nacionales muestra un crecimiento de apenas 2.8% este año y se ubica sólo 1.2% arriba del nivel de 2019, mientras que el consumo de bienes importados creció 17.1% anual real entre 2021 y 2022 ¡y se encuentra 25.4% por arriba del nivel de 2019!

Esto es indicativo de que la producción nacional de bienes y productos nacionales podría ser más alta e inclusive tal vez ya nos habríamos recuperado a un nivel de PIB prepandemia, si no fuera por nuestro excesivo crecimiento de importaciones de todo tipo de bienes finales, bienes intermedios e insumos.

En este sentido, como lo señalé líneas arriba, es innegable que al menos parte del elevado crecimiento de las importaciones se origina por los problemas de escasez de mano de obra, que restringen la producción nacional, lo que a su vez limita las posibilidades de crecimiento de muchos sectores productivos nacionales. Con esto en mente, a continuación comento la situación desde el punto de vista del cambio en la actitud de los trabajadores.  

En un artículo de Greg Ip, publicado en el Wall Street Journal del 21 de septiembre, y titulado “Las actitudes cambiantes de los trabajadores endurecen el mercado laboral” se hace una recapitulación de cómo la pandemia causada por el virus chino Covid-19, alteró las condiciones de trabajo y el ingreso que muchos colaboradores están dispuestos a aceptar. Si bien dicho artículo está escrito para lo que sucede en los Estados Unidos, me parece que tiene mucha aplicabilidad a lo que también pasa en México, por lo que en seguida plasmaré algunos de los puntos más relevantes y agregaré opiniones personales respecto al caso mexicano.

El artículo comienza señalando que el término “mercado laboral” no hace justicia a la compleja relación entre los trabajadores y sus puestos de trabajo. A diferencia de los bienes y servicios ordinarios, como losas de acero o tazas de café, a los trabajadores si les importa cómo los tratan, además de que tienen otras opciones de cosas que hacer con su tiempo, además de trabajar.

Esto se ha vuelto evidente a partir de algunos acontecimientos laborales recientes. Hace unos días, en Puebla, el Sindicato de Trabajadores de la Industria Automotriz Volkswagen (Sitiavw) aceptó la propuesta de incremento contractual presentado por la empresa Volkswagen de 11%; 9% directo al salario y 2% en prestaciones. De esta manera se conjuró la huelga que había estado amenazando. Por otra parte, la Mesa Técnica Tripartita que permitió levantar la huelga estallada por el Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana en julio, no ha logrado establecer un acuerdo entre los telefonistas y Teléfonos de México, por lo que podría volver la posibilidad de huelga, pero en febrero o marzo de 2023. Hace un mes, en Lázaro Cárdenas, Michoacán, más de mil mineros integrados al sindicato que a nivel nacional dirige Napoleón Gómez Urrutia comenzaron una huelga en la planta de Fertinal, propiedad de Petróleos Mexicanos (Pemex), luego que no alcanzaron acuerdos sobre el reparto de utilidades y violaciones al contrato colectivo de trabajo.

Estos ejemplos, y muchos más, sugieren que las actitudes y el balance de poder de negociación por parte de los trabajadores han cambiado de manera importante en los últimos años. El efecto es hacer que la mano de obra sea más escasa y más cara de lo que muestran los indicadores económicos ordinarios.

Por supuesto, las actitudes hacia el trabajo han evolucionado de manera gradual desde el siglo pasado, lo que refleja actitudes sociales cambiantes, como los esfuerzos por erradicar el trabajo infantil, los derechos de las madres a quedarse en casa tras dar a luz y si los empleadores deben ofrecer pagar las horas extras, brindar prestaciones para la atención médica u otros beneficios.

A veces, sin embargo, un solo evento cataliza un cambio acelerado. Por ejemplo, la Segunda Guerra Mundial estimuló un gran impulso a la participación de las mujeres en la fuerza laboral de Estados Unidos. Ese hecho en el vecino del norte, desde luego que tuvo repercusiones importantes en la participación de la mujer en el mercado laboral en México.

La pandemia de Covid-19 podría haber catalizado, de manera similar, una reevaluación de lo que los trabajadores están dispuestos a hacer, por cuántas horas y con qué salario. Si bien esto consiste principalmente en evidencia anecdótica de lo que en Estados Unidos se ha denominado la “gran renuncia” o la “renuncia silenciosa”, algunas evidencias empíricas en México apuntan en la misma dirección.

En el caso de México, la tasa de desocupación del 3.22% observada en el segundo trimestre de 2022, es inferior al 3.52% observado en el mismo trimestre de 2019, pero ahora hay una enorme cantidad de puestos de trabajo disponibles en la economía formal que antes no veíamos de manera tan alarmante ¿A qué se debe esto? Veamos, la tasa de participación laboral del segundo trimestre de 2022 fue de 59.82% y es un nivel similar a la de 60.2% observada en el segundo trimestre de 2019, por lo que queda claro que entre los que se retiraron del mercado laboral y los que ingresaron, básicamente la misma proporción de gente de más de 15 años está en el mercado laboral. Entonces eso nos deja con la siguiente hipótesis: el gran problema es que los números muestran que en el periodo de 2019 a 2022 la población ocupada creció en 2.45 millones de personas, pero de este total 1.30 millones se ocuparon en la economía informal y sólo 1.15 millones de personas ingresaron a la economía formal.

Los datos anteriores, reflejan que en México hay cierta renuencia de algunas personas a regresar al mercado laboral y que hay miles de personas renuentes a emplearse en la formalidad. Respecto a este punto ya hemos mencionado el excesivo nivel de endeudamiento de los trabajadores (con Infonavit, Fonacot, créditos de nómina, entre otros) y empleándose en la informalidad pueden evadir el pago de dichos compromisos.    

De acuerdo con Greg Ip, varios factores pueden erosionar la voluntad de las personas a trabajar. En primer lugar, las alternativas de qué hacer con el tiempo pueden volverse más atractivas, como el estar con la familia o realizar actividades de ocio. La libertad que genera el trabajar desde casa puede haber resultado tan agradable que algunos trabajadores preferirían renunciar antes que volver a encerrarse en una fábrica u oficina. En el caso de México, los apoyos que da el gobierno federal a través de sus programas asistencialistas pueden haber facilitado esta decisión para algunos; otros, puede ser, que simplemente ahora valoran menos el dinero o se acostumbraron a vivir con menos.

En segundo lugar, el trabajo mismo puede haberse vuelto más desagradable. El virus chino Covid-19 ha hecho que para algunos el trabajo en persona sea más riesgoso, mientras que las vacantes y el ausentismo han aumentado la carga de quienes si se presentan a trabajar. Es decir, supongamos que hay una planta mediana con 500 trabajadores y en ella hay ausentismo del 5% en un determinado día, pues resulta que ahora entre 475 personas tienen que hacer el trabajo de 500 por la misma paga. Muchos no están dispuestos a aceptar esto.

En ocasiones, el efecto de las condiciones en el mercado laboral es obvio. Sabemos que hay plantas donde los supervisores no tratan bien a la gente o no cuentan con instalaciones seguras. Además de que en algunas industrias es común no respetar los horarios laborales de los colaboradores (porque llegó tarde la materia prima, porque se fue la luz un rato o por lo que sea) o no se les pagan las horas extras. Todo esto termina por cansar a muchas personas y por eso se van a emprender algo por su cuenta (y es más fácil hacerlo en la informalidad). En resumen, a la gente no se le puede exigir ser más productiva, sin brindarle respeto y condiciones adecuadas, y esperar que se sientan felices en la empresa. 

El colapso en la oferta de trabajadores, calificados y no calificados, es indicativo de que mucha gente ya no está dispuesta a tolerar las mismas condiciones de antes por el mismo salario. Es por ello que estamos viendo incrementos importantes en los salarios promedio de las personas. En GAEAP realizamos un sencillo análisis con datos de la Encuesta Mensual de la Industria Manufacturera (EMIM) de INEGI y calculamos las remuneraciones totales pagadas en promedio al mes por persona ocupada en la industria manufacturera. Vemos que en los primeros siete meses de 2019 fueron de 12,094 pesos, en los mismos meses de 2020 sumaron 12,537 pesos, en 2021 subieron a 13,888 pesos y en el periodo de enero a julio de 2022 se dispararon hasta 18,970 pesos por persona al mes. Esto implica que en términos nominales, las remuneraciones promedio subieron 36.3% entre 2021 y 2022 y 56.9% entre 2019 y 2022. Desde luego aquí también podemos ver parte de la razón de la elevada inflación  en México.

¿Cuánto durará esta nueva actitud de los trabajadores hacia el trabajo y el poder de negociación que conlleva? Es posible que ya esté cambiando conforme la economía se desacelera derivado de las políticas monetarias más astringentes. Si bien este año se espera que el PIB de México crezca un 2.0%, la previsión para 2023 es de un aumento de 1.4%. Este menor crecimiento podría enfriar el mercado laboral y provocar que las personas disponibles en el mercado laboral retornen a los empleos que ahora rechazan. Es posible que una tasa de desocupación en México superior al 4.0% haga que el balance de poder entre trabajadores y patrones regrese a estos últimos. Ya lo veremos en los próximos meses.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Los 10 temas más explosivos que enfrenta el mundo

En un artículo de Bruce Wilds, publicado el 14 de septiembre en el Advancing Time blog, titulado “El mundo es un Hindenburg en busca de una chispa: Los 10 asuntos más explosivos que enfrentamos”, se hace un recuento de eventos que demuestran que como sociedad, nos hemos vuelto demasiado complacientes con las crecientes amenazas que crecen a nuestro alrededor.

El artículo comienza mencionando que el rostro de Estados Unidos se está volviendo cada día menos amigable, algo que hace años Dale Carnegie escribió en un libro titulado; Como ganar amigos e influenciar personas. Se publicó por primera vez en 1936 y se convirtió en un gran éxito de ventas. Carnegie fue uno de los primeros defensores de lo que ahora se llama asunción de responsabilidad, una de las ideas centrales de sus libros es que es posible cambiar el comportamiento de otras personas al cambiar la reacción de uno hacia ellas.

Si Carnegie estuviera vivo hoy, lo más probable es que se sorprendiera de cuántas personas se acercan a los demás con el ceño fruncido y la desconfianza. Este sentimiento, o realidad, se ha extendido por todo el mundo, convirtiendo al mundo en un globo dirigible en busca de una chispa, como el dirigible de pasajeros alemán LZ 129 Hindenburg que explotó el 6 de mayo de 1937.

Para la mayoría de las personas, los pensamientos sobre lo que depara el futuro están en suspenso por un sentimiento general de que será más de lo mismo. Esto no significa necesariamente mejor, pero ciertamente no mucho peor. Las opiniones y suposiciones que se forman las personas están muy influenciadas por los principales medios de comunicación y el control de las grandes tecnologías respecto a cómo obtenemos información.

Esta información a menudo se configura para distraer en lugar de informar. Las cosas y la pelusa presentadas como noticias por los principales medios de comunicación generalmente omiten muchos de los eventos importantes que ocurren en todo el mundo. En resumen, la mayoría de la gente nunca se entera de las protestas, los asesinatos y los gobiernos que no protegen los derechos de su gente. La mayoría de la gente nunca escucha las cosas que los medios excluyen intencionalmente de su cobertura. En general, nosotros, como sociedad, estamos mal informados.

El futuro es incierto, sin embargo, la siguiente lista contiene los 10 problemas más grandes y explosivos que tenemos a nivel mundial ante nosotros.

Con esto en mente, proteger sus ahorros y capital debe ser el trabajo número uno. Algunos analistas de la política global han estado prediciendo que se avecina una tormenta, y ahora parece que ha llegado.

1. ¿Cómo se desarrollarán las cosas en China? – ¿Sobrevivirá Xi Jinping el Congreso del Partido Comunista de China del 16 de octubre? Su leonina política de cero covid mantiene a muchas ciudades cerradas y la gente está protestando (como los ahorradores a quienes les han congelado sus cuentas bancarias). Hay insatisfacción por parte de muchos. China con sus “ciudades fantasma” no es la máquina bien engrasada que mucha gente cree que es.

2. Si China invade o se mueve en Taiwán, ¿cómo se resolverá eso? Lo más probable es que las cosas no salgan bien, es difícil esperar que algo bueno surja de tal confrontación.

3. ¿Sobrevivirán la Unión Europea y el euro? Putin ha mostrado ser paciente en Ucrania, mantiene una estrategia de ojo por ojo y tiene todas las cartas cuando se trata del tema energético. Por su parte, el Complejo Industrial Militar de Estados Unidos nunca ha encontrado una guerra que no le guste, ya que se puede ganar mucho dinero haciendo estallar cosas. Con Biden enviando entusiastamente miles de millones de dólares estadounidenses y armas a Ucrania, sigue el riesgo de iluminar a Europa y el mundo con un resplandor nuclear.

4. Enigma energético, en todo el mundo la energía se ha convertido en un gran problema. Esto debido a que el mundo está convencido de que nosotros estamos causando el cambio climático y eso provocará que pronto estemos hasta los tobillos de agua debido al aumento de las mareas, además de que ya no podremos cultivar alimentos porque las plantas se cocerán en los campos. Para muchos esto significa que debemos apagar las luces, vivir en la oscuridad y comer insectos.

5. La esperanza en los vehículos eléctricos. Con la crisis energética en mente, la respuesta ha sido usar más electricidad para hacer funcionar los automóviles en lugar de diseñar un mundo en el que conduzcamos menos o usemos vehículos más eficientes.

6. ¿Está muerta la globalización? Solo podemos esperar. Cuando se unen mega corporaciones globales y grandes gobiernos tontos y le agregas la provocación de disturbios sociales masivos, ¿qué podría salir mal? Desde antes de la pandemia de covid-19 y de la guerra en Ucrania, el crecimiento económico mundial se había desacelerado y, como resultado, el crecimiento se había vuelto más “financiarizado”: ​​la deuda ha aumentado y ha habido más “activismo monetario”.

7. Monedas fiduciarias, el sector financiero y el contagio – Con lo que hemos visto de inflación a nivel global, crecientes niveles de deuda pública y privada, podemos argumentar con sarcasmo que allí no hay fraude en la capacidad de crear dinero de la nada, que no hay castillos de naipes a punto de caer, pero bueno, sigamos creyéndole cuando nos aseguran que todo está construido sobre cimientos de roca. 

8. Inflación, deflación o estanflación, la estabilidad se ha ido. ¿Qué significa esto para nosotros mientras planificamos con anticipación? Significa que la mayoría de la población  está jodida al ver que su dinero cada vez vale menos y que la enorme mayoría no tienen acceso a instrumentos o activos que los protejan.

9. ¡Desigualdad creciente! Este es un problema gigantesco en todo el mundo. Hemos demostrado que podemos aumentar la desigualdad y enriquecer a Jeff Bezos. Al comprar cosas en línea y cerrar las tiendas locales donde trabajan nuestros vecinos, podemos empobrecernos más. Como beneficio adicional, Amazon entregará los productos en nuestra puerta pronto para que podamos devolverlos al día siguiente. De esta manera las cosas pueden tirarse (sin usar) a un relleno sanitario y así las fábricas tendrán que producir más bienes. No debe sorprendernos (incluso al más escéptico), que al analizar alguna gráfica relacionada con el “efecto riqueza” y la pésima distribución del ingreso, que está pasando algo muy malo en el mundo.

10. Inteligencia artificial y cosas “robóticas”. “Al menos nos están cuidando”. o debería decir espiando. Lo que deberíamos temer es que cuando los robots comiencen a construir y reparar robots, seremos simplemente una infestación molesta para ellos. Ese es el día en que se lanzarán los robots asesinos.

Los 10 explosivos problemas arriba mencionados deberían superar la necesidad, que la mayoría de la gente tiene, de leer artículos o ver videos que hablan principalmente sobre el colapso del mundo financiero o del mundo en su totalidad (doom porn). La respuesta a todos estos problemas, que algunas personas con un coeficiente intelectual disminuido han planteado, es que las mujeres necesitan tener más bebés. Esto se basa en la idea de que necesitaremos más trabajadores, pero tal estrategia es un poco como echar gasolina al fuego para apagarlo. Se podría argumentar mejor que si dejáramos de destruir todo lo que tocamos, necesitaríamos muchos menos trabajadores y comenzaríamos a resolver las cosas.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejansdrogomezt

La inflación puede descarrilar el Paquete Económico 2023

La semana que recién concluye ocurrieron dos eventos importantes en materia económica. Ambos sucedieron el jueves 8, y el primero fue el anuncio de que la inflación de precios al consumidor subió a 8.70% anual durante agosto, el nivel más alto desde diciembre del año 2000, cuando ésta fue de 8.96%. El otro evento, muy importante para el país, fue que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) entregó al Congreso de la Unión el Paquete Económico 2023. Ambos tienen relación porque el dato de inflación es fundamental para la construcción del escenario macroeconómico sobre el que se construyó dicho paquete económico. En esta entrega explico por qué, pero vamos a iniciar explicando la gravedad del tema inflacionario.

Inflación en el mundo

Es verdad que el problema inflacionario es internacional, pero en el último mes hemos visto países en los que el alza de precios se ha moderado, mientras que en otros va en ascenso. Las cifras más recientes de inflación indican que los países con las tasas anuales por debajo del 5% son: China (2.5%), Japón (2.6%), Tailandia (2.7%), Arabia Saudita (2.7%), Suiza (3.5%), Malasia (4.4%) e Indonesia (4.7%). Entre los países con inflación entre 5.1% y 10.0% están: Corea del Sur (5.7%), Australia (6.1%), Noruega (6.5%), India (6.7%), Canadá (7.6%), Perú (8.4%), Suecia (8.5%), Estados Unidos (8.5%), Dinamarca (8.7%), México (8.7%), Brasil (8.7%) y la Zona Euro (9.1%). Finalmente, entre los países con  inflación por arriba del 10% anual destacan: Reino Unido (10.1%), Chile (14.1%), Rusia (15.1%), Polonia (16.1%), República Checa (17.5%), Argentina (71%) y Turquía (80.2%). Entre las naciones en los que se ha agravado el problema inflacionario están Japón, Francia, Italia, México, Alemania y Reino Unido. Algo muy importante es que el dato de inflación de Estados Unidos durante agosto se publicará el 13 de septiembre, habrá que ver si continúan con su tendencia descendente o si hay un rebote tras la disminución al 8.5% anual del mes de julio.  

Como lo he mencionado en pasadas entregas, parte del problema inflacionario de México se debe a que mucho de lo que importamos esta subiendo de precio. En particular, destaca que el  43.7% del valor de nuestras importaciones provienen de EE.UU. y que nuestras importaciones totales representan casi el 40% de nuestro PIB.

Muchos analistas, en el ámbito internacional, tienen la esperanza de que la inflación  ya alcanzó su nivel máximo en varios mercados debido a que los precios de los alimentos acumulan cinco meses con disminuciones mensuales. El índice de precios de los alimentos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) alcanzó un máximo de 159.7 en marzo y desde entonces ha bajado 13.57%. De hecho, los datos de agosto de este año muestran que dicho índice sólo está 7.9% por arriba del nivel observado en agosto de 2021. Esto es una baja considerable si se considera que la inflación internacional anual de alimentos fue de 33.95% en marzo de este año.  

¿Cómo estamos parados hoy? Pues en cuanto a los cárnicos, en agosto de 2022 están 8.2% más altos que hace un año, los lácteos siguen muy altos comparados con hace un año, ya que están 23.5% por arriba. Los cereales se ubican 11.4% por arriba de su nivel de agosto de 2021, pero los aceites y el azúcar están con un precio 1.5% y 8.4% más bajo respectivamente comparado con agosto de 2021. En pocas palabras, la tasa anual de inflación internacional de alimentos sigue muy alta, pero ha venido bajando, de acuerdo con la FAO.

Pero no sólo eso, si analizamos los precios de los contratos futuros del maíz, trigo y soya, vemos que las cotizaciones ahora son más bajas de lo que lo eran de marzo a julio de este año, aunque siguen estando por arriba de su nivel de hace un año. Caso a parte es el del petróleo, cuyos futuros ahora se cotizan con un precio por debajo del que tenían previo a la invasión de Rusia a Ucrania. Esto ha permitido que en Estados Unidos bajen los precios de la gasolina, lo que les ha ayudado a controlar la inflación en la última lectura, aunque claro que están padeciendo una muy elevada inflación de alimentos por las razones que expliqué líneas arriba.  

Inflación en México

Como ya se señaló, el alza interanual de precios al consumidor en México durante agosto fue de 8.70%, nivel superior al 8.15% anual observado en el mes inmediato anterior, por lo que México forma parte del grupo de países en los que el problema inflacionario va en aumento.

La inflación  de agosto es producto de que la inflación subyacente fue de 8.05% y la no subyacente de 10.65%, ambas tasas son muy elevadas, pero lo que hay en ellas es bastante más preocupante. Dentro del componente subyacente destaca que la inflación de precios de las mercancías fue de 10.55% (12.94% en los alimentos, bebidas y tabaco y de 7.90% en las mercancías no alimenticias), lo que denota que la inflación ya está bastante arraigada en la economía y que no se trata solamente de un asunto coyuntural de alza en precios de alimentos o que sea el producto de la Guerra en Ucrania. Una inflación de mercancías no alimenticias denota problemas serios de aumentos en costos de materias primas. Por su parte, La inflación no subyacente de 10.65% se debe principalmente a que los productos agropecuarios subieron 14.90% (Frutas y verduras 15.18% y productos pecuarios 14.68%), mientras que los energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno subieron 7.25%.  

A todo esto, ¿cómo van los productos que se incluyeron en el Paquete contra la inflación y la carestía (PACIC) anunciado el pasado 4 de mayo? De acuerdo con un análisis del instituto de Información Estadística y Geografía de Jalisco (IEEG), a partir de la línea base de medición (que es la segunda quincena de abril de 2022), la inflación de los productos genéricos que integran la Canasta Profeco del PACIC ha aumentado más que la inflación general, siendo el aumento de 8.8% a nivel nacional, mientras que la inflación general acumulada desde al anuncio de esta medida federal es de 2.60% nacional. Queda claro que los 24 artículos que integran esta canasta han tenido aumentos fuertes, los que se explican por los elevados aumentos en los costos de sus materias primas.

Muestra de lo anterior es que el Índice Nacional de Precios al Productor (INPP) en su componente de materias primas, según quién los consume, muestra que en el acumulado de los primeros ocho meses de 2022, la Elaboración de leche y derivados lácteos presenta un incremento de costos de 16.8%; la Elaboración de pan y otros productos de panadería un 15.9% de aumento; la Elaboración de galletas y pastas para sopa un 15.0%; la Elaboración de tortillas de maíz y molienda de nixtamal un 12.7%; la Elaboración de almidones, aceites y grasas vegetales comestibles un 12.0%; el Beneficio del arroz, elaboración de productos de molinería, y de malta un 10.6%; y esta lista puede seguir, pero me parece que el punto ha sido aclarado en el sentido de que los aumentos de precios de alimentos (al igual que de muchos otros productos) se debe al incremento en los costos de las materias primas utilizadas en su elaboración. Además de que la escasez de mano de obra en muchas actividades ha provocado incrementos de los sueldos con tasas muy por encima de la inflación. En otras palabras, a diferencia de lo que piensan algunos personajes del gobierno federal de la 4T, el alza de precios en muchos productos, sobre todos los alimenticios, no se debe a que los empresarios(as) quieran tener más utilidades, sino que es un asunto de costos de producción.

¿Cuánto tiempo durará elevada la inflación? De acuerdo con los pronósticos del Banco de México, el pico de la inflación en México ocurrirá en el tercer trimestre de este año y cerraremos el 2022 con una inflación de 8.1%, esperan que de ahí baje a 7.1% en el primer trimestre de 2023, 5.0% en el segundo trimestre, 3.7% en el tercero y  3.2% en el cuarto. Por su parte, el grupo financiero Citibanamex comunicó, tras publicarse el dato de inflación de 8.7% que estiman que las presiones en los alimentos seguirán siendo una preocupación importante, por lo que consideran poco probable que éstas disminuyan pronto. Por lo anterior, proyectan que la inflación alcanzará su punto máximo en el tercer trimestre de este año con un promedio de 8.5% anual, y mantienen sus estimaciones de inflación general y subyacente para finales de año de 8.2% y 7.8%, respectivamente. No obstante, los riesgos permanecen sesgados al alza.

Paquete Económico 2023

¿Cómo se relaciona todo lo anterior con el Paquete Económico 2023? Pues de varias maneras, pero las que destacan son que en la medida en que la inflación se mantenga elevada, las tasas de interés serán más altas, lo que a su vez incide en el costo financiero de la deuda y en las posibilidades de crecimiento económico. Y es que la teoría económica menciona que a mayor tasa de interés, la inversión productiva es menor, disminuye también el consumo, lo que afecta negativamente a la demanda agregada y al crecimiento del PIB.

El Paquete Económico 2023 está compuesto por los Criterios Generales de Política Económica (CGPE), la Iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación (ILIF), y el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF). De estos elementos, una pieza fundamental son los criterios de política económica porque en ellos se plasman los supuestos bajo los que se construye la estimación de cuantos ingresos tendrá el sector público federal.

Los CGPE 2023 tienen los siguientes supuestos principales:

De estos pronósticos, destacan varios: en primer lugar, la proyección de un crecimiento del PIB de 3.0% en 2023 parece estar fuera de lugar, ya que la mayoría de analistas consideramos que será de un 1.5% dado el entorno recesivo que se vive a nivel internacional por las políticas monetarias restrictivas. Otro es que se alinean con la proyección del Banco de México de que la inflación de precios al consumidor será de 3.2% en el cuarto trimestre de 2023, algo que se ve muy difícil de que suceda por lo arraigadas que están las expectativas de inflación en México y por el complicado entorno global. Finalmente, destaca la proyección de tasas de interés en torno al 8.5%, algo que se ve muy complicado de lograr ante la perspectiva de la FED de los Estados Unidos mantendrá sus tasas de interés elevadas durante todo el tiempo que sea necesario hasta lograr que la inflación regrese a un nivel entorno al 3%.

De hecho, el ejercicio que hemos hecho en GAEAP de calcular las tasas de interés implícitas muestran que el mercado anticipa que la tasa de Cetes a 28 días llegará a 10.20% dentro de seis meses (marzo de 2023) y posteriormente bajará a 9.68% en siguientes seis meses (en septiembre de 2023). Con esta perspectiva de tasas de interés difícilmente se logrará lo que dice el gobierno federal de que las tasas serán de 8.5 por ciento.

El tema de las tasas de interés es fundamental para las finanzas públicas, ya que de ellas depende el gasto realizado en el servicio de la deuda. Cabe señalar que en el Presupuesto de Egresos 2023 se estima que será de 1.079 billones de pesos, cantidad muy superior a los 830.7 miles de millones de pesos (mmdp) que se estima se pagaran este año por dicho concepto. Como puede verse, la SHCP espera gastar en intereses de la deuda de 2023 un monto 248 mmdp superior a lo erogado en 2022, pero todo parece indicar que gastarás más derivado de mayores tasas de interés respecto de las proyectadas. El costo financiero de la deuda proyectado para el 2023 equivale al 3.4% del PIB, nos dice el gobierno federal, pero lo que no nos dice es que representará el 13% de la totalidad de los 8.3 billones que planean gastar.

Es importante también mencionar que en el Paquete Económico 2023 se prevé un déficit público de 1.134 billones de pesos, con lo que se elevaría el saldo de la deuda del sector público federal en 3.6 puntos porcentuales del PIB nominal estimado para el cierre del presente año. Al relacionar el dato del déficit del sector público con el costo financiero de la deuda queda claro que nos endeudamos para pagar los intereses de la deuda.

Conclusión

Es evidente que el problema inflacionario de México, además de lesionar las finanzas de las familias mexicanas, también genera enormes costos para México en la forma de menor crecimiento económico y más recursos que en lugar de destinarse a la inversión en infraestructura, se tendrán que destinar a un mayor pago de intereses sobre la deuda. El escenario macroeconómico no es tan alegre como lo pinta el gobierno federal, veremos si se hace algún ajuste al Paquete Económico 2023 en el proceso de revisión y aprobación por parte del Congreso de la Unión.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

En Twitter: @alejandrogomezt

alejandro@gaeap.com

Finanzas públicas “detenidas con alfileres”

Con motivo de varios de los datos que dio el presidente Andrés Manuel López Obrador en su cuarto Informe de Gobierno, decidí escribir sobre la situación actual de las finanzas públicas en México. Es un tema árido, con muchos datos, pero es importante saber cómo estamos ya que de esto dependen muchas cosas, entre las que destacan, la calificación que nos asignan las agencias calificadoras de riesgo como Standard & Poor´s, Moody´s y Fitch Ratings.

Recién se dio a conocer la situación de las finanzas públicas al mes de julio de 2022. Analizando a detalle las estadísticas oportunas de las finanzas públicas, proporcionadas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Pública (SHCP), vemos que si bien se ha mantenido cierta “disciplina” de las finanzas, es evidente la debilidad de éstas por: 1. Los subsidios otorgados al Impuesto Especial a Productos y Servicios (IEPS) de gasolinas y diesel; 2. Cada año se regalan más y más miles de millones de pesos a personas a través de subsidios y transferencias; 3. El crecimiento de la deuda pública a una tasa superior a la de la inflación, en un momento en el que las tasas de interés están en aumento; 4. Se han despilfarrado los ahorros de pasados gobiernos, como ejemplo está el caso del Fondo de Estabilización Presupuestal que inició este sexenio con aproximadamente 300 mil millones de pesos y ahora cuenta con el 10% de su capital inicial. Todo en un contexto de escaso crecimiento económico ante la ausencia de políticas fiscales contracíclicas. A continuación se detalla la situación de las finanzas públicas, agrupada en tres apartados: ingresos, egresos y saldo de la deuda pública.

Ingresos públicos

En el acumulado de los primeros siete meses de 2022, los ingresos del sector público federal sumaron 3.86 billones de pesos, lo que representa un incremento real de 5.3% respecto a los mismos meses de 2021. Del total de ingresos, 760.9 miles de millones de pesos (mmdp) fueron ingresos petroleros, mientras que los restantes 3.101 billones de pesos fueron ingresos no petroleros. Aquí el punto a destacar es que el aumento de los ingresos totales del sector público federal se debe a que los petroleros aumentaron 39.3% real, lo que a su vez obedece al aumento del precio internacional del petróleo. Esto enciende algunos focos amarillos, ya que los ingresos no petroleros observan una caída real de -0.7%. En palabras sencillas, los ingresos se mantienen en línea gracias a que el precio del petróleo se ha mantenido por arriba de lo presupuestado. La situación se analiza a continuación.

De los ingresos no petroleros del sector público federal que sumaron 3.101 billones de pesos en los primeros siete meses de 2022, tenemos que 2.567 billones corresponden a ingresos del gobierno federal, 301.9 mmdp fueron de los Organismos de control presupuestario directo y los restantes 231.4 mmdp correspondieron a ingresos de la Empresa productiva del estado (CFE). Nuevamente se ve la debilidad de las finanzas públicas, cuando analizamos que en términos reales, en el comparativo de los primeros siete meses de 2022 respecto de los mismos meses de 2021, los ingresos del gobierno federal cayeron -1.5 por ciento. ¿A qué se debió esto?

Los ingresos del Gobierno Federal en los primeros siete meses de 2022, por un monto de 2.567 billones de pesos, se componen de dos fuentes, los Tributarios que sumaron 2.341 billones de pesos y los no tributarios que ascendieron a 226.3 mmdp. Respecto a estas fuentes de ingreso, en los primeros siete meses de 2022, los Tributarios crecieron apenas 1.0% en términos reales y los no tributarios cayeron -21.9% a tasa anual en términos reales.

Estas cifras adquieren un matiz más negativo cuando se toma en consideración que si comparamos los ingresos de julio de 2022 con los del mismo mes de 2021, vemos que los ingresos totales del Gobierno Federal presentan una caída en términos reales de -10.5%, producto de que los Tributarios se contrajeron -9.4% y los No tributarios -23.6 por ciento.

¿A qué se debe la debilidad de los ingresos tributarios? Como ya se mencionó, en el acumulado de los primeros siete meses de 2022, los ingresos tributarios sumaron 2.341 billones de pesos, y estos provinieron de las siguientes fuentes (en paréntesis se indica el porcentaje de variación real anual respecto del mismo periodo de 2021): de Impuesto Sobre la Renta (ISR) fueron 1.421 billones de pesos (15.3%), de Impuesto al Valor Agregado fueron 751.34 mmdp (4.0%), de Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) fueron sólo 56.1 mmdp (-79.5%), de Impuestos a la Importación (IGI) fueron 51.7 mmdp (23.5%), de Impuesto por la actividad de exploración y explotación  de hidrocarburos fueron 4.2 mmdp (-3.3%), y de Otros impuestos fueron 56.28 mmdp (31.3%).

Destacan dos elementos del párrafo anterior: en primer lugar, el crecimiento de la recaudación por ISR y lo cual obedece al crecimiento de algunas actividades económicas qué están dentro de la formalidad (hay que recordar que la informalidad no paga ISR), así como a los actos de fiscalización por parte del Servicio de Administración Tributaria (SAT). En segundo lugar, destaca la caída en la recaudación de IEPS de -79.5% en términos reales. La evolución del IEPS se explica porque el que se cobra a gasolinas y diesel pasó de una recaudación de 152.7 mmdp en los primeros siete meses de 2021 a ser negativo en -56.81 mmdp en los mismos meses de 2022. Tal y como lo ha mencionado el gobierno federal, respecto a este impuesto, no sólo no se cobró en algunos meses, sino que se otorgó un subsidio con el objetivo de mantener “estables” los precios de los combustibles. Por otra parte, respecto al IEPS que se cobra a bienes distintos a la gasolina y diesel, éste fue de 112.9 mmdp en los primeros siete meses de 2022, lo que implica un aumento real de apenas 3.3% en términos reales.

Gasto público

En materia de gasto del sector público federal presupuestario, en los primeros siete meses de 2022, éste sumó 4.108 billones de pesos, lo que representa un incremento real de 3.4% respecto de los mismos meses de 2021. De este total de gasto, 2.982 billones de pesos correspondieron al gasto Programable, con un aumento real anual de 1.6%; mientras que el gasto No programable sumó 1.126 billones de pesos con un incremento real anual de 8.5%.

Del gasto programable total de 2.982 billones de pesos en los primeros siete meses de 2022, el 79.0% fue gasto corriente, mismo que sumó 2.355 billones de pesos con un aumento real anual de 1.3%, mientras que el gasto de capital representó el 21.0% del total, con un monto de 626.6 mmdp y un crecimiento real anual de 2.8%.

En cuanto al gasto corriente total, de 2.355 billones de pesos, se destinaron 743.4 mmdp en servicios personales (nómina), 1.024 billones de pesos en gastos de operación y la increíble cantidad de 587.6 mmdp en subsidios y transferencias. Esta última cifra es enorme e implica un incremento de 9.3% en términos reales respecto a los primeros siete meses de 2021. Buena parte de esto esta conformado por el dinero que el gobierno regala en sus programas asistencialistas y representa el 19.7% de todo el gasto programable del sector público federal. Es una barbaridad de dinero en apenas 7 meses del año.

Cabe señalar que en 2021 se erogó en este concepto de subsidios y transferencias la nada deleznable cantidad de 885.2 mmdp, por lo que observando el ritmo de crecimiento de este año, la cantidad erogada en subsidios y transferencias nominal fácilmente superara el billón de pesos en 2022. Este es un barril sin  fondo y la cifra pronto podría ubicarse en 25% del gasto programable total.

Respecto al gasto de capital, que sumó 626.6 mmdp en los primeros siete meses de 2022, tenemos que se destinaron 443.7 mmdp a inversión física y 182.8 mmdp fueron otros gastos de capital. De esta manera, la inversión física representó el 14.9% del gasto programable total. Sabemos que gran parte de estos recursos se han destinado a las grandes obras del gobierno federal como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles. En otras palabras, lo que podría ser considerada una importante inversión en obra pública no está generando la derrama económica en el sector de la construcción porque las obras están focalizadas y muchas de ellas las lleva a cabo el ejército. Cabe recordar que la construcción  es uno de los sectores productivos más rezagados en su proceso de recuperación tras la pandemia del Covid-19.

Un rubro del gasto no programable que destaca es el del costo financiero de la deuda y éste llegó a 454.8 mmdp en los primeros siete meses de 2022, cifra que implica un incremento real de 6.3% respecto a los primeros siete meses de 2021. En la medida en que han subido las tasas de interés y se van dando vencimientos de deuda que se tienen que refinanciar, este rubro de gasto seguirá creciendo, por lo que es de esperarse que llegue a los 800 mmdp este año, presionando más el balance fiscal del sector público federal o sea, generando un mayor déficit del sector público y más deuda pública. Como referencia tenemos que el costo financiero de la deuda del sector público federal fue de 615.04 mmdp en 2018.

Finalmente, otro rubro del gasto no programable que es relevante es el de las participaciones, ya que es la principal fuente de recursos para los gobiernos estatales en virtud del injusto pacto fiscal existente. Las participaciones sumaron 667.4 mmdp en los primeros siete meses de 2022, cifra que implica un aumento real de 9.4% respecto a los mismos meses de 2021. Esta es una buena noticia. Quiero precisar que hago la mención  de que es un pacto fiscal injusto porque no hay un verdadero premio a los estados que más riqueza generan, sino que los estados más ricos subsidian a los estados más pobres y con más población. Es un tema controversial que merece un editorial aparte.

Deuda pública

En materia de deuda vemos que efectivamente su tasa de crecimiento nominal en lo que va del presente sexenio es más lento en comparación del sexenio pasado, pero es innegable que la deuda sigue aumentando nominalmente e inclusive a una tasa por encima de la inflación. Esto es producto de déficit fiscales crónicos, aunque en el discurso oficial se nos quiera hacer creer otra cosa.

Las estadísticas de la SHCP muestran que el saldo de la deuda neta del sector público federal era de 10.731 billones de pesos al 30 de noviembre de 2018 y para el 31 de julio de 2022 dicho saldo llegó a 13.387 billones de pesos, lo que implica un incremento nominal de 2.656 billones de pesos, equivalente a 24.8%. Este ritmo de endeudamiento equivale a un aumento diario de la deuda del sector público a razón  de 1.984 mmdp.  Reitero que resulta claro que el actual gobierno federal ha seguido endeudando al país en términos nominales, aunque cabe señalar que lo ha hecho a una tasa por encima de la inflación en el periodo, misma que llegó al 20.18%. 

No obstante lo anterior, dado que el PIB nominal no ha crecido en la misma proporción que la deuda neta del sector público federal, es que el peso de esta ha aumentado ligeramente. A continuación presento un sencillo análisis: el PIB nominal fue de 24.379 billones de pesos corrientes en el cuarto trimestre de 2018 y el saldo de la deuda al final de dicho año fue de 10.829 billones, lo que nos arroja que el peso de la deuda respecto al PIB fue de 44.4%. Ahora, en el segundo trimestre de 2022 el PIB nominal fue de 29.2 billones de pesos y tomando como referencia el dato del saldo de la deuda neta de 13.387 billones de pesos, pues tenemos que el peso de la deuda respecto al PIB subió a 45.8%.

Conclusiones

Resulta evidente que hay un enorme costo para las finanzas públicas al mantener el subsidio al IEPS que se cobra a las gasolinas y diesel. Esto ya sabemos que es una medida del gobierno federal para tratar de contener la inflación. Me parece que en breve ya no se necesitará este subsidio dado que los precios de las gasolinas, al menos en Estados Unidos, ya bajaron a un nivel similar al que tenían antes de la invasión de Rusia a Ucrania.

Finalmente, no debemos perder de vista que la labor de mantener un creciente gasto en subsidios y transferencias, que no genera valor, en un contexto de menor crecimiento económico, generará más y más presiones a las finanzas públicas. Esto sumado a que el costo financiero de la deuda es también cada vez más elevado derivado del alza en la tasa de interés y que la deuda pública no ha dejado de crecer en términos nominales.

Otra reflexión es que la política fiscal de los últimos cuatro años no ha sido detonante del crecimiento económico. Muestra de ello es que para el 2023, el país apenas recuperará los niveles de actividad de 2019, lo que se traducirá en cuatros años perdidos. Si comparamos el crecimiento de 2019 hasta 2023, México es de los países más atrasados al registrar un crecimiento promedio de cero por ciento. Esto mientras otros países están creciendo año con año por encima de la contracción de 2020.

No cabe duda que las finanzas públicas están detenidas con alfileres, en breve veremos el Paquete Económico 2023 a ver si no le quitan .

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

La desglobalización y los bancos centrales

En los últimos meses, el gobierno federal había venido destacando que México estaba en una mejor situación inflacionaria comparado con Estados Unidos. Pues sucede que ya no es el caso, dado que al mes de julio la inflación anual en el vecino del norte fue de 8.5% (con una inflación mensual de 0%), mientras que en México en la primera quincena de agosto la inflación siguió aumentando y ya superó dicho porcentaje.

Pero lo más preocupante no es eso, sino que la creencia de que a nivel mundial pronto regresaremos a una vida con bajas tasas de inflación, como las que existían antes de la pandemia del covid-19, no se van a cumplir. Debemos prepararnos para una nueva realidad con varios años de una elevada inflación.  Probablemente no serán alzas de precios como las actuales por encima del 8% anual, pero tampoco regresarán a los niveles previos como los de 2% en Estados Unidos o de un 4% en el caso de México.

En esta entrega analizaremos primero el más reciente dato inflacionario de México y posteriormente veremos las causas del nuevo escenario inflacionario mundial.  

El deterioro de la inflación en México

Una enorme cantidad de analistas se sorprendieron el pasado miércoles 24 de agosto, cuando el INEGI informó que en la primera quincena de agosto de este año, la inflación anual en México alcanzó un nivel de 8.62%, la tasa de inflación más alta desde la segunda quincena del año 2000. El dato del crecimiento en el porcentaje de inflación en los primeros 15 días de agosto fue 0.48 puntos porcentuales superior al observado en la segunda quincena de julio, cuando ascendió a 8.14%.

Los factores que provocaron que la inflación se disparara fueron los siguientes aumentos de precios (en paréntesis se indica el aumento en puntos porcentuales de la inflación entre la segunda quincena de julio y la primera quincena de agosto): Energéticos (3.91); Alimentos, bebidas y tabaco (0.50) y Educación/Colegiaturas (0.48).

Lo más preocupante del dato inflacionario de la primera quincena de agosto es lo que está sucediendo con la inflación subyacente, lo que muchos llaman el corazón de la inflación. El alza de precios anual de los alimentos, bebidas y tabaco fue de 12.73%, mientras que el incremento de las mercancías no alimenticias es de 7.88%, lo que nos da una tasa de inflación de mercancías de 10.43%. En contraste, el dato de inflación de Estados Unidos en el rubro de “Todos los bienes excepto energéticos y alimentos” fue de 5.90% anual en julio. Queda claro que el panorama inflacionario de México es mucho más gris y que las expectativas inflacionarias aquí están más arraigadas. 

Desde este espacio, al igual que diversos analistas, comentamos que parte del problema inflacionario era por un componente de inflación importada. Desde mi punto de vista esto sigue siendo parcialmente cierto para el caso de algunos insumos para la producción, así como para los precios de alimentos (procesados y no procesados). Pero el dato de inflación  de mercancías y la contaminación de precios de algunos servicios como las colegiaturas, dejan en claro que la inflación ya se volvió a arraigar en el país y que será muy difícil abatirla.  En otras palabras, ya no se le puede echar la culpa de la inflación sólo al entorno económico adverso internacional, dado que también hay factores estructurales y de políticas públicas en México que le echan gasolina a un problema inflacionario global.

El Banco de México no la tiene fácil, tiene que luchar contra un monstruo inflacionario de dos cabezas: la interna con un arraigamiento de altas expectativas inflacionarias, y la externa, que se explica más adelante. El propio banco central mexicano reconoce, en la minuta de su más reciente decisión de política monetaria que la inflación en México alcanzará su nivel máximo en el tercer trimestre de este año y llegará a la meta de 3% durante los tres primeros meses de 2024; sin embargo, el organismo también anticipa que ese último plazo se podría alargar si hay mayores presiones externas derivadas de la pandemia, si continúan aumentando los precios de agropecuarios y energéticos por el conflicto geopolítico entre Rusia y Ucrania y si el peso se deprecia.  

Dado este complejo escenario, es que organismos como el Grupo Financiero Citibanamex han vuelto a revisar al alza su expectativa de inflación. Ahora estiman que la inflación subyacente anual será de 7.8% en diciembre (desde un estimado de 7.5%), y una inflación general de 8.2% al cierre de 2022 desde el 7.7% anterior. Sin duda la negociación de incrementos salariales para el año 2023 será muy compleja y eso seguirá contaminando los costos y precios en México, con independencia de lo que suceda en otros países. De igual forma, las tasas de interés se mantendrán elevadas por un buen tiempo.   

La nueva inflación crónica mundial

En un artículo de Michael Lebowitz, publicado el pasado 24 de agosto en RealInvestmentAdvice.com, el autor menciona que básicamente hay dos grandes opiniones respecto de la trayectoria futura de la inflación. Una es la creencia casi generalizada de que la inflación pronto volverá a los niveles previos a la pandemia, a medida que las distorsiones de la oferta y la demanda relacionadas con ésta continúen normalizándose. La otra teoría, con menos seguidores, argumenta que este aumento de la inflación, a diferencia de otros episodios de los últimos 30 años, será crónica.

Respecto a esta segunda teoría, desde luego que la inflación persistente pone nerviosos a los bancos centrales, por lo que debemos prepararnos para elevadas tasas de interés por un mucho mayor tiempo del originalmente previsto (con consecuencias en todo tipo de mercados). Además de que es preocupante que de manera paralela está ocurriendo un cambio de comportamiento que podría generar una espiral de alzas de precios y salarios. Dada la enorme incidencia de la política monetaria (en su lucha contra la inflación) en el crecimiento económico y en los precios de los activos, es pertinente analizar el efecto del proceso de desglobalización en la creación de un fenómeno de inflación persistentemente alta.

En su artículo del 1 de agosto, titulado “Guerra y Tasas de Interés”, el analista y estratega Zoltan Pozsar argumenta sólidamente que las “guerras económicas calientes” (a diferencia de la guerra fría) cambiarán el panorama económico mundial, revirtiendo décadas de beneficios por parte de la globalización económica, dando como resultado una desglobalización y niveles de inflación más altos de lo que estamos acostumbrados. El resultado puede cambiar los objetivos de la política monetaria alejándolos del apoyo a los mercados de activos (como las bolsas de valores) y moviéndolos hacía el fomento del uso de la deuda como herramienta para gestionar el cambio geopolítico y la desglobalización.

Zoltan es el jefe global de estrategia de tasas de interés a corto plazo en Credit Suisse. Sus opiniones son a menudo visiones alternas, pero ya sea que estés de acuerdo con él o no, lo que él dice provoca un alto nivel de análisis.

¿Por qué importa la alta tasa de inflación?

Antes de mencionar los aspectos más importantes del artículo de Zoltan, vale la pena hacer una breve explicación de por qué la trayectoria futura de la inflación es tan crucial para los inversionistas. Estados Unidos y la mayoría de las demás naciones desarrolladas tienen enormes niveles de deuda. En las  gráficas del FMI se muestra que la deuda global como porcentaje del PIB se ha multiplicado por 2.5 en los últimos cincuenta años.

Los niveles de deuda más altos, como porcentaje del PIB, fueron posibles por las tasas de interés continuamente más bajas y emisión de cantidades crecientes de deuda improductiva. En algunos casos, las tasas de interés negativas y la política del alivio monetario o quantitative easing (QE) por parte de los bancos centrales, mantuvieron las economías en funcionamiento y ayudó a que los países no incumplieran con los pagos de sus compromisos de deuda.

Los banqueros centrales se salieron con la suya con políticas monetarias expansivas negligentes porque la inflación no era una preocupación. La globalización del comercio permitió el flujo de bienes baratos entre naciones. En consecuencia, la FED y otros bancos centrales llevaron a cabo políticas monetarias laxas por muchos años con poco temor de avivar la inflación. Este entorno generó a su vez una burbuja de precios de toda clase de activos, o puesto de manera elegante: valoraciones de activos elevadas.

Los niveles más altos de inflación provocan que los bancos centrales suban sus tasas de interés. Las tasas de interés altas elevan la presión fiscal en las economías con niveles de deuda crecientes. Este entorno es desfavorable para las valoraciones altas y el buen comportamiento de los precios de los activos. Por lo tanto, la inflación y las altas tasas de interés son un factor clave que merma la rentabilidad de los activos.

La advertencia de Zoltan

Zoltan escribió su artículo después de visitar recientemente a los clientes europeos de su firma. En general, parece estar en desacuerdo con las expectativas de inflación y de política del banco central de muchos de sus clientes. Esto es:

El camino esperado de las tasas de política occidentales se basa en dos esperanzas: primero, que la inflación está a punto de alcanzar su punto máximo. En segundo lugar, que estamos cerca del pico de las posturas restrictivas de los bancos centrales (hawkishness).

Según su experiencia, muchos inversionistas creen que la inflación está llegando a su punto máximo y que los banqueros centrales darán marcha atrás en su agresiva política monetaria diseñada para combatir la inflación. Zoltan advierte que los inversionistas con tal visión pueden estar mujy equivocados. Como tal, necesitamos considerar algunas preguntas difíciles. Por ejemplo:

  • ¿Qué pasa si la inflación resulta persistente y no retrocede tanto o tan rápido como esperan los inversionistas?
  • ¿Qué pasa si los banqueros centrales no tienen más remedio que seguir administrando la dura medicina monetaria que los mercados están luchando por digerir?

Los tres pilares de la era de baja inflación

Para apreciar la preocupación de Zoltan por un nuevo régimen de inflacionario, vale la pena compartir su opinión sobre lo que fomentó el entorno de baja inflación de los últimos 30 años o más.

Zoltan postula que las bajas tasas de inflación del pasado se basaron en tres pilares.

  • En primer lugar, la mano de obra inmigrante barata mantiene estancados los salarios del sector servicios en EE.UU.
  • En segundo lugar, los productos baratos de China elevan el nivel de vida en medio de salarios estancados
  • En tercer lugar, el gas ruso barato impulsa la industria alemana y la de la Unión Europea (UE) en general.

Los consumidores estadounidenses estaban absorbiendo todas las cosas baratas que el mundo tenía para ofrecer… Todo esto funcionó durante décadas hasta que el nativismo, el proteccionismo y la geopolítica desestabilizaron el mundo de baja inflación.

Los tres pilares se están derrumbando

Los tres pilares descritos anteriormente están ahora convirtiendo las presiones deflacionarias en presiones inflacionarias. Analicemos cómo están cambiando.

  1. Nativismo

Las recientes restricciones a la inmigración en los EE.UU. revirtieron una tendencia de décadas en la que la mano de obra inmigrante barata proporcionaba una amplia oferta de trabajadores. Como resultado del exceso de empleados potenciales, los salarios estaban relativamente estancados para un gran porcentaje de la población activa.

Con los salarios bajo control, las empresas podrían aumentar los márgenes de beneficio, aumentar las ganancias y evitar que los precios de sus productos suban demasiado rápido. En algunas industrias, las empresas podrían bajar los precios y mantener las ganancias gracias a la mano de obra barata.

Con menos inmigración, los trabajadores actuales tienen más poder de negociación. Ahora hay más ofertas de trabajo que en cualquier otro momento en los últimos 20 años. Parte de esto se debe a la pandemia, pero la realidad es que la cantidad de vacantes está muy por encima de los niveles anteriores al covid.

A medida que los empleados se vuelven más difíciles de reemplazar y tienen una mayor demanda por parte de los competidores, buscan salarios más altos. Diversos análisis muestran que las ganancias promedio por hora de los empleados de manufactura en general tenían una tendencia a la baja hasta hace unos cinco años, cuando la inmigración se volvió más restrictiva.

Una de las principales preocupaciones del Banco de la Reserva Federal y las razones de su agresiva política monetaria es la posibilidad de una espiral de precios y salarios. Una espiral de precios y salarios se basa en la capacidad de los trabajadores para exigir aumentos de sueldo para compensar los precios más altos. Este círculo vicioso aumenta las probabilidades de que la alta inflación se vuelva persistente.

  • China

Los productos baratos de China no son tan baratos como solían ser. Además, la escasez relacionada con la pandemia dejó en claro que EE.UU. depende demasiado de países hostiles para obtener bienes esenciales, incluidos algunos productos tecnológicos y farmacéuticos. Según el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR): Se cree que alrededor del 80% de los componentes básicos utilizados en los medicamentos estadounidenses, conocidos como ingredientes farmacéuticos activos (API), provienen de China e India”.

El reciente Proyecto de Ley de Reducción de la Inflación busca traer de vuelta la producción de semiconductores y otros bienes esenciales a los EE.UU. Desde un punto de vista estratégico, la desglobalización puede ser inteligente y necesaria. Sin embargo, la mano de obra más costosa, los impuestos más altos y las regulaciones más estrictas hacen más costoso el regreso de la manufactura a EE.UU.

  • Rusia

Antes de que Rusia invadiera Ucrania, suministraba a Europa aproximadamente el 40% de su gas natural y más del 50% de su carbón. El carbón y el gas natural ayudan a generar alrededor del 30% de la producción de energía de Europa. Europa, y Alemania en particular, han sufrido en su lucha por disminuir su dependencia energética con Rusia, pero no han visto nada respecto a lo que le espera con la reducción del suministro ruso este invierno, sufrirán mayores aumentos de los precios del gas.

Los costos energéticos más elevados no se limitarán a Europa. Todo el mundo los pagará también ya que Alemania probablemente restringirá su producción de la industria química. Esta industria y la farmacéutica de Alemania representan alrededor del 15% de su consumo total de gas. Según la agencia Reuters, la industria química de Alemania ya ha hecho todo lo posible para conservar el uso de gas, dijo el martes la asociación química VCI, que advirtió que los únicos pasos que le quedan a la industria serían reducir o abandonar la producción por completo.

Alemania es el tercer mayor exportador mundial de productos químicos. Si recortan la producción, la inflación de los precios de los productos químicos afectará a todas las naciones. A su vez, los precios de muchos productos que utilizan estos químicos también subirán.

Incluso si Rusia hiciera las paces y se retirará de Ucrania, es probable que Europa busque nuevas dependencias energéticas. Estos vienen a costos más altos. Como tal, los bienes que produce también deben tener precios más altos.

Guerra económica caliente

La guerra es inflacionaria.

Las guerras vienen en muchas formas. Hay guerras calientes, guerras frías y lo que Pippa Malmgren llama guerras calientes en lugares fríos.

Zoltan y Malmgren caracterizan la guerra caliente con Rusia y China que involucra el comercio de bienes y mercancías como ocurriendo en lugares fríos, los “corredores del poder”.

Las guerras calientes o frías y las continuas hostilidades exageran el efecto inflacionario del desmoronamiento de los pilares dos y tres mencionados líneas arriba. Esencialmente, la globalización y la deflación de los últimos treinta años serán revertidas. ¡Bienvenidos a la era de la desglobalización!

La banca central en la era de la desglobalización

La desglobalización es el proceso de disminución de la interdependencia y la integración entre ciertas unidades en todo el mundo, típicamente estados-nación. Es ampliamente utilizado para describir los períodos de la historia cuando el comercio económico y la inversión entre países disminuyen. –Wikipedia

Los bancos centrales han estado diciendo durante más de una década que su objetivo era combatir la deflación inflando los precios de los activos. (Como inversionistas) todo lo que teníamos que hacer era pedir prestado con bajas tasas de interés y comprar activos, independientemente de su calidad.

Ahora nuestros trabajos son cada vez más difíciles.

Más adelante, Zoltan afirma:

Los bancos centrales pasaron de librar la guerra contra los impulsos deflacionarios provenientes de la globalización de los recursos baratos a “limpiar” los impulsos inflacionarios provenientes de una guerra económica compleja.

La desglobalización traerá inflación, al igual que la globalización trajo deflación. Si Zoltan tiene razón, el argumento de que nos dirigimos a un mundo de inflación persistente o crónica es creíble.

En tal entorno, los bancos centrales lucharán contra eventos geopolíticos inflacionarios. Esto implica que estamos saliendo de un mundo en el que los bancos centrales gestionan el lado de la demanda de la economía. Son muy hábiles y tienen las herramientas para controlar la demanda (a través de sus políticas monetarias), pero no tienen las herramientas para gestionar la macroeconomía por el lado de la oferta. De acuerdo con Zopltan, estamos potencialmente en la cúspide de un cambio enorme en la forma de gestionar el alza de precios.

A manera de resumen

Zoltan termina ”Guerra y tasas de interés” con la siguiente cita:

Hoy, es hora de pensar más en el riesgo de que la inflación se mantenga alta por más tiempo debido a la guerra económica, y menos en la inflación impulsada por un desordenado proceso de reapertura y estímulo.

El Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés) argumenta que la inflación puede permanecer más alta de lo que nos hemos acostumbrado debido a una espiral de precios y salarios. Zoltan agrega que las guerras económicas calientes con China y Rusia aumentan la probabilidad de una inflación crónicamente más alta.

Los inversionistas se sienten cómodos con una FED que voluntariamente baja las tasas de interés y mantiene una política de alivio monterio (QE), a la primera señal de problemas económicos o de mercado. Eso puede cambiar si la inflación más alta es más persistente. Es posible que la FED tenga que sacrificar la economía y los mercados hasta cierto punto para garantizar una inflación tolerable. El trabajo de los miembros de la FED es aún más crucial considerando las enormes cargas de deuda pública y privada y la adicción creada a las bajas tasas de interés.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

El precio del tiempo

Desde un punto de vista, llamémosle “tradicional”, el concepto de lo que es la tasa de interés se ha desvirtuado, sobre todo después de la crisis económica mundial de 2008-2009. Desde esa fecha, y hasta recientemente, en Estados Unidos y demás países desarrollados, hemos visto tasas de interés ultrabajas para la enorme mayoría de créditos, las cuales acabaron distorsionando toda clase de mercados y por lo cual ahora comienzan a pagar un costo. En México las tasas de interés para la mayoría de los créditos, no registraron disminuciones sustanciales, lo cual también ocasionó sus propios costos en la forma de escasos niveles de inversión productiva.

Para entender cómo se desvirtuó el concepto de interés en el mundo, quiero comenzar haciendo un breve repaso de una de las primeras teorías que lo explican, la denominada Teoría Productiva del Interés, que fue expuesta por J. B. Clark y F. H. Knight; y apoyada por economistas de la talla de Alfred Marshall, J. B. Say, y Von-Thunen. De acuerdo con ésta, el interés surge a causa de la productividad del capital físico. La cantidad de producción que produce el trabajo con la ayuda de bienes de capital es generalmente mayor que la cantidad que puede producir el trabajo por si mismo. La maquinaria y las herramientas invariablemente suman a los ingresos de quienes las utilizan. Es por eso que hay demanda de capital físico por parte de los empleadores individuales.

John Bates Clark

En esta misma línea de pensamiento, algunos economistas clásicos sostienen que el interés es la recompensa que se paga al capital porque es productivo. De hecho, el interés se paga con la productividad del capital. Cuando se emplea una mayor cantidad de capital físico junto con la mano de obra y otros recursos, la productividad general mejora.

Al emplear capital, el prestatario (empresario) obtiene una mayor producción, por lo que debe pagar una parte de esta producción adicional al propietario del capital en forma de Interés. La teoría implica que el capital se demanda porque es productivo. Y, porque es productivo, su precio debe ser la tasa de interés.

Obvio, al paso del tiempo esta teoría ha sido criticada y desechada, aunque sigue vigente en la mente de muchos economistas. En términos más sencillos, durante muchos años se ha pensado que la tasa de interés debe corresponder al rendimiento del capital, de lo contrario se introducen distorsiones importantes en la economía, como inflación de precios de activos cuando la tasa es demasiado baja, o escasos niveles de inversión productiva, cuando la tasa es demasiado alta.

Respecto a esto, considero importante hacer mención a una reseña del libro “El precio del tiempo”, escrito por Edward Chancellor, y que fue publicada en el diario Wall Street Journal. La reseña, escrita por el historiador Adam Rowe, narra cómo Chancellor explica la manera en que se ha desvirtuado el concepto de la tasa de interés. Las tasas son el “precio universal” que descansa en la base de una economía y mantener las tasas artificialmente bajas (como en el caso de Estados Unidos y la Unión Europea desde 2008) ha creado una adicción al crédito que conlleva su propio costo. El libro es un amplio análisis histórico de cómo el sistema financiero estadounidense, una vez más, se desvinculó del mundo al que se supone debe servir.

La reseña comienza señalando que después de la crisis financiera de 2008, el temor al colapso económico dio paso a un nuevo gran mercado alcista (bull market) provocado por el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED). Los precios de todo tipo de activos (commodities, productos básicos industriales, precios de la vivienda, acciones, etc.) se dispararon hasta llegar a extremos irracionales. “Nunca antes en la historia se habían inflado simultáneamente tantas burbujas de precios de activos”, escribe en su libro Edward Chancellor.

Chancellor argumenta que en el corazón de la desvinculación del sistema financiero y la economía real, hay un solo factor: las tasas de interés artificialmente bajas. Menciona que las tasas de interés son la señal más importante en una economía que está basada en los mecanismos de mercado, “el precio universal” que afecta a todos los demás. El interés se define mejor como el valor del dinero en el tiempo, que el Sr. Chancellor ingeniosamente traduce como “el precio del tiempo”. Es el precio que informa cada decisión financiera clave: ahorrar, gastar, invertir. Disminuir artificialmente la tasa de interés es una forma poderosa de impulsar una economía que de otro modo estaría destinada a la recesión, pero es peligrosa. Es financiar lo que los opiáceos son para la medicina, una distorsión de la percepción disfrazada de cura. Las expansiones monetarias que se traducen en menores tasas de interés, por si solas no pueden resolver los problemas estructurales de la economía.

Edward Chancellor

Después de 2008, señala Chancellor, “los banqueros centrales llevaron las tasas de interés a su nivel más bajo en cinco milenios”. La medida pareció un éxito al principio, evitando la deflación y el desempleo masivo. Pero detrás de este resultado inmediato acechaban problemas estructurales que los banqueros habían dejado crecer. Las bajas tasas han agravado “nuestros problemas actuales”, dice Chancellor. Estos incluyen “el colapso del crecimiento de la productividad, la vivienda inasequible, el aumento de la desigualdad, la pérdida de competencia en el mercado” y, como todos podemos sentir en este momento, la “fragilidad financiera”.

Un resumen del argumento del Sr. Chancellor corre el riesgo de reducir su fascinante trabajo de historia y análisis a una mera polémica -es mucho más que eso-. El Sr. Chancellor, periodista financiero y autor de “Devil Take the Hindmost: A History of Financial Speculation” (1999), aparentemente leyó todos los estudios y tratados sobre la tasa de interés que se hayan escrito, muchos contradictorios y la mayoría conteniendo al menos una pizca de verdad. Su intento de comprender el momento presente lo lleva a un recorrido por las finanzas antiguas y modernas, y demuestra ser una guía interesante e instructiva.

Perspectiva histórica del interés

La práctica de cobrar intereses es tan antigua como el tiempo mismo. Antes de que los mesopotámicos aprendieran a acuñar dinero o poner ruedas a los carros, los prestamistas habían establecido la práctica de exigir más en el futuro de lo que pusieran a disposición de los prestatarios en el presente. La etimología de muchas de las palabras para interés se deriva de la descendencia del ganado, lo que refleja la conciencia de que la riqueza bien administrada es fructífera. Pero la etimología también refleja la sospecha de que el interés permite que los ricos devoren a los pobres. Las palabras hebreas antiguas para interés incluyen una que significa “la mordedura de una serpiente”. La magia del interés compuesto, que transforma una miseria en una fortuna, siempre ha provocado asombro y furia.

Desde el principio, Chancellor nos muestra cómo los gobernantes han tratado de intervenir para suavizar el antagonismo entre prestatarios y prestamistas. El primer conjunto de leyes, el código de Hammurabi en Babilonia (alrededor de 1750 a. C.), se ocupa de regular el interés, estableciendo tasas máximas de préstamo, incluido el 20% para la plata y el 33.33 % para la cebada. Un milenio después, el renombrado legislador de Atenas, Solón, ordenó que se destruyeran todas las piedras que registraban las hipotecas como parte de un esfuerzo de renovación moral y política (su predecesor Draco, a quien le debemos la palabra “draconiano”, había obligado a muchos deudores a la esclavitud.) Pensadores y filósofos a lo largo de la historia, desde Aristóteles y Tomás de Aquino hasta Proudhon y Marx, han considerado injusta cualquier tasa de interés. De acuerdo con Daniel Defoe, “el interés del dinero es un gusano gangrenoso sobre la ganancia del comerciante”.

Persiste la percepción de que los prestatarios son inherentemente necesitados y los prestamistas codiciosos. Pero cualquier verdad que contenía en el mundo premoderno se desvaneció con el surgimiento de las economías capitalistas. Sobre la Inglaterra protocapitalista del siglo XVI, el historiador R.H. Tawney escribió: “El prestatario a menudo era un comerciante, que solicitaba un préstamo para especular sobre los intercambios o para acaparar la cosecha de lana”. En cuanto al prestamista, bien podría ser “un inocente económico, que buscó una inversión segura para sus ahorros”.

Lo que las mentes perspicaces captaron en el siglo XVI lo olvidan quienes, hoy, piensan que las tasas de interés bajas necesariamente promueven la igualdad. Como cualquier otro precio, la tasa de interés refleja un complejo equilibrio de fuerzas en la economía real, desde el ahorro agregado hasta las expectativas futuras. Cuando los gobiernos empujan ese precio demasiado bajo, o demasiado alto, crean distorsiones que son contraproducentes y socialmente injustas.

La desvirtualización del interés

En los últimos 15 años, las tasas de interés se han reducido a casi cero en todo el mundo desarrollado. Incluso se volvieron negativos en Europa y Japón. Pero los resultados, observa Chancellor, no fueron tan angustiosos para los ricos como podría haber esperado un canonista medieval. El precio de los valores tiende a subir o bajar inversamente con el nivel de las tasas de interés. Aquellos que poseen la mayor cantidad de valores son los que más se benefician cuando las tasas de interés caen. “No es una coincidencia”, escribe el Sr. Chancellor, “que las mayores fortunas se hayan ganado durante períodos de tasas de interés anormalmente bajas”. Como lo expresa vívidamente, “las grandes ballenas se alimentan del plancton de ahorro”. Este fenómeno ahora lo hemos visto en el mercado inmobiliario: cuando las tasas de interés son bajas, los precios de las viviendas aumentan más rápido porque muchos más pueden acceder al financiamiento. Lo contrario sucede cuando las tasas de interés suben. 

Las bajas tasas de interés no ayudan a los pobres, que no tienen acceso a crédito barato. Ayudan a las personas con una formidable cantidad de activos, en parte al hacer que el apalancamiento sea más atractivo. Con dinero tan barato, los financistas pueden aumentar los rendimientos de las inversiones con dinero prestado. Como observó Louis Brandeis, Wall Street usa “el dinero de otras personas”. Prefiere pagar lo menos posible por el privilegio.

La primera objeción del Sr. Chancellor a la manipulación de intereses es, por lo tanto, moral. “La justicia distributiva requiere que los prestatarios y los prestamistas reciban una equivalencia de valor”, escribe. Es injusto que los trabajadores ahorradores no puedan obtener un rendimiento decente en sus cuentas de ahorro, mientras que los especuladores sofisticados (bancos) ganan fortunas con el capital que les es “prestado” de forma casi gratuita.

Su segunda objeción es a la vez más pragmática y más alarmante. Las tasas artificialmente bajas distorsionan el proceso de toma de decisiones descentralizado de una economía de mercado. Sin interés, escribe, “el capital no se puede asignar adecuadamente y se ahorra muy poco”. Los inversionistas aceptan más riesgos en busca de mayores rendimientos, lo que hace que el crecimiento futuro parezca más atractivo que el obtener ganancias en el presente. Y debido a que el interés es uno de los principales costos en las finanzas, las tasas bajas desplazan la actividad económica de las empresas en la “economía real” hacía las transacciones puramente financieras. Como ha declarado el administrador de fondos de cobertura de Boston, Seth Klarman: “La idea de tasas bajas persistentes se ha infiltrado en todo: el pensamiento de los inversores, las previsiones del mercado, las expectativas de inflación, los modelos de valoración”.

Entonces, al provocar tasas de interés artificialmente bajas, los bancos centrales se han involucrado en una forma de planificación central más sutil y perniciosa que la variedad desacreditada existente en el siglo XX. Los fracasos de la planificación central son obvios cuando el estado intenta dirigir toda la economía, desde los ferrocarriles hasta las tiendas de comestibles. La política monetaria equivocada, por el contrario, opera de manera invisible, dispersando incentivos perversos y señales falsas en todo el sistema financiero. “Y cuanto más nos equivocamos, más parece fallar el sistema, lo que a su vez justifica más intervenciones”, escribe Chancellor. Peor aún, cuanto más intervienen los banqueros centrales, más manipulado parece volverse el sistema.

La apasionante y aprendida historia del Sr. Chancellor concluye con una sombría advertencia. En comparación con formas de intrusión gubernamental más severas o evidentes, la manipulación de las tasas de interés por parte de los bancos centrales puede parecer bastante inocua, y es mucho menos probable que provoque grandes objeciones por parte de los ciudadanos comunes, por el contrario. Pero más que cualquier otro, amenaza la eficiencia y la integridad del sistema de libre empresa. Detrás del precio del tiempo está el invaluable derecho a la libertad.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

¿Ha valido la pena la lucha contra la inflación?

El principal tema de la agenda económica mundial sigue siendo la inflación, derivada principalmente del encarecimiento de los costos de la energía y los alimentos, así como la prolongación de los problemas de las cadenas globales de suministro. Durante la semana que recién concluyó se informó de la evolución de los precios en los Estados Unidos y México. Para el caso de nuestro vecino del norte al parecer fueron buenas noticias, en el caso de México lo publicado no fue bueno, pero estuvo de acuerdo con lo esperado por los analistas. Para México y la mayor parte del mundo, es importante lo que suceda con la inflación en Estados Unidos porque derivado del enorme volumen de importaciones desde dicha nación (43.7% de nuestras importaciones totales), en la medida en que ellos comiencen a mitigar su inflación, nosotros podremos comenzar a ver menores presiones inflacionarias.  

Inflación en  EE.UU.

En el caso de Estados Unidos, el Departamento de Trabajo informó el miércoles 10 de agosto que la  inflación anual durante julio disminuyó levemente, pero se mantuvo cerca del máximo de cuatro décadas, a pesar del enfriamiento de los precios de la energía. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó un 8.5% en julio respecto al mismo mes del año anterior, cifra que se compara favorablemente con el 9.1% anual de junio. Junio había marcado el ritmo de inflación más rápido desde noviembre de 1981.

El IPC subyacente, que excluye los precios de la energía y los alimentos, a menudo volátiles, se mantuvo estable en julio, con un aumento del 5.9% con respecto al mismo mes del año anterior, una señal de que persisten presiones generalizadas sobre los precios en la economía.

Otra buena noticia fue que la inflación mensual de julio fue de 0.0%, dato que se compara favorablemente con el 1.3% el mes anterior. Esta positiva evolución es producto de la caída de los precios de la energía como la gasolina. Por su parte, el índice de precios subyacente subió un 0.3 % el mes pasado, muy por debajo del aumento del 0.7% de junio, pero ligeramente superior al aumento mensual promedio del 0.2 % en los dos años anteriores a la pandemia.

¿Qué tanto han influido las alzas en la tasa de interés de fondos federales, por parte del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), en esta desaceleración de la inflación? Hay que recordar que la FED ha aumentado su tasa de interés objetivo desde un rango de 0.0% a 0.25% al actual nivel de 2.25% a 2.50%. La respuesta es que lo más probable es que muy poco ya que la desaceleración de la inflación se debió en gran parte a la disminución de los precios de la energía, que se habían disparado en junio. Los precios de la gasolina disminuyeron un 7.7% desde junio después de alcanzar un máximo de más de $5 el galón en promedio en todo el país. Es verdad que ahora el precio de un barril de petróleo cuesta menos de lo que costaba antes de la invasión de Rusia a Ucrania, y esto se debe a la expectativa de un menor crecimiento global, lo que a su vez se debe a la percepción de que las políticas monetarias astringentes de ahora pasarán factura al crecimiento económico.  

Imagen tomada del Wall Street Journal del 11 de agosto de 2022

Con independencia de lo anterior, no se debe perder de vista que los precios continuaron aumentando en la mayor parte del resto de la economía y eso lo vemos con el dato de inflación subyacente. Los precios de los alimentos subieron un 1.1% a tasa mensual en julio y un 10.9% con respecto al año pasado. Los comestibles que las familias llevan a casa aumentaron aún más rápido al 1.3% en el mes, o al 13.1% en los últimos 12 meses. La esperanza es que los precios de los alimentos disminuyan en las próximas semanas tras la reciente caída de los precios de las materias primas, pero puede llevar un tiempo ya que las expectativas de inflación ahora están integradas en la cadena de suministro.

Inflación en  México

En el caso de México las noticias de la evolución de los precios no fueron buenas. Los datos del INEGI muestran que, tal y como  se esperaba, la tasa de inflación sigue en aumento no obstante los incrementos en la tasa de interés objetivo por parte del Banco de México. El pasado martes 9 de agosto se informó que la inflación interanual de julio fue de 8.15%, tasa 0.16 puntos porcentuales superior al 7.99% interanual del mes anterior.

La tasa anual de inflación subyacente en julio fue de 7.65%, mientras que la no subyacente ascendió a 9.65%. En ambos casos, implica una aceleración del ritmo de alza de precios comparado con lo observado en junio. Cabe destacar que con todo y que la inflación general de México es más baja que la de Estados Unidos (8.15% en México vs 8.50% en EE.UU.), el índice de inflación subyacente de México es considerablemente más alto que el 5.9% registrado por EE.UU. Preocupa en especial que la inflación  de mercancías no alimenticias haya sido de 7.83%, lo que indica que de ese tamaño es la expectativa inflacionaria para muchos empresarios en México.

De los diferentes componentes del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) destacan los aumentos anuales de precios de Alimentos, bebidas y tabaco (10.07%); Frutas y verduras (16.16%) y productos Pecuarios (15.96%). Estos niveles inflacionarios implican un deterioro respecto de las alzas de precios anuales observadas en el mes inmediato anterior (aumentaron 0.25 puntos, 1.77 puntos y 0.45 puntos más respectivamente).

Los únicos componentes del INPC mexicano que se desaceleraron entre junio y julio fueron el de: Educación (pasó de 3.30% a 3.27%), aunque habrá que ver el dato de agosto que es cuando las escuelas ajustan sus inscripciones y colegiaturas; y Energéticos (pasaron de una inflación anual de 5.68% a una de 4.68%).

De acuerdo con el Banco de México y la mayoría de analistas, se espera que la inflación anual va a seguir subiendo y llegará a un máximo en este mes de agosto. De acuerdo con los pronósticos de inflación del Banxico publicados en su anuncio de política monetaria del 11 de agosto, la inflación promedio del tercer trimestre de este año será de 8.5% y luego comenzará a disminuir para registrar una inflación promedio de 8.1% en el último trimestre de 2022. Se espera que la inflación anual regrese al rango objetivo del Banxico hasta el tercer trimestre de 2023.

Valoración de la política monetaria de México

Como se sabe, el Banco de México ha estado aumentando su tasa de interés, de manera agresiva, objetivo con el fin de controlar la inflación. Desde luego que la pregunta pertinente es si este esfuerzo ha valido la pena.

Desde este espacio he cuestionado la eficacia de los aumentos recientes en la tasa de interés objetivo a la luz de que buena parte de la inflación es importada por el encarecimiento mundial de precios de materias primas, energía, alimentos y rompimiento de las cadenas globales de suministro. En otras palabras, derivado del tamaño de la economía mexicana, el hecho de que el Banco de México aumente su tasa de interés en 0.75 puntos porcentuales en dos ocasiones consecutivas, no hará que baje el precio internacional del maíz.

Cabe recordar que la tasa de interés objetivo en México, se ubicó en 8.25% hasta el 14 de agosto de 2019 y comenzó su ciclo bajista. La crisis económica causada por los cierres de actividad decretados por los gobiernos ante la pandemia del Covid-19, provocaron que se acelerará el ritmo de disminución  en las tasas de interés en México, de manera que en la primera quincena de marzo de 2020 la tasa de interés objetivo ya se encontraba en 7.00% y ésta bajó hasta el 4.25% el 25 de septiembre de 2020. El 12 de febrero de 2021 la tasa objetivo disminuyó hasta 4.00% y ahí se mantuvo hasta que los problemas inflacionarios en México provocaron que el Banxico revirtiera la tendencia y comenzará el ciclo alcista de tasas.

El 25 de junio de 2021 la tasa subió a 4.25%, el 13 de agosto de ese mismo año subió a 4.50%, el 1 de octubre subió a 4.75%, el 12 de noviembre llegó a 5.00%. Las alzas siguieron en 2022y el 11 de febrero subió a 6.00%, el 25 de marzo a 6.50%, el 13 de mayo a 7.00%, el 24 de junio a 7.75% y el pasado jueves 11 de agosto volvió a subir y se ubicó en 8.50%.

Como puede verse, la tasa de interés objetivo ha aumentado en 4.50 puntos porcentuales entre el 24 de junio de 2021 y el 12 de agosto de 2022, y resulta obvio que eso no ha frenado el alza de precios. Como ya se señaló, la expectativa es que la inflación siga en aumento y que llegue a 8.50% en el tercer trimestre de este año.

Las alzas en la tasa de interés objetivo han encarecido casi todos los tipos de créditos para empresas y personas en nuestro país (la TIIE a 28 días está en 8.775% al escribir estas líneas), ahora el gobierno federal tiene que pagar más intereses por su deuda (los Cetes a 28 días pagan 8.30%), las colocaciones de deuda de empresas se han encarecido, las contrataciones de deuda de estados y municipios también ahora son más caras porque generalmente están vinculadas a la TIIE 28 días.

¿Se justifican estos aumentos de tasa de interés en función de los resultados en la lucha contra la inflación? La respuesta a esta pregunta la plantearía en función de tres impactos, mismos que presento a continuación:

  1. Impacto en actividad económica. Como se vio líneas arriba, México comenzó su ciclo alcista de tasas de interés el pasado 25 de junio de 2022, por lo que sin duda las alzas en tasas de interés ya han tenido un impacto en la actividad económica. Si bien el PIB sigue creciendo a razón de 1.0% en el primero y segundo trimestres del año, es innegable que debe haber un impacto negativo en la débil inversión fija bruta, así como en algunos segmentos de consumo de bienes duraderos. ¿La desaceleración económica ha contribuido a la estabilidad de precios? La evidencia apunta a que no.
  2. Impacto en expectativas inflacionarias. Este es quizás el aspecto más importante de los incrementos en las tasas de interés. El Banco de México necesita que le crean que está comprometido con la lucha contra la inflación. Desde este espacio he mencionado en varias ocasiones el tema de las profecías autorrealizadas, por lo que es fundamental que la gente crea que la inflación cerrará este año en 8.0% y no en 12%. Si los formadores de precios  piensan que la inflación será del 12%, probablemente así acabará sucediendo. Es así que desde esta perspectiva me parece que las alzas de tasa de interés si han ayudado a formar expectativas razonables del rumbo de la inflación. 
  3. Impacto en tipo de cambio. Con relación al tipo de cambio, sin duda las alzas en tasas de interés en México han ayudado a mantener un precio del dólar estable, mismo que en estos momentos ha regresado a niveles cercanos a los 19.80 pesos. El diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos (2.50% vs 8.50%) hace atractivo para los extranjeros realizar inversiones de cartera en nuestro país. Obvio, si se compara lo que paga México con las tasas de interés de Japón o la Unión Europea, nuestro país es aún más atractivo. La estabilidad del tipo de cambio es fundamental para combatir la inflación, ya que nuestras importaciones totales representan casi el 40% de nuestro PIB, de manera que si el tipo de cambio sube, todo lo que compremos del exterior aumentará de precio. 

Conclusiones

La lucha contra la inflación ha valido la pena en el sentido de que las alzas en tasas de interés sirven para que los formadores de precios vean que después de haber incendiado los mercados con una política monetaria ultraexpansiva, ahora los bancos centrales tienen un “compromiso” por combatir la inflación. De igual forma, sirve para frenar la demanda de ciertos bienes y servicios, y que así disminuya la inflación subyacente. Los apretones de política monetaria parecen no tener un impacto directo de corto plazo en los precios de alimentos y energía.

Es verdad que el panorama de alza de precios comienza a mejorar a nivel mundial y en nuestro país, aunque sabemos que aún no hemos visto el pico inflacionario en México. El hecho de que los precios de la energía y de algunas materias primas hayan bajado es positivo y se espera que pronto se traduzca en menores precios para los consumidores. Sin embargo, el proceso para alcanzar menores tasas de inflación será largo, ya que las cadenas globales de suministro siguen dañadas y en cualquier momento los problemas geopolíticos se pueden traducir en mayores precios de energía, alimentos  y de muchos commodities.

Finalmente, no debemos dejar de lado que existe una alta probabilidad de que los Estados Unidos entren en una recesión y eso eventualmente nos afectará negativamente en México. Las perspectivas de un menor crecimiento económico mundial ayudarán a frenar la inflación subyacente de algunos países, pero eso no resolverá el problema de fondo que es el rompimiento de las cadenas globales de valor, así como los problemas geopolíticos que no permiten que éstas se reestablezcan.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Es peor de lo que creemos

Estos últimos días he escuchado algunas opiniones de quienes piensan que la economía de México está en mejor posición que la estadounidense. Esta creencia surge porque en este 2022, Estados Unidos acumula dos trimestres consecutivos cayendo a tasa trimestral, mientras que la economía mexicana sigue creciendo, aunque sea a una tasa muy baja. Como veremos en esta entrega, la economía mexicana es de las pocas que no ha podido recuperar su nivel prepandemia y todo indica que difícilmente lo hará en lo que resta del sexenio; además de que seguimos cargando un lastre estructural que nos impide crecer a las tasas que necesitamos para abatir los rezagos sociales.

En mi editorial de la semana pasada escribí que a diferencia de Estados Unidos, que ha visto su Producto Interno Bruto (PIB) retroceder a tasa trimestral en los dos primeros trimestres de 2022 (-1.6% en el primero y -0.9% en el segundo), la economía de México registra crecimientos respecto al trimestre inmediato anterior. De acuerdo con el INEGI, el PIB de México creció 1.0% en el primer y segundo trimestres de este año, aunque el dato del segundo trimestre es aún cifra preliminar. A tasa anual, las cifras de crecimiento del PIB mexicano se ven aún mejor, siendo éstas de 1.8% en el primer trimestre y de 2.1% en el segundo (cifra preliminar). Pero esto de ninguna manera puede hacernos pensar que vamos bien o que nuestra economía esté en mejor posición que la estadounidense. Es necesario ser claros y poner las cosas en perspectiva.

Y es que en el comparativo del primer semestre de 2019 al mismo semestre de 2022, el PIB real de México se encuentra en un nivel 1.65% por debajo.  Esto es producto de que las actividades primarias (agricultura, ganadería, pesca y caza) muestran un aumento de 1.87%, pero las secundarias (industrias como la minería, construcción y manufacturas) están 1.61% por debajo; mientras que las terciarias (comercio y servicios) se encuentran en un nivel 1.67% inferior al que tenían en el primer semestre de 2019. Derivado de lo anterior, México encabeza una reducida lista de economías nacionales que aún no recuperan el nivel de PIB que tenían previo a la pandemia. Casi todos los países que integran el G20 mostraban en el primer trimestre de 2022 una recuperación respecto al PIB que tenían en el cuarto trimestre de 2018; pero cuatro son la excepción: Italia (-0.3%), España (-1.8%), Japón (-2.4%) y México (-2.7%). En contraste, la economía de Estados Unidos estaba en el primer trimestre de 2022 en un nivel 5.1% arriba del nivel de cuarto trimestre de 2018.

Desde una perspectiva histórica, la tasa de crecimiento anual promedio del PIB de México, entre el primer semestre de 2000 y el mismo semestre de 2022, es de apenas 1.55%. Desde luego que más allá del hecho de que tenemos un sistema económico injusto con los que menos tienen, la tasa de crecimiento económico observada en las últimas dos décadas ha resultado insuficiente para abatir los enormes rezagos sociales que enfrentamos.

Se dice que México tiene un crecimiento inercial del 2.0% y que estamos destinados a crecer en el mejor de los casos a esa tasa a menos de que realicemos nuevas reformas estructurales que mantengan el equilibrio de nuestras cuentas externas y que atraigan mayores niveles de inversión. En este sentido, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha mencionado entre las “reformas estructurales adicionales” a las relacionadas con el combate a la informalidad, la participación del sector privado en energía y cambios en la estrategia comercial y de gobernabilidad en Petróleos Mexicanos (Pemex).

Sabemos que difícilmente habrá reformas estructurales en ese sentido en lo que resta del sexenio en México. Por otra parte, los datos duros muestran que nuestro crecimiento inercial de las últimas dos décadas ya no es del 2.0%, sino que es más bajo.

En lo personal, además de la baja tasa de crecimiento económico promedio de los últimos 22 años (exacerbada por el nulo crecimiento de este sexenio) y del hecho de que no habrá reformas estructurales que nos ayuden a mejorar nuestro desempeño, me preocupa que todo indica que en el corto y mediano plazos se dificultarán las posibilidades de crecimiento. Esto por el fuerte rezago en materia de inversión productiva que se ha dado en los últimos tres años.

Los datos del INEGI del acumulado de los primeros cinco meses de 2022, muestran que el índice de volumen físico de la inversión fija bruta se encuentra 6.0% por arriba del nivel de 2021, pero sigue 7.3% por debajo del nivel observado en 2019. Al analizar el tipo de inversión, vemos que la destinada a construcción presenta un aumento de 2.1% respecto al año pasado, pero está 13.7% por debajo del nivel de 2019; mientras que la destinada a maquinaria y equipo creció 11.2% respecto a 2021 y con ello se ubica sólo 1.7% por arriba del nivel de 2019.

Y para complicar las cosas aun más, tenemos que buena parte de nuestra escasa tasa de crecimiento económico está fincada en el desempeño de la economía de Estados Unidos, que es el destino del 80.6% de nuestras exportaciones. O puesto de otra forma, lo que le vendemos a nuestro vecino del norte equivale a 30.7% de nuestro PIB y es por ello que sus dificultades económicas eventualmente nos van a afectar. Para muchos, la situación recesiva que se vive en Estados Unidos, aunado a los propios problemas internos de nuestro país, han encendido los focos de alerta respecto de lo que sucederá el año que viene con nuestro crecimiento económico.

En este sentido, el Bank of America recién advirtió que la economía de México no crecerá en 2023 debido a la desaceleración en EE.UU., las tasas de interés más altas, y una mayor incertidumbre política. Ahora se anticipa que el PIB mexicano registre un crecimiento de 0% en 2023. Cabe señalar que la estimación previa del banco era de que creceríamos 1.0% el año que viene. Evidentemente las cosas no pintan bien y el actual gobierno federal ha apagado los motores internos de crecimiento que teníamos. Ah, y con respecto al que nos queda, que es el sector exportador, coquetean de manera irresponsable con la posibilidad de que México abandone el T-MEC. Es increíble el grado de destrucción que pueden causar.

Quiero concluir esta entrega con una reflexión. El gran economista francés Frédéric Bastiat, en el siglo XIX enfatizó que los costos reales de la destrucción inspirada en políticas no son lo que ves sino lo que no ves. Es la inversión que no se realizó, los ingresos que no obtuvimos, los ahorros que de otro modo habríamos ahorrado pero no lo hicimos, las tecnologías que podrían haber surgido, los empleos que de otro modo se habrían creado, el arte y la música que nunca vio la luz del día, el progreso que habría definido nuestros tiempos que nunca vimos.

Bastiat llamó a esto la diferencia entre lo visible y lo invisible. Se necesita cierto sentido de la abstracción, alguna percepción que viva dentro de la imaginación, para obtener una idea completa del costo de la devastación económica de este sexenio. Nunca conoceremos su plenitud, pero sabemos que está ahí, lo que pudo haber sido. Lo invisible existe aunque solo sea en esperanzas y sueños no realizados. Los verdaderos economistas, dijo Bastiat, deben ver lo que no se ve. Por eso la situación es peor de lo que creemos. La comparación correcta no es respecto a cómo estábamos, sino respecto a cómo deberíamos estar.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

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