Desempeño económico de México y oportunidades desaprovechadas

Diversos analistas y políticos afines al gobierno federal destacan el “buen” desempeño que ha tenido la macroeconomía mexicana después de la crisis económica del 2020.  Es verdad que el agregado de la economía nacional acumula ocho trimestres consecutivos con crecimientos a tasa anual en el valor de su producción; pero como veremos en esta entrega, apenas hemos recuperado el nivel de PIB que teníamos previo a la pandemia. El retraso en la recuperación se debe, en buena medida, a oportunidades que no hemos sabido aprovechar.  

Comenzando con el análisis del Producto Interno Bruto (PIB) de México, y de acuerdo con el INEGI, éste sumó 29.33 billones de pesos corrientes en el primer trimestre de 2023, lo que a un tipo de cambio promedio del trimestre de 18.65 pesos por dólar, equivale a 1.572 billones de dólares. Gracias a la inflación y a la revaluación del peso mexicano, este es el nivel de PIB nominal, en pesos y dólares, más alto de la historia. En cuanto a sus componentes, cabe señalar que del total de PIB nominal, el 3.9% correspondió a actividades primarias (agricultura, ganadería, etc.), el 31.5% a las actividades secundarias (minería; electricidad, gas y agua; construcción y manufacturas); mientras que el restante 59.2% fue generado por las actividades terciarias (comercio y servicios).   

Ahora, en cuanto al desempeño del PIB en términos reales (pesos ajustados por inflación), tenemos que éste creció 3.7% anual en el primer trimestre de 2023, lo cual es producto de incrementos en todas las actividades que lo componen, siendo éstos de 2.3% en las actividades primarias, 2.5% en las secundarias y 4.3% en las terciarias. Estas importantes tasas de crecimiento son todavía producto de un rebote en la actividad económica después de la crisis de 2020, misma que fue causada por las medidas tomadas para hacer frente al virus chino del Covid-19. Sucede que si comparamos el nivel de PIB total del primer trimestre de 2023 con el del mismo trimestre de 2019, vemos que éste apenas se encuentra 1.0% arriba del nivel de 2019. Por su parte, las actividades primarias están 0.6% por encima,  las actividades secundarias todavía están 0.3% por debajo, mientras que las terciarias se ubican 1.7% por arriba del nivel de 2019.  

Este es el balance de cuatro años en materia económica: un crecimiento real del PIB total de apenas 1.0%, lo cual se compara muy desfavorablemente con el desempeño de otras naciones que ahora no sólo tienen un nivel de PIB superior al de 2019, sino que inclusive han alcanzado el nivel de PIB que tendrían de acuerdo con la tendencia que llevaban previo a la crisis de 2020. Bajo esta medición, al PIB de México todavía le falta crecer al menos un 5% para tener el nivel de PIB que habríamos tenido sin la pandemia.   

Un sector de enorme importancia para las economías nacionales es el industrial, ya que éste es el generador de bienes tangibles en un país. Si una nación no tiene industria, se convierte en importador nato y se vuelve dependiente de otras naciones. Los países descuidaron su industria para hacerse dependientes de las manufacturas baratas de Asia, ahora se arrepienten, y como ejemplo tenemos el caso de Estados Unidos, que desde tiempos del presidente Donald Trump trata desesperadamente de resucitarla. Ahora con la Administración del presidente Joe Biden los esfuerzos continúan y muestra de ello son las CHIPS Act y la Inflation Reduction Act, que con miles de millones de dólares en estímulos fiscales y apoyos, pretenden impulsar las industrias de semiconductores, automotriz, entre otras.

El asunto es que los países no deben descuidar su industria y en ese sentido, a continuación presento el desempeño industrial de México. Como ya se señaló, en el periodo del primer trimestre de 2022 al mismo trimestre de 2023 la industria creció 2.5%, pero ésta se encuentra todavía 0.3% por debajo del nivel que tenía en el primer trimestre de 2019. El crecimiento industrial de 2.5% en el último año es producto de crecimientos de 1.7% en la Minería; de 4.3% en Electricidad, gas y agua; de 2.1% en Construcción y de 2.7% en Manufacturas. De esta manera, para hacer el balance de la situación actual respecto de la prepandemia, tenemos que en el comparativo del primer trimestre de 2019 al mismo trimestre de 2023, la Minería se encuentra 5.2% por arriba; las actividades de Electricidad, gas y agua están 15.6% por debajo; la Construcción está 13.4% por debajo; mientras que las Manufacturas ya se encuentran 5.3% por arriba del nivel del primer trimestre de 2019.

Es muy preocupante lo que sucede con la industria de la construcción que aún está lejos de los niveles prepandemia. De acuerdo a diversas notas periodísticas, el sector actualmente opera al 50% de su capacidad instalada y esto se debe a que buena parte de la obra pública federal se ha entregado a las fuerzas armadas, en lugar de a los constructores, que son expertos en su área y pueden planear correctamente.

Y con estos datos en mente, ahora es importante analizar el papel que ha jugado la relocalización o nearshoring de empresas que han salido de China para ubicarse en nuestro país. Pues bien, en 2022 México captó un total de 35.3 miles de millones de dólares (mmdd) de Inversión Extranjera Directa (IED), pero de este total sólo 17 mmdd fueron nuevas inversiones, lo demás fueron reinversión de utilidades y cuentas entre compañías. Es decir, de todo lo captado en 2022, sólo el 48% fueron nuevas empresas que llegaron al país.

El problema de la escasa recepción de IED en la forma de nuevas inversiones se ha agravado en el arranque de este año, ya que en el primer trimestre de 2023 las nuevas inversiones son un porcentaje mínimo de la IED recibida.

Los datos oficiales indican que la IED del primer trimestre de 2023 implica un aumento de 48% respecto a un año antes (si quitamos el efecto de la fusión de Televisa-Univisión y la reestructura de Aeroméxico), pero la realidad es que los datos no son alentadores. En la tabla líneas arriba se ve como casi el 90% de lo que se “captó” de IED en el primer trimestre de 2023 es reinversión de utilidades y solo el 5% son nuevas inversiones. En otras palabras NO ESTAMOS APROVECHANDO EL NEARSHORING (o al menos no se ve).

Es por lo anterior que de acuerdo con Índice Nearshoring, elaborado por la empresa inglesa Savills, México se ubica en la posición número 15 entre 40 países que integran el ranking. El reporte destaca el bajo costo de la mano de obra en México, lo que lo vuelve extremadamente atractivo para los nuevos modelos de manufactura tras el Covid-19, pero evidentemente no se está capitalizando. Cabe señalar que el país que encabeza el ranking del Índice Nearshoring es Vietnam.

Obvio debemos plantearnos las acciones que debemos llevar a cabo, como país y como sectores económicos, para aprovechar esta oportunidad única que se nos presenta. Es la oportunidad para catapultar a México a ser una potencia manufacturera aún más importante a nivel global de lo que ya somos. Mientras que China representa aproximadamente el 20% del total de exportaciones manufactureras del mundo, México ha estado estancado con una participación de entre 3.0% y 2.6% en lo que va del siglo 21. 

Para concluir solo agregaría que para crecer más, atraer más IED en la forma de nuevas inversiones y ser más competitivos, México debe resolver diferentes temas, tales como la generación de energía eléctrica suficiente y que al menos un porcentaje creciente de ésta provenga de fuentes renovables. De igual manera, se deben resolver los problemas de inseguridad, sobre todo en carreteras, y se debe respetar el estado de derecho para dar certidumbre a las inversiones.

Otras asignaturas pendientes para capitalizar el nearshoring y fortalecer el mercado interno son: desarrollar infraestructura, en especial la hidráulica; desarrollar las competencias de la población ocupada y brindar incentivos para que más personas se incorporen al mercado laboral; así como implementar una política industrial moderna en la que el Estado tenga una hoja de ruta de las acciones que se deben llevar a cabo en los próximos años.

La actividad industrial de México es muy importante, nuestro país es una potencia mundial en ese sentido. Ahora que atravesamos por esta complicada coyuntura mundial con la desaceleración de Estados Unidos y otras naciones, aprovechemos las oportunidades y potenciemos la producción y empleo. La ventana de tiempo para hacerlo es corta y esta es una de esas oportunidades que se presentan una sola vez en la vida.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General de GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Lo que sucede en EE.UU. con el techo de la deuda debería preocuparnos

Después de haber alcanzado cotizaciones de 17.42 pesos por dólar el pasado 15 de mayo, el peso mexicano se debilitó ligeramente y al momento de escribir estas líneas se ubica en 17.77 unidades por billete verde. La volatilidad es natural y de hecho causa grandes dolores de cabeza a algunos que realizan operaciones de comercio exterior al dificultarse costear los productos en moneda extranjera.  Pero ahora la volatilidad es de naturaleza diferente y se debe principalmente a la incertidumbre causada por la negociación de la ampliación del techo de su deuda de Estados Unidos, mismo que se ubica en 31.4 billones de dólares.

La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha dicho que el gobierno podría volverse incapaz de pagar sus deudas y gastos a partir del 1 de junio. Y paradójicamente la posibilidad de que EE.UU. incumpla en el pago de su deuda pública fortalece al dólar por dos razones: 1. Los inversionistas huyen de toda clase de activos percibidos como de mayor riesgo, como el peso mexicano y 2. Por los ajustes que se están dando en los precios de los bonos.

Janet Yellen, Secretaria del Tesoro de Estados Unidos

La incertidumbre de un posible impago por parte del gobierno de Estados Unidos provoca que los inversionistas liquiden sus posiciones en bonos del Tesoro de ese país, lo que a su vez provoca que el precio de estos bonos caiga y por lo tanto, que suba la tasa de interés implícita que pagan estos instrumentos. Para ilustrar esto, tenemos que el 1 de mayo de este año el rendimiento del T-Bill a plazo de un mes era de 4.49% y este viernes 19 de mayo era de 5.62%, por lo que a pesar del riesgo de impago, el atractivo de estos bonos ha aumentado y por lo tanto el dólar se fortalece.

Desde luego de que el hecho de que el Banco de México haya decidido dejar su tasa de interés objetivo en 11.25% tras su reunión de la semana pasada, aunado a la posibilidad de que el banco central mexicano haya terminado el ciclo alcista de tasas de interés, mientras que en Estados Unidos podrían seguir aumentando, también es un factor que juega a favor del dólar estadounidense y en contra del peso mexicano, pero ese es un asunto que se debe tratar en otra entrega.

Pero más allá de estos movimientos del tipo de cambio y de las tasas de interés de corto plazo, debemos estar preocupados por el problema de fondo: aumentar el techo de la deuda en EE.UU. Lo que pudiera suceder en Estados Unidos no es bueno y dependerá de si este asunto se resuelve hasta el último momento antes de que el Departamento del Tesoro se quede sin dinero, si se soluciona a los pocos días de que explote la bomba o si de plano tarda más tiempo en resolverse. En este sentido, en una nota de Sarah Chaney, publicada en el Wall Street Journal el sábado 20 de mayo y titulada “Los economistas evalúan el daño que podría ocurrir en tres escenarios que van desde un acuerdo de última hora hasta un largo callejón sin salida”, se presentan los posibles desenlaces y las repercusiones de estos a nivel global.

Este tema es importante porque las repercusiones para la economía mundial, en caso de que no haya un arreglo, podrían ser devastadoras y para la economía mexicana aun más graves, lo que descarrilaría nuestro proceso de recuperación económica y nos llevaría a una situación de crisis económica en pleno proceso electoral.

De entrada, la nota de Sarah Chaney comienza advirtiendo que las disputas y negociaciones políticas prolongadas por el techo de la deuda, entre la Casa Blanca y Legisladores Demócratas vs Republicanos, podrían llevar a la economía estadounidense a una recesión, pero el incumplimiento de sus obligaciones por parte del gobierno podría desencadenar una grave crisis financiera global. El tiempo para que se llegue a un acuerdo se agota y el mundo financiero mira con atención lo que sucede en la economía más grande del mundo.

La mayoría de economistas no esperan que se llegue a una situación de incumplimiento en el pago de deuda, que sería la primera vez que suceda en la historia de Estados Unidos. Pero describen tres escenarios potenciales de la manera en que el enfrentamiento político por este tema podría afectar la economía y el sistema financiero, que van desde consecuencias no muy buenas hasta las extremadamente aterradoras. A continuación se presentan los tres escenarios:

Escenario 1: Negociación de último minuto

Es evidente que la economía de Estados Unidos ya está en una fase de desaceleración debido al aumento de las tasas de interés, y muchos analistas esperan una leve recesión a finales de este año o principios del que viene. Mientras los legisladores negocian el techo de la deuda, la incertidumbre podría hacer que los consumidores, inversionistas y empresas detengan muchas de sus decisiones, aumentando así las posibilidades de una recesión.

En este escenario es poco probable que los trabajadores pierdan sus trabajos, pero la incertidumbre en las perspectivas económicas podría hacer que pospongan sus compras e inversiones.

Los precios de las acciones podrían comenzar a disminuir a medida que se acerca el 1 de junio. Esto ya sucedió, y en 2011 para cuando el Congreso votó elevar el techo de la deuda (solo unas horas antes de la fecha límite), los precios de las acciones ya habían caído y tardaron meses en recuperarse. De igual forma, como consecuencia, por primera vez las calificadoras de riesgo rebajaron la calificación crediticia de la deuda soberana de EE.UU. En 2021 Standard & Poor´s rebajó la calificación a AA+, lo cual sucedió cuatro días después de que el Congreso votara a favor de elevar el techo de la deuda del gobierno federal.

En marzo de este año, S&P Global Market Intelligence proyectó que las turbulencias financieras similares a las de 2011 podrían desacelerar el crecimiento del producto interno bruto de EE.UU. a tan sólo 0.1% anual en el cuarto trimestre de este año, comparado con el crecimiento esperado del 0.6% en el caso de que no hubiera problema en la negociación de la ampliación del techo de deuda.

Escenario 2: Se logra un acuerdo después de la fecha límite

Si las negociaciones se extienden más allá del jueves 1 de junio, los economistas esperan una reacción más severa de los mercados financieros, ya que la posibilidad de incumplimiento se torna más real. Las ondas de shock causadas por el impacto tenderían a acelerarse con bastante mayor rapidez en toda la economía estadounidense y en los mercados financieros globales.

Si el gobierno federal de Estados Unidos suspende sus pagos, entonces los saldos de las cuentas de los jubilados y de inversionistas se reducirían repentinamente, lo cual podrían reducir drásticamente los gastos de los consumidores, lo que constituye el motor de la economía estadounidense. Las empresas seguramente pausarían sus planes de contratación e inversión.

De cualquier forma, se debe contemplar que puede existir un pequeño colchón del que se puede hacer uso más allá del 1 de junio. Janet Yellen escribió que la fecha real en que el Tesoro agota su efectivo podría ser días o semanas más tarde de lo estimado. El Bipartisan Policy Center proyecta que el Tesoro gastará $622,500 millones de dólares en junio mientras recibe $495,000 millones en ingresos fiscales. El momento exacto de esas entradas y salidas determinará las reservas de efectivo.

Otra posibilidad es que por un corto tiempo, el gobierno le dé prioridad al pago de la deuda sobre otros rubros de gasto como las prestaciones del Seguro Social. Los economistas del banco de inversión UBS dicen que eso tendría un impacto económico notable en la economía estadounidense, pero sería menos severo que una situación de incumplimiento de la deuda. Sin embargo, estiman que, en ese escenario, el PIB se contraería a una tasa anual del 2% en el tercer trimestre y caería aún más en el cuarto trimestre. Los empleadores eliminarían 250 mil puestos de trabajo en la segunda mitad del año.

El lado positivo de una recesión económica: es probable que la inflación baje, como quiere el Banco de la Reserva Federal (FED). En un escenario recesivo, el banco central también podría recortar las tasas de interés para ayudar a compensar parte de la debilidad económica, aunque el efecto sería limitado.

El Presidente Joe Biden y el líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy

Escenario 3: No se llega a un acuerdo

Si no se llega a un acuerdo y el gobierno no puede pagar sus gastos y deudas durante días o semanas, las repercusiones serían enormes.

Wendy Edelberg, economista de Brookings Institution dijo que habría caos en el sistema financiero mundial porque los bonos del Tesoro son muy importantes al ser la referencia de todos los demás instrumentos de deuda. “¿Qué sucede cuando esa cosa con la que todos se están comparando demuestra ser una de las cosas más riesgosas que existen?”, dijo.

Por su parte, la firma consultora Ernst & Young dijo que un incumplimiento desencadenaría una recesión más severa que la recesión de 2007-09.

El valor de los bonos del Tesoro caería, ya que los inversionistas venderían y posiblemente reducirían permanentemente sus tenencias de este tipo de instrumentos. Los pagos que no realice el gobierno federal ​​interrumpirían los flujos globales multibillonarios en préstamos en dólares a corto plazo, que son fundamentales para la forma en que los bancos y las empresas financian las operaciones.

Los fondos de inversión, las empresas y los bancos tienen bonos del Tesoro en sus portafolios de inversión. Su valor decreciente golpearía sus balances financieros. Los problemas de quiebras bancarias recientes en los Estados Unidos fueron provocadas por la caída de precio de los valores de la deuda del Tesoro, por lo que nuevas caídas en los precios de los bonos agravarían los problemas sistémicos de la banca comercial estadounidense.

Los analistas también dicen que muchos inversionistas huirían de los activos de riesgo de todo tipo. Muchas divisas colapsarían y el mercado de valores estadounidense se desplomaría un 45% en los meses siguientes, además de que el desempleo se dispararía en 5 puntos porcentuales, según un informe de la Casa Blanca. UBS dijo que si la negociación del techo de la deuda se estanca un mes después del 1 de junio, esto provocaría que la economía se contraiga durante cuatro trimestres consecutivos.

Por su parte, las tasas de interés que pagan los bonos del Tesoro influyen en las tasas de interés en toda la economía, por lo que los consumidores podrían ver cómo aumentan las tasas de interés de sus deudas de tarjetas de crédito, hipotecas y préstamos para automóviles.

A diferencia de la recesión de Covid-19 de 2020, cuando la economía perdió más de 20 millones de empleos pero el gobierno inyectó billones de dólares en estímulos, Washington ahora no podría ofrecer apoyo para sus ciudadanos en apuros.

Conclusiones

Si bien el escenario base es uno en el que se resolverá la negociación del techo de deuda de Estados Unidos antes del 1 de junio, no podemos dejar de estar al pendiente de lo que sucede en el vecino del norte. Todo indica que esta incertidumbre, aunque el tema se resuelva antes del 1 de junio, causará un impacto negativo en el desempeño del PIB estadounidense. También queda claro que existen los otros escenarios en los que las repercusiones podrían ser terribles para Estados Unidos, lo que implica que para México sucederían cosas aún más graves en materia de exportaciones, evolución del PIB, empleo y desempleo. Nuestro país podría llegar a la elección presidencial del 2024 envuelto en una crisis económica.

Agregaría que por otra parte, de cumplirse el escenario de un arreglo de último minuto respecto del techo de la deuda, los mercados recuperarán la calma y en ese sentido podríamos volver a ver al dólar estadounidense debilitado y al tipo de cambio acercarse a los 17 pesos por dólar, lo que en si mismo sería un gran problema para la planta manufacturera nacional, pero ese es tema para otro editorial.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

La huida desde el dólar estadounidense

Muchos países están cansados del arreglo financiero que desde 1971, año en que se rompieron los acuerdos de Bretton Woods, ha permitido a Estados Unidos controlar buena parte de la suerte económica de casi todos los países. Este país es el emisor de la moneda utilizada para la mayoría de las transacciones comerciales a nivel mundial y de reserva global. Esta posición privilegiada, también le ha permitido sancionar a las naciones que considera hostiles y hacerse de buena parte de la riqueza global, en la forma como lo expliqué en la entrega de la semana pasada.

Richard Nixon, presidente de EEUU de 1969 a 1974

Pero las cosas poco a poco han venido cambiando y desde hace algún tiempo muchos países huyen del dólar. Esto no sólo se debe a que el dólar ha perdido el 85% de su valor entre 1971 y la actualidad (debido a la emisión imparable de billones de dólares sin ningún respaldo, como el que se tenía antes con el patrón oro), sino porque además muchas naciones están cansadas de un sistema financiero injusto que permite a una nación obtener una enorme ventaja sobre las demás y hacerse de sus riquezas de manera fácil. Para ponerlo de una manera sencilla, Estados Unidos es un jugador de Monopoly, pero al mismo tiempo controla el banco, extiende créditos a los otros jugadores, por los que cobra sustanciales intereses, y jamás se le acaba el efectivo para comprar todas las propiedades y bienes que quiera a los demás jugadores.

En este sentido, en un artículo de Ted Snider, publicado el 9 de mayo en el portal de AntiWar.com, y titulado “La huida desde el dólar estadounidense”, se hace un recuento de cómo una enorme cantidad de países, enemigos y aliados de Estados Unidos por igual, realizan esfuerzos por alejarse del uso del dólar estadounidense en el comercio internacional.

El artículo comienza con un recuento de que el 20 de marzo, el presidente chino, Xi Jinping, se reunió con el presidente ruso, Vladimir Putin, en Moscú. En su artículo publicado en los medios de comunicación rusos antes de la reunión, XI dijo con entusiasmo que “el comercio entre China y Rusia superó los 190 mil millones de dólares estadounidenses el año pasado, un 116% más que hace diez años”. Aunque ha alcanzado el equivalente a 190 mil millones de dólares estadounidenses, ya no se negocia en dólares estadounidenses. En su artículo en los medios chinos, Putin dijo que “la proporción de liquidaciones en monedas nacionales” de todo ese comercio “está creciendo”. El 65% de ese comercio masivo entre China y Rusia ahora se realiza en sus monedas rusa y china.

Aunque EE.UU. ve a Rusia y China como las mayores amenazas a su posición en el mundo, no son solo los enemigos de EE.UU. los que huyen del dólar. Sus amigos más cercanos también lo han insinuado y hecho. Después de sus reuniones con XI en China, el presidente francés, Emmanuel Macron, probablemente sorprendió y enfureció a los EE.UU. al pedir a Europa que reduzca su dependencia de la “extraterritorialidad del dólar estadounidense”.

Xi Jinping y Vladimir Putin, presidentes de China y Rusia respectivamente

Estos llamados a una huida del dólar estadounidense no son meramente económicos, son también geopolíticos. Son llamados a reformar el orden financiero mundial desafiando la hegemonía estadounidense y abogando por la multipolaridad. El monopolio del dólar no solo ha asegurado la riqueza estadounidense: ha asegurado el poder estadounidense. Estados Unidos es el único país del mundo que paga su deuda externa en su propia moneda, además de que la mayor parte del comercio internacional se realiza en dólares y la mayor parte de las reservas de divisas de los países también se mantienen en dólares. Ese dominio del dólar a menudo ha permitido a los EE.UU. dictar la alineación ideológica o imponer ajustes estructurales económicos y políticos en otros países. También ha permitido que EE.UU. se convierta en el único país del mundo que puede sancionar efectivamente a sus oponentes. La emancipación de la hegemonía del dólar es la liberación de la hegemonía estadounidense. La huida del dólar estadounidense es un mecanismo para reemplazar el mundo unipolar liderado por Estados Unidos por un mundo multipolar.

Como Estados Unidos ha demostrado a lo largo de la historia con Cuba, Venezuela, Afganistán, Irán y Rusia, el monopolio del dólar permite convertirlo en un arma muy poderosa rápidamente. Las reservas internacionales y los fondos de los países pueden ser rehenes, y los países pueden verse coaccionados y obligados a acatar las sanciones estadounidenses para evitar pasar hambre. Las demostraciones recientes de ese poder han despertado a muchos países a que se den cuenta de su vulnerabilidad en el sentido de que EE.UU. en cualquier momento los puede sancionar si no están alineados a sus intereses.

La secretaria del Tesoro de EE.UU., Janet Yellen, dijo recientemente (a raíz de las sanciones impuestas a Rusia por su invasión a Ucrania) que “existe un riesgo cuando usamos sanciones financieras que están vinculadas al papel del dólar que, con el tiempo, podría socavar la hegemonía del dólar”. Explicó que “por supuesto, crea un deseo por parte de China, Rusia e Irán de encontrar una alternativa”.

Janet Yellen, Secretaria del Departamento del Tesoro

Y eso es justo lo que se ha hecho. Pero en su diagnóstico a Yellen aún le falta considerar el efecto mayor de la guerra del dólar estadounidense. No son solo China, Rusia e Irán los que ahora buscan escapar de la presión. Los enemigos de Estados Unidos, pero también sus amigos y todo los que están en medio, están considerando huir del dólar.

China y Rusia lo están haciendo. El aliado de la OTAN, Francia, lo pide para Europa. Los países no alineados también están hablando de ello o ya lo están haciendo.

India es una potencia económica en crecimiento. Y, al igual que China, India ha aumentado enormemente su comercio con Rusia. India y Rusia ahora han comenzado las discusiones sobre un acuerdo de libre comercio entre India y la Comisión Económica Euroasiática dirigida por Rusia. Los dos países están ahora comprometidos en “negociaciones avanzadas” para un nuevo tratado bilateral de inversión. Rusia ha expresado interés en utilizar “monedas nacionales y monedas de países amigos” para el comercio. India también “ha estado interesada en” avanzar hacia dejar atrás el dólar al “aumentar el uso de su moneda rupia para el comercio con Rusia”. Y la India ha comenzado recientemente a comprar algo de petróleo ruso en rublos rusos.

La hegemonía del dólar estadounidense también se ha visto amenazada en el patio trasero de Estados Unidos. El presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva ha propuesto escapar del control del dólar “creando una moneda latinoamericana”. Mientras estaba en China para reunirse con XI, Lula preguntó: “¿Quién decidió que el dólar sería la moneda [del mundo]?” Luego respondió a su propia pregunta. En marzo, Brasil y China escaparon del dólar estadounidense al asignar cada uno de sus bancos para realizar su comercio bilateral en el real brasileño y el yuan chino.

El presidente de Brasil, Lula da Silva y Xi Jinping

Pakistán ahora también comercia con China en su propia moneda. Irán y Rusia han huido del dólar y ahora están negociando en riales y rublos. Recientemente anunciaron que eludieron el sistema financiero de EE.UU. al vincular sus sistemas bancarios como una alternativa al SWIFT para operar entre ellos. Arabia Saudita ha dicho que no ve “problemas” en el comercio de petróleo en monedas distintas al dólar estadounidense. Robert Rabil, profesor de ciencias políticas en Florida Atlantic University, dice que los Emiratos Árabes Unidos, Egipto e Israel también se han alejado del dólar estadounidense.

La Unión Económica Euroasiática ha acordado “una transición por etapas” de la liquidación del comercio en “moneda extranjera” a “liquidaciones en rublos”.

Quizás lo más sorprendente para EE.UU. fue la decisión de la reunión del 30 y 31 de marzo de los ministros de finanzas y los gobernadores de los bancos centrales de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) de reducir la dependencia del dólar estadounidense. ASEAN está compuesta por Indonesia, Tailandia, Filipinas, Singapur, Vietnam, Camboya, Laos, Malasia, Myanmar y Brunei. La reunión produjo una declaración conjunta para “reforzar la resiliencia financiera… mediante el uso de la moneda local”. Pero lo que debe haber sido más inquietante para EE. UU. fue la explicación que dio el presidente de Indonesia, Joko Widodo, sobre la decisión. Widodo dijo que la medida es necesaria para protegerse de “posibles repercusiones geopolíticas”. ¿Qué quiso decir con eso? “Ten mucho cuidado”, explicó. “Debemos recordar las sanciones impuestas por Estados Unidos a Rusia”.

Yellen tenía razón cuando dejó entre ver que las sanciones a Rusia habían mermado la confianza en el dólar como moneda de reserva. Widodo dijo que las sanciones de EE.UU. a Rusia expusieron cuán vulnerables son los países si dependen de los dólares estadounidenses y de los sistemas de pago extranjeros de EE.UU. Dijo que el uso del sistema de transacciones en moneda local de la ASEAN para comerciar en monedas locales ayudaría a abordar la necesidad de que Indonesia se prepare para la posibilidad de que Estados Unidos pueda sancionarlo de manera similar.

Estas naciones no son las únicas organizaciones que mapean su huida del dólar estadounidense. También lo están haciendo los países que conforman BRICS, una organización internacional enorme cuyo objetivo principal es equilibrar la hegemonía estadounidense en un nuevo mundo multipolar. Compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, representa el 41% de la población mundial. BRICS también está hablando de realizar operaciones comerciales en las monedas de sus miembros o incluso en una nueva moneda de BRICS.

Lula sugirió recientemente que “el banco BRICS tenga una moneda para financiar el comercio entre Brasil y China, entre Brasil y otros países BRICS” para que los países no se vean obligados “a perseguir dólares para exportar, cuando podrían exportar en sus propias monedas.”  El vicepresidente de la Duma estatal rusa, Alexander Babakov, también dijo recientemente que los BRICS están trabajando para crear su propia moneda.

Una moneda BRICS podría desafiar al dólar más allá de las fronteras de BRICS. “Debido a que cada miembro de la agrupación BRICS es un peso pesado económico en su propia región, los países de todo el mundo probablemente estarían dispuestos a hacer negocios” en la moneda, sugirió un informe en el Financial Post.

Una de esas regiones es África. En julio se celebrará en San Petersburgo la cumbre Rusia-África. Olayinka Ajala, profesora titular de Política y Relaciones Internacionales en la Universidad de Leeds Beckett y autor de “The Case for Neutrality: Understanding African Stances on the Russia-Ukraine Conflict”, dijo que “un enfoque principal de Rusia y China en este momento es lograr que los países africanos apoyen la moneda BRICS propuesta”. Él dice que “este será un tema importante en la próxima conferencia”. Ajala explica que “África es un continente consumidor, lo que significa que importan muchos bienes y servicios”. Dice que “con una población de más de 1.2 miles de millones, si Rusia y China son capaces de convencer a los países africanos de la necesidad de deshacerse del dólar, será un duro golpe para Estados Unidos”.

El artículo de Ted Snider concluye mencionando que desde África hasta el Sudeste Asiático y América Latina, desde Rusia y China hasta India, Irán y Arabia Saudita, los países están trazando su curso para alejarse del dólar estadounidense. Como mecanismo de transición de la hegemonía estadounidense a un mundo multipolar, los efectos económicos serían grandes, pero los efectos geopolíticos podrían ser aún mayores.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

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El imperio estadounidense está quebrado

Ahora en día vemos que nuevamente Estados Unidos se acerca a alcanzar su límite máximo legal de contratación de deuda por parte de su gobierno federal, el cual asciende a 31.38 billones de dólares. Esta no es la primera vez que sucede y conforme avanza el tiempo y los legisladores estadounidenses no se ponen de acuerdo para aumentarlo, es que comenzamos a escuchar toda clase de comentarios de los riesgos que conlleva que el país más poderoso del mundo no pueda servir si quiera el costo financiero de su deuda pública. La propia Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha declarado que el gobierno federal se quedará sin efectivo el 1 de junio. Cabe señalar que durante la administración de Trump, la deuda nacional aumentó aproximadamente $7.8 billones de dólares, y bajo la administración de Biden hasta ahora, ha aumentado alrededor de $3.7 billones.

En este contexto, en el que se debate un nuevo límite para el endeudamiento, vale la pena comentar el artículo de John Michael Greer, publicado el pasado 1 de mayo en el portal de internet UnHerd.com, y titulado “El imperio de Estados Unidos está en bancarrota”, en el cual se hace una relatoría de como el dólar está siendo destronado y llegando a su ocaso.

El artículo comienza con lo básico. Menciona que aproximadamente el 5% de la raza humana vive actualmente en los Estados Unidos. Esa fracción muy pequeña de la humanidad, hasta hace muy poco tiempo, disfrutó de alrededor de una tercera parte de los recursos energéticos y productos manufacturados del mundo y alrededor de una cuarta parte de sus materias primas. Esto no sucedió debido a que nadie más quisiera esas cosas y tampoco se debe a que EE.UU. produzca y exporte algo tan tentador que provoque que el resto del mundo quiera entregar ansiosamente su riqueza a cambio. Sucedió porque, como nación dominante después de la Segunda Guerra Mundial, EE.UU. impuso patrones de intercambio desequilibrados en el resto del mundo, y estos canalizaron una parte desproporcionada de la riqueza del planeta hacia sí mismos.

No hay nada nuevo en este tipo de arreglo. En su momento, el Imperio Británico controló una parte aún mayor de la riqueza del planeta, y el Imperio Español desempeñó un papel comparable mucho tiempo atrás. Antes de eso, hubo otros imperios, aunque los límites tecnológicos en el transporte provocaron que su alcance no fuera tan grande. Poderosos imperios florecieron en Asia y África cuando los pueblos de Europa vivían todavía en chozas de barro con techo de paja. Los imperios surgen cada vez que una nación se vuelve lo suficientemente poderosa como para dominar a otras naciones y drenarles la riqueza. Han prosperado desde que existen registros y, sin duda, prosperarán mientras existan civilizaciones humanas.

El imperio de Estados Unidos nació a raíz del colapso del Imperio Británico, durante las guerras fratricidas europeas de principios del siglo XX. A lo largo de esos amargos años, el papel de quien sería la potencia hegemónica mundial estuvo en juego, y alrededor de 1930 estaba bastante claro que Alemania, la Unión Soviética o los EE.UU. terminarían llevándose el premio. Como se sabe, dos de estos contendientes unieron sus fuerzas para acabar con el demonio encarnado en el Tercer Reich, y luego los vencedores se enfrentaron entre sí, forjando esferas de influencia en competencia hasta que una colapsó. Cuando la Unión Soviética se derrumbó en 1991, Estados Unidos emergió como el último imperio en pie.

Francis Fukuyama insistió en un ensayo de 1989 en que, habiendo ganado el puesto de líder global, Estados Unidos estaba destinado a permanecer allí para siempre. Estaba, por supuesto, equivocado. El ascenso de un imperio implica que otros países aspirantes al mismo estatus comenzarán a afilar sus cuchillos. También podrán usarlos, porque los imperios invariablemente se destruyen a sí mismos: con el tiempo, las consecuencias económicas y sociales del imperio destruyen las condiciones que hacen posible el imperio. Eso puede suceder rápida o lentamente, según el mecanismo que cada imperio utilice para extraer riqueza de sus naciones sometidas.

El mecanismo que usó EE. UU. para este último propósito fue ingenioso e incluso con resultados de más corto plazo que la mayoría. En términos simples, EE.UU. impuso una serie de arreglos monetarios a la mayoría de las demás naciones que garantizaban que la mayor parte del comercio internacional utilizaría dólares estadounidenses como medio de intercambio, y se encargó de que una parte cada vez mayor de la actividad económica mundial requiriera comercio internacional. Esto permitió al gobierno de EE.UU. imprimir billones de dólares de la nada a través de gigantescos déficits fiscales, de modo que los intereses estadounidenses podrían utilizar esos dólares para comprar grandes cantidades de la riqueza mundial. Dado que el exceso de dólares es recogido por los bancos centrales y las empresas comerciales en el extranjero, que los necesitaban para su propio comercio exterior, la inflación se mantuvo bajo control mientras las clases ricas de los EE.UU. se beneficiaban enormemente.

El problema con este esquema es la misma dificultad que enfrentan todos los esquemas piramidales o Ponzi; y es que tarde o temprano, te quedas sin tontos para atraer. Esto sucedió poco después del cambio de milenio, y junto con otros factores, en particular el pico de la producción mundial convencional de petróleo, condujo a la crisis financiera de 2008-2010. Desde 2010, Estados Unidos ha estado dando tumbos de una crisis a otra. Esto no es accidental. La bomba de riqueza que mantuvo a EE. UU. en la cúspide de la pirámide mundial se ha estado desvaneciendo a medida que un número creciente de naciones ha encontrado formas de mantener una mayor parte de su propia riqueza mediante la expansión de sus mercados internos y el aumento del tipo de barreras comerciales que utilizó EE. UU. antes de 1945 para construir su propia economía.

La única pregunta que queda es qué tan pronto la bomba comenzará a fallar por completo.

Cuando Rusia lanzó su invasión de Ucrania en febrero de 2022, EE.UU. y sus aliados respondieron no con la fuerza militar sino con sanciones económicas punitivas, que se esperaba que paralizaran la economía rusa y obligaran a ese país a ponerse de rodillas. Aparentemente, nadie en Washington consideró la posibilidad de que otras naciones interesadas en socavar el imperio estadounidense pudieran tener algo que decir al respecto. Por supuesto, eso es lo que pasó. China, que tiene la economía más grande del mundo en términos de poder adquisitivo, le pinto su dedo medio a Washington y aumentó sus importaciones de petróleo, gas, granos y otros productos rusos. Lo mismo hizo India, actualmente la tercera economía más grande de la tierra en los mismos términos; al igual que más de 100 otros países.

Y pues también está Irán, sobre el cual la mayoría de los estadounidenses son impresionantemente tontos. Irán es la decimoséptima nación más grande del mundo, más del doble del tamaño de Texas y aún más rico en petróleo y gas natural. También es una potencia industrial en auge. Tiene una industria automotriz próspera, por ejemplo, y construye y lanza sus propios satélites orbitales. Ha estado lidiando con severas sanciones estadounidenses desde poco después de la caída del Shah en 1978, por lo que es una apuesta segura que el gobierno iraní y el sector industrial conozcan todos los trucos imaginables para eludir esas sanciones.

Justo después del comienzo de la guerra de Ucrania, Rusia e Irán repentinamente comenzaron a firmar acuerdos comerciales en gran beneficio para Irán. Claramente, una parte del quid pro quo fue que los iraníes transmitieron su conocimiento ganado con tanto esfuerzo sobre cómo eludir las sanciones a una audiencia atenta de funcionarios rusos. Con un poco de ayuda de China, India y la mayor parte del resto de la humanidad, el fracaso total de las sanciones se produjo en poco tiempo. Hoy, las sanciones están perjudicando más a EE.UU. y a Europa, no a Rusia, pero el liderazgo político de EE.UU. se ha metido en una posición de la cual no puede retroceder. Esto puede contribuir en gran medida a explicar por qué la campaña rusa en Ucrania ha sido tan pausada. Los rusos no tienen por qué darse prisa. Saben que el tiempo no está del lado de Estados Unidos.

Durante muchas décadas, la amenaza de ser excluido del comercio internacional por las sanciones de EE.UU. fue el gran garrote que Washington utilizaba para amenazar a las naciones rebeldes que no eran lo suficientemente pequeñas para una invasión de EE.UU. o lo suficientemente frágiles para una operación de cambio de régimen respaldada por la CIA. Durante el último año, resultó que ese gran palo estaba hecho de madera de balsa y se partió en la mano de Joe Biden. Como resultado, en todo el mundo, las naciones que pensaban que no tenían otra opción que usar dólares en su comercio exterior están cambiando a sus propias monedas o a las monedas de las potencias emergentes. El día del dólar estadounidense como medio de cambio global está terminando.

Ha sido interesante ver a los expertos económicos reaccionar ante esto. Como era de esperar, bastantes de ellos simplemente niegan que esté sucediendo; después de todo, las estadísticas económicas de años anteriores aún no lo muestran. Algunos otros han señalado que ninguna otra moneda está lista para asumir el papel del dólar; esto es cierto, pero irrelevante. Cuando la libra esterlina perdió un papel similar en los primeros años de la Gran Depresión, ninguna otra moneda estaba lista para asumir su papel. No fue sino hasta 1970 que el dólar estadounidense terminó de establecerse como la moneda del comercio mundial. En el intervalo, el comercio internacional se tambaleó torpemente utilizando cualquier moneda o canje de materias primas que los socios comerciales pudieran establecer: es decir, la misma situación que está tomando forma a nuestro alrededor en el libre comercio global que definirá la era post-dólar.

Una de las consecuencias interesantes del cambio que ahora se está produciendo es una reversión del punto geográfico medio de distribución global de la riqueza. Hasta la era del imperio global europeo, el corazón económico del mundo estaba en el este y el sur de Asia. India y China eran los países más ricos del planeta, y un collar resplandeciente de otros estados ricos, desde Irán hasta Japón, completaban la imagen. Hasta el día de hoy, la mayor parte de la población humana se encuentra en la misma parte del mundo. La gran era de la conquista europea desvió temporalmente gran parte de esa riqueza hacia Europa, empobreciendo a Asia en el proceso. Esa condición comenzó a desmoronarse con el colapso de los imperios coloniales europeos en la década posterior a la Segunda Guerra Mundial, pero algunos de los mismos arreglos fueron respaldados por Estados Unidos a partir de entonces. Ahora se están desmoronando y Asia está creciendo. Para el próximo año, cuatro de las cinco economías más grandes del planeta en términos de paridad de poder adquisitivo serán asiáticas. El quinto es Estados Unidos, y puede que no esté en esa lista por mucho más tiempo.

En resumen, Estados Unidos está en bancarrota. Sus gobiernos desde el nivel federal hacia abajo, sus grandes corporaciones y una gran cantidad de sus ciudadanos acomodados han acumulado deudas gigantescas, que solo pueden ser pagadas si se les da acceso directo o indirecto a los flujos de riqueza no ganada que EE.UU. extrae del resto del planeta. Ellos saben que esas deudas no se pueden pagar, y de muchas de ellas ni siquiera se pueden pagar su costo financiero por mucho más tiempo. Las únicas opciones son incumplirlas o inflarlas y, en cualquier caso, ya no serán posibles los arreglos basados ​​en niveles de gasto como los de ahora. Dado que los arreglos en cuestión incluyen la mayor parte de lo que se considera el estilo de vida ordinario en los EE.UU. de hoy, el impacto de su disolución será grave.

En efecto, muchos estadounidenses tendrán que volver a vivir como antes de 1945. Pero hay que considerar que si todavía tuvieran las fábricas, la mano de obra capacitada, los abundantes recursos naturales y los hábitos ahorrativos que tenían antes, lo que está pasando ahora igual sería una transición dolorosa, pero no una debacle. La dificultad, por supuesto, es que ya no tienen esas cosas: las fábricas se cerraron en la locura de la deslocalización de los años setenta y ochenta, cuando la economía imperial se estrelló a toda marcha, y la mano de obra capacitada fue entregada a la negligencia maligna.

Desde luego que EE.UU. aún tiene recursos naturales, pero nada como lo que alguna vez tuvo. ¿La cultura del ahorro? Esa se fue hace mucho tiempo. En las últimas etapas de un imperio, explotar los flujos de riqueza no ganada del exterior es mucho más rentable que tratar de producir riqueza en casa, y la mayoría de la gente dirige sus esfuerzos en consecuencia. Así es como terminas con la típica economía imperial tardía, con una clase gobernante que hace alarde de fantásticos niveles de riqueza en papel, una clase parásita de parásitos que prosperan atendiendo a los muy ricos o dotando de personal a los sistemas burocráticos barrocos que impregnan el sector público y la vida privada, y la gran mayoría de la población empobrecida, hosca y poco dispuesta a mover un dedo para salvar a sus superiores de las consecuencias de sus propias acciones.

La buena noticia es que hay una solución para todo esto. La mala noticia es que se necesitarán un par de décadas de serias turbulencias para llegar allí. La solución es que la economía de EE.UU. se reutilice para producir riqueza ganada en forma de bienes reales y servicios no financieros. Eso sucederá inevitablemente a medida que los flujos de riqueza no ganada vayan disminuyendo, los bienes extranjeros se vuelvan inaccesibles para la mayoría de los estadounidenses y se vuelva rentable producir cosas dentro de los EE. UU. nuevamente. La dificultad, por supuesto, es que la mayor parte de un siglo de las decisiones económicas y políticas destinadas a apoyar su antiguo proyecto imperial tendrán que deshacerse.

¿El ejemplo más obvio? La hinchazón metastásica de los puestos de trabajo gerenciales gubernamentales, corporativos y sin fines de lucro en la vida estadounidense, mismos que generan un bajo valor agregado. Eso es algo normal en una era de imperio, ya que es una forma de canalizar dinero hacia la economía de consumo, que proporciona los trabajos que existen para las clases empobrecidas. Tanto las oficinas públicas como las privadas están llenas de legiones de oficinistas cuyo trabajo no contribuye en nada a la prosperidad nacional pero cuyos cheques de pago apuntalan al sector de consumo. Esa burbuja ya está perdiendo aire. Es muy ilustrativo como Elon Musk, luego de su toma de control de Twitter, despidió a alrededor del 80% del personal de esa empresa; otras grandes empresas de Internet están recortando su fuerza laboral de la misma manera, aunque todavía no en la misma medida.

El reciente alboroto sobre la inteligencia artificial está ayudando a amplificar la misma tendencia. Detrás de los chatbots hay programas llamados modelos de lenguaje extenso (LLM por sus siglas en inglés), que son muy buenos para imitar los usos más predecibles del lenguaje humano. Una gran cantidad de trabajos de oficina en estos días pasan la mayor parte de su tiempo produciendo textos que entran en esa categoría: contratos, resúmenes legales, comunicados de prensa, historias de los medios, etc. Esos trabajos están desapareciendo. La codificación informática es aún más adecuada para la producción LLM, por lo que también puede despedirse de muchos trabajos asociados al desarrollo de software. Cualquier otra forma de actividad económica que implique ensamblar secuencias predecibles de símbolos se enfrenta a la misma crisis. Un artículo reciente de Goldman Sachs estima que alrededor de 300 millones de puestos de trabajo en todo el mundo industrial serán reemplazados total o parcialmente por LLM en los próximos años.

Otra tecnología con resultados similares es la creación de imágenes generadas por computadora (CGI por sus siglas en inglés). La empresa Levi’s anunció no hace mucho que todos sus futuros catálogos y anuncios utilizarán imágenes CGI en lugar de modelos y fotógrafos muy bien pagados. Espere que lo mismo se propague en general para toda la industria. Ah, y Hollywood es el siguiente. No estamos muy lejos del punto en el que un programa puede recolectar todo el metraje de Marilyn Monroe de sus películas y usarlo para generar nuevas películas de Marilyn Monroe por una pequeña fracción de lo que cuesta contratar actores vivos, equipos de cámara y todo lo demás. El resultado será una disminución drástica de los empleos bien remunerados en amplios sectores de la economía.

¿El resultado de todo esto? Bueno, un montón de expertos insistirán a todo pulmón en que nada cambiará de ninguna manera importante, y otro montón comenzará a gritar que el apocalipsis está sobre nosotros. Esas son las dos únicas opciones que nuestro imaginario colectivo puede procesar estos días. Por supuesto, ninguna de esas cosas sucederá realmente.

En cambio, lo que sucederá es que las clases media y media alta en los EE.UU., y en muchos otros países, se enfrentarán al mismo tipo de demolición lenta que barrió a las clases trabajadoras de esos mismos países a fines del siglo XX. Despidos, quiebras corporativas, salarios y beneficios hacía abajo, y la última versión de alta tecnología de los letreros NO HAY VACANTES estarán ocurriendo en intervalos irregulares. Todas las empresas que ganan dinero atendiendo a estas mismas clases sociales también perderán sus ingresos, poco a poco. En una visión apocalíptica, las comunidades se ahuecarán de la forma en que lo hicieron las ciudades industriales de la zona llamada “Rust Belt” de Estados Unidos y las “Midlands” inglesas hace medio siglo, pero esta vez será el turno de los suburbios de lujo y los barrios urbanos de moda colapsaran en la medida en que desaparezcan los flujos de ingresos que los sustentaban.

Esto no va a ser un proceso rápido. El dólar estadounidense está perdiendo su lugar como medio universal de comercio exterior, pero seguirá siendo utilizado por algunos países en los años venideros. El desmantelamiento de los arreglos que dirigen la riqueza no ganada hacía los EE.UU. será un poco más rápido, pero aún llevará tiempo. El colapso de la clase trabajadora que labora en cubículos y la destrucción de los suburbios se desarrollará en u proceso que durará décadas. Así es como se desarrollan los cambios de este tipo.

En cuanto a lo que la gente puede hacer en respuesta a esta situación, el autor señala que el desmoronamiento de la economía estadounidense y el proyecto más amplio de la civilización industrial se han venido acelerando, y aquellos que quieran prepararse para ello deben comenzar a prepararse pronto recortando sus gastos, pagando sus deudas, y adquiriendo las habilidades necesarias para producir bienes y servicios para las personas en lugar de la maquinaria corporativa.

El artículo de John Michael Greer concluye señalando que los Estados Unidos están a punto de caer en una larga pendiente resbaladiza hacia una nueva realidad no deseada. Los Estados Unidos y sus aliados cercanos debemos prepararnos para un par de décadas de agitación económica, social y política. Aquellos en otros lugares lo tendrán más fácil, pero aún será un viaje salvaje antes de que los escombros dejen de rebotar y los nuevos arreglos sociales, económicos y políticos se remienden a partir de los escombros.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Buen desempeño económico, pero hay estados a los que les va mal

Contrario a lo que muchos pronosticaban para este año, la economía mexicana está demostrando una mayor solidez y dinamismo. A finales de 2022, la mayoría de los analistas pronosticaban que en el mejor de los casos el Producto Interno Bruto (PIB) de 2023 crecería 1.0%, y conforme avanza el año afortunadamente los pronósticos se han revisado hacía arriba.

Muestra de lo anterior es que en la última Encuesta Citibanamex de Expectativas, aumentó el pronóstico del crecimiento del PIB para 2023 y el promedio de los encuestados lo estima en 1.6% (1.4% hace quince días), con un rango de proyecciones que va desde 0.8% hasta 2.3%.

Para confirmar la buena marcha de la economía, tenemos que el pasado viernes 28 de abril el INEGI publicó su estimación oportuna del crecimiento del PIB de México en el primer trimestre de 2023. Los datos sorprendieron al alza, ya que, en su crecimiento anual con cifras desestacionalizadas, el PIB total aumentó 3.8%, apoyado en incrementos de 3.1% en las actividades primarias (agricultura, pesca); de 2.6% en las secundarias (minería; electricidad, gas y agua; construcción; y manufacturas); y 4.3% en las terciarias (comercio y servicios).  Ahora bien, si analizamos el crecimiento trimestral respecto al cuarto trimestre de 2022, vemos que el PIB creció 1.1%, apoyado de incrementos de 0.7% en las actividades secundarias y de 1.5% en las terciarias.

Cabe señalar que la tasa anual de crecimiento de México es mucho mayor a la registrada por el PIB de los Estados Unidos, la cual aumentó 1.1% con cifras ajustadas por estacionalidad, nivel sustancialmente inferior al 2.6% observado en el cuarto trimestre de 2022, lo cual confirma el proceso de desaceleración de la mayor economía del mundo. 

Con el desempeño del primer trimestre de este año, ahora si ya podemos decir que por fin hemos recuperado el nivel de PIB que teníamos en 2019 previo a la pandemia. Y es que de acuerdo a las cifras de INEGI, en 2022 el PIB total creció 3.1%, pero todavía se ubicaba 0.7% por debajo del nivel de 2019. Si analizamos el PIB por actividad económica, vemos que el de mejor desempeño fue el de las actividades primarias porque creció 2.8% en 2022, y con ese aumento ya se encontraba 6.1% por encima de su nivel de 2019. En cuanto al PIB de la industria o de las actividades secundarias, tenemos que en 2022 creció 3.3%, pero aún se encontraba 1.3% por debajo del nivel de 2019, principalmente porque la industria de la construcción no se ha podido recuperar. Finalmente, con relación al PIB del comercio y los servicios (actividades terciarias), vemos que éste creció 2.8% en 2022, pero aún estaba 0.8% por debajo de su nivel de 2019.

El hablar de un crecimiento de 3.1% en el PIB total de 2022, como todos los promedios, puede ocultar desempeños muy positivos o negativos de los diferentes estados o regiones del país. Es por ello que aprovechando que el INEGI acaba de publicar los datos del cuarto trimestre de 2022, a continuación presento la evolución del Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) del 2022. Cabe señalar que el ITAEE es un índice que mide la actividad de cada entidad, y es lo más cercano a un PIB estatal, por lo que sus tasas de variación dan cuenta del desempeño de cada entidad federativa.  

Respecto del ITAEE total de cada estado, tenemos que, de las 32 entidades federativas, en 2022 fueron 17 las que observan tasas de crecimiento por encima de la tasa de crecimiento del PIB total (3.06%). De igual forma, de la totalidad de estados, fueron un total de 27 los que observaron crecimiento en 2022, y sorprendentemente hubo 5 que registraron contracción en su nivel de actividad económica. Las seis entidades de mejor desempeño en el total de su economía fueron (en paréntesis se indica el porcentaje de crecimiento): Quintana Roo (10.8%), Tabasco (10.6%), Hidalgo (8.7%), Baja California Sur (7.7%), Jalisco (6.9%) y Oaxaca (6.7%). Por su parte, las cinco entidades que registraron una caída en el nivel de su actividad económica en 2022 fueron: Veracruz (-0.03%), Yucatán (-0.4%), Durango (-0.5%), Aguascalientes (-2.0%) y Campeche (-5.5%).

Un ejercicio interesante resulta de ver cuales son los estados que han tenido un mejor desempeño en un periodo más extenso, como el de 2013 a 2022. En este ejercicio vemos que las entidades más dinámicas son (en paréntesis se indica su crecimiento porcentual del periodo): Baja California (32.3%), Baja California Sur (32.2%), Quintana Roo (26.7%), Querétaro (25.9%), Jalisco (24.6%) y Chihuahua (124.5).  Mención aparte merecen las economías de Veracruz y Campeche, las cuales en 2022 tenían un tamaño más pequeño del que tenían en 2013. En el caso de Veracruz la contracción es de -1.9% y en el de Campeche es de -39.4%.

Ahora bien, si analizamos el desempeño económico de las actividades industriales en 2022 por entidad federativa, vemos que hay 24 estados que crecieron y 8 que registraron contracción. En el grupo de mejor desempeño tenemos que las seis economías estatales más dinámicas fueron: Hidalgo (19.7%), Chiapas (17.7%), Oaxaca (15.8%), Tabasco (14.7%), Morelos (14.5%) y Quintana Roo (9.1%).   Por su parte, las cinco economías de menor desempeño en industria en 2022 fueron: Durango (-3.7%), Veracruz (-5.4%), Campeche (-6.9%), Aguascalientes (-8.1%) y Colima (-10.4%).

De igual forma, si analizamos el desempeño de la industria en las diferentes entidades federativas en el periodo de 2013 a 2022, vemos que las seis de mejor desempeño fueron (en paréntesis se indica su crecimiento porcentual): Baja California (39.3%), Querétaro (32.9%), Chihuahua (26.4%), Yucatán (26.1%), Nuevo León (20.6%) y Jalisco (20.1%).  Sorprende que hay 11 entidades federativas que en 2022 tienen una industria más pequeña de lo que tenían en 2013, y las seis que presentan las mayores contracciones son: Tamaulipas (-10.5%), Zacatecas (-16.1%), Chiapas (-20.7%), Veracruz (-24.3%), Colima (-24.5%) y Campeche (-44.6%).

Finalmente, al analizar el desempeño económico de los estados en 2022 en cuanto a comercio y servicios (actividades terciarias), vemos que todos, menos Yucatán crecieron. Los seis estados de mejor desempeño en el 2022 fueron: Quintana Roo (11.1%), Baja California Sur (7.7%), Jalisco (6.7%), Sinaloa (5.8%), Chihuahua (4.8%) y Nayarit (4.6%). Como ya lo mencioné, el único estado que contrajo su actividad de comercio y servicios en 2022 fue Yucatán con una caída de -0.5%.

De igual forma, al analizar el desempeño del comercio y servicios en las diferentes entidades federativas en el periodo de 2013 a 2022, vemos que las seis de mejor desempeño fueron (en paréntesis se indica su crecimiento porcentual): Baja California Sur (37.2%), Baja California (29.0%), Quintana Roo (28.6%), Colima (26.6%), Jalisco (25.8%) y Estado de México (25.0%). Vemos que sólo hay un estado con una economía más pequeña, en el comparativo de 2013 a 2022, en las actividades terciarias y es Campeche con una contracción de -0.2 por ciento.

Con este análisis queda claro que, aunque las cifras agregadas del desempeño económico de nuestro país sean positivas, no todos los estados y regiones tienen el mismo desempeño y que, aunque hay años en los que la economía nacional crece, hay entidades que sufren fuertes contracciones. Y lo que es aún peor es que hay economías estatales que ahora son más pequeñas de lo que eran hace 9 años. Desde luego que mucho del desempeño de cada entidad tiene que ver las políticas públicas implementadas por cada gobierno estatal, si son o no afines al sector privado; pero también es cierto que para tener un desarrollo más equilibrado se requiere de una política industrial que tome en cuenta las vocaciones de cada región y las necesidades específicas de cada actividad.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com  

En Twitter: @alejandrogomezt

Riesgos de las monedas digitales de los bancos centrales

Una moneda digital es cualquier moneda nacional emitida por un banco central que esté disponible exclusivamente en formato electrónico. Las versiones electrónicas de la moneda ya dominan los sistemas financieros de la mayoría de los países. Lo que diferencia a la moneda digital de la moneda electrónica que ya está en las cuentas bancarias de millones de mexicanos es que la moneda digital nunca toma forma física.

Puede ir a un cajero automático ahora mismo y transformar fácilmente el dinero electrónico de sus cuentas bancarias. Sin embargo, la moneda digital nunca sale de una red informática y se intercambia exclusivamente a través de medios digitales.

Hay tres variedades principales de moneda digital: criptomoneda, monedas estables y moneda digital del banco central, estas últimas conocidas como CBDC.  Una moneda digital del banco central es una moneda digital emitida y supervisada por el banco central de un país. Por ejemplo, piense en el caso de que el Bitcoin fuera administrado por el Banco de la Reserva Federal (FED) y tuviera el respaldo total del gobierno de los EE.UU.

Ahora en día más de 100 países están explorando las CBDC en un nivel u otro, según el FMI. Pero a partir de 2022, solo un puñado de países y territorios tienen CBDC o tienen planes concretos para emitirlos. Algunos lugares en los que CBDC ya está disponible incluyen el Banco Central de las Bahamas (Sand Dollar), el Banco Central del Caribe Oriental (DCash), el Banco Central de Nigeria (e-Naira) y el Banco de Jamaica (JamDex), por nombrar solo algunos. pocos.

Hay mucho entusiasmo por parte de la gente a nivel mundial por el futuro de las monedas nacionales y que éstas puedan ser digitales. Pero en un artículo de J.B.Shurk, publicado el 12 de abril en el sitio web The Gatestone Institute, titulado “Monedas digitales del banco central: dinero de juguete que destruirá lo que queda de la propiedad privada, los mercados libres y la libertad personal” se advierte de los enormes riesgos que conlleva la existencia del dinero digital y cómo es que de implementarse (desplazando el anonimato de la moneda fiat) acabará con lo que queda del sistema capitalista.

El artículo de Shurk comienza señalando como durante la Guerra Fría, la división entre Este y Oeste se describía comúnmente como un enfrentamiento entre el comunismo y el capitalismo. La Unión Soviética (URSS), sus países satélites y aliados operaban economías planeadas centralmente en las autoridades gubernamentales dirigían la asignación de recursos, la producción agrícola y la fabricación industrial del Estado. Por su parte, Estados Unidos y el bloque Occidental defendieron las normas democráticas liberales y el libre mercado. Esa división, por supuesto, siempre fue demasiado simplista. Es verdad que Estados Unidos no solo apoyó a las dictaduras del tercer mundo cuando al hacerlo produciría ventajas estratégicas contra la URSS, sino que también la diferenciación entre mercados libres y controlados nunca fue tan sencilla.

Cuando los estudiantes universitarios aprenden los conceptos básicos del capitalismo, se les enseña acerca de los mercados en los que las personas pueden negociar libremente el intercambio de bienes y servicios de acuerdo con sus necesidades, gustos y preferencias, así como su presupuesto disponible. Se les enseña que la propiedad privada es el sello distintivo del capitalismo y es la distinción clave que separa al capitalismo respecto de los sistemas económicos socialistas y comunistas, en los que la propiedad se comparte de diversas formas entre la gente o es propiedad exclusiva del Estado.

Sin embargo, cuando los jóvenes estudiantes maduran, se dan cuenta de que, en todo Occidente, la propiedad privada y el libre mercado no son ni tan privados ni tan libres. Uno puede pensar que es dueño de una propiedad inmobiliaria después de haber realizado todos los pagos para hacerse de ella, pero ¿qué sucede si en ese terreno que acabas de comprar quieres construir un edificio de departamentos o unos locales comerciales? Pues no puedes simplemente empezar a construir. Vas a tener que realizar una letanía de trámites burocráticos con la Dirección de Desarrollo Urbano, con la de Medio Ambiente, Bomberos, Protección Civil, Dirección de Tránsito, y quien sabe cuanta burocracia adicional. El proceso será largo y tortuoso, puede durar años, y tal vez el permiso de construcción jamás se otorgue. De esta forma, vamos entendiendo que lo que supuestamente es nuestro, está sujeto a decenas de individuos que le dirán como puedes usar su propiedad.

En la mayoría de los lugares de Occidente, tendrían razón. Los estatutos, los reglamentos y las obligaciones tributarias gravan lo que usted cree que es suyo, e incluso cuando uno haya seguido todas las leyes al pie de la letra y haya pagado cada centavo de contribuciones, todavía no hay garantía de que los funcionarios gubernamentales no invoquen más tarde las leyes de expropiación para robar lo que usted posee porque creen que pueden usar su propiedad privada de manera más fructífera para el “bien público”.

Asimismo, los mercados libres difícilmente están libres de la intervención del gobierno. Las leyes, reglamentos y normas federales, estatales y locales restringen las actividades de cada industria. Antes de iniciar cualquier nueva aventura comercial, un empresario debe considerar una enorme cantidad de restricciones impuestas por el Estado: ¿Qué tipo de productos se pueden comprar y vender? ¿Qué tipo de materias primas deben entrar en esos productos? ¿Qué tipos de permisos gubernamentales deben obtenerse primero? ¿Qué tipos de empleados calificados se requieren para hacer el trabajo? ¿Cuánto tiempo se les permite a esos empleados estar en el trabajo? ¿Qué estándares de seguridad y de la industria se deben seguir? ¿Qué medios de transporte se pueden utilizar para mover los productos terminados de un lugar a otro? ¿En qué tipos de almacenamiento se pueden guardar esos productos? ¿Qué clientes intermedios pueden comprar bienes legalmente? ¿Pueden esos bienes cruzar las fronteras nacionales sin violar los tratados internacionales o las restricciones de seguridad nacional? El intercambio negociado de bienes y servicios difícilmente es simple cuando las reglas y regulaciones gobiernan cada parte de la transacción de mercado y el incumplimiento de esas reglas resulta en multas, pérdida de inventarios, demoras o incluso sanciones penales.

Los estudiantes universitarios del capitalismo aprenden que en teoría los mercados operan de acuerdo con las leyes de la oferta y la demanda, a través de las cuales la “mano invisible” de Adam Smith guía tanto la producción como los precios de los bienes terminados. Cuando la demanda de un producto en particular es alta, su precio aumentará. Cuando los precios suban, nuevos empresarios ingresarán al mercado y producirán más bienes. Cuando esos empresarios compiten entre sí, su deseo de atraer clientes crea un incentivo natural para que construyan los mejores productos posibles de la manera más eficiente al menor costo. La competencia, en teoría, obliga a los mercados a descartar naturalmente productos malos y caros, mientras mantiene bajos los precios de los mejores productos.

En la práctica, sin embargo, los estudiantes maduros del capitalismo entienden que muchos empresarios idealmente no buscan los mercados donde está la mayor competencia sino una situación que les permita mantener condiciones de mejores precios para maximiar la utilidad. Dondequiera y siempre que los productores puedan fabricar y vender bienes preferirán los mercados en los que la competencia sea menor para ser ellos quienes determinen la cantidad y el precio de su producto. Cuando su producto es algo que los consumidores deben tener, los empresarios monopolistas trataran de controlar el mercado. Así es como se hacen las verdaderas fortunas y en México somos expertos en crear grandes capitales con base en lo que se conoce como “capitalismo de cuates” o “crony capitalism”. El resultado final es que hasta los más férreos capitalistas siempre buscan formas en las que puedan aprovechar las leyes y regulaciones, el conocimiento especializado, los contratos gubernamentales u otros mecanismos de exclusión para restringir la entrada de competidores potenciales al mercado. No hay nada “invisible” en las formas en que las grandes corporaciones y los conglomerados de todo tipo utilizan su influencia para evitar que las empresas más pequeñas desafíen su dominio. De esta manera, la mayoría de los mercados difícilmente podrían describirse como totalmente “libres”.

Si ni la propiedad privada ni los mercados libres existen fuera de los libros de texto, el surgimiento de las monedas nacionales fiduciarias, mediante las cuales el dinero basado en el oro ha sido reemplazado por billetes de papel sin valor innato impuestos por el gobierno, solo ha exacerbado el problema. La utilidad del dinero, sobre el trueque tradicional de bienes y servicios, proviene de sus tres funciones principales: proporcionar (1) una unidad de cuenta, (2) una reserva de valor y (3) un medio de intercambio. Cuando existe dinero sólido dentro de la sociedad, las transacciones de mercado son fáciles y el comercio florece. En lugar de tratar de determinar cuántas pieles de conejo podrían valer un trozo de carne de res o la experiencia de un economista, los consumidores ahorran tiempo y energía al utilizar instrumentos monetarios estándar que son fáciles de mantener, transportar y tienen un valor constante. Aunque todo, desde perlas y conchas hasta dientes y huesos, se ha utilizado como formas de dinero, el oro ha seguido siendo el patrón oro del dinero en todas las culturas durante miles de años. Poseyendo un valor estable en el tiempo debido a su relativa escasez y la percepción compartida por los seres humanos de su valor innato, el oro ha proporcionado un medio de intercambio ideal. Es por eso que tantas monedas estándar a lo largo de la historia y de naciones y culturas de todo el mundo han sido acuñadas con medidas precisas de este metal precioso.

Sin embargo, al reemplazar lentamente el uso de monedas de oro con el uso obligatorio de monedas de papel o dinero fiat, los estados nacionales han querido hacer magia al crear dinero de juguete de la nada y sin mayor sustento. Aunque el orden particular de los acontecimientos ha sido diferente para las distintas naciones durante el último siglo y medio, los pasos importantes han sido todos los mismos: Primero, se introduce alguna forma de papel moneda y se respalda con la promesa del gobierno de pagar al tenedor de ese dinero una suma fija en oro o plata. Luego, surge la introducción de un banco central privado que tiene un poder de monopolio de facto para imprimir papel moneda de acuerdo con su mejor juicio para mantener una economía nacional saludable. Finalmente, se revoca el respaldo en oro o plata de esas monedas de papel moneda.

En todo Occidente, esa transición lenta pero constante de dinero con valor innato a monedas sin valor innato ha funcionado como una larga estafa contra el público. Las personas fueron condicionadas a usar papel moneda a lo largo de décadas; la oferta y demanda de papel moneda se desvinculó de la “mano invisible” de Adam Smith; y los mandatos gubernamentales impedían que los ciudadanos volvieran a los medios de intercambio universalmente estables que el oro y la plata han proporcionado durante mucho tiempo. Se hace mucha magia, ya que las tesorerías de los gobiernos occidentales y los bancos centrales reemplazaron los mercados libres vinculados de forma segura con tipos de cambio fijos con el oro, con mercados que operan con papel moneda (controlado centralmente), y que distorsionan el valor de cualquier tipo de propiedad privada. Esto ha quedado demostrado en los episodios en los que los excesivos incrementos de la oferta monetaria o la hoja de balance de los bancos centrales, ha generado inflación de precios al consumidor, pero sobre todo burbujas en los precios de toda clase de activos.

Este cambio bastante maquiavélico ha permitido que en países como Estados Unidos, el gobierno gaste dinero como borracho precisamente porque el banco central comprará toda su deuda y facilitará la impresión de más dinero. ¿Cómo podrían sus políticos oponerse a un arreglo que les permite gastar imprudentemente sin ninguna de las consecuencias normales del libre mercado? Por el contrario, décadas de impresión de moneda solo han inflado artificialmente los precios de las casas, las acciones y otros activos denominados en esos billetes de papel, dando a los ciudadanos comunes la falsa impresión de que parte de lo que poseen está ganando valor. Sin embargo, si una casa hoy es veinte veces más cara (en dólares) que en 1950, podría tener algo que ver con el hecho de que el dólar estadounidense ha perdido más del 97% de su valor desde que el banco central privado de la Reserva Federal entró en existencia en 1913. y Estados Unidos, de forma lenta pero segura, desvinculó su moneda del respaldo en oro durante el transcurso de los siguientes sesenta años. Los precios de las viviendas ciertamente han aumentado, pero al mismo tiempo cualquier ahorro en dólares estadounidenses se ha esfumado. Hasta aquí llegó la función de almacén de valor que debía tener el dinero.

Ahora que los bancos centrales imprimen dinero y el gasto público imprudente lleva al límite a los sistemas económicos occidentales, se ha propuesto un nuevo tipo de truco financiero: las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC). La idea es que los consumidores y productores realicen transacciones en su totalidad en monedas virtuales que no existen físicamente fuera de la memoria de celulares y computadoras interconectadas. Si reemplazar las sólidas monedas de oro con papel sin valor no fuera suficientemente malo, ahora el papel sin valor será reemplazado por los efímeros unos y ceros del código informático. ¿Qué podría salir mal?

Dejando de lado el frágil castillo de naipes que representa el sistema financiero que hoy desestabiliza los mercados globales, hay que considerar lo que significa la transición a las CBDC para Occidente. En pocas palabras, cualquier distinción persistente de la Guerra Fría entre capitalismo y comunismo se desvanecería.

Si los gobiernos y los bancos centrales controlan la creación, distribución e intercambio de dinero virtual, lo que quede de los mercados libres desaparecerá. Si los gobiernos y los bancos centrales monitorean cada transacción entre consumidores y productores, entonces todas las industrias estarán subyugadas al mando centralizado del Estado. Si los gobiernos y los bancos centrales hacen valer el poder legal para determinar quién puede almacenar valor, cuánto valor puede almacenarse personalmente y cuánto tiempo se permitirá que dure ese valor, entonces lo que quede de la propiedad privada dejará de existir. Si los gobiernos y los bancos centrales mantienen un monopolio digital sobre las únicas formas de dinero legales, entonces podrían redistribuir la riqueza o penalizar el comportamiento personal sin tener en cuenta los derechos individuales o los límites de su control.

Con el dinero digital, los mismos sistemas de vigilancia y puntajes de crédito social que ya están generalizados en la China comunista invariablemente también lo estarán en todo el Occidente libre.

Sin duda, en su momento las campañas de propaganda encubrirán este monitoreo opresivo con el propio lenguaje “políticamente correcto” de Occidente de luchar contra el “odio” o el “racismo” o el “cambio climático” o el próximo susto similar al COVID, pero el sistema de control de Occidente sobre sus ciudadanos no será diferente de la versión comunista china: a los individuos se les confiscará o repondrá su riqueza digital según si su comportamiento se ajusta a lo que el Estado desea. Los mercados libres, el libre albedrío, la libertad de expresión e incluso la libertad de pensamiento se regularán tan fácilmente como los bancos centrales regulan la riqueza digital de cada ciudadano. En efecto, la implementación de las CBDC otorgará a los gobiernos occidentales el monopolio final sobre todas las vidas dentro de su dominio.

El artículo de Shurk finaliza mencionando que durante demasiado tiempo, los occidentales hemos permanecido en silencio mientras la competencia del mercado ha dado paso a comportamientos monopólicos tolerados por el gobierno, mientras que la propiedad privada se ha transformado en algo mucho menos personal o seguro. El dinero de juguete emitido en papel moneda ha destruido los ahorros de la mayoría de los occidentales comunes, al tiempo que infla artificialmente los precios de las casas y otros activos que cada vez están menos al alcance de la mayoría. Ahora, una revisión del sistema financiero y una transición a las CBDC obligatorias amenazan lo que queda de las libertades personales de los occidentales. Antes de que se evaporen los últimos vestigios de la dicotomía ideológica de la Guerra Fría y no quede nada que distinga al Este del Oeste, este es el momento para que los amigos de la libertad se pongan de pie y den la pelea por lo que es correcto. Mientras que Klaus Schwab puede desear un futuro en el que los occidentales encuentren la felicidad de no poseer nada, aquellos que valoran la libertad saben que la propiedad personal y el intercambio sin restricciones de bienes, servicios e ideas siguen siendo la base de aquellas naciones libres que se niegan a ser esclavizadas.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Termina el reinado del G7 y comienza el de los BRICS

El Occidente tiene graves problemas económicos y financieros. Desde este espacio hemos dado cuenta de las consecuencias para los Estados Unidos de años de vivir con déficits fiscales crónicos, financiados con una constante y creciente expansión monetaria, lo que los lleva a tener un sistema basado en la deuda (pública y privada) como la principal palanca para hacer crecer su Producto Interno Bruto (PIB). Esa estrategia de crecimiento basado en la deuda, y la correspondiente expansión monetaria, les ha pasado factura en la forma de inflación. Para muchos parece increíble escuchar que la tasa de inflación acumulada en Estados Unidos de 1971 (año en que el presidente Nixon abandonó el patrón oro) a la fecha es de 642.8%, lo que significa que lo que hace 52 años costaba en promedio $1 USD ahora cuesta $7.43 dólares.  

Ahora en día Estados Unidos y algunas naciones europeas atraviesan por algo que aún no podemos llamar “crisis financiera”, pero es algo que preocupa bastante y no sabemos cómo va a terminar. Y aunque salga la Secretaria del Tesoro, Janet Yellen, a decir que todo esta bien, pues los indicadores del del Banco de la Reserva Federal (FED) dicen otra cosa. Si todo está bien, entonces ¿por qué los bancos estadounidenses están tomando prestados miles de millones a tasas punitivas en la ventanilla de descuento y de hecho en un monto mayor que en la crisis de 2008/9?

Los colapsos financieros como las revoluciones son imposibles hasta que son inevitables. Por lo general, suceden en etapas. Desde que los bancos centrales comenzaron a aumentar las tasas de interés en respuesta al aumento de la inflación, los mercados financieros han estado bajo presión.

En 2022, se produjo el colapso de las criptomonedas, con aproximadamente 2 billones de dólares en pérdidas. El índice S&P500 cayó alrededor de un 20% y las empresas tecnológicas más grandes de EE.UU., que incluyen a Apple, Microsoft, Alphabet y Amazon, perdieron alrededor de 4.6 billones de dólares en valor de mercado. El 30% de los países considerados como mercados emergentes y el 60% de las naciones de bajos ingresos enfrentan una crisis de deuda. Los problemas ahora han llegado al sistema financiero, con bancos estadounidenses, europeos y japoneses perdiendo alrededor de 460 mil millones de dólares en valor de mercado tan solo en marzo de 2023.

Si bien es demasiado pronto para decir si una crisis financiera en toda regla es inminente, la trayectoria de la situación no es prometedora.

Esta debilidad de Occidente ha hecho brillar a otras regiones del mundo. De hecho en un artículo de Scott Ritter publicado en ConsortiumNews.com, y titulado “G7 vs BRICS – A las carrera” se menciona como es que el grupo de países conocidos como BRICS ya han superado al grupo del G7 en términos de PIB ajustado por poder de compra, lo que los hace más influyentes en el ámbito global.

El artículo comienza señalando que un economista que investiga bajo la superficie de un informe del FMI ha encontrado algo que debería conmocionar al bloque occidental en su falsa confianza de sentirse insuperables en su influencia económica global.

El verano pasado, el Grupo de los 7 (G7), un autoproclamado foro de naciones que se ven a sí mismas como las economías más influyentes del mundo, se reunió en Schloss Elmau, cerca de Garmisch-Partenkirchen, Alemania, para celebrar su reunión anual. Su enfoque fue castigar a Rusia a través de sanciones económicas adicionales, darle más armas a Ucrania y hacer todo lo posible para contener la expansión e influencia de China.

Al mismo tiempo, China acogió, a través de videoconferencia, una reunión del foro económico BRICS. Compuesta por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, esta colección de naciones relegadas al estado de las llamadas economías en desarrollo, se centró en fortalecer los lazos económicos, el desarrollo económico internacional y cómo abordar lo que colectivamente consideraron políticas contraproducentes del G7.

A principios de 2020, el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov, había predicho que, según los cálculos con base en la paridad del poder adquisitivo (PPA), proyectados por el Fondo Monetario Internacional, los BRICS superarían al G7 en algún momento de ese año en términos de porcentaje del PIB total mundial (el producto interno bruto de una nación a la paridad del poder adquisitivo, o PPA, implica la suma del valor de todos los bienes y servicios producidos en el país valorados a los precios que prevalecen en los Estados Unidos y es un reflejo más preciso de la fuerza económica comparativa que el simple PIB).

Pero luego llegó el golpe de la pandemia y el reinicio económico mundial que siguió, hicieron que las proyecciones del FMI fueran discutibles. El mundo se enfocó singularmente en recuperarse de la pandemia y, posteriormente en manejar las consecuencias de las sanciones masivas a Rusia por parte de Occidente luego de la invasión a Ucrania por parte de esa nación en febrero de 2022.

El G7 no prestó atención al desafío económico de los BRICS y, en cambio, se centró en consolidar su defensa del “orden internacional basado en reglas” que se había convertido en el mantra de la administración del presidente estadounidense Joe Biden.

Cálculo erróneo

Desde la invasión rusa a Ucrania, una división ideológica que se ha apoderado del mundo, con un lado (liderado por el G7) condenando la invasión y tratando de castigar económicamente a Rusia, y el otro (liderado por los BRICS) adoptando una postura más matizada sin apoyar abiertamente la acción rusa ni sumarse a las sanciones. Esto ha creado un vacío intelectual a la hora de evaluar la verdadera situación de los asuntos económicos mundiales.

Ahora se acepta ampliamente que EE.UU. y sus socios del G7 calcularon mal tanto el impacto que tendrían las sanciones en la economía rusa, como el retroceso que golpearía a Occidente. Angus King, el senador independiente de Maine, observó recientemente que recuerda “cuando esto comenzó hace un año, todo el mundo hablaba de que las sanciones iban a paralizar a Rusia. Van a estar fuera del negocio y los disturbios en la calle no han funcionado en absoluto… ¿fueron las sanciones equivocadas? ¿No se aplicaron bien? ¿Subestimamos la capacidad rusa para eludirlos? ¿Por qué el régimen de sanciones no ha jugado un papel más importante en este conflicto?”

Cabe señalar que el FMI calculó que la economía rusa, como consecuencia de estas sanciones, se contraería al menos un 8%. El número real fue del 2% y se espera que la economía rusa, a pesar de las sanciones, crezca en 2023 y más allá. El FMI estimó recientemente que Rusia evitará una recesión en 2023 y crecerá un 0.3 % después de contraerse un 2.2% en 2022. Eso equivale a un cuasi estancamiento, pero  pesar de las sanciones son datos muy positivos.

Este tipo de error de cálculo ha permeado el pensamiento occidental sobre la economía global y los roles respectivos que desempeñan el G7 y los BRICS. En octubre de 2022, el FMI publicó su Perspectiva económica mundial (WEO) anual, con un enfoque en los cálculos tradicionales del PIB. En consecuencia, los principales analistas económicos se consolaron con que, a pesar del desafío político presentado por los BRICS en el verano de 2022, el FMI estaba calculando que el G7 aún se mantenía fuerte como el principal bloque económico mundial.

En enero de 2023, el FMI publicó una actualización del informe del WEO de octubre de 2022, lo que reforzó la sólida posición del G7. Según Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI, “el balance de riesgos para las perspectivas sigue inclinado a la baja, pero está menos sesgado hacia resultados adversos que en la edición de octubre de WEO”.

Este indicio positivo impidió que los principales analistas económicos occidentales profundizaran en los datos contenidos en la actualización. Pero el analista económico Richard Días. de Acorn Macro Consulting, una autodenominada “firma de investigación macroeconómica boutique que emplea un enfoque de arriba hacia abajo para el análisis de la economía global y los mercados financieros”, en lugar de aceptar la perspectiva optimista del FMI como un evangelio, hizo lo que se supone que deben hacer los analistas: analizar los datos y extraer conclusiones relevantes.

Después de revisar la base de datos de Perspectivas de la economía mundial del FMI, Dias realizó un análisis comparativo del porcentaje del PIB mundial ajustado por PPA entre el G7 y los BRICS, e hizo un descubrimiento sorprendente: los BRICS habían superado al G7.

Esto no fue una proyección, sino más bien una declaración de un hecho consumado:

Los BRICS contribuyeron con el 31.5% del PIB global ajustado por PPA, mientras que el G7 proporcionó el 30.7 por ciento.

Para empeorar las cosas para el G7, las tendencias proyectadas mostraron que la brecha entre los dos bloques económicos solo se ampliaría en el futuro.

Las razones de esta acumulación acelerada de influencia económica mundial por parte de los BRICS se pueden vincular a tres factores principales:

1. Consecuencias residuales de la pandemia de Covid-19,

2. Impacto negativo de las sanciones a Rusia por parte de las naciones del G7 después de la invasión rusa a Ucrania y un resentimiento creciente entre las economías en desarrollo del mundo a las políticas económicas del G7, y

3. Prioridades que se perciben como arraigadas más en la arrogancia poscolonial que en un deseo genuino de ayudar a las naciones a desarrollar su propio potencial económico.

Disparidades de crecimiento

Es cierto que la influencia económica de los BRICS y el G7 está fuertemente determinada por las economías de China y EE.UU., respectivamente. Pero uno no puede descartar las trayectorias económicas relativas de los otros estados miembros de estos grupos económicos. Si bien las perspectivas económicas para la mayoría de los países BRICS apuntan a un fuerte crecimiento en los próximos años, las naciones del G7, en gran parte debido a la herida autoinfligida en la forma de las sanciones a Rusia, están experimentando un crecimiento lento o, en el caso del Reino Unido, crecimiento negativo, con pocas perspectivas de revertir esta tendencia.

Además, mientras la membresía del G7 permanece estática, los BRICS está creciendo, con Argentina e Irán presentando solicitudes de ingreso, y otras grandes potencias económicas regionales, como Arabia Saudita, Turquía y Egipto, expresando su interés en unirse. Lo que hace que esta expansión potencial sea aún más explosiva es el reciente logro diplomático chino al normalizar las relaciones entre Irán y Arabia Saudita.

Las perspectivas decrecientes de que el dólar estadounidense continúe dominando el mundo, combinadas con el potencial económico de la unión económica transeuroasiática que promueven Rusia y China, colocan al G7 y los BRICS en trayectorias opuestas. Los BRICS deberían superar al G7 en términos de PIB real, y no solo de PPA, en los próximos años.

Finalmente, y como estocad final al G7, está el tema de que las naciones que conforman el bloque de los BRICS han mostrado una mayor cooperación y de hecho tienen la intención de cambiar el sistema financiero dominado por el dólar. Dentro de los BRICS, Rusia y China lideran las iniciativas de desdolarización para salvaguardar sus intereses derivados de su rivalidad geopolítica con EE.UU. y considerando el riesgo de futuras sanciones en su contra. India, Brasil y Sudáfrica han apoyado las declaraciones de BRICS sobre la alteración del sistema financiero global y la creación de más oportunidades para promover el uso de monedas locales para el comercio internacional. Todos los miembros de BRICS han tomado medidas para desdolarizar y mejorar su autonomía en el sistema financiero global.

Es posible pues que estemos presenciando un cambio de época geopolítica y que Occidente eventualmente será relegado. En todo esto, resulta evidente la ausencia de México en ambos grupos económicos. Ahora sólo somos un  espectador más que de hecho ni toma partido a favor de ninguno de los dos bandos, y prefiere coquetear con relaciones con naciones fallidas como Venezuela y Cuba.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Otra vez una crisis bancaria en Estados Unidos

La lucha contra la inflación, misma que fue ocasionada en buena medida por el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), así como por las políticas fiscales expansivas por parte del gobierno federal estadounidense, ha cobrado nuevas víctimas, ahora en el sistema financiero tradicional. Contrario a lo que muchos piensan, esta situación si era completamente previsible, aunque no estoy seguro de que fuera inevitable, y en esta entrega explico por qué. 

Después del colapso del Silicon Valley Bank (SVB) ocurrido el viernes 10 de marzo, presenciamos una semana de enorme estrés financiero internacional por los temores de que haya otros bancos en una situación de insolvencia, como el caso del Signature Bank, que también quebró. También vimos como los grandes bancos de Wall Street se unieron y fueron al rescate del First Republic Bank, realizando depósitos por 30 mil millones de dólares para brindarle liquidez. Para evitar que explote una crisis bancaria como la de 2008, la FED intervino para respaldar a los depositantes bancarios hasta con sus ahorros no asegurados y tuvo que echar reversa en su política de reducir los activos en su hoja de balance, regresando a un esquema de compra de bonos a los bancos a un precio que no les implique pérdidas. En Suiza su banco central tuvo que entrar a salvar a Credit Suisse, con una línea de vida de 50 mil millones de francos suizos después de que se profundizaron las preocupaciones sobre sus perspectivas. Al momento de escribir estas líneas, parece que dicho banco será adquirido por el banco UBS o bien será nacionalizado por el gobierno suizo. 

No se sabe a ciencia cierta qué pasará con el sistema bancario estadounidense y europeo en el mediano plazo, así como el monto de los rescates que eventualmente se tendrán que realizar, pero queda claro que los bancos centrales y los propios bancos comerciales de mayor tamaño, harán todo lo posible para evitar una crisis sistémica como la de 2008 – 2009. Al día de hoy, dos bancos estadounidenses han quebrado, según la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), y sus activos combinados valían 319 mil millones de dólares (mmdd) (SVB tenía 209 mmdd en activos, mientras que Signature Bank tenía 110 mmdd). En términos de activos perdidos, eso ya coloca al 2023 en segundo lugar después de 2008, cuando 25 bancos quebraron con un total combinado de 374 mmdd en activos.

¿Cuántas veces el mundo tendrá que recorrer el camino de una crisis financiera causada por el desajuste entre una banca que presta basada en un sistema de reserva fraccionaria y los casi 9 billones de dólares adicionales que puso la FED en la forma de un alivio monetario (quantitative easing o QE) durante la crisis de la pandemia del virus chino, para demostrar que el sistema bancario estadounidense no funciona?

Hace tres semanas, en mi editorial titulado “La inevitable debilidad del dólar” (https://economex.blog/2023/02/26/la-inevitable-debilidad-del-dolar/) advertí que si el USD se fortalece con más alzas en la tasa de interés, acabará con el valor de casi todas las clases de activos, excepto el propio USD. Mencioné que ya estamos viendo esta carnicería abierta en los mercados crediticios a medida que aumentan las tasas de interés y las políticas de dólar fuerte del Jerome Powell paralizan las normas de préstamos y créditos del pasado. Y bueno, ahora Estados Unidos tiene este problema por las enormes pérdidas ocasionadas a los tenedores de bonos del Tesoro.

Antes de avanzar más en el análisis vale la pena explicar cómo el aumento en las tasas de interés puede ocasionar la insolvencia de un banco. A continuación pongo un ejemplo muy sencillo solo para ilustrar el punto: Sucede que la mayoría de bonos del gobierno se venden con descuento y la diferencia entre el precio del bono (P) y su valor al vencimiento (FB) es lo que se conoce como la tasa de interés implícita. Supongamos que hay un bono con plazo de un año que tiene un precio de 99 dólares y un valor al vencimiento de 100 dólares, entonces la tasa de interés de ese bono es 1.01% (100/99 – 1). Entonces si la tasa de interés sube a 4.75%, el precio de los nuevos bonos será de 95.46. De esta forma, si un banco tiene 1,000 bonos y la tasa de interés es de 1.01%, entonces esos activos valen 99,000 dólares, pero si la tasa sube a 4.75% el valor de dichos bonos caerá a 95,460 dólares, es decir una pérdida de 3.58 por ciento. 

Dada la lógica anterior, la caída de SVB y sus efectos posteriores no pueden ser considerados como un cisne negro, como muchos lo han querido hacer creer. Un evento bancario de estas características era 99% previsible al ver que había bancos poco diversificados y que tienen miles de millones de dólares invertidos en bonos del Tesoro de EEUU, por lo que el alza en tasas de interés ocasionaría que sus pérdidas fueran tan grandes que algunos de ellos caerían en una situación de insolvencia. Nadie quiso ver que esto pasaría y prefirieron mirar hacia otro lado.

Ahora en este 2023 una vez más, vemos que el riesgo sistémico se transformara en estrés económico, quiebras bancarias y luego un rescate del sistema bancario, no solo del Silicon Valley Bank, como ya se explicó líneas arriba, sino en una escala mucho mayor.

Si usted cree que solo se rescató a los depositantes de los dos bancos quebrados, se equivoca. La Reserva Federal también puso un respaldo del sistema a 600 mil millones de dólares para cubrir las minusvalías ocasionadas por las pérdidas del valor de los bonos, que como ya se explicó, fueron causadas por las alzas en tasas de interés que tienen el propósito de frenar la inflación. Al 16 de marzo la FED estaba de vuelta con un aumento en los activos en su balance de 297 mil millones de dólares durante la última semana, lo que implica el mayor aumento desde marzo de 2020. De esta manera, en 7 días la FED deshizo casi la mitad del ajuste cuantitativo a la baja que llevaba desde abril de 2022.

Y claro, en toda esta serie de eventos no podría faltar el elemento de corrupción. Es bien sabido que los ejecutivos de los bancos fallidos perderán sus trabajos, pero ya se ha hecho público que días antes cobraron decenas de millones de dólares ejecutando opciones financieras (put options) que les permitían vender sus acciones del banco a un precio por encima del precio spot de la acción cuando se supo de la insolvencia bancaria.  

La FED debería admitir su responsabilidad en las burbujas de activos

La Fed debe admitir que es en gran parte responsable de estas crisis financieras y de los posteriores rescates recurrentes. A través de su política de alivio monetario o QE, la Reserva Federal metió en efectivo casi 9 billones de dólares en depósitos a los bancos y es por eso que los depósitos crecieron tanto en primer lugar.

Luego, a pesar de los riesgos obvios, los reguladores eliminaron todas las reservas requeridas para los depósitos y tesorerías, alentando al Silicon Valley Bank y otros bancos a buscar rendimiento.

Es cierto que hubo tres rondas de estímulo fiscal, y la última bajo la presidencia de Joe Biden fue totalmente injustificada y altamente inflacionaria. Pero es trabajo de la FED el entender ese riesgo.

Desafortunadamente, la Reserva Federal no solo patrocinó la burbuja de activos más grande de la historia, sino que tampoco entendió cómo el dinero gratis, las cancelaciones de deudas estudiantiles y las tasas de interés del cero por ciento podrían causar inflación.

¿Qué podemos esperar para la política monetaria futura?

Muchos bancos centrales enfrentarán la disyuntiva de salvar su sistema financiero poniendo freno a los apretones monetarios con el costo de que la inflación recobre fuerzas o continuar apretando la oferta monetaria subiendo tasas de interés pero con el costo de una mayor caída en el precio de toda clase de activos.

En el caso de la FED resulta evidente que ya se dieron cuenta de que las alzas en sus tasas de interés destruyen el valor de muchos activos, en especial de los bonos del Tesoro. Es por ello que las expectativas de analistas respecto de futuros incrementos de tasas cambiaron radicalmente en la última semana tras el colapso de los dos bancos antes mencionados.

Para ilustrar el cambio de perspectivas, tenemos que el rendimiento del bono del Tesoro a 2 años pasó del 5.05 % al 3.81 % en los últimos 7 días hábiles, lo que representa la mayor caída de rendimiento en 7 días (-124 pb) desde lo sucedido entre el 19 y el  28 de octubre de 1987 (la caída del Lunes Negro fue el 19 de octubre de 1987).

Es así que las expectativas actuales del mercado sobre la trayectoria de la tasa de fondos federales de la FED son las siguientes:

– 22 de marzo de 2023: aumento de 25 pb a 4.75%-5.00%

– Pausa

– Los recortes de tasas comienzan en junio de 2023 con una tasa de fondos de fondos por debajo del 4.00% a fines de 2023 y por debajo del 3.00% a fines de 2024.

¿Qué implicaciones tendrá esto en la lucha contra la inflación en Estados Unidos? Pues los analistas piensan que la FED preferirá salvar el sistema financiero que combatir la inflación (que al mes de febrero se ubicó en 6.00% anual), por lo que con este escenario se va a complicar combatir el alza de precios y entonces será un proceso aún más largo para que ésta regrese a niveles “aceptables”.

Para México, pues es obvio que el hecho de que haya menores aumentos en la tasa de interés en Estados Unidos, pone menos presión en el Banxico para subir la tasa con motivos de mantener el tipo de cambio estable o a la baja.  Sin embargo, dado el mandato del banco central mexicano de preservar el poder adquisitivo de la moneda, pues no creo que vaya a haber mayores ajustes en la perspectiva que se tiene de un par de incrementos más de un cuarto de punto porcentual para mantener la tasa de interés objetivo en 11.50% durante seis meses y comenzar con ligeras disminuciones de tasa hacía el último trimestre de 2023.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

¿Es una buena noticia que a la economía mundial le esté yendo bien?

Los indicadores económicos de México han sido mejores a lo anticipado en el arranque de 2023. Muestra de ello es que en el segundo mes de 2023 y con datos desestacionalizados, el Indicador de Pedidos Manufactureros (IPM) presentó un incremento mensual de 1.58 puntos, con lo que hiló 31 meses consecutivos sobre el umbral de 50 puntos. De igual forma, en enero de este año la población desocupada fue de sólo 1.8 millones de personas y la Tasa de Desocupación (TD), de apenas 3% de la PEA. En este sentido, fue sorpresivo que en diciembre del año pasado, a tasa anual y con series desestacionalizadas, el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) aumentó 3.1% en términos reales, apoyada de aumentos de 3.1% en las actividades secundarias y de 2.8% en las terciarias.

Estos datos han provocado que se comiencen a ajustar al alza las expectativas de crecimiento económico para 2023, como es el caso de la Encuesta de Expectativas de Banxico en la que los encuestados ajustaron su expectativa de crecimiento de 1.00% en enero a 1.16% en febrero. O como el caso de la Encuesta Citibanamex de Expectativas en la cual la perspectiva de crecimiento para este año subió a 1.2% desde el 1.0% reportado en la encuesta previa. Cabe señalar que los más optimistas hablan de que México podría crecer este año 1.7 por ciento. 

Este fenómeno de fortaleza de crecimiento en el arranque de 2023 y mejora de expectativas, no obstante la considerable subida en tasas de interés, no es exclusivo de México. En un artículo editorial de Paul Hannon, Harriet Torry y Stella Yifan, publicado en el Wall Street Journal y titulado “A la economía mundial le va bien: malas noticias para los banqueros centrales”, se menciona como Estados Unidos, China y Europa siguen con indicadores de crecimiento fuertes en un contexto de elevada inflación y crecientes tasas de interés.

El artículo comienza señalando que la economía mundial está mostrando vigor, y muestra de ello son las encuestas de opinión empresarial más recientes que apuntan a una reactivación generalizada del crecimiento a pesar de los crecientes costos del financiamiento y los elevados precios de la energía y los alimentos, lo que representa una clara señal de que los bancos centrales podrían necesitar más tiempo del originalmente previsto para controlar la inflación.

Los datos de los principales centros económicos del mundo: EE.UU., China y Europa, han mostrado una sorprendente vitalidad en las economías de estas regiones desde el arranque de 2023, lo que contradice las predicciones del Banco Mundial y otros economistas de que la economía mundial se encaminaba a uno de sus años más débiles en las últimas décadas.

Si bien esto es una buena noticia para los gobiernos, esa resiliencia puede persuadir a los banqueros centrales de que necesitan aumentar las tasas de interés clave aún más de lo previsto para poder controlar la escalada inflacionaria, recetando mayores tasas de interés a una economía que todavía se encuentra sobrecalentada. Esto podría traducirse entonces en una desaceleración del crecimiento más adelante en este 2023 y en 2024, año que se preveía como uno de recuperación.

Los datos más recientes ubican la inflación de precios al consumidor en los siguientes niveles: Brasil (5.8%), Canadá (5.9%), España (6.1%), Francia (6.2%), Estados Unidos (6.4%), India (6.5%), Singapur (6.6%), Sudáfrica (6.9%), México (7.6%), Australia (7.8%), Holanda (8.0%), Zona Euro (8.5%), Alemania (8.7%), Italia (9.2%) y Reino Unido (10.1%). Esto muestra que las tasas de inflación están demostrando ser más rígidas de lo esperado.

Un indicador clave para los bancos centrales es el mercado laboral, que sigue estando muy ajustado en muchas partes del mundo. Los formuladores de políticas públicas han estado examinando los datos del mercado laboral en busca de indicios de un aumento del desempleo, una disminución de las horas trabajadas o una desaceleración de los aumentos salariales, todo lo cual podría ayudar a enfriar la demanda y aliviar la presión al alza de los precios, pero eso es algo que aún no se ha logrado, incluyendo a México, dónde los niveles de población desocupada se encuentran en sus puntos más bajos desde que se tiene registro.

Madhavi Bokil, economista de Moody’s Investors Service, advirtió que “hemos visto a los bancos centrales subir las tasas de referencia…la esperanza es que con unas cuantas subidas adicionales  sea suficiente. Si no es así, podríamos ver a los bancos centrales endurecer más las condiciones crediticias”.

Las señales más recientes de que el crecimiento económico mundial ha sido más fuerte de lo esperado en el arranque de 2023 se produjeron en encuestas recientes aplicadas a fábricas de todo el mundo, realizadas por S&P Global. En febrero, éstas mostraron el primer aumento en la producción manufacturera agregada mundial en siete meses, ayudados por un salto en China después de que las autoridades levantaran las estrictas restricciones de Covid. Encuestas similares de proveedores de servicios en todo el mundo apuntan a una aceleración del crecimiento, incluyendo a China y Europa.

En EE.UU., la inflación general sigue elevada (6.4% en enero) y los gastos e ingresos de los estadounidenses aumentaron en el primer mes del año, de acuerdo con el Departamento de Comercio. El indicador de inflación preferido de la Reserva Federal, el índice de precios de gastos de consumo personal, aumentó un 5.4% en enero respecto al año anterior, mientras que el gasto de los consumidores estadounidenses aumentó un 1.8% desestacionalizado en enero comparado en el de  diciembre, el mayor aumento en casi dos años. Los sueldos y salarios crecieron un 0.9% en enero, más del doble que el mes anterior.

Europa también comenzó el año con mucha potencia y parece poco probable que caiga en la recesión pronosticada por muchos después de que los precios de la energía aumentaron en los meses posteriores a la invasión rusa a Ucrania. El costo de ese vigor económico: los datos más recientes mostraron que la tasa de inflación subyacente, que excluye el petróleo y los alimentos, alcanzó un máximo histórico en febrero de 5.3%.

Por su parte, la reactivación de China ha ayudado a impulsar la producción industrial en otras partes de Asia. Pero los economistas son cautelosos, en parte debido a la incertidumbre respecto a cuánto, y qué tan pronto, la reapertura de China beneficiará al resto de la región. El abandono de la política de cero-covid con sus estrictas restricciones en China beneficiará principalmente al consumo, lo que podría ser una bendición para países como Tailandia, que son populares entre los turistas chinos, según Trinh Nguyen, economista sénior de Natixis en Hong Kong.

También hay dudas sobre cuán resistente será el crecimiento en los EE.UU. y Europa. Después de todo, las tasas de interés ya han aumentado considerablemente según los estándares de las últimas décadas, y puede llevar tiempo sentir el impacto total.

“Simplemente toma meses antes de que una política monetaria más estricta se abra paso en la economía real”, dijo Carsten Brzeski, economista jefe de ING Bank. “Y lo hará. O dicho de otra manera, si éste, que ha sido el mayor cambio de política monetaria en años, no deja ninguna marca en la economía real, valdría la pena considerar cerrar todos los bancos centrales”.

Una explicación alternativa para la resistencia tan sorprendente de la economía global frente a lo que parecen ser movimientos agresivos por parte de los bancos centrales es que las tasas de interés solo son efectivas por arriba de cierto nivel. Mark Dowding, director de inversiones de RBC BlueBay Asset Management, sugirió que las tasas podrían “necesitar moverse por encima de un umbral como el 2% antes de que comiencen a tener algún efecto”. Si ese fuera el caso, entonces podríamos afirmar que el ciclo alcista de tasas de interés en EE.UU. apenas comenzó realmente hace seis meses y en Europa apenas está iniciando. Dado el rezago en los efectos de la política monetaria, esto explicaría el por qué aún no se percibe todo su impacto en la economía real.

La fortaleza de la economía de EE.UU. podría llevar a la Reserva Federal a aumentar las tasas de interés aún más de lo anticipado este año para enfriar las presiones sobre los precios. Lo mismo ocurre con el Banco Central Europeo: tras el incremento de la inflación subyacente de la eurozona, los economistas de Barclays elevaron su pronóstico para la tasa de interés clave del banco central y ahora esperan que alcance un máximo histórico en los próximos meses.

En este sentido, en su testimonio del 7 de marzo ante el Congreso de Estados Unidos, el presidente del Banco de la Reserva Federal (FED), Jerome Powell, indicó que “es probable que el nivel final de las tasas de interés sea más alto de lo anticipado” y que “restaurar la estabilidad de precios probablemente requerirá que mantengamos una postura restrictiva durante algún tiempo”. Esta fue la dura postura por parte de la FED y, en consecuencia, los mercados se desplomaron y el dólar se fortaleció. Hace una semana escribí sobre la fortaleza artificial del peso mexicano, en 17.97 pesos por dólar, explicada por el diferencial de tasas de interés y una semana más tarde, tras las declaraciones de Powell, vemos el tipo de cambio en 18.50 pesos por dólar. 

Es así que mientras los bancos centrales sigan decididos a reducir la inflación a sus niveles objetivo, es probable que cualquier señal de fortaleza económica desencadene una respuesta de política monetaria destinada a sofocarla a través de alzas en tasas de interés.

Entonces, aunque Moody’s elevó recientemente sus pronósticos de crecimiento para EE.UU. y Europa, todavía espera una desaceleración este año, a 0.9% y 0.5%, respectivamente.

Las consecuencias de un mayor endurecimiento de la política monetaria no se limitarán a esas regiones. Es probable que afecte a las economías en desarrollo, algunas de las cuales, en particular naciones como México y Brasil, que elevaron sus tasas de interés clave desde antes de que lo hiciera Estados Unidos, por lo que podrían sufrir mayores alzas de tasas para emular las decisiones de política monetaria de EE.UU, lo que en el caso de México podría llevar la tasa objetivo a un nivel de 12.00% o superior. Esto significa mayores costos financieros para todos los que tengan deuda con tasas de interés variable, los que vayan a solicitar nuevos créditos o que tengan necesidades de refinanciar. Mayores costos para gobiernos, empresas y familias derivados del fortalecimiento económico.

Para los bancos centrales, el único mensaje de la reciente aceleración del crecimiento y la inflación puede ser que su endurecimiento hasta ahora no ha sido suficiente, lo que provoca preguntarnos si la negativa actual de las economías a frenarse finalmente tendrá que terminar en recesiones retrasadas en 2024.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

El regreso del super peso

Al momento de escribir estas líneas, el tipo de cambio se encuentra en un nivel de 17.97 pesos por dólar, su nivel más bajo desde el 26 de septiembre de 2017. En el comparativo del último año, no cabe duda de que el peso mexicano es una de las monedas más fuertes frente al dólar estadounidense, dentro del grupo de las diez monedas globales más intercambiadas. En el comparativo del promedio de los días que llevamos de marzo de 2023 respecto de marzo de 2022, tenemos que el dólar estadounidense está 1.83% más caro frente al dólar canadiense, está 6.33% más caro frente al euro, 22.62% más elevado frente al yen japonés, 9.83% más alto frente a la libra esterlina, 6.07% más barato respecto del franco suizo, 4.99% más caro frente al dólar australiano, 9.74% más caro respecto del dólar neozelandés, 15.29% más caro frente al won coreano y 5.90% más bajo respecto del peso mexicano. Queda claro pues, que en el último año, sólo el franco suizo y el peso mexicano se han apreciado frente al dólar estadounidense.

Si analizamos un periodo de tiempo más amplio, como del promedio de marzo de 2019 al promedio de marzo de 2023, vemos que sólo el peso mexicano se ha apreciado frente al dólar estadounidense, mismo que lo hizo en un 11.89%, tal y como se muestra en la siguiente tabla:

En teoría, el hecho de tener un super peso en este momento es una buena noticia para los consumidores mexicanos, quienes ahora podrán comprar productos importados más baratos. Claro, siempre y cuando los importadores trasladen un tipo de cambio más bajo a los precios de venta para el consumidor final, lo cual está supeditado a que haya la suficiente competencia en el mercado y consumidores informados, de lo contrario, la baja en el tipo de cambio que no se traduzca en disminución  de precios de productos importados, sólo servirá para ampliar los márgenes de utilidad de los importadores y comercializadores.

Donde si hay un impacto negativo innegable por tener un dólar por debajo de los 18 pesos, es en el sector exportador y en algunas ramas de la planta productiva nacional. Para los exportadores, sus precios de venta en dólares se han elevado, lo que merma su competitividad. Para ilustrar esto, pongamos un ejemplo sencillo. Si un par de zapatos costaba producirlos 400 pesos hace un año, eso significa que con un tipo de cambio de 20.545 pesos por dólar, su costo en dólares era de 19.47 dólares por par. Ahora, dada la inflación que hemos sufrido, el costo de producción en pesos es de 440 pesos por par, y a un tipo de cambio de 18.10 pesos por dólar, entonces el costo en dólares se ha elevado a 24.31 dólares por par. Es decir, por el efecto de la inflación interna y un menor tipo de cambio, el costo en dólares subió 24.84% en el último año, lo que sin duda es un duro golpe a la competitividad exportadora.

Es verdad que la baja del tipo de cambio puede ayudar a algunos fabricantes con la importación de ciertos insumos o bienes intermedios más baratos , aunque volvemos a lo mismo, es posible que los fabricantes de insumos nacionales se vean desplazados por fabricantes extranjeros.

Para el que fabrica bienes finales puede haber una afectación importante en la medida en que las grandes cadenas comerciales utilizan esta baja como argumento para exigirle a los fabricantes nacionales que bajen sus precios o serán reemplazados por proveedores extranjeros. Un producto que en marzo de 2022 costaba 20 dólares, tenía un costo en pesos de 410.90 pesos, si asumimos una inflación del 8%, ese producto ahora cuesta 21.60 dólares, pero al tipo de cambio actual son solo 391.00 pesos, por lo que el producto importado se volvió 4.84% más barato en el último año, a pesar de la inflación  internacional. De esta manera, un comercializador que vende productos importados y hechos en México, podría decirle a su proveedor nacional, que pese a la inflación del año pasado en México, necesita que le baje el precio 5% o de lo contrario le dejará de comprar.

Desde luego que también hay una afectación  para el turismo internacional, ya que con un dólar barato o un peso caro, para el turista nacional que puede, se vuelve más atractivo viajar al exterior, mientras que para el turista extranjero, México se ha vuelto caro por lo que tal vez será mejor ir a Europa, donde su moneda se ha debilitado frente al dólar, como vimos al principio de esta entrega.

Entonces queda claro que un dólar barato no es una buena noticia en todos los sentidos como nos lo quieren hacer creer.

Ahora, la pregunta más importante que muchos se hacen es ¿por qué se ha dado el fortalecimiento del peso estos últimos meses? ¿Hubo algún cambio en los fundamentales de la economía mexicana que justifique tal apreciación? La respuesta es no. Lo que explica buena parte de la fortaleza del peso mexicano es la importante alza en las tasas de interés y un cambio en la percepción de riesgo hacía nuestro país que ha provocado que los capitales golondrinos y especulativos hayan decidido regresar a México.

Las cifras oficiales dan cuenta de que no se debe a que nuestra economía esté en una posición de gran solidez de crecimiento económico, ya que en el cuarto trimestre de 2022 apenas recuperamos el nivel de PIB prepandemia, y pues tampoco se debe a que tengamos un superávit de cuenta corriente en la balanza de pagos.

Como ya lo mencioné, el peso ha estado fuerte básicamente por lo elevadas que están las tasas de interés en nuestro país. Y es que de las economías más importantes del mundo, la de México es la que paga las mayores tasas de interés, siendo la tasa objetivo del Banco de México de 11.00%. En la actualidad la tasa de interés de la zona euro es de 2.5%, en Malasia de 2.75%, en Suecia de 3.00%, en Australia de 3.35%, en Corea del Sur de 3.5%, en China de 3.65%, en Reino Unido de 4.00%, en Canadá de 4.5%, en Estados Unidos de 4.63%, en Arabia Saudita de 5.25%, en Indonesia de 5.75%, en Filipinas de 6.00%. en India de 6.5%, en Polonia de 6.75%, en Rusia de 7.5%, en Perú de 7.75% y en Turquía de 8.5%.

Queda claro que México es una buena alternativa para invertir, en bonos gubernamentales de corto plazo, un Cete a 28 días paga más del doble de lo que paga un bono del Tesoro de Estados Unidos a plazo de un mes (11.05% vs 4.75%). ¿Cómo no van a fluir los capitales hacía México con estos super rendimientos que estamos pagando, cuando la inflación en México es de 7.8% y en Estados Unidos de 6.5%?  Y más aún suma a la fortaleza del peso la expectativa de que las tasas de interés se mantendrán elevadas por mucho más tiempo.

En este contexto, la tasa de interés implícita anualizada que calculamos en GAEAP para los Cetes a 28 días está en un nivel de 11.67% para dentro de 91 días, de 12.10% para dentro de 175 días y de 11.39% para dentro de 693 días.  Esto implica que el mercado anticipa que el rendimiento de los Cetes a plazo de 28 días estará 1.05 puntos porcentuales más alto dentro de 6 meses y disminuirá paulatinamente sólo 0.70 puntos porcentuales hasta llegar a 11.39% en febrero de 2025.   

Si usted fuera un inversionista internacional y dados estos valores de tasa de interés ¿a usted en qué país le gustaría invertir? Desde luego que México es una alternativa atractiva, ya que aún conserva su calificación de deuda soberana en la categoría de “grado de inversión”. En una entrega anterior había explicado que aunque usted tuviera temor a un evento catastrófico en México, cualquier riesgo de la inversión por motivo de la depreciación del peso se puede cubrir comprando coberturas cambiarias, por lo que nuestro país sigue representando una magnifica alternativa para los inversionistas internacionales (claro a costa de los bolsillos de los mexicanos como veremos a continuación).

Estas elevadas tasas de interés, si bien ayudan a que baje el tipo de cambio porque son el imán que atrae capitales golondrinos, son también en parte causa de la perspectiva de desaceleración económica del país ya que afectan la inversión productiva. La contracción del sector construcción, la caída en la venta de automóviles y la disminución en la adquisición de maquinaria y equipo por parte de empresas, en buena medida es ocasionada por las fuertes alzas en la tasa de interés por parte del Banco de México, organismo que llevó su tasa de interés objetivo de 4.0% en la pandemia hasta el actual 11.00%. Y de igual manera, el hecho de que ahora familias, empresas y gobiernos en México paguen mucho más por sus créditos, es producto de la lucha contra la inflación.

Aunado a lo anteriormente mencionado, también se deben mencionar como factores que suman a la fortaleza del peso, el record histórico de recepción de remesas, mismas que sumaron 58.497 miles de millones de dólares en 2022. Y también ayuda mucho el que se haya concretado la atracción de la inversión de la planta automotriz de Tesla, ya que se genera una percepción más clara de que el gobierno federal es amigable con la inversión extranjera y que es capaz de asumir compromisos con este tipo de empresas. Con la decisión anunciada por Elon Musk, es verdad que muchas empresas van a voltear hacia México y con ello se pueden capitalizar más inversiones en este momento de nearshoring.

Un último punto para destacar es el relacionado a cuál debería ser el nivel de tipo de cambio idóneo o que tanto más podría baja el dólar. En este sentido, en GAEAP hicimos un sencillo ejercicio para calcular el tipo de cambio teórico de acuerdo a los diferenciales de inflación acumulados entre México y Estados Unidos de 1997 a la fecha. El tipo de cambio teórico en enero de 2023 resultó ser de 17.0391 pesos por dólar.

Fuente: Elaborado por GAEAP con datos de Pacific Exchange Rate Service, INEGI y Department of Labour Economics

Considero que las probabilidades de que veamos un dólar en ese precio son muy bajas, pero bueno, de alguna forma nos ilustra para saber que ese es el valor que “debería” tener un dólar.

A manera de conclusión podemos mencionar que un dólar tan barato seguro causará problemas para la industria nacional al dificultar las exportaciones y generar mayores importaciones, aunque habría que analizar caso por caso ya que no se descarta que haya industrias que podrían salir ganando de esta situación. Donde se ven las ganancias más claras es en el mercado de bienes de consumo que si podrían registrar una baja de precio siempre y cuando existan condiciones de competencia.

Sin embargo, debemos tener en claro que el regreso del super peso se debe principalmente a lo elevadas que están las tasa de interés en México, por lo que esta baja del tipo de cambio pudiera ser un episodio temporal en lo que se regulariza la política monetaria de la mayoría de países y regresamos a niveles de tasas más bajos. Finalmente, en los próximos meses en México estaremos adentrándonos más en temas políticos, veremos cual será el impacto que eso tiene en el tipo de cambio.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaedap.com

En Twitter: @alejandrogomezt