Finanzas públicas “detenidas con alfileres”

Con motivo de varios de los datos que dio el presidente Andrés Manuel López Obrador en su cuarto Informe de Gobierno, decidí escribir sobre la situación actual de las finanzas públicas en México. Es un tema árido, con muchos datos, pero es importante saber cómo estamos ya que de esto dependen muchas cosas, entre las que destacan, la calificación que nos asignan las agencias calificadoras de riesgo como Standard & Poor´s, Moody´s y Fitch Ratings.

Recién se dio a conocer la situación de las finanzas públicas al mes de julio de 2022. Analizando a detalle las estadísticas oportunas de las finanzas públicas, proporcionadas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Pública (SHCP), vemos que si bien se ha mantenido cierta “disciplina” de las finanzas, es evidente la debilidad de éstas por: 1. Los subsidios otorgados al Impuesto Especial a Productos y Servicios (IEPS) de gasolinas y diesel; 2. Cada año se regalan más y más miles de millones de pesos a personas a través de subsidios y transferencias; 3. El crecimiento de la deuda pública a una tasa superior a la de la inflación, en un momento en el que las tasas de interés están en aumento; 4. Se han despilfarrado los ahorros de pasados gobiernos, como ejemplo está el caso del Fondo de Estabilización Presupuestal que inició este sexenio con aproximadamente 300 mil millones de pesos y ahora cuenta con el 10% de su capital inicial. Todo en un contexto de escaso crecimiento económico ante la ausencia de políticas fiscales contracíclicas. A continuación se detalla la situación de las finanzas públicas, agrupada en tres apartados: ingresos, egresos y saldo de la deuda pública.

Ingresos públicos

En el acumulado de los primeros siete meses de 2022, los ingresos del sector público federal sumaron 3.86 billones de pesos, lo que representa un incremento real de 5.3% respecto a los mismos meses de 2021. Del total de ingresos, 760.9 miles de millones de pesos (mmdp) fueron ingresos petroleros, mientras que los restantes 3.101 billones de pesos fueron ingresos no petroleros. Aquí el punto a destacar es que el aumento de los ingresos totales del sector público federal se debe a que los petroleros aumentaron 39.3% real, lo que a su vez obedece al aumento del precio internacional del petróleo. Esto enciende algunos focos amarillos, ya que los ingresos no petroleros observan una caída real de -0.7%. En palabras sencillas, los ingresos se mantienen en línea gracias a que el precio del petróleo se ha mantenido por arriba de lo presupuestado. La situación se analiza a continuación.

De los ingresos no petroleros del sector público federal que sumaron 3.101 billones de pesos en los primeros siete meses de 2022, tenemos que 2.567 billones corresponden a ingresos del gobierno federal, 301.9 mmdp fueron de los Organismos de control presupuestario directo y los restantes 231.4 mmdp correspondieron a ingresos de la Empresa productiva del estado (CFE). Nuevamente se ve la debilidad de las finanzas públicas, cuando analizamos que en términos reales, en el comparativo de los primeros siete meses de 2022 respecto de los mismos meses de 2021, los ingresos del gobierno federal cayeron -1.5 por ciento. ¿A qué se debió esto?

Los ingresos del Gobierno Federal en los primeros siete meses de 2022, por un monto de 2.567 billones de pesos, se componen de dos fuentes, los Tributarios que sumaron 2.341 billones de pesos y los no tributarios que ascendieron a 226.3 mmdp. Respecto a estas fuentes de ingreso, en los primeros siete meses de 2022, los Tributarios crecieron apenas 1.0% en términos reales y los no tributarios cayeron -21.9% a tasa anual en términos reales.

Estas cifras adquieren un matiz más negativo cuando se toma en consideración que si comparamos los ingresos de julio de 2022 con los del mismo mes de 2021, vemos que los ingresos totales del Gobierno Federal presentan una caída en términos reales de -10.5%, producto de que los Tributarios se contrajeron -9.4% y los No tributarios -23.6 por ciento.

¿A qué se debe la debilidad de los ingresos tributarios? Como ya se mencionó, en el acumulado de los primeros siete meses de 2022, los ingresos tributarios sumaron 2.341 billones de pesos, y estos provinieron de las siguientes fuentes (en paréntesis se indica el porcentaje de variación real anual respecto del mismo periodo de 2021): de Impuesto Sobre la Renta (ISR) fueron 1.421 billones de pesos (15.3%), de Impuesto al Valor Agregado fueron 751.34 mmdp (4.0%), de Impuesto Especial Sobre Producción y Servicios (IEPS) fueron sólo 56.1 mmdp (-79.5%), de Impuestos a la Importación (IGI) fueron 51.7 mmdp (23.5%), de Impuesto por la actividad de exploración y explotación  de hidrocarburos fueron 4.2 mmdp (-3.3%), y de Otros impuestos fueron 56.28 mmdp (31.3%).

Destacan dos elementos del párrafo anterior: en primer lugar, el crecimiento de la recaudación por ISR y lo cual obedece al crecimiento de algunas actividades económicas qué están dentro de la formalidad (hay que recordar que la informalidad no paga ISR), así como a los actos de fiscalización por parte del Servicio de Administración Tributaria (SAT). En segundo lugar, destaca la caída en la recaudación de IEPS de -79.5% en términos reales. La evolución del IEPS se explica porque el que se cobra a gasolinas y diesel pasó de una recaudación de 152.7 mmdp en los primeros siete meses de 2021 a ser negativo en -56.81 mmdp en los mismos meses de 2022. Tal y como lo ha mencionado el gobierno federal, respecto a este impuesto, no sólo no se cobró en algunos meses, sino que se otorgó un subsidio con el objetivo de mantener “estables” los precios de los combustibles. Por otra parte, respecto al IEPS que se cobra a bienes distintos a la gasolina y diesel, éste fue de 112.9 mmdp en los primeros siete meses de 2022, lo que implica un aumento real de apenas 3.3% en términos reales.

Gasto público

En materia de gasto del sector público federal presupuestario, en los primeros siete meses de 2022, éste sumó 4.108 billones de pesos, lo que representa un incremento real de 3.4% respecto de los mismos meses de 2021. De este total de gasto, 2.982 billones de pesos correspondieron al gasto Programable, con un aumento real anual de 1.6%; mientras que el gasto No programable sumó 1.126 billones de pesos con un incremento real anual de 8.5%.

Del gasto programable total de 2.982 billones de pesos en los primeros siete meses de 2022, el 79.0% fue gasto corriente, mismo que sumó 2.355 billones de pesos con un aumento real anual de 1.3%, mientras que el gasto de capital representó el 21.0% del total, con un monto de 626.6 mmdp y un crecimiento real anual de 2.8%.

En cuanto al gasto corriente total, de 2.355 billones de pesos, se destinaron 743.4 mmdp en servicios personales (nómina), 1.024 billones de pesos en gastos de operación y la increíble cantidad de 587.6 mmdp en subsidios y transferencias. Esta última cifra es enorme e implica un incremento de 9.3% en términos reales respecto a los primeros siete meses de 2021. Buena parte de esto esta conformado por el dinero que el gobierno regala en sus programas asistencialistas y representa el 19.7% de todo el gasto programable del sector público federal. Es una barbaridad de dinero en apenas 7 meses del año.

Cabe señalar que en 2021 se erogó en este concepto de subsidios y transferencias la nada deleznable cantidad de 885.2 mmdp, por lo que observando el ritmo de crecimiento de este año, la cantidad erogada en subsidios y transferencias nominal fácilmente superara el billón de pesos en 2022. Este es un barril sin  fondo y la cifra pronto podría ubicarse en 25% del gasto programable total.

Respecto al gasto de capital, que sumó 626.6 mmdp en los primeros siete meses de 2022, tenemos que se destinaron 443.7 mmdp a inversión física y 182.8 mmdp fueron otros gastos de capital. De esta manera, la inversión física representó el 14.9% del gasto programable total. Sabemos que gran parte de estos recursos se han destinado a las grandes obras del gobierno federal como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto Felipe Ángeles. En otras palabras, lo que podría ser considerada una importante inversión en obra pública no está generando la derrama económica en el sector de la construcción porque las obras están focalizadas y muchas de ellas las lleva a cabo el ejército. Cabe recordar que la construcción  es uno de los sectores productivos más rezagados en su proceso de recuperación tras la pandemia del Covid-19.

Un rubro del gasto no programable que destaca es el del costo financiero de la deuda y éste llegó a 454.8 mmdp en los primeros siete meses de 2022, cifra que implica un incremento real de 6.3% respecto a los primeros siete meses de 2021. En la medida en que han subido las tasas de interés y se van dando vencimientos de deuda que se tienen que refinanciar, este rubro de gasto seguirá creciendo, por lo que es de esperarse que llegue a los 800 mmdp este año, presionando más el balance fiscal del sector público federal o sea, generando un mayor déficit del sector público y más deuda pública. Como referencia tenemos que el costo financiero de la deuda del sector público federal fue de 615.04 mmdp en 2018.

Finalmente, otro rubro del gasto no programable que es relevante es el de las participaciones, ya que es la principal fuente de recursos para los gobiernos estatales en virtud del injusto pacto fiscal existente. Las participaciones sumaron 667.4 mmdp en los primeros siete meses de 2022, cifra que implica un aumento real de 9.4% respecto a los mismos meses de 2021. Esta es una buena noticia. Quiero precisar que hago la mención  de que es un pacto fiscal injusto porque no hay un verdadero premio a los estados que más riqueza generan, sino que los estados más ricos subsidian a los estados más pobres y con más población. Es un tema controversial que merece un editorial aparte.

Deuda pública

En materia de deuda vemos que efectivamente su tasa de crecimiento nominal en lo que va del presente sexenio es más lento en comparación del sexenio pasado, pero es innegable que la deuda sigue aumentando nominalmente e inclusive a una tasa por encima de la inflación. Esto es producto de déficit fiscales crónicos, aunque en el discurso oficial se nos quiera hacer creer otra cosa.

Las estadísticas de la SHCP muestran que el saldo de la deuda neta del sector público federal era de 10.731 billones de pesos al 30 de noviembre de 2018 y para el 31 de julio de 2022 dicho saldo llegó a 13.387 billones de pesos, lo que implica un incremento nominal de 2.656 billones de pesos, equivalente a 24.8%. Este ritmo de endeudamiento equivale a un aumento diario de la deuda del sector público a razón  de 1.984 mmdp.  Reitero que resulta claro que el actual gobierno federal ha seguido endeudando al país en términos nominales, aunque cabe señalar que lo ha hecho a una tasa por encima de la inflación en el periodo, misma que llegó al 20.18%. 

No obstante lo anterior, dado que el PIB nominal no ha crecido en la misma proporción que la deuda neta del sector público federal, es que el peso de esta ha aumentado ligeramente. A continuación presento un sencillo análisis: el PIB nominal fue de 24.379 billones de pesos corrientes en el cuarto trimestre de 2018 y el saldo de la deuda al final de dicho año fue de 10.829 billones, lo que nos arroja que el peso de la deuda respecto al PIB fue de 44.4%. Ahora, en el segundo trimestre de 2022 el PIB nominal fue de 29.2 billones de pesos y tomando como referencia el dato del saldo de la deuda neta de 13.387 billones de pesos, pues tenemos que el peso de la deuda respecto al PIB subió a 45.8%.

Conclusiones

Resulta evidente que hay un enorme costo para las finanzas públicas al mantener el subsidio al IEPS que se cobra a las gasolinas y diesel. Esto ya sabemos que es una medida del gobierno federal para tratar de contener la inflación. Me parece que en breve ya no se necesitará este subsidio dado que los precios de las gasolinas, al menos en Estados Unidos, ya bajaron a un nivel similar al que tenían antes de la invasión de Rusia a Ucrania.

Finalmente, no debemos perder de vista que la labor de mantener un creciente gasto en subsidios y transferencias, que no genera valor, en un contexto de menor crecimiento económico, generará más y más presiones a las finanzas públicas. Esto sumado a que el costo financiero de la deuda es también cada vez más elevado derivado del alza en la tasa de interés y que la deuda pública no ha dejado de crecer en términos nominales.

Otra reflexión es que la política fiscal de los últimos cuatro años no ha sido detonante del crecimiento económico. Muestra de ello es que para el 2023, el país apenas recuperará los niveles de actividad de 2019, lo que se traducirá en cuatros años perdidos. Si comparamos el crecimiento de 2019 hasta 2023, México es de los países más atrasados al registrar un crecimiento promedio de cero por ciento. Esto mientras otros países están creciendo año con año por encima de la contracción de 2020.

No cabe duda que las finanzas públicas están detenidas con alfileres, en breve veremos el Paquete Económico 2023 a ver si no le quitan .

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

El creciente problema de deuda pública en 2021

Mucho se ha comentado respecto de la vigorosa recuperación económica de Estados Unidos con una proyección de crecimiento económico de 7% para este año. Ésta se sustenta en un incremento sustancial de la oferta monetaria por parte del Banco de la Reserva Federal (FED), así como por los agresivos paquetes de estímulo por parte de su gobierno federal. En total, los estímulos aprobados por parte de Estados Unidos entre 2020 y lo que va de 2021 totalizan casi 5 billones de dólares, cifra que representa el 24.46% de su Producto Interno Bruto (PIB) de este año. Lo más destacable de estos apoyos es que a las personas se les dieron cheques de 1,200 dólares en abril de 2020, otro de 600 dólares entre diciembre de 2020 y enero de 2021, y uno más en marzo de este año por 1,400 dólares. Es así que en el año fiscal 2021 los Estados Unidos registraran un déficit fiscal de 3 billones de dólares, equivalentes al 13.4% de su PIB. Con todo esto queda claro que nuestro vecino del norte está haciendo todo lo posible por resucitar su economía y abatir el desempleo. 

Mientras eso sucede en Estados Unidos, sabemos bien que en México los apoyos por parte del gobierno federal para hacer frente a la pandemia del Covid19 han sido casi nulos. De hecho la recuperación económica que ahora sentimos está sustentada en dos pilares: las exportaciones a los Estados Unidos y la recepción de remesas enviadas desde Estados Unidos. Para ilustrar la importancia de esto tenemos que en los primeros cinco meses de 2021 las exportaciones totales de México se encuentran 29.2% por arriba del valor de las exportadas en los mismos meses de 2020 y también están 2.1% por encima del valor de los primeros cinco meses de 2019. Por su parte, las remesas alcanzaron entre enero y mayo de 2021 un total de 19 mil 178.35 millones de dólares, un aumento del 21.75% respecto al mismo periodo de 2020.

La evidencia muestra que, a diferencia de otros países, en especial respecto a Estados Unidos, el gobierno federal mexicano ha hecho muy poco para que la economía nacional se recupere y lo que vamos avanzando este año es gracias a los empresarios y a lo que los migrantes envían a sus familias. La realidad es que no se sabe si la omisión de México fue por falta de recursos para hacerlo o porque al gobierno federal simplemente no le importa la economía nacional. Pero no obstante lo anterior, pese a que no ha habido apoyos, la situación fiscal del país se sigue deteriorando en términos absolutos con una deuda del sector público federal que no deja de crecer, como veremos a continuación.   

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) dio a conocer los saldos de la deuda del sector público federal al 31 de mayo de 2021, y a dicho mes el saldo total de la deuda neta fue de fue de 12.310 billones de pesos, de los cuales 7.838 billones correspondieron a deuda interna y 224.191 miles de millones de dólares (mmdd) fueron de deuda externa.

De esta manera, pese al discurso oficial de que no se ha endeudado al país, la realidad es que en el periodo del 1 de diciembre de 2018 al 31 de mayo de 2021 (lo que va de la presente administración federal), la deuda interna neta ha aumentado en 1.149 billones de pesos, mientras que la deuda externa creció en 26.127 mmdd. Ambos conceptos suman deuda adicional de 1.579 billones de pesos, equivalente a un crecimiento nominal de 14.1%. Esto implica que el sector público federal se ha endeudado en lo que va de la presente administración federal a un ritmo equivalente a 1,731 millones de pesos adicionales al día en promedio. Esta es una tasa de endeudamiento escandalosa y de hecho es superior a la observada durante el sexenio pasado (2012 – 2018), misma que fue de 1,425 millones de pesos diarios dado que pasó de 5.172 billones de pesos el 1 de diciembre de 2012 a 10.731 billones de pesos el 30 de noviembre de 2018.  

El crecimiento de la deuda del sector público en México se debe a que en 2019 el déficit presupuestario fue de 1.6% del PIB, mientras que en 2020 fue de 3.5% del PIB y se espera que este año llegue a 2.8% del PIB. Este desequilibrio se debe esencialmente a que dejamos de tener superávit primario por lo que ahora el sector público federal se endeuda para poder cubrir el pago de intereses de la deuda

Si tomamos en consideración que el PIB de México en el primer trimestre de 2021 fue de 24.903 billones de pesos, entonces la deuda neta del sector público federal representa el 49.43% del PIB, lo que ubica a México entre los países relativamente menos endeudados; sin embargo, cuando consideramos que los ingresos presupuestarios estimados del sector público federal para el 2021 son de 5.713 billones de pesos, pues queda claro que la deuda del sector público equivale al 215.47% de dicha cantidad. Y es precisamente este dato el que más preocupa.  

Este elevado peso de la deuda respecto de los ingresos del sector público es peligroso, sobre todo, en un contexto de alza en las tasas de interés. En 2020 el costo financiero de la deuda fue de 686.085 miles de millones de pesos (mmdp) y se estima que este año sea de 717.961 mmdp.  Esto significa que el costo financiero de la deuda en 2021 será equivalente al 12.00% de los ingresos presupuestarios. En el caso de Estados Unidos, el gobierno federal pagará este año unos 300 mil millones de dólares de intereses, cifra que representa el 9% de sus ingresos totales, por lo que queda claro que bajo esta medida la situación fiscal de México está más comprometida, aunque tenga una deuda más pequeña en relación al tamaño del PIB.

Para el 2022 el gobierno federal mexicano estima en los Precriterios Generales de Política Económica que la tasa de interés promedio será de 4.0% y que el costo financiero de la deuda será de 761.981 mmdp, pero la realidad es que la tasa de interés estará en promedio en alrededor de 4.75%, por lo que el costo financiero podría ser cercano a los 800 mmdp. Este dato es muy relevante porque implica más presión a las finanzas públicas y que se destinen menos recursos para aspectos prioritarios como el desarrollo de inversión física directa, misma que fue de apenas 362.357 mmdp en 2020. Como referencia, cabe señalar que en 2018 la inversión física directa fue de 346.701 mmdp, por lo que resulta evidente el estancamiento en este indicador.

Hasta ahora las calificadoras de riesgo han valorado el esfuerzo del sector público federal de mantener “finanzas públicas sanas” y dar certeza respecto de la capacidad de pago de los compromisos financieros, pero las perspectivas para el mediano plazo son negativas. Muestra de ello es que el pasado 16 de junio la calificadora de riesgo crediticio S&P Global Ratings informó que ratificó las notas de riesgo crediticio de México de “BBB” en moneda extranjera y de “BBB+” en moneda local, pero a ambas las puso con perspectiva “negativa”. Esto significa que existe la posibilidad de una baja de calificación durante el próximo año debido a un perfil fiscal potencialmente más débil, dados los riesgos provenientes principalmente de Pemex.

Y es que si bien, se mantiene cierta disciplina fiscal, nuestro país no ha logrado el dinamismo económico que si observan otros mercados emergentes, además de que enfrentamos serios problemas con la inversión fija bruta por parte del sector privado, dadas las pocas señales de certidumbre por parte del gobierno federal. De acuerdo con el INEGI, el nivel de inversión fija bruta por parte del sector privado durante el primer trimestre de 2021 es 4.93% más bajo que el del primer trimestre de 2020, pero se debe destacar que es 13.14% inferior al observado en el primer trimestre de 2018.

A manera de conclusión podemos señalar que resulta evidente que es falso que México no esté aumentando si deuda, y que contrario a lo que pudiera pensarse, de hecho la deuda ahora crece a un ritmo más elevado que en el sexenio pasado, lo cual ya es mucho decir. Sin una reforma fiscal que amplíe la base de contribuyentes y combata la economía informal los problemas fiscales del país van a seguir y es probable que perdamos nuestra calificación de deuda soberana con grado de inversión. De suceder esto en 2022 sería una pésima noticia para el país y pudiera ocasionar un fuerte ajuste en el tipo de cambio. El reto para el armado del Paquete Económico 2022 será enorme y los mercados estarán muy atentos. Por el momento, vemos que no habrá motor interno de recuperación económica impulsado por el gobierno federal y que seguiremos dependiendo de las exportaciones y de los paisanos que mandan sus remesas al país.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

¿Es realista el Paquete Económico 2021?

El pasado 8 de septiembre, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) entregó a la Cámara de Diputados el Paquete Económico 2021, lo que es considerado como el documento de política económica más importante del año. Si bien no hubo ninguna sorpresa agradable por algún cambio en la política económica que nos haga pensar en una reactivación económica más acelerada, tampoco hubo sorpresas negativas. En esta entrega analizamos algunos de los aspectos más relevantes de dicho paquete en cuanto a los supuestos del desempeño macroeconómico para lo que resta de este año y el 2021, así como las proyecciones de ingresos y gastos públicos, y la incidencia de éstos en el saldo de la deuda pública.

Supuestos macroeconómicos

Como se esperaba, en aras de justificar mayores ingresos públicos en 2021, los supuestos macroeconómicos plasmados en los Criterios Generales de Política Económica (CGPE) 2021 son muy optimistas, lo que se traduce en importantes riesgos de que las metas de recaudación no se cumplan. Para 2020, la SHCP proyecta una contracción del PIB de -8.0%, cifra casi 2 puntos porcentuales por debajo de la estimación de -9.9% mencionada en la más reciente encuesta de expectativas económicas de Banamex y también mejor al -9.97% de la más reciente encuesta de expectativas económicas del Banco de México. Esto es relevante porque el nivel del PIB de 2020 es la base sobre la que se realizan las proyecciones de 2021. Para 2021, Hacienda espera un rebote del PIB de 4.6%, muy por encima de la estimación de la encuesta de expectativas de Citibanamex (3.4%) y de la encuesta del Banxico (3.01%).

Otra fuente que “infla” la expectativa de ingresos públicos en 2020 y 2021 es la estimación de la plataforma de producción de petróleo. La SHCP estima que ésta será de 1.74 millones de barriles diarios (mbd) en 2020 y de 1.86 mbd en 2021. Cabe señalar que estas cifras son poco realistas ya que  hasta ahora los resultados en cuanto a producción petrolera han sido muy malos siendo ésta de 1.68 mbd al mes de julio, la producción más baja desde 1979. Aunado a lo anterior, los precios esperados para la mezcla mexicana parecen elevados, siendo de 34.60 dólares por barril en 2020 y de 42.10 dólares por barril en 2021.

En cuanto a las expectativas de inflación y del tipo de cambio presentadas en los CGPE 2021, éstas están alineadas a lo que suponen analistas privados. En cuanto a la inflación 2020 y 2021, la SHCP espera que ésta sea de 3.5% y 3.0% respectivamente. En relación al tipo de cambio, esperan que el promedio de 2020 sea de 22.00 pesos por dólar, mientras que el de 2021 sea de un promedio 22.10 pesos por billete verde.

Ingresos y gastos presupuestarios

Derivado de los supuestos poco realistas de crecimiento del PIB y de la plataforma de producción de petróleo, las proyecciones de ingresos públicos también son optimistas. La SHCP estima ingresos presupuestarios totales y tributarios en 2021 que representen el 22.2% y 14.1% del PIB, respectivamente, lo que implica tasas de crecimiento reales de -0.5% y +5.7% en comparación con el 2020. La disminución de los ingresos presupuestarios se debe principalmente a que ya no incluirían recursos de fondos y fideicomisos (sabemos que éstos se agotarán este año). Por otro lado, el esperado incremento en la recaudación tributaria está asociado al repunte de la actividad económica y la estrategia de “eficiencia” implementada hasta el momento por el SAT, ya que Hacienda reiteró su compromiso de no proponer nuevos impuestos ni elevar las tasas de los existentes.

Es así que la SHCP estima que en 2021 los ingresos presupuestarios totales sumen 5.539 billones de pesos y con la “magia” de las cifras alegres en materia petrolera, se espera que el 16.9% de estos ingresos sean petroleros. Por su parte, la proporción de ingresos tributarios respecto del total de ingresos pasa de 60.05% en 2020 a 63.78% en 2021.

En cuanto al gasto, genera preocupación la austera propuesta global, especialmente porque ésta se da en un contexto de una profunda contracción en 2020 y una perspectiva de recuperación relativamente moderada el próximo año. La propuesta de presupuesto 2021 incluye recortes en todos los ámbitos, a excepción de los subsidios, los “programas prioritarios” y el sistema de salud. El gasto total se proyecta que represente el 25.0% del PIB, un incremento en términos reales de 0.1% anual. Sin embargo, si excluimos los gastos irreductibles como el costo financiero de la deuda, los pasivos de pensiones y las participaciones a entidades federativas (gastos etiquetados), se espera que los egresos disminuyan en 2.2% real anual en comparación con 2020. En cuanto al gasto asignado por secretaría, hay disminuciones significativas en términos reales para muchas de ellas, incluido un recorte de 20% a la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y una reducción de 17% en el presupuesto de la Secretaría de Hacienda con respecto a 2020. Es preocupante que se proyecta que las participaciones a las entidades federativas disminuyan en 6.4%, mientras que se propone que el gasto clientelar en subsidios y transferencias administrados por el gobierno federal aumenten 6.9% en términos reales.

No obstante esta política de austeridad, y los importantes recortes en el presupuesto de la Secretaría de Energía, una parte importante del gasto programable sigue destinándose al sector energético. Los recursos presupuestarios asignados a Pemex y CFE representan el 21.8% del gasto programable, una cantidad enorme, particularmente cuando muchas otras áreas trabajan con recursos insuficientes. En el caso de Pemex, también es de destacarse la propuesta de que el balance de la empresa en 2021 sea deficitario en -92.7 miles de millones de pesos (mmdp), un aumento considerable respecto del déficit de -62.6 mmdp aprobado para 2020.

En lo que respecta al gasto no programable, el costo financiero de la deuda pública se estima que represente el 2.9% del PIB, cifra inferior al 3.1% del PIB proyectado para 2020, lo cual se debe a que no obstante el fuerte aumento en el saldo de la deuda pública este año, le favorecerá al sector público la baja sustancial en las tasas de interés en México y el mundo.

Balance fiscal y deuda pública

En general, la SHCP propone una postura fiscal más laxa en 2021, al pasar de un superávit primario de 0.2% del PIB en 2020 a un balance de 0.0% en 2021, lo cual es bienvenido ante el escenario de una economía recesiva. De cualquier manera, como ya se señaló, preocupan bastante los supuestos macroeconómicos demasiado optimistas, lo que seguramente complicará el cumplimiento de las metas fiscales de recaudación y de balance público.

Es de destacarse que si bien la SHCP hace mención de que las cifras de balance primario se lograron por un incremento en la recaudación fiscal de agosto, es verdad que el gobierno federal obtuvo “ingresos” este año equivalentes a 1.6% del PIB por el uso y agotamiento de lo que se tenía en fideicomisos. El tema de si estos recursos provenientes de fideicomisos públicos debe ser contabilizado como un ingreso, es materia para otro análisis.

El balance primario es el resultado de los ingresos y gastos del sector público antes de considerar el costo financiero de la deuda, es así que cuando agregamos el pago de intereses, el resultado fiscal de 2020 y 2021 dan cuenta de un deterioro importante en la solidez fiscal del país. En 2020 el costo financiero se estima que será de 718 mmdp, mientras que en 2021 se espera que sea de 724 mmdd, por lo que el balance de 2020 será deficitario en -663.3 mmdp, y en 2021 se espera que sea de -718.1 mmdp, ambas cifras representan el 2.9% del PIB de los dos años.

Es así que los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP), la medida más amplia del crecimiento de la deuda del sector público, serán de 1.082 billones de pesos en 2020 y de 842.4 mmdp en 2021, cifra que representa el 4.7% y 3.4% del PIB respectivamente. Dado lo anterior, la SHCP estima que el Saldo Histórico de los RFSP (SHRFSP) sean del 54.7% y 53.7% del PIB en 2020 y 2021. Cabe señalar que el SHRFSP representaron el 44.8% del PIB en 2019, por lo que se aprecia un fuerte incremento en la proporción de deuda pública total respecto al PIB del país.

Conclusiones

De acuerdo con varios analistas, no obstante la enorme crisis económica y sanitaria que vivimos, la propuesta del Paquete Económico 2021 maneja los mismos principios que prevalecían antes de la crisis del Covid-19: prioridades de gasto similares en general, austeridad y una buena carga de optimismo en las proyecciones de variables macroeconómicas clave, lo que probablemente forzará a realizar ajustes a lo largo de 2021. Lamentablemente el Paquete Económico 2021 no plantea estrategias ni incentivos para la recuperación económica; y como ejemplo tenemos que se espera que la inversión pública disminuya de representar el 3.1% del PIB este año a 2.3% al final de la administración, mientras que la SHCP reconoce que incluso dentro de su senda optimista, el crecimiento del PIB alcanzaría un mero 2.5% para el 2024. Se confirma que en el mejor de los casos este será un sexenio perdido en materia económica.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

¿Qué esperar para la economía mexicana en lo que resta del 2020?

FZIKXCGYWRAUZITOWPPS4GUY3Q
Al día de hoy, a nivel mundial ya hay más de 318 mil casos de COVID-19, en México apenas 251.

Las últimas dos semanas, desde el sábado 7 de marzo cuando Arabia Saudita anunció que inundaría el mercado mundial con petróleo, han sido de extrema volatilidad en los mercados financieros mundiales. En el caso de México la hemos resentido de manera importante, por las propias debilidades estructurales de nuestra economía.

Por una parte, hemos comentado el enorme riesgo en el que están nuestras finanzas públicas por la fuerte caída de los precios internacionales del petróleo, incluido el de la mezcla mexicana. De acuerdo con información del Banco de México, el 18 de febrero, el barril estaba en 48.85 dólares y el 20 de marzo cerró en 15.78 dólares, lo que implica que en cosa de un mes, éste se derrumbó 67.7%, con el consecuente golpe para las finanzas públicas. En este sentido, muchos hemos criticado la falta de transparencia de Pemex y el gobierno federal por no dar suficientes detalles respecto de las condiciones de contratación de las coberturas petroleras que se debieron haber adquirido para garantizar un precio mínimo del petróleo. En el caso concreto de Pemex la falta de transparencia es aún mayor.

El desajuste fiscal ocasionado por la caída en el precio del petróleo será exacerbado por el desplome de los ingresos fiscales del gobierno por concepto de Impuesto Sobre la Renta (ISR) e Impuesto al Valor Agregado (IVA). En la semana que concluye, la mayoría de los analistas han ajustado su expectativa de crecimiento económico para México para este año. El Bank of America espera una contracción de -4.5%, Banorte de -3.5%, Citibanamex de -2.6%, JP Morgan de -1.8%, Credit Suisse -4.0%, Scotiabank -5.8% y así puedo mostrarles más ejemplos. Pero lo que es aún peor es la expectativa de caída del PIB para el segundo trimestre de 2020, siendo la expectativa de JP Morgan de -15.5%. Para poner dicha cifra en contexto, tenemos que el Banco de Información Económica (BIE) de INEGI nos presenta la información trimestral de evolución del PIB para el periodo de 1981 a 2019 y para todo ese periodo la caída del PIB más fuerte registrada fue de -9.1% el segundo trimestre de 1995. Esto implica que de materializarse la expectativa de JP Morgan, en el segundo trimestre de 2020 veremos la mayor caída del PIB para un trimestre desde 1932, año en el que el PIB de México cayó -14.83% según Manuel Aguirre Botello.

Para agravar las cosas aún más para México, pues tenemos que en Estados Unidos también se anticipa un escenario casi apocalíptico, que frenará nuestras exportaciones hacía dicha nación. El viernes 20 de marzo, los economistas de Goldman Sachs dijeron que anticipan una caída en el PIB estadounidense de -24.0%, después de una caída de -6.0% en el primer trimestre. Esto después del freno repentino e histórico de la actividad, en aras de frenar la pandemia del Covid-19.  La buena noticia es que los economistas esperan un rebote de 12.0% en el tercer trimestre y uno de 10.0% en el cuarto. De esta manera, la expectativa es que Estados Unidos cierre con una caída anualizada de su PIB en todo 2020 de -3.8%.

Coronavirus-Covid-19-Mexico-Efecto-económico-Impacto-

Todo esto hace que se observe un escenario muy complicado para las finanzas públicas de México, por lo que es altamente probable que las agencias calificadoras de deuda como Moody´s, Standard & Poor´s y Fitch nos bajen la calificación de la deuda tanto soberana, como la de Pemex, lo cual amplificaría el problema de depreciación de nuestra moneda que de por si nos ha pegado fuerte. Es verdad que muchos capitales han abandonado el país anticipándose a la degradación de la calificación de nuestra deuda, pero muchos más pueden salir una vez que se materialice el escenario en el que perdamos el “grado de inversión”.  Sucede que muchos de los capitales que se mueven por el mundo, son controlados por algoritmos computacionales, de manera que una baja en la calificación de la deuda mexicana y de Pemex ocasionaría mayores salidas de capitales sin intervención humana. De esta manera, si las autoridades federales continúan sin explicar cómo van a abordar el problema fiscal que se nos avecina, no se descarta ver al tipo de cambio en niveles de hasta 28 pesos por dólar o más, al menos en el corto plazo.

Referente al tipo de cambio, varias personas me han preguntado cómo se ha comportado nuestra moneda frente al dólar y cómo se compara esto con el desempeño de otras monedas. Entonces decidimos hacer un pequeño análisis en GAEAP, con datos del Pacific Exchange Rate Service, el cual presentamos a continuación:

Encontramos que en el comparativo de la primera semana completa del año (del 6 al 10 de enero) y la semana más reciente (del 16 al 20 de marzo) el dólar estadounidense pasó de un promedio de 18.83 a 23.586 pesos mexicanos, lo que implica un encarecimiento de 25.3%. Al comparar esto con las monedas más importantes a nivel mundial y de Latinoamérica, vemos que el dólar se apreció 26.1% respecto al peso colombiano y 24.3% frente al real brasileño. Siendo entonces estos dos países y México los que mayor depreciación de su moneda han registrado en lo que va de 2020.

Por su parte, el dólar estadounidense se ha apreciado 16.3% respecto del dólar australiano, 13.3% frente al dólar de Nueva Zelanda, 11.8% frente al peso chileno, 10.3% frente a la libra esterlina, 9.7% frente al dólar canadiense, 7.2% frente al won de Corea del Sur, 6.0% frente al peso argentino, 2.3% frente al euro y 1.5% frente al yuan chino. Por su parte, el dólar estadounidense ha perdido el 0.1% de su valor frente al dólar de Hong Kong, se ha depreciado -0.3% frente al franco suizo y se ha depreciado -0.4% respecto del yen japonés.

Queda claro pues que de este grupo de 15 monedas, en lo que va de 2020, el peso mexicano es la de segundo peor desempeño, debilidad que se explica por los factores antes mencionados, y que desde luego se puede agravar.

En este sentido, una buena noticia es que el Banco de México adelantó su decisión de política monetaria una semana, y que el viernes 20 de marzo anunció que disminuyó su tasa de interés objetivo a un día a un nivel de 6.50%. Esta decisión en principio no tuvo un impacto en el tipo de cambio, el cual se encuentra al momento de escribir estas líneas en 24.4368 pesos por dólar en su cotización interbancaria. Es un nivel de tipo de cambio muy alto, que ya se había observado desde el jueves 19, por lo que no se puede decir que la baja en la tasa de interés haya tenido un impacto negativo en la moneda.

1569432492_300775_1569434022_noticia_normal_recorte1
Los más pobres son los más vulnerables al Covid-19, en todos los sentidos.

Cabe destacar que en el comunicado de prensa que el Banxico emitió para dar a conocer su decisión, hace una reflexión de que la baja en la tasa de interés se dio porque se espera que la demanda interna caiga tanto que habrá menores presiones en los precios, pero al mismo tiempo hace mención de que el aumento en el tipo de cambio podría presionar la inflación hacía arriba. Cabe recordar que la inflación anualizada de febrero de 2020 fue de 3.7%, por lo que cualquier contaminación de los precios por el alza en el tipo de cambio, pondría un freno a mayores bajas en la tasa de interés. Sin embargo, la baja temporal en los precios de las gasolinas ayuda de manera importante a restar presiones inflacionarias.

A manera de conclusión, podemos señalar que estamos viviendo la peor crisis económica en al menos 90 años si se analiza desde la óptica del freno que veremos en el segundo trimestre de 2020, y será la peor crisis desde 1995 si se analiza en términos del balance esperado para todo el año. Muchas empresas ya están sufriendo los estragos de clientes que les han cancelado pedidos e inclusive a muchos los han dejado con el producto terminado y no se los van a recibir. Muchos compradores han anunciado que no realizarán pagos y varios de los compradores internacionales han solicitado al menos un mes más de plazo para poder pagar.

En México no ha habido ningún anuncio de apoyos por parte de la Secretaría de Economía, y tampoco ninguna consideración por parte de las autoridades fiscales del país como la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. La sociedad y los empresarios hemos sido dejados a nuestra suerte. Otro aspecto a considerar es el fuerte problema que se le puede ocasionar a los bancos por quienes de plano les dejarán de pagar sus créditos, por lo que se espera que ellos anuncien alguna medida de apoyo en los próximos días. Es así que el escenario económico se complica día con día a pasos agigantados, y lo peor está aún por llegar.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

*Te invito a que te suscribas al Servicio de Información Económica de GAEAP*

¿Cómo impactará el COVID-19 a la economía de México?

5e68ea96a0fbe
Escenas de desolación en varias ciudades del mundo.

Los días recientes han estado saturados de información respecto a la propagación del COVID-19 y las acciones de los gobiernos para tratar mitigar el avance de la enfermedad. La cancelación de diversas actividades económicas en diversos países aunado a las medidas de contención que se implementarán en los próximos días, hacen prever que la tasa de crecimiento económico a nivel mundial será la más baja desde 2009, año en que ésta registró una caída de -1.679%

De acuerdo con Kozul-Wright, Director de la División sobre Globalización y Estrategias de Desarrollo en la UNCTAD, la desaceleración de la economía global a una tasa por debajo del 2% para este año, tendrá un costo de 1 billón de dólares (cifra equivalente al 80% del PIB de México). Sin embargo, en un “escenario del día del juicio final” en el que la economía mundial crece a una tasa de apenas 0.5%,  implicaría un golpe al PIB de la economía mundial de 2 billones de dólares.

Estas perspectivas, de la mano del colapso de los precios del petróleo y la interrupción de las cadenas de suministro de China y Europa, ha sido un factor que contribuye a una creciente sensación de inquietud y pánico en materia económica. De esta manera, atravesamos por el peor de los escenarios, ya que ahora hay un grado enorme de ansiedad que va mucho más allá de los problemas de salud, los cuales de por sí son muy graves y preocupantes. Todo esto ha impactado muy negativamente en el ánimo de inversionistas en las diferentes bolsas de valores a nivel mundial, de manera que éstas han tenido los peores días desde el crack bursátil de 1987.

De acuerdo con el sitio de internet mx.investing.com, en el último mes el Dow Jones de Nueva York muestra una caída de -21.13%, mientras que el índice Nasdaq presenta una disminución de -19.08%, el Euro Stoxx 50 una caída de -32.67%,  el índice DAX de Alemania una contracción de -32.83%, el FTSE MIB de Italia una caída de -35.86%, y el IPC de la Bolsa Mexicana de Valores una disminución de -15.37%. Curiosamente las bolsas de valores de China presentan caídas mucho más moderadas. En lo que va del año el SZSE Component muestra un incremento de 13.41%, mientras que la bolsa de Shanghai presenta una caída de -5.33%.

Hong-Kong
La industria del turismo tendrá pérdidas gigantescas este año por el Covid-19

A nivel mundial hay una creciente preocupación de que en la medida en que el COVID-19 se propaga, provocando el colapso de los precios del petróleo y en la industria del turismo, así como cierre de fábricas en Italia, Francia, España y China, pues aumenta el riesgo de que las compañías en los sectores de energía, turismo, automóviles, entre otros, no podrán hacer frente a sus obligaciones de deuda. Esto podría desencadenar una serie de incumplimientos y rebajas en las calificaciones, lo que desestabilizaría aún más los mercados financieros y agravarían el shock económico al hacerlo mucho más duradero.

En este contexto, la economía mexicana ha recibido duros golpes en los últimos días. La amenaza de Arabia Saudita de inundar el mercado con petróleo tras un desacuerdo con Rusia desató el apocalipsis. Para México el escenario de mayor preocupación comenzó el domingo 8 de marzo, cuando los mercados de petróleo en Asia abrieron y en menos de 30 minutos se registró una caída de más de un 30% en el precio del barril de petróleo. La preocupación de lo que esta caída representa para Pemex y las finanzas del sector público federal, con una posible degradación en la calificación crediticia, fue lo que de inmediato llevó al tipo de cambio a niveles por encima de los 21.50 pesos por dólar.

Al igual que para la mayoría de países, el escenario para México (por lo que está sucediendo en materia de salud y con la economía), es por demás complejo. En aras de explicar cómo se interrelacionan las diferentes variables económicas, a continuación presento algunos escenarios respecto de lo que podría suceder en México en los próximos seis meses:

Finanzas públicas

Debemos comenzar diciendo que Pemex ha sido muy poco transparente y por lo tanto es difícil evaluar el impacto de la baja en el precio del petróleo en sus finanzas y las finanzas de la administración pública federal. Cabe recordar que hace apenas unos días se nos informó que dicha empresa registró pérdidas por 346.135 miles de millones de pesos (mmdp) durante 2019, cifra 92% superior respecto a las pérdidas de un año antes.

De acuerdo con un análisis de Citibanamex, la situación del sector público en 2020 dependerá de: 1. El grado en el que las coberturas petroleras actuales cubran el faltante de ingresos, y 2. El impacto que tendrá el menor precio del petróleo respecto del precio local de la gasolina, dado que la diferencia es el IEPS, actualmente en 4.95 pesos por litro (para la gasolina de bajo octanaje) y que representa 297.5 mmdp de los ingresos públicos (aproximadamente el 9.3% de los ingresos tributarios).

Suponiendo un precio para la Mezcla Mexicana de Exportación de 35dpb (vs. 50 dpb estimado en el presupuesto 2020), se estima que habrá un faltante de ingresos para el Sector Público de 188.2 mmdd, de los cuales aproximadamente 40% serían compensados por las coberturas petroleras del Gobierno Federal. El faltante de ingresos adicional sería parcialmente compensado con la cobertura de Pemex (sobre la cual no tenemos detalles específicos). Esto aún dejaría un faltante de ingresos, el cual se podría compensar con ingresos adicionales de aproximadamente 105 mmdp si, por ejemplo, el IEPS aumentara a partir del mes de abril a 6.4 pesos por litro. Esto implica que la caída de los precios internacionales de la gasolina no se traduzca en precios más bajos de las gasolinas, sino que efectivamente se utilice para fortalecer las finanzas públicas.

captura_de_pantalla_2020-03-12_a_las_12.57.00
En México han comenzado las compras de pánico

Otro tema de preocupación en materia de finanzas públicas es cómo afectará a la recaudación de ISR e IVA el continuar con una economía en recesión. Hay que recordar que los Criterios Generales de Política Económica 2020 estiman una tasa de crecimiento del PIB de entre 1.5% y 2.5%, algo que definitivamente no sucederá.  En este sentido el gobierno federal debe encontrar fuentes alternas de recaudación y una gran oportunidad subsiste estableciendo un combate frontal en contra del contrabando y subvaluación de mercancías en las aduanas del país. Este tema ya lo he abordado en pasadas entregas.

Tipo de cambio

El 19 de febrero de este año un dólar costaba 18.588 pesos y al momento de escribir estas líneas la paridad es de 21.9169 pesos por dólar, lo que implica que en tres semanas el dólar se encareció 17.9%. Esto es el resultado del nerviosismo por parte de inversionistas que prefieren llevar su dinero a lugares más seguros. Como ya se explicó, la caída de los precios del petróleo y la desaceleración  económica global, pondrán una mayor presión en las finanzas públicas y las de Pemex, lo que hace muy probable que las calificadoras de riesgo degraden la nota mexicana y pongan a la de Pemex en calidad de inversión especulativa. De suceder esto, las medidas como las que ha tomado el Banco de México, de aumentar las subastas de coberturas cambiarias, tendrán un impacto positivo limitado.

Por otra parte, la posibilidad de que los Estados Unidos impongan medidas más severas de control de restricción de viajes desde otros países, entre ellos México si la epidemia se nos sale de control, deja abierta la puerta para que el tipo de cambio siga aumentando (la noche del 11 de marzo se acercó bastante a los 23 pesos por dólar durante unos momentos). El Banco Base ha señalado que existen las condiciones para que el dólar aumente hasta los 25 pesos, lo cual desde luego que puede ocurrir. Sin embargo, es de esperarse que una vez que regrese la calma a los mercados, el dólar pudiera regresarse a niveles de 20 pesos por dólar. Para que esto suceda, dependerá mucho el resultado de las elecciones en los Estados Unidos, siendo el triunfo de Joe Biden lo que más le conviene a México.

Inflación

La inflación anualizada en México se ubicó en 3.70% en febrero de este año, muy cerca del rango máximo objetivo por el Banco de México de 3% más un punto porcentual. Si a esta situación le agregamos la posible presión que un tipo de cambio más alto ejercerá en los precios nacionales, es posible que la inflación continúe con su tendencia alcista, al menos en el corto plazo.

De acuerdo con Citibanamex, las estimaciones actuales de traspaso de alza en el tipo de cambio en la inflación en México son de alrededor de 3 puntos base por 1% de depreciación. Esto implica que una depreciación del peso de 10% provocaría que la inflación aumentara en 0.3 puntos porcentuales. No obstante lo anterior, se podría considerar que el efecto traspaso del tipo de cambio a la inflación, sería limitado porque la demanda interna sigue débil. ¿Cómo puedes subirle los precios a tus clientes si de por si tus ventas son bajas?

Tasas de interés

La suerte de las tasas de interés dependerá de varios factores. En primer lugar, pues el hecho de que el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) haya bajado sorpresivamente su tasa de interés de fondos federales en 0.5 puntos, le da un enorme margen al Banco de México para hacer lo propio. Sin embargo, el banco central estará muy vigilante de cómo la evolución del tipo de cambio impacta a los precios nacionales. De esta manera, lo que se anticipa es que en la reunión de la Junta de Gobierno del Banxico de marzo se realice un recorte a la tasa de interés objetivo de medio punto porcentual, para darle un respiro a la economía, y que de ahí en adelante las decisiones de política monetaria dependan de la evolución de la inflación.

Crecimiento económico

El pasado 11 de marzo, el Bank of America ajustó de +0.5% a -0.1% su pronóstico del crecimiento de la economía mexicana en 2020, lo que implica un escenario similar de contracción económica que vivió el país en 2019 y significa dos años consecutivos con caídas en el Producto Interno Bruto. Este pronóstico está sustentado en un entorno económico global más débil (pronósticos de crecimiento del PIB de Estados Unidos que inclusive apuntan a una recesión) así como una mayor aversión al riesgo global y precios del petróleo considerablemente más bajos.

A manera de conclusión podemos señalar que no cabe duda que el escenario macroeconómico mundial y para México es muy complicado. Se requiere de todo el talento de los funcionarios de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México, para evitar que el país caiga en una crisis económica. Para evitar esto, también es fundamental el apoyo y prudencia de las diferentes fuerzas políticas, así como la del propio presidente López Obrador.

Suscríbete al Servicio Informativo de GAEAP

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

La deuda pública en el sexenio de EPN vs el primer año de AMLO

Hace unos días la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) dio a conocer los saldos de la deuda pública de México al cierre del 2019 y hay relativamente buenas noticias. Esto porque contrario a la desastrosa gestión de las finanzas públicas durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, el primer año de la presidencia de Andrés Manuel López Obrador resultó de una evolución ordenada del saldo de la deuda pública, tal y como veremos en esta entrega.

La deuda pública en el sexenio de Enrique Peña Nieto

Al cierre de diciembre de 2012 el saldo total de la deuda neta del sector público fue de 5.352 billones de pesos, pero durante el sexenio de Peña Nieto dicho saldo aumentó hasta los 10.829 billones de pesos al cierre de 2018, lo que representa un incremento de 5.477 billones de pesos o bien, un 102.3% de incremento nominal. Este ritmo de aumento implica que con Peña Nieto el país se endeudó a razón de 912.8 miles de millones de pesos (mmdp) al año, cifra equivalente a ¡2.499 miles de millones de pesos diarios! El tamaño de este número es enorme, por lo que queda más claro si decimos que en el sexenio pasado el ritmo de aumento de la deuda total del sector público fue de 104.2 millones de pesos por hora o 1.73 millones de pesos por minuto.

Deuda pública

Cabe señalar que la totalidad de la deuda del sector público está compuesta por la deuda del gobierno federal más la deuda de empresas públicas como PEMEX y CFE, así como de la deuda de otros organismos como el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

Si consideramos que en el cuarto trimestre de 2012 el PIB nominal fue de 16.4 billones de pesos y que en el mismo trimestre de 2018 éste fue de 24.3 billones de pesos, esto implica que el saldo de la deuda neta del sector público pasó de representar el 32.7% del PIB en 2012 a representar el 44.6% del PIB en 2018. Queda claro pues que en el sexenio Peñista, el peso de la deuda aumentó en 11.9 puntos porcentuales del PIB, lo que implica un incremento de casi dos puntos porcentuales del PIB por año. Si tomamos en consideración que la economía mexicana creció en promedio a una tasa de 2.4%  durante el periodo de 2012 a 2018, pues con las cifras del aumento de la deuda pública queda claro de donde salió buena parte del impulso económico que vivimos. En otras palabras, podemos hipotetizar que si Peña Nieto no hubiera endeudado al país como lo hizo, la economía mexicana prácticamente no habría crecido.

Producto del incremento desordenado del saldo de la deuda total del sector público, aunado al aumento en las tasas de interés en México, es que el costo financiero de ésta se elevó de manera considerable. En el 2012 dicho costo fue de 305.118 mmdp y para el 2018 éste ascendió hasta los 615.040 mmdp, lo que implica un incremento de 101.57% en el pago de intereses. Este incremento en el costo financiero de la deuda significa que comparado con el 2012, en 2018 el sector público federal tenía unos 309.922 mmdp menos disponibles para atender los grandes rezagos del país en materia de infraestructura, seguridad, combate a la pobreza, desarrollo regional, entre otros.

La deuda pública en el primer año del sexenio de AMLO

Como se señaló líneas arriba, al cierre de 2018 el saldo de la deuda pública de México fue de 10.829 billones de pesos, mientras que al 31 de diciembre de 2019 dicho saldo fue de 11.027 billones de pesos, lo que significa que en el año que recién concluyó el saldo de la deuda neta pública aumentó en apenas 197.6 mmdp o en un 1.8% nominal. Si tomamos en consideración que el PIB mexicano fue de unos 25 billones de pesos a cierre de 2019, entonces queda claro que el saldo de la deuda pública como porcentaje del PIB bajó ligeramente a 44.1%.

Resulta evidente que este ritmo de endeudamiento es apenas un 20% de lo que fue en el sexenio de Enrique Peña Nieto, lo cual son buenas noticias para México. Haber roto la inercia de endeudamiento irresponsable de los seis años anteriores.

Es importante destacar que es verdad que el año pasado el gobierno federal tomó más de la mitad de los recursos, unos 125 mmdp, del Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP), para compensar la caída de los ingresos por impuestos y petróleo en el ejercicio fiscal 2019.

Y es que en el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, los ingresos tributarios fueron menores en 108.75 mmdp respecto a los esperados de 3.311 billones de pesos; mientras que los ingresos petroleros llegaron a 955.55 mmdp, casi 89.9 mmdp menos de lo esperado. Este faltante se compensaría con más deuda pública o utilizando los recursos del FEIP. El gobierno de AMLO optó por lo segundo probablemente porque López Obrador prometió en campaña no endeudar más a México y que el saldo de la deuda aumentaría en función de la inflación, algo que si cumplió en 2019.

Supongamos que no hubieran tomado los recursos del FEIP, entonces hubieran tenido que compensar la caída en la recaudación fiscal con más deuda pública. En este caso, pues la deuda del sector público hubiera crecido en 2019 en unos 322 mmdp (125 mmdp adicionales a los 197.6 mmdp en que aumentó el saldo de la deuda neta total). Esta cifra de cualquier manera está muy por debajo del casi billón de pesos que nos endeudó por año el presidente Peña Nieto.

No obstante que la deuda del sector público creció a un ritmo mucho menor en 2019 respecto de los seis años anteriores, el costo financiero de ésta llegó a su nivel más alto de la historia. En 2019 el sector público federal destinó 666.5 mmdp a pagar los intereses de la deuda, lo cual es 8.36% nominal más alto a lo pagado en 2018. Si tomamos en consideración que el gasto neto total por parte del sector público fue de 5.786 billones de pesos en 2019, entonces queda claro que el 11.5% de los gastos totales se destinan a pagar intereses de la deuda, en lugar de servir para abatir los rezagos mencionados líneas arriba.

Costo de la deuda 2019

Consideraciones finales

Si bien el manejo económico del país que ha llevado a cabo la administración del presidente López Obrador deja mucho que desear, ya que la economía ha entrado en recesión acumulando tres trimestres consecutivos con caídas anualizadas del PIB, en materia de finanzas públicas el manejo ha sido mucho más responsable que el de la administración del presidente Peña Nieto.

López Obrador y su Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, han sabido mantener a los inversionistas financieros tranquilos, así como a las calificadoras de riesgo. Muestra de ello es que el riesgo país de México cerró el 2019 en un nivel de 177 puntos base, con lo que acumuló en dicho año una disminución de 64 puntos. De igual forma, el pasado mes de diciembre de 2019, la agencia calificadora de riesgos, Fitch Ratings, nos mantuvo la calificación en un nivel de grado de inversión BBB con perspectiva estable.

Ahora el reto será mantener la disciplina fiscal para que el ritmo de crecimiento de la deuda del sector público se mantenga bajo. De igual forma, se debe cuidar el abatir los problemas de corrupción, inseguridad, gobernanza, Estado de derecho y la debilidad en la plataforma petrolera de Pemex. Si no trabajamos en estos aspectos, eventualmente nuestro país lo resentirá en la forma de la pérdida del grado de inversión. López Obrador ha demostrado tenerle respeto a las calificadoras de riesgo, y por eso se ha esforzado por mantener la disciplina fiscal, ojala que no lo eche a perder por no atender estos problemas.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Fitch nos mantuvo la calificación, pero subsiste la debilidad fiscal

fitch-ratings-foto-reuters_0_41_800_497El viernes 13 de diciembre la agencia internacional de calificación crediticia Fitch Ratings emitió un comunicado en el que ratificó la calificación de la deuda soberana de México en “BBB” con perspectiva estable. Esta es una magnifica noticia para México, pero es importante hacer mención de varios de los aspectos que se resaltan en el comunicado, así como hacer una valoración de cómo han evolucionado las finanzas públicas a lo largo de este año. Esos son los temas que abordaré en esta entrega.

Con respecto a Fitch, se debe destacar que la agencia sustentó su decisión de mantener la calificación de México porque ésta está respaldada por una economía nacional diversificada y un historial de políticas económicas sólido y disciplinado que ha mantenido la estabilidad macroeconómica y ha contenido los desequilibrios. Señala que si bien algunas de las decisiones de política microeconómica de la administración del presidente López Obrador han resultado polémicas, las decisiones de políticas macroeconómicas han sido relativamente ortodoxas hasta la fecha. Sin embargo, señala que estas fortalezas se ven contrarrestadas por el nulo crecimiento económico, una base de ingresos fiscales baja en comparación con otras naciones, una penetración crediticia superficial y puntajes de gobierno entre los más bajos en la categoría de países ‘BBB’.

De su Modelo de Calificación Soberana (SRM por sus siglas en inglés), se desprende que se le asignó a México un puntaje equivalente a una calificación BBB en la escala IDR en moneda extranjera en el largo plazo, en función de lo siguiente:

  1. Macroeconomía: +1 nivel, para reflejar el historial de México en administraciones sucesivas con políticas macroeconómicas prudentes, creíbles y consistentes. Las autoridades continúan enfatizando la estabilidad macroeconómica en sus decisiones de política buscando remediar los desequilibrios macroeconómicos.
  2. Finanzas públicas: -1 nivel, para reflejar la expectativa de que el continuo apoyo soberano para Pemex resultará en una menor disponibilidad de recursos para otras tareas gubernamentales y/o una mayor carga de la deuda del gobierno federal y del sector público, impactando negativamente las finanzas públicas.

Respecto a Pemex señalan que ésta contribuirá menos a los ingresos federales en 2020 en comparación con 2019 (aportando sólo el equivalente al 1.8% del PIB), ya que el gobierno tiene contemplados recortes adicionales  en las tasas impositivas para ésta hasta 2021. Fitch también espera que la producción de petróleo de Pemex continúe disminuyendo en 2020, habiendo caído 9.6% anual en octubre de 2019, promediando 1.64 millones de barriles diarios (mbd). Esto contrasta con el ambicioso aumento de la producción a 1.85 mbd asumido para 2020 en los Criterios Generales de Política Económica (CGPE) actuales.

Pemex sigue siendo un contribuyente neto del gobierno federal y mantiene una deuda mayoritariamente denominada en dólares estadounidenses que representa más del 8% del PIB, por lo que continuará representando un importante pasivo contingente para el gobierno federal. Cabe recordar que el gobierno federal le inyectó a la compañía 5 mil millones de dólares adicionales en septiembre de este año para respaldar una recompra de deuda a corto plazo y una operación de gestión de pasivos que reduce los pagos a corto plazo, con lo que mejora su liquidez.

Pero más allá de las consideraciones de Fitch Ratings, ¿Qué datos duros podemos mencionar sobre la situación de las finanzas públicas de México? En GAEAP analizamos las cifras más recientes y vemos que al cierre de octubre de 2019 el saldo de la deuda interna bruta del sector público federal fue de 7.555 billones de pesos, mientras que el saldo de la deuda externa bruta fue de 205.9 miles de millones de dólares (mmdd), de manera que el saldo del total de la deuda sumó 11.491 billones de pesos al 31 de octubre de este año. Si tomamos en consideración que el Producto Interno Bruto (PIB) nominal ha promediado 24.085 billones de pesos en los tres primeros trimestres de este año, entonces se ve que el saldo de la deuda bruta del sector público federal representa aproximadamente el 47.7% del PIB.

Deuda del sector público Oct19

Se debe recordar que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado en varias ocasiones que durante su gobierno el saldo de la deuda pública no aumentará en términos reales ya que se tiene una meta de un superávit primario de 1.0% del PIB, aunque una vez que se toma en cuenta el costo financiero de la deuda este superávit primario se convierte en un déficit fiscal de 2.4% del PIB, por lo que la deuda pública claro que sigue creciendo. ¿Cómo vamos con esta meta? Pues de acuerdo con cifras oficiales de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), en el  comparativo del cierre de diciembre de 2018 al cierre de octubre de 2019, tenemos que el saldo de la deuda interna bruta aumentó en 519.4 miles de millones de pesos (mmdp), equivalente a un 7.4% adicional; mientras que el saldo de la deuda externa bruta aumentó en 3.5 miles de millones de dólares, lo que equivale a un incremento de 1.7%. De esta manera, el saldo de la deuda bruta total del sector público reporta un aumento de 472.4 mmdp, lo que representa un incremento de 4.3% en los primeros 10 meses de 2019.

Es importante mencionar que en un contexto de una deuda bruta del gobierno federal creciente, es que no obstante las disminuciones en la tasa de interés objetivo por parte del Banco de México de 8.25% hasta un actual 7.5%, el costo financiero de la deuda ha aumentado de manera importante este año. En el periodo de enero a octubre de 2019 el costo financiero de la deuda fue de 482.98 mmdp, mientras que en los mismos meses de 2018 fue de 438.34 mmdp, lo que representa un incremento nominal de 10.2% o de un 6.2% en términos reales.

Volviendo al comunicado de la agencia Fitch, éste menciona los elementos que podrían contribuir a la mejora o al deterioro de la calificación crediticia de México en los próximos meses. Entre los aspectos que jugarían a favor están:

– Mejores perspectivas de inversión y crecimiento respaldadas por políticas macroeconómicas creíbles;

– Disminución de la carga de la deuda pública y reducción de los riesgos de responsabilidad contingente relacionados con Pemex;

– Mejora en los indicadores de gobernanza a un nivel más cercano al promedio de la categoría de la calificación BBB.

Por su parte, los eventos que podrían resultar en una baja de nuestra calificación son:

– Un debilitamiento de la congruencia y credibilidad del marco de la política macroeconómica y/o un continuo bajo desempeño macroeconómico, por ejemplo un crecimiento consistentemente débil;

– Un aumento de la tendencia de la carga de la deuda pública, evidenciado por una trayectoria ascendente en el índice de deuda del sector público;

– El deterioro en los indicadores de gobernanza que amplíe aún más la brecha respecto de los  puntajes de otros países de la categoría BBB.

2018-03-13T011242Z_357512528_RC1E9454AA50_RTRMADP_3_MEXICO-PEMEX-e1547050156479-640x360¿Qué podemos concluir de todo esto? Pues que se le reconoce al gobierno federal un manejo “prudente” de las finanzas públicas, pero los grandes riesgos ahí subsisten. Hay que recordar que para el 2020 se anticipa un superávit primario de apenas 0.7% del PIB (menor al de 1.0% de este año), lo que se traducirá en un déficit fiscal total del PIB. Diversos analistas han criticado que el Presupuesto de Ingresos del año que viene es muy optimista con respecto a la plataforma de producción petrolera y que antes de ver un aumento de la producción veremos mayores disminuciones en 2020. De igual gorma es demasiado optimista en sus proyecciones de ingresos derivados de recaudación de impuestos como ISR e IVA, ya que definitivamente no hay forma de que crezcamos a una tasa del 2.0%, como se anticipa en los CGPE 2020.

Se debe destacar que en 2019 no se lograron las metas de ingresos petroleros por un monto equivalente a 0.5% del PIB, por lo que el gobierno habrá utilizado hasta 150 mmdp del Fondo de Estabilización de Ingresos Petroleros (FEIP), pero a dicho fondo ya no le quedará mucho para sacarle en el 2020 por lo que seguramente para el 2021 ya habrá quedado vacío cubriendo los faltantes de ingresos petroleros, derivado de las cuentas alegres que se han hecho. Esto obliga a una reforma fiscal, a la cual el gobierno federal no le ha querido entrar ahora y ha anunciado que será hasta el 2022.

Queda claro pues que Fitch nos da el voto de confianza, por ahora, pero habrán de tomarse importantes medidas a lo largo de 2020 para mitigar los riesgos, si no queremos ver nuestra calificación de deuda degradada. Veremos que dicen las otras dos calificadoras (Moody´s y Standard and Poor´s) al respecto.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Recaudación fiscal y actividad económica en México: balance al primer semestre de 2019

dinero_okLa teoría económica nos indica que a mayor actividad económica, el sector público tendrá mayores ingresos, lo que a su vez se traduce en mayor gasto público, lo que eventualmente genera mayor crecimiento económico si este gasto tiene un elevado componente de inversión física, generando así un círculo virtuoso. En el caso de México, estamos viendo una situación en la que los ingresos del sector público crecen en términos reales, mientras que el gasto público cae de manera importante, en especial el de inversión, y en este contexto el sector público federal continúa presentando un desequilibrio fiscal que se traduce en una deuda pública que no deja de crecer. En esta entrega se presenta un breve análisis de cuál ha sido la evolución de los ingresos y gastos públicos, y cómo éstos se relacionan con el nivel de actividad económica medida a través de distintos indicadores. De igual manera, en el análisis se hace especial énfasis en la evolución de los ingresos tributarios.

Ingresos del sector público

A la par de un incremento anualizado del PIB en términos reales de apenas 0.3% en el primer semestre de 2019, con datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), vemos que los ingresos totales del sector público federal presentan un incremento real de 0.6%, ya que pasaron de 2.501 billones de pesos en los primeros seis meses de 2018 a 2.622 billones de pesos en los mismos meses de 2019.  Este marginal incremento se deriva de una caída de -16.7% en los ingresos petroleros y un aumento significativo de 4.7% real en los ingresos no petroleros. Cabe señalar que en la primera mitad del 2019, los ingresos petroleros representaron apenas el 15.73% del total de ingresos del sector público, mientras que los ingresos no petroleros representaron el restante 84.27% del total. Se debe pues destacar que no obstante el casi nulo crecimiento de la economía nacional, los ingresos no petroleros del sector público aumentaron en casi 5% en la primera mitad del año, lo que indica que la autoridad fiscal está apretando más a los contribuyentes cautivos.

Es importante destacar que el aumento de 4.7% en los ingresos no petroleros se deriva de un aumento de 4.5% en los ingresos del gobierno federal, un incremento de 2.5% en los ingresos de los organismos de control presupuestario directo (IMSS e ISSSTE), y un incremento de 9.4% en los ingresos de la empresa productiva del estado (CFE).

Dentro del rubro de ingresos del gobierno federal, tenemos un dato por demás importante y es que los ingresos tributarios (impuestos) crecieron 4.4%, mientras que los no tributarios se elevaron en 5.9%. Más adelante, se explica la evolución de los ingresos tributarios del gobierno federal y cómo se relacionan éstos con la evolución económica nacional.

Ingresos sector público

Gastos del sector público

Contrario al incremento anualizado en términos reales de 0.3% en los ingresos del sector público en el primer semestre de 2019, el gasto del sector público reporta una caída de -4.5%, ya que éste pasó de 2.789 billones de pesos en los primeros seis meses de 2018 a 2.775 billones de pesos en los mismos meses de 2019. Esta evolución se deriva de una caída de -2.5% en el gasto corriente, una caída por demás relevante de -17.0% en el gasto de capital y un incremento de 5.1% en el gasto de pensiones.

Profundizando en la evolución del gasto programable corriente, vemos que éste disminuyó -5.2% debido a que el gasto en los servicios personales (nómina) disminuyó -4.8%, mientras que los gastos de operación disminuyeron -2.9%. En cuanto a los gastos programables de capital, vemos que lamentablemente, la inversión física disminuyó -17.3% en términos reales, lo que a su vez se debe a que la inversión física directa cayó -15.1% y la inversión física indirecta decreció -19.8%. Cabe señalar que la inversión física del gasto programable representó apenas el 9.82% del gasto total del sector público federal en el primer semestre de 2019 (en el primer semestre de 2018 dicho porcentaje ascendió a 11.34%, por lo que se percibe el acelerado deterioro en este indicador).

En cuanto al gasto no programable, tenemos que en la primera mitad de 2019, el costo financiero de la deuda pública creció 4.7% real respecto a los mismos meses de 2018, ya que pasó de 331.772 a 361.949 miles de millones de pesos (mmdp). Este incremento se debe a una creciente deuda pública y a un aumento generalizado en las tasas de interés que pagan los instrumentos del sector público. Por ejemplo, tenemos que la tasa de interés promedio de los Cetes a 28 días pasó de 7.46% en el primer semestre de 2018 a 8.00% en el primer semestre de 2019.  Respecto al costo financiero, se debe destacar que lamentablemente en el primer semestre de 2019, el costo financiero de la deuda pública fue 32% mayor que el gasto por inversión física de todo el sector público.  Por su parte, el gasto en participaciones creció en 4.9% en términos reales en el comparativo del primer semestre de 2019 respecto del mismo semestre de 2018.

Gasto Secctor Público I19

Balance de ingresos y gastos del sector público

Si tomamos los ingresos presupuestarios del sector público y le sustraemos el gasto neto del sector público presupuestario durante el primer semestre de 2019, vemos que hay un déficit de -153.118 mmdp, el cual se compara favorablemente respecto del déficit de -166.553 mmdp observado en el primer semestre de 2018.

De esta manera, pese al aumento en los ingresos presupuestarios del sector público y la fuerte caída en el gasto neto del sector público presupuestario, la deuda del sector público continúa creciendo. De acuerdo con información de la SHCP, el total de la deuda neta del sector público federal pasó de 10.829 billones de pesos en diciembre de 2018 a 10.965 billones de pesos en junio de 2019, lo que representa un incremento de 136 mil millones de pesos en los primeros seis meses de 2019. Cabe aclarar que este ritmo de endeudamiento es considerablemente más bajo que el observado en el sexenio anterior, en el que la deuda del sector público creció en promedio en 910 mmdp por año.

DEuda I19

Recaudación fiscal del gobierno federal

Como se señaló líneas arriba, en el comparativo del primer semestre de 2019 respecto del mismo semestre de 2018, los ingresos tributarios (impuestos) del gobierno federal crecieron 4.4% en términos reales al haber pasado de 1.558 a 1.694 billones de pesos.

A continuación  se menciona la evolución de los impuestos más relevantes durante el primer semestre de 2019: La recaudación por el Impuesto Sobre la Renta (ISR) creció 1.5% en términos reales, al haber pasado de 877.3 mmdp a  927.2 mmdp. Mientras que lo recaudado por el Impuesto al Valor Agregado (IVA) cayó -0.4% en términos reales al haber pasado de 460.8 mmdp a 477.9 mmdp. Por su parte, lo obtenido por el Impuesto Especial sobre Producción y Servicio (IEPS) a la gasolina y diésel subió 69.5% en términos reales al haber pasado de 83.8 mmdp a 147.9 mmdp. Finalmente, la recaudación por impuestos a la importación subió 11.1% en términos reales, al haber pasado de 27.6 mmdp a 32.0 mmdp.

Evolución económica y su relación con la recaudación fiscal

Como ya se señaló, esta evolución de la recaudación impositiva se da en un contexto en el que de acuerdo a la más reciente estimación oportuna del PIB, en el primer semestre de 2019 la economía creció 0.3% en términos reales respecto del mismo semestre de 2018. Por su parte, y en el mismo sentido, el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) creció también 0.3% anualizado en el comparativo de los primeros cinco meses de 2019 respecto de los mismos meses de 2018.

Por su parte, el Indicador Mensual del Consumo Privado en el Mercado Interior, muestra un aumento de apenas 1.0% real en el comparativo de los primeros cinco meses de 2019 respecto de los mismos meses de 2018. Finalmente, vemos que el valor de las importaciones de México (en términos de pesos) subió 0.6% en el comparativo del primer semestre de 2019 respecto del mismo semestre de 2018.

Relación de la recaudación fiscal y evolución económica

La recaudación por ISR es mayor que la tasa de crecimiento del PIB (1.5% vs 0.3%), lo que es indicativo de que se está apretando a las empresas con mayores actos de fiscalización. Las medidas tomadas en contra de la venta de facturas y operaciones simuladas también pueden haber jugado un papel relevante. De igual forma, el continuo retraso en la devolución de los saldos a favor de IVA para los exportadores, también juega un papel. No se considera que el gobierno federal esté tomando medidas relevantes respecto al combate a la economía informal.

Respecto a la recaudación de IVA, vemos que ésta ha caído -0.4% a pesar de que el consumo privado aumentó en 1.0%. Esto puede deberse a que los canales de comercialización formales se han visto más afectados que los informales.

Llama la atención el fuerte aumento en la recaudación de IEPS a gasolinas y diésel, esto ocurre por el menor “subsidio” otorgado a éstas por parte del gobierno federal. Hay que recordar que antes de las elecciones de 2018, el gobierno federal trató de mantener los precios de las gasolinas amortiguando las alzas cobrando menos IEPS.

Finalmente, el hecho de que la recaudación por impuestos a la importación haya aumentado en 11.1% en un contexto en el que el valor de las importaciones creció sólo 0.6% en pesos, es indicativo de que puede estarse dando un cambio en el origen de las mercancías de países con los que tenemos tratado de libre comercio a naciones con los que no lo tenemos (ej. China), mayores controles a la importación de mercancías, cambios en los hábitos de consumo hacía bienes con mayores aranceles originarios de naciones con los que no tenemos acuerdo comercial.

A manera de conclusión podemos señalar que el gobierno federal está haciendo su trabajo en cuanto a mantener finanzas públicas sanas, ya que a pesar de la caída en los ingresos petroleros, en el balance sus ingresos han aumentado. Es muy positivo que la deuda del sector público ahora crezca a un ritmo mucho más lento que en el sexenio pasado, sin embargo, preocupa que esto se dé porque el gasto público ha caído principalmente por un mucho menor gasto de inversión.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

México en el Índice de Libertad Económica 2019

thumbnail (1)
De izquierda a derecha: Larry Rubin, James M. Roberts y Luis Cervera.

El pasado miércoles 19 de junio, tuve la oportunidad de asistir a una conferencia por parte de James M. Roberts, en la cual se presentaron los resultados, en general y para México, del 2019 Index of Economic Freedom, elaborado por The Heritage Foundation. Dicha presentación se llevó a cabo en el auditorio de la Confederación de Cámaras Industriales de los Estados Unidos Mexicanos (CONCAMIN) y fue organizada por mi amigo, Larry Rubin, miembro de la Mesa Directiva de CONCAMIN y Representante del Partido Republicano en México.

Considero que es importante compartir los hallazgos de dicho reporte, en un contexto en el cual a México le cuesta cada vez más trabajo alcanzar tasas medianamente aceptables de crecimiento económico. No hay que olvidar que en la semana que recién concluye, el Grupo Financiero Citibanamex revisó a la baja su pronóstico de crecimiento del PIB mexicano para 2019 a 0.9% desde 1.2% anteriormente. También modificaron su pronóstico de crecimiento del PIB para 2020 a 1.5% desde 1.7%.

Con esto en mente, tenemos que en general los resultados del Índice de Libertad Económica 2019 nuevamente confirman la importancia de la libertad económica para promover el rápido crecimiento económico y el progreso social sustentable. Entre sus principales conclusiones están las siguientes:

  1. Los ciudadanos de países “libres” o “mayormente libres” disfrutan de niveles de ingresos que son más del doble respecto del promedio global y son más de seis veces más altos respecto a aquellos ciudadanos que viven en economías reprimidas.
  2. La liga entre las mejoras en la libertad económica y el crecimiento económico es robusta. Una mayor libertad económica ha contribuido a duplicar el PIB mundial desde 1995, año en el que se publicó por primera ocasión el Índice de Libertad Económica.
  3. La gente en sociedades económicamente libres viven más, disfrutan de mejor salud, pueden acceder a “bienes sociales” de mayor calidad tales como educación, y cuentan con los recursos para cuidar de una mejor manera del medio ambiente.
  4. Una mayor libertad económica también está correlacionada con una mejor gobernanza democrática y un estado de derecho más sólido.

Index

El Índice global 2019 promedio de todo el mundo de libertad económica es de 60.8 puntos, el tercer mayor nivel desde 1995. De los 180 países evaluados, seis son considerados “libres”, mientras que otros 88 son considerados al menos como “moderadamente libres”. Del otro lado del espectro, 86 economías recibieron valores por debajo de 60 puntos y son considerados como ”mayormente poco libres” o “represivas”.

La pequeña caída en la libertad económica en 2019 a nivel mundial fue impulsada por un mayor proteccionismo en algunos grandes mercados, retrocesos en la efectividad judicial e intentos de algunos gobiernos de influir en las decisiones de los consumidores y de las empresas a través de la regulación y el gasto público.

Los 10 países con mayor libertad económica son los siguientes (en paréntesis se indica su calificación): Hong Kong (90.2), Singapur (89.4), Nueva Zelanda (84.4), Suiza (81.9), Australia (80.9), Irlanda (80.5), Reino Unido (78.9), Canadá (77.7), Emiratos Árabes Unidos (77.6) y Taiwán (77.3). Los Estados Unidos están en la posición 12 con una calificación de 76.8, mientras que China ocupa la posición 100 con una calificación de 58.4. Por su parte, los 10 peores países en libertad económica son los siguientes (en paréntesis se indica su calificación): Corea del Norte (5.9), Venezuela (25.9), Cuba (27.8), Eritrea (38.9), República del Congo (39.7), Zimbabue (39.7), Guinea Ecuatorial (40.4), Bolivia (42.3), Timor del Este (44.2) y Algeria (46.2).

La situación de México

La calificación de libertad económica de México fue de 64.7 lo que lo ubica en la posición 66 a nivel mundial del índice 2019. Respecto a la pasada medición, su calificación general disminuyó en 0.1 puntos, con caídas en su efectividad judicial, libertad de comercio, libertad monetaria y libertad laboral, nulificando el mayor puntaje obtenido en la salud fiscal. México está en la posición 12 de 32 países en el continente americano, y su puntaje en general está por encima de los promedios regional (59.6) y mundial (60.8).

thumbnail (2)
Imagen del documento 2019 Index of Economic Freedom

El estudio 2019 destaca que las fortalezas relativas de México están en su salud fiscal y su libertad comercial, mientras que las preocupaciones residen en la integridad gubernamental y la efectividad judicial. Desde 1995, México ha aumentado apenas 1.6 puntos en su calificación. Esto último contrasta con los casos de la República de Georgia que ha aumentado en 31.8 puntos y ahora tiene un puntaje de 75.9, o el caso de Ruanda que ha aumentado 32.8 puntos y ahora registra una calificación de 71.1 (ambas superiores a la calificación de México).

El estudio menciona que el PIB de 2 billones de dólares de México refleja los beneficios del comercio regional, por lo que el tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) firmado en 2018 es vital. Dice que el nuevo gobierno probablemente continúe reformando los sectores energético, financiero, fiscal y de telecomunicaciones con el objetivo de largo plazo de mejorar la competitividad y el crecimiento económico en toda la economía. Señala que el crecimiento en 2019 debe ser apoyado por mayores precios del petróleo, pero la economía está limitada por su baja productividad, un amplio sector informal que emplea a más de la mitad de la fuerza laboral, un débil estado de derecho y la corrupción.

A continuación se presenta lo que se dice de México en cuatro de las dimensiones que se miden:

Estado de derecho: Los derechos de propiedad son protegidos, pero el gobierno ha vuelto el proceso de registro de propiedad más caro. El sistema judicial es débil. Es frecuente la solicitud de sobornos por parte de burócratas y funcionarios, existe una amplia impunidad, y hay una alta incidencia de extorsión criminal, lo que deteriora el estado de derecho. La corrupción es penetrante y alimentada por miles de millones de narco-dólares. Más de 100 políticos fueron asesinados en 2018. En este rubro las calificaciones obtenidas son las siguientes: Derechos de propiedad (59.1), Efectividad judicial (34.9), Integridad gubernamental (26.3).

Tamaño del gobierno: La tasa más alta de impuesto sobre la renta para las personas físicas es de 35%, mientras que la tasa para las empresas es de 30%. Otros impuestos incluyen al valor agregado. La carga fiscal total equivale a 17.2% del ingreso nacional total. En los últimos tres años, el gasto público ha representado el 26.9% de la producción del país (PIB), y los déficits fiscales han promediado 2.6% del PIB, La deuda pública es equivalente al 54.2% del PIB. En este rubro las calificaciones obtenidas son las siguientes: Carga fiscal (75.8), Gasto público (78.2), Salud fiscal (83.2).

Eficiencia regulatoria: No hay requisitos mínimos de capital para iniciar un negocio, pero el completar los requisitos de papeleo sigue siendo costoso. Las leyes laborales rígidas que hacen que el contratar y despedir empleados sea costoso, proveen un incentivo para que las pequeñas empresas operen fuera del sector formal. El gobierno comenzó a liberalizar su mercado energético al desregular los precios de las gasolinas en 2017. En este rubro las calificaciones obtenidas fueron: Libertad de los negocios (67.8), Libertad laboral (58.6), Libertad monetaria (75.9).

Apertura de mercados: El valor combinado de exportaciones e importaciones anuales es igual al 77.6% de su PIB. El arancel promedio cobrado a las importaciones es de 4.3%. Al 30 de junio de 2018, de acuerdo a la OMC, México tenía 236 medidas no arancelarias implementadas. El sistema bancario permanece relativamente bien capitalizado, y la participación de participantes extranjeros ha aumentado. Cerca del 38% de los mexicanos adultos tienen acceso a una cuenta con una institución bancaria formal.

El estudio concluye que los países que han reconocido los límites para la actividad gubernamental y han continuado con su compromiso de lograr una libertad económica sostenida han capitalizado las recompensas tangibles de un fuerte rebote económico y un dinamismo renovado. En contraste, aquellos que han renunciado a la libertad económica en favor de la intervención gubernamental de corto plazo y políticas populistas, han sufrido crisis prolongadas y caído en la trampa de la estagflación económica y mayor incertidumbre.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Las finanzas públicas y nuestra calificación crediticia

scr2
La calificación de la deuda soberana de México ha estado bajo la lupa desde que arrancó la presente administración. 

Desde que arrancó la presente administración federal, dos calificadoras (Moody´s y Standard & Poor´s) asignaron una perspectiva negativa para el riesgo soberano y una de ellas (Fitch Ratings) redujo en un escalón su calificación para la deuda emitida por México. Estas tres agencias dicen haber sustentado las revisiones de calificación y perspectivas de la deuda del país en: i) la incertidumbre sobre la implementación de las políticas públicas y su efecto en la confianza de los inversionistas, ii) cambios en la política energética y, iii) la incertidumbre sobre la situación financiera de Pemex y su plan de negocios. Sobre esto último, las agencias señalaron que estos factores podrían tener implicaciones para las finanzas públicas y el crecimiento económico en el corto y mediano plazos.

Con respecto a la deuda de Pemex, en lo que va del año, Moody´s y Standard & Poor´s modificaron su perspectiva crediticia de estable a negativa, mientras que la Fitch Ratings le redujo su calificación en tres escalones, colocándola por debajo del grado de inversión. Esta agencia calificadora argumentó que dicho ajuste es acorde con: i) el descenso de un grado que asignó a la calificación crediticia a nivel nacional (riesgo soberano), ii) el continuo deterioro del perfil financiero de la empresa y, iii) la falta de inversión para revertir la disminución en su capacidad de producción.

Habiendo temporalmente dejado atrás el riesgo inherente a las amenazas de aranceles por parte del presidente estadounidense, Donald Trump, es momento de reflexionar sobre la fortaleza de las finanzas públicas de México. No puede pasarse por alto que el deterioro en la calificación crediticia soberana y de Pemex es un importante factor de riesgo que debe ser atendido.

¿Es justa la evaluación de las calificadoras? ¿Hay riesgo de que México o Pemex dejen de honrar sus compromisos financieros nacionales e internacionales? En esta entrega analizamos el comportamiento de las finanzas públicas en los primeros cuatro meses de este año en materia de ingresos, gastos y balance público con el fin de tener más elementos para valorar lo que pasa con el sector público federal.

Ingresos públicos

De acuerdo con información proporcionada por la Secretaría de Hacienda, los ingresos totales del sector público federal en los primeros cuatro meses del año sumaron 1.786 billones de pesos, cifra que representa 0.1% menos, en términos reales, respecto a los ingresos de los primeros cuatro meses de 2018. La caída de 0.1% se debe a que ocurrió una disminución de -21.8% en los ingresos petroleros, mientras que los ingresos no petroleros aumentaron en 4.9% en términos reales. Con estos datos comienza a quedar claro dónde está el problema fiscal de México.

Profundizando, vemos que las cifras oficiales indican que en los primeros cuatro meses de 2019, los ingresos petroleros ya solamente representan el 14.74% de los ingresos totales del sector público federal. La brutal caída de -21.8% en los ingresos petroleros es preocupante y se explica en parte, porque los ingresos de Pemex se desplomaron -32.9% en términos reales. Y pues esto último pesa mucho en el ánimo de las calificadoras de riesgo al momento de evaluar la posición financiera de México y como Pemex podría arrastrar al gobierno federal a un severo problema financiero.

En cuanto a los ingresos no petroleros, las cosas marchan bien en general, ya que en el comparativo de los primeros cuatro meses de 2019 respecto a los mismos meses de 2018, los ingresos tributarios del gobierno federal aumentaron 4.5% en términos reales, lo cual se deriva de un aumento de 2.4% en la recaudación de Impuesto Sobre la Renta (ISR), una caída de -1.8% en el Impuesto al Valor Agregado (IVA), un incremento de 30.3% en la recaudación del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS), aumento de 21.0% en los Impuestos a la Importación, crecimiento de 27.4% en los impuestos por la actividad de exploración y explotación de hidrocarburos, y caída de -4.1% en la recaudación por otros impuestos.

De esta manera tenemos que en los primeros cuatro meses de 2019, la contribución a los ingresos tributarios está conformada de la siguiente manera (en paréntesis se indica su participación porcentual): Impuesto sobre la renta (56.9%), Impuesto al valor agregado (26.4%), Impuesto especial sobre producción y servicios (13.3%), Impuestos a la importación (1.9%), Impuesto por la actividad de exploración y explotación de hidrocarburos (0.2%), y Otros impuestos (1.3%).

Ingresos públicos

Gasto público

En cuanto a la evolución del gasto total del sector público, se observan caídas importantes derivado de subejercicios fiscales. En los primeros cuatro meses de 2019, el gasto total fue de 1.771 billones de pesos, cifra 6.0% inferior en términos reales de la observada en el primer cuatrimestre de 2018. Esto desde luego que es preocupante en un contexto de desaceleración económica nacional.

Las cifras de la SHCP muestran que en el periodo antes mencionado, el gasto corriente observa una caída de -5.4% en términos reales, el cual se debe a disminuciones de -2.7% en los servicios personales (nómina), caída de -0.4% en otros gastos de operación y desplome de -18.2% en subsidios y transferencias. Se debe destacar que el gasto de nómina sumó 355.138 miles de millones de pesos (mmdp) en los primeros cuatro meses de 2019, lo que implica un ahorro de apenas 2.7% en términos reales, por lo que la estrategia del gobierno federal de recortar plazas y bajar sueldos no se ha reflejado en las finanzas públicas como uno se hubiera imaginado.  En este contexto, hace mucho sentido la reciente declaración del Secretario de Hacienda, Carlos Urzua, cuando dijo que se ha exagerado “un poquito” sobre los despidos en el gobierno federal, porque sólo se ha limitado a niveles de mando medio y superior.

El gran problema con el gasto público es que no obstante que el gasto corriente disminuyó en -5.4% en términos reales, esto no se ha traducido en un mayor gasto en inversión física. La inversión física en los primeros cuatro meses de 2019 sumó apenas 182.599 mmdp y esta cantidad representa una caída de -16.8% en términos reales con respecto a la ya de por si mermada cifra registrada en los primeros cuatro meses de 2018. Esta disminución de -16.8% se debe a una contracción de -11.2% en la inversión física directa y una caída de -22.8% en la inversión física indirecta.

Otro punto importante es el relacionado al costo financiero de la deuda pública, el cual se elevó 4.8% en términos reales en los primeros cuatro meses de 2019 hasta llegar a los 182.683 mmdp. Uno pudiera pensar que la caída en el gasto de inversión se debe a un mayor costo financiero de la deuda, pero eso es sólo parcialmente cierto, ya que en términos nominales la inversión física disminuyó en 28.048 mmdp en el comparativo de los primeros cuatro meses de 2019 respecto a los mismos meses de 2018, mientras que el aumento en el costo financiero de la deuda fue de 15.395 mmdp en el mismo periodo.

Gasto público

Balance público

Resultado de los mayores ingresos y menores gastos, el balance público del sector público federal muestra un superávit de 38.043 mmdp, el cual se compara favorablemente con el balance de 5.803 mmdp en los primeros cuatro meses de 2018.  De igual forma, en los primeros cuatro meses de 2019, el balance del gobierno federal es superavitario en 39.757 mmdp, cifra que se contrasta con el déficit de -89.291 mmdp observado en los primeros cuatro meses de 2018. Estos datos explican la razón por la cual el salde de la deuda del sector público prácticamente no ha crecido en el arranque de este año.

Si bien en las cifras agregadas de todo el sector público se aprecia disciplina fiscal y fortaleza, la gravedad del asunto recae en que el balance de Pemex fue deficitario en -66.204 mmdp en los primeros cuatro meses de 2019, cifra que denota un fuerte deterioro respecto al déficit de -20.484 mmdp observado en los primeros cuatro meses de 2018.  Una situación, un poco menos compleja pero igualmente preocupante, es la que vive la CFE que pasó de tener un balance de -48.272 mmdp en el primer cuatrimestre de 2018 a uno de -34.158 mmdp en los primeros cuatro meses de 2019.

Balance público

¿Qué podemos concluir de todo esto? Pues que hay estabilidad en los ingresos del sector público porque se está recaudando más de impuestos y pese a la enorme caída de los ingresos de Pemex. Sin embargo, no debemos olvidar que el pronóstico de ingresos del sector público se construyó sobre la base de una estimación de crecimiento económico de 2.0% y la realidad es que este año lo más probable es que la economía crezca apenas arriba del 1.0%, lo que sin duda afectará los pronósticos de recaudación fiscal. En cuanto al gasto público, preocupan los subejercicios en un contexto de menor crecimiento económico. Vemos también que apenas si ha habido ahorros en materia de servicios personales, mientras que el gasto de inversión es cada vez menor, lo cual es preocupante dado que el país requiere de obras de infraestructura para desarrollarse. Finalmente, preocupa el mayor costo financiero de la deuda, lo que presiona el que no se pueda gastar en otros rubros, y con expectativas de menores tasas de interés hasta finales de este año. En cuanto al balance público, vemos la disciplina del gobierno federal por mantener finanzas sanas, pero es muy preocupante el creciente déficit de Pemex y la manera cómo éste puede comprometer las finanzas del gobierno federal. Dado todo lo anterior, lamentablemente creo que las calificadoras de deuda tienen razón en estar preocupadas y por eso es razonable que hayan puesto la deuda de México con perspectiva negativa, pero lo que si evidentemente es un exceso es lo que hizo Fitch al haber degradado la calificación de México de esa manera.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @Alejandrogomezt