El serio problema de una deuda que no deja de crecer

Desde que se hizo público el contenido del Paquete Económico 2024, conformado por la Iniciativa de Ley de Ingresos, la Iniciativa de Presupuesto de Egresos y los Criterios Generales de Política Económica (CGPE), ha habido toda clase de comentarios destacando lo bueno y lo malo de dicho paquete. Sin embargo, en donde hemos visto la mayor discusión es en relación al endeudamiento proyectado para el año que viene. En esta entrega presento un análisis técnico respecto de dicho tema que preocupa bastante a un sector de la población.

Comencemos con lo básico. De acuerdo con los CGPE 2024, para dicho año se prevé un balance presupuestario del sector público federal negativo por un monto equivalente al 4.9% del PIB. Esto se debe a que los Ingresos presupuestarios serán por un monto de 21.3% del PIB, mientras que el Gasto neto pagado será de 26.2% del PIB. Este será el balance presupuestario más negativo, como proporción del PIB desde 1988. Cabe señalar que en 2023 se prevé que el balance presupuestario sea deficitario en 3.3% del PIB.  

El Secretario de Hacienda entrega el Paquete Económico 2024 a l Presidenta de la Cámara de Diputados

Por su parte, se debe destacar que en 2024 se espera un déficit primario equivalente al 1.2% del PIB, esto implica que el déficit fiscal de México existe aún sin considerar el pago del servicio de la deuda. Para 2023 se prevé un superávit primario equivalente a 0.1% del PIB y es preocupante que México abandone la meta de tener superávits primarios.   

En los CGPE 2024 se espera que los Requerimientos Financieros del Sector Público (RFSP) sean de un monto aproximado al 5.4% del PIB y que de esta manera el Saldo histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público (SHRFSP), la medida de deuda del sector público más amplia, lleguen al 48.8% del PIB.  En 2023 los RFSP fueron del 3.9% del PIB y el SHRFSP equivalente a 46.5% del PIB. Todos estos datos muestran un innegable deterioro de la posición fiscal de México.

De igual forma, es importante mencionar que los presupuestos suelen ser optimistas y que tienden a ocurrir errores a la baja. En los CGPE 2024 algunas variables macroeconómicas parecen claramente optimistas: el gobierno proyecta un crecimiento del PIB de 3.0% el próximo año (vs. 1.4% Citibanamex, 1.7% de su encuesta), una producción de petróleo aún optimista (1.98mbd) y un crecimiento robusto del PIB de EUA de 1.8%, lo que implica una minimización del riesgo de recesión en ese país.

¿Nos debería preocupar un saldo de la deuda del sector público equivalente a casi la mitad de nuestro PIB? Sin duda la deuda pública de México es mucho menor a la de otras naciones. De acuerdo con datos del Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2022 Japón tenía una deuda como porcentaje del PIB de 214.27%, Grecia de 192.41%, Italia de 140.57%, Portugal 118.77%, Estados Unidos de 110.15%, Reino Unido de 100.75%, Argentina de 84.47% y Brasil de 81.48%, solo por mencionar algunos ejemplos.

A tomar en consideración que el PIB nominal de México en el primer semestre de 2023 fue de 30.94 billones de pesos, podemos estimar que éste será de aproximadamente unos 33.4 billones de pesos en 2024. Por lo tanto, si se cumple la expectativa de la SHCP de una deuda equivalente al 48.8% del PIB, esto significa que el SHRFSP sería de 16.30 billones de pesos.  De esta manera, si en 2024 somos 132.31 millones de habitantes en el país, tendremos una deuda per cápita de unos 123 mil pesos.    ¿Esto es mucho? Pues digamos que una persona que gana dos salarios mínimos al día, sin considerar prestaciones, tendría un ingreso anual de poco más de 150 mil pesos.

De esta manera, podemos decir que ante los estándares internacionales, México tiene una deuda moderada; pero al considerar los niveles de ingreso de la mayoría de la población, pues la deuda pública de México es una enorme loza.  

El Presidente Andrés Manuel López Obrador ha mencionado en muchas ocasiones que en su sexenio la deuda no ha aumentado en términos reales (por encima de la inflación) y que en todo caso los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto se endeudaron más. A continuación presento un sencillo análisis, tomando datos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y del INEGI, para ver si lo dicho por el presidente es cierto o no. 

El saldo de la deuda bruta del sector público federal fue de 11.019 billones de pesos al cierre de diciembre de 2018 y dicho saldo fue de 14.718 billones al cierre de julio de 2023, lo que implica un aumento de 3.699 billones de pesos en el periodo mencionado, cantidad equivalente a un aumento de 33.57%.  En diciembre de 2018 la deuda respecto al PIB era de 45.6% y en julio de 2023 dicho porcentaje es de 47.6%. ¿Cómo se compara esto con la evolución de la deuda pública en otros sexenios?

Pues de diciembre de 2000 a diciembre de 2006 (Vicente Fox) la deuda del sector público aumentó en 815.4 miles de millones de pesos, lo que equivale a un incremento nominal de 53.6% en seis años, siendo que la inflación del periodo fue de 29.8%. Sin embargo, como porcentaje del PIB, la deuda del sector público pasó de 21.7% en diciembre del 2000 a 21.0% en diciembre de 2006.

De diciembre de 2006 a diciembre de 2012 (Felipe Calderón) la deuda del sector público aumentó en 3.159 billones de pesos, lo que equivale a un incremento nominal de 135.2% en seis años, siendo que la inflación del periodo fue de 28.5%. Como porcentaje del PIB, la deuda del sector público pasó de 21.0% en diciembre del 2006 a 33.0% en diciembre de 2012.

Los ex presidentes Peña, Calderón y Fox

De diciembre de 2012 a diciembre de 2018 (Enrique Peña) la deuda del sector público aumentó en 5.522 billones de pesos, lo que equivale a un incremento nominal de 100.5% en seis años, siendo que la inflación del periodo fue de 27.9%. Como porcentaje del PIB, la deuda del sector público pasó de 33.0% en diciembre del 2012 a 45.6% en diciembre de 2018.

De diciembre de 2018 a julio de 2023, (55 meses de gestión de Andrés Manuel López) la deuda del sector público aumentó en 3.699 billones de pesos, lo que equivale a un incremento nominal de 33.6% en seis años, siendo que la inflación del periodo fue de 25.7%. Como porcentaje del PIB, la deuda del sector público pasó de 45.6% en diciembre del 2018 a 47.6% en julio de 2023.

AMLO ha dicho que en su gobierno no ha aumentado la deuda en términos reales

Esto implica que en 55 meses, el gobierno de López Obrador ha endeudado a México por una cantidad nominal equivalente al 67% de lo que nos endeudó Enrique Peña Nieto y en una cantidad mayor a lo que nos endeudamos en todo el sexenio de Felipe Calderón.   Sin embargo, es evidente que como porcentaje del PIB la deuda creció más en los dos sexenios anteriores.

Habiendo dejado aclarado el tema del, crecimiento de la deuda, es importante ahora mencionar el elevado y creciente costo de la deuda pública. De acuerdo con los CGPE 2024, el costo financiero de la deuda en 2023 será de 1.130 billones de pesos y para 2024 se espera que sea de 1.264 billones de pesos. Esta es una cantidad enorme, ya que es equivalente a lo que el Gobierno de México erogará por concepto de Participaciones Federales. Cabe señalar que históricamente México se ha endeudado para cubrir el costo financiero de la deuda, por lo que en el actual contexto de altas tasas de interés, podemos decir que hemos caído en un circulo vicioso de mayor deuda – mayor pago de intereses por la deuda – mayor deuda.  

Como ya se mencionó, es preocupante el crecimiento del nivel de deuda previsto para 2024 ya que se debe a un nivel de gasto que representa el 26.2% del PIB. Y dentro de este gasto, para 2024, dentro de los programas sociales resaltan los siguientes (en paréntesis se indica la cantidad presupuestada en millones de pesos): Pensión para Adultos Mayores (465,048.7), Programas de Becas (87,675.0), Sembrando Vida (38,928.6), La Escuela es Nuestra (28,358.3), Pensión para Personas con Discapacidad (27,860.4), Jóvenes Construyendo el Futuro (24,204.7), Fertilizantes (17,489.2), Producción para el Bienestar (16,255.2), Precios de Garantía (12,534.2), Adquisición de Leche Nacional y Abasto Rural (7,509.5), Programa de Vivienda Social (4,740.2), Programa de Mejoramiento Urbano (4,446.0), Niñas y Niños (3,067.7), Pesca (1,770.2) y Universidades para el Bienestar (1,562.6).

Respecto de los proyectos de inversión prioritarios, destacan los siguientes en paréntesis se indica la cantidad presupuestada en millones de pesos): Tren Maya (120,000.0), Proyectos para construir y conservar las obras hidráulicas de la CONAGUA (39,475.0), Proyectos prioritarios de construcción y mantenimiento de las vías de comunicación y de transporte – SICT (35,133.5), Desarrollo del Istmo de Tehuantepec (21,059.3), Conclusión del Tren Interurbano México-Toluca (4,000.0), Ampliación de la Línea 1 del Tren Suburbano Lechería – Jaltocan – AIFA (2,000.0) y Espacio cultural de Los Pinos y Bosque de Chapultepec (1,000.0).

Como se puede ver, la mayor parte del gasto prioritario del Gobierno de México no es productivo ni hará de México un país más competitivo. Destaca la creciente carga que representan el costo financiero de la deuda, las pensiones y becas. Es por ello que el gran temor de muchos analistas es que hacia adelante será muy difícil dejar estos gastos de lado y estaremos enfrentando crecientes y crónicos déficits fiscales que pueden deteriorar muy rápido la posición fiscal de México.}

El Grupo Financiero Citibanamex mencionó en su análisis diario que el presupuesto parece diseñado para ganar las elecciones y afrontar, al menos parcialmente, las realidades fiscales. Este no es un presupuesto inercial. Está diseñado de manera diferente y tiene una motivación distinta a la “hiper-austeridad” de los anteriores, con aumentos significativos en algunos rubros. En nuestra opinión, la filosofía general es aumentar el gasto en los programas sociales emblemáticos de la administración, consolidar la visión política de esta administración sobre sectores estratégicos, terminar los proyectos de infraestructura emblemáticos y adaptarse, hasta cierto punto, a algunas realidades fiscales.

Se dejará a la próxima administración más limitada y con una perspectiva fiscal difícil. Hasta ahora, la narrativa del mercado respecto al manejo fiscal de México bajo la administración de AMLO ha sido de un apretamiento y austeridad, aunque es altamente probable que está visión cambiará. Es por ello que  podemos anticipar que quien sea que gane las elecciones de 2024, tendrá forzosamente que realizar una reforma fiscal que le genere más recursos al gobierno federal. El gran problema de esto, como lo hemos visto con anteriores ajustes fiscales, es que las acciones de mayor recaudación recaen en los mismos contribuyentes. Hay una amplísima parte de la economía mexicana que está en la ilegalidad y a ellos rara vez se les toca.

En este sentido, es muy importante visualizar las características que debe tener la reforma fiscal de finales de 2024, ya que se debe cuidar generar los incentivos necesarios para la actividad productiva, debe haber certidumbre jurídica y un sistema fiscal más justo y equitativo. México no puede mantener déficits fiscales como los que se proyectan para 2024.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com   

En X: @alejandrogomezt

Siguen los elevados costos de la lucha contra la inflación

La industria manufacturera es motor de desarrollo nacional, es la actividad que produce la mayoría de los bienes que consumimos, desde alimentos procesados hasta computadoras. Es la industria que produce las maquinas que se utilizan en cientos de procesos productivos, además de generar el 90% de las divisas por concepto de exportaciones. Es una actividad muy importante y los países no se pueden dar el lujo de perderla o debilitarla; en ese sentido vemos países arrepentidos de sus decisiones pasadas, como los Estados Unidos, que ahora realizan costosos esfuerzos por regresar a su país algunos procesos manufactureros, con un éxito muy moderado.

En el caso de México, producto de varios factores, entre los que destaca la fortaleza del peso, hemos visto como se desacelera la tasa de crecimiento del volumen físico de las manufacturas. Después de la crisis económica causada por el virus chino SARS-CoV-2, la manufactura nacional creció 8.6% en 2021 y aumentó 5.2% en 2022, pero en el acumulado de los primeros seis meses de 2023 la tasa se redujo a apenas 2.0%.  

Si se analiza el comportamiento del volumen físico de producción manufacturera a nivel mensual, la desaceleración es más evidente. Mientras que en septiembre de 2022 creció 8.4%, para enero de 2023 había bajado a 4.7%, en abril fue 1.4% y en junio sólo 0.8%.

La desaceleración, causada por un tipo de cambio que mantiene al peso sobrevaluado, también se puede ver en el desempeño del sector exportador manufacturero. Es verdad que hay otros factores que inciden en el dinamismo de las exportaciones de manufacturas, pero llama la atención que la tasa de crecimiento de éstas pasó de 16.6% en el comparativo de 2021 a 2022, a sólo 6.1% entre los primeros seis meses de 2022 y los mismos meses de 2023.  

El dato de un aumento de 6.1% en las exportaciones manufactureras oculta lo que está sucediendo en ciertas industrias, en las que el valor de las exportaciones de hecho ha disminuido. De acuerdo con cifras del INEGI, en el comparativo del primer semestre de 2022 al mismo trimestre de 2023, las siguientes actividades muestran disminución nominal en el valor de sus exportaciones (en paréntesis se indica el porcentaje de disminución): Siderurgia (-18.5%), Industria de la madera (-17.6%), Minerometalurgia (-8.1%), Química (-5.4%), Productos plásticos y de caucho (-5.2%), Maquinaria y equipo especial para industrias diversas (-3.4%), y Productos metálicos de uso doméstico (-2.1%).

Reitero que, si hay otros factores, además del tipo de cambio, que inciden en el desempeño manufacturero y de las exportaciones. Sin embargo, es innegable el efecto negativo que se causa en la industria con un dólar en 17 pesos, ya que los productos hechos en México se encarecen frente al resto del mundo, mientras que los extranjeros se abaratan, provocando un desplazamiento de la producción nacional en los mercados internos y externo. Además de que la disminución del tipo de cambio, por lo general sólo provoca que los márgenes de utilidad de los importadores/comercializadores se amplíe.  

Hemos señalado en pasadas entregas que la fortaleza del peso es principalmente coyuntural. Si hay factores, como la entrada de inversión extranjera, que dan soporte al peso, pero el factor principal de la fortaleza de nuestra moneda es el diferencial de tasas de interés entre México y los demás mercados, en especial el de Estados Unidos. Muestra de ello es que recientemente cuando Fitch Ratings bajó la calificación de la deuda de nuestro vecino del norte en un escalón a AA+, el dólar subió de 16.68 pesos el 28 de julio hasta 17.30 pesos por dólar el 3 de agosto. En otras palabras, los mercados se pusieron nerviosos y “la fortaleza” del peso se esfumó por unos días

Las altas tasas de interés en México (11.25% la tasa objetivo del Banco de México y la tasa de Cetes a 28 días al momento de escribir estas líneas) son producto de la lucha contra la inflación por parte del Banxico y no obstante que la inflación general ha bajado de manera importante, no se ven señales de que los miembros de la Junta de Gobierno del banco central vayan a bajar las tasas pronto, lo que da elementos adicionales de fortaleza al peso mexicano.

El INEGI recién informó que en julio de 2023, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) aumentó 0.48% respecto al mes anterior y con este resultado, la inflación general anual se ubicó en 4.79%, nivel muy por debajo del 8.15% anual observado en julio de 2022 y también por debajo de la inflación anual de 5.06% observada en junio, por lo que en julio de este año se alcanzó la inflación más baja desde marzo de 2021.

La inflación subyacente de julio de 2023 se ubicó en 6.64% anual, mientras que la inflación no subyacente fue de -0.67% a tasa anual. Hay que recordar que la meta inflacionaria del banco central es de 3.0% anual con un margen de un punto porcentual.

El nivel de la inflación subyacente es lo que provoca que el Banxico sea renuente a considerar a disminuir su tasa de interés objetivo, a pesar del daño que se le causa a los exportadores y a la planta manufacturera en general, por el abaratamiento de los bienes importados (para los importadores).

De acuerdo con el Comunicado de Prensa emitido el 10 de agosto, en el que se informa la más reciente decisión de política monetaria por parte del Banco de México, se menciona que  la Junta de Gobierno del Banco de México decidió mantener el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día en 11.25%. Se reconoce que desde la última reunión de política monetaria, las inflaciones general y subyacente anuales siguieron descendiendo. Sin embargo, ambas se mantuvieron elevadas al situarse en julio en 4.79% y 6.64%, respectivamente. El componente no subyacente continuó en niveles históricamente bajos, al ubicarse en el mismo periodo en un nivel atípico de -0.67%. Para 2023, las expectativas de inflación disminuyeron. Las de mayor plazo se mantuvieron relativamente estables en niveles por encima de la meta.

El Banxico ve como riesgos al alza en la tasa de inflación a los siguientes posibles eventos: i) persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados; ii) depreciación cambiaria ante eventos de volatilidad financiera internacional; iii) mayores presiones de costos; y iv) presiones en los precios de energéticos o agropecuarios. Por su parte, ve como riesgos a la baja a los siguientes posibles eventos: i) una desaceleración de la economía global mayor a la anticipada; ii) un menor traspaso de algunas presiones de costos; iii) que la apreciación del tipo de cambio contribuya más de lo anticipado a mitigar ciertas presiones sobre la inflación; y iv) un efecto mayor al previsto de las medidas del Gobierno Federal ante la carestía. Y dentro de todo este universo de posibilidades de cosas que pueden pasar, el banco central considera que son mayores los riesgos de un rebote inflacionario (riesgos al alza) que los riesgos de que la inflación baje de manera más acelerada de lo que se espera (riesgos a la baja).

Sede del Banco de México

Desde este espacio hemos señalado que buena parte de la naturaleza de la inflación en México es de origen externo, pero el Banxico sigue apretando la política monetaria como si eso fuera incidir en los precios mundiales de los alimentos, en los precios de los commodities, en la inflación de nuestros principales socios comerciales, entre otros factores que siguen presionando la inflación mundial y contaminando a la de México.  

Para terminar, quisiera compartir un par de comentarios que he recibido por parte de fabricantes nacionales y que sin duda transmiten la creciente problemática por el peso sobrevaluado:

  1. Creo que es tiempo de recordarles (al Banxico) que el tener una tasa (de interés) tan alta provoca una sobrevaluación del peso , que nos quita competitividad para exportar, y provoca un incremento deficitario en lugar de tener un incremento en el superávit, además las altas tasas (de interés) sangran le economía, por lo que deberíamos presionar a que las tasas bajarán, sabiendo que serían 3 efectos favorables: el tipo de cambio sería más adecuado para que el país aumente su superávit (comercial), la economía dejaría de sangrarse (por altos costos financieros), y quizá el más importante, se podría aprovechar más de la capacidad instalada del país, evitando con eso despidos masivos y mayor pobreza que conlleva e inseguridad al perder la gente su empleo .
  2. Interesante este artículo que salió el día de ayer en el periódico Reforma. Esto es una realidad que estamos viviendo y que debiera de haber un consenso entre la industria de la proveeduría y la industria zapatera, ya que la mayor parte de los insumos para la proveeduría bajaron de costo por el tipo de cambio, pero esto no ha sido reflejado en los precios de los materiales de la proveeduría de la industria zapatera. Los incrementos en materiales diversos, como forros, plantillas, suelas, etc. sufrieron importantes incrementos en el 2021 y 2022.  Con esta baja en el costo del USD, estos precios debieran de tener un decremento que permita que sigamos siendo competitivos a nivel nacional e internacional. La baja del dólar no se traduce en disminuciones de precios ni de proveeduría, ni de los bienes de consumo final, solo eleva las utilidades de los importadores.

A manera de conclusión podemos decir que es evidente que el país sufre una desaceleración manufacturera importante y que esta se debe principalmente a la fortaleza del peso frente al dólar. El Banxico sigue trabajando en función de su mandato constitucional de preservar el poder adquisitivo de la moneda, sin consideraciones respecto del daño que se le causa a los diferentes sectores productivos, en especial al manufacturero. Mientras tanto, los importadores y comercializadores de productos importados viven en el mejor de los mundos porque compran sus productos más baratos y los siguen vendiendo al mismo precio de antes, perjudicando a fabricantes nacionales y consumidores.

Director General GAEAP*

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Las guerras de divisas y el colapso del sistema monetario internacional

México pasó de tener un tipo de cambio promedio de 20.549 pesos por dólar en julio de 2022 a uno de 16.942 pesos por dólar en lo que va de julio de 2023, lo que implica una depreciación relativa del dólar de 17.6%. En otras palabras, sin tomar en cuenta la inflación en cada uno de los países desde donde importamos mercancías, implica que lo que compramos (en dólares) del extranjero se hizo más barato en ese porcentaje en el último año.

Es una forma de decir que estamos en posición de extraer “riqueza” del resto del mundo a nuestro favor, pero a costa de nuestro crecimiento económico. Ahora sería el momento de comprar la maquinaria que necesitamos y que sólo se produce en el extranjero, es el tiempo para abastecerse de insumos no perecederos que tampoco se encuentran localmente, y así con muchas cosas más. Sin embargo, el efecto perverso es que ahora muchos productos son más baratos comprados en el extranjero comparado con producirlos en México.

Y así como las mercancías extranjeras se han vuelto más baratas en dólares, en el último año lo producido en México se ha vuelto 21.3% más caros en dólares para nuestros socios comerciales. Esto obliga a algunos fabricantes nacionales exportadores a sacrificar utilidades para no trasladar todo el ajuste del tipo de cambio a un alza de precios en dólares para nuestros clientes y así no perderlos. Sin embargo, cuando los márgenes de ganancia son bajos, se dan casos en los que las empresas mexicanas están dejando de atender los pedidos del extranjero cuando los clientes no autorizan ajustes de precios.

La fortaleza del peso explica parte de la desaceleración de nuestras exportaciones totales.   Mientras que entre 2021 y 2022 nuestras ventas al exterior crecieron 16.7%, en el acumulado de los primeros cinco meses de 2023 aumentaron apenas 4.6% anual. ¿Por qué no han caído más las exportaciones? Pues porque también hay muchas transacciones entre empresas del mismo grupo empresarial que tienen operaciones en México y Estados Unidos; es decir, como pertenecen al mismo grupo, pueden absorber las pérdidas de la filial mexicana con la ganancia de la casa matriz en Estados Unidos.

La debilidad del dólar frente al peso mexicano no es única. Ahora estamos viendo una debilidad casi generalizada del dólar respecto a cómo estaba hace un año, lo que implica que los productos de Estados Unidos se han vuelto más baratos en muchos mercados, no sólo en el mexicano. De las 10 monedas más importantes a nivel mundial, en el comparativo de julio de 2022 al mismo mes de 2023, el dólar estadounidense se ha depreciado frente a siete de ellas: euro, libra esterlina, franco suizo, dólar de Hong Kong, dólar neozelandés, won coreano y peso mexicano.

Esto desde luego que ayudará a Estados Unidos a que mantenga su dinamismo económico a costa de los demás países, y si bien estos ajustes en el tipo de cambio no son parte de una política deliberada de debilitamiento del dólar, si pueden encajar en la definición de “guerra de divisas”, en las que los países ganan o pierden competitividad en función de los movimientos en los tipos de cambio.

Con relación a esto, en un artículo del analista James Rickards, titulado “¡Estamos en Guerra!” y publicado en DailyReckoning.com el pasado 20 de julio, se presenta una advertencia clara de que en este periodo de la historia nos tocará presenciar el colapso del sistema monetario internacional y el autor nos explica cómo tras 50 años de estudiar la economía, es que llegó a dicha conclusión. 

El artículo comienza aclarando que al referirse al colapso del sistema financiero se trata de la pérdida de confianza en el papel moneda en todo el mundo. No es solo la muerte del dólar o la desaparición del euro. Es un colapso de la confianza en todas las monedas de papel.

Durante el siglo pasado, el sistema monetario internacional cambió cada 30 o 40 años en promedio. Antes de 1914, el sistema monetario se basaba en el patrón oro clásico. Y efectivamente, 31 años después del fin del patrón oro clásico, en 1945, surgió un nuevo sistema monetario en la conferencia de Bretton Woods.  Bajo este sistema, había un tipo de cambio fijo a razón de $35 dólares por una onza de oro y los países debían mantener tipos de cambio fijos respecto al dólar. Es así que el billete verde fue designado oficialmente como la principal moneda de reserva del mundo, una posición que sigue ocupando hoy, aunque su hegemonía se ha venido debilitando.

Tras años de desequilibrios externos por parte de Estados Unidos, en 1971 Nixon puso fin a la convertibilidad directa del dólar por oro y por primera vez en la historia, el sistema monetario no tenía respaldo en dicho metal. A partir de ese momento, el sistema se basaría en tipos de cambio flotantes, sin un ancla dorada.

Hoy en día, el sistema monetario existente tiene más de 50 años de antigüedad, por lo que hace mucho que el mundo necesita un nuevo sistema monetario. Por su parte, las sanciones sin precedentes que Estados Unidos y sus aliados impusieron a Rusia, tras su invasión a Ucrania, solo han acelerado el avance hacia un nuevo sistema monetario. Desde este espacio hemos dado cuenta de ello en diversas entregas relacionadas al colapso del dólar estadounidense y el lanzamiento de una nueva moneda por parte de los países BRICS.

Las sanciones impuestas por parte de los Estados Unidos toman muchas formas y afectan muchas áreas diferentes del comercio interno y externo, pero lo que todas tienen en común es el uso del dólar estadounidense como el arma principal. Las naciones de todo el mundo se dan cuenta de que mientras dependan de los dólares como activo de reserva o para comprar productos básicos, estarán bajo el control de quienes controlan los sistemas de pagos en dólares, que son básicamente los EE.UU. con la ayuda de los grandes bancos europeos y japoneses.

Las naciones también saben que, si bien Rusia es el objetivo actual de las sanciones, otros países fácilmente podrían ser los siguientes. Hemos comentado que si China aumenta la presión sobre Taiwán, por ejemplo, pronto también podría estar sujeta a sanciones basadas en el dólar. Es así que la única forma de escapar de las penalizaciones por parte de Occidente es dejando de usar el dólar.

Eso explica en gran medida el desarrollo bastante rápido de la nueva moneda BRICS, que se anunciará el próximo mes. Si las severas sanciones contra Rusia impuestas por los EE.UU. y sus aliados no hubiesen ocurrido, es muy poco probable que este movimiento se estuviera llevando a cabo tan rápido en este momento. Esto no significa que la tendencia anti-dólar sea solo un fenómeno reciente, ya que ha estado en marcha durante años, pero es sólo que las sanciones impuestas a Rusia han acelerado mucho el proceso.

Eso tampoco significa que el dólar perderá su estatus de moneda de reserva de la noche a la mañana. Rickards, menciona que si deseamos tener una idea de cuál será el destino del dólar, debemos ver lo que ha sucedido con la libra esterlina del Reino Unido.

Muchos observadores asumen que la conferencia de Bretton Woods de 1944 fue el momento en que el dólar estadounidense reemplazó a la libra esterlina como principal moneda de reserva del mundo. Pero ese reemplazo de la libra esterlina por el dólar como principal moneda de reserva del mundo fue un proceso que tomó 30 años, desde 1914 hasta 1944. La conferencia de Bretton Woods de 1944 fue simplemente el reconocimiento de un proceso de dominio de las reservas en dólares que tomó décadas en desarrollo. Al igual que con la libra esterlina, el declive del papel del dólar como principal moneda de reserva mundial no es necesariamente algo que sucederá tan rápido como muchos creen.

Guerras de divisas

Las guerras de divisas son una de las dinámicas más importantes en el sistema financiero mundial actual y tienen gran impacto en la competitividad de la economía real de cada país.

¿Qué es una guerra de divisas? En pocas palabras, por lo general suceden cuando un país no tiene suficiente crecimiento económico y necesita expandir su producción a través de mayores exportaciones al mercado internacional. De igual manera, un país puede emprender una guerra de divisas depreciando su moneda cuando su tasa de crecimiento no le permite cubrir todas sus obligaciones de deuda.

Cuando hay suficiente crecimiento para todos a nivel mundial, a Estados Unidos realmente no le importa si algún país deprecia un poco su moneda para alentar la inversión extranjera e impulsar sus exportaciones. Pero cuando no hay suficiente crecimiento a nivel global para todos y los países recurren a múltiples devaluaciones competitivas, pues la situación se convierte en algo similar a un grupo de personas hambrientas peleando por migajas.

Nadie gana y todos pierden. Las guerras de divisas no generan crecimiento; simplemente el país con la moneda débil roba crecimiento temporalmente de los socios comerciales con la moneda fuerte, hasta que eventualmente los socios comerciales lo recuperan con sus propias devaluaciones.

En el mejor de los casos, las guerras de divisas ofrecen el lamentable espectáculo de países que roban el crecimiento de sus socios comerciales. En el peor de los casos, caen en círculos viciosos de devaluación-inflación-devaluación, recesión, represalias comerciales, empobrecimiento de la población y violencia real.

De acuerdo con Rickards, la guerra mundial de divisas actual, comenzó en 2010. En su libro Currency Wars, menciona que el mundo no siempre está en una guerra de divisas activa. Las guerras de divisas no implican luchas continuas todo el tiempo. En ciertos momentos, hay batallas intensas, que luego son seguidas de pausas, seguidas de batallas más intensas. Pero cuando están en vigor, estas guerras pueden durar mucho tiempo; 5, 10, 15, incluso 20 años. Eso significa que la guerra actual podría durar varios años más.

Las guerras de divisas en la historia

Ha habido tres importantes guerras de divisas en los últimos cien años. La Guerra de divisas I cubrió el período de 1921 a 1936. Realmente comenzó con la hiperinflación de la Alemania de Weimar y fue un período de sucesivas devaluaciones de las monedas europeas.

Como es bien sabido, tras las sanciones impuestas en el Tratado de Versalles, en 1921 Alemania destruyó su moneda; pero en 1925, Francia, Bélgica y otros hicieron lo mismo. ¿Cómo funcionaba el sistema monetario internacional antes del comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914? Durante mucho tiempo antes de eso, el mundo funcionaba con el patrón oro clásico. Esto es, si tenías un déficit en la balanza de pagos, lo pagabas en oro; si tenías un superávit en la balanza de pagos, adquirías oro.

El oro era el regulador de la expansión o contracción de las economías individuales. Tenías que ser productivo, perseguir tu ventaja comparativa y tener un buen ambiente de negocios para obtener algo de oro en el sistema, o al menos evitar perder el oro que tenías. Era un sistema muy estable que promovía un enorme crecimiento y baja inflación.

Ese sistema se rompió en 1914 porque los países necesitaban imprimir dinero para luchar en la Primera Guerra Mundial. Cuando terminó la guerra, y el mundo entró a principios de la década de 1920, los países querían volver al patrón oro, pero no sabían muy bien cómo hacerlo. Hubo una conferencia en Génova, Italia, en 1922 donde se discutió el problema.

Cada país entró a la Primera Guerra Mundial con un cierto nivel de paridad especto al oro. Había una cierta cantidad de oro y una cierta cantidad de papel moneda respaldada por oro en cada nación. Pero al término de la guerra, la oferta de papel moneda de cada nación se había duplicado. Eso dejaba solo dos opciones si los países querían volver al patrón oro:

Podrían haber duplicado el precio del oro, básicamente reducir el valor de su moneda a la mitad, o podrían haber reducido la oferta monetaria a la mitad. Podían hacer cualquiera de las dos opciones, pero tenían que llegar a la paridad en un nuevo nivel o regresar al antiguo nivel. Los franceses dijeron: “Esto es fácil. Vamos a reducir el valor de la moneda a la mitad”. Hicieron eso y acertaron.

Por su parte, el Reino Unido tuvo que tomar la misma decisión, pero lo hizo de manera diferente. Allí, en lugar de duplicar el precio del oro, redujeron a la mitad su oferta monetaria. Es decir, regresaron a la paridad anterior a la Primera Guerra Mundial.

Esa fue una decisión tomada por Winston Churchill, quien era el Ministro de Hacienda en ese momento. Fue una medida extremadamente deflacionaria. El punto es que cuando has duplicado la oferta monetaria, puede que no te guste, pero lo hiciste y tienes que reconocerlo y admitir que tiraste a la basura tu moneda.

Churchill se sintió obligado a cumplir con el antiguo valor y redujo la oferta monetaria a la mitad y eso lanzó al Reino Unido a una depresión económica tres años antes que el resto del mundo. Mientras que el resto del mundo se topó con la depresión en 1929, en el Reino Unido comenzó desde 1926.

Menciono esa historia porque volver al patrón oro con un precio mucho más alto para éste, medido en libras esterlinas, habría sido la forma correcta de hacerlo (como lo hicieron los franceses). Pero el haber elegido el precio equivocado del oro contribuyó a la Gran Depresión.

Los economistas de hoy dicen: “Nunca podríamos tener de nuevo un patrón oro. ¿No sabes que el patrón oro causó la Gran Depresión? Lo sabemos: contribuyó a que ocurriera la Gran Depresión, pero no fue por el oro, sino por el precio. Churchill eligió el precio equivocado y eso fue deflacionario. La lección de la década de 1920 no es que se pueda tener un patrón oro, sino que un país necesita fijar el precio correcto. Los británicos continuaron por ese camino hasta que, finalmente, se hizo insoportable para el Reino Unido y devaluaron su moneda frente al oro en 1931.

Poco después, EE.UU. devaluó en 1933. Luego, Francia y el Reino Unido volvieron a devaluar en 1936. Vivieron su período de sucesivas devaluaciones monetarias y las llamadas políticas de “empobrecimiento del vecino”.

El resultado fue, por supuesto, una de las peores depresiones de la historia mundial. Hubo un desempleo vertiginoso y una producción industrial estancada que creó un largo período de crecimiento entre muy débil y negativo.

La Primera Guerra de Divisas no se resolvió hasta la Segunda Guerra Mundial y luego, finalmente, en la conferencia de Bretton Woods.

Fue entonces cuando el mundo se puso de acuerdo en un nuevo estándar monetario. La Segunda Guerra de Divisas se desató entre 1967 y 1987. El evento fundamental en medio de esta guerra fue que Nixon sacó a los EE.UU. del sistema del patrón oro el 15 de agosto de 1971, y con ello, en última instancia, al mundo entero.

Hizo esto con la intención de crear empleos y promover las exportaciones para ayudar a la economía estadounidense. Pero esto realmente no ocurrió. ¿Qué fue lo que pasó? EE.UU. sufrió tres recesiones consecutivas: en 1974, 1979 y 1980. El mercado de valores colapsó en 1974. El desempleo se disparó, la inflación se salió de control entre 1977 y 1981 (la inflación estadounidense en ese período de cinco años fue del 50%) y el valor del dólar se redujo a la mitad.

Una vez más, la lección de las guerras de divisas es que no producen los resultados esperados de mayores exportaciones, empleos y crecimiento. Lo que producen son problemas económicos. Esto nos lleva a la Guerra de divisas III, que comenzó en 2010.

Rickards se salta todo el período de 1985 a 2010, un período de 25 años. ¿Qué estaba pasando entonces? Esa fue la era de lo que llamamos “King Dollar” o la política del “dólar fuerte”. Fue un período de muy buen crecimiento y estabilidad de precios en casi todo el mundo. No era un sistema estándar de oro ni estaba basado en reglas.

Funcionaba porque la Fed veía el precio del oro como un termómetro para ver cómo les estaba yendo. Básicamente, lo que Estados Unidos le dijo al mundo es: “No estamos en un patrón oro, estamos en un patrón dólar. “Nosotros, los Estados Unidos, acordamos mantener el poder adquisitivo del dólar y ustedes, nuestros socios comerciales, pueden vincularse al dólar o planificar sus economías en torno a alguna paridad con el dólar. Eso nos dará un sistema estable”. Eso realmente funcionó hasta 2010 cuando EE.UU. rompió el trato y básicamente declaró la Guerra de Divisas III con su expansión  monetaria después de la crisis financiera de 2008-2009.

Tras la crisis financiera de 2008 comenzó el periodo de tasas de interés ultrabajas y con ello el dólar estadounidense de depreció frente a la mayoría de activos, o puesto de otra forma, comenzamos a ver un periodo de gran expansión monetaria que se tradujo en una creciente inflación de precios de prácticamente toda clase de activos.

Con la pandemia causada por el virus chino, Covid-19, el problema de inflación de activos y pérdida de valor del dólar estadounidense se acrecentó porque el ritmo de expansión monetaria se aceleró. El rompimiento de las cadenas globales de valor, la invasión de Rusia a Ucrania, las excesivas ayudas gubernamentales que recibieron los estadounidenses durante la pandemia, entre otros, provocó que la inflación de precios de los activos se trasladara a inflación de precios de bienes al consumidor. La reacción del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos, con los incrementos en su tasa de interés de fondos federales hasta el nivel actual de 5.25% provocó que estallara la “burbuja del todo”.

Naciones como México, con tasas de interés del 11.25%, se han beneficiado de la coyuntura en el sentido de que han recibido más dólares de los que salen, por lo que el tipo de cambio se ha fortalecido hasta los 16.75 pesos por dólar, pero en detrimento de la planta productiva nacional, como mencioné en los primeros párrafos de esta entrega.

Con este amplio relato, debería quedar claro que los precedentes históricos son suficientemente aleccionadores, pero los peligros actuales son aún mayores, aumentados exponencialmente por la escala y la complejidad de los vínculos financieros en todo el mundo. Como lo he señalado en otras entregas, no debemos dejar de ver lo que sucede con la nueva moneda BRICS, respaldada en oro que se avecina, por lo que las cosas podrían calentarse. Finalmente, no creo que “la suerte” del peso mexicano vaya a dura mucho más de unos nueve meses más. El ambiente político en México y en Estados Unidos se van a deteriorar en perjuicio de nuestro país, y eso afectará la confianza y eventualmente el tipo de cambio.

Alejandro Gómez Tamez

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

El tipo de cambio y los problemas para la industria nacional

México atraviesa un momento complicado por la fortaleza del peso frente al dólar. Son varios los sectores productivos y componentes de la demanda agregada que comienzan a resentir los costos de un dólar barato. Históricamente la evolución del tipo de cambio era uno de los indicadores del éxito o fracaso económico de una administración federal y el éxito de un presidente se media en términos de unas cuantas variables, entre ellas el qué tanto se había depreciado el peso durante un sexenio. Es por ello que ahora los simpatizantes de López Obrador presumen el tener un dólar en niveles cercanos a los 17 pesos y lo atribuyen al “buen” trabajo del Gobierno de México; pero no quieren darse cuenta de los problemas que se están ocasionando.

Son muchos los factores que provocan que el tipo de cambio se encuentre coyunturalmente en nivel de 17.14 pesos por dólar, y la mayoría no tienen que ver con lo que hace el gobierno federal. No los abordaré en esta entrega, ya que han sido ampliamente explicados por parte de otros analistas, pero ante todo lo que se comenta respecto al tipo de cambio, en esta entrega si quiero analizar otros puntos relacionados con el tema cambiario y vamos a comenzar con la cuestión de la inflación:

El pasado 7 de julio, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) informó que en junio la inflación general de precios al consumidor disminuyó a 5.06%, el nivel más bajo desde marzo de 2021. Esta es una buena noticia porque implica que la inflación en México ya sólo está 1.06 puntos porcentuales arriba del límite máximo de la meta inflacionaria del Banco de México de una inflación de 3% con un margen de variabilidad de más/menos 1 punto porcentual.

Es verdad que la cifra de inflación de junio debe tomarse con cautela ya que el número agregado esconde varios detalles. Por un lado, vemos que el componente de inflación subyacente sigue muy alto y fue de 6.89%, lo que es producto de una inflación anual de 8.26% en las mercancías y de 5.25% en los servicios. Dentro de las mercancías, destaca que el alza de precios en alimentos, bebidas y tabaco fue de 10.49%, es decir, todavía aumenta a tasa de doble dígito. Por otra parte, el componente de inflación no subyacente registró una deflación de -0.36%, lo que es producto de alza anual de precios de 2.89% en los productos agropecuarios, una caída en los precios de energéticos de -6.95% y un alza en las tarifas autorizadas por el gobierno de 6.26%.

Los datos muestran que buena parte del freno inflacionario se debe a que a nivel mundial han bajado las presiones en los precios de los productos agropecuarios y porque el gobierno federal ha hecho una labor para contener los precios de los energéticos. Subsiste un problema inflacionario con las mercancías y en especial con los alimentos procesados.

Lo que sucede con la inflación es muy importante porque más allá de incidir directamente en el poder adquisitivo real de las personas, determinará el rumbo de la política monetaria en México, lo que a su vez incide directamente en el tipo de cambio. En la medida en que la inflación es menor, aumenta la flexibilidad que puede asumir el banco central para comenzar con el ciclo de disminuciones en su tasa de interés objetivo.  Pero con la inflación subyacente todavía tan elevada, es prácticamente imposible que el Banco de México considere que su lucha contra la inflación ha concluido con éxito.

¿Qué tan probable es que la inflación general de precios al consumidor siga disminuyendo? De acuerdo con los analistas que participaron en la Encuesta Citibanamex de Expectativas más reciente, esperan que la inflación anual este año sea de 4.91%, cifra por debajo del 4.79% esperado hace dos semanas. El rango de pronósticos para la inflación en 2023 va desde un 4.20% hasta el 5.65%. Sin embargo, bajo el escenario base vemos que la expectativa es que la inflación general seguirá disminuyendo en los siguientes seis meses, aunque no se alcanzará todavía la meta del banco central.

¿Hay riesgos de que se complique la lucha contra la inflación? Desde luego que los hay. De hecho los analistas de Moody’s Local han advertido que la economía mexicana está creciendo por encima de su potencial, con un exceso de demanda interna impulsada por las transferencias gubernamentales (ayudas sociales) y las remesas, lo cual podría obstaculizar el que la inflación se reduzca al objetivo de 3 por ciento a finales del 2024.

En este sentido, podemos mencionar que Moody´s tiene razón (parcialmente) ya que, de acuerdo con cifras de INEGI, el Indicador de Consumo Privado en el Mercado Interior creció un sólido 6.5% en términos reales en 2022 y en el acumulado de los primeros cuatro meses de 2023 presenta un incremento real anual de 4.2%.

Sin embargo, como puede verse en la tabla, el gran problema de este consumo es que favorece más a las importaciones que a los productos hechos en México. El consumo nacional creció 5.6% en 2022, mientras que el de bienes importados subió 13.5%. En el acumulado de los primeros cuatro meses de 2022, vemos que el consumo nacional creció 3.1% real, mientras que el de bienes importados aumentó 12.0%.  Esto implica que el fuerte consumo en México efectivamente puede ser una fuente de presión inflacionaria, pero no lo es tanto cuando nos damos cuenta de que se privilegian los bienes importados.

Y ahora, volviendo al tema del tipo de cambio, pues es obvio que con un dólar tan barato la situación de crecimiento de importaciones empeorará y veremos como de consumo de bienes importados consolida mayores tasas de crecimiento, mientras que el consumo de bienes y servicios nacionales se deteriora en perjuicio de la producción empleo nacionales.

En este sentido, reitero que a pesar de que la inflación subyacente sigue elevada, ya somos varios los que hemos externado que la fortaleza del peso mexicano frente al dólar comienza a causar diversos daños a la economía real del país, y que dado lo anterior, el Banco de México debería analizar la posibilidad de recortar marginalmente su tasa de interés objetivo desde el nivel actual de 11.25% a 11.00%. No creo que por un cuarto de punto porcentual se eche a perder el esfuerzo por controlar la inflación, pero creo que si sería un factor que le restaría fortaleza al peso en favor de la planta productiva nacional.

Se ha comentado sobradamente que un peso tan fuerte, en niveles cercanos a 17 pesos por dólar, genera los siguientes problemas:

1. Encarecimiento del precio de nuestras exportaciones en dólares, lo que las vuelve menos competitivas, desacelera su crecimiento y genera menores ganancias a empresas exportadoras.

2. Abaratamiento de las importaciones, lo que desplaza a productores nacionales. Aunque cabe señalar que esto no necesariamente se traduce en precios más bajos para los consumidores finales. Es práctica común que con un dólar barato los importadores simplemente compran el producto extranjero a menor precio en pesos, pero lo siguen vendiendo al mismo precio final en el mercado nacional, con lo que aumentan su margen de utilidad. Otra práctica común es que la empresa que tiene proveeduría nacional y extranjera, simplemente utiliza el argumento de un tipo de cambio más bajo para hacer que sus proveedores nacionales le bajen los precios con la amenaza de que les dejará de comprar. Pero esto tampoco se traduce en precios más bajos para los consumidores.

3. Un aumento en el costo de vacacionar en México para los turistas extranjeros, lo que se traduce en un menor crecimiento del turismo internacional, o de plano una caída en el número de visitantes.  Un dólar barato también provoca que cierto turismo nacional decida mejor vacacionar en el extranjero.

4. Las familias que reciben remesas reciben menos pesos por los dólares que les mandan del extranjero. Esto sin duda incide negativamente en la capacidad de consumo de varias familias, muchas de ellas de bajos ingresos.

5. La inversión extranjera directa que llega a México se hace más cara para el inversionista internacional.  Imagine que construir una planta industrial cuesta 1,000 millones de pesos, pues al tipo de cambio de 20 pesos por dólar, pues es una planta de 50 millones de dólares, pero al tipo de cambio de 17 pesos por dólar, ya se hizo una planta de casi 59 millones de dólares.

El argumento que el Banco de México ha dado desde que tenemos el régimen de tipo de cambio de “libre flotación” es que ellos no intervienen en la paridad y que la que vemos es la que se determina libremente por las fuerzas de la oferta y la demanda. Esto no es más que un intento de engaño, ya que sabemos bien que no existe tal cosa como “libre flotación” y que en el mejor de los casos deberíamos llamarla “flotación sucia” ya que el nivel de tipo de cambio depende de manera importante del diferencial de tasas de interés con respecto a Estados Unidos.

Al escribir estas líneas un Cete a 28 días paga una tasa anual de 11.30%, mientras que un bono del Tesoro de Estados Unidos paga 5.32%. Es evidente que un diferencial de prácticamente 6 puntos porcentuales en la tasa de interés entre ambas naciones genera un gran incentivo para que sigan llegando más dólares a nuestro país.

En ese sentido y dado el enorme diferencial de tasas de interés, insisto en que el Banco de México debería analizar la conveniencia de reducir marginalmente su tasa de interés objetivo, aunque sé que eso no sucederá por dos razones principales:

1. El tipo de cambio barato, si bien no baja los precios en muchas industrias, si disminuye las presiones para que los precios sigan aumentando, y por eso la inflación ya está en 5.06%.

2.  A diferencia de otros bancos centrales que tienen un doble o triple mandato, en el caso de México su mandato se basa únicamente en preservar el poder adquisitivo de la moneda. Es decir, en México el banco central no está obligado a impulsar el crecimiento económico y del empleo, por lo que todos los impactos negativos en la planta productiva los tienen sin cuidado.

A manera de conclusión podemos decir que la planta productiva nacional seguirá enfrentando los problemas causados por un dólar tan barato, pero la buena noticia es que dólar no se mantendrá en el nivel actual para siempre. La expectativa es que el dólar comenzará a subir de precio conforme avanza el año por dos factores principales: a. Las campañas presidenciales en México y Estados Unidos meterán ruido en la relación y podemos esperar que los candidatos estadounidenses dirán cosas malas con relación a nuestro país (como sucedió con Donald Trump hace ocho años) y b. Eventualmente el Banco de México comenzará con el ciclo de disminución de tasas de interés. Dado lo anterior, las empresas deben ajustarse y encontrar maneras para compensar sus pérdidas cambiarias, no será sencillo, pero no es probable que en el corto plazo regresemos a un dólar de 19 pesos, pero para el mediano y largo plazos, sin duda.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

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Sólo el crecimiento económico erradicará la pobreza

Ahora que ha comenzado anticipadamente el proceso electoral del 2024, con independencia de si es legal o no, comienzan a realizarse toda clase de propuestas por parte de precandidatos, y no sólo por parte del partido Morena, sino de todos aquellos que aspiran a la silla presidencial. En este sentido, me parece que uno de los temas fundamentales a analizar debe ser el del crecimiento económico que se traduzca en mejora de los niveles de vida de la población y erradicación de la pobreza. Las promesas de campaña no deben versar en si los apoyos sociales se van a mantener o incrementar sino en lo que se va a hacer para que México crezca de manera sostenida.

Hay un gran rezago en materia de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). En el comparativo del primer trimestre de 2018 al mismo trimestre de 2023, vemos que el PIB de México sólo aumentó 2.2%, lo que equivale a una tasa de crecimiento promedio de 0.44% anual. Hay quien se pone contento porque ya recuperamos el nivel de PIB que teníamos antes de la pandemia, pero si comparamos el PIB actual con el que tendríamos si hubiéramos crecido a una tasa anual de 2% desde que inició la actual administración federal, pues la realidad es que estamos en un nivel 7.41% por debajo de donde deberíamos estar.

La falta de crecimiento económico se ha traducido en un fracaso gubernamental en materia de lucha contra la pobreza, lo que se evidencia con los indicadores más recientes publicador por parte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Entre 2018 y 2020 las personas en condición de “pobreza” aumentaron en 3.8 millones y en ese mismo lapso 2.1 millones de mexicanos pasaron de “pobreza” a “pobreza extrema”, a pesar de los programas sociales. La cantidad de mexicanos pobres pasó de 51.9 millones a 55.7 millones entre 2018 y 2020 (pasó del 41.9% al 43.9% del total de la población). La población en situación de pobreza extrema fue la más afectada, al pasar de 7% (8.7 millones de personas) en 2018 a 8.5% (10.8 millones de personas) en 2020.

¿Qué hacer para abatir la pobreza? Repito, no se trata solamente de regalarle dinero a los más necesitados. Necesitamos aumentar el tamaño de nuestra economía para abatir los rezagos y en este sentido, quiero abordar lo mencionado en un artículo del historiador y sociólogo, Rainer Zitelmann, publicado el pasado 15 de junio en el diario Wall Street Journal y titulado “La solución a la pobreza por parte de Adam Smith”.

El autor comienza señalando que la última voluntad y testamento de Adam Smith dejó a su sobrino David Douglas sintiéndose decepcionado. Recibió mucho menos de lo que esperaba, y el testamento confirmó lo que los amigos de Smith habían sospechado durante mucho tiempo: el economista escocés, que siempre obtuvo un ingreso superior al del promedio de la época, había donado casi toda su fortuna a los pobres en secreto.

Adam Smith (1723 – 1790)

Smith, quien fue bautizado el 16 de junio de 1723 (se desconoce su fecha de nacimiento), es mejor conocido como el padre del capitalismo. Sin embargo, no estaba libre del resentimiento intelectual hacia los ricos. En sus dos obras principales, “La teoría de los sentimientos morales” (1759) e “Investigación de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones” (1776), es difícil encontrar un pasaje en el que hable positivamente de los ricos y poderosos. Los comerciantes y los terratenientes son descritos casi exclusivamente como personas que quieren hacer valer sus intereses egoístas y crear monopolios. Es más fácil encontrar elogios más claros para los capitalistas en “El Manifiesto Comunista” que en las obras de Smith.

Muchos pasajes de las obras de Smith muestran simpatía por la condición de los “pobres”, por lo que no solo se refería a los que vivían en la pobreza, sino también a los “no ricos”, la mayoría de la población, que debe intercambiar su trabajo por salarios para ganarse la vida.  La “simpatía” —hoy la llamaríamos empatía— fue el pilar central de la filosofía moral de Smith. Y la simpatía de Smith estaba, sobre todo, por los trabajadores pobres.

Un famoso pasaje de “La Riqueza de las Naciones” menciona: “Ninguna sociedad puede florecer y ser feliz, si la gran mayoría de sus miembros son pobres y miserables. Es justo, además, que los que alimentan, visten y alojan a todo el cuerpo del pueblo, deben tener una parte tal del producto de su propio trabajo como para estar tolerablemente bien alimentados, vestidos y alojados.”

Pobreza en Inglaterra en el S. XVIII

Hoy en día, estas palabras a veces se malinterpretan para afirmar que Smith abogó por la redistribución de la riqueza dirigida por el gobierno. Esa no era su intención, y ciertamente no estaba llamando a la revolución social. La pobreza, según Smith, no estaba predeterminada y, sobre todo, no confiaba en el gobierno. Señala que sólo el crecimiento económico puede elevar los niveles de vida. El crecimiento económico continuo es la única forma de aumentar los salarios, y una economía estancada conduce a la caída de los salarios. En otra parte escribe que las hambrunas son el resultado de los controles de precios del gobierno.

Mientras que Karl Marx afirmó casi un siglo después que el capitalismo conduciría a un empobrecimiento creciente de los trabajadores, Smith predijo que el crecimiento económico conduciría a un aumento en el nivel de vida.

Hay que entender que cuando se publicó “La riqueza de las naciones”, el capitalismo estaba en su infancia. En ese momento, el 90% de la población mundial vivía en la pobreza extrema. Y la pobreza significaba algo diferente en ese entonces: se estima que alrededor del 20% de los habitantes de Inglaterra y Francia no podían trabajar en absoluto debido a la desnutrición. A lo sumo tenían energía suficiente para unas pocas horas de caminata lenta al día, lo que condenaba a la mayoría a una vida de mendicidad.

Pobreza en Inglaterra en el S. XVIII

Smith tenía razón sobre los efectos del crecimiento económico, como lo han confirmado las últimas décadas. En los últimos años, la disminución de la pobreza se ha acelerado a un ritmo sin precedentes en ningún período anterior de la historia humana. En 1981, la tasa de pobreza absoluta, que el Banco Mundial define actualmente como vivir con menos de 1.90 dólares al día, era del 42.7%. Para el año 2000 había caído al 27.8% y hoy es menos del 9%.

Smith predijo que solo una expansión de los mercados podría conducir a una mayor prosperidad. Esto es precisamente lo que ha sucedido desde la caída de las economías planificadas socialistas. En China, la introducción de la propiedad privada y las reformas del mercado redujeron la proporción de personas que vivían en la pobreza extrema del 88% en 1981 a menos del 1% en la actualidad. El economista de libre mercado Zhang Weiying de la Universidad de Pekín dice: “El rápido desarrollo económico de China en las últimas cuatro décadas es una victoria del concepto de mercado de Adam Smith”. Contrariamente a las interpretaciones prevalecientes en Occidente, el Sr. Zhang dice que el crecimiento económico y la disminución de la pobreza en China no fueron “debido al estado, sino a pesar del estado”, causados ​​por la introducción de la propiedad privada.

El plan de Smith para sacar a la gente de la pobreza no implicaba la abolición de la propiedad privada o la redistribución por parte del estado. Tampoco abogó por una utopía libertaria: creía que los gobiernos jugaban un papel importante. Sin embargo, en 1755, dos décadas antes de que apareciera “La riqueza de las naciones”, advertía en una conferencia: “El hombre es generalmente considerado por estadistas y proyectistas como el material de una especie de mecánica política. Los planificadores perturban la naturaleza en el curso de sus operaciones en los asuntos humanos; y no se requiere más que dejarla sola y darle juego limpio en la búsqueda de sus fines, para que pueda establecer sus propios designios. . . . Todos los gobiernos que frustran este curso natural, que fuerzan las cosas por otro cauce, o que se esfuerzan por detener el progreso de la sociedad en un punto particular, son antinaturales y, para mantenerse a sí mismos, están obligados a ser opresores y tiránicos”. Estas palabras resultaron proféticas.

Adam Smith le mostró al mundo cómo superar la pobreza. No le dejó mucho a su sobrino, pero su gran legado es mostrarle al mundo que solo el crecimiento económico puede sacar a la gente de la pobreza, y que la condición más importante para eso es la libertad económica. La estrategia no deben ser los apoyos sociales, es el crecimiento económico.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

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China y la ilegalidad: grandes obstáculos para México

Un creciente problema que padece buena parte de la planta manufacturera mexicana es la inundación de toda clase de bienes originarios de China, desde los bienes intermedios hasta los terminados. Cada vez es más frecuente escuchar de fabricantes mexicanos que son desplazados por algún proveedor chino, que puede ofrecer el producto a un precio más bajo (aunque no siempre con la misma calidad) dado que gozan de un ambiente de negocios que les permite un costo país mucho más bajo que el nuestro.

Cuestiones como los costos de los energéticos, la seguridad pública y jurídica, el acceso al financiamiento con tasas de interés competitivas, regulaciones laborales y ambientales, estímulos fiscales, todos son mucho más competitivos en China. Esto con independencia de los subsidios que el gobierno central chino y sus provincias siguen otorgando. De acuerdo con un nuevo análisis realizado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, un grupo de expertos con sede en Washington, el gobierno chino dirige cientos de miles de millones de dólares en subsidios a empresas nacionales favorecidas cada año, y lo hace a un ritmo mucho mayor, en relación con el tamaño de su economía, que otros países desarrollados y en desarrollo.

Encontró que los beneficios, en forma de subsidios directos, préstamos por debajo de la tasa de mercado y ventas de tierras, exenciones de impuestos y capital proporcionado por fondos de inversión estatales en 2019 valían al menos $ 248 mil millones y hasta $ 407 mil millones. dependiendo de cómo se contabilicen los tipos de cambio.

Con esto en mente, no debe sorprendernos que en México tenemos un problema crónico en nuestra relación comercial con China, lo que se ilustra con las estadísticas del INEGI plasmadas en la Tabla 1. Éstas muestran que en el año 2000 nuestras exportaciones a China sumaron 204 millones de dólares (mdd), mientras que nuestras importaciones fueron de 2,880 mdd, lo que nos ocasionó un déficit de la balanza comercial de -2,676 mdd. Nuestras exportaciones siguieron creciendo, pero las importaciones lo hicieron a una tasa más rápida y partiendo de una base más elevada, lo que provocó déficits comerciales crecientes. Así llegamos al año 2022, en el cual nuestras exportaciones sumaron apenas 10,917 mdd, mientras que nuestras importaciones desde China explotaron hasta llegar a los 118,696 mdd, lo que nos ocasionó un déficit en la balanza comercial de -107,779 mdd. Esto implica que en 22 años nuestro desequilibrio con China creció en 3,928%.

El desequilibrio comercial entre México y China también resulta evidente a la luz de que en 2022 nuestras exportaciones a la potencia asiática representan apenas el 1.9% de nuestras exportaciones totales, mientras que las importaciones desde China representan el 19.6% del valor total de nuestras importaciones.     

Estas cifras, de por si escandalosas, serían todavía más graves si se considerara el terrible problema del contrabando y subvaluación de mercancías originarias de aquella nación. Es decir, lo aquí plasmado es lo que se registra en los pedimentos aduanales, pero no se registra todo el producto asiático que entra en la forma de contrabando bronco y que no se registra en ningún lado. Además de que existe un fuerte problema de subvaluación, con el fin de defraudar al fisco mexicano. Veamos por ejemplo, el caso de importaciones de tenis deportivos con corte de piel de una marca reconocida con un precio de 90 centavos de dólar por par. Pero así como se da esta situación, también vemos importaciones de trajes sastre con precios de lo que cuestan los botones del mismo, o brasieres a 10 centavos de dólar.

Es evidente pues que el déficit de México con China es mucho más elevado que lo que nos muestran las cifras oficiales y este problema crónico está haciendo estragos en muchos sectores manufactureros de México. No es casualidad que en el comparativo de 2019 a 2022, el índice de volumen físico de actividad industrial de la cadena Cuero-Calzado-Marroquinería se encuentre 16.4% por debajo, que la Fabricación de prendas de vestir haya disminuido -12.2%, que la Fabricación de productos textiles, excepto prendas de vestir esté 8.4% abajo y que la Fabricación de insumos textiles y acabado de textiles haya caído -6.1%.

Otro tema que afecta mucho a la manufactura nacional de bienes terminados es el creciente problema de importaciones desde China vía empresas de mensajería, las cuales por lo general tienen un valor declarado en aduana por debajo del precio real pagado por el importador o consumidor mexicano, además de que pagan una tasa arancelaria por debajo de lo que paga una importación tradicional y no hay límite a la cantidad de paquetes que desde un domicilio mexicano se pueden importar. Entonces, como la tasa máxima que se cobra a las importaciones vía empresas de mensajería es de 20% cuando el paquete tiene un valor de hasta 2,500 dólares, pues no hay problema para el importador en México porque se puede traer 100 paquetes de 2,500 dólares todos los días y pagar el arancel preferente de 20%, en lugar de pagar el arancel NMF que le corresponde a China más el Impuesto al Valor Agregado (IVA). Con este tema hay todavía mucho por investigar porque estas importaciones entran con una fracción arancelaria genérica por lo que no se sabe a ciencia cierta lo que entra y el daño causado a cada actividad manufacturera en específico.

La Administración Nacional de Aduanas de México (ANAM) no ha atendido estos crecientes problemas y la industria nacional sufre las consecuencias; pero también hay corresponsabilidad de legisladores que no han realizado los cambios a la Ley Aduanera que se requieren para darle a la autoridad mayores elementos para desechar el valor de las mercancías cuando estas están evidentemente subvaluadas. De igual forma, no se ha creado una percepción de riesgo para el importador subvaluador, si eres descubierto en el delito, pagas la multa y lo arreglas. Por ello es importante realizar cambios legales para tipificar la subvaluación de mercancías importadas como defraudación fiscal.  

Hay muchas cosas por hacer en la lucha contra la ilegalidad y para darle fortaleza a la industria manufacturera nacional, pero se requiere voluntad política y acciones para erradicar la corrupción. No se pide proteccionismo, sólo piso parejo para competir y que se respete la legalidad.

China es la mayor amenaza para el desarrollo manufacturero de México. Si bien existen oportunidades de nearshoring en las que Estados Unidos quiere dejar de comprarle a China, lo que ocasiona que se muevan las plantas exportadoras a otros países como México, nuestro creciente déficit comercial con China es un lastre para nuestro desarrollo y debilita a las empresas, imposibilitando a muchas de ellas para poder abastecer el mercado interno. Vean como las ciudades se están llenando de tiendas de productos chinos en perjuicio de la planta manufacturera local.  

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP

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El mercado laboral es el principal motor de crecimiento económico

Una buena noticia para la economía mexicana es que el mercado interno está en una clara etapa de expansión por la creación de empleos por parte del sector privado, tanto formal como informal, y porque ha mejorado el promedio de niveles de ingreso de la población ocupada. El INEGI publicó los resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOEN) con los datos del primer trimestre de 2023 y si bien también hay puntos preocupantes, en general se puede ver que se ha fortalecido el mercado interno.

Tenemos que al primer trimestre de 2023 la población ocupada total en México se ubicó en 58.492 millones de personas, la cantidad más alta de la historia. Implica 2.413 millones más que en el mismo trimestre de 2022 o una tasa anual de crecimiento de 4.3%. De manera paralela, la población desocupada en el primer trimestre de 2023 se ubicó en 1.597 millones, lo que implica 409 mil personas menos que un año antes o una disminución en el número de desocupados de -20.4%. La mejora en el mercado laboral también se puede ver porque de los 58.492 millones de ocupados en el arranque de 2023, un total de 4.255 millones están en condiciones de subocupación, cifra 766 mil personas menos que en el primer trimestre de 2022. Sin embargo, se debe mencionar que el número de subocupados del primer trimestre de 2023 se encuentra muy por encima del nivel del primer trimestre de 2019, cuando sumaban 3.608 millones de personas.

Entre los aspectos negativo del mercado laboral está el hecho de que la tasa de informalidad laboral 1 (TIL1) no se ha logrado abatir y vemos que ésta pasó de 56.7% de la población ocupada en el primer trimestre de 2019 al 55.2% en el mismo trimestre de 2022 y a 55.1% en los primeros tres meses de 2023. Esta escasa disminución en la TIL1 provoca que en términos absolutos ahora haya más gente trabajando en condiciones de informalidad. Los datos nos indican que la población ocupada en esta situación creció de 30.469 millones en el primer trimestre de 2019 a 30.976 millones en el primer trimestre de 2022 a 32.208 millones en el mismo trimestre de 2023.

De esta manera vemos que en el último año la población en condiciones de informalidad aumentó en 1.231 millones, lo que implica que, de los 2.003 millones de puestos de trabajo generados en el último año, aproximadamente el 61.5% fueron en la informalidad. Esto se puede constatar también al ver que de acuerdo con los registros del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), el número de trabajadores registrados creció apenas 790.4 miles entre marzo de 2022 y el mismo mes de 2023.     

Ahora, en cuanto a la evolución de los ingresos promedio de la población ocupada, tenemos que de acuerdo con el INEGI, de los 58.492 millones de personas laborando en el primer trimestre de 2023, el 5.0% no recibía ingresos, el 35.9% ganaba hasta 1 salario mínimo al día (SM), el 33.8% entre 1 SM y 2 SM, el 8.6% ganaba entre 2 SM y 3 SM, apenas el 3.3% percibe entre 3 SM y 5 SM al día y sólo el 1.1% gana más de 5 S.M. al día. El 12.3% de la población ocupada no especificaron su nivel de ingresos. Las cifras son preocupantes, porque si tomamos en cuenta que el salario mínimo en 2023 es de 207.44 pesos diarios, pues solamente el 4.4% de la población ocupada en México (unos 2.62 millones de personas) gana más de 622 pesos al día o el equivalente a 18,918 pesos al mes.  

Otro punto a destacar es que derivado de que el salario mínimo general pasó de 172.87 pesos en 2022 a 207.44 pesos en 2023, la población ocupada en los estratos de mayor nivel de ingreso disminuyó. Vemos que entre el primer trimestre de 2022 y el mismo trimestre de 2023, la población ocupada que gana entre 2 SM y 3 SM disminuyó en 730 mil (caída de -12.7%), la que gana entre 3 S y 5 SM bajó en 352 mil personas (-15.3%), mientras que la población ocupada con ingresos superiores a los 5 SM disminuyó en 163 mil, equivalente a una baja de -19.8 por ciento. De igual forma, preocupa que la cantidad de personas que no recibe ingresos por su trabajo aumentó n 24.8 miles de personas en el último año.

¿Qué implica todo lo hasta ahora expuesto en términos de los ingresos promedio de la población ocupada? En GAEAP hicimos un ejercicio para calcular la evolución de los ingresos promedio y vemos que los ingresos promedio de la población ocupada pasaron de 1.94 SM en el primer trimestre de 2019 a 1.46 SM en el mismo trimestre de 2022 a 1.31 SM en el mismo trimestre de 2023. Dado que el salario mínimo general pasó de 102.68 pesos en 2019 a 172.87 pesos en 2022 a 207.44 pesos en 2023, es que en términos nominales los ingresos promedio de la población ocupada en México pasaron de 199.43 pesos en el primer trimestre de 2019 a 251.89 pesos en el mismo trimestre de 2022 a 272.63 pesos en el primer trimestre de 2023. Esto implica que en términos nominales los ingresos promedio de la población ocupada en México crecieron 8.2% en el último año.  

Sin embargo, debido a que la inflación de precios al consumidor fue de 7.5% entre el primer trimestre de 2022 y el mismo trimestre de 2023, vemos que el crecimiento real de los ingresos promedio de la población ocupada solo crecieron en 0.7 por ciento.

Sin embargo, no obstante, lo anterior, el mercado interno se ha visto muy fortalecido porque ahora hay mucho más gente trabajando. Como se mencionó previamente, en el último año la población ocupada aumentó en 2.413 millones de personas, equivalente a un alza de 4.3%. Esto provoca que la base salarial nominal diaria haya crecido en 12.9% entre el primer trimestre de 2022 y el mismo trimestre de 2023. Considerando la inflación del periodo, pues igual son muy buenas noticias porque en términos reales la base salarial creció 5.1% en el último año, lo que provoca que el mercado interno ahora sea la principal fuente de crecimiento económico.

Desde luego que esta mayor base salarial en términos nominales y reales ha beneficiado enormemente al comercio y a los servicios, que han visto buenas tasas de crecimiento. En la entrega de la semana pasada mencionaba que el PIB de las actividades terciarias creció 4.3% a tasa anual en el primer trimestre de 2023 y que de hecho el nivel de PIB de esta actividad ya se encuentra en un nivel 1.7% por arriba del nivel prepandemia de 2019.

Una actividad que se ha visto menos favorecida por la recuperación del mercado interno son las manufacturas, y esto se debe a que las cifras oficiales muestran que ha crecido mucho más el consumo de bienes nacionales que de bienes importados. De acuerdo con el INEGI, en el primer bimestre de 2023, el indicador mensual del consumo privado en el mercado interior creció 5.5% a tasa anual. Sin embargo, no se capitaliza todo este dinamismo para la industria manufacturera ya que el consumo de bienes nacionales sólo aumentó 1.9%, mientras que el de bienes importados subió 15.4 por ciento.

Aunado a lo anterior, hay un problema adicional para muchas industrias manufactureras, ya que subsisten enormes problemas de contrabando técnico y bronco, así como de subvaluación de mercancías, por parte de importadores ilegales. El problema de ilegalidad es un enorme lastre para la economía mexicana y la autoridad hace poco para si quiera empezar a resolver el problema.

A manera de conclusión podemos decir que el mercado interno mexicano se encuentra en una clara fase de expansión, aunque desafortunadamente la mayoría de las personas sigue en una condición de informalidad, a pesar de que existen miles de vacantes en la economía formal. La recuperación del mercado interno es muy positiva porque nos hace menos dependientes de lo que suceda con la economía de Estados Unidos. El crecimiento del mercado interno ha sido un gran impulsor de las actividades terciarias en México, pero desafortunadamente, no ha servido tanto para el crecimiento de las manufacturas por la preferencia a consumir bienes importados sobre los nacionales y por los enormes y crecientes problemas de ilegalidad en las aduanas mexicanas.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com   

En Twitter: @alejandrogomezt

Desempeño económico de México y oportunidades desaprovechadas

Diversos analistas y políticos afines al gobierno federal destacan el “buen” desempeño que ha tenido la macroeconomía mexicana después de la crisis económica del 2020.  Es verdad que el agregado de la economía nacional acumula ocho trimestres consecutivos con crecimientos a tasa anual en el valor de su producción; pero como veremos en esta entrega, apenas hemos recuperado el nivel de PIB que teníamos previo a la pandemia. El retraso en la recuperación se debe, en buena medida, a oportunidades que no hemos sabido aprovechar.  

Comenzando con el análisis del Producto Interno Bruto (PIB) de México, y de acuerdo con el INEGI, éste sumó 29.33 billones de pesos corrientes en el primer trimestre de 2023, lo que a un tipo de cambio promedio del trimestre de 18.65 pesos por dólar, equivale a 1.572 billones de dólares. Gracias a la inflación y a la revaluación del peso mexicano, este es el nivel de PIB nominal, en pesos y dólares, más alto de la historia. En cuanto a sus componentes, cabe señalar que del total de PIB nominal, el 3.9% correspondió a actividades primarias (agricultura, ganadería, etc.), el 31.5% a las actividades secundarias (minería; electricidad, gas y agua; construcción y manufacturas); mientras que el restante 59.2% fue generado por las actividades terciarias (comercio y servicios).   

Ahora, en cuanto al desempeño del PIB en términos reales (pesos ajustados por inflación), tenemos que éste creció 3.7% anual en el primer trimestre de 2023, lo cual es producto de incrementos en todas las actividades que lo componen, siendo éstos de 2.3% en las actividades primarias, 2.5% en las secundarias y 4.3% en las terciarias. Estas importantes tasas de crecimiento son todavía producto de un rebote en la actividad económica después de la crisis de 2020, misma que fue causada por las medidas tomadas para hacer frente al virus chino del Covid-19. Sucede que si comparamos el nivel de PIB total del primer trimestre de 2023 con el del mismo trimestre de 2019, vemos que éste apenas se encuentra 1.0% arriba del nivel de 2019. Por su parte, las actividades primarias están 0.6% por encima,  las actividades secundarias todavía están 0.3% por debajo, mientras que las terciarias se ubican 1.7% por arriba del nivel de 2019.  

Este es el balance de cuatro años en materia económica: un crecimiento real del PIB total de apenas 1.0%, lo cual se compara muy desfavorablemente con el desempeño de otras naciones que ahora no sólo tienen un nivel de PIB superior al de 2019, sino que inclusive han alcanzado el nivel de PIB que tendrían de acuerdo con la tendencia que llevaban previo a la crisis de 2020. Bajo esta medición, al PIB de México todavía le falta crecer al menos un 5% para tener el nivel de PIB que habríamos tenido sin la pandemia.   

Un sector de enorme importancia para las economías nacionales es el industrial, ya que éste es el generador de bienes tangibles en un país. Si una nación no tiene industria, se convierte en importador nato y se vuelve dependiente de otras naciones. Los países descuidaron su industria para hacerse dependientes de las manufacturas baratas de Asia, ahora se arrepienten, y como ejemplo tenemos el caso de Estados Unidos, que desde tiempos del presidente Donald Trump trata desesperadamente de resucitarla. Ahora con la Administración del presidente Joe Biden los esfuerzos continúan y muestra de ello son las CHIPS Act y la Inflation Reduction Act, que con miles de millones de dólares en estímulos fiscales y apoyos, pretenden impulsar las industrias de semiconductores, automotriz, entre otras.

El asunto es que los países no deben descuidar su industria y en ese sentido, a continuación presento el desempeño industrial de México. Como ya se señaló, en el periodo del primer trimestre de 2022 al mismo trimestre de 2023 la industria creció 2.5%, pero ésta se encuentra todavía 0.3% por debajo del nivel que tenía en el primer trimestre de 2019. El crecimiento industrial de 2.5% en el último año es producto de crecimientos de 1.7% en la Minería; de 4.3% en Electricidad, gas y agua; de 2.1% en Construcción y de 2.7% en Manufacturas. De esta manera, para hacer el balance de la situación actual respecto de la prepandemia, tenemos que en el comparativo del primer trimestre de 2019 al mismo trimestre de 2023, la Minería se encuentra 5.2% por arriba; las actividades de Electricidad, gas y agua están 15.6% por debajo; la Construcción está 13.4% por debajo; mientras que las Manufacturas ya se encuentran 5.3% por arriba del nivel del primer trimestre de 2019.

Es muy preocupante lo que sucede con la industria de la construcción que aún está lejos de los niveles prepandemia. De acuerdo a diversas notas periodísticas, el sector actualmente opera al 50% de su capacidad instalada y esto se debe a que buena parte de la obra pública federal se ha entregado a las fuerzas armadas, en lugar de a los constructores, que son expertos en su área y pueden planear correctamente.

Y con estos datos en mente, ahora es importante analizar el papel que ha jugado la relocalización o nearshoring de empresas que han salido de China para ubicarse en nuestro país. Pues bien, en 2022 México captó un total de 35.3 miles de millones de dólares (mmdd) de Inversión Extranjera Directa (IED), pero de este total sólo 17 mmdd fueron nuevas inversiones, lo demás fueron reinversión de utilidades y cuentas entre compañías. Es decir, de todo lo captado en 2022, sólo el 48% fueron nuevas empresas que llegaron al país.

El problema de la escasa recepción de IED en la forma de nuevas inversiones se ha agravado en el arranque de este año, ya que en el primer trimestre de 2023 las nuevas inversiones son un porcentaje mínimo de la IED recibida.

Los datos oficiales indican que la IED del primer trimestre de 2023 implica un aumento de 48% respecto a un año antes (si quitamos el efecto de la fusión de Televisa-Univisión y la reestructura de Aeroméxico), pero la realidad es que los datos no son alentadores. En la tabla líneas arriba se ve como casi el 90% de lo que se “captó” de IED en el primer trimestre de 2023 es reinversión de utilidades y solo el 5% son nuevas inversiones. En otras palabras NO ESTAMOS APROVECHANDO EL NEARSHORING (o al menos no se ve).

Es por lo anterior que de acuerdo con Índice Nearshoring, elaborado por la empresa inglesa Savills, México se ubica en la posición número 15 entre 40 países que integran el ranking. El reporte destaca el bajo costo de la mano de obra en México, lo que lo vuelve extremadamente atractivo para los nuevos modelos de manufactura tras el Covid-19, pero evidentemente no se está capitalizando. Cabe señalar que el país que encabeza el ranking del Índice Nearshoring es Vietnam.

Obvio debemos plantearnos las acciones que debemos llevar a cabo, como país y como sectores económicos, para aprovechar esta oportunidad única que se nos presenta. Es la oportunidad para catapultar a México a ser una potencia manufacturera aún más importante a nivel global de lo que ya somos. Mientras que China representa aproximadamente el 20% del total de exportaciones manufactureras del mundo, México ha estado estancado con una participación de entre 3.0% y 2.6% en lo que va del siglo 21. 

Para concluir solo agregaría que para crecer más, atraer más IED en la forma de nuevas inversiones y ser más competitivos, México debe resolver diferentes temas, tales como la generación de energía eléctrica suficiente y que al menos un porcentaje creciente de ésta provenga de fuentes renovables. De igual manera, se deben resolver los problemas de inseguridad, sobre todo en carreteras, y se debe respetar el estado de derecho para dar certidumbre a las inversiones.

Otras asignaturas pendientes para capitalizar el nearshoring y fortalecer el mercado interno son: desarrollar infraestructura, en especial la hidráulica; desarrollar las competencias de la población ocupada y brindar incentivos para que más personas se incorporen al mercado laboral; así como implementar una política industrial moderna en la que el Estado tenga una hoja de ruta de las acciones que se deben llevar a cabo en los próximos años.

La actividad industrial de México es muy importante, nuestro país es una potencia mundial en ese sentido. Ahora que atravesamos por esta complicada coyuntura mundial con la desaceleración de Estados Unidos y otras naciones, aprovechemos las oportunidades y potenciemos la producción y empleo. La ventana de tiempo para hacerlo es corta y esta es una de esas oportunidades que se presentan una sola vez en la vida.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General de GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Lo que sucede en EE.UU. con el techo de la deuda debería preocuparnos

Después de haber alcanzado cotizaciones de 17.42 pesos por dólar el pasado 15 de mayo, el peso mexicano se debilitó ligeramente y al momento de escribir estas líneas se ubica en 17.77 unidades por billete verde. La volatilidad es natural y de hecho causa grandes dolores de cabeza a algunos que realizan operaciones de comercio exterior al dificultarse costear los productos en moneda extranjera.  Pero ahora la volatilidad es de naturaleza diferente y se debe principalmente a la incertidumbre causada por la negociación de la ampliación del techo de su deuda de Estados Unidos, mismo que se ubica en 31.4 billones de dólares.

La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha dicho que el gobierno podría volverse incapaz de pagar sus deudas y gastos a partir del 1 de junio. Y paradójicamente la posibilidad de que EE.UU. incumpla en el pago de su deuda pública fortalece al dólar por dos razones: 1. Los inversionistas huyen de toda clase de activos percibidos como de mayor riesgo, como el peso mexicano y 2. Por los ajustes que se están dando en los precios de los bonos.

Janet Yellen, Secretaria del Tesoro de Estados Unidos

La incertidumbre de un posible impago por parte del gobierno de Estados Unidos provoca que los inversionistas liquiden sus posiciones en bonos del Tesoro de ese país, lo que a su vez provoca que el precio de estos bonos caiga y por lo tanto, que suba la tasa de interés implícita que pagan estos instrumentos. Para ilustrar esto, tenemos que el 1 de mayo de este año el rendimiento del T-Bill a plazo de un mes era de 4.49% y este viernes 19 de mayo era de 5.62%, por lo que a pesar del riesgo de impago, el atractivo de estos bonos ha aumentado y por lo tanto el dólar se fortalece.

Desde luego de que el hecho de que el Banco de México haya decidido dejar su tasa de interés objetivo en 11.25% tras su reunión de la semana pasada, aunado a la posibilidad de que el banco central mexicano haya terminado el ciclo alcista de tasas de interés, mientras que en Estados Unidos podrían seguir aumentando, también es un factor que juega a favor del dólar estadounidense y en contra del peso mexicano, pero ese es un asunto que se debe tratar en otra entrega.

Pero más allá de estos movimientos del tipo de cambio y de las tasas de interés de corto plazo, debemos estar preocupados por el problema de fondo: aumentar el techo de la deuda en EE.UU. Lo que pudiera suceder en Estados Unidos no es bueno y dependerá de si este asunto se resuelve hasta el último momento antes de que el Departamento del Tesoro se quede sin dinero, si se soluciona a los pocos días de que explote la bomba o si de plano tarda más tiempo en resolverse. En este sentido, en una nota de Sarah Chaney, publicada en el Wall Street Journal el sábado 20 de mayo y titulada “Los economistas evalúan el daño que podría ocurrir en tres escenarios que van desde un acuerdo de última hora hasta un largo callejón sin salida”, se presentan los posibles desenlaces y las repercusiones de estos a nivel global.

Este tema es importante porque las repercusiones para la economía mundial, en caso de que no haya un arreglo, podrían ser devastadoras y para la economía mexicana aun más graves, lo que descarrilaría nuestro proceso de recuperación económica y nos llevaría a una situación de crisis económica en pleno proceso electoral.

De entrada, la nota de Sarah Chaney comienza advirtiendo que las disputas y negociaciones políticas prolongadas por el techo de la deuda, entre la Casa Blanca y Legisladores Demócratas vs Republicanos, podrían llevar a la economía estadounidense a una recesión, pero el incumplimiento de sus obligaciones por parte del gobierno podría desencadenar una grave crisis financiera global. El tiempo para que se llegue a un acuerdo se agota y el mundo financiero mira con atención lo que sucede en la economía más grande del mundo.

La mayoría de economistas no esperan que se llegue a una situación de incumplimiento en el pago de deuda, que sería la primera vez que suceda en la historia de Estados Unidos. Pero describen tres escenarios potenciales de la manera en que el enfrentamiento político por este tema podría afectar la economía y el sistema financiero, que van desde consecuencias no muy buenas hasta las extremadamente aterradoras. A continuación se presentan los tres escenarios:

Escenario 1: Negociación de último minuto

Es evidente que la economía de Estados Unidos ya está en una fase de desaceleración debido al aumento de las tasas de interés, y muchos analistas esperan una leve recesión a finales de este año o principios del que viene. Mientras los legisladores negocian el techo de la deuda, la incertidumbre podría hacer que los consumidores, inversionistas y empresas detengan muchas de sus decisiones, aumentando así las posibilidades de una recesión.

En este escenario es poco probable que los trabajadores pierdan sus trabajos, pero la incertidumbre en las perspectivas económicas podría hacer que pospongan sus compras e inversiones.

Los precios de las acciones podrían comenzar a disminuir a medida que se acerca el 1 de junio. Esto ya sucedió, y en 2011 para cuando el Congreso votó elevar el techo de la deuda (solo unas horas antes de la fecha límite), los precios de las acciones ya habían caído y tardaron meses en recuperarse. De igual forma, como consecuencia, por primera vez las calificadoras de riesgo rebajaron la calificación crediticia de la deuda soberana de EE.UU. En 2021 Standard & Poor´s rebajó la calificación a AA+, lo cual sucedió cuatro días después de que el Congreso votara a favor de elevar el techo de la deuda del gobierno federal.

En marzo de este año, S&P Global Market Intelligence proyectó que las turbulencias financieras similares a las de 2011 podrían desacelerar el crecimiento del producto interno bruto de EE.UU. a tan sólo 0.1% anual en el cuarto trimestre de este año, comparado con el crecimiento esperado del 0.6% en el caso de que no hubiera problema en la negociación de la ampliación del techo de deuda.

Escenario 2: Se logra un acuerdo después de la fecha límite

Si las negociaciones se extienden más allá del jueves 1 de junio, los economistas esperan una reacción más severa de los mercados financieros, ya que la posibilidad de incumplimiento se torna más real. Las ondas de shock causadas por el impacto tenderían a acelerarse con bastante mayor rapidez en toda la economía estadounidense y en los mercados financieros globales.

Si el gobierno federal de Estados Unidos suspende sus pagos, entonces los saldos de las cuentas de los jubilados y de inversionistas se reducirían repentinamente, lo cual podrían reducir drásticamente los gastos de los consumidores, lo que constituye el motor de la economía estadounidense. Las empresas seguramente pausarían sus planes de contratación e inversión.

De cualquier forma, se debe contemplar que puede existir un pequeño colchón del que se puede hacer uso más allá del 1 de junio. Janet Yellen escribió que la fecha real en que el Tesoro agota su efectivo podría ser días o semanas más tarde de lo estimado. El Bipartisan Policy Center proyecta que el Tesoro gastará $622,500 millones de dólares en junio mientras recibe $495,000 millones en ingresos fiscales. El momento exacto de esas entradas y salidas determinará las reservas de efectivo.

Otra posibilidad es que por un corto tiempo, el gobierno le dé prioridad al pago de la deuda sobre otros rubros de gasto como las prestaciones del Seguro Social. Los economistas del banco de inversión UBS dicen que eso tendría un impacto económico notable en la economía estadounidense, pero sería menos severo que una situación de incumplimiento de la deuda. Sin embargo, estiman que, en ese escenario, el PIB se contraería a una tasa anual del 2% en el tercer trimestre y caería aún más en el cuarto trimestre. Los empleadores eliminarían 250 mil puestos de trabajo en la segunda mitad del año.

El lado positivo de una recesión económica: es probable que la inflación baje, como quiere el Banco de la Reserva Federal (FED). En un escenario recesivo, el banco central también podría recortar las tasas de interés para ayudar a compensar parte de la debilidad económica, aunque el efecto sería limitado.

El Presidente Joe Biden y el líder de la mayoría en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy

Escenario 3: No se llega a un acuerdo

Si no se llega a un acuerdo y el gobierno no puede pagar sus gastos y deudas durante días o semanas, las repercusiones serían enormes.

Wendy Edelberg, economista de Brookings Institution dijo que habría caos en el sistema financiero mundial porque los bonos del Tesoro son muy importantes al ser la referencia de todos los demás instrumentos de deuda. “¿Qué sucede cuando esa cosa con la que todos se están comparando demuestra ser una de las cosas más riesgosas que existen?”, dijo.

Por su parte, la firma consultora Ernst & Young dijo que un incumplimiento desencadenaría una recesión más severa que la recesión de 2007-09.

El valor de los bonos del Tesoro caería, ya que los inversionistas venderían y posiblemente reducirían permanentemente sus tenencias de este tipo de instrumentos. Los pagos que no realice el gobierno federal ​​interrumpirían los flujos globales multibillonarios en préstamos en dólares a corto plazo, que son fundamentales para la forma en que los bancos y las empresas financian las operaciones.

Los fondos de inversión, las empresas y los bancos tienen bonos del Tesoro en sus portafolios de inversión. Su valor decreciente golpearía sus balances financieros. Los problemas de quiebras bancarias recientes en los Estados Unidos fueron provocadas por la caída de precio de los valores de la deuda del Tesoro, por lo que nuevas caídas en los precios de los bonos agravarían los problemas sistémicos de la banca comercial estadounidense.

Los analistas también dicen que muchos inversionistas huirían de los activos de riesgo de todo tipo. Muchas divisas colapsarían y el mercado de valores estadounidense se desplomaría un 45% en los meses siguientes, además de que el desempleo se dispararía en 5 puntos porcentuales, según un informe de la Casa Blanca. UBS dijo que si la negociación del techo de la deuda se estanca un mes después del 1 de junio, esto provocaría que la economía se contraiga durante cuatro trimestres consecutivos.

Por su parte, las tasas de interés que pagan los bonos del Tesoro influyen en las tasas de interés en toda la economía, por lo que los consumidores podrían ver cómo aumentan las tasas de interés de sus deudas de tarjetas de crédito, hipotecas y préstamos para automóviles.

A diferencia de la recesión de Covid-19 de 2020, cuando la economía perdió más de 20 millones de empleos pero el gobierno inyectó billones de dólares en estímulos, Washington ahora no podría ofrecer apoyo para sus ciudadanos en apuros.

Conclusiones

Si bien el escenario base es uno en el que se resolverá la negociación del techo de deuda de Estados Unidos antes del 1 de junio, no podemos dejar de estar al pendiente de lo que sucede en el vecino del norte. Todo indica que esta incertidumbre, aunque el tema se resuelva antes del 1 de junio, causará un impacto negativo en el desempeño del PIB estadounidense. También queda claro que existen los otros escenarios en los que las repercusiones podrían ser terribles para Estados Unidos, lo que implica que para México sucederían cosas aún más graves en materia de exportaciones, evolución del PIB, empleo y desempleo. Nuestro país podría llegar a la elección presidencial del 2024 envuelto en una crisis económica.

Agregaría que por otra parte, de cumplirse el escenario de un arreglo de último minuto respecto del techo de la deuda, los mercados recuperarán la calma y en ese sentido podríamos volver a ver al dólar estadounidense debilitado y al tipo de cambio acercarse a los 17 pesos por dólar, lo que en si mismo sería un gran problema para la planta manufacturera nacional, pero ese es tema para otro editorial.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Buen desempeño económico, pero hay estados a los que les va mal

Contrario a lo que muchos pronosticaban para este año, la economía mexicana está demostrando una mayor solidez y dinamismo. A finales de 2022, la mayoría de los analistas pronosticaban que en el mejor de los casos el Producto Interno Bruto (PIB) de 2023 crecería 1.0%, y conforme avanza el año afortunadamente los pronósticos se han revisado hacía arriba.

Muestra de lo anterior es que en la última Encuesta Citibanamex de Expectativas, aumentó el pronóstico del crecimiento del PIB para 2023 y el promedio de los encuestados lo estima en 1.6% (1.4% hace quince días), con un rango de proyecciones que va desde 0.8% hasta 2.3%.

Para confirmar la buena marcha de la economía, tenemos que el pasado viernes 28 de abril el INEGI publicó su estimación oportuna del crecimiento del PIB de México en el primer trimestre de 2023. Los datos sorprendieron al alza, ya que, en su crecimiento anual con cifras desestacionalizadas, el PIB total aumentó 3.8%, apoyado en incrementos de 3.1% en las actividades primarias (agricultura, pesca); de 2.6% en las secundarias (minería; electricidad, gas y agua; construcción; y manufacturas); y 4.3% en las terciarias (comercio y servicios).  Ahora bien, si analizamos el crecimiento trimestral respecto al cuarto trimestre de 2022, vemos que el PIB creció 1.1%, apoyado de incrementos de 0.7% en las actividades secundarias y de 1.5% en las terciarias.

Cabe señalar que la tasa anual de crecimiento de México es mucho mayor a la registrada por el PIB de los Estados Unidos, la cual aumentó 1.1% con cifras ajustadas por estacionalidad, nivel sustancialmente inferior al 2.6% observado en el cuarto trimestre de 2022, lo cual confirma el proceso de desaceleración de la mayor economía del mundo. 

Con el desempeño del primer trimestre de este año, ahora si ya podemos decir que por fin hemos recuperado el nivel de PIB que teníamos en 2019 previo a la pandemia. Y es que de acuerdo a las cifras de INEGI, en 2022 el PIB total creció 3.1%, pero todavía se ubicaba 0.7% por debajo del nivel de 2019. Si analizamos el PIB por actividad económica, vemos que el de mejor desempeño fue el de las actividades primarias porque creció 2.8% en 2022, y con ese aumento ya se encontraba 6.1% por encima de su nivel de 2019. En cuanto al PIB de la industria o de las actividades secundarias, tenemos que en 2022 creció 3.3%, pero aún se encontraba 1.3% por debajo del nivel de 2019, principalmente porque la industria de la construcción no se ha podido recuperar. Finalmente, con relación al PIB del comercio y los servicios (actividades terciarias), vemos que éste creció 2.8% en 2022, pero aún estaba 0.8% por debajo de su nivel de 2019.

El hablar de un crecimiento de 3.1% en el PIB total de 2022, como todos los promedios, puede ocultar desempeños muy positivos o negativos de los diferentes estados o regiones del país. Es por ello que aprovechando que el INEGI acaba de publicar los datos del cuarto trimestre de 2022, a continuación presento la evolución del Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) del 2022. Cabe señalar que el ITAEE es un índice que mide la actividad de cada entidad, y es lo más cercano a un PIB estatal, por lo que sus tasas de variación dan cuenta del desempeño de cada entidad federativa.  

Respecto del ITAEE total de cada estado, tenemos que, de las 32 entidades federativas, en 2022 fueron 17 las que observan tasas de crecimiento por encima de la tasa de crecimiento del PIB total (3.06%). De igual forma, de la totalidad de estados, fueron un total de 27 los que observaron crecimiento en 2022, y sorprendentemente hubo 5 que registraron contracción en su nivel de actividad económica. Las seis entidades de mejor desempeño en el total de su economía fueron (en paréntesis se indica el porcentaje de crecimiento): Quintana Roo (10.8%), Tabasco (10.6%), Hidalgo (8.7%), Baja California Sur (7.7%), Jalisco (6.9%) y Oaxaca (6.7%). Por su parte, las cinco entidades que registraron una caída en el nivel de su actividad económica en 2022 fueron: Veracruz (-0.03%), Yucatán (-0.4%), Durango (-0.5%), Aguascalientes (-2.0%) y Campeche (-5.5%).

Un ejercicio interesante resulta de ver cuales son los estados que han tenido un mejor desempeño en un periodo más extenso, como el de 2013 a 2022. En este ejercicio vemos que las entidades más dinámicas son (en paréntesis se indica su crecimiento porcentual del periodo): Baja California (32.3%), Baja California Sur (32.2%), Quintana Roo (26.7%), Querétaro (25.9%), Jalisco (24.6%) y Chihuahua (124.5).  Mención aparte merecen las economías de Veracruz y Campeche, las cuales en 2022 tenían un tamaño más pequeño del que tenían en 2013. En el caso de Veracruz la contracción es de -1.9% y en el de Campeche es de -39.4%.

Ahora bien, si analizamos el desempeño económico de las actividades industriales en 2022 por entidad federativa, vemos que hay 24 estados que crecieron y 8 que registraron contracción. En el grupo de mejor desempeño tenemos que las seis economías estatales más dinámicas fueron: Hidalgo (19.7%), Chiapas (17.7%), Oaxaca (15.8%), Tabasco (14.7%), Morelos (14.5%) y Quintana Roo (9.1%).   Por su parte, las cinco economías de menor desempeño en industria en 2022 fueron: Durango (-3.7%), Veracruz (-5.4%), Campeche (-6.9%), Aguascalientes (-8.1%) y Colima (-10.4%).

De igual forma, si analizamos el desempeño de la industria en las diferentes entidades federativas en el periodo de 2013 a 2022, vemos que las seis de mejor desempeño fueron (en paréntesis se indica su crecimiento porcentual): Baja California (39.3%), Querétaro (32.9%), Chihuahua (26.4%), Yucatán (26.1%), Nuevo León (20.6%) y Jalisco (20.1%).  Sorprende que hay 11 entidades federativas que en 2022 tienen una industria más pequeña de lo que tenían en 2013, y las seis que presentan las mayores contracciones son: Tamaulipas (-10.5%), Zacatecas (-16.1%), Chiapas (-20.7%), Veracruz (-24.3%), Colima (-24.5%) y Campeche (-44.6%).

Finalmente, al analizar el desempeño económico de los estados en 2022 en cuanto a comercio y servicios (actividades terciarias), vemos que todos, menos Yucatán crecieron. Los seis estados de mejor desempeño en el 2022 fueron: Quintana Roo (11.1%), Baja California Sur (7.7%), Jalisco (6.7%), Sinaloa (5.8%), Chihuahua (4.8%) y Nayarit (4.6%). Como ya lo mencioné, el único estado que contrajo su actividad de comercio y servicios en 2022 fue Yucatán con una caída de -0.5%.

De igual forma, al analizar el desempeño del comercio y servicios en las diferentes entidades federativas en el periodo de 2013 a 2022, vemos que las seis de mejor desempeño fueron (en paréntesis se indica su crecimiento porcentual): Baja California Sur (37.2%), Baja California (29.0%), Quintana Roo (28.6%), Colima (26.6%), Jalisco (25.8%) y Estado de México (25.0%). Vemos que sólo hay un estado con una economía más pequeña, en el comparativo de 2013 a 2022, en las actividades terciarias y es Campeche con una contracción de -0.2 por ciento.

Con este análisis queda claro que, aunque las cifras agregadas del desempeño económico de nuestro país sean positivas, no todos los estados y regiones tienen el mismo desempeño y que, aunque hay años en los que la economía nacional crece, hay entidades que sufren fuertes contracciones. Y lo que es aún peor es que hay economías estatales que ahora son más pequeñas de lo que eran hace 9 años. Desde luego que mucho del desempeño de cada entidad tiene que ver las políticas públicas implementadas por cada gobierno estatal, si son o no afines al sector privado; pero también es cierto que para tener un desarrollo más equilibrado se requiere de una política industrial que tome en cuenta las vocaciones de cada región y las necesidades específicas de cada actividad.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com  

En Twitter: @alejandrogomezt