Entre las catástrofes naturales de mayor impacto humano y económico, encontramos los sismos, temblores o terremotos. El costo en vidas y en destrucción de infraestructura que pueden causar, sin duda llegan a marcar a un país o región durante décadas.

Es impresionante ver que el terremoto de Tangshan, China (1976) costó la vida de entre 242,000 y 255,000 personas. La devastación fue brutal debido a la alta densidad de población y la construcción de mala calidad. Por su parte, el terremoto de Haití (2010) causó entre 160,000 y 300,000 muertes, lo cual se debió en gran parte a la pobre infraestructura del país más pobre del continente americano. El terremoto del Océano Índico (2004) fue causante de la muerte de unas 230,000 personas, principalmente por el tsunami que generó y que devastó 14 países. Finalmente, el terremoto de Sichuan, China (2008) provocó la muerte de 87,000 personas, la mayoría debido a los colapsos de edificios y la falta de preparación. 

Ahora, en cuanto a su costo económico, el costo de los terremotos en el mundo puede variar desde algunos millones de dólares para eventos menores hasta cientos de miles de millones para catástrofes importantes. Por ejemplo, el terremoto de Tohoku en Japón en 2011 es considerado uno de los más costosos, ya que generó daños estimados en unos $360 mil millones de dólares, mientras que el desastre en Chile en 2010 tuvo un costo de aproximadamente $24 mil millones, equivalente al 12% del PIB chileno. Los costos son tan elevados, porque usualmente incluyen daños a la infraestructura, pérdidas económicas e capacidad de producción y costos de reconstrucción. 

México es un país vulnerable a los sismos debido a su ubicación en fallas tectónicas y a la poca cobertura de seguros. Aquí los costos han sido enormes, variando enormemente según el evento; por ejemplo, los sismos de 2017 generaron pérdidas estimadas en más de $2,000 millones de dólares, con costos de reconstrucción para el gobierno que superaron los $36,000 millones de pesos tan solo para 2017, según el periódico El Economista. Desde una óptica de tiempo mucho más larga, tenemos que los temblores de 1985 a 2021 han costado más de $300,000 millones de pesos, de acuerdo con un análisis también publicado por El Economista.

En este sentido, lo mejor que te puede pasar en caso de haber sufrido la pérdida material ocasionada por un terremoto, es contar con la póliza vigente de un seguro contra este tipo de desastres naturales. Las cifras en este aspecto son igualmente impresionantes, de acuerdo con reportes periodísticos, la aseguradora GNP pagó más de 900 millones de pesos solo por el sismo del 19 de septiembre de 2017. Por su parte, un informe de las aseguradoras mexicanas estimó en unos $863 millones de dólares el costo de los daños por los sismos de 2017.

¿Qué hacer entonces para que si nos toca el impacto de un sismo, la pérdida sea lo menor posible? Si lo que deseamos es mitigar el impacto económico, sin duda, lo que se debe hacer es contratar una buena póliza de seguro contra daños ocasionados por desastres naturales, y es importante hacerlo con una compañía de reconocido prestigio y solvencia. Las pólizas para este tipo de coberturas no son tan caras como pudiera pensarse, pero es un tema que depende del tipo de inmueble, materiales de construcción y sobre todo, la zona donde está ubicado.

Ahora, si lo que se busca es evitar la pérdida de vidas humanas (que está siempre debe ser la prioridad), es fundamental contar con un sistema de protección certificada contra sismos con tecnología avanzada con la alarma sísmica Pro. Si bien, en la Ciudad de México contamos con un sistema de alerta sísmica, hay lugares de la república donde no se tiene este servicio, por lo que pudiera ser importante contratarlo como una medida extra de seguridad para el personal de la empresa.

Pero también aunque uno esté en la Ciudad de México, es importante considerar esta opción porque hemos visto casos en los cuales la alerta sísmica no se activa con la debida anticipación o de plano no se activa. Este tipo de situaciones ponen en riesgo al personal de nuestra empresa.

Es así pues que como jefes de empresa, tenemos la obligación legal y moral de salvaguardar a nuestros colaboradores, no sólo se trata de proteger el patrimonio. Hay alternativas de mercado como la que menciono líneas arriba, las cuales les invito a conocer.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

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