La inevitable debilidad del dólar

Existe un gran debate respecto de lo que sucederá con el valor del dólar estadounidense. Hay un grupo de analistas le cree al Banco de la Reserva Federal (FED) en su compromiso en la guerra contra la inflación y por lo tanto su voluntad para seguir aumentando su tasa de interés, aunque esto implique el colapso del mercado de bonos del Tesoro. Otro bando cree que la FED terminará salvando el mercado de bonos (y la riqueza de millones de personas) por lo que antes de que concluya este año comenzaremos a ver esquemas de compra de bonos y baja de tasas de interés, aunque esto signifique incrustar elevadas tasas de inflación en el mediano y largo plazos.

A este respecto, en un artículo de Matthew Piepenburg titulado “El momento Gettysburg de Powell, el Waterloo del dólar estadounidense y la locura de hoy”, publicado el 25 de febrero en GoldSwitzerland.com, se expone un panorama obscuro para el dólar estadounidense. El autor lo hace examinando la interacción histórica de guerras perdidas después de grandes victorias, egos acorralados, monedas que se derrumban y mayores controles gubernamentales.

La historia importa

La historia importa, y con esto Piepenburg  se refiere a todos sus maravillosos y feos matices (y lecciones). La historia, por supuesto, está llena de cifras y épocas desesperadas, muchas de las cuales implican economías desesperadas seguidas de guerras igualmente desesperadas y puntos de inflexión que surgen de la desesperación.

Guerras perdidas desde el principio

Napoleón Bonaparte, que había ganado previamente innumerables batallas desde Rivoli hasta Austerlitz, se encontró temblando en Rusia en 1812 después de perder la mayor parte de su ejército ante el General Invierno Ruso. En ese entonces le comentó a uno de sus generales que “hay solo una delgada línea entre lo sublime y el ridículo.”

Tres años más tarde, en Waterloo en 1815, los días “sublimes” de Napoleón (y el número incontable de pérdidas humanas causadas por él) terminaron para siempre.

En los Estados Unidos, en la Guerra Civil, el ejército de los Estados Confederados era talentoso y aunque era enormemente superado en número, bajo el mando de Robert E. Lee, humilló a las fuerzas de la Unión en las batallas de Manassas 1 y 2. Pero en Gettysburg, Pensilvania, el 3 de julio de 1863, fue derrotado y el campo de batalla fue sembrado de moribundos y muertos pertenecientes a sus otrora valientes divisiones. Fue aquí cuando la Guerra Civil de EE.UU. llegó a un punto de inflexión matemático.

A pesar de la carnicería de Gettysburg, la guerra se prolongó durante 2 horrendos años más (generando  innumerable cantidad de víctimas), debido a que se ignoraron las duras matemáticas de la disminución del número de tropas, suministros, cañones y caballos que hacían imposible la “victoria” del Sur.

Menos de un siglo después, esta vez cerca de Stalingrado en el invierno de 1943, la aparentemente invencible Wehrmacht alemana, después de haber conquistado Polonia, Francia, el norte de África y grandes franjas del este, se encontró (y el general von Paulus) frente a la realidad igualmente matemática de lo que alguna vez parecía una derrota imposible.

Según todas las métricas, los alemanes, habiendo provocado una guerra en los frentes Occidental y Oriental, estaban acabados; pero la guerra (y el número incontable de bajas) continuaría durante dos años más sin sentido.

Políticas financieras destinadas al fracaso desde el principio

La interacción superpuesta del ego humano, las duras matemáticas y las estrategias fallidas condenadas desde el principio, tienen su lugar tanto en la historia militar como en la financiera.

Por ejemplo, hubo una vez (alrededor de 2008) que nuestros banqueros centrales en general, y la Reserva Federal de EE.UU. en particular, tuvieron la terriblemente mala idea de que los bancos centrales podían usar irrestrictamente dinero fiduciario creado de la nada para salvar bancos comerciales que habían hecho mal las cosas, vencer recesiones, gestionar la inflación, monetizar la deuda, ganar un premio Nobel de Economía (Ben Bernanke en 2022) y lograr el pleno empleo con un clic de un mouse de computadora.

Estos grandes planes, así como las promesas de los generales fallidos y las guerras dementes de Lebensraum, la gloire de l’empire o la “Causa del Sur”, fueron seguidos inicialmente por una serie de primeros “éxitos tipo Austerlitz” (es decir, burbujas de mercado) que trajeron euforia de corto plazo.

Desafortunadamente, esas victorias tempranas y logradas con un clic del mouse ignoraron las realidades de más largo plazo, a saber: desigualdad de riqueza históricamente sin precedentes, grotesca degradación del valor de las monedas, la muerte del descubrimiento de precios del libre mercado y el nacimiento de lo que equivale a poco más que el socialismo de Wall Street y el feudalismo de mercado disfrazado hoy como “capitalismo” de la Teoría Monetaria Moderna (MMT por sus siglas en inglés).

Tal “gloria” a corto plazo a expensas de la ruina a más largo plazo es un patrón demasiado familiar para aquellos que prestamos atención…

El autor se refiere al emperador Jerome Powell, quien por ejemplo, cree que puede “ganar la guerra contra la inflación”, pero al igual que Napoleón, Lee y von Paulus, todavía es incapaz de admitirse a sí mismo (o a nosotros) que su gran visión está condenada al fracaso en cualquier sentido que la tome.

Y así, continúa luchando desesperadamente por una causa perdida a expensas de innumerables monedas e inversionistas (víctimas) en todo el mundo.

¿Cómo podemos saber esto? Todo se reduce a matemáticas duras y malas opciones.

Como se detalla en anteriores entregas, las matemáticas hablan por sí solas:  Los niveles de deuda global han superado su “momento Gettysburg” y no quedan victorias fáciles una vez que comenzamos a negociar en cifras de trillones de dólares (un trillón es un 1 con 15 ceros).

Ya sea que Powell continúe con el apretón cuantitativo (o monetario, también llamado QT) o cambie a un alivio cuantitativo (o monetario llamado QE), los soldados de a pie minoristas en todo el mundo enfrentarán una recesión/depresión económica o una inflación extrema.

Elige tu “victoria” o tu veneno. Si vemos ambos posibles resultados entonces hablamos de estanflación

Igualmente grave es la inevitable desaparición del poder adquisitivo del dólar en los Estados Unidos y su inflación exportada al resto del mundo, que el lento final de su hegemonía global.

El triste destino del dólar

Independientemente de si el USD (o el índice dólar DXY) sube o baja en el corto plazo, el resultado final es tan inevitable y matemático como la guerra de dos frentes de Alemania, la carga de Pickett en Gettysburg o el desastre de Waterloo de Napoleón.

Una vez que las burbujas de acciones y bonos alcanzan sus puntos de inflexión y comenzaron a estallar, la última burbuja en morir es siempre la moneda, que es precisamente donde nos han colocado los premiados (?) banqueros centrales.

En resumen, y como se muestra a continuación, la economía global y el USD, liderados por el General Powell, están a punto de cruzar esa línea infamemente fina que va de lo sublime a lo ridículo…

Los últimos momentos sublimes del USD

Sin embargo, como en cualquier guerra perdida, siempre hay quienes se aferran a la esperanza, incluidos aquellos que piensan que el USD nunca se rendirá. (En 2022, la libra esterlina, el yen y el euro cayeron)

Recientemente, por ejemplo, los titulares, los políticos, los mercados y los inversionistas alcistas permanentes estaban positivamente impactados por un informe de creación de empleos en EE.UU. más fuerte de lo esperado y los datos de nómina no agrícola. El índice dólar (DXY) subió fuerte.

Sin embargo, lo que fue igualmente más alto (de hecho 60% más alto…) de lo esperado fue la estimación de préstamos requeridos por el Tesoro de EE.UU. para 2023, también conocida como la cuenta del bar  del Tío Sam, ¡$ 930 mil millones de dólares! –solo para el primer trimestre de 2023.

Cada uno de estos datos ha enviado al USD temporalmente al alza, junto con las expectativas de inflación, que ahora parecen estar incrustadas.

Entonces, la gran pregunta hoy es esta: ¿Se fortalecerá o debilitará el USD en 2023 y más allá?

Hay dos campos en este debate estratégico, y dos consecuencias dependiendo de qué campo tenga razón. Ninguno de los dos es “victorioso”.

Escenario malo 1: las consecuencias de un dólar al alza

Si el USD se fortalece con más alzas en la tasa de interés, acabará con el valor de casi todas las clases de activos, excepto el propio USD.

Ya estamos viendo esta carnicería abierta en los mercados crediticios a medida que aumentan las tasas de interés y las políticas de dólar fuerte del General Powell paralizan las normas de préstamos y créditos del pasado.

Los funcionarios de crédito confirman un endurecimiento de la disponibilidad de éste (y una ampliación del spread entre tasa activa y pasiva de la actividad bancaria) a niveles que solo se vieron en recesiones anteriores, lo que agrega más peso a la afirmación actual del autor de que EE.UU. ya está en una recesión, a pesar de todos los intentos de Washington para redefinir, cancelar, ignorar o minimizar lo mismo.

El aumento igualmente sombrío en los índices de mora de los bonos de alto rendimiento agrega una prueba más de la muerte lenta (luego constante) de los bonos sangrantes debido a una tasa de interés al alza y una política de dólar fuerte.

Un USD fortalecido hará que el precio de los bonos baje más y, por lo tanto, los rendimientos y las tasas aumenten, lo que será deflacionario a medida que Estados Unidos, saturado de deudas, se empobrezca y los extranjeros se vean obligados a vender más bonos del Tesoro (UST por sus siglas en inglés) junto con una Reserva Federal más restrictiva que está haciendo exactamente lo mismo al disminuir su hoja de balance: venta masiva de bonos y creación de picos de rendimiento.

Escenario malo 2: las consecuencias de la caída del dólar

Sin embargo, si el USD se debilita, la inflación solo empeorará a medida que los déficits fiscales de más de $2 billones de dólares (trillions en inglés) anuales continúen con su ascenso constante hacia los $3 billones, $4 billones o incluso más de $5 billones de dólares para 2023 (como referencia, el PIB nominal de EE.UU. en 2022 fue de 25.5 billones de dólares).

Entonces, una vez más: ¿Se fortalecerá o debilitará el USD?

La respuesta radica en qué señales rastreas o en las que confíes: ¿la FED de Powell o el mercado de los bonos del Tesoro (UST)?

¿Creer en lo que Powell dice? Dólar fuerte adelante

Si, por ejemplo, crees en lo que dice la FED y su narrativa falsa, pero mortalmente seria sobre la inflación, entonces te verás atraído por el grito de guerra de Powell “debemos vencer la inflación”, que se reduce a un plan de batalla de suma cero de “alta inflación” es mala, baja inflación es buena. Debo vencer la inflación”.

Igualmente parte de este falso plan de batalla (Powell necesita inflación y tasas negativas…) es la  valerosa idea de que “el aumento de las tasas mata la inflación”.

Bueno… sí, pero ¿a qué precio?

Si Powell gana la batalla de los titulares de prensa contra la inflación, pierde la guerra para salvar los mercados crediticios globales, las economías y la credibilidad política, cuya pérdida se atribuirá de inmediato al virus covid y al villano ruso, pero nunca a los banqueros centrales que nos empujaron al precipicio de la deuda.

Sin embargo, si vamos más allá de los titulares lineales y el pensamiento bidimensional de los banqueros centrales como Powell, rápidamente nos damos cuenta de que el mercado de bonos UST tridimensional es quizás el indicador real (y superior) de las probabilidades futuras.

O, ¿confíar en lo que sucede en los mercados de bonos?—Un dólar más débil por delante

Por lo tanto, en lugar de mirar a la FED, el autor está observando los mercados de bonos para obtener su brújula direccional: el norte en un mundo de política lleno de humo de cañón.

Como se ha dicho más veces de las que se pueden contar: el mercado de bonos es la cosa (The bond market is the thing). 

Y en cuanto al mercado de bonos soberanos, se han visto 3 períodos de completa disfunción en los últimos años, a saber: 1) el pico de la tasa de recompra de septiembre de 2019; 2) la caída del “Covid” de marzo de 2020, y 3) la implosión dorada de octubre pasado generada por el aumento del USD. La suma de estos tres eventos recientes ha estado a punto de romper el delgado hielo que mantiene la economía global fuera de un escenario financiero apocalíptico.  

No se puede culpar a aquellos que siguen a la FED (y esto es completamente comprensible dado que la FED ES el mercado en esta pesadilla del nuevo papel de los bancos centrales posterior a 2008) por esperar que el USD se fortalezca por mayores ajustes de tasas de interés, mientras Powell “combate la inflación”.

Pero aquellos que le creen a la FED también están ignorando esas 3 grietas en el mercado de bonos arriba mencionadas. En opinión del autor, el hielo está a punto de romperse si tenemos un cuarto momento/grieta en los bonos soberanos.

Por lo tanto, en lugar de seguir a la Reserva Federal, sería más prudente observar el mercado de UST, que se dirige precisamente en esa dirección de peligro a menos de que alguien (¿es decir, Janet Yellen?) impulse otro episodio de liquidez (QE) más tóxico y, por lo tanto, un USD más débil.

Pero como se argumentó anteriormente, de cualquier manera el dólar está condenado…

Plan de batalla fallido 1: endurecimiento en una crisis de deuda (dólar más fuerte)

Primero el autor presenta el escenario actual de la Reserva Federal y argumenta que si nos fijamos solo en lo que dice la FED, y sigue endureciendo su postura, lo que por ahora parece ser el plan para el primer y segundo trimestre de este año, el USD se fortalecerá, los rendimientos y las tasas (de 5% a 5.25%) aumentarán aún más y el mercado de bonos del Tesoro UST vería tal ola de ventas (extranjeras e impulsadas por el QT de la propia FED), que será inevitable un cuarto momento de riesgo en el mercado de bonos soberanos, y sería un evento lo suficientemente probable no solo como para “romper el hielo” de los mercados de bonos globales, sino también ahogar a todos los que patinan encima de él.

Dadas estas realidades y riesgos en el mercado de bonos UST, riesgos que incluso un Jerome Powell  totalmente acorralado entiende, no se ve un camino realista a seguir que no sea un USD más débil y, por lo tanto, un cambio de restricción monetaria (QT) a alivio monetario (QE).

¿Por qué? Porque esta es la información que se obtiene al analizar las señales del mercado de bonos, no de Powell.

Rastrear (y confiar) en Powell significa un Tesoro de EE.UU. hundido y tasas de interés peligrosamente elevadas, que es como kryptonita para el modelo “acomodaticio” estadounidense basado en la deuda.

Es así que lo más probable es que Powell se verá obligado a considerar estratégicamente el hecho de que esta guerra inflacionaria ha matado a su ejército de bonos UST y, por lo tanto, lo obligará (bajo la dirección de Janet Yellen) a cambiar de táctica.

O dicho de manera más simple, al igual que Napoleón, Robert E. Lee e incluso la Wehrmacht aprendieron que ningún ejército superado en número puede ganar una guerra prolongada, Powell descubrirá que ninguna política sostenida de aumento de las tasas puede terminar bien para los bonos/pagarés tóxicos que abundan en una nación en quiebra (Estados Unidos).

En resumen: a menos de que Powell debilite el USD e inyecte más liquidez QE en algún momento de 2023, su victoria sobre la inflación será a expensas de la sangre vital de Estados Unidos, a saber, el mercado de bonos UST.

Plan de batalla fallido 2: recurra a más “milagros” con un clic del mouse (dólar más débil)

Al final del día, y a pesar de toda esta retórica de “vencer la inflación” de Powell, el salvar al salvavidas que representan los pagarés del Tío Sam (es decir, el mercado de UST ) tendrá prioridad estratégica sobre “vencer la inflación”. Obviamente que esta es una opinión ciertamente contraria e impopular.

Sin embargo, parece ser una opinión compartida por nada menos que la mismísima Comandante del Cuerpo de Liquidez Tóxica: la Secretaria del Tesoro Janet Yellen.

En otras palabras, bajo este escenario, espere una capitulación eventual (no inmediata) en la política de subir tasas de interés y disminuir la hoja de balance de la FED, favoreciendo la creación de más dinero falso, también conocido como QE, es decir, “liquidez”.

Esto significa que, a pesar de los movimientos giratorios del dólar estadounidense y, por lo tanto, de las oscilaciones del índice dólar (DXY) hoy en día, la única dirección y opción a largo plazo para vencer una recesión y salvar los pagarés del Tío Sam es un dólar más débil, no más fuerte.

¿Juego final definitivo? Culpa, reinicio y control centralizado

Un USD más débil comprará tiempo (y UST) hasta que, en última instancia, las economías desarrolladas del mundo, que de hecho controlan los balances de las repúblicas bananeras, finalmente se den cuenta de que no queda nada para salvarlos, excepto un gran “reinicio”, es decir, una quiebra o Chapter Eleven global o un “Tratado de Versalles” económico.

Por supuesto, se culpará convenientemente de la necesidad de este “reajuste” a Putin y al Covid en lugar de a los banqueros centrales (generales fallidos) que causaron esta horrible guerra contra el dinero real, la deuda sostenible y el gasto fiscal sólido con el que los países desarrollados vivían hace años.

En ese momento, la historia nos recordará que las guerras perdidas y las políticas fallidas siempre se convierten en controles más centralizados disfrazados de “orientación” gubernamental, eficiencia de pago y liderazgo “democrático”, muy bien encapsulados en esa nueva dirección tóxica de las Monedas Digitales de los Bancos Centrales y un modelo de Nueva normalidad orwelliana…

¿Cómo posicionarse para no perder?

Cambiando de metáforas militares a ecuestres, el autor argumenta que los inversionistas, como los jugadores de polo, deben pensar hacia dónde se dirige la pelota, no dónde se encuentra actualmente.

Independientemente de lo que diga Powell hoy, la jugada real es de 3 a 4 movimientos por delante, que apuntan a un USD inevitablemente más débil y, por lo tanto, a un precio del oro que inevitablemente irá al alza.

Powell, por supuesto, es más político que economista, y los bancos centrales como la FED son cualquier cosa menos que independientes.

Como tal, Powell, los políticos en Washington, DC y los escritores creativos de matemáticas y ficción del Bureau of Labor Statistics (oficina responsable de medir la inflación en EE.UU.)  continuarán haciendo lo que hacen todos los políticos (o los ejércitos perdedores) cuando las cosas van en su contra: mentir.

El autor asegura que por lo tanto, los escritores creativos de Washington DC continuarán manipulando, distorsionando y “ajustando” los datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) para informar erróneamente que la inflación real casi “supera las expectativas”, lo que permitirá a Powell salvar las apariencias en una “guerra contra la inflación” perdida, mientras que la teniente Yellen calladamente impulsa una narrativa en favor de un USD más débil para salvar el mercado de bonos UST (es decir, evitar más ventas masivas de UST extranjero).

Esta política para salvar las apariencias permitirá entonces que EE.UU. haga lo que mejor sabe hacer: seguir pidiendo prestado, gastar y profundizar las espirales inflacionarias causadas por sus déficits fiscales crónicos y acumulación de deuda.

El molesto factor humano y conclusiones

Matthew Piepenburg concluye señalando que con base en la Realpolitik del mercado de bonos, las probabilidades apuntan hacia un punto de inflexión para regresar la liquidez que eventualmente generará un USD más débil a largo plazo.

Pero la historia también nos recuerda que a las figuras ebrias de poder no les gusta admitir la derrota. Sus egos se interponen en el camino de las decisiones racionales.

Jerome Powell, que desea desesperadamente ser recordado como un Paul Volcker napoleónico en lugar de un Arthur Burns cómico, no es una excepción a esa estrechez de miras humana demasiado humana.

No dispuesto a aceptar un momento Gettysburg, que se originó con el coronel Alan Greenspan, el general J. Powell podría presionar demasiado y durante demasiado tiempo con tasas de interés en aumento, lo que ocasionará un USD más fuerte y precios de bonos hundidos hasta que la inflación y el valor de todos los demás activos financieros se destruya.

Sólo podemos esperar y ver.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

La desglobalización y los bancos centrales

En los últimos meses, el gobierno federal había venido destacando que México estaba en una mejor situación inflacionaria comparado con Estados Unidos. Pues sucede que ya no es el caso, dado que al mes de julio la inflación anual en el vecino del norte fue de 8.5% (con una inflación mensual de 0%), mientras que en México en la primera quincena de agosto la inflación siguió aumentando y ya superó dicho porcentaje.

Pero lo más preocupante no es eso, sino que la creencia de que a nivel mundial pronto regresaremos a una vida con bajas tasas de inflación, como las que existían antes de la pandemia del covid-19, no se van a cumplir. Debemos prepararnos para una nueva realidad con varios años de una elevada inflación.  Probablemente no serán alzas de precios como las actuales por encima del 8% anual, pero tampoco regresarán a los niveles previos como los de 2% en Estados Unidos o de un 4% en el caso de México.

En esta entrega analizaremos primero el más reciente dato inflacionario de México y posteriormente veremos las causas del nuevo escenario inflacionario mundial.  

El deterioro de la inflación en México

Una enorme cantidad de analistas se sorprendieron el pasado miércoles 24 de agosto, cuando el INEGI informó que en la primera quincena de agosto de este año, la inflación anual en México alcanzó un nivel de 8.62%, la tasa de inflación más alta desde la segunda quincena del año 2000. El dato del crecimiento en el porcentaje de inflación en los primeros 15 días de agosto fue 0.48 puntos porcentuales superior al observado en la segunda quincena de julio, cuando ascendió a 8.14%.

Los factores que provocaron que la inflación se disparara fueron los siguientes aumentos de precios (en paréntesis se indica el aumento en puntos porcentuales de la inflación entre la segunda quincena de julio y la primera quincena de agosto): Energéticos (3.91); Alimentos, bebidas y tabaco (0.50) y Educación/Colegiaturas (0.48).

Lo más preocupante del dato inflacionario de la primera quincena de agosto es lo que está sucediendo con la inflación subyacente, lo que muchos llaman el corazón de la inflación. El alza de precios anual de los alimentos, bebidas y tabaco fue de 12.73%, mientras que el incremento de las mercancías no alimenticias es de 7.88%, lo que nos da una tasa de inflación de mercancías de 10.43%. En contraste, el dato de inflación de Estados Unidos en el rubro de “Todos los bienes excepto energéticos y alimentos” fue de 5.90% anual en julio. Queda claro que el panorama inflacionario de México es mucho más gris y que las expectativas inflacionarias aquí están más arraigadas. 

Desde este espacio, al igual que diversos analistas, comentamos que parte del problema inflacionario era por un componente de inflación importada. Desde mi punto de vista esto sigue siendo parcialmente cierto para el caso de algunos insumos para la producción, así como para los precios de alimentos (procesados y no procesados). Pero el dato de inflación  de mercancías y la contaminación de precios de algunos servicios como las colegiaturas, dejan en claro que la inflación ya se volvió a arraigar en el país y que será muy difícil abatirla.  En otras palabras, ya no se le puede echar la culpa de la inflación sólo al entorno económico adverso internacional, dado que también hay factores estructurales y de políticas públicas en México que le echan gasolina a un problema inflacionario global.

El Banco de México no la tiene fácil, tiene que luchar contra un monstruo inflacionario de dos cabezas: la interna con un arraigamiento de altas expectativas inflacionarias, y la externa, que se explica más adelante. El propio banco central mexicano reconoce, en la minuta de su más reciente decisión de política monetaria que la inflación en México alcanzará su nivel máximo en el tercer trimestre de este año y llegará a la meta de 3% durante los tres primeros meses de 2024; sin embargo, el organismo también anticipa que ese último plazo se podría alargar si hay mayores presiones externas derivadas de la pandemia, si continúan aumentando los precios de agropecuarios y energéticos por el conflicto geopolítico entre Rusia y Ucrania y si el peso se deprecia.  

Dado este complejo escenario, es que organismos como el Grupo Financiero Citibanamex han vuelto a revisar al alza su expectativa de inflación. Ahora estiman que la inflación subyacente anual será de 7.8% en diciembre (desde un estimado de 7.5%), y una inflación general de 8.2% al cierre de 2022 desde el 7.7% anterior. Sin duda la negociación de incrementos salariales para el año 2023 será muy compleja y eso seguirá contaminando los costos y precios en México, con independencia de lo que suceda en otros países. De igual forma, las tasas de interés se mantendrán elevadas por un buen tiempo.   

La nueva inflación crónica mundial

En un artículo de Michael Lebowitz, publicado el pasado 24 de agosto en RealInvestmentAdvice.com, el autor menciona que básicamente hay dos grandes opiniones respecto de la trayectoria futura de la inflación. Una es la creencia casi generalizada de que la inflación pronto volverá a los niveles previos a la pandemia, a medida que las distorsiones de la oferta y la demanda relacionadas con ésta continúen normalizándose. La otra teoría, con menos seguidores, argumenta que este aumento de la inflación, a diferencia de otros episodios de los últimos 30 años, será crónica.

Respecto a esta segunda teoría, desde luego que la inflación persistente pone nerviosos a los bancos centrales, por lo que debemos prepararnos para elevadas tasas de interés por un mucho mayor tiempo del originalmente previsto (con consecuencias en todo tipo de mercados). Además de que es preocupante que de manera paralela está ocurriendo un cambio de comportamiento que podría generar una espiral de alzas de precios y salarios. Dada la enorme incidencia de la política monetaria (en su lucha contra la inflación) en el crecimiento económico y en los precios de los activos, es pertinente analizar el efecto del proceso de desglobalización en la creación de un fenómeno de inflación persistentemente alta.

En su artículo del 1 de agosto, titulado “Guerra y Tasas de Interés”, el analista y estratega Zoltan Pozsar argumenta sólidamente que las “guerras económicas calientes” (a diferencia de la guerra fría) cambiarán el panorama económico mundial, revirtiendo décadas de beneficios por parte de la globalización económica, dando como resultado una desglobalización y niveles de inflación más altos de lo que estamos acostumbrados. El resultado puede cambiar los objetivos de la política monetaria alejándolos del apoyo a los mercados de activos (como las bolsas de valores) y moviéndolos hacía el fomento del uso de la deuda como herramienta para gestionar el cambio geopolítico y la desglobalización.

Zoltan es el jefe global de estrategia de tasas de interés a corto plazo en Credit Suisse. Sus opiniones son a menudo visiones alternas, pero ya sea que estés de acuerdo con él o no, lo que él dice provoca un alto nivel de análisis.

¿Por qué importa la alta tasa de inflación?

Antes de mencionar los aspectos más importantes del artículo de Zoltan, vale la pena hacer una breve explicación de por qué la trayectoria futura de la inflación es tan crucial para los inversionistas. Estados Unidos y la mayoría de las demás naciones desarrolladas tienen enormes niveles de deuda. En las  gráficas del FMI se muestra que la deuda global como porcentaje del PIB se ha multiplicado por 2.5 en los últimos cincuenta años.

Los niveles de deuda más altos, como porcentaje del PIB, fueron posibles por las tasas de interés continuamente más bajas y emisión de cantidades crecientes de deuda improductiva. En algunos casos, las tasas de interés negativas y la política del alivio monetario o quantitative easing (QE) por parte de los bancos centrales, mantuvieron las economías en funcionamiento y ayudó a que los países no incumplieran con los pagos de sus compromisos de deuda.

Los banqueros centrales se salieron con la suya con políticas monetarias expansivas negligentes porque la inflación no era una preocupación. La globalización del comercio permitió el flujo de bienes baratos entre naciones. En consecuencia, la FED y otros bancos centrales llevaron a cabo políticas monetarias laxas por muchos años con poco temor de avivar la inflación. Este entorno generó a su vez una burbuja de precios de toda clase de activos, o puesto de manera elegante: valoraciones de activos elevadas.

Los niveles más altos de inflación provocan que los bancos centrales suban sus tasas de interés. Las tasas de interés altas elevan la presión fiscal en las economías con niveles de deuda crecientes. Este entorno es desfavorable para las valoraciones altas y el buen comportamiento de los precios de los activos. Por lo tanto, la inflación y las altas tasas de interés son un factor clave que merma la rentabilidad de los activos.

La advertencia de Zoltan

Zoltan escribió su artículo después de visitar recientemente a los clientes europeos de su firma. En general, parece estar en desacuerdo con las expectativas de inflación y de política del banco central de muchos de sus clientes. Esto es:

El camino esperado de las tasas de política occidentales se basa en dos esperanzas: primero, que la inflación está a punto de alcanzar su punto máximo. En segundo lugar, que estamos cerca del pico de las posturas restrictivas de los bancos centrales (hawkishness).

Según su experiencia, muchos inversionistas creen que la inflación está llegando a su punto máximo y que los banqueros centrales darán marcha atrás en su agresiva política monetaria diseñada para combatir la inflación. Zoltan advierte que los inversionistas con tal visión pueden estar mujy equivocados. Como tal, necesitamos considerar algunas preguntas difíciles. Por ejemplo:

  • ¿Qué pasa si la inflación resulta persistente y no retrocede tanto o tan rápido como esperan los inversionistas?
  • ¿Qué pasa si los banqueros centrales no tienen más remedio que seguir administrando la dura medicina monetaria que los mercados están luchando por digerir?

Los tres pilares de la era de baja inflación

Para apreciar la preocupación de Zoltan por un nuevo régimen de inflacionario, vale la pena compartir su opinión sobre lo que fomentó el entorno de baja inflación de los últimos 30 años o más.

Zoltan postula que las bajas tasas de inflación del pasado se basaron en tres pilares.

  • En primer lugar, la mano de obra inmigrante barata mantiene estancados los salarios del sector servicios en EE.UU.
  • En segundo lugar, los productos baratos de China elevan el nivel de vida en medio de salarios estancados
  • En tercer lugar, el gas ruso barato impulsa la industria alemana y la de la Unión Europea (UE) en general.

Los consumidores estadounidenses estaban absorbiendo todas las cosas baratas que el mundo tenía para ofrecer… Todo esto funcionó durante décadas hasta que el nativismo, el proteccionismo y la geopolítica desestabilizaron el mundo de baja inflación.

Los tres pilares se están derrumbando

Los tres pilares descritos anteriormente están ahora convirtiendo las presiones deflacionarias en presiones inflacionarias. Analicemos cómo están cambiando.

  1. Nativismo

Las recientes restricciones a la inmigración en los EE.UU. revirtieron una tendencia de décadas en la que la mano de obra inmigrante barata proporcionaba una amplia oferta de trabajadores. Como resultado del exceso de empleados potenciales, los salarios estaban relativamente estancados para un gran porcentaje de la población activa.

Con los salarios bajo control, las empresas podrían aumentar los márgenes de beneficio, aumentar las ganancias y evitar que los precios de sus productos suban demasiado rápido. En algunas industrias, las empresas podrían bajar los precios y mantener las ganancias gracias a la mano de obra barata.

Con menos inmigración, los trabajadores actuales tienen más poder de negociación. Ahora hay más ofertas de trabajo que en cualquier otro momento en los últimos 20 años. Parte de esto se debe a la pandemia, pero la realidad es que la cantidad de vacantes está muy por encima de los niveles anteriores al covid.

A medida que los empleados se vuelven más difíciles de reemplazar y tienen una mayor demanda por parte de los competidores, buscan salarios más altos. Diversos análisis muestran que las ganancias promedio por hora de los empleados de manufactura en general tenían una tendencia a la baja hasta hace unos cinco años, cuando la inmigración se volvió más restrictiva.

Una de las principales preocupaciones del Banco de la Reserva Federal y las razones de su agresiva política monetaria es la posibilidad de una espiral de precios y salarios. Una espiral de precios y salarios se basa en la capacidad de los trabajadores para exigir aumentos de sueldo para compensar los precios más altos. Este círculo vicioso aumenta las probabilidades de que la alta inflación se vuelva persistente.

  • China

Los productos baratos de China no son tan baratos como solían ser. Además, la escasez relacionada con la pandemia dejó en claro que EE.UU. depende demasiado de países hostiles para obtener bienes esenciales, incluidos algunos productos tecnológicos y farmacéuticos. Según el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR): Se cree que alrededor del 80% de los componentes básicos utilizados en los medicamentos estadounidenses, conocidos como ingredientes farmacéuticos activos (API), provienen de China e India”.

El reciente Proyecto de Ley de Reducción de la Inflación busca traer de vuelta la producción de semiconductores y otros bienes esenciales a los EE.UU. Desde un punto de vista estratégico, la desglobalización puede ser inteligente y necesaria. Sin embargo, la mano de obra más costosa, los impuestos más altos y las regulaciones más estrictas hacen más costoso el regreso de la manufactura a EE.UU.

  • Rusia

Antes de que Rusia invadiera Ucrania, suministraba a Europa aproximadamente el 40% de su gas natural y más del 50% de su carbón. El carbón y el gas natural ayudan a generar alrededor del 30% de la producción de energía de Europa. Europa, y Alemania en particular, han sufrido en su lucha por disminuir su dependencia energética con Rusia, pero no han visto nada respecto a lo que le espera con la reducción del suministro ruso este invierno, sufrirán mayores aumentos de los precios del gas.

Los costos energéticos más elevados no se limitarán a Europa. Todo el mundo los pagará también ya que Alemania probablemente restringirá su producción de la industria química. Esta industria y la farmacéutica de Alemania representan alrededor del 15% de su consumo total de gas. Según la agencia Reuters, la industria química de Alemania ya ha hecho todo lo posible para conservar el uso de gas, dijo el martes la asociación química VCI, que advirtió que los únicos pasos que le quedan a la industria serían reducir o abandonar la producción por completo.

Alemania es el tercer mayor exportador mundial de productos químicos. Si recortan la producción, la inflación de los precios de los productos químicos afectará a todas las naciones. A su vez, los precios de muchos productos que utilizan estos químicos también subirán.

Incluso si Rusia hiciera las paces y se retirará de Ucrania, es probable que Europa busque nuevas dependencias energéticas. Estos vienen a costos más altos. Como tal, los bienes que produce también deben tener precios más altos.

Guerra económica caliente

La guerra es inflacionaria.

Las guerras vienen en muchas formas. Hay guerras calientes, guerras frías y lo que Pippa Malmgren llama guerras calientes en lugares fríos.

Zoltan y Malmgren caracterizan la guerra caliente con Rusia y China que involucra el comercio de bienes y mercancías como ocurriendo en lugares fríos, los “corredores del poder”.

Las guerras calientes o frías y las continuas hostilidades exageran el efecto inflacionario del desmoronamiento de los pilares dos y tres mencionados líneas arriba. Esencialmente, la globalización y la deflación de los últimos treinta años serán revertidas. ¡Bienvenidos a la era de la desglobalización!

La banca central en la era de la desglobalización

La desglobalización es el proceso de disminución de la interdependencia y la integración entre ciertas unidades en todo el mundo, típicamente estados-nación. Es ampliamente utilizado para describir los períodos de la historia cuando el comercio económico y la inversión entre países disminuyen. –Wikipedia

Los bancos centrales han estado diciendo durante más de una década que su objetivo era combatir la deflación inflando los precios de los activos. (Como inversionistas) todo lo que teníamos que hacer era pedir prestado con bajas tasas de interés y comprar activos, independientemente de su calidad.

Ahora nuestros trabajos son cada vez más difíciles.

Más adelante, Zoltan afirma:

Los bancos centrales pasaron de librar la guerra contra los impulsos deflacionarios provenientes de la globalización de los recursos baratos a “limpiar” los impulsos inflacionarios provenientes de una guerra económica compleja.

La desglobalización traerá inflación, al igual que la globalización trajo deflación. Si Zoltan tiene razón, el argumento de que nos dirigimos a un mundo de inflación persistente o crónica es creíble.

En tal entorno, los bancos centrales lucharán contra eventos geopolíticos inflacionarios. Esto implica que estamos saliendo de un mundo en el que los bancos centrales gestionan el lado de la demanda de la economía. Son muy hábiles y tienen las herramientas para controlar la demanda (a través de sus políticas monetarias), pero no tienen las herramientas para gestionar la macroeconomía por el lado de la oferta. De acuerdo con Zopltan, estamos potencialmente en la cúspide de un cambio enorme en la forma de gestionar el alza de precios.

A manera de resumen

Zoltan termina ”Guerra y tasas de interés” con la siguiente cita:

Hoy, es hora de pensar más en el riesgo de que la inflación se mantenga alta por más tiempo debido a la guerra económica, y menos en la inflación impulsada por un desordenado proceso de reapertura y estímulo.

El Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés) argumenta que la inflación puede permanecer más alta de lo que nos hemos acostumbrado debido a una espiral de precios y salarios. Zoltan agrega que las guerras económicas calientes con China y Rusia aumentan la probabilidad de una inflación crónicamente más alta.

Los inversionistas se sienten cómodos con una FED que voluntariamente baja las tasas de interés y mantiene una política de alivio monterio (QE), a la primera señal de problemas económicos o de mercado. Eso puede cambiar si la inflación más alta es más persistente. Es posible que la FED tenga que sacrificar la economía y los mercados hasta cierto punto para garantizar una inflación tolerable. El trabajo de los miembros de la FED es aún más crucial considerando las enormes cargas de deuda pública y privada y la adicción creada a las bajas tasas de interés.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

¿Ha valido la pena la lucha contra la inflación?

El principal tema de la agenda económica mundial sigue siendo la inflación, derivada principalmente del encarecimiento de los costos de la energía y los alimentos, así como la prolongación de los problemas de las cadenas globales de suministro. Durante la semana que recién concluyó se informó de la evolución de los precios en los Estados Unidos y México. Para el caso de nuestro vecino del norte al parecer fueron buenas noticias, en el caso de México lo publicado no fue bueno, pero estuvo de acuerdo con lo esperado por los analistas. Para México y la mayor parte del mundo, es importante lo que suceda con la inflación en Estados Unidos porque derivado del enorme volumen de importaciones desde dicha nación (43.7% de nuestras importaciones totales), en la medida en que ellos comiencen a mitigar su inflación, nosotros podremos comenzar a ver menores presiones inflacionarias.  

Inflación en  EE.UU.

En el caso de Estados Unidos, el Departamento de Trabajo informó el miércoles 10 de agosto que la  inflación anual durante julio disminuyó levemente, pero se mantuvo cerca del máximo de cuatro décadas, a pesar del enfriamiento de los precios de la energía. El Índice de Precios al Consumidor (IPC) aumentó un 8.5% en julio respecto al mismo mes del año anterior, cifra que se compara favorablemente con el 9.1% anual de junio. Junio había marcado el ritmo de inflación más rápido desde noviembre de 1981.

El IPC subyacente, que excluye los precios de la energía y los alimentos, a menudo volátiles, se mantuvo estable en julio, con un aumento del 5.9% con respecto al mismo mes del año anterior, una señal de que persisten presiones generalizadas sobre los precios en la economía.

Otra buena noticia fue que la inflación mensual de julio fue de 0.0%, dato que se compara favorablemente con el 1.3% el mes anterior. Esta positiva evolución es producto de la caída de los precios de la energía como la gasolina. Por su parte, el índice de precios subyacente subió un 0.3 % el mes pasado, muy por debajo del aumento del 0.7% de junio, pero ligeramente superior al aumento mensual promedio del 0.2 % en los dos años anteriores a la pandemia.

¿Qué tanto han influido las alzas en la tasa de interés de fondos federales, por parte del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), en esta desaceleración de la inflación? Hay que recordar que la FED ha aumentado su tasa de interés objetivo desde un rango de 0.0% a 0.25% al actual nivel de 2.25% a 2.50%. La respuesta es que lo más probable es que muy poco ya que la desaceleración de la inflación se debió en gran parte a la disminución de los precios de la energía, que se habían disparado en junio. Los precios de la gasolina disminuyeron un 7.7% desde junio después de alcanzar un máximo de más de $5 el galón en promedio en todo el país. Es verdad que ahora el precio de un barril de petróleo cuesta menos de lo que costaba antes de la invasión de Rusia a Ucrania, y esto se debe a la expectativa de un menor crecimiento global, lo que a su vez se debe a la percepción de que las políticas monetarias astringentes de ahora pasarán factura al crecimiento económico.  

Imagen tomada del Wall Street Journal del 11 de agosto de 2022

Con independencia de lo anterior, no se debe perder de vista que los precios continuaron aumentando en la mayor parte del resto de la economía y eso lo vemos con el dato de inflación subyacente. Los precios de los alimentos subieron un 1.1% a tasa mensual en julio y un 10.9% con respecto al año pasado. Los comestibles que las familias llevan a casa aumentaron aún más rápido al 1.3% en el mes, o al 13.1% en los últimos 12 meses. La esperanza es que los precios de los alimentos disminuyan en las próximas semanas tras la reciente caída de los precios de las materias primas, pero puede llevar un tiempo ya que las expectativas de inflación ahora están integradas en la cadena de suministro.

Inflación en  México

En el caso de México las noticias de la evolución de los precios no fueron buenas. Los datos del INEGI muestran que, tal y como  se esperaba, la tasa de inflación sigue en aumento no obstante los incrementos en la tasa de interés objetivo por parte del Banco de México. El pasado martes 9 de agosto se informó que la inflación interanual de julio fue de 8.15%, tasa 0.16 puntos porcentuales superior al 7.99% interanual del mes anterior.

La tasa anual de inflación subyacente en julio fue de 7.65%, mientras que la no subyacente ascendió a 9.65%. En ambos casos, implica una aceleración del ritmo de alza de precios comparado con lo observado en junio. Cabe destacar que con todo y que la inflación general de México es más baja que la de Estados Unidos (8.15% en México vs 8.50% en EE.UU.), el índice de inflación subyacente de México es considerablemente más alto que el 5.9% registrado por EE.UU. Preocupa en especial que la inflación  de mercancías no alimenticias haya sido de 7.83%, lo que indica que de ese tamaño es la expectativa inflacionaria para muchos empresarios en México.

De los diferentes componentes del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) destacan los aumentos anuales de precios de Alimentos, bebidas y tabaco (10.07%); Frutas y verduras (16.16%) y productos Pecuarios (15.96%). Estos niveles inflacionarios implican un deterioro respecto de las alzas de precios anuales observadas en el mes inmediato anterior (aumentaron 0.25 puntos, 1.77 puntos y 0.45 puntos más respectivamente).

Los únicos componentes del INPC mexicano que se desaceleraron entre junio y julio fueron el de: Educación (pasó de 3.30% a 3.27%), aunque habrá que ver el dato de agosto que es cuando las escuelas ajustan sus inscripciones y colegiaturas; y Energéticos (pasaron de una inflación anual de 5.68% a una de 4.68%).

De acuerdo con el Banco de México y la mayoría de analistas, se espera que la inflación anual va a seguir subiendo y llegará a un máximo en este mes de agosto. De acuerdo con los pronósticos de inflación del Banxico publicados en su anuncio de política monetaria del 11 de agosto, la inflación promedio del tercer trimestre de este año será de 8.5% y luego comenzará a disminuir para registrar una inflación promedio de 8.1% en el último trimestre de 2022. Se espera que la inflación anual regrese al rango objetivo del Banxico hasta el tercer trimestre de 2023.

Valoración de la política monetaria de México

Como se sabe, el Banco de México ha estado aumentando su tasa de interés, de manera agresiva, objetivo con el fin de controlar la inflación. Desde luego que la pregunta pertinente es si este esfuerzo ha valido la pena.

Desde este espacio he cuestionado la eficacia de los aumentos recientes en la tasa de interés objetivo a la luz de que buena parte de la inflación es importada por el encarecimiento mundial de precios de materias primas, energía, alimentos y rompimiento de las cadenas globales de suministro. En otras palabras, derivado del tamaño de la economía mexicana, el hecho de que el Banco de México aumente su tasa de interés en 0.75 puntos porcentuales en dos ocasiones consecutivas, no hará que baje el precio internacional del maíz.

Cabe recordar que la tasa de interés objetivo en México, se ubicó en 8.25% hasta el 14 de agosto de 2019 y comenzó su ciclo bajista. La crisis económica causada por los cierres de actividad decretados por los gobiernos ante la pandemia del Covid-19, provocaron que se acelerará el ritmo de disminución  en las tasas de interés en México, de manera que en la primera quincena de marzo de 2020 la tasa de interés objetivo ya se encontraba en 7.00% y ésta bajó hasta el 4.25% el 25 de septiembre de 2020. El 12 de febrero de 2021 la tasa objetivo disminuyó hasta 4.00% y ahí se mantuvo hasta que los problemas inflacionarios en México provocaron que el Banxico revirtiera la tendencia y comenzará el ciclo alcista de tasas.

El 25 de junio de 2021 la tasa subió a 4.25%, el 13 de agosto de ese mismo año subió a 4.50%, el 1 de octubre subió a 4.75%, el 12 de noviembre llegó a 5.00%. Las alzas siguieron en 2022y el 11 de febrero subió a 6.00%, el 25 de marzo a 6.50%, el 13 de mayo a 7.00%, el 24 de junio a 7.75% y el pasado jueves 11 de agosto volvió a subir y se ubicó en 8.50%.

Como puede verse, la tasa de interés objetivo ha aumentado en 4.50 puntos porcentuales entre el 24 de junio de 2021 y el 12 de agosto de 2022, y resulta obvio que eso no ha frenado el alza de precios. Como ya se señaló, la expectativa es que la inflación siga en aumento y que llegue a 8.50% en el tercer trimestre de este año.

Las alzas en la tasa de interés objetivo han encarecido casi todos los tipos de créditos para empresas y personas en nuestro país (la TIIE a 28 días está en 8.775% al escribir estas líneas), ahora el gobierno federal tiene que pagar más intereses por su deuda (los Cetes a 28 días pagan 8.30%), las colocaciones de deuda de empresas se han encarecido, las contrataciones de deuda de estados y municipios también ahora son más caras porque generalmente están vinculadas a la TIIE 28 días.

¿Se justifican estos aumentos de tasa de interés en función de los resultados en la lucha contra la inflación? La respuesta a esta pregunta la plantearía en función de tres impactos, mismos que presento a continuación:

  1. Impacto en actividad económica. Como se vio líneas arriba, México comenzó su ciclo alcista de tasas de interés el pasado 25 de junio de 2022, por lo que sin duda las alzas en tasas de interés ya han tenido un impacto en la actividad económica. Si bien el PIB sigue creciendo a razón de 1.0% en el primero y segundo trimestres del año, es innegable que debe haber un impacto negativo en la débil inversión fija bruta, así como en algunos segmentos de consumo de bienes duraderos. ¿La desaceleración económica ha contribuido a la estabilidad de precios? La evidencia apunta a que no.
  2. Impacto en expectativas inflacionarias. Este es quizás el aspecto más importante de los incrementos en las tasas de interés. El Banco de México necesita que le crean que está comprometido con la lucha contra la inflación. Desde este espacio he mencionado en varias ocasiones el tema de las profecías autorrealizadas, por lo que es fundamental que la gente crea que la inflación cerrará este año en 8.0% y no en 12%. Si los formadores de precios  piensan que la inflación será del 12%, probablemente así acabará sucediendo. Es así que desde esta perspectiva me parece que las alzas de tasa de interés si han ayudado a formar expectativas razonables del rumbo de la inflación. 
  3. Impacto en tipo de cambio. Con relación al tipo de cambio, sin duda las alzas en tasas de interés en México han ayudado a mantener un precio del dólar estable, mismo que en estos momentos ha regresado a niveles cercanos a los 19.80 pesos. El diferencial de tasas de interés entre México y Estados Unidos (2.50% vs 8.50%) hace atractivo para los extranjeros realizar inversiones de cartera en nuestro país. Obvio, si se compara lo que paga México con las tasas de interés de Japón o la Unión Europea, nuestro país es aún más atractivo. La estabilidad del tipo de cambio es fundamental para combatir la inflación, ya que nuestras importaciones totales representan casi el 40% de nuestro PIB, de manera que si el tipo de cambio sube, todo lo que compremos del exterior aumentará de precio. 

Conclusiones

La lucha contra la inflación ha valido la pena en el sentido de que las alzas en tasas de interés sirven para que los formadores de precios vean que después de haber incendiado los mercados con una política monetaria ultraexpansiva, ahora los bancos centrales tienen un “compromiso” por combatir la inflación. De igual forma, sirve para frenar la demanda de ciertos bienes y servicios, y que así disminuya la inflación subyacente. Los apretones de política monetaria parecen no tener un impacto directo de corto plazo en los precios de alimentos y energía.

Es verdad que el panorama de alza de precios comienza a mejorar a nivel mundial y en nuestro país, aunque sabemos que aún no hemos visto el pico inflacionario en México. El hecho de que los precios de la energía y de algunas materias primas hayan bajado es positivo y se espera que pronto se traduzca en menores precios para los consumidores. Sin embargo, el proceso para alcanzar menores tasas de inflación será largo, ya que las cadenas globales de suministro siguen dañadas y en cualquier momento los problemas geopolíticos se pueden traducir en mayores precios de energía, alimentos  y de muchos commodities.

Finalmente, no debemos dejar de lado que existe una alta probabilidad de que los Estados Unidos entren en una recesión y eso eventualmente nos afectará negativamente en México. Las perspectivas de un menor crecimiento económico mundial ayudarán a frenar la inflación subyacente de algunos países, pero eso no resolverá el problema de fondo que es el rompimiento de las cadenas globales de valor, así como los problemas geopolíticos que no permiten que éstas se reestablezcan.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

La inflación no cede y los bancos centrales nos recetarán una recesión

La economía mexicana continúa dando muestras de cierta resistencia ante las dificultades internas y externas. Muestra de ello es que con relación al volumen físico de actividad industrial, en el acumulado de los primeros cuatro meses de 2022 ésta presenta un incremento anual de 3.0% y destaca que la construcción reporta un crecimiento de 0.4%, mientras que las manufacturas se han expandido 4.5%. Por su parte, si bien aún está en un nivel 8.8% por debajo del de 2019, en el primer trimestre de este año la inversión fija bruta presenta un aumento anual de 5.6%, producto de que la de construcción ha crecido 2.7%, mientras que la de maquinaria y equipo un 9.5%. También, tenemos que el consumo privado en el mercado interior muestra un aumento anual de 8.6% en los primeros tres meses de 2022, producto de que el consumo de bienes nacionales ha crecido 3.8% y el de importados 15.0%.

Este “aceptable” desempeño económico de un largo proceso de recuperación tras la pandemia de Covid-19, pronto podría ser descarrilada por los agresivos aumentos en la tasa de interés que realizará el Banco de México este mes y en los que restan para finalizar el año. Todo en aras de tratar de contener el problema inflacionario que vivimos. Como lo he comentado en pasadas entregas, la efectividad de la lucha contra la inflación en México está supeditada a lo que suceda con la inflación en los Estados Unidos, lo que a su vez depende en gran medida de que se resuelvan los desequilibrios entre oferta y demanda en varios mercados, como el de alimentos y energía. En otras palabras, lo que haga el Banxico en materia de combate a la inflación podría servir sólo parcialmente.

¿Cómo vamos con la inflación en México después del anuncio del Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC)? El INEGI recién informó que la inflación de precios al consumidor fue de 7.65% anual durante mayo, esta tasa es ligeramente inferior al 7.68% observado en abril. Sin duda es una buena noticia que la inflación mensual a tasa anual se contuvo. Sin embargo, si tomamos en consideración  la inflación anual de la segunda quincena de mayo, vemos que esta fue de 7.72%, tasa superior al 7.58% observada en la primera quincena de ese mismo mes. Esta información podría estar dejando entrever que el problema inflacionario de México se está agravando, al igual que en Estados Unidos (eso lo veremos un poco más adelante).

En la comparación de la inflación anual entre abril y mayo de este año se ve un nuevo deterioro en la inflación subyacente, ya que pasó de 7.22% a 7.28%, pero una mejoría en la no subyacente al haber pasado de 9.07% a 8.77%. Dentro del rubro de inflación no subyacente, destaca lo sucedido con la inflación de frutas y verduras, ya que pasó de 15.84% a 12.88%. En productos pecuarios, se mantuvo relativamente estable al haber pasado de 13.21% a 13.24%. Y en el rubro de energéticos se presentó un deterioro al haber pasado de 5.91% a 6.30%.

Ahora, desde la óptica de una comparación de la inflación anual, pero entre la primera y segunda quincenas de mayo, vemos con preocupación que la inflación subyacente aumentó de 7.24% a 7.32%, mientras que la inflación no subyacente subió de 8.60% a 8.93%. Dentro del rubro de la inflación no subyacente, tenemos que el alza de precios de frutas y verduras subió de 12.76% a 13.00%, la inflación de productos pecuarios subió de 12.60% a 13.88%; mientras que la inflación en los energéticos cedió de 6.32% a 6.28%. Todos estos números se explican mejor con las siguientes dos tablas:

Con estos datos la conclusión que podemos obtener es que la inflación sigue siendo elevada y por el momento se ha logrado contener. Preocupa que la inflación subyacente sigue aumentando, ya que esta es la inflación de las mercancías generales en la economía, lo que indica que hay presiones fuertes en costos de producción y que las expectativas inflacionarias de muchos se han desanclado. 

Ahora, respecto a la inflación en Estados Unidos, las noticias no son tan “favorables”, como podría interpretarse que resultaron para el caso de México.

Pero antes de seguir, quisiera mencionar que otra vez escribo sobre el tema inflacionario porque al menos en el caso de Estados Unidos, nuestro principal socio comercial con un volumen de comercio internacional de 619.97 miles de millones de dólares en 2021 (398.98 mmdd es lo que les exportamos y 220.98 mmdd es lo que les compramos), estamos viviendo un momento crítico con su inflación más alta desde 1981.

El pasado 10 de junio, los mercados globales fueron sorprendidos con el dato de la inflación de precios al consumidor en Estados Unidos durante mayo de 2022, misma que subió a 8.6% desde el 8.3% reportado en el mes de abril. Esto echa por tierra la idea de que la inflación en el vecino del norte había alcanzado un pico y que comenzaría a bajar paulatinamente.

El dato inflacionario de la economía más grande del mundo es muy importante para México por varias razones: primero, el rumbo de la inflación en Estados Unidos incidirá en la inflación en México, si allá no baja, difícilmente lo hará acá; y segundo, la inflación en Estados Unidos afectará las decisiones de política monetaria del Banco de la Reserva Federal (FED), lo que a su vez impactará en las decisiones de política monetaria del Banco de México, de manera que entre más suban la tasa de interés allá, más tendrá que subir acá si queremos mantener cierta estabilidad en el tipo de cambio.

En una nota publicada el mismo viernes 10 de junio en el portal de Zerohedge y titulada ” Un Wall Street conmocionado reacciona a la publicación del IPC ´aterrador´ de hoy” se menciona que lo que se publicó fue un informe de inflación para la historia ya que la mayoría de analistas esperaba un dato más elevado que la expectativa del consenso, y eso es precisamente lo que obtuvieron pero mucho más alto.

Primero, un resumen rápido de lo sucedido:

  • Los precios generales del Índice de Precios al Consumidor (IPC) subieron un 0.97% intermensual en mayo, superando las expectativas de consenso de un aumento del 0.7%.
  • Los precios de la energía se dispararon un 3.9% intermensual ya que los precios de la gasolina alcanzaron niveles récord y los precios de los alimentos aumentaron otro 1.2%.
  • La inflación interanual del IPC general alcanzó un nuevo máximo en 40 años del 8.6%.

En una gráfica podríamos ver los aumentos anuales en todos los rubros de gasto y solo dos cosas en toda la canasta del IPC son más baratas en comparación con hace un año: alimentos en los sitios/escuelas de los empleados y artículos de educación y comunicación. Mientras tanto, el combustible ha subido más de 75% en el último año.

El IPC subyacente también superó las expectativas, aumentando un 0.63% intermensual frente al consenso del 0.5%. La tasa interanual pasó de 6.2% a 6.0%, por efecto base.

La inflación general siguió impulsada en gran medida por los aumentos en la energía y los alimentos, entre los que destacan el pollo, los huevos y la leche.  De hecho, los alimentos aportaron el 0.16% del IPC mensual del 0.97%.

Para el caso de México, también nos debe preocupar la fortaleza de la inflación subyacente en Estados Unidos, ya que fue generalizada. Las materias primas subyacentes subieron un 0.7% gracias a los aumentos del 1.0% y el 1.8% en los precios de los automóviles nuevos y usados, respectivamente. Junto con la fuerte caída en las ventas de automóviles el mes pasado, esto sugiere que la industria automotriz se vio afectada por un nuevo episodio de escasez de suministro el mes pasado. Mientras tanto, los precios de la ropa aumentaron un 0.7% y los de otros bienes aumentaron un 0.8%.

Los servicios básicos también aumentaron fuerte en mayo, aumentando un 0.6. En los últimos tres meses, las tarifas aéreas aumentaron un 48%, aunque es probable que parte o gran parte de esta fortaleza se revierta en los próximos meses.

¿Qué pasará ahora?

Bueno, la Fed ha dejado entrever que realizará aumentos de 50 pb en sus reuniones de junio y julio. Lo que es incierto es lo que sucederá en la reunión de septiembre. El Bank of America (BofA) ha mencionado que su escenario base sigue siendo de un aumento de 25 pb en septiembre, pero el dato del IPC de mayo recién publicado aumenta el riesgo de otro aumento de 50 pb en dicho mes como una respuesta más agresiva por parte de la Fed. De materializarse este escenario, veríamos en septiembre de este año, la tasa de fondos federales en un nivel de 2.5%. Nada descarta que la tasa de interés en Estados Unidos supere el 3.0% antes de que acabe el año.

En el caso de México, la mayoría de analistas esperan que el Banco de México suba su tasa de interés objetivo en 0.75 puntos hasta 7.75% en su reunión del 23 de junio. Tras la reunión de junio, el Banxico aun tendría reuniones el 11 de agosto, 29 de septiembre, 10 de noviembre y 15 de diciembre. Si asumimos que ocurrirá el aumento de 0.75 puntos porcentuales en junio y que habrá aumentos de 0.50 puntos porcentuales en las reuniones de agosto y septiembre, y de 0.25 puntos en las de noviembre y diciembre, entonces la tasa de interés objetivo acabaría el año en un nivel de 9.25%. Desde luego que la tasa podría acabar más arriba, pero me parece que este es el escenario base.

Otra variable que debemos mantener vigilada es el tipo de cambio, ya que en la medida en que la FED de Estados Unidos consolide la disminución de su hoja de balance, aunado al alza en tasas de interés, pues los dólares ya no serán tan abundantes como ahora, por lo que no se descarta que el dólar concluya el 2022 en un nivel entorno a los 22 pesos, pero igual podría ser más elevado.

Finalmente, el punto fundamental será el impacto de las alzas de la tasa de interés en México en el crecimiento económico y en la generación de empleos. Ya hemos comentado que la mayoría de analistas ha rebajado sus pronósticos y se espera que el PIB crezca este año entre 1.2% y 2.0%, y desde luego, este menor ritmo de expansión del PIB tendrá un impacto en el crecimiento del empleo formal (el informal seguirá creciendo por ser una válvula de escape de la economía nacional).

El escenario es complicado, la inflación es persistente y seguirá siendo el tema que determinará el futuro económico de varios países.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com     

En Twitter: @alejandrogomezt

Crisis en los mercados financieros: comienza a estallar “la burbuja de todo”

Los ajustes en la política monetaria de los Estados Unidos, en la forma de aumentos en la tasa de fondos federales por parte del Banco de la Reserva Federal (FED), tiene muy nerviosos a los inversionistas. En las últimas semanas hemos visto caer los índices bursátiles, los precios de los bonos, el precio de ciertos commodities, así como el “valor” de las criptomonedas. Los inversionistas observan un punto de inflexión en los mercados financieros a medida que aumentan las tasas de interés como respuesta a una mayor inflación, y están respondiendo con la venta de activos de mayor riesgo.

Después de alcanzar máximos históricos a principios de enero de este año, el mercado de valores de Estados Unidos ha perdido casi una quinta parte de su valor, hundiendo los precios de las acciones. El índice Nasdaq (COMP) ya está en una clara tendencia bajista. En lo que va de este año, más de 7 billones de dólares del valor de las acciones del mercado de valores se han evaporado. Por su parte, el índice S&P 500 muestra en la actualidad una disminución de -19.92% respecto de su nivel máximo. Estas caídas se deben a que los inversionistas están preocupados de que las tasas de interés más altas erosionen las ganancias de las empresas, además de que muchos han optado por salirse del mercado cuando los precios siguen siendo altos y aún pueden materializar alguna ganancia. En el caso de México, hemos visto como el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) ha disminuido -12.42% entre su máximo del 1 de abril de este año y el pasado viernes 13 de mayo. De igual forma, al igual que en Estados Unidos, los precios de los bonos se han desplomado. Todo esto podría parecer ajeno para muchos, pero no lo es cuando ves las minusvalías en los saldos de las afores o de tu fondo de inversión.

En cuanto a los precios de los commodities, el precio del oro se encuentra ahora en el mismo nivel de hace un año, pero el cobre ha caído -13%, la plata -23% y la madera -46%.  En el caso concreto de los ciber activos, los cambios en los portafolios de los inversionistas que han movido sus posiciones a activos de menor riesgo, han reducido a la mitad el precio de bitcoin y otras criptomonedas, eliminando más de un billón de dólares del valor del dinero digital desde noviembre de 2021. Es verdad que los cambios bruscos son bastante comunes con las criptomonedas, pero incluso los inversionistas más experimentados se quedaron atónitos cuando Bitcoin cayó un 29 % durante una racha de siete días de pérdidas que recién acaba de terminar, cuando una “moneda estable” llamada USDTerra (solía cotizar permanentemente a un dólar por moneda y ahora cuesta 0.16 dólares), que forma parte del mundo de las criptomonedas que promocionaba su estabilidad, colapsó inesperadamente…Me imagino que el Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, debe sentirse como un tonto.

Este aparente caos financiero sucede mientras que Rusia continúa su invasión asesina a Ucrania, que ha generado nuevos problemas para las cadenas globales de suministro y ha disparado los precios de alimentos y la energía. China continúa cerrando algunas de sus ciudades más grandes mientras los casos de Covid siguen en aumento. Y la escasez de mano de obra en diversas regiones del mundo ha hecho subir los salarios y ha obstaculizado el flujo normal de mercancías.

Rusia sigue amenazando a los países europeos cancelando sus envíos de energía, lo que podría llevar a las economías de la Unión Europea a una recesión. La economía de China se ha desacelerado drásticamente ya que mantiene a los trabajadores en casa como parte de su política de cero covid.

¿Qué está pasando? ¿con todo esto, están comenzando a estallar las burbujas de activos?

A lo largo de la historia se han dado episodios de inflación de precios de los activos, a los cuales se les ha llamado “burbujas especulativas”. Desde el clásico ejemplo de los tulipanes en Holanda en los años 30 del siglo XVII hasta los increíblemente altos precios de las viviendas en 2018, todas las burbujas han estallado con consecuencias nefastas para los tenedores de dichos activos. A partir de la pandemia del Covid-19, con los estímulos fiscales y monetarios de las principales economías, el exceso de liquidez en el sistema acrecentó el problema de inflación de activos de tal manera que ahora vivimos en un momento llamado ”la burbuja de todo”.

La “burbuja de todo”, que se formó de 2009 a la fecha, incluye la inflación de los siguientes activos: los precios de metales, deuda pública y privada, precios de las acciones de algunas compañías (Tesla, por ejemplo), commodities, bienes raíces, bonos de deuda extranjeros, fondos de inversión, tecnologías disruptivas, tierra agrícola, precio de las acciones de las ofertas públicas iniciales (IPOs por sus siglas en inglés), divisas, fondos de cobertura, instrumentos financieros derivados (opciones y futuros), nuevas tecnologías, arte y coleccionables, NFTs y criptomonedas. Los precios de muchos de estos activos se han venido ajustando a la baja conforme los bancos centrales, en especial el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), ha apretado su política monetaria con el incremento en sus tasas de interés.

Cabe recordar que en Estados Unidos la FED recién aumentó su tasa a un rango de 0.75% a 1.00%,  ha suspendido la compra de bonos, y por el contrario, está próxima a comenzar a reducir su hoja de balance con la venta de activos.

Entre marzo de 2020 y marzo de 2022, la FED estuvo comprando bonos del Tesoro de EE.UU. y valores respaldados por hipotecas (MBS) de agencias, con el fin de fomentar el buen funcionamiento del mercado y respaldar el flujo de crédito a hogares y empresas al proporcionar condiciones financieras acomodaticias. Esta acción fue en respuesta al shock de Covid-19 y el golpe que le dio a la economía global. La pandemia y los cierres inicialmente causaron una gran volatilidad en los mercados financieros e indujeron incertidumbre en las perspectivas económicas.

Durante la mayor parte de este período, el ritmo mensual de compras fue de $80 mil millones para títulos del Tesoro y $40 mil millones para MBS de agencias. En general, las tenencias de valores por parte de la FED se multiplicaron, pasando de aproximadamente $3.9 billones de dólares a principios de marzo de 2020 a $8.5 billones en mayo de 2022. Como porcentaje del PIB, las tenencias aumentaron del 18% al 35%.

Ahora, con la economía enfrentando un mercado laboral extremadamente ajustado y una alta inflación, el Comité de Mercado Abierto de la FED ha elevado su tasa de interés objetivo un par de veces y, en su reunión de este mes de mayo, anunció que comenzará a reducir el tamaño del balance de la Reserva Federal a partir de junio.

La gran pregunta es si con la escasez de liquidez que se avecina, los mercados se dirigen a un apocalipsis y las burbujas de precios de activos irán a reventar con una mucho mayor destrucción de riqueza. En este contexto, quiero referirme a un artículo de Lance Roberts, publicado en RealInvestmentAdvice.com, y titulado “¿Se avecina la mayor caída de la historia? Kiyosaki así lo dice...”

El autor comienza señalando que Robert Kiyosaki (empresario, inversor, escritor, conferencista y orador motivacional estadounidense) recientemente escribió un twit en el que menciona que “El mejor momento para prepararse para un choque es antes del choque. Se acerca la mayor caída (crash) de la historia mundial. La buena noticia es que el mejor momento para hacerse rico es durante una caída. La mala noticia es que la próxima caída será de larga duración”.

¿Kyosaki está siendo exagerado o los inversionistas deberían prepararse para lo peor? El autor hace un análisis de varias gráficas y coincide con la visión de Kiyosaki, mencionado que estará en lo correcto…eventualmente.

Se acerca la mayor caída de la historia

Lance Roberts reitera que Kiyosaki tiene razón y si, se avecina el mayor desplome de la historia mundial, y se deberá a la fuerza financiera más poderosa de los mercados financieros: las reversiones maliciosas. Si analizamos una gráfica del índice bursátil estadounidense S&P 500, ajustado por inflación, se pueden ver claramente los episodios en los que ocurrieron las desviaciones del índice por arriba de su tendencia de crecimiento exponencial. Estas desviaciones han ocurrido todas las veces antes de un desplome bursátil. Sucedió en la crisis del 29, tras el pico de los rugientes años 50s, en la caída de 1974, el derrumbe de las empresas punto com y la crisis financiera de 2008. Ahora estamos en “la burbuja de todo” y evidentemente es donde más desviado está el índice respecto de su tendencia histórica de crecimiento exponencial, por lo que el ajuste a la baja puede ser mucho mayor.

La gráfica muestra que el mercado volvió a su tendencia de crecimiento exponencial o la superó en todos los casos, sin excepción.

Es importante destacar que esta vez no tendría por qué ser diferente. Siempre ha habido alguna “cosa nueva” que suscitó un interés especulativo. Como se señaló al principio de esta entrega, durante los últimos 500 años, ha habido burbujas especulativas que involucran todo, desde tulipanes hasta ferrocarriles, bienes raíces y tecnología, mercados emergentes (en 5 ocasiones) hasta automóviles, materias primas y Bitcoin.

Jeremy Grantham publicó una gráfica de las burbujas de precios en los mercados durante los últimos 40 años y se identifican ocho: oro (1977-1983), Nikkei (1986-1991), Tailandia (1989 -1998), empresas tecnológicas o Tech (1996-2003), vivienda en Estados Unidos (2000-2009), China (2006-2009), Biotecnología (2009-2017) y Disruptores (2009 – ?). Durante la fase de inflación de activos, cada período en su momento fue racionalizado como “esta vez es diferente”.

Una vez más, todas las burbujas financieras, independientemente de los factores subyacentes, tenían varias cosas en común:

  1. Enormes cantidades de interés especulativo por parte de los inversores minoristas.
  2. Una creencia sincera de “esta vez fue diferente”: y,
  3. Un final trágico que arrasó con las fortunas financieras.

Esta vez probablemente no será diferente.

El tiempo lo es todo

Entonces, sí, se avecina un choque. Sin embargo, el problema es el “cuándo”. El colapso podría ocurrir en cualquier momento, el próximo mes, el próximo año o en otra década.

Mientras tanto, como se señaló, tener dinero en efectivo o algún otro activo que tenga un rendimiento muy inferior al de la inflación o al del mercado impide el progreso en el logro de nuestros objetivos financieros. Esto nos pone en un dilema. El dinero pierde valor por la inflación y muchos activos están sobrevalorados.

En particular, las crisis sólo requieren un evento que cambie la psicología del inversor y pasar del  “Miedo a perderse la fiesta” a tener “Miedo de estar adentro”. Como se señaló anteriormente, aquí es donde la actual falta de liquidez, por los apretones monetarios que ha comenzado a dar la FED, se vuelve extremadamente problemática.

El mercado de valores es una función de compradores y vendedores que acuerdan una transacción a un precio específico. O más bien, “por cada vendedor, debe haber un comprador”. Este es un punto importante. Cada transacción en el mercado requiere tanto de un comprador como de un vendedor, siendo el único factor diferenciador el PRECIO de la transacción. Cuando las ventas de activos comiencen en serio, los compradores desaparecerán y los precios caerán más. Por eso la corrección en marzo de 2020 fue tan rápida. De hecho, si había personas dispuestas a comprar a los vendedores en estado de pánico, ya que los precios estaban sólo un 35% más bajos respecto del pico anterior.

¿Qué podría causar tal cambio en la psicología? Nadie sabe. Sin embargo, históricamente hablando, los desplomes de precios siempre han sido el resultado de unos pocos problemas identificados.

  1. Un evento exógeno inesperado que cambia las perspectivas económicas (Crisis Geopolítica, Guerra, Pandemia)
  2. Un rápido aumento en las tasas de interés.
  3. Un aumento repentino de la inflación.
  4. Eventos relacionados con el crédito que impactan el sistema financiero (quiebras, ejecuciones hipotecarias, incumplimientos)
  5. Evento monetario (crisis monetaria)

Casi todas las crisis financieras de la historia se reducen en última instancia a uno de esos cinco factores y, principalmente, a un evento relacionado con el crédito. Es importante destacar que el evento siempre es inesperado. Eso es lo que causa el rápido cambio de sentimiento de “codicia” a “miedo”.

Preparándose para la caída

Como inversionistas, nunca debemos descartar que existe “riesgo” pensando que alguna fuerza, como las políticas de los bancos centrales, lo haya eliminado.

Cada era de especulación produce una cosecha de teorías diseñadas para justificar la especulación, y los eslóganes especulativos son fáciles de aprovechar. Por ejemplo, el término “nueva era” fue el lema del período 1927-1929. “Estábamos en una nueva era en la que ya no aplicaban las viejas leyes económicas”. -Dr. Benjamin Anderson – Economía y Bienestar Público

Entonces, sabemos dos cosas con certeza:

  1. Robert Kiosaki tendrá razón sobre el próximo desplome del valor de los activos; y,
  2. No tenemos idea de cuándo sucederá.

Afortunadamente, podemos tomar ciertas medidas para proteger las carteras de una caída sin sacrificar los objetivos financieros. Sin embargo, tales acciones no están “libres” de costos.

  1. Dimensionar adecuadamente las posiciones de la cartera para mitigar el riesgo de posiciones concentradas.
  2. Reequilibrio de asignaciones de cartera
  3. Obtenga ganancias de posiciones extremadamente sobrecompradas y extendidas.
  4. Vender rezagados
  5. Cuando no esté seguro de qué hacer, no haga nada. El efectivo es una gran cobertura contra el riesgo.
  6. No descarte el valor de los bonos en una cartera.
  7. Busque activos no correlacionados para mitigar el riesgo.

Para terminar, quisiera señalar que aunque pudiera parecer lejano lo que suceda en Estados Unidos, no lo es. Nuestra salud económica y financiera está ligada a lo que suceda en el vecino del Norte. Tenemos una enorme dependencia de dólares (y pronto ya no serán baratos), exportaciones e importaciones, dinero de remesas, entre otros, y todas estas variables se verán afectadas a lo largo de este año como consecuencia de los ajustes de política monetaria. Más vale que nos vayamos preparando.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

  En Twitter: @alejandrogomezt

¿Servirá el alza en las tasas de interés?

La semana que recién concluye, el INEGI dio a conocer diversos indicadores que muestran que si bien la recuperación de la economía nacional está en marcha, el proceso no estará libre de dificultades. En cuanto al Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), éste mostró una disminución de -0.2% en términos reales en el cuarto mes del año en curso respecto al mes previo, con cifras desestacionalizadas. Ahora, en relación a las empresas comerciales, durante abril, sus ingresos por suministro de bienes y servicios disminuyeron -0.4% con respecto al mes inmediato anterior.

En este contexto de un camino hacía la recuperación lleno de baches, es que el INEGI dio a conocer el jueves 24 de junio por la mañana que en la primera quincena de junio de 2021 el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró una inflación de 0.34% respecto a la quincena inmediata anterior, por lo que con este resultado la inflación anual se ubicó en 6.02%. Con este dato, México  acumula 7 quincenas consecutivas en las que la inflación anual se ha ubicado por encima del 4.0% anualizado. Cabe recordar que la meta de inflación del Banco de México es de 3.0% con un margen de variación de más/menos un punto porcentual.

Derivado de lo anterior, es que ese mismo jueves 24 de junio, la Junta de Gobierno del Banco de México sorprendió a los mercados al anunciar su decisión de incrementar en 25 puntos base el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día a un nivel de 4.25%. Se sabe que esta decisión fue dividida, y que sólo 3 de los 5 miembros de la Junta estuvieron de acuerdo. Digo que resultó una sorpresa porque se había generado una idea de que aunque la inflación estuviera por encima del límite máximo de 4.0%, el Banxico tardaría en aumentar su tasa de interés hasta finales de año, ya que estaría privilegiando la recuperación de la economía nacional. Esto en un contexto en el que el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) ha dicho que planea subir su tasa de interés hasta 2023, no obstante que la inflación anualizada de aquel país en mayo fue de 5.0%, y hay un fenómeno inflacionario a nivel global por el rápido crecimiento de la demanda, los estímulos monetarios y los múltiples cuellos de botella que se deben resolver.

En el  caso de México, entre las razones para haber realizado el incremento en la tasa de interés objetivo que dio el Banxico, destacan: i) presiones inflacionarias externas; ii) presiones de costos o reasignaciones de gasto; iii) persistencia en la inflación subyacente; iv) depreciación cambiaria; y v) que la sequía presione a los precios agropecuarios; aunque también se reconoce que hay elementos que podrían ayudar a que la inflación no sea tan alta, entre los que destacan: i) los efectos de la brecha negativa del producto (la economía mexicana sigue muy por debajo de su potencial); ii) mayores medidas de distanciamiento social; y iii) apreciación cambiaria. Es así que ahora el Banxico estima que la inflación general regresará a la meta de 3% hasta el tercer trimestre de 2022.

Dado lo anterior, es pertinente preguntarnos si la decisión de haber aumentado la tasa de interés objetivo de 4.00% a 4.25% fue acertada o si el Banxico debió haber esperado un poco más. Para tratar de responder esta pregunta analizaremos a continuación la evolución de los diversos componentes del INPC. Cómo ya se señaló, en la primera quincena de enero de 2021 la inflación anualizada fue de 6.02%, producto de que la inflación subyacente fue de 4.58%, mientras que la no subyacente fue de 10.61%.

Dentro de los componentes de la inflación subyacente, vemos que la inflación de mercancías fue de 5.90%, mientras que la de servicios fue de apenas 3.11%. En cuanto a la inflación no subyacente, la inflación de bienes agropecuarios fue de 7.22%, mientras que la de los energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno fue de 13.36%.

Respecto a estos datos quiero destacar varias cosas: 1. Los energéticos y el gobierno han sido los mayores causantes de la inflación a lo largo de este año, ya que los precios de éstos y las tarifas públicas han estado creciendo un promedio de 16.38% anualizado en las últimas 6 quincenas; 2. Los productos agropecuarios han venido acelerando su inflación, ya que ésta pasó de un promedio de 1.32% anualizado en las primeras seis quincenas de este año  a un promedio de 4.95% en las últimas cinco quincenas; 3. La inflación de mercancías no ha tendido mayores cambios, ya que ésta pasó de un promedio anual de 5.58% en las primeras seis quincenas de 2021 a un promedio de 5.72% en las últimas cinco quincenas.

Con estos datos resulta claro que buena parte de la inflación está siendo causada por razones que no son de demanda, por lo que el haber subido la tasa de interés no ayudará a controlar la inflación. Esto me recuerda la frase que hace muchos años dijo el exgobernador del Banco de México, Agustín Carstens, cuando se le preguntaba porque el banco central no aumentaba la tasa de interés para combatir la inflación causada por el incremento en el precio del huevo: “(el subir la tasa de interés) no hará que las gallinas pongan más huevos”, dijo en aquella ocasión. En otras palabras, en el momento actual, el incrementar las tasas de interés no hará que bajen los precios de las gasolinas, ni del petróleo, ni hará que disminuya el precio del maíz, ni bajará el precio del pollo, no resuelve los cuellos de botella globales que causan una inflación mundial en los precios de muchos insumos y bienes terminados, entre otros.

El alza en la tasa de interés, a lo mucho, servirá para que haya una menor demanda de bienes y servicios en México, por lo que algunos bienes nacionales podrían experimentar menores presiones inflacionarias derivadas de que los productores continúen con bajas ventas. Cabe señalar que el alza en la tasa de interés podría ayudar a controlar la inflación en la medida en que sirva para que el precio del dólar baje y de esa manera las importaciones sean un poco más baratas. Como muestra tenemos que una vez que se anunció el alza en la tasa de interés objetivo en México, el dólar bajó unos 20 centavos. Sin embargo, pues esto no puede ser una buena noticia porque si se utiliza la tasa de interés para mantener el tipo de cambio bajo en un contexto de inflación, pues lo único que se logrará es aumentar las importaciones, y quitarle competitividad a las exportaciones, en perjuicio de la planta productiva nacional.

Y pues más allá del impacto negativo que tendrá el alza en la tasa de interés en el proceso de recuperación económica, habrá otro impacto negativo en las finanzas de todos aquellos que tienen deudas contratadas con tasa de interés variable o que piensan contratar deuda. Cabe recordar que la deuda del sector público federal fue de 12.329 billones de pesos al 30 de abril de este año y el costo financiero de ésta implica que todos los días el sector público federal paga 1,468.8 millones de pesos diarios por concepto de intereses. Si bien es cierto que parte de esta deuda tiene tasa fija, las renovaciones de deuda en pesos serán pactadas con una tasa de interés más elevada. Lo mismo pasará con la deuda del sector privado, sobre todo aquella que está ligada a lo que suceda con la Tasa de Interés Interbancaria de Equilibrio (TIIE), y como muestra tenemos que la TIIE a 28 días pasó de 4.2863% el jueves 24 a 4.5200% el viernes 25 de junio.

A manera de conclusión podemos señalar que aparentemente el alza en la tasa de interés por parte del Banxico tendrá un impacto limitado en la evolución de la inflación y que en todo caso parece que busca más un impacto sicológico en la formación de expectativas de inflación para el mediano plazo. No obstante lo anterior, esto vendrá con un costo en la manera de una menor dinámica económica y de creación de empleos, además de que implicará mayores costos financieros para los gobiernos, empresas y familias. El gran problema es que todo parece indicar que ésta no será el única alza que veremos en los siguientes meses y que es posible que veamos que la tasa de interés objetivo del Banxico llega a niveles de 4.50% o 4.75% al cierre de este año y de 5.0% o 5.25% en junio de 2022.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt