Otra vez una crisis bancaria en Estados Unidos

La lucha contra la inflación, misma que fue ocasionada en buena medida por el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), así como por las políticas fiscales expansivas por parte del gobierno federal estadounidense, ha cobrado nuevas víctimas, ahora en el sistema financiero tradicional. Contrario a lo que muchos piensan, esta situación si era completamente previsible, aunque no estoy seguro de que fuera inevitable, y en esta entrega explico por qué. 

Después del colapso del Silicon Valley Bank (SVB) ocurrido el viernes 10 de marzo, presenciamos una semana de enorme estrés financiero internacional por los temores de que haya otros bancos en una situación de insolvencia, como el caso del Signature Bank, que también quebró. También vimos como los grandes bancos de Wall Street se unieron y fueron al rescate del First Republic Bank, realizando depósitos por 30 mil millones de dólares para brindarle liquidez. Para evitar que explote una crisis bancaria como la de 2008, la FED intervino para respaldar a los depositantes bancarios hasta con sus ahorros no asegurados y tuvo que echar reversa en su política de reducir los activos en su hoja de balance, regresando a un esquema de compra de bonos a los bancos a un precio que no les implique pérdidas. En Suiza su banco central tuvo que entrar a salvar a Credit Suisse, con una línea de vida de 50 mil millones de francos suizos después de que se profundizaron las preocupaciones sobre sus perspectivas. Al momento de escribir estas líneas, parece que dicho banco será adquirido por el banco UBS o bien será nacionalizado por el gobierno suizo. 

No se sabe a ciencia cierta qué pasará con el sistema bancario estadounidense y europeo en el mediano plazo, así como el monto de los rescates que eventualmente se tendrán que realizar, pero queda claro que los bancos centrales y los propios bancos comerciales de mayor tamaño, harán todo lo posible para evitar una crisis sistémica como la de 2008 – 2009. Al día de hoy, dos bancos estadounidenses han quebrado, según la Federal Deposit Insurance Corporation (FDIC), y sus activos combinados valían 319 mil millones de dólares (mmdd) (SVB tenía 209 mmdd en activos, mientras que Signature Bank tenía 110 mmdd). En términos de activos perdidos, eso ya coloca al 2023 en segundo lugar después de 2008, cuando 25 bancos quebraron con un total combinado de 374 mmdd en activos.

¿Cuántas veces el mundo tendrá que recorrer el camino de una crisis financiera causada por el desajuste entre una banca que presta basada en un sistema de reserva fraccionaria y los casi 9 billones de dólares adicionales que puso la FED en la forma de un alivio monetario (quantitative easing o QE) durante la crisis de la pandemia del virus chino, para demostrar que el sistema bancario estadounidense no funciona?

Hace tres semanas, en mi editorial titulado “La inevitable debilidad del dólar” (https://economex.blog/2023/02/26/la-inevitable-debilidad-del-dolar/) advertí que si el USD se fortalece con más alzas en la tasa de interés, acabará con el valor de casi todas las clases de activos, excepto el propio USD. Mencioné que ya estamos viendo esta carnicería abierta en los mercados crediticios a medida que aumentan las tasas de interés y las políticas de dólar fuerte del Jerome Powell paralizan las normas de préstamos y créditos del pasado. Y bueno, ahora Estados Unidos tiene este problema por las enormes pérdidas ocasionadas a los tenedores de bonos del Tesoro.

Antes de avanzar más en el análisis vale la pena explicar cómo el aumento en las tasas de interés puede ocasionar la insolvencia de un banco. A continuación pongo un ejemplo muy sencillo solo para ilustrar el punto: Sucede que la mayoría de bonos del gobierno se venden con descuento y la diferencia entre el precio del bono (P) y su valor al vencimiento (FB) es lo que se conoce como la tasa de interés implícita. Supongamos que hay un bono con plazo de un año que tiene un precio de 99 dólares y un valor al vencimiento de 100 dólares, entonces la tasa de interés de ese bono es 1.01% (100/99 – 1). Entonces si la tasa de interés sube a 4.75%, el precio de los nuevos bonos será de 95.46. De esta forma, si un banco tiene 1,000 bonos y la tasa de interés es de 1.01%, entonces esos activos valen 99,000 dólares, pero si la tasa sube a 4.75% el valor de dichos bonos caerá a 95,460 dólares, es decir una pérdida de 3.58 por ciento. 

Dada la lógica anterior, la caída de SVB y sus efectos posteriores no pueden ser considerados como un cisne negro, como muchos lo han querido hacer creer. Un evento bancario de estas características era 99% previsible al ver que había bancos poco diversificados y que tienen miles de millones de dólares invertidos en bonos del Tesoro de EEUU, por lo que el alza en tasas de interés ocasionaría que sus pérdidas fueran tan grandes que algunos de ellos caerían en una situación de insolvencia. Nadie quiso ver que esto pasaría y prefirieron mirar hacia otro lado.

Ahora en este 2023 una vez más, vemos que el riesgo sistémico se transformara en estrés económico, quiebras bancarias y luego un rescate del sistema bancario, no solo del Silicon Valley Bank, como ya se explicó líneas arriba, sino en una escala mucho mayor.

Si usted cree que solo se rescató a los depositantes de los dos bancos quebrados, se equivoca. La Reserva Federal también puso un respaldo del sistema a 600 mil millones de dólares para cubrir las minusvalías ocasionadas por las pérdidas del valor de los bonos, que como ya se explicó, fueron causadas por las alzas en tasas de interés que tienen el propósito de frenar la inflación. Al 16 de marzo la FED estaba de vuelta con un aumento en los activos en su balance de 297 mil millones de dólares durante la última semana, lo que implica el mayor aumento desde marzo de 2020. De esta manera, en 7 días la FED deshizo casi la mitad del ajuste cuantitativo a la baja que llevaba desde abril de 2022.

Y claro, en toda esta serie de eventos no podría faltar el elemento de corrupción. Es bien sabido que los ejecutivos de los bancos fallidos perderán sus trabajos, pero ya se ha hecho público que días antes cobraron decenas de millones de dólares ejecutando opciones financieras (put options) que les permitían vender sus acciones del banco a un precio por encima del precio spot de la acción cuando se supo de la insolvencia bancaria.  

La FED debería admitir su responsabilidad en las burbujas de activos

La Fed debe admitir que es en gran parte responsable de estas crisis financieras y de los posteriores rescates recurrentes. A través de su política de alivio monetario o QE, la Reserva Federal metió en efectivo casi 9 billones de dólares en depósitos a los bancos y es por eso que los depósitos crecieron tanto en primer lugar.

Luego, a pesar de los riesgos obvios, los reguladores eliminaron todas las reservas requeridas para los depósitos y tesorerías, alentando al Silicon Valley Bank y otros bancos a buscar rendimiento.

Es cierto que hubo tres rondas de estímulo fiscal, y la última bajo la presidencia de Joe Biden fue totalmente injustificada y altamente inflacionaria. Pero es trabajo de la FED el entender ese riesgo.

Desafortunadamente, la Reserva Federal no solo patrocinó la burbuja de activos más grande de la historia, sino que tampoco entendió cómo el dinero gratis, las cancelaciones de deudas estudiantiles y las tasas de interés del cero por ciento podrían causar inflación.

¿Qué podemos esperar para la política monetaria futura?

Muchos bancos centrales enfrentarán la disyuntiva de salvar su sistema financiero poniendo freno a los apretones monetarios con el costo de que la inflación recobre fuerzas o continuar apretando la oferta monetaria subiendo tasas de interés pero con el costo de una mayor caída en el precio de toda clase de activos.

En el caso de la FED resulta evidente que ya se dieron cuenta de que las alzas en sus tasas de interés destruyen el valor de muchos activos, en especial de los bonos del Tesoro. Es por ello que las expectativas de analistas respecto de futuros incrementos de tasas cambiaron radicalmente en la última semana tras el colapso de los dos bancos antes mencionados.

Para ilustrar el cambio de perspectivas, tenemos que el rendimiento del bono del Tesoro a 2 años pasó del 5.05 % al 3.81 % en los últimos 7 días hábiles, lo que representa la mayor caída de rendimiento en 7 días (-124 pb) desde lo sucedido entre el 19 y el  28 de octubre de 1987 (la caída del Lunes Negro fue el 19 de octubre de 1987).

Es así que las expectativas actuales del mercado sobre la trayectoria de la tasa de fondos federales de la FED son las siguientes:

– 22 de marzo de 2023: aumento de 25 pb a 4.75%-5.00%

– Pausa

– Los recortes de tasas comienzan en junio de 2023 con una tasa de fondos de fondos por debajo del 4.00% a fines de 2023 y por debajo del 3.00% a fines de 2024.

¿Qué implicaciones tendrá esto en la lucha contra la inflación en Estados Unidos? Pues los analistas piensan que la FED preferirá salvar el sistema financiero que combatir la inflación (que al mes de febrero se ubicó en 6.00% anual), por lo que con este escenario se va a complicar combatir el alza de precios y entonces será un proceso aún más largo para que ésta regrese a niveles “aceptables”.

Para México, pues es obvio que el hecho de que haya menores aumentos en la tasa de interés en Estados Unidos, pone menos presión en el Banxico para subir la tasa con motivos de mantener el tipo de cambio estable o a la baja.  Sin embargo, dado el mandato del banco central mexicano de preservar el poder adquisitivo de la moneda, pues no creo que vaya a haber mayores ajustes en la perspectiva que se tiene de un par de incrementos más de un cuarto de punto porcentual para mantener la tasa de interés objetivo en 11.50% durante seis meses y comenzar con ligeras disminuciones de tasa hacía el último trimestre de 2023.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Avanza la lucha contra la inflación, ¿qué esperar con las tasas de interés en 2023?

Más allá de la invasión de Rusia a Ucrania, el regreso a una vida “normal” después de la pandemia del virus chino de Covid-19, el año 2022 será recordado como el año en el que el mundo en su conjunto vivió la inflación de precios al consumidor más alta de los últimos 40 años (la más elevada de los últimos 22 años en el caso de México). Afortunadamente, para la mayoría de países, la inflación ha comenzado a ceder en los últimos meses. Entre los países que más han logrado bajar su tasa de inflación en el último mes, destacan: Holanda, que pasó de 14.3% a 9.9%; India, que pasó de 6.8% a 5.9%; Brasil, que pasó de 6.5% a 5.9%; y España de 7.3% a 6.8%.

Una parte de la explicación de la disminución de la tasa de inflación interanual en muchos países se encuentra en la implementación de políticas monetarias restrictivas, que se han traducido en mayores tasas de interés, en la mayoría de los países.  Si bien los aumentos en tasas de interés tienen efectos de mediano plazo, y no ayudan a estabilizar los precios de algunos bienes como los alimentos, si pueden servir para evitar un mayor deterioro de las expectativas de inflación.

Desde mi punto de vista, lo que más ha ayudado en la lucha contra la inflación es que el precio del barril de petróleo alcanzó un máximo en junio de este año y desde entonces ha venido disminuyendo hasta el punto en el que ahora en día su precio se encuentra en un nivel apenas por encima del de hace un año.  Las razones de la disminución del precio del petróleo son varias, pero destacan: 1. El lento crecimiento de la economía de China; 2. El hecho de que Rusia sigue vendiendo su petróleo (con un precio castigado); y 3. Las perspectivas de menor crecimiento económico o inclusive recesión, en la mayoría de las economías del mundo en 2023.

Otro factor que ha contribuido en la lucha contra la inflación es el hecho de que la mayoría de los precios internacionales de los alimentos han regresado a su nivel de hace un año, después de haber alcanzado un pico en marzo de este año. Tenemos que de acuerdo con el índice de precios de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), entre noviembre de 2021 y el mismo mes de 2022 el índice de precios de los alimentos registra un incremento de apenas 0.3% (cabe señalar que la inflación mensual interanual de alimentos, medida a través de este índice llegó a ser de 33.95% en marzo de este año y ha venido disminuyendo gradualmente desde entonces). No obstante lo anterior, cabe destacar que en noviembre de 2022, los precios de cárnicos, lácteos y cereales todavía se encuentran 4.1%, 9.2% y 6.3% por encima de su nivel de hace un año, respectivamente.    

En los Estados Unidos también van avanzando en su lucha contra la inflación. El martes 13 de diciembre, se publicó que la inflación interanual de noviembre bajó a 7.10% desde el 7.70% observado en octubre. Hubo mejoría en la mayoría de sus componentes agregados ya que la inflación de alimentos bajó de 10.90% a 10.60%, la de Energéticos disminuyó de 17.60% a 13.10%, mientras que la subyacente bajó de 6.30% a 6.00%.  Se debe destacar que las tasas de inflación general y subyacente siguen siendo inaceptables y es por ello que el Banco de la Reserva Federal (FED) realizó siete incrementos en su tasa de interés de fondos federales. En su reunión del 13 y 14 de diciembre el aumento de tasa fue de 0.50 puntos porcentuales, lo cual contrasta con los incrementos de 0.75 puntos porcentuales en las anteriores cuatro decisiones del Comité de Mercado Abierto de la FED.

De hecho, en su conferencia de prensa para el anunció de la decisión de política monetaria, el presidente de la FED, Jerome Powell, dejó en claro que las tasas de interés tendrán que subir más de lo proyectado previamente ya que la inflación se mantiene muy por encima de la meta. Esto derrumbó los mercados bursátiles los dos días posteriores.

En el caso de México, también se han registrado avances en materia de inflación general, apoyados principalmente en lo mencionado líneas arriba. Tenemos que durante noviembre de este año, la inflación interanual de precios al consumidor fue de 7.80%, tasa por debajo del 8.41% observado en octubre, ubicándose como la menor tasa inflacionaria desde mayo de 2022. El gran problema es que no obstante de que la inflación general fue menor, la tasa de inflación subyacente subió a 8.51% interanual, producto de que la inflación de mercancías aumentó a 11.28% y la de servicios subió a 5.35%.  En cuanto a la inflación de mercancías, destaca que la de alimentos procesados, bebidas y tabaco se mantiene muy elevada y fue de 14.08% en la segunda quincena de noviembre. En cuanto a la inflación no subyacente, ésta disminuyó a 5.73% interanual en noviembre, producto de que la de bienes agropecuarios se moderó a 8.89% interanual y la de energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno fue de apenas 3.23%. 

En el caso de México, quiero insistir en la importancia del dato de inflación subyacente de 8.51%, ya que es una medida de la tendencia general de evolución de los precios, cuando se excluyen los elementos más volátiles del índice de precios. Este componente inflacionario resultó el más alto desde agosto del año 2000 y es lo que mantiene preocupada a la Junta de Gobierno del Banco de México.  Es por esta evolución que las perspectivas inflacionarias continúan muy deterioradas y por lo que continúan los apretones monetarios por parte del Banco de México.

Tras darse a conocer el dato de inflación general de 7.80%, el grupo financiero Citibanamex publicó que anticipa que la inflación general para el cierre de 2022 será de 8.6%, aunque con riesgos sesgados a la baja. Esto implica que se espera una escalada fuerte de precios en diciembre o un rebote de la inflación de 7.80% a 8.6%.  Citibanamex también ha mencionado que espera que la inflación sea de 4.8% al final de 2023.

La elevada inflación subyacente y las deterioradas expectativas de inflación para este año y el 2023, provocaron que la Junta de Gobierno del Banco de México anunciara el 15 de diciembre que decidió incrementar en 0.5 puntos porcentuales su tasa de interés objetivo a un nivel de 10.5%, aunque cabe destacar que al igual que en el caso de la FED, esto implica una moderación en el ritmo de incremento de las alzas. Así mismo, se debe destacar que el voto de los miembros de la Junta de Gobierno estuvo dividido, con el subgobernador Esquivel optando por un aumento de 0.25 puntos porcentuales. Ningún miembro votó por un alza de 0.75 puntos porcentuales, lo que india que el conjunto de los miembros apoya la moderación en el ritmo de alzas (fue de 75pb en noviembre).

Cabe destacar que junto con el comunicado de prensa emitido al respecto, el Banxico publicó ajustes moderados a sus trayectorias de inflación. Los ajustes más significativos fueron a los de inflación subyacente durante 2023, aunque se aprecia el optimismo del banco central con pronósticos por debajo de las expectativas de la mayoría de los analistas.

En su comunicado de prensa, el Banxico reitera que sigue anticipando que la inflación converja a la meta de 3% hasta el tercer trimestre de 2024. Sin embargo, el cumplimento de dicha expectativa esta sujeta a diversos riesgos. Al alza: i) persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados; ii) presiones inflacionarias externas derivadas de la pandemia; iii) presiones en los precios agropecuarios y energéticos por el conflicto geopolítico; iv) depreciación cambiaria; y v) mayores presiones de costos. A la baja: i) una desaceleración de la economía global mayor a la anticipada; ii) una disminución en la intensidad del conflicto geopolítico; iii) un mejor funcionamiento de las cadenas de suministro; iv) un menor traspaso de algunas presiones de costos; y v) un efecto mayor al previsto de las medidas del Gobierno Federal ante la carestía. El Banxico apunta que si bien algunos choques han dado señales de mitigación, el balance de riesgos en la trayectoria prevista para la inflación en el horizonte de pronóstico sigue sesgado al alza.

La Junta también mencionó en su comunicado (y lo hace explícitamente) que será necesario incrementar la tasa de interés nuevamente en febrero de 2023, y que “hacia delante, valorará la necesidad de ajustes adicionales en la tasa de referencia” y su magnitud.  Para varios analistas, lo anterior abre la puerta para detener el ciclo de alzas a partir de marzo de 2023, con lo que se reafirmaría el pronóstico de una última alza de 0.25 puntos porcentuales en febrero para llevar la tasa objetivo a un nivel de 10.75%. Esta creencia está sustentada en la desaceleración del índice general de la inflación y sus sorpresas positivas recientes, la estabilización de las expectativas inflacionarias en la mayoría de las encuestas, el menor ritmo de incrementos en tasa de interés por parte de la FED de Estados Unidos, así como a la muy elevada tasa de interés real (10.50% en tasa de interés vs 7.80% en inflación).

Como conclusión de todo esto podemos mencionar que se han logrado avances en la lucha contra la inflación, pero tardaremos muchos meses más para volverla a ver en niveles aceptables para el Banco de México. Durante ese periodo, viviremos con elevadas tasas de interés, lo cual mermará la inversión productiva y el consumo, en detrimento de la actividad económica. Es posible que en 2023 México se libre de una recesión, pero sin duda será un año de menor crecimiento económico, lo que dará como resultado que al quinto año del actual sexenio, el saldo de crecimiento sea cero, el peor desempeño económico desde la década de los ochenta.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Costos de la guerra contra la inflación

A un costo muy elevado, pero aparentemente las cosas van mejorando en materia de la lucha contra la inflación de precios al consumidor, al menos en lo que respecta a Norteamérica. Entre septiembre y octubre, la tasa de inflación interanual bajó de 7.0% a 6.9% en el caso de Canadá, disminuyó de  8.2% a 7.7% en Estados Unidos, mientras que en México retrocedió de 8.7% a 8.4%. Siguen siendo niveles inaceptables de inflación, pero parece ser que en los tres países ya se alcanzó el pico inflacionario.

En el caso de Estados Unidos, es muy positivo para todo el mundo, que se registraron menores alzas interanuales en todos los componentes del índice de precios al consumidor. Su inflación de alimentos bajó a 10.9% (11.2% septiembre), la de energéticos fue de 17.6% (19.8% septiembre), mientras que la subyacente disminuyó a 6.3% (6.6% septiembre).

Esta mejora en la inflación se debe a que el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) ha realizado agresivas alzas en su tasa de interés de fondos federales hasta llevarla a un rango de 3.75% a 4.00%. Además de que los precios del petróleo se han estabilizado en torno a los 80-90 dólares por barril. Y lo más importante, ayuda el que los precios mundiales de los alimentos siguen bajando. Entre septiembre y octubre, nuevamente disminuyó el Índice de precios de los alimentos de la FAO (-0.1%), con lo que liga su séptima caída mensual. De esta manera, el valor del índice en octubre de 2022 se encuentra sólo 2.0% arriba del nivel de octubre de 2021. No sé cuándo veremos esto reflejado en nuestra cartera, pero de acuerdo con la FAO, la buena noticia es que los precios de los alimentos ya son prácticamente iguales a los de hace un año.

Como ya lo mencioné, en el caso de México la inflación general interanual de precios al consumidor disminuyó de 8.70% en septiembre a 8.41% en octubre; pero el problema es que esto se dio gracias a que la inflación no subyacente (la de bienes agropecuarios y energéticos) bajó a 8.36%, mientras que la inflación subyacente (la de mercancías y servicios) aumentó a 8.42%, su nivel más alto desde agosto de 2000.  

La inflación subyacente es muy importante debido a que es un indicador de la tendencia o inercia en el crecimiento de los precios de los bienes y servicios que consumimos. Por lo tanto, su distinción técnica respecto a la medida de la inflación general radica en que deja fuera del cálculo a las variaciones de los precios de ciertos bienes y servicios, que pueden resultar más volátiles debido, por ejemplo, a perturbaciones extremas y ajenas a la demanda interna.

Así, al analizar a detalle la inflación subyacente de 8.42% en octubre, tenemos que esta se divide en dos rubros: la de Mercancías (que registró 11.15%) y la de Servicios (que fue de 5.3%). La inflación de Mercancías a su vez tiene dos componentes: Alimentos, bebidas y tabaco (13.95%) y Mercancías no alimenticias (8.03%). Por su parte, la inflación de Servicios tiene tres componentes: Vivienda (3.14%), Educación / colegiaturas (4.49%) y Otros servicios (7.33%).

Si ahora analizamos a detalle la inflación no subyacente, la cual fue de 8.36%, vemos que tiene dos componentes: Agropecuarios (que registró un alza de 14.25%) y Energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno (que fue de apenas 3.77%). Ahora, la inflación de productos agropecuarios tiene dos componentes: Frutas y verduras (12.63%) y Pecuarios (15.61%). Por su parte, la inflación de Energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno, también tiene dos componentes: Energéticos (3.1%) y Tarifas autorizadas por el gobierno (5.42%).

Se debe destacar que con el dato de inflación  de precios de energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno de apenas 3.77%, queda claro que el que está haciendo el mayor esfuerzo para contener el alza general de precios es el gobierno. Esto lo vemos principalmente en la forma de una menor recaudación del IEPS a las gasolinas y diésel y lo constatamos con el dato de que la recaudación de este impuesto, el cual pasó de 185.4 miles de millones de pesos (mmdp) en los primeros 9 meses de 2021 a ser de -85.7 mmdp en los mismos meses de 2022. En otras palabras, el no cobro de IEPS a gasolina y diésel y el subsidio gubernamental que se ha dado a estos combustibles ha evitado que la inflación sea de doble dígito y un mayor problema.   

En función de lo anterior, diversos analistas volvieron a ajustar sus pronósticos de inflación para el cierre de año, como es el caso del Grupo Financiero Citibanamex, quienes publicaron que esperan que la inflación subyacente anual alcance su pico de 8.6% en noviembre, y cierre el año en 8.3%. Para la inflación general, esperan que los efectos de base de comparación provoquen que ésta se presione ligeramente al alza en diciembre y la ubican en 8.6%.

Entonces, derivado de que las expectativas inflacionarias siguen deterioradas y la inflación subyacente sigue subiendo, es que el 10 de noviembre, la Junta de Gobierno del Banco de México decidió, en votación dividida de 4 a 1, volver a aumentar su tasa de interés objetivo en 0.75 puntos porcentuales a un nivel de 10.00%, el nivel más alto desde que se creo el mecanismo de objetivo de tasa de interés. El aumento de 75 puntos base ya era ampliamente esperado por el mercado, no fue sorpresa para nadie. La pregunta que muchos se hacen es si este fue el final del ciclo alcista de tasas de interés, en virtud de que la inflación empieza a disminuir. La respuesta es un rotundo NO. Si bien se espera que hacía el futuro las alzas de tasas sean más moderadas, diversos analistas, entre ellos nosotros en GAEAP, esperamos que la tasa objetivo concluya el año en 10.50% y vendrán más alzas en 2023.

La expectativa del mercado se puede constatar calculando la tasa de interés implícita de los Cetes a 28 días, tomando los datos del resultado de la subasta del martes 8 de noviembre. En GAEAP estimamos que el mercado espera que los Cetes a 28 días paguen 10.57% dentro de 3 meses, tengan un rendimiento de 10.96% dentro de 6 meses y de 10.67% dentro de dos años. En términos simples, lo que esto nos dice es que la tasa objetivo del Banxico podría aumentar hasta 11.00% a mediados del 2023 y se quedará en un nivel elevado durante un buen tiempo (dos años), disminuyendo muy gradualmente. 

Claro que la evolución de las tasas de interés esta ligado a lo que suceda con la inflación. En este sentido, en el comunicado emitido por el Banxico con motivo de su decisión de política monetaria, se menciona que se anticipa que la inflación converja a la meta de 3% hasta el  tercer trimestre de 2024. Sin embargo, estas previsiones están sujetas a riesgos.

Los riesgos de que la inflación sea más alta de lo que se anticipa son: i) persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados; ii) presiones inflacionarias externas derivadas de la pandemia; iii) mayores presiones en los precios agropecuarios y energéticos por el conflicto geopolítico; iv) depreciación cambiaria; y v) presiones de costos. Ahora, los eventos que podrían hacer que la inflación disminuya más rápidamente son: i) una desaceleración de la economía global mayor a la anticipada; ii) una disminución en la intensidad del conflicto geopolítico; iii) un mejor funcionamiento de las cadenas de suministro; iv) un menor traspaso de algunas presiones de costos; y v) un efecto mayor al previsto de las medidas del Gobierno Federal ante la carestía.  Para el Banxico es mayor la probabilidad de que materialicen los riesgos que podrían hacer que la inflación sea más alta.

Así pues, podemos concluir que si hay avances en la lucha contra la inflación, pero hay un grave problema con su componente subyacente y eso hará que vivamos un periodo largo de elevadas tasas de inflación en México. Es importante destacar que los severos ajustes en la tasa de interés en México explican buena parte de la fortaleza del peso mexicano, el cual llegó a estar en niveles de 19.32 unidades por dólar la semana que recién concluye. Este puede ser considerado como otro costo asociado a la lucha contra la inflación, ya que este super peso perjudicará a las exportaciones y provocará mayores importaciones, lo que dañará a la planta manufacturera nacional.

Es obvio también que el mantener tasas de interés de referencia tan elevadas durante mucho tiempo (arriba del 10% los próximos dos años) tendrá un impacto negativo para todos los que tenemos deudas (personas, empresas y gobiernos), quienes tendremos que pagar más intereses. Además de que el encarecimiento del crédito provocará menos consumo privado e inversión productiva. Es por ello que la enorme mayoría de analistas estima que el año entrante el PIB de México no crecerá más allá de un 1.0%, lo que provocará menor creación de empleos. Podemos anticipar que la escasez de mano de obra que vemos en muchos sectores productivos terminará el año que viene y que desafortunadamente nuevamente veremos un crecimiento del empleo en la economía informal. Todos estos son los costos de esta guerra contra la inflación.  

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

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El precio del tiempo

Desde un punto de vista, llamémosle “tradicional”, el concepto de lo que es la tasa de interés se ha desvirtuado, sobre todo después de la crisis económica mundial de 2008-2009. Desde esa fecha, y hasta recientemente, en Estados Unidos y demás países desarrollados, hemos visto tasas de interés ultrabajas para la enorme mayoría de créditos, las cuales acabaron distorsionando toda clase de mercados y por lo cual ahora comienzan a pagar un costo. En México las tasas de interés para la mayoría de los créditos, no registraron disminuciones sustanciales, lo cual también ocasionó sus propios costos en la forma de escasos niveles de inversión productiva.

Para entender cómo se desvirtuó el concepto de interés en el mundo, quiero comenzar haciendo un breve repaso de una de las primeras teorías que lo explican, la denominada Teoría Productiva del Interés, que fue expuesta por J. B. Clark y F. H. Knight; y apoyada por economistas de la talla de Alfred Marshall, J. B. Say, y Von-Thunen. De acuerdo con ésta, el interés surge a causa de la productividad del capital físico. La cantidad de producción que produce el trabajo con la ayuda de bienes de capital es generalmente mayor que la cantidad que puede producir el trabajo por si mismo. La maquinaria y las herramientas invariablemente suman a los ingresos de quienes las utilizan. Es por eso que hay demanda de capital físico por parte de los empleadores individuales.

John Bates Clark

En esta misma línea de pensamiento, algunos economistas clásicos sostienen que el interés es la recompensa que se paga al capital porque es productivo. De hecho, el interés se paga con la productividad del capital. Cuando se emplea una mayor cantidad de capital físico junto con la mano de obra y otros recursos, la productividad general mejora.

Al emplear capital, el prestatario (empresario) obtiene una mayor producción, por lo que debe pagar una parte de esta producción adicional al propietario del capital en forma de Interés. La teoría implica que el capital se demanda porque es productivo. Y, porque es productivo, su precio debe ser la tasa de interés.

Obvio, al paso del tiempo esta teoría ha sido criticada y desechada, aunque sigue vigente en la mente de muchos economistas. En términos más sencillos, durante muchos años se ha pensado que la tasa de interés debe corresponder al rendimiento del capital, de lo contrario se introducen distorsiones importantes en la economía, como inflación de precios de activos cuando la tasa es demasiado baja, o escasos niveles de inversión productiva, cuando la tasa es demasiado alta.

Respecto a esto, considero importante hacer mención a una reseña del libro “El precio del tiempo”, escrito por Edward Chancellor, y que fue publicada en el diario Wall Street Journal. La reseña, escrita por el historiador Adam Rowe, narra cómo Chancellor explica la manera en que se ha desvirtuado el concepto de la tasa de interés. Las tasas son el “precio universal” que descansa en la base de una economía y mantener las tasas artificialmente bajas (como en el caso de Estados Unidos y la Unión Europea desde 2008) ha creado una adicción al crédito que conlleva su propio costo. El libro es un amplio análisis histórico de cómo el sistema financiero estadounidense, una vez más, se desvinculó del mundo al que se supone debe servir.

La reseña comienza señalando que después de la crisis financiera de 2008, el temor al colapso económico dio paso a un nuevo gran mercado alcista (bull market) provocado por el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED). Los precios de todo tipo de activos (commodities, productos básicos industriales, precios de la vivienda, acciones, etc.) se dispararon hasta llegar a extremos irracionales. “Nunca antes en la historia se habían inflado simultáneamente tantas burbujas de precios de activos”, escribe en su libro Edward Chancellor.

Chancellor argumenta que en el corazón de la desvinculación del sistema financiero y la economía real, hay un solo factor: las tasas de interés artificialmente bajas. Menciona que las tasas de interés son la señal más importante en una economía que está basada en los mecanismos de mercado, “el precio universal” que afecta a todos los demás. El interés se define mejor como el valor del dinero en el tiempo, que el Sr. Chancellor ingeniosamente traduce como “el precio del tiempo”. Es el precio que informa cada decisión financiera clave: ahorrar, gastar, invertir. Disminuir artificialmente la tasa de interés es una forma poderosa de impulsar una economía que de otro modo estaría destinada a la recesión, pero es peligrosa. Es financiar lo que los opiáceos son para la medicina, una distorsión de la percepción disfrazada de cura. Las expansiones monetarias que se traducen en menores tasas de interés, por si solas no pueden resolver los problemas estructurales de la economía.

Edward Chancellor

Después de 2008, señala Chancellor, “los banqueros centrales llevaron las tasas de interés a su nivel más bajo en cinco milenios”. La medida pareció un éxito al principio, evitando la deflación y el desempleo masivo. Pero detrás de este resultado inmediato acechaban problemas estructurales que los banqueros habían dejado crecer. Las bajas tasas han agravado “nuestros problemas actuales”, dice Chancellor. Estos incluyen “el colapso del crecimiento de la productividad, la vivienda inasequible, el aumento de la desigualdad, la pérdida de competencia en el mercado” y, como todos podemos sentir en este momento, la “fragilidad financiera”.

Un resumen del argumento del Sr. Chancellor corre el riesgo de reducir su fascinante trabajo de historia y análisis a una mera polémica -es mucho más que eso-. El Sr. Chancellor, periodista financiero y autor de “Devil Take the Hindmost: A History of Financial Speculation” (1999), aparentemente leyó todos los estudios y tratados sobre la tasa de interés que se hayan escrito, muchos contradictorios y la mayoría conteniendo al menos una pizca de verdad. Su intento de comprender el momento presente lo lleva a un recorrido por las finanzas antiguas y modernas, y demuestra ser una guía interesante e instructiva.

Perspectiva histórica del interés

La práctica de cobrar intereses es tan antigua como el tiempo mismo. Antes de que los mesopotámicos aprendieran a acuñar dinero o poner ruedas a los carros, los prestamistas habían establecido la práctica de exigir más en el futuro de lo que pusieran a disposición de los prestatarios en el presente. La etimología de muchas de las palabras para interés se deriva de la descendencia del ganado, lo que refleja la conciencia de que la riqueza bien administrada es fructífera. Pero la etimología también refleja la sospecha de que el interés permite que los ricos devoren a los pobres. Las palabras hebreas antiguas para interés incluyen una que significa “la mordedura de una serpiente”. La magia del interés compuesto, que transforma una miseria en una fortuna, siempre ha provocado asombro y furia.

Desde el principio, Chancellor nos muestra cómo los gobernantes han tratado de intervenir para suavizar el antagonismo entre prestatarios y prestamistas. El primer conjunto de leyes, el código de Hammurabi en Babilonia (alrededor de 1750 a. C.), se ocupa de regular el interés, estableciendo tasas máximas de préstamo, incluido el 20% para la plata y el 33.33 % para la cebada. Un milenio después, el renombrado legislador de Atenas, Solón, ordenó que se destruyeran todas las piedras que registraban las hipotecas como parte de un esfuerzo de renovación moral y política (su predecesor Draco, a quien le debemos la palabra “draconiano”, había obligado a muchos deudores a la esclavitud.) Pensadores y filósofos a lo largo de la historia, desde Aristóteles y Tomás de Aquino hasta Proudhon y Marx, han considerado injusta cualquier tasa de interés. De acuerdo con Daniel Defoe, “el interés del dinero es un gusano gangrenoso sobre la ganancia del comerciante”.

Persiste la percepción de que los prestatarios son inherentemente necesitados y los prestamistas codiciosos. Pero cualquier verdad que contenía en el mundo premoderno se desvaneció con el surgimiento de las economías capitalistas. Sobre la Inglaterra protocapitalista del siglo XVI, el historiador R.H. Tawney escribió: “El prestatario a menudo era un comerciante, que solicitaba un préstamo para especular sobre los intercambios o para acaparar la cosecha de lana”. En cuanto al prestamista, bien podría ser “un inocente económico, que buscó una inversión segura para sus ahorros”.

Lo que las mentes perspicaces captaron en el siglo XVI lo olvidan quienes, hoy, piensan que las tasas de interés bajas necesariamente promueven la igualdad. Como cualquier otro precio, la tasa de interés refleja un complejo equilibrio de fuerzas en la economía real, desde el ahorro agregado hasta las expectativas futuras. Cuando los gobiernos empujan ese precio demasiado bajo, o demasiado alto, crean distorsiones que son contraproducentes y socialmente injustas.

La desvirtualización del interés

En los últimos 15 años, las tasas de interés se han reducido a casi cero en todo el mundo desarrollado. Incluso se volvieron negativos en Europa y Japón. Pero los resultados, observa Chancellor, no fueron tan angustiosos para los ricos como podría haber esperado un canonista medieval. El precio de los valores tiende a subir o bajar inversamente con el nivel de las tasas de interés. Aquellos que poseen la mayor cantidad de valores son los que más se benefician cuando las tasas de interés caen. “No es una coincidencia”, escribe el Sr. Chancellor, “que las mayores fortunas se hayan ganado durante períodos de tasas de interés anormalmente bajas”. Como lo expresa vívidamente, “las grandes ballenas se alimentan del plancton de ahorro”. Este fenómeno ahora lo hemos visto en el mercado inmobiliario: cuando las tasas de interés son bajas, los precios de las viviendas aumentan más rápido porque muchos más pueden acceder al financiamiento. Lo contrario sucede cuando las tasas de interés suben. 

Las bajas tasas de interés no ayudan a los pobres, que no tienen acceso a crédito barato. Ayudan a las personas con una formidable cantidad de activos, en parte al hacer que el apalancamiento sea más atractivo. Con dinero tan barato, los financistas pueden aumentar los rendimientos de las inversiones con dinero prestado. Como observó Louis Brandeis, Wall Street usa “el dinero de otras personas”. Prefiere pagar lo menos posible por el privilegio.

La primera objeción del Sr. Chancellor a la manipulación de intereses es, por lo tanto, moral. “La justicia distributiva requiere que los prestatarios y los prestamistas reciban una equivalencia de valor”, escribe. Es injusto que los trabajadores ahorradores no puedan obtener un rendimiento decente en sus cuentas de ahorro, mientras que los especuladores sofisticados (bancos) ganan fortunas con el capital que les es “prestado” de forma casi gratuita.

Su segunda objeción es a la vez más pragmática y más alarmante. Las tasas artificialmente bajas distorsionan el proceso de toma de decisiones descentralizado de una economía de mercado. Sin interés, escribe, “el capital no se puede asignar adecuadamente y se ahorra muy poco”. Los inversionistas aceptan más riesgos en busca de mayores rendimientos, lo que hace que el crecimiento futuro parezca más atractivo que el obtener ganancias en el presente. Y debido a que el interés es uno de los principales costos en las finanzas, las tasas bajas desplazan la actividad económica de las empresas en la “economía real” hacía las transacciones puramente financieras. Como ha declarado el administrador de fondos de cobertura de Boston, Seth Klarman: “La idea de tasas bajas persistentes se ha infiltrado en todo: el pensamiento de los inversores, las previsiones del mercado, las expectativas de inflación, los modelos de valoración”.

Entonces, al provocar tasas de interés artificialmente bajas, los bancos centrales se han involucrado en una forma de planificación central más sutil y perniciosa que la variedad desacreditada existente en el siglo XX. Los fracasos de la planificación central son obvios cuando el estado intenta dirigir toda la economía, desde los ferrocarriles hasta las tiendas de comestibles. La política monetaria equivocada, por el contrario, opera de manera invisible, dispersando incentivos perversos y señales falsas en todo el sistema financiero. “Y cuanto más nos equivocamos, más parece fallar el sistema, lo que a su vez justifica más intervenciones”, escribe Chancellor. Peor aún, cuanto más intervienen los banqueros centrales, más manipulado parece volverse el sistema.

La apasionante y aprendida historia del Sr. Chancellor concluye con una sombría advertencia. En comparación con formas de intrusión gubernamental más severas o evidentes, la manipulación de las tasas de interés por parte de los bancos centrales puede parecer bastante inocua, y es mucho menos probable que provoque grandes objeciones por parte de los ciudadanos comunes, por el contrario. Pero más que cualquier otro, amenaza la eficiencia y la integridad del sistema de libre empresa. Detrás del precio del tiempo está el invaluable derecho a la libertad.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Asumiendo la realidad inflacionaria

El pasado miércoles 15 de junio, el banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), elevó drásticamente su tasa de interés a un rango entre 1.50% y 1.75% (para cumplir con las expectativas del mercado), además redujo de manera importante sus perspectivas de crecimiento y empleo para este año. Cabe señalar que la última vez que la Fed subió su tasa en 0.75 puntos porcentuales, tuvimos la ‘Crisis del Tequila’ y Bill Clinton y el FMI tuvieron que rescatar a México.

La reacción de los mercados tras el anuncio fue de relativa calma, observando ligeros incrementos en las bolsas de valores y en el caso de México, vimos que el peso se revaluó unos centavos respecto al dólar. Sin embargo, el jueves 16 fue caótico en los mercados y vimos como los principales índices bursátiles se desplomaron y el dólar se revaluó fuerte. Esta enorme volatilidad en los mercados se debe a que Wall Street no sabe lo que quiere. Por un lado le grita a la FED que haga algo contundente para controlar la inflación, pero por otro lado grita en pánico advirtiendo que con las alzas en la tasa de interés Estados Unidos caerá en recesión.

Esto no es nuevo. Cabe recordar que desde la última reunión del Comité de Mercado Abierto de la FED (FOMC por sus siglas en inglés) del 4 de mayo de este año, se desató el infierno en los mercados de capital (y en las economías) globales. Desde este espacio hemos dado cuenta de cómo ha comenzado a estallar la burbuja del todo. Los precios de las acciones de EE.UU. se han derrumbado (Nasdaq -31% y el S&P 500 -22.5% en lo que va de 2022), mientras que los rendimientos de los Bonos del Tesoro de EE.UU. se han disparado al alza (3.49% el bono a 10 años, lo que implica que su precio está cayendo). El oro ha bajado alrededor de un 3% desde el último FOMC, lo que refleja el aumento del 3% en el índice USDollar (pero hay que tener en cuenta que todo cambió después de la publicación del índice de precios al consumidor en EE.UU. el pasado 10 de junio).

Esto es lo que hizo la Reserva Federal el pasado 15 de junio:

  • La Fed elevó su tasa de referencia en 75 puntos base, el mayor aumento desde 1994, a un rango de 1.5% a 1.75%, en línea con las expectativas de los inversores y los economistas.
  • La decisión fue votada a favor por una abrumadora mayoría de 11 a 1, sólo la presidenta de la Fed de Kansas City, Esther George, disintió a favor de un aumento de 50 puntos base.
  • En su comunicado, el FOMC agregó una línea que dice que está “firmemente comprometido a devolver la inflación a su objetivo del 2%” y elimina el lenguaje anterior que decía que el FOMC “espera que la inflación regrese a su objetivo del 2% y que el mercado laboral se mantenga fuerte”.
  • Reitera el camino en la reducción de la hoja de su balance general, mismo que entró en vigor el 1 de junio, reduciendo su tenencia de bonos en $47.5 mil millones de dólares por mes y aumentando el ritmo de $95 mil millones a partir de septiembre

Las nuevas proyecciones muestran un fuerte aumento desde marzo, con la tasa objetivo de fondos federales incrementándose hasta 3.4% para fin de este año, lo que implica que el mercado espera incrementos de 1.75 puntos porcentuales adicionales en este año, y llegar a 3.8% en 2023, antes de caer a 3.4% en 2024. Cabe señalar que las previsiones anteriores de marzo de este año eran de una tasa de interés que estaría en 1.9% a finales de este año y del 2.8% en 2023 y 2024

Una cosa crucial a tener en cuenta es que 2024 será un año de gran incertidumbre (y no solo por las elecciones) ya que las expectativas de los miembros de la Fed para la tasa de interés van desde un mínimo de 2.0% hasta un máximo de 4.0% – el mayor diferencial en la historia del FOMC.

Además, las proyecciones económicas de la Fed mostraron que se esperaba una desaceleración económica estadounidense mucho más profunda, con un aumento de la tasa de desempleo del 3.7% a fines de 2022 al 4.1 % en 2024; mientras que las previsiones de crecimiento económico se redujeron al 1.7% para 2022 y 2023, desde el 2.8% y el 2.2% que se pronosticaba en marzo; Los funcionarios de la Fed todavía esperan que la inflación baje significativamente en 2023.

Después del anuncio por parte del FOMC, el análisis por parte de los medios de comunicación especializados estadounidenses, y por parte del mercado, es que la FED por fin sacó la bazuca antiinflacionaria con ese aumento de la tasa de 75 puntos, y no hay duda de que el presidente de la FED, Jerome Powell, tuvo notas retóricas agresivas en contra de la escalada de precios. Pero en el mensaje general la FED aún se parece más a un banco central que si bien se inclina más hacia la realidad de una inflación que debe controlar, se aprecia que aún no está convencido de que tiene que hacer todo lo posible para controlar los precios.

La realidad es que es difícil que las alzas en tasa de interés por parte de la FED ayuden poderosamente a controlar la inflación cuando ésta es causada por factores externos tales como los precios de la energía (en los últimos 12 meses en EE.UU. el precio del gas natural ha subido 130%, el aceite para calefacción 110.0% y la gasolina 78.0%), las disrupciones en las cadenas de suministros, la escalada en precios de alimentos, los cierres manufactureros en regiones de China, entre otros. Es verdad que hay un componente inflacionario derivado del excesivo gasto público en Estados Unidos, durante la pandemia, por lo que  las alzas en tasas de interés tendrán un efecto limitado en controlar la inflación en el corto plazo.  

La falta de confianza en que la FED hará todo lo que esté en su poder para controlar la inflación resulta evidente al ver que el pronóstico medio de la propia FED es que la tasa de interés de los fondos federales aumente solo al 3.4% para fines de este año. Eso significa que los aumentos disminuirán durante el resto del 2022 y la FED predice un pico de solo 3.8% en 2023. La Fed está adelantando sus aumentos de tasas, pero aún no anticipa que tiene que llegar mucho más alto para vencer una inflación que llegó a 8.6% en mayo.

Es así que la gran pregunta es si llevar la tasa de interés a 3.4% a finales de este año, será suficiente para que la inflación regrese al objetivo de la FED del 2%. Tal vez si, pero mientras subsistan los problemas globales y a un  ritmo tan lento de alza en la tasa, el lograr el objetivo va a llevar mucho tiempo. El pronóstico de la FED para su medida preferida de inflación (el gasto de consumo personal o índice PCE) para finales de este año es ahora del 5.2%. Pero la inflación del PCE ha sido superior al 6% anual en los últimos meses, lo que significa que la inflación tendría que caer bruscamente durante los próximos seis meses para llegar al 5.2% anual. El pronóstico de la FED de que la inflación alcance el 2.6% en 2023 parece aún más improbable, a menos que haya una recesión. ¿Esto significa que el apretón monetario serás más agresivo? Tal vez.

Los bancos centrales generalmente son optimistas porque son formadores de opinión, lo que nos hace preguntarnos si en EE.UU. todavía piensan, en lo más profundo de sus modelos económicos, que la inflación es realmente “transitoria”. Como lo señalé líneas arriba, todo indica que si, que aún creen que la principal causa de la inflación radica en el virus chino del Covid-19, los problemas en las cadenas de suministro y la guerra de Ucrania; y que no es culpa de la irresponsable política monetaria que han tenido en los últimos dos años, por lo que desde su óptica la FED no tiene que hacer un ajuste monetario tan fuerte.

El pronóstico promedio de la Fed también es notablemente optimista para la economía, a pesar de los aumentos de tasas. Como ya lo señalé, el pronóstico prevé que la tasa de desempleo aumente a solo el 3.9% en 2023 desde el 3.6% actual, y que el crecimiento del PIB no caiga por debajo del 1.7%.

Esperamos que el Sr. Jerome Powell tenga razón en que la economía es “muy fuerte” y que el consumidor está en buena forma para salir adelante en un contexto de tasas de interés mucho más altas. No debemos olvidar que la economía estadounidense se contrajo 1.4% en el primer trimestre de este año, y el rastreador GDPNow de la Fed de Atlanta el pasado miércoles 15 redujo a cero su pronóstico de crecimiento para el segundo trimestre. Los consumidores golpeados por la inflación y los precios de la gasolina están incidiendo fuerte en sus gastos y esto se puede confirmar con la caída de las ventas minoristas durante mayo.

¡Carnicería!

Y pues en este contexto no está de más analizar que más allá de la posible recesión a la que se dirige Estados Unidos, y probablemente también nosotros en México, hay otro problema y es el de las burbujas de precios de activos que están estallando. Lo advertí desde el 15 de mayo en mi editorial “Crisis en los mercados financieros: comienza a estallar ´la burbuja de todo´” y la sangría en los mercados no ha cesado. Se han evaporado billones de dólares en riqueza, lo que afecta también las posibilidades de consumo, así como el ánimo de los mismos.

Para empezar, pues tenemos el caso de las criptomonedas que han sido arrastradas a la baja en medio de la búsqueda de los inversionistas de una disminución general del riesgo. La situación de las criptomonedas se agravó esta semana que concluye con los problemas sistémicos de Celsius y Binance de manera que Bitcoin alcanzó un precio por debajo de los $18,000 dólares, el más bajo desde diciembre de 2020…La capitalización total del criptomercado cayó por debajo de los 850 mil millones de dólares, casi 75% por debajo de los 3.2 billones de dólares que tenía a finales de 2021.

Desde la reunión  del FOMC de mayo, casi todas las clases de activos han sido golpeados, sobre todo conforme ha crecido la ansiedad por el mayor riesgo de eventos (antes del FOMC del 15 de junio) combinada con los datos técnicos de OpEx (vencimiento de opciones por un valor de 3.4 billones de dólares) y los temores de ‘fragmentación’ europea y todos los problemas geopolíticos y geoeconómicos que están frenando a los compradores a medida que el S&P cae en un mercado que ya está en una tendencia a la baja (bear market), mientras que el precio de más de dos terceras partes de las acciones de EE.UU. ya tienen un precio por debajo del que tenían justo antes de empezar la crisis del Covid-19.

Ahora la expectativa no es como en el pasado en el sentido de que durante el verano los inversionistas se ponían a analizar sus carteras y posiciones previo al calentamiento del mercado durante septiembre. Ahora no será así por los múltiples temblores fundamentales que amenazan con sacudir los mercados:

  • Inflación, inflación, inflación
  • Cadenas de Suministro, Covid y China
  • Europa y el BCE
  • Recesión/estanflación
  • Guerra
  • Endurecimiento de los bancos centrales
  • Restablecimientos de acciones y ganancias
  • Colapso del mercado de bonos
  • Restablecimiento del comercio global y desglobalización
  • Estados Unidos, el dólar y Trump

Las predicciones son de un tercer trimestre tormentoso: la tranquilidad de los mercados de los meses de julio y agosto será reemplazada por oleadas de escollos, de números malos y un panorama bastante nublado; mientras los mercados luchan contra el acelerado flujo de noticias negativas sobre la inflación, menores ganancias corporativas, mercados de consumo debilitados y, cada vez más, política tambaleante en la que el presidente estadounidense Joe Biden perderá su mayoría en el Congreso en las elecciones del mes de noviembre.

Las condiciones financieras se han endurecido y se seguirán endureciendo para todos. A las autoridades mexicanas de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México les tocará lidiar  con este gran problema. De entrada ya sabemos que el Banxico elevará en 0.75 puntos porcentuales su tasa de interés objetivo para situarla en 7.75%, tal vez el aumento sea de un punto porcentual completo. Las condiciones crediticias se endurecerán en México a tal grado que podríamos ver la tasa objetivo entre 9.25% y 9.50% a fin de año. En GAEAP calculamos la tasa de interés implícita de los Cetes a 28 días para dentro de un año en 10.00%, así de grave se puede poner el tema de tasas de interés en nuestro país. Esperamos que las autoridades logren sortear las mayores presiones en finanzas públicas por las mayores tasas de interés, así como las que sin duda seguirá habiendo en materia de tipo de cambio. México no aguanta otra crisis económica. 

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Una recuperación económica muy complicada

El proceso de recuperación económica de México ha sufrido dos reveses en los últimos días. Por una parte, el aumento exponencial en los casos de Covid-19 ha provocado que más personas sean más cautelosas en sus actividades, lo que implica salir menos a de compras, a restaurantes, entre otros. Por otro lado, está la persistente inflación, que ha motivado a un endurecimiento de las condiciones monetarias en el país.

Respecto a este último asunto, tenemos que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) recién informó que en julio de 2021 el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) mostró una inflación de 0.59% respecto al mes inmediato anterior. Con este resultado la inflación general anual se ubicó en 5.81% y se acumulan 5 meses consecutivos en los que la inflación ha estado por encima del límite máximo establecido por el Banco de México de un 4 por ciento.  

En este contexto, el Banco de México llevó a cabo su reunión de Junta de Gobierno del pasado 12 de agosto y en ella decidió incrementar nuevamente su tasa de interés objetivo en un cuarto de punto porcentual a 4.50%. La votación fue dividida y los “halcones” ganaron a las “palomas” con marcador de 3 votos a 2.  El instituto central justificó la decisión en función de que las expectativas de inflación general y subyacente en 2021 han estado aumentando. De hecho, en su comunicado de prensa, el Banxico deja en claro que ve los riesgos inflacionarios al alza en función  de lo siguiente: i) presiones inflacionarias externas; ii) presiones de costos; iii) persistencia en la inflación subyacente; iv) depreciación cambiaria; y v) aumentos en los precios agropecuarios. Sin embargo, también concede que hay algunos elementos favorables que pueden ayudar en la lucha contra la inflación: i) por los efectos de la brecha negativa del producto; ii) mayor distanciamiento social; y iii) apreciación cambiaria.

Esta decisión de incrementar la tasa de interés, es un balde de agua fría para los esfuerzos de recuperación económica nacional, en un contexto de renovado temor por el Covid-19.  Para ilustrar este punto, a continuación presento lo que sucede con la industria nacional y con el consumo privado de bienes y servicios.

Industria nacional

De acuerdo con el INEGI, el Indicador Mensual de la Actividad Industrial (IMAI) (con cifras desestacionalizadas) disminuyó -0.5% en términos reales en el sexto mes de 2021 respecto al mes previo. Por componentes, la Construcción descendió -2%; la Minería -0.8%; la Generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final -0.5%, mientras que las Industrias manufactureras retrocedieron -0.1 por ciento.

Ahora, en cuanto a su comparación anual de junio de 2021 respecto del mismo mes de 2020, es verdad que se siguen viendo tasas de aumento impresionantes. Tenemos que la Producción Industrial se incrementó 13.6% en términos reales. Por sectores de actividad económica, las Industrias manufactureras crecieron 16.3%; la Construcción 15.5%; la Generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final 7.2%, mientras que la Minería aumentó 5.2%. Reitero que estas cifras se ven muy bien, pero no debemos dejar de lado que parten de niveles de comparación muy bajos tras la enorme caída que sufrieron muchas de ellas durante el 2020.

Dado lo anterior, es que a continuación volvemos a analizar la evolución de la industria en el primer semestre del año respecto del 2020, pero más importante, comparada con el nivel prepandemia observado en los primeros seis meses de 2019.

En la Tabla 1 podemos ver que en el nivel de actividad industrial del primer semestre de 2021 es 10.5% superior al observado en el primer semestre de 2020, pero ésta se encuentra 4.7% por debajo del nivel que se tenía en el primer semestre de 2019.  En el caso de la Minería, las cifras del primer semestre de 2021 indican que el nivel de actividad de este sector está 1.6% por encima de lo observado en el primer semestre de 2020 y 2.1% arriba de lo registrado en los primeros seis meses de 2019.

Con relación a la actividad de electricidad, gas y agua, vemos que el índice del primer semestre de 2021 se encuentra 0.9% por debajo de 2020 y está en un nivel 5.7% inferior al registrado en el primer semestre de 2019. Es muy preocupante lo que ocurre con la construcción, misma que en el primer semestre de 2021 se encuentra 9.5% arriba del nivel de 2020, pero sigue estando 13.1% por debajo de lo observado en 2019. Finalmente, en cuanto a las Manufacturas, vemos que en el primer semestre de 2021 éstas se encuentran 15.2% por arriba de 2020, pero están aun 3.1% por debajo del nivel de 2019.

Queda claro, pues, que salvo por la minería, la industria nacional se encuentra operando en niveles por debajo de los que se tenían en 2019; y no debemos olvidar que el 2019 fue cuando comenzaron los problemas recesivos de México porque ese año el PIB cayó -0.15%.

Consumo nacional

En los primeros cinco meses del 2021, el indicador mensual del consumo privado en el mercado interior muestra un incremento de 5.82% respecto de los mismos meses de 2020, pero aún se encuentra 4.96% por debajo del nivel que tenía en los primeros cinco meses de 2019. No obstante lo anterior, lo que más preocupa y es un riesgo para la recuperación económica nacional, es que el consumo de bienes y servicios nacionales muestra un aumento de 3.91% respecto a 2020, pero está 6.10% por debajo del nivel de 2019. Por su parte, el consumo de bienes importados muestra un aumento de 24.05% respecto a 2020 y ya se encuentra 5.20% por encima del valor observado en los primeros cinco meses de 2019.

En otras palabras, lo que estamos viendo es que no obstante que el nivel de consumo total todavía está por debajo del nivel de 2019, el consumo de productos importados ya registra niveles superiores a los observados en 2019. Esto significa que la incipiente recuperación del consumo en México ha beneficiado más a los productos extranjeros que a los nacionales, en perjuicio de la planta productiva nacional.

Para complicar aún más las cosas, tenemos que las alzas en la tasa de interés objetivo por parte del Banco de México, fortalecerán más al tipo de cambio (que al escribir estas líneas se encuentra en 19.87 pesos por dólar). Entonces en el contexto actual, lo que se logrará es abaratar el producto importado respecto del hecho en México y así seguiremos viendo que la recuperación económica se traducirá en mayores tasas de crecimiento de las importaciones comparado con el consumo de productos nacionales. Lo peor que puede pasar, y de hecho está pasando, es que en diversos mercados la recuperación del mercado interno sea para los extranjeros.

Conclusión

México enfrenta tiempos muy complicados por el crecimiento exponencial de los contagios de Covid-19, lo que hace probable que la expectativa de crecimiento de un 6.0% no se cumpla. En este contexto, hay un problema estructural de inflación a nivel global, y en México el problema es aún más grave, pero la autoridad del Banco Central cree que subiendo la tasa de interés logrará disminuirla (tal vez lo haga bajando el precio del dólar y así con importaciones baratas incida en el INPC). Lo que el Banxico no quiere entender es que subiendo la tasa de interés en México no resolverá los problemas de los precios de las gasolinas o lo que pasa con los contenedores atorados en casi todos los puertos del mundo. Pero el Banxico ya tomó una decisión y eso afectará la economía nacional, la cual ya privilegia el consumo de bienes importados.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

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Inflación, tasas de interés y presiones en el tipo de cambio

Durante la semana que recién concluyó vimos como el tipo de cambio fue presionado al alza, de manera que éste llegó el viernes 18 de junio a niveles cercanos a los 20.70 pesos por dólar, desde los 19.87 pesos observados en el arranque de la semana. Esta evolución resultó sorpresiva para muchos, sobre todo si se toma en consideración que estábamos en un periodo de “estabilidad” cambiaria y que inclusive en la Encuesta Citibanamex de Expectativas del 7 de junio, el consenso manifestó que espera que el tipo de cambio se ubique en 20.50 unidades por dólar al cierre del año.  En esta entrega abordamos las razones de tal ajuste, y de los episodios de volatilidad que estaremos observando en el marcado cambiario, las cuales son principalmente de naturaleza externa, concretamente por lo que está sucediendo con el crecimiento económico de Estados Unidos y las presiones inflacionarias que está generando.

Desde hace varias semanas, no hay día en que los analistas de medios como el Wall Street Journal o de CNN, no mencionen que el fuerte crecimiento de la economía estadounidense está provocando un incremento en su tasa de inflación, misma que fue del 5.0% anual en mayo. Hay todo un debate respecto de si dicho aumento de los precios es un fenómeno temporal o será un fenómeno permanente, por lo que se especula respecto del impacto que esta inflación tendrá en el nivel de tasas de interés en los Estados Unidos y en el resto del mundo.  El impacto de los precios en el nivel de tasas de interés, así como la expectativa del nivel de éstas en el mediano plazo, es preocupante en un contexto en el que la mayoría de países aún se encuentra en un proceso de recuperación económica, cómo es el caso de México. Un movimiento global hacia tasas de interés más altas, con el Banco de la Reserva Federal (FED) encabezando dicho ajuste, genera el riesgo de sofocar los esfuerzos de recuperación económica en algunos lugares, especialmente en un momento en que la deuda de los mercados emergentes ha aumentado.

Los bancos centrales del mundo están atentos a la manera cómo irá respondiendo la FED al aumento de la inflación en EE.UU. En este sentido, los principales mercados bursátiles a nivel mundial cayeron el jueves 17 después de que los funcionarios del banco central estadounidense, tras su reunión de política monetaria, indicaron que esperan comenzar a subir las tasas de interés hacía finales de 2023. Esto es antes de lo que se había anticipado, tras su pasada reunión de marzo de este año, y es una respuesta clara a un posible sobrecalentamiento de la economía estadounidense.

El tamaño de la economía de EE.UU., que representa casi una cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB) mundial, y la importancia de sus mercados financieros, han ejercido durante mucho tiempo una gran influencia en la formulación de la política monetaria a nivel global. Esto significa que, por lo general cuando la FED sube sus tasas de interés, los demás bancos centrales (en especial los de países en desarrollo) hacen lo propio. Inclusive, en ocasiones sólo basta con que la FED indique la intencionalidad de subir sus tasas de interés, para que en otros países se realicen ajustes al alza anticipadamente. Pero el crecimiento inusualmente fuerte de nuestro vecino del norte durante este año es fundamental para que la economía mundial se recuperé tras la crisis del 2020. De hecho, las expectativas de que el PIB de México pueda crecer arriba del 5% este año descansan en el supuesto de que la economía estadounidense nos jalará a través del sector exportador. Los funcionarios de la FED esperan que la economía estadounidense crezca un 7% este año, según las proyecciones publicadas el miércoles 16, lo que significa que EE.UU. por si sola generaría 1.75 puntos porcentuales del PIB mundial.

Entonces, anticipándose al apretón monetario que vendrá, los capitales salen de los mercados emergentes y por eso el tipo de cambio en México subió el 17 y 18 de junio. Para proteger sus tipos de cambio, ante la incertidumbre por la inflación y posibles movimientos en tasas de interés en Estados Unidos, es que los bancos centrales de Rusia, Brasil y Turquía subieron sus tasas de interés en las últimas semanas, además de que esta medida también obedece a los esfuerzos para reducir la inflación derivada del aumento de los precios de las materias primas este año. A medida que las fábricas de todo el mundo se esfuerzan por satisfacer la demanda estadounidense, los precios de las materias primas, desde el estaño hasta el cobre, se han disparado en todo el mundo.

El banco central de Brasil recientemente anunció su tercer aumento consecutivo en la tasa de interés de 0.75 puntos porcentuales a 4.25% y anticipó posibles aumentos adicionales en el futuro, mientras lucha contra una inflación del 8.1%. Por su parte, el Banco de Rusia ha elevado su tasa de referencia tres veces este año al 5.5%, luego de que la inflación se acelerara a más del 6% este mes, su nivel más alto en casi cinco años. El martes, la gobernadora Elvira Nabiullina dijo que Rusia continuará aumentando las tasas de interés y no espera que esto obstaculice el crecimiento económico.

El banco central de Turquía aumentó bruscamente su tasa de interés principal al 19% en marzo para contrarrestar la inflación de dos dígitos y la depreciación de la lira. Pero la lira turca ha vuelto a estar bajo presión en las últimas semanas dado que los inversionistas intentan evaluar si el banco central atenderá las demandas del presidente Recep Tayyip Erdogan de recortar las tasas.

Queda claro entonces, con base en lo anterior, que el crecimiento económico de Estados Unidos le esta haciendo bien al mundo porque apoya a las economías nacionales al impulsar las importaciones y las remesas desde Estados Unidos. Pero también la inflación que ocasiona y su impacto en las tasas de interés, aumentará los costos de endeudamiento. El ajuste se da en dos vías: por un lado un dólar más fuerte le ocasiona mayores costos a los países que han contratado deuda en dólares, pero por otra parte, le da más competitividad a los exportadores al abaratar sus productos en términos de dólares.

En el caso de México, la tasa de interés objetivo del Banco de México es del 4.0% y ya casi nadie piensa que ésta pudiera bajar más en lo que resta del año; por el contrario, la expectativa es que pudiera comenzar un ciclo alcista hacía finales de este año o principios del que sigue, en caso de que la inflación se mantenga en los niveles anualizados actuales (4.67% en marzo, 6.08% en abril y 5.89% en mayo). De hecho, considero que una de las principales razones por la que no hemos visto todavía un incremento en la tasa de interés objetivo por parte del Banxico es por la inclusión de Gerardo Esquivel Hernández, Jonathan Heath y Galia Borja Gómez, como miembros de la Junta de Gobierno del banco central. Ellos tres han entrado durante la actual administración federal, y le han dado al Banxico una posición mucho más “paloma” en el sentido de privilegiar el crecimiento y creación de empleos. Esto no obstante que el mandato constitucional del banco central mexicano es preservar el poder adquisitivo de la moneda.

La gran pregunta que queda tiene que ver con lo que sucederá con la tasa de inflación en los Estados Unidos y lo que eventualmente ocurrirá con las tasas de interés por parte de la FED. La incertidumbre respecto de estos posibles movimientos mantendrá al tipo de cambio con alta volatilidad. Esperemos que aquí en México los proveedores de la industria no tomen el tipo de cambio en niveles de 20.70 como pretexto para seguir incrementando los costos de los insumos y materias primas. Eso generaría una espiral inflacionaria y presionaría al Banxico para subir las tasas de interés antes de lo anticipado.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

El inminente rebote de las tasas de interés

Después de que el pasado 10 de marzo se aprobó el paquete de apoyo económico de 1.9 billones de dólares en los Estados Unidos, ahora se negocia otro paquete de 3 billones de dólares para infraestructura, educación, desarrollo de la fuerza laboral y lucha contra el cambio climático, con el objetivo de hacer la economía más productiva.  Estos gigantescos estímulos son lo que sustenta buena parte de la recuperación económica de Estados Unidos prevista para este año, de al menos un crecimiento del PIB de 6%; pero paralelamente causan temor por el impacto que tendrán en el consumo y las presiones inflacionarias que nuestro vecino del norte pueda registrar. Esto a su vez provocaría un incremento en sus tasas de interés de corto plazo, con repercusiones en todo el mundo y en México de manera especial.

El presidente del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), Jerome Powell, ha manifestado en diversas ocasiones que no existen tales riesgos inflacionarios en su país y que la FED tiene un compromiso para mantener tasas de interés ultra bajas al menos hasta el 2023. Sin embargo, la especulación de una mayor inflación ha provocado que la tasa de interés de los bonos del Tesoro a plazo de 10 años no deje de aumentar y al momento de escribir estas líneas se ubica en 1.72%.  

Jerome Powell, Presidente de la FED

Por su parte, en China también se está registrando un problema inflacionario por el aumento de los costos de las materias primas y por los graves problemas que enfrentan las cadenas globales de  suministro, lo que está provocando que muchos exportadores chinos aumenten los precios de los productos que venden en el extranjero, lo que incrementa los temores de que aumenten las presiones inflacionarias globales.

De igual forma, en México estamos experimentando un episodio inflacionario, como no se registraba desde mayo de 2019, al registrar una inflación anualizada en la primera quincena de marzo de 2021 de 4.12%. Por su parte, el Índice Nacional de Precios al Productor (INPP) registró un aumento de 5.88% entre febrero de 2020 y el mismo mes de 2021, su nivel más alto desde diciembre de 2018, y todo indica que el INPP seguirá en aumento dados los incrementos observados en los precios de una infinidad de materias primas y commodities, tales como acero, algodón, poliuretano, madera, y un largo etcétera.

Estas presiones en los niveles de precios, aunado a la volatilidad en el tipo de cambio, que ha llevado este año a la cotización a estar en niveles máximos de 21.454 pesos por dólar el 8 de marzo, después de haber estado en su nivel mínimo de 19.597 pesos por dólar el 20 de enero, es lo que ha ocasionado que el Banco de México concluyera su ciclo de disminuciones en la tasa de interés objetivo.

Dado lo anterior y después de la reunión del jueves 25 de marzo, en la que el Banxico decidió dejar su tasa de interés objetivo en 4.00%, cada vez somos más quienes pensamos que ya no habrá nuevos recortes en dicha tasa en lo que resta del año 2021, aunque aún quedan algunos optimistas que creen que dada la debilidad de la recuperación económica en México y la amplitud de la brecha de producto, que es posible que la tasa objetivo pueda bajar a 3.75%.

En este contexto, el mercado ya se hizo a la idea de que las tasas de interés van a aumentar. Si analizamos lo que ha sucedido con la tasa de los Cetes estas últimas semanas, en especial lo que ocurrió en la subasta del lunes 29 de marzo, queda claro que el mercado está anticipando un alza importante en las tasas de interés en el lapso de un año, siendo éste de casi un punto porcentual. En la subasta del 29 de marzo los Cetes a 29 días subieron 5 centésimas de punto para pagar una tasa anualizada de 4.08%, los Cetes a 92 días aumentaron 10 centésimas de punto para situarse en 4.16%, los Cetes con plazo de 176 días subieron 11 centésimas de punto y ahora pagan 4.33%, mientras que los instrumentos con plazo de 344 días aumentaron su tasa en 25 centésimas de punto y se situaron con una tasa anualizada de 4.70 por ciento.

Cabe señalar que la tasa de interés implícita anualizada que calculamos en GAEAP indica que el mercado está anticipando que los  Cetes a 28 días pagarán 4.18% para dentro de 92 días, 4.42% en 182 días y 4.98% en 344 días.  Esto implica que en este momento el mercado anticipa que el rendimiento de los Cetes a plazo de 28 días estarán 0.90 puntos porcentuales más altos en un año respecto de lo que están ahora.

Desde luego que este escenario puede cambiar conforme se vayan publicando los datos de la evolución de la inflación en México y Estados Unidos, así como los datos de la recuperación económica y la volatilidad del tipo de cambio. Pero no deja de llamar la atención el fuerte incremento de tasas de interés que el mercado está descontando ya que de materializarse tendrá implicaciones negativas para el gobierno, empresas y familias.

Un alza de un punto porcentual en la tasa de interés de los Cetes implica un mayor costo financiero para el gobierno federal. De acuerdo al Presupuesto de Egresos de la Federación 2021, se espera que este año el costo financiero de la deuda del sector público federal sea de 724 mil millones de pesos, cifra superior a los 686.09 miles de millones de pesos erogados en 2020 para dicho fin (en el 2020, de cada peso que gastó el sector público federal, destinó 11 centavos a pagar los intereses de la deuda pública).

De acuerdo con las cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el saldo de la deuda total neta del sector público federal ascendió a 12.309 billones de pesos al 28 de febrero de este año (275 mil millones de pesos más que el saldo registrado al 31 de diciembre de 2020), por lo que la tasa de interés promedio de la deuda debe ser cercano al 5.8% y entonces un alza de medio punto porcentual en el costo financiero del gobierno nos costaría unos 60 mil millones de pesos más de intereses adicionales. ¿De dónde va a salir ese dinero para pagar más intereses de la deuda con lo debilitadas que están las finanzas públicas? Evidentemente, de recortar el gasto de otros rubros, tales como la inversión pública en infraestructura, como se ha venido haciendo en los últimos dos años.

El alza en la tasa de interés de los Cetes también ocasionará problemas a la deuda de empresas y familia que tienen créditos contratados con tasa de interés variable. Cualquier alza en la tasa de Cetes ocasionará un incremento en la Tasa de Interés Interbancaria de Equilibrio (TIIE), a la cual está  referenciada una infinidad de créditos. El pagar más intereses por los créditos en un contexto de debilidad económica retrasará la recuperación económica.

Dado todo lo anterior, los miembros de la junta de gobierno del Banco de México, así como los funcionarios de la SHCP, deben estar monitoreando muy de cerca lo que suceda en Estados Unidos y sus tasas de interés. Elevar tasas en el contexto actual hará menos probable que se materialice el escenario alegre de la SHCP de crecimiento económico este año de 5.3%. Estoy seguro de que el Banxico tratará de evitar a toda costa subir tasas de interés en México, pero dada la inminente materialización de los riesgos inflacionarios, el mercado ya está apostando en que el incremento en el costo del dinero es inevitable.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

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¿La fortaleza del peso o la debilidad del dólar?

En las últimas semanas diversos empresarios me han consultado respecto de las expectativas del tipo de cambio para el 2021. Mi respuesta siempre va acompañada con la advertencia de que nadie puede saber a ciencia cierta cuánto costará un dólar a finales del año que viene y quien lo asegure está mintiendo, y si te dan un pronóstico y acaba sucediendo, pues es producto de la suerte (le atinaron). Con  tantas variables en juego, es imposible poder predecir el tipo de cambio dentro de un año, pero eso no impide que se pueda formular algún escenario. En ese sentido, vemos que en la Encuesta de Expectativas Económicas del Banxico los analistas prevén que al cierre de diciembre de 2021 un dólar costará 21.20 pesos; por su parte, en la más reciente Encuesta de Expectativas del Grupo Financiero Citibanamex se menciona que estará en 21.51 pesos.

En esta entrega básicamente hacemos dos cosas: primero analizamos la evolución de un grupo de 16 divisas frente al dólar estadounidense durante dos periodos distintos, y segundo, analizamos porque el dólar ha bajado de precio en los últimos meses después de haber alcanzado una cotización máxima en 25.3482 pesos el 23 de marzo de 2020. Cabe señalar que para los análisis de la evolución de las diversas divisas, utilicé la base de datos del Pacific Exchange Rate Service de la Universidad de British Columbia en Canadá.

Comparativo diciembre 2019 a diciembre de 2020

En el comparativo del promedio de diciembre de 2019 a diciembre de 2020, vemos la siguiente evolución (en paréntesis de indica el porcentaje en que ha aumentado o disminuido el precio del dólar estadounidense frente a cada divisa): franco suizo (-8.9%), euro (-8.2%), dólar australiano (-7.0%), won surcoreano (-6.7%), yuan chino (-6.6%), dólar neozelandés (-6.6%), yen japonés (-4.4%), libra esterlina (-2.3%), dólar canadiense (-2.1%), peso chileno (-1.8%), dólar de Hong Kong (-0.7%), peso colombiano (+3.9%), peso mexicano (+4.3%), rublo ruso (+19.0%), real brasileño (+26.5%) y peso argentino (+36.3%). Vemos que para este periodo de tiempo, de las 16 monedas analizadas, 11 vieron al dólar estadounidense bajar de precio, mientras que las otras 5 vieron al dólar estadounidense subir, y México forma parte de ese grupo de 5 monedas. De hecho, la moneda de nuestro país ocupa la posición 13 en cuanto a desempeño frente al dólar.

Comparativo marzo a diciembre de 2020

Ahora, si analizamos la evolución de esas mismas 16 monedas frente al dólar estadounidense, pero ahora para el periodo del promedio de  marzo a diciembre de 2020, tenemos lo siguiente evolución (en paréntesis de indica el porcentaje en que ha aumentado o disminuido el precio del dólar estadounidense frente a cada divisa):  dólar australiano (-16.2%), dólar neozelandés (-14.3%), peso mexicano (-10.9%), peso colombiano (-10.5%), won surcoreano (-10.0%), euro (-8.7%), libra esterlina (-8.0%), dólar canadiense (-7.6%), yuan chino (-6.7%), franco suizo (-6.6%), yen japonés (-3.2%), dólar de Hong Kong (-0.2%), rublo ruso (+0.4%), real brasileño (+6.4%) y peso argentino (+29.0%).  Vemos que para este periodo de tiempo, de las 16 divisas analizadas, 13 vieron al dólar estadounidense bajar de precio y sólo 3 vieron que subió. De hecho, también vemos que el peso mexicano ocupa el tercer lugar en cuanto a desempeño frente al dólar.

Es así que el peso mexicano registra una importante recuperación frente al dólar estadounidense en los últimos meses, sin embargo deben quedar en claro dos cosas: Primero, que el peso mexicano no es la única moneda que se ha fortalecido frente al dólar; y segundo, que con respecto a diciembre de 2019 aún estamos con un tipo de cambio más débil (el tipo de cambio promedio de diciembre de 2019 fue de 19.118 pesos por dólar, mientras que en diciembre de 2020 es de 19.947 pesos por dólar).

Habiendo precisado lo anterior, pasamos a analizar las causas que explican porque el dólar estadounidense ha bajado 10.9% frente al peso mexicano, en el comparativo del promedio de marzo a diciembre de este año:

Causas de la caída del dólar

Hay diversas causas que explican lo que está sucediendo con el dólar. A continuación menciono seis  de éstas:

1. Aumento del balance de la Fed

El Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (la Fed) es el banco central de Estados Unidos. En aras de dar liquidez a su sistema financiero en esta crisis económica causada por el Covid-19, desde junio de este año la Fed ha estado comprando un promedio de 120 mil millones de dólares al mes en bonos del Tesoro e hipotecas respaldadas por activos.

De esta manera, su hoja de balance se ubica en 7.2 billones de dólares (trillions en inglés), cifra superior a la observada a principios de año en 3 billones de dólares, lo que representa un incremento de más de 40%. Este súper aumento en la cantidad de dólares en circulación (aunque sólo existen en las computadoras) es una de las causas por las cuales el dólar se ha debilitado frente a la mayoría de las principales divisas del mundo y explica buena parte de los incrementos en los mercados bursátiles estadounidenses. ¿Hay alguna otra razón que explique porque Tesla vale más de 520 mil millones de dólares, cifra superior al valor combinado de Toyota (TM), Volkswagen (VLKAF), GM (GM), Ford (F), Fiat Chrysler (FCAU) y su socio PSA Group (PUGOY)? Hay demasiada liquidez de dólares en el mundo.

Esta borrachera de dólares no va a terminar pronto. El pasado miércoles 2 de diciembre, el jefe de la Fed, Jerome Powell, señaló que la Reserva Federal no está contemplando retirar su programa de compra de bonos a pesar de que existe un optimismo generalizado sobre las perspectivas económicas a mediano plazo dadas las prometedoras noticias sobre las vacunas COVID-19.

2. Altas tasas de interés

Si bien el Banco de México inició su ciclo de disminuciones de su tasa de interés objetivo en agosto de 2019, y llevó dicha tasa de un nivel de 8.25% hasta 4.25% en septiembre de este año, la realidad es que México es de los países importantes que tiene las más elevadas tasas de interés.

Al momento de escribir estas líneas la tasa de interés de los Cetes a 28 días es de 4.35%, mientras que la tasa de un Bono del Tesoro de Estados Unidos con plazo de un mes es de apenas 0.07%. Esta diferencia en la que la tasa libre de riesgo en México es 61 veces más alta que la de Estados Unidos, es lo que provoca que fluyan capitales a nuestro país que buscan los mayores rendimientos a nivel global.

Cabe señalar que la tasa de interés en México se mantiene elevada derivado de que subsisten importantes presiones inflacionarias, por lo que en su última reunión de Junta de Gobierno, el Banxico hizo una pausa en esta fase expansiva en su política monetaria.

3. Se mantiene la calificación de la deuda soberana

Relacionado con el punto anterior esta el tema de que a pesar de todos nuestros problemas y el desastre en materia económica en el que estamos metidos, en las últimas semanas, dos de las tres principales agencias calificadoras ratificaron las calificaciones crediticias de nuestra deuda soberana.

El pasado jueves 3 de diciembre, Standard & Poor’s confirmó la nota crediticia de México en ‘BBB’, pero mantuvo su perspectiva en negativa, lo que significa que es posible ver un recorte de la calificación en los próximos 12 a 18 meses. Por otra parte, tenemos que el pasado 11 de noviembre, la agencia Fitch Ratings ratificó la calificación del país en ‘BBB-‘ con perspectiva estable argumentando un marco de política macroeconómica consistente, finanzas externas relativamente robustas y un nivel de deuda pública estable.

Esto significa que para ambos casos la calificación de la deuda soberana de México se mantiene en la categoría de grado de inversión, lo que nos hace sujetos de continuar recibiendo flujos de inversión de cartera en base a nuestras altas tasas de interés.

4. Manejo de las finanzas públicas

Podemos mencionar otras razones por las cuales la cotización del dólar ha bajado frente al peso mexicano, entre las que destacan que a diferencia de otros países el gobierno federal mexicano prácticamente no se ha endeudado para hacer frente a la crisis económica ocasionada por las limitaciones causadas por el Covid-19. Si, la deuda del sector público ha aumentado en función del déficit fiscal autorizado por el Congreso, pero la mayor parte del incremento se debe a que los pasivos en dólares cotizados en pesos se han movido a la par que el dólar.

5. Superávit en la cuenta corriente

Derivado de la crisis económica que ha frenado muchas de las importaciones de mercancías al país, es que la Cuenta Corriente de la Balanza de Pagos de México registró un superávit de 17.498 miles de millones de dólares en el tercer trimestre del año. Se trata del mayor saldo superavitario desde que se tiene registro, resaltó el Banco de México y supera al histórico que se alcanzó en el segundo trimestre del  2019 de 4.400 miles de millones de dólares.

Cabe señalar que dicho superávit representó 6.9% del PIB, una cifra que contrasta con el déficit de 0.1% del PIB registrado en el mismo periodo del año pasado.

Esto significa que con independencia de la entrada de divisas al país por inversiones de cartera o inversiones fijas, México tuvo en el tercer trimestre de 2020 una entrada neta de divisas principalmente por el saldo de la balanza comercial y las remesas que entran al país,  

6. Optimismo mundial

Otro aspecto que ayuda a la recuperación del peso mexicano es el reciente optimismo mundial por el desarrollo y autorización de las vacunas contra el Covid-19. Este optimismo hace que los inversionistas aumenten su apetito por activos considerados más riesgosos que los Bonos del Tesoro de Estados Unidos (tales como los Cetes mexicanos).

Conclusiones

Hemos visto que gran parte de la disminución en el precio del dólar frente al peso mexicano se debe a cuestiones que nada tienen que ver con las acciones del gobierno federal, tales como el aumento en el balance de la Fed, las altas tasas de interés que ofrecen los instrumentos de inversión en México o el sentimiento de menos pesimismo que hay a nivel mundial. El mérito para el gobierno federal ha sido mantener cierta estabilidad en las finanzas públicas, lo cual es valorado por las agencias calificadoras de riesgo. La principal conclusión es que a pesar del desastre económico que ha causado el gobierno federal en el país con su “política económica de incertidumbre”, el peso mexicano se ha beneficiado de un contexto global favorable. ¿Cuánto durará esta nueva etapa de un dólar barato? Es difícil decirlo, pero pareciera que a menos de que el gobierno federal mexicano cometa otro severo error de política, durará al menos todo el 2021 en tanto la Fed no le cierre la llave a la creación de dólares.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*      

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

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¿Cómo impactará el COVID-19 a la economía de México?

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Escenas de desolación en varias ciudades del mundo.

Los días recientes han estado saturados de información respecto a la propagación del COVID-19 y las acciones de los gobiernos para tratar mitigar el avance de la enfermedad. La cancelación de diversas actividades económicas en diversos países aunado a las medidas de contención que se implementarán en los próximos días, hacen prever que la tasa de crecimiento económico a nivel mundial será la más baja desde 2009, año en que ésta registró una caída de -1.679%

De acuerdo con Kozul-Wright, Director de la División sobre Globalización y Estrategias de Desarrollo en la UNCTAD, la desaceleración de la economía global a una tasa por debajo del 2% para este año, tendrá un costo de 1 billón de dólares (cifra equivalente al 80% del PIB de México). Sin embargo, en un “escenario del día del juicio final” en el que la economía mundial crece a una tasa de apenas 0.5%,  implicaría un golpe al PIB de la economía mundial de 2 billones de dólares.

Estas perspectivas, de la mano del colapso de los precios del petróleo y la interrupción de las cadenas de suministro de China y Europa, ha sido un factor que contribuye a una creciente sensación de inquietud y pánico en materia económica. De esta manera, atravesamos por el peor de los escenarios, ya que ahora hay un grado enorme de ansiedad que va mucho más allá de los problemas de salud, los cuales de por sí son muy graves y preocupantes. Todo esto ha impactado muy negativamente en el ánimo de inversionistas en las diferentes bolsas de valores a nivel mundial, de manera que éstas han tenido los peores días desde el crack bursátil de 1987.

De acuerdo con el sitio de internet mx.investing.com, en el último mes el Dow Jones de Nueva York muestra una caída de -21.13%, mientras que el índice Nasdaq presenta una disminución de -19.08%, el Euro Stoxx 50 una caída de -32.67%,  el índice DAX de Alemania una contracción de -32.83%, el FTSE MIB de Italia una caída de -35.86%, y el IPC de la Bolsa Mexicana de Valores una disminución de -15.37%. Curiosamente las bolsas de valores de China presentan caídas mucho más moderadas. En lo que va del año el SZSE Component muestra un incremento de 13.41%, mientras que la bolsa de Shanghai presenta una caída de -5.33%.

Hong-Kong
La industria del turismo tendrá pérdidas gigantescas este año por el Covid-19

A nivel mundial hay una creciente preocupación de que en la medida en que el COVID-19 se propaga, provocando el colapso de los precios del petróleo y en la industria del turismo, así como cierre de fábricas en Italia, Francia, España y China, pues aumenta el riesgo de que las compañías en los sectores de energía, turismo, automóviles, entre otros, no podrán hacer frente a sus obligaciones de deuda. Esto podría desencadenar una serie de incumplimientos y rebajas en las calificaciones, lo que desestabilizaría aún más los mercados financieros y agravarían el shock económico al hacerlo mucho más duradero.

En este contexto, la economía mexicana ha recibido duros golpes en los últimos días. La amenaza de Arabia Saudita de inundar el mercado con petróleo tras un desacuerdo con Rusia desató el apocalipsis. Para México el escenario de mayor preocupación comenzó el domingo 8 de marzo, cuando los mercados de petróleo en Asia abrieron y en menos de 30 minutos se registró una caída de más de un 30% en el precio del barril de petróleo. La preocupación de lo que esta caída representa para Pemex y las finanzas del sector público federal, con una posible degradación en la calificación crediticia, fue lo que de inmediato llevó al tipo de cambio a niveles por encima de los 21.50 pesos por dólar.

Al igual que para la mayoría de países, el escenario para México (por lo que está sucediendo en materia de salud y con la economía), es por demás complejo. En aras de explicar cómo se interrelacionan las diferentes variables económicas, a continuación presento algunos escenarios respecto de lo que podría suceder en México en los próximos seis meses:

Finanzas públicas

Debemos comenzar diciendo que Pemex ha sido muy poco transparente y por lo tanto es difícil evaluar el impacto de la baja en el precio del petróleo en sus finanzas y las finanzas de la administración pública federal. Cabe recordar que hace apenas unos días se nos informó que dicha empresa registró pérdidas por 346.135 miles de millones de pesos (mmdp) durante 2019, cifra 92% superior respecto a las pérdidas de un año antes.

De acuerdo con un análisis de Citibanamex, la situación del sector público en 2020 dependerá de: 1. El grado en el que las coberturas petroleras actuales cubran el faltante de ingresos, y 2. El impacto que tendrá el menor precio del petróleo respecto del precio local de la gasolina, dado que la diferencia es el IEPS, actualmente en 4.95 pesos por litro (para la gasolina de bajo octanaje) y que representa 297.5 mmdp de los ingresos públicos (aproximadamente el 9.3% de los ingresos tributarios).

Suponiendo un precio para la Mezcla Mexicana de Exportación de 35dpb (vs. 50 dpb estimado en el presupuesto 2020), se estima que habrá un faltante de ingresos para el Sector Público de 188.2 mmdd, de los cuales aproximadamente 40% serían compensados por las coberturas petroleras del Gobierno Federal. El faltante de ingresos adicional sería parcialmente compensado con la cobertura de Pemex (sobre la cual no tenemos detalles específicos). Esto aún dejaría un faltante de ingresos, el cual se podría compensar con ingresos adicionales de aproximadamente 105 mmdp si, por ejemplo, el IEPS aumentara a partir del mes de abril a 6.4 pesos por litro. Esto implica que la caída de los precios internacionales de la gasolina no se traduzca en precios más bajos de las gasolinas, sino que efectivamente se utilice para fortalecer las finanzas públicas.

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En México han comenzado las compras de pánico

Otro tema de preocupación en materia de finanzas públicas es cómo afectará a la recaudación de ISR e IVA el continuar con una economía en recesión. Hay que recordar que los Criterios Generales de Política Económica 2020 estiman una tasa de crecimiento del PIB de entre 1.5% y 2.5%, algo que definitivamente no sucederá.  En este sentido el gobierno federal debe encontrar fuentes alternas de recaudación y una gran oportunidad subsiste estableciendo un combate frontal en contra del contrabando y subvaluación de mercancías en las aduanas del país. Este tema ya lo he abordado en pasadas entregas.

Tipo de cambio

El 19 de febrero de este año un dólar costaba 18.588 pesos y al momento de escribir estas líneas la paridad es de 21.9169 pesos por dólar, lo que implica que en tres semanas el dólar se encareció 17.9%. Esto es el resultado del nerviosismo por parte de inversionistas que prefieren llevar su dinero a lugares más seguros. Como ya se explicó, la caída de los precios del petróleo y la desaceleración  económica global, pondrán una mayor presión en las finanzas públicas y las de Pemex, lo que hace muy probable que las calificadoras de riesgo degraden la nota mexicana y pongan a la de Pemex en calidad de inversión especulativa. De suceder esto, las medidas como las que ha tomado el Banco de México, de aumentar las subastas de coberturas cambiarias, tendrán un impacto positivo limitado.

Por otra parte, la posibilidad de que los Estados Unidos impongan medidas más severas de control de restricción de viajes desde otros países, entre ellos México si la epidemia se nos sale de control, deja abierta la puerta para que el tipo de cambio siga aumentando (la noche del 11 de marzo se acercó bastante a los 23 pesos por dólar durante unos momentos). El Banco Base ha señalado que existen las condiciones para que el dólar aumente hasta los 25 pesos, lo cual desde luego que puede ocurrir. Sin embargo, es de esperarse que una vez que regrese la calma a los mercados, el dólar pudiera regresarse a niveles de 20 pesos por dólar. Para que esto suceda, dependerá mucho el resultado de las elecciones en los Estados Unidos, siendo el triunfo de Joe Biden lo que más le conviene a México.

Inflación

La inflación anualizada en México se ubicó en 3.70% en febrero de este año, muy cerca del rango máximo objetivo por el Banco de México de 3% más un punto porcentual. Si a esta situación le agregamos la posible presión que un tipo de cambio más alto ejercerá en los precios nacionales, es posible que la inflación continúe con su tendencia alcista, al menos en el corto plazo.

De acuerdo con Citibanamex, las estimaciones actuales de traspaso de alza en el tipo de cambio en la inflación en México son de alrededor de 3 puntos base por 1% de depreciación. Esto implica que una depreciación del peso de 10% provocaría que la inflación aumentara en 0.3 puntos porcentuales. No obstante lo anterior, se podría considerar que el efecto traspaso del tipo de cambio a la inflación, sería limitado porque la demanda interna sigue débil. ¿Cómo puedes subirle los precios a tus clientes si de por si tus ventas son bajas?

Tasas de interés

La suerte de las tasas de interés dependerá de varios factores. En primer lugar, pues el hecho de que el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) haya bajado sorpresivamente su tasa de interés de fondos federales en 0.5 puntos, le da un enorme margen al Banco de México para hacer lo propio. Sin embargo, el banco central estará muy vigilante de cómo la evolución del tipo de cambio impacta a los precios nacionales. De esta manera, lo que se anticipa es que en la reunión de la Junta de Gobierno del Banxico de marzo se realice un recorte a la tasa de interés objetivo de medio punto porcentual, para darle un respiro a la economía, y que de ahí en adelante las decisiones de política monetaria dependan de la evolución de la inflación.

Crecimiento económico

El pasado 11 de marzo, el Bank of America ajustó de +0.5% a -0.1% su pronóstico del crecimiento de la economía mexicana en 2020, lo que implica un escenario similar de contracción económica que vivió el país en 2019 y significa dos años consecutivos con caídas en el Producto Interno Bruto. Este pronóstico está sustentado en un entorno económico global más débil (pronósticos de crecimiento del PIB de Estados Unidos que inclusive apuntan a una recesión) así como una mayor aversión al riesgo global y precios del petróleo considerablemente más bajos.

A manera de conclusión podemos señalar que no cabe duda que el escenario macroeconómico mundial y para México es muy complicado. Se requiere de todo el talento de los funcionarios de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México, para evitar que el país caiga en una crisis económica. Para evitar esto, también es fundamental el apoyo y prudencia de las diferentes fuerzas políticas, así como la del propio presidente López Obrador.

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