El CPTPP es una bomba de tiempo

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Miles de manifestantes en Australia y Nueva Zelanda han externado su rechazo al CPTPP

El pasado 24 de enero, 11 países de la Cuenca del Pacífico alcanzaron un acuerdo para firmar un resucitado Tratado Transpacífico (TPP), pero ahora con el nombre de Acuerdo Global y Progresivo para la Asociación Transpacífico (CPTPP por sus siglas en inglés). Este enorme tratado comercial, TPP, había sido casi olvidado después de que el año pasado, el presidente estadounidense Donald Trump, retiró a su país del mismo haciendo mención a preocupaciones por una eventual pérdida de empleos.

 

El CPTPP está programado para ser firmado el próximo 8 de marzo en Santiago, Chile, y no obstante lo anterior, el texto de este acuerdo apenas fue dado a conocer el pasado 21 de febrero a nivel mundial. De este texto revisado se desprende que no hay cambios en materia de reglas de origen (la determinación del porcentaje de contenido regional que un bien debe tener para gozar de preferencia arancelaria) y acceso a mercado (el periodo de desgravación o disminución de los aranceles).

 

Sin embargo, Patricia Ranald, de la Red Australiana de Libre Comercio e Inversión (AFTINET por sus siglas en inglés) ha señalado que en la nueva versión del acuerdo, hay nuevas disposiciones entre Vietnam y los otros países que debilitan las obligaciones en materia de derechos laborales. Ranald ha calificado al CPTPP como “un lío de acuerdos separados improvisados para resolver problemas planteados por Canadá y otros”. Esto es secundado por Steve Ciobo, Ministro de Comercio e Inversión de Australia, quien ha señalado que el CPTPP está conformado por 18 tratados de libre comercio.

 

El CPTPP también incluye nuevas disposiciones entre Canadá y los otros países en temas culturales, y nuevas disposiciones para el acceso de la industria automotriz entre Canadá, Japón, Malasia y Australia.

 

Por su parte, existen otras 20 disposiciones, que habían sido impulsadas por los Estados Unidos que han sido suspendidas en tanto dicho país no regrese al acuerdo. Entre éstas están muchas de las disposiciones más perjudiciales del acuerdo, tales como derechos de propiedad intelectual más estrictos para las corporaciones, las cuales habían sido aceptadas en su momento por los demás países como condición para ganar acceso al mercado estadounidense.

 

Sin embargo, este tema de la “suspensión” de las provisiones controversiales del CPTPP no es garantía de que éstas entren en efecto hasta que Estados Unidos se incorpore al acuerdo, ya que el artículo 2 del CPTPP señala que las suspensiones aplicaran “hasta que las partes estén de acuerdo en terminar la suspensión”. En otras palabras, nada fue realmente removido del TPP en el CPTPP.

 

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Los 11 países miembros del CPTPP

A este respecto Jack Burton de Open Source Industry Australia (OSIA) ha dicho que el CPTPP es “una bomba de tiempo” porque “nadie tiene idea de sí y cuando estas suspensiones serán reinstaladas. Si éstas algún día son reinstaladas tendremos una situación tan mala como si el TPP original hubiera entrado en efecto. Mientras tanto, tenemos algo aún peor: dos terceras partes de las restricciones originales propuestas del TPP relacionadas a anti-comercio y anti-innovación, además de una total incertidumbre sobre sí y cuando la otra tercera parte pueda ser resucitada”. En la industria, la incertidumbre arbitraria tiende a desmotivar el comercio de largo plazo y la inversión.

 

Aunado a lo anterior, la secrecía en las negociaciones ha sido denunciada por grupos de activistas anti-TPP desde el principio, y con el CPTPP no fue la excepción. Se dice que los gobiernos sólo dan a conocer información positiva sobre posible acceso a mercado generado por el acuerdo, pero el texto completo con los cambios no había estado disponible para el escrutinio público, sino a partir del 21 de febrero, 15 días antes de su firma.

 

Dado lo anterior, varios grupos de los países miembros del CPTPP (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Singapur, Perú y Vietnam) están solicitándole a sus cuerpos legislativos que realicen una valoración independiente del acuerdo, así como de sus costos verdaderos.  Se han hecho llamados para que economistas independientes realicen modelos para determinar los impactos en cada país, dado que no se sabe cuántos empleos se crearán y se eliminaran con este acuerdo comercial; y es que hay un enorme riesgo de que se sacrificarán muchos empleos y la soberanía nacional en favor de las ganancias de las corporaciones multinacionales.

 

Ged Kearny, presidente del Consejo Australiano de Sindicatos Comerciales (ACTU) ha dicho que “los acuerdos comerciales como este son muestra del fallado experimento neoliberal que nos ha dejado con salarios estancados y la mayor inequidad de los últimos 70 años”.

 

Y como no va a ser así, si teniendo a Vietnam en el CPTPP estamos hablando de que habrá importaciones masivas por parte de México en sectores como textil, vestido y calzado (por mencionar sólo algunos), los cuales serán fabricados con materias primas baratas de China y serán ensambladas con mano de obra aún más barata de Vietnam. Es por esto que México debería abandonar la intensión de firmar el CPTPP y debería mejor enfocarse en implementar políticas públicas que mejoren los sueldos de los trabajadores mexicanos. ¿Cómo piensan que van a subir los sueldos en México enfrentando la competencia desleal por parte de países como Vietnam? De acuerdo al propio gobierno de Vietnam, el salario promedio en dicha nación es de 150 dólares al mes (https://www.vietnamonline.com/az/average-salary.html), lo cual equivale a 2,780 pesos, menos de la mitad de lo que es el salario promedio en México. Si a esto le agregamos que Vietnam sigue sin ser una economía de mercado, pues ya nos podemos imaginar lo que sucederá en México con nuestra planta productiva cuando las importaciones desde dicho país aceleren su tasa de crecimiento.

 

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En varios de los países miembros del CPTPP solicitan se haga una revisión profunda de los costos del acuerdo antes de una aprobación

Pero para terminar de complicar las cosas, el CPTPP aun contiene los peores elementos del TPP original como lo son las disposiciones para la resolución de controversias inversionista-estado (ISDS), las cuales le dan a las corporaciones el derecho a demandar a los gobiernos en tribunales especiales si ocurre un cambio en las leyes que les merme sus utilidades. Respecto a este asunto, la Comisión de las Naciones Unidas sobre Leyes de Comercio Internacional sostuvo reuniones el pasado noviembre para discutir sus preocupaciones respecto a ISDS y entre éstas estaban: el costo y duración de las disputas, el tema de las corporaciones que no pagan los costos si se falla en su contra, reclamos frívolos por parte de inversionistas, fallos inconsistentes, y falta de transparencia e imparcialidad de los árbitros.

 

Dado todo lo anterior y la obsolescencia de las reglas de origen ante la ausencia de Estados Unidos en el acuerdo, aunado a la enorme secrecía con la que se continuó el proceso de negociación del CPTPP, es que es fundamental que la Secretaría de Economía de México convoque a los sectores productivos a presentar los análisis de sus sensibilidades y sobre cómo les afectará de manera negativa el CPTPP.

 

En caso de que la Secretaría de Economía quiera justificar que no hará consultas porque ya se realizaron hace más de un año en el seno del Senado de la República, cuando se discutía el TPP, pues entonces se debe solicitar a los Senadores que actúen con responsabilidad y no aprueben un tratado comercial que será dañino para México; además de que debe quedar muy claro que no es lo mismo el TPP que el CPTPP, y por lo tanto se debe volver a escuchar a los sectores productivos en sus inquietudes ante la ausencia de Estados Unidos en este nuevo tratado comercial.

 

El ignorar esto por parte de la Secretaría de Economía y del Senado de la República tendrá importantes repercusiones en el proceso electoral mexicano, por la gigantesca molestia que se ocasionará en los sectores productivos nacionales. Es así que se debe explicar claramente primero que gana México con el CPTPP antes de cualquier aprobación, aunque ya sabemos que será muy difícil que encuentren alguna justificación técnica real.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*¨

alejandro@gaeap.com

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La preocupante precarización del empleo en México

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La existencia de un amplio sector informal en México ocasiona precariedad en el empleo

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) dio a conocer el Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP) correspondiente al cuarto trimestre de 2017, y los resultados que arroja indican que la precariedad del empleo en México aumentó derivado del grado de retroceso en materia de ingresos promedio en el último año.

 

El reporte del CONEVAL indica que el ingreso laboral per cápita real mostró una disminución anual de -2.5% entre el cuarto trimestre de 2016 y el cuarto trimestre de 2017, al pasar de $1,711.62 a $1,669.31 pesos. Como consecuencia, la población con un ingreso laboral inferior a la línea de bienestar mínimo aumentó de 40.0% a 41.0% entre el periodo señalado. ​

 

De esta manera, con este incremento, se revirtieron los avances observados durante 2016, que habían sido resultado de una baja inflación. Concretamente tenemos que la explicación de este aumento en la población con un ingreso laboral inferior a la línea de bienestar mínimo radica principalmente en un aumento del valor de la canasta alimentaria de 9.0% en zona urbanas y 8.7% en zonas rurales en este periodo; así como por una disminución en el ingreso laboral real de -2.5% anual en este periodo.

 

No obstante, durante el cuarto trimestre de 2017, se redujo el porcentaje de la población con ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria, de 41.8 a 41.0%, derivado de un incremento en el número de ocupados en los estratos socioeconómicos de menores ingresos. Estos deberían alarmarnos ya que es muy preocupante que en México 4 de cada 10 trabajadores no tenga el ingreso suficiente para adquirir lo mínimo indispensable para alimentarse adecuadamente.

 

Estas cifras van en línea con las reportadas recientemente por el INEGI en relación a la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) correspondientes al último trimestre de 2017. Tenemos que entre el cuarto trimestre de 2012 y el mismo trimestre de 2017, la población ocupada en México aumentó en 4.043 millones, pero el problema es que los que ganan menos de un salario mínimo (s.m.) al día aumentaron en 1.557 millones, los que perciben de 1 a 2 s.m. crecieron en 2.970 millones, mientras que los que ganan de 2 a 3 s.m. disminuyeron en -198 mil, los que ganan de 3 a 5 s.m. decrecieron en -712 mil y los que perciben más de 5 s.m. disminuyeron en -1.494 millones. Las cifras del INEGI son terribles porque indican que en México sólo el 4.6% de la población ocupada ganaba más de 400 pesos al día en el cuarto trimestre de 2017.

 

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En el 2017 se perdieron los avances que se habían logrado en materia salarial en México

En base a estimaciones de GAEAP, tenemos entonces que la persona ocupada promedio en México pasó de ganar 2.43 s.m. al día en el cuarto trimestre de 2012 a percibir apenas 2.16 s.m. al día en el último trimestre de 2017. Al tomar en cuenta el salario mínimo vigente en cada año vemos entonces que en términos nominales la percepción promedio en México pasó de 146.77 pesos en el cuarto trimestre de 2012 a 173.07 pesos promedio en el cuarto trimestre de 2017, lo que representa un incremento de 17.9%. El problema es que la inflación en el mismo periodo fue de 21.5%, por lo que en términos reales la persona ocupada promedio en México gana en el cuarto trimestre de 2017 un 3.0% menos de lo que percibía en el último trimestre de 2012.

 

Con estos datos, ¿Cómo es posible que el gobierno nos esté recurrentemente presumiendo que el “buen” desempeño de la economía mexicana se debe al mercado interno? Pues lo que sucede es que el mercado interno en México crece simplemente porque cada vez hay más gente trabajando, no porque la gente esté ganando más dinero por su trabajo, lo que a su vez implica un estancamiento o deterioro del nivel de vida de la población.

 

¿A qué se debe la precarización del empleo en México? Desde luego que a muchas razones, entre las que destaca el hecho de que históricamente los salarios nominales han crecido a una tasa más baja que la inflación. Pero esta afirmación no explica las causas del fenómeno, por lo que a continuación explicaré solo dos de ellas: el escaso crecimiento de la productividad ocasionado por un sector informal extendido por toda la economía y un aperturismo comercial carente de estrategia que ha ocasionado que los sueldos de miseria que se pagan en algunas naciones  asiáticas sean el referente para los salarios en México.

 

Respecto al estancamiento de la productividad, tenemos que de acuerdo con el INEGI, el Índice Global de Productividad Laboral de la Economía creció en el periodo del tercer trimestre de 2012 al mismo trimestre de 2017 en apenas 4.9%, lo que equivale a un aumento promedio anual de apenas 0.96% en los últimos cinco años. Y respecto al año pasado, tenemos que éste índice creció apenas 0.6% en el periodo del tercer trimestre de 2016 al mismo trimestre de 2017.

 

La teoría económica establece claramente que una condición indispensable para que aumenten los salarios sin generar presiones inflacionarias es a través de aumentos en la productividad, lo que implica que las personas produzcan más con los mismos recursos. En este sentido, es muy importante que haya inversión productiva que se traduzca en un mayor stock de capital de manera que la población ocupada tenga más y mejores herramientas y máquinas para trabajar. En México la inversión fija bruta creció apenas 3.4% entre 2012 y 2017, lo que equivale a una tasa promedio anual de solo 0.67% en los últimos cinco años. Es así que no debe sorprendernos el escaso crecimiento de la productividad cuando la inversión fija bruta apenas si ha crecido. ¿A qué se debe el estancamiento de la inversión productiva en México? Entre las múltiples razones a los escasos incentivos fiscales que se le dan a las empresas para que inviertan.

 

El otro factor que limita el crecimiento de los salarios en México tiene que ver con nuestro aperturismo comercial y la concentración de los canales de distribución de los productos para su venta en cada vez menos jugadores. Sucede que si un fabricante en México desea pagarle mejores sueldos a sus trabajadores, esto repercutirá en su costo de producción y entonces, al enfrentar  la competencia de fabricantes en países como Bangladesh (en donde se pagan sueldos de miseria), pues los comercializadores en México le dejan de comprar a los fabricantes nacionales y optan por proveedores asiáticos.

 

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Las condiciones laborales en Bangladesh son terribles y contra esto compiten sectores económicos en México como el calzado, vestido y textil

Es así que importamos indirectamente los bajos sueldos de otras naciones, porque si en México se pagaran salarios más altos tendríamos productos más caros que nuestras contrapartes en Bangladesh y Vietnam, y entonces los fabricantes nacionales ya no tendrían a quien venderle sus productos. Si a esto le sumamos los problemas del contrabando y subvaluación en las aduanas del país, pues el problema es aún más grave.

 

Es así que la estrategia del gobierno federal desde hace muchos años ha sido una en la que se abren las fronteras, bajando aranceles, buscando así que con la competencia del exterior, los productores mexicanos ofrezcan sus productos con precios más bajos. Pero la realidad es que este modelo ha ocasionado que los márgenes de rentabilidad de las empresas en México caigan y se limiten las posibilidades de subir sueldos en México.

 

A manera de conclusión podemos señalar que el tener un elevado porcentaje de población ocupada recibiendo salarios tan bajos, de manera que no pueden comprar la canasta alimenticia básica, es un caldo de cultivo para muchos problemas adicionales. Es indispensable replantear nuestro modelo económico buscando el incremento sostenido de la inversión productiva y la capacitación laboral; de igual forma, debemos ser muy cuidadosos en nuestra estrategia comercial ya que si bien esta hace que los productos en México sean más baratos, esto se ha dado a costa de sacrificar los ingresos de la población ocupada. ¿De que sirve tener productos baratos si igual la mayoría de la gente gana tan poco que no los puede comprar?

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Las fobias del Banxico y su impacto en la economía mexicana

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El Banxico subió su tasa de interés objetivo a 7.50% el pasado 8 de febrero

El pasado 8 de febrero, el INEGI informó que durante enero del año en curso el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró un incremento mensual de 0.53%, dato que se compara favorablemente con el aumento de 1.70% reportado en el mismo mes de 2017. De esta manera, la inflación anualizada en el primer mes de 2018 fue de 5.55%, cifra por debajo del 6.7% registrado al cierre de 2017.

 

El INEGI también informó que en enero de este año el índice de inflación subyacente fue de 4.56%, mientras que la inflación no subyacente registró una tasa de crecimiento anualizada de 8.44%. Esto es muy importante para entender porque la Junta de Gobierno del Banxico nuevamente se equivocó al haber aumentado ese mismo jueves 8 de febrero su tasa de interés objetivo en un cuarto de punto porcentual para llevar la tasa a un 7.50% anualizado.

 

Se debe precisar la diferencia entre la inflación subyacente y la no subyacente. La primera mide el cambio en los precios de mercancías como alimentos, bebidas y tabaco; mercancías no alimenticias; y servicios de vivienda, educación y otros. Por su parte, la inflación no subyacente mide la evolución de precios de productos agropecuarios como frutas, verduras y productos pecuarios; y lo más importante, incluye la evolución de los energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno.

 

Con esto en mente, vale la pena señalar que la inflación subyacente es la que pudiera responder ante los apretones de política monetaria por parte del Banxico; mientras que la no subyacente no responde porque se mueve en función de los ajustes en los precios internacionales de los energéticos, de las decisiones de política de precios por parte del gobierno federal,  y a cuestiones climáticas. Entonces al ver que la inflación subyacente fue de 4.56% anualizada en enero de 2018, y compararla con sus valores previos, vemos que ésta tiene una clara tendencia a la baja, lo que indica que vamos por buen camino.

 

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El Banxico no ha querido entender que el problema inflacionario en México se debe al alza en combustibles y productos agropecuarios

La inflación subyacente llegó a 5.00% anualizado en agosto de 2017 y desde entonces ha venido disminuyendo. Cerró ese año en 4.87%, y como se señaló líneas arriba, en enero de 2018 ya se encuentra en 4.56%. Por su parte, la inflación no subyacente se encontraba en agosto de 2017 en 11.98% anualizada, cerró ese año en 12.62% y vemos que en enero de 2018 fue de 8.44%. El INEGI nos informa de cuales fueron los bienes que más aumentaron de precio, y más incidencia tuvieron en el índice inflacionario, durante enero de este año y vemos que entre éstos están: gasolina de bajo octanaje (3.19%), gas doméstico LP (2.99%) y huevo (7.71%). ¿Dados estos datos, para que volver a subir la tasa de interés?

 

La verdad es que no se explica dado que los datos mencionados dejan en claro que el principal causante de inflación en México no responde a las alzas en la tasa de interés, y que el grueso de bienes y servicios ya están cerca de la meta de inflación del Banxico de 3.0%.

 

En el comunicado de prensa emitido tras la decisión de la Junta de Gobierno del Banxico de aumentar en 25 puntos base el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día a un nivel de 7.50% se señala lo siguiente respecto a la evolución reciente de la inflación:

 

“La inflación general anual presentó un repunte a finales de 2017, alcanzando un nivel de 6.77 por ciento al cierre del año. Ello fue consecuencia de varios choques no previstos, entre los que destacan: i) los aumentos en los precios de algunos energéticos, principalmente el gas L.P., y de ciertas frutas y verduras; ii) una depreciación adicional de la moneda nacional y un aumento en su volatilidad, ante la incertidumbre asociada al proceso de renegociación del TLCAN; y iii) los efectos del aumento al salario mínimo, que entró en vigor en diciembre en lugar de enero. No obstante, en enero la inflación general anual disminuyó a 5.55 por ciento.”

 

Queda claro pues, que el propio Banxico reconoce que el problema de inflación en México es causado por la inflación no subyacente; sin embargo agregan que les preocupa el incremento de las expectativas de inflación general para el cierre de 2018, aunque las de mediano y largo plazo se mantuvieron alrededor de 3.50%. Pero mencionan también que “Por lo que toca a las expectativas para la inflación subyacente, estas se han mantenido estables para los cierres de 2018 y 2019.”  Esto último es importante porque parece entonces que la decisión de haber aumentado la tasa de interés una vez más obedece principalmente a un simple tema de expectativas por parte de los 36 grupos de análisis y consultoría que encuestaron en enero de 2018.

 

Así pues, la lógica del Banxico es “las expectativas de inflación están arriba de mi meta, subamos la tasa de interés (independientemente del daño que esto cause en la economía real) para que piensen que la inflación será menor”. ¿Y acaso subir la tasa de interés hará que baje el precio del petróleo, que el gobierno baje los precios de los bienes que administra o que las gallinas pongan más huevos? La respuesta es evidentemente un rotundo NO.

 

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La miopia del Banxico ha provocado alzas en los costos financieros y un desplome de la inversión productiva

Finalmente, en su argumentación y más allá del tema de expectativas inflacionarias, el Banxico establece que hay diversos riesgos de que la inflación en México aumente este año; entre los que destaca: 1. Que se registre una depreciación de la moneda nacional en respuesta, entre otros factores, a una evolución desfavorable del proceso de negociación del TLCAN, a una reacción adversa de los mercados a las acciones de política monetaria en los Estados Unidos, a condiciones más restrictivas en los mercados financieros internacionales o a volatilidad asociada al proceso electoral de 2018; 2. Que ocurran  episodios adicionales de choques en los precios de los bienes agropecuarios o que se presenten presiones al alza en los precios de algunos energéticos, ya sea por incrementos en sus referencias internacionales o por ausencia de condiciones de competencia en algunos mercados; y 3. Que en el  mercado laboral, la evolución de los costos unitarios de la mano de obra podría presionar a la inflación. Sin embargo, el Banxico también reconoce que hay factores que podrían provocar que la inflación sea menor a la esperada, y entre éstos se encuentran: 1. Que la moneda nacional se aprecie en caso de que el resultado de las negociaciones del TLCAN sea favorable. Adicionalmente; y 2. Que la actividad económica podría presentar un menor dinamismo que el anticipado.

 

Respecto a este punto, solo quiero agregar que la evidencia también muestra que las alzas en la tasa de interés del Banxico han dejado de tener un efecto positivo en el tipo de cambio, ya que éste se mueve en función  de lo que sucede en Estados Unidos (por la debilidad del dólar, no por la fortaleza del peso). Muestra de ello es que el jueves 8 de febrero, que subió la tasa, el dólar aumentó 16 centavos por lo que estaba pasando en Wall Street.

 

¿Pero porque nos debe preocupar el alza recurrente y constante en la tasa de interés objetivo del Banxico? En primer lugar porque en función de esta tasa se mueven los rendimientos de los Cetes y de la Tasa de Interés Interbancaria de Equilibrio (TIIE), y en función  de esta última se mueven prácticamente todos los créditos a tasa variable en México. De igual forma, esto incide en los costos de contratación de nuevas deudas por parte de familias, empresas y diferentes órdenes de gobierno. Así, casi todos los que tienen créditos tendrán que pagar más intereses por sus deudas, en lugar de destinar esos recursos a la compra de bienes y servicios, así como a la inversión productiva. Gracias al Banxico muchos de los nuevos créditos hipotecarios y automotrices ahora son más caros que hace dos años, los intereses de las tarjetas de crédito son más elevados; y también es importante señalar que ya pusieron en más aprietos a las finanzas del sector público federal, que de por si ya estima un gasto por intereses de su deuda de casi 700 mil millones de pesos para este año.

 

Por otra parte, la evidencia muestra que lo que el Banxico ha provocado con sus recurrentes alzas en la tasa de interés es un desplome en la inversión fija bruta en México, la cual disminuyó -4.5% en noviembre y en el acumulado de los primeros once meses de 2017 muestra una caída de -1.8%. Analizando la evolución de cada uno de los componentes de la inversión vemos que en los primeros once meses del año que recién terminó la construcción presenta una caída de -4.5%, la construcción no residencial acumula una pérdida de -8.6% y la inversión en equipo de transporte se ha contraído -5.0%. Por su parte, la inversión en maquinaria y equipo cayó en noviembre un -1.4%, siendo el balance de enero a noviembre de un incremento de apenas 2.0%.

 

Esto es preocupante porque en la medida en que cae la inversión, se limitan las posibilidades de crecimiento en el futuro. Queda claro que muchas empresas están dejando de construir nuevas plantas, están dejando de ampliar las existentes y lo mismo sucede con la adquisición de maquinaria y equipo, indispensables para el crecimiento sostenido de la productividad de los trabajadores, y eventualmente, crecimiento de los salarios reales de éstos.  Así, las alzas en la tasa de interés se traducen en menos consumo, menos inversión y una menor dinámica de crecimiento económico, lo que eventualmente genera menos creación de empleos.

 

A manera de conclusión podemos decir que lamentablemente se esperan más alzas en las tasas de interés en México y que éstas tal vez lleguen al 8.0% a finales de año en función de lo que suceda con las tasas de interés por parte del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED). Es altamente probable que el Banxico aumente tasas cada que la FED lo haga, lo que nos lleva a reafirmar que esta última alza volvió a ser un error del Banxico, y que en todo caso se debieron haber esperado a subir la tasa de interés hasta que lo hicieran en nuestro vecino del norte.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

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Las verdades a medias de la SHCP

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El saldo de la deuda pública de México al cierre de 2017 es el más alto de la historia: Más de 10 billones de pesos

La semana que recién concluyó la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) publicó su Informe sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública al cierre de 2017, y derivado de este documento el  gobierno federal comenzó a presumirnos que debido al manejo responsable de las finanzas públicas, se había “disminuido la deuda pública”. Muchos se fueron con la finta y piensan que ahora nuestro país está menos endeudado que antes, siendo que ahora registramos el saldo de deuda pública más alto de la historia en términos nominales.

 

Al analizar con un poco más de detalle la información de la SHCP, vemos que el porcentaje de deuda pública respecto al Producto Interno Bruto (PIB) ahora representa el 46.2% del valor de nuestra economía, siendo que éste llegó a estar cercano al 50%. Pero el gobierno federal se agarró de este dato y salió a decirnos que era la primera vez en 10 años que “la deuda pública disminuyó”. En esta entrega veremos como dicha afirmación no es más que una verdad a medias, y que por el contrario, el manejo poco responsable de las finanzas públicas continua en perjuicio de todos.

 

De acuerdo con cifras oficiales de la SHCP, el saldo total de la deuda del sector público sumó 10.088 billones de pesos al cierre de 2017, cifra superior en 395.762 miles de millones de pesos (mmdp) al saldo observado al cierre de 2016. De esta manera, tenemos que la deuda del sector público en México aumentó 4.1% en el año que recién concluyó y alcanzamos la deuda nominalmente más alta en la historia de México.

 

La actual administración federal ha endeudado a México a un ritmo increíblemente alto. En el periodo de diciembre de 2012 a diciembre de 2017 la deuda del sector público pasó de 5.352 billones de pesos a los 10.088 billones antes mencionados, lo que equivale a un incremento nominal de 88.5%, o 4.736 billones de pesos. Si tomamos en consideración que en un lapso de 5 años hay 1826 días, entonces el ritmo de endeudamiento de la administración pública federal equivale a 2,595 millones de pesos diarios. ¿Qué hicieron con este dinero? Eso es motivo de otro análisis que por cuestiones de espacio no abordaré en esta ocasión.

 

Estas cifras contrastan con el ritmo de endeudamiento de la administración anterior, ya que de diciembre de 2006 al mismo mes de 2012, la deuda neta del sector público creció de 1.985 a 5.352 billones de pesos; es decir, en 3.366 billones de pesos, equivalentes a 1.537 miles de millones de pesos diarios. Una cantidad también alarmante.

 

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El costo financiero de la deuda externa supera por mucho el gasto destinado a inversión productiva

¿Entonces si la deuda del sector público sigue aumentando y ahora está en su nivel máximo histórico, porque el gobierno federal nos dice que ha disminuido? Pues porque la referencian respecto al PIB y éste ha aumentado de manera importante en términos nominales por la alta inflación que hemos registrado. Por otra parte, el PIB recientemente sufrió un ajuste de su año base de manera que ahora se ve más grande que antes y esto es sólo un truco estadístico. Para ilustrar esto mejor tenemos que con el anterior año base (2008), el crecimiento del PIB mexicano fue de 2.1% en el periodo de 2012 a 2016,  y con el nuevo año base (2013) la tasa de crecimiento para el mismo periodo es de 2.6%. De igual manera, el ajuste en el año base para la medición del PIB hace que el tamaño de la economía en 2017 sea al menos otro 2% más alto de lo que hubiera sido si no se hubiera realizado el cambio.

 

Es así que a través de simples ajustes estadísticos se nos hace ver que la deuda del sector público disminuyó, siendo que ésta sigue creciendo en términos nominales de manera imparable.

 

Otro aspecto que vale la pena destacar sobre las finanzas públicas de México es el relacionado al pago de intereses sobre la deuda. De acuerdo con cifras de la SHCP, el costo financiero de la deuda pública de México pasó de 473.019 mmdp en 2016 a 533.351 mmdp en 2017, lo que implica un incremento de 6.3%, producto principalmente del incremento en tasas de interés y el mayor saldo de la deuda del sector público. En contraste, el gasto en inversión física directa (obra pública principalmente) bajo de 455.074 mmdp en 2016 a apenas 323.241 mmdp en 2017, lo que representa una disminución de 33.0% en el último año.

 

Respecto a estos últimos datos, se debe reprobar que en México destinemos 65% más recursos para pagar intereses sobre la deuda pública que lo que se destina a desarrollar la infraestructura indispensable para ser más competitivos como país. Y también llama mucho la atención que el gasto en inversión pública directa sea menor al total de endeudamiento registrado en 2017.

 

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La “disminución” de la deuda respecto al PIB se debe a la alta inflación en México y al ajuste en el año base del PIB

Si tomamos en consideración que el PIB nominal de México al tercer trimestre de 2017 (dato más reciente disponible) fue de 21.565 billones de pesos, entonces queda claro que el pago de intereses sobre la deuda representó el 2.47% del PIB, cifra que algunos podrán decir que es poco preocupante. Pero si analizamos que los ingresos totales del sector público fueron de 4.947 billones de pesos, pues entonces vemos que el pago de intereses representó el 10.77% de los ingresos totales del sector público, cantidad más que considerable. Imagina usted a un jefe de familia, al que se le va poco más del 10% de sus ingresos totales en pagar exclusivamente los intereses de su deuda y no realiza amortizaciones a capital y por el contrario, está cada vez más endeudado.

 

Otra forma de analizar esto es referenciando el saldo de la deuda total del sector público respecto a los ingresos del mismo sector público, y vemos que ésta representa al cierre de 2017 el 203.9% de los ingresos. Esta relación pone a México en una situación más delicada de la que nos quieren hacer ver las autoridades, y es obviamente motivo de preocupación. Desde luego que hay casos extremos como el de Estados Unidos, nación cuyos ingresos de su gobierno federal fueron de 3.460 billones de dólares en 2017 y el saldo de su deuda fue de más de 20 billones de dólares, lo que representa más del 577%. Sin embargo, no es válido que el gobierno mexicano ponga a Estados Unidos como referencia para ilustrar que nuestra posición fiscal es sólida.

 

A manera de conclusión podemos señalar que la posición fiscal de México no ha mejorado y que si bien el porcentaje de la deuda respecto al PIB “mejoró” en 2017, esto se dio principalmente por el ajuste en el año base del PIB y por la inflación registrada en 2017, la cual fue de 6.7%. No es sano que México siga endeudándose de manera imparable todos los años, y mucho menos es correcto que se engañe a la población con artilugios técnicos hablando de que en el año 2017 fueron responsables en las finanzas públicas porque se logró un superávit primario (el saldo de los ingresos menos los gastos sin tomar en cuenta el pago de intereses por la deuda). La realidad es que México sigue endeudándose y básicamente se endeuda para pagar los intereses de la deuda y esto se ha convertido en un círculo vicioso que nos deja cada vez con menos recursos para el rubro de inversión pública.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt