Para frenar al monstruo chino

El pasado jueves 18 y viernes 19 de marzo, los Estados Unidos y China sostuvieron conversaciones de alto nivel en la ciudad de Anchorage, Alaska. Estas reuniones terminaron con un tono amargo y  pusieron nuevamente en perspectiva la creciente rivalidad entre ambas naciones, complicando los esfuerzos de las dos potencias para derribar barreras y evitar que las tensiones sigan aumentando.

Las reuniones cubrieron una serie de temas que durante el año pasado llevaron las relaciones entre Estados Unidos y China a su punto más inestable en décadas: la represión de China contra Hong Kong, la represión de los musulmanes en Xinjiang, el control de tecnologías críticas, los reclamos de China contra Taiwán y Japón y en el Mar de China Meridional, entre otros.

En esta entrega me centraré en los aspectos económicos y comerciales, primero presentando los indicadores que dan cuenta de la situación económica de China en el arranque de 2021 y posteriormente abordo la situación que guarda el Acuerdo Comercial de Fase Uno, que fue firmado en enero de 2020 entre Estados Unidos y China.

La evolución de China en el arranque de 2021

Las cifras oficiales muestran que la actividad económica china aumentó fuerte en el comparativo del primer bimestre de 2021 respecto de los mismos meses de 2020, cuando dicha nación era azotada por el coronavirus, aunque el panorama se ve ligeramente menos optimista cuando se compara con el desempeño que registraron en el cuarto trimestre de 2020.

Los datos económicos publicados el 15 de marzo por parte de la Oficina Nacional de Estadísticas de China, mostraron que la producción industrial, el consumo, la inversión y las ventas de viviendas en enero y febrero aumentaron más del 30% con respecto al mismo período del 2020, cuando la economía china estaba cerrada en gran medida para contener el coronavirus. Concretamente, tenemos que la producción industrial en el período enero-febrero aumentó 35.1% respecto al año anterior, mientras que las ventas minoristas (un indicador importante del consumo de China), se expandieron 33.8% durante ese mismo período de tiempo.

Por su parte, los volumen de ventas de viviendas, un indicador de la demanda, se dispararon un 143.5% en los dos primeros meses de 2021 respecto al año anterior; mientras que el valor de la inversión inmobiliaria subió 38.3% en el mismo periodo. Aunado a lo anterior, la inversión en activos fijos aumentó 35.0% durante ese período en comparación con el año anterior.

No obstante este buen desempeño, a varios analistas les preocupa que el desempleo urbano en China,  subió al 5.5% en febrero, desde un 5.4% en enero y 5.2% en diciembre.

Lo que todos estos indicadores indican es que la recuperación económica continúa en la segunda economía más grande del mundo, aunque es evidente que ésta se desaceleró un poco a partir de enero, debido a la imposición de nuevos controles a la movilidad para contener una nueva ola de contagios por el virus. Los sectores más afectados fueron el consumo minorista en los restaurantes y en las tiendas

No obstante lo anterior, derivado de la caída anualizada de 6.8% en el PIB chino en el primer trimestre de 2020, es que se espera que en el primer trimestre de 2021 su PIB crezca en 15% o más. Es importante señalar que la economía china solo cayó el primer trimestre de 2020, ya que en el segundo trimestre creció 3.2%, en el tercero lo hizo en 4.9%, mientras que en el cuarto aumentó 6.5%.

Para todo el año 2021, el gobierno chino se ha fijado una meta de crecimiento del PIB relativamente modesta para sus estándares,  siendo ésta de 6% o más. Esto les da oportunidad para ir dejando paulatinamente los estímulos fiscales y así comenzar a controlar el crecimiento de su deuda. Muchos economistas dicen que la economía de China podría crecer un 8% o más en 2021, incluso con políticas fiscales y monetarias más restrictivas.

¿En qué se ha fincado la recuperación de China? Desde que los principales indicadores económicos de China se desplomaron a tasa de doble dígito en el primer trimestre del año pasado, la economía se ha recuperado en gran medida, liderada por la manufactura y las exportaciones. A partir de 2021, la producción de las fábricas de China ha sido impulsada por una fuerte demanda externa y políticas gubernamentales que alentaron a los trabajadores a permanecer en sus lugares de trabajo en lugar de irse a sus casas para la celebración del Año Nuevo Lunar. Esas políticas tuvieron el doble efecto de contener las infecciones e impulsar la producción.

Los conflictos comerciales con Estados Unidos continuarán  

El éxito económico de China y la llegada del presidente Joe Biden en los Estados Unidos no han relajado en lo más mínimo el estado de cuasi guerra fría que libran ambas naciones. Esto es evidente por las declaraciones públicas de varios altos mandos de la Administración Biden que indican que el Acuerdo Comercial de Fase Uno (firmado en enero de 2020 en la Administración Trump) no será abandonado. A  menos de que el comportamiento de Beijing cambie considerablemente, el enfoque de la Administración Biden para el comercio con China no será muy diferente al de la pasada administración.

De acuerdo con un análisis de Mervyn Piesse, Gerente de investigación del Programa de investigación de crisis mundial de alimentos y agua de Future Ditrections International, se destacan los siguientes puntos clave de lo que podemos esperar de la relación entre Estados Unidos y China:

1. Es poco probable que el enfoque comercial de la Administración Biden con China sea significativamente diferente al de su predecesor. Parece que continuarán los aranceles punitivos y otras medidas que buscan fomentar el cambio sistémico dentro de China.

2. Si bien el acuerdo comercial de la Fase Uno entre Estados Unidos y China está bajo revisión, es poco probable que la Administración Biden lo altere significativamente.

3. No se espera que China cumpla con los objetivos de importación de mercancías estadounidenses establecidos en el acuerdo comercial, pero los funcionarios estadounidenses parecen estar satisfechos con el progreso que Beijing ha logrado en otros puntos del acuerdo.

4. Las declaraciones de varios altos funcionarios de la Administración Biden también sugieren que es probable que el proceso de desvinculación económica de China continúe de alguna forma.

A continuación se explican algunos detalles de estos puntos:

Como antecedente tenemos que el ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump, inició una guerra comercial contra China el 6 de julio de 2018, al imponer un arancel del 25% a productos chinos con un valor de 34 mil millones de dólares (mmdd). Este fue el primero grupo de una serie de aranceles punitivos que se fueron imponiendo. En 2019, la administración estadounidense aumentó los aranceles sobre prácticamente todas las importaciones de China.

En enero de 2020, China y Estados Unidos firmaron el Acuerdo Comercial de Fase Uno, y China acordó comprar al menos 200 mmdd más en productos y servicios estadounidenses que en 2017 durante el período de dos años 2020-21. Trump en su momento calificó el acuerdo como “un paso importante…hacia un futuro comercial justo y recíproco con China”.

Según el gobierno chino, China estaba dispuesta a cumplir con sus obligaciones. Pero evidentemente la pandemia de Covid-19 y el cierre de actividades productivas, evitó que los exportadores estadounidenses pudieran suministrar a China suficientes bienes y servicios. Según las aduanas de China, las importaciones totales de bienes y servicios estadounidenses del país en 2020 ascendieron a 94 mmdd, más del 40 por ciento por debajo del objetivo. La cifra de compras por parte de China era aproximadamente la misma que en 2017, es decir, antes de que Trump desencadenara la guerra comercial.

La mayor parte del déficit estaba en la manufactura, que representó el 70% de los bienes del Acuerdo Comercial  de Fase Uno. Las exportaciones estadounidenses a China en esta categoría se acordaron en 99 mmdd. Sin embargo, el valor real de las exportaciones estadounidenses fue de solo 57 mmdd en 2020, incluso más bajo que el año anterior. El suministro de recursos energéticos avanzó a un ritmo lento, totalizando solo 10 mmdd contra los 26 mmdd previstos. Y la exportación de productos agrícolas estadounidenses, que fue demasiado sensible para Trump, fue la más cercana de cumplir su objetivo al sumar 27 mmdd, ligeramente por debajo de los 33 mmdd acordados.

Cabe señalar que los compromisos de compra antes mencionados son solo un elemento del acuerdo comercial y, si bien son su componente principal, otros elementos se han implementado con mayor éxito. En junio de 2020, por ejemplo, Beijing había completado 50 de los 57 cambios estructurales que acordó realizar para mejorar el acceso a su mercado para los exportadores estadounidenses. Robert Lighthizer, el Representante Comercial de la Administración Trump, declaró en su momento que Beijing ha hecho un “trabajo razonablemente bueno” en la implementación de partes del acuerdo y que la Administración Biden debería continuar en su implementación.  

Según los términos del acuerdo, Beijing acordó realizar reformas estructurales a su régimen económico y comercial en las áreas de propiedad intelectual, transferencia de tecnología, acceso al mercado agrícola, servicios financieros y de divisas, así como en el tipo de cambio.  El Secretario de Agricultura de Estadcos Unidos, Tom Vilsack afirmó que China ha realizado reformas significativas a sus normas sanitarias y fitosanitarias, lo que ha aumentado el acceso de Estados Unidos a partes clave del mercado chino. Sin embargo, también sugirió que China no ha adoptado completamente las reformas a las que se comprometió en virtud del acuerdo. Si no logra más avances en el segundo año del acuerdo, entonces sugiere que Estados Unidos deberá entablar más negociaciones con Beijing para encontrar medidas de reforma alternativas. Los líderes comerciales republicanos están alentando a la Administración Biden a presionar a China para que cumpla plenamente con el Acuerdo Comercial de la Fase Uno y comience las negociaciones en la segunda fase.

La Agenda de Política Comercial de la Administración Biden recientemente publicada, no es diferente a la de la Administración Trump. Reconoce que las prácticas comerciales coercitivas e injustas de China dañan a los trabajadores estadounidenses, amenazan su ventaja tecnológica, debilitan la capacidad de recuperación de su cadena de suministro y socavan sus intereses nacionales. Abordar el desafío de China requerirá una estrategia integral y un enfoque más sistemático que el enfoque fragmentado del pasado reciente.

La agenda considera que el programa de trabajo forzoso en la Región Autónoma Uigur de Xinjiang es particularmente perjudicial para el trabajo estadounidense y los valores liberales universales. Es por ello que se espera que la Administración Biden continúe presionando a Beijing para que promulgue reformas económicas y sociales que beneficien a los trabajadores estadounidenses y defiendan los valores estadounidenses.

Conclusiones

El análisis en retrospectiva muestra que los esfuerzos de la Administración Trump para cambiar las prácticas económicas chinas a favor de Estados Unidos fracasaron en gran medida. A finales de 2020, por ejemplo, los inversores estadounidenses seguían teniendo 1.1 billones de dólares en acciones emitidas por empresas chinas, lo que sugiere que el proceso de disociación económica ha sido lento. China también se convirtió en el mayor receptor de inversión extranjera en 2020, superando a Estados Unidos por primera vez. El déficit comercial de Estados Unidos con China al final del mandato de Trump en el cargo es aproximadamente igual al que tenía al final del mandato de Obama. Los consumidores estadounidenses de todo el espectro político, sin embargo, han indicado que están dispuestos a pagar más por productos fabricados en EE.UU. si ello conduce a una menor dependencia de la fabricación china. Ya veremos si ese deseo se reflejará en la relación comercial y de inversión entre los dos países.

Todo parece indicar que Estados Unidos seguirá esforzándose por evitar que China adquiera una mayor relevancia económica mundial, a la luz de las herramientas que utiliza para lograr su objetivo de expansión, como lo son las prácticas desleales de comercio, el robo de propiedad intelectual, la utilización de trabajo forzoso, entre otros. En este sentido, el propio Secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, se ha referido a China como el desafío más importante para el sistema internacional estable y abierto. Ha señalado que EE.UU. necesitaría “utilizar todas las herramientas para evitar que los países roben nuestra propiedad intelectual o manipulen sus monedas para obtener una ventaja injusta”.

Finalmente, es de esperarse que la Administración Biden busque trabajar en conjunto con sus aliados, en lugar de seguir el enfoque de “Estados Unidos Primero” de la Administración Trump. Esto queda claro en el documento de Orientación Estratégica de Seguridad Nacional Provisional, publicado recientemente, el cual establece “Nuestras alianzas democráticas nos permiten presentar un frente común, producir una visión unificada y unir nuestras fuerzas para promover altos estándares, establecer reglas internacionales efectivas y hacer que países como China rindan cuentas”.

Es probable que la Administración Biden continúe presionando a China para que se adhiera a la reforma económica y política y tampoco abandonarán el Acuerdo Comercial de Fase Uno. Queda claro pues que el enfoque de la administración Biden con respecto a la relación comercial con China no es ni será significativamente diferente al de la administración anterior.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

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El impacto causado por la expansión monetaria en México

Desde hace muchos años, desde tiempos de los Mercantilistas (Siglos XVI al XVIII), se ha analizado el  impacto que tiene la cantidad de dinero en circulación en el crecimiento económico y en el nivel de  precios. La teoría cuantitativa del dinero, que estipula que M*V = P*Q (donde M es la cantidad de dinero, V la velocidad de circulación del dinero, P el nivel de precios y Q el nivel de producción) data de 1556 y desde entonces se ha señalado que dado que la velocidad del dinero y el nivel de producción son relativamente fijos en el corto plazo, cualquier incremento en la cantidad de dinero (M) se traducirá en un aumento del nivel de precios (P).

Teniendo esto en mente, es pertinente hacer mención de la enorme expansión monetaria que ha registrado Estados Unidos en lo que va del siglo XXI. De acuerdo con los Datos Económicos del Banco de la Reserva Federal (FRED por sus siglas en inglés), el agregado monetario M1 de Estados Unidos pasó de 1.095 billones de dólares en enero de 2001 a 18.059 billones en enero de 2021, lo que representa un incremento de 1,549.2%. Por su parte, el agregado monetario M2 de dicho país pasó de 4.971 billones de dólares en enero de 2001 a 19.350 billones de dólares en enero de 2021, lo que representa un aumento de 289.2% en términos nominales.

Cabe señalar que M1 es el agregado monetario compuesto por instrumentos altamente líquidos en poder de los sectores residentes nacionales tenedores de dinero (incluye billetes y monedas emitidos por el banco central, así como depósitos de exigibilidad inmediata en bancos y entidades de ahorro y crédito popular). Por su parte, el agregado monetario M2 está integrado por el M1 más los instrumentos monetarios a plazo en poder de los sectores residentes nacionales tenedores de dinero (incluye la captación con un plazo residual de hasta 5 años en bancos, entidades de ahorro y crédito popular, y uniones de crédito; las acciones de los fondos de inversión de deuda; y los acreedores por reporto de valores).

El enorme incremento de la cantidad de dólares en circulación (medido a través de M2) en nuestro vecino del norte, si bien no ha causado problemas inflacionarios, si ha provocado un enorme incremento en los precios de diversos activos como los precios de acciones, viviendas, criptomonedas, obras de arte, entre muchas más. En el 2020, pese a que el PIB de Estados Unidos cayó -3.5%, derivado de que su M2 creció en 23.62%, es que vimos que el precio del Bitcoin subió 301%, el índice Nasdaq 100 aumentó 48.6%, los commodities aumentaron 13.8%, etc. El fuerte incremento nominal en la cantidad de dólares en circulación ha llevado a los más temerarios, como Michael Burry (les sugiero ver la  película “La Gran Apuesta”) a afirmar que los Estados Unidos se aproximan a un eventual colapso del dólar porque tendrán un episodio de hiperinflación similar al de la Alemania de Weimar (1921-1923).

Para los más moderados, el fuerte aumento de la cantidad de dólares en circulación no es un asunto que represente mayor problema, ya que en buena medida se explica por el hecho de que el dólar estadounidense es la moneda más utilizada para el comercio internacional, y es por ello que en la medida en que ha aumentado el volumen y valor del comercio mundial, pues debe crecer también la cantidad de dólares en circulación. Para ellos, mientras la inflación siga estando baja (en febrero de 2021 fue de 1.7% anualizada) y haya capacidad instalada ociosa, difícilmente habrá un escenario en el que la inflación se salga de control. Sin embargo, no deja de llamar la atención que las expectativas de inflación a un año de los consumidores siguen estando por encima del 3.0%, concretamente en 3.1%.

Con todo esto en mente, en esta entrega analizamos cuál ha sido la evolución de los componentes monetarios M1 y M2 en México y veremos si es sólo Estados Unidos quien ha emprendido una política de aumento desmedido de la oferta monetaria en lo que va del Siglo XXI.

De acuerdo con cifras del Banco de México, el agregado monetario M1 pasó de 524.8 miles de millones de pesos (mmdp) corrientes en enero de 2001 a 5.588 billones de pesos en enero de 2021, lo que implica un incremento nominal de 964.9% (esto implica una tasa de crecimiento promedio anual de 12.6%); por su parte, el agregado monetario M2 pasó de 1.776 billones de pesos en enero de 2001 a 10.444 billones de pesos en enero de 2021, lo que implica un incremento nominal de 488.0% (tasa de crecimiento promedio anual de 9.3%).

Estos datos dejan en claro que en relación a M1 el crecimiento registrado por el peso mexicano ha sido inferior al observado por el dólar estadounidense, pero al analizar lo sucedido con el agregado monetario M2, vemos que el incremento observado por el peso mexicano es considerablemente mayor al registrado por el dólar de EE.UU. Esto llama poderosamente la atención, ¿cómo es que México ha aumentado más su agregado monetario M2 que Estados Unidos si el peso mexicano no es una moneda de reserva ni es utilizada para las operaciones de comercio exterior?

Habiendo dicho lo anterior, ahora es pertinente preguntarse qué pasó con el PIB y el nivel de precios en nuestro país en el periodo de 2001 a 2021. Vemos que el PIB nominal pasó de 6.972 billones de pesos corrientes en el primer trimestre de 2001 a uno de unos 24.706 billones de pesos corrientes en el primer trimestre de 2021 (este último dato es el pronóstico de GAEAP). Esto implica que sin tomar en cuenta la inflación (es decir, analizando el PIB en pesos corrientes), el valor de la producción de bienes y servicios en México habría crecido aproximadamente 254.3% entre 2001 y 2021.

Esto mientras que el PIB real, o ajustado por inflación, sólo habría crecido aproximadamente 36.63% en los 20 años de 2001 a 2021, cifra equivalente a una tasa de crecimiento anual promedio de apenas 1.57%. De lo anterior se infiere que el mayor impacto de la expansión monetaria no fue en la tasa de crecimiento de la producción real, sino en la inflación, tanto de bienes como de activos (como los precios de las acciones). De hecho el crecimiento del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) entre enero de 2001 y el mismo mes de 2021 fue de 126.9%, lo que implica una tasa promedio de inflación en el periodo de 4.18%, tasa muy superior a la del crecimiento del PIB real en el periodo, de apenas 1.57%.

Otro aspecto relevante de la discusión del impacto de la cantidad de dinero en circulación es su efecto en las tasas de interés. Los datos sugieren que el nivel de la Tasa de Interés Interbancaria de Equilibrio (TIIE) a plazo de 28 días se mueve más en función de lo que pasa con el INPC (el coeficiente de correlación entre la tasa de inflación y el nivel de la TIIE a 28 días es de 0.63 para el periodo de enero de 2001 a enero de 2021) que con respecto a lo que ocurre con M2. Los datos del Banxico nos permiten identificar siete periodos de baja y alza en las tasas de interés en los últimos 20 años: 1. De enero de 2001 a julio de 2003, cuando la TIIE bajo de 18.12% a 4.97% (duración de 30 meses); 2. De julio de 2003 a abril de 2005, cuando la TIIE subió de 4.97% a 10.12% (21 meses); 3. De abril de 2005 a julio de 2006, cuando la TIIE bajó de 10.12% a 7.30% (15 meses); 4. De julio de 2006 a noviembre de 2008, cuando la TIIE subió de 7.30% a 8.74% (28 meses); 5. De noviembre de 2008 a agosto de 2014 cuando la TIIE bajó de bajó de 8.74% a 3.29% (69 meses); 6. De agosto de 2014 a enero de 2019 cuando la TIIE subió de 3.29% a 8.56% (53 meses); y 7. De enero de 2019 al actual febrero de 2021, cuando la TIIE bajó de 8.56% a 4.36% (24 meses).

Si analizamos la tasa de crecimiento nominal del agregado monetario en cada uno de estos periodos y lo comparamos con el nivel de la TIIE a 28 días vemos que el coeficiente de correlación es de -0.46, lo que confirma que el incremento de la cantidad de dinero en circulación está asociado a movimientos en la TIIE a 28 días. Esto puede sonar como una obviedad, pero es una conclusión relevante porque confirma que la TIIE se mueve en función de dos elementos: la evolución de los precios y de lo que sucede con el agregado monetario M2. Los datos muestran, por ejemplo que en el periodo de abril de 2005 a julio de 2006 la TIIE bajó de 10.12% a 7.30% y en ese periodo M2 aumentó 1.31% mensual, en contraste con el periodo de agosto de 2014 a enero de 2019 cuando la TIIE subió de 3.29% a 8.56%, M2 sólo creció 0.66% mensual en promedio.

La conclusión de todo esto es que México también ha tenido una importante expansión de sus agregados monetarios M1 y M2, pero con escaso impacto en el nivel de producción. Por el contrario, parece que el excesivo crecimiento de la cantidad de dinero en circulación sirve para tres cosas: 1. Alimentar una creciente economía informal; 2. Perpetuar un problema inflacionario, que además nos ocasiona una depreciación crónica del peso frente al dólar; 3. Mantener en constante aumento el precio de diversos activos como precios de acciones y de viviendas.

Si nos centramos en el aspecto de inflación de precios, la realidad es que el desempeño del Banco de México, con todo y su autonomía, en cuanto a mantener una inflación a raya no siempre ha sido el mejor (¿O le aplaudimos al Banxico por ese 126.9% de inflación en los últimos 20 años?). Es verdad que el gobierno federal no le ha ayudado con los gasolinazos y porque subsisten múltiples problemas estructurales que causan alzas de precios, pero no podemos dejar de señalar que llama mucho la atención que mientras que el agregado monetario M2 creció en los últimos 20 años en EE.UU. en 289.2%, en México se disparó  488.0%. Allá la expansión monetaria si es noticia, en México no lo es.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

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La debilidad de la demanda agregada de México: Consumo e Inversión

En la semana que recién concluye el Banco de México se sumó al grupo de analistas que han revisado al alza sus expectativas de crecimiento para la economía mexicana en 2021 y 2022. En su Informe Trimestral correspondiente al cuarto trimestre de 2020, el banco central menciona que sus previsiones de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en 2021 (para el escenario central) se revisan al alza de 3.3% en el informe previo a 4.8% en el actual, en tanto que la expectativa de crecimiento para 2022 se ajusta de 2.6% a 3.3% en la misma comparación.

Si bien es positivo que se ajusten al alza la expectativa de crecimiento, habrá que trabajar para que ésta se materialice. Hemos comentado en las pasadas entregas que el único motor de crecimiento económico que tiene México encendido en este momento es el de las exportaciones, mismas que en enero de 2021 se encontraban sólo 2.6% por debajo de su nivel de enero de 2020 (pero que en diciembre de 2020 ya estaban 11.5% por encima del nivel observado en diciembre de 2019).

Al analizar los otros componentes de la demanda agregada, tenemos que el INEGI publicó las cifras del Indicador mensual del consumo privado en el mercado interior (IMCPMI), así como las de la Inversión fija bruta (IFB) correspondientes al mes de diciembre de 2020, y éstas evidencian que aunque el PIB cayó apenas -4.3% en el cuarto trimestre de 2020 y  que el IGAE se contrajo sólo -2.68% en diciembre de dicho año, la economía sigue enfrentando importantes retos para su recuperación en el periodo de 2021 a 2024.

Más allá de las exportaciones, que van bastante bien; lo que suceda al consumo privado y a la inversión fija es relevante porque a nivel macroeconómico, la demanda agregada de un país está conformada por la suma del consumo privado, la inversión física empresarial, el gasto del gobierno y las diferencia de exportaciones menos importaciones. En esta entrega damos cuenta de la evolución de consumo privado e inversión fija al cierre de 2020.

Consumo privado

El componente consumo privado es el principal componente de la demanda agregada y muestra de ellos es que en los primeros tres trimestres de 2020 éste representó el 63.7%. Aunado a lo anterior, el consumo es importante porque el nivel de éste es quizás el principal elemento que denota el bienestar de una población. Es de suponerse que una sociedad que tiene mayores niveles de consumo vive mejor a una en la que los niveles de consumo son menores. Es por ello que resulta una verdadera desgracia el darnos cuenta de que en  el comparativo del 2020 respecto de 2019, el IMCPMI disminuyó -11.0%. Este nivel de caída hace palidecer las disminuciones observadas en el consumo en las anteriores crisis económicas que ha vivido México (por ejemplo, en 1995 el consumo cayó -4.8% y en 2009 se redujo -6.0%).

La caída de -11.0% en el IMCPMI es producto de que en 2020 el consumo de bienes y servicios nacionales se contrajo -10.5%, mientras que el de bienes importados cayó -15.1%. Analizando a detalle la caída de -10.5% en el consumo de bienes y servicios nacionales, vemos que en 2020 la caída en el consumo de bienes fue de -6.6%, mientras que la disminución en el consumo de servicios fue de -14.1%. Profundizando en lo que sucedió con el consumo nacional de bienes, vemos que la caída de -6.6% se debió a que el consumo de bienes duraderos (refrigeradores, estufas, muebles, etc.) cayó -15.2%, el consumo de bienes semiduraderos (calzado, ropa) se desplomó -26.1%, mientras que el consumo de bienes no duraderos (alimentos) cayó -1.6%.

La fuerte disminución en el consumo de bienes semiduraderos explica la severa crisis que enfrentaron en 2020 las industrias del cuero-calzado y del vestido, mismas que disminuyeron el valor de su producción en dicho año en -29.1% y -33.7% respectivamente.

Inversión Fija Bruta

El componente de la demanda agregada más golpeado en los últimos años es el de la inversión fija bruta. Este es un asunto que preocupa por su doble efecto negativo. Primero, porque implica un menor gasto en general en la economía (hay menos gente produciendo maquinaria y equipo y por lo tanto se llevan menos ingresos a sus hogares), y segundo, porque significa que se limitan las posibilidades de producción futura por parte de México (si no se producen o importan suficientes máquinas nuevas, no hay forma de aumentar la producción y la productividad de la mano de obra en los próximos años).

En 2020 la inversión fija bruta en México disminuyó -18.2%, la mayor caída desde que se mantiene registro estadístico, y es un resultado que se suma al mal desempeño de este indicador en los últimos cuatro años. En 2019 la inversión fija cayó -4.6% en términos reales, en 2018 ésta había crecido apenas 0.9% después de que en 2017 había disminuido -1.2%.

La caída de -18.2% en la inversión fija bruta en 2020 se debe a que la construcción se contrajo -17.4%, mientras que la inversión  en maquinaria y equipo disminuyó -19.3%. En relación a la construcción, la residencial disminuyó -15.0%, mientras que la no residencial se contrajo -19.7% el año pasado. En cuanto a la inversión en maquinaria y equipo (incluye equipo de transporte), en 2020 la de origen nacional bajó -23.5%, mientras que la de origen importado disminuyó -16.4%. Preocupa de manera especial que la inversión en maquinaria, equipo y otros bienes de origen nacional presenta una caída de -15.9%, mientras que la maquinaria,  equipo y otros bines de origen importado se contrajo -13.1%. 

Es verdad que en el comparativo de diciembre de 2019 al mismo mes de 2020 ya se observa una mejoría en el sentido de que las tasas de disminución se han moderado, pero las caídas siguen siendo fuertes. En diciembre de 2020 la inversión fija bruta total presenta un nivel 11.5% por debajo del de hace un año, producto de que la construcción presenta una caída de -14.1%, mientras que la maquinaria y equipo (incluye equipo de transporte) observa un retroceso de -12.3%.

Todo esto es muy preocupante porque sin una adecuada cantidad de inversión física, se limitan las posibilidades de crecimiento económico y de recuperación de los niveles de ingreso de la población ocupada. La teoría económica deja en claro que la única manera en que se puede mejorar el nivel de ingresos del personal ocupado sin generar presiones inflacionarias es a través de los aumentos en la productividad de la mano de obra (aumentar producción con los mismos insumos). Una de las principales maneras para aumentar dicha productividad es a través de la adquisición de más y mejores máquinas para que las personas puedan hacer mejor su trabajo. Lo que hemos visto en México es un gran retroceso en los últimos siete años ya que el nivel de inversión de 2020 estuvo 11.2% por debajo del observado en 2013, y con este ritmo tan bajo de reposición de capital el resultado neto es un proceso de destrucción de capital.

Conclusiones

Los niveles tan bajos de consumo privado y de inversión productiva en México son un serio limitante para el crecimiento de la economía nacional; por lo que insisto en que el único motor sólido de crecimiento que tiene nuestro país es el de las exportaciones. Nuevamente tenemos puesto nuestro futuro económico en la suerte de los Estados Unidos, que con el estímulo económico de 1.9 billones de dólares recién aprobado por el Senado, seguro nos dará un fuerte impulso (además de que la reciente depreciación de nuestra moneda a niveles por encima de los 21.30 pesos por dólar, producto del aumento en las tasas de interés de largo plazo en EE.UU. también nos dan un impulso).

Respecto a la inversión productiva quisiera agregar que la perspectiva es de que ésta se mantendrá muy débil producto del clima de incertidumbre que ha creado el gobierno federal. Hay inversionistas extranjeros que se lo están pensando dos veces antes de poner sus plantas en México y están optando por naciones como Colombia. Otros que están en México, están considerando mudarse a otras ubicaciones.

En este contexto, se deben destacar iniciativas, como las de los estados que integran la Alianza Federalista, que tienen el propósito de generar confianza y dar a conocer las bondades que tiene México para la atracción de inversión extranjera a través de la plataforma tecnológica http://investinmx.com/. Esta plataforma promoverá las virtudes de México y particularmente de las entidades que conforman la Alianza, buscando el desarrollo regional en sectores estratégicos para lograr inversiones de mayor valor agregado.

Finalmente, pues no nos queda más que seguir trabajando para que en contexto de bajos niveles de consumo y de inversión productiva, podamos encontrar los nichos de mercado nacional que nos permitan aumentar el empleo y producción.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

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