Buen desempeño económico, pero hay estados a los que les va mal

Contrario a lo que muchos pronosticaban para este año, la economía mexicana está demostrando una mayor solidez y dinamismo. A finales de 2022, la mayoría de los analistas pronosticaban que en el mejor de los casos el Producto Interno Bruto (PIB) de 2023 crecería 1.0%, y conforme avanza el año afortunadamente los pronósticos se han revisado hacía arriba.

Muestra de lo anterior es que en la última Encuesta Citibanamex de Expectativas, aumentó el pronóstico del crecimiento del PIB para 2023 y el promedio de los encuestados lo estima en 1.6% (1.4% hace quince días), con un rango de proyecciones que va desde 0.8% hasta 2.3%.

Para confirmar la buena marcha de la economía, tenemos que el pasado viernes 28 de abril el INEGI publicó su estimación oportuna del crecimiento del PIB de México en el primer trimestre de 2023. Los datos sorprendieron al alza, ya que, en su crecimiento anual con cifras desestacionalizadas, el PIB total aumentó 3.8%, apoyado en incrementos de 3.1% en las actividades primarias (agricultura, pesca); de 2.6% en las secundarias (minería; electricidad, gas y agua; construcción; y manufacturas); y 4.3% en las terciarias (comercio y servicios).  Ahora bien, si analizamos el crecimiento trimestral respecto al cuarto trimestre de 2022, vemos que el PIB creció 1.1%, apoyado de incrementos de 0.7% en las actividades secundarias y de 1.5% en las terciarias.

Cabe señalar que la tasa anual de crecimiento de México es mucho mayor a la registrada por el PIB de los Estados Unidos, la cual aumentó 1.1% con cifras ajustadas por estacionalidad, nivel sustancialmente inferior al 2.6% observado en el cuarto trimestre de 2022, lo cual confirma el proceso de desaceleración de la mayor economía del mundo. 

Con el desempeño del primer trimestre de este año, ahora si ya podemos decir que por fin hemos recuperado el nivel de PIB que teníamos en 2019 previo a la pandemia. Y es que de acuerdo a las cifras de INEGI, en 2022 el PIB total creció 3.1%, pero todavía se ubicaba 0.7% por debajo del nivel de 2019. Si analizamos el PIB por actividad económica, vemos que el de mejor desempeño fue el de las actividades primarias porque creció 2.8% en 2022, y con ese aumento ya se encontraba 6.1% por encima de su nivel de 2019. En cuanto al PIB de la industria o de las actividades secundarias, tenemos que en 2022 creció 3.3%, pero aún se encontraba 1.3% por debajo del nivel de 2019, principalmente porque la industria de la construcción no se ha podido recuperar. Finalmente, con relación al PIB del comercio y los servicios (actividades terciarias), vemos que éste creció 2.8% en 2022, pero aún estaba 0.8% por debajo de su nivel de 2019.

El hablar de un crecimiento de 3.1% en el PIB total de 2022, como todos los promedios, puede ocultar desempeños muy positivos o negativos de los diferentes estados o regiones del país. Es por ello que aprovechando que el INEGI acaba de publicar los datos del cuarto trimestre de 2022, a continuación presento la evolución del Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE) del 2022. Cabe señalar que el ITAEE es un índice que mide la actividad de cada entidad, y es lo más cercano a un PIB estatal, por lo que sus tasas de variación dan cuenta del desempeño de cada entidad federativa.  

Respecto del ITAEE total de cada estado, tenemos que, de las 32 entidades federativas, en 2022 fueron 17 las que observan tasas de crecimiento por encima de la tasa de crecimiento del PIB total (3.06%). De igual forma, de la totalidad de estados, fueron un total de 27 los que observaron crecimiento en 2022, y sorprendentemente hubo 5 que registraron contracción en su nivel de actividad económica. Las seis entidades de mejor desempeño en el total de su economía fueron (en paréntesis se indica el porcentaje de crecimiento): Quintana Roo (10.8%), Tabasco (10.6%), Hidalgo (8.7%), Baja California Sur (7.7%), Jalisco (6.9%) y Oaxaca (6.7%). Por su parte, las cinco entidades que registraron una caída en el nivel de su actividad económica en 2022 fueron: Veracruz (-0.03%), Yucatán (-0.4%), Durango (-0.5%), Aguascalientes (-2.0%) y Campeche (-5.5%).

Un ejercicio interesante resulta de ver cuales son los estados que han tenido un mejor desempeño en un periodo más extenso, como el de 2013 a 2022. En este ejercicio vemos que las entidades más dinámicas son (en paréntesis se indica su crecimiento porcentual del periodo): Baja California (32.3%), Baja California Sur (32.2%), Quintana Roo (26.7%), Querétaro (25.9%), Jalisco (24.6%) y Chihuahua (124.5).  Mención aparte merecen las economías de Veracruz y Campeche, las cuales en 2022 tenían un tamaño más pequeño del que tenían en 2013. En el caso de Veracruz la contracción es de -1.9% y en el de Campeche es de -39.4%.

Ahora bien, si analizamos el desempeño económico de las actividades industriales en 2022 por entidad federativa, vemos que hay 24 estados que crecieron y 8 que registraron contracción. En el grupo de mejor desempeño tenemos que las seis economías estatales más dinámicas fueron: Hidalgo (19.7%), Chiapas (17.7%), Oaxaca (15.8%), Tabasco (14.7%), Morelos (14.5%) y Quintana Roo (9.1%).   Por su parte, las cinco economías de menor desempeño en industria en 2022 fueron: Durango (-3.7%), Veracruz (-5.4%), Campeche (-6.9%), Aguascalientes (-8.1%) y Colima (-10.4%).

De igual forma, si analizamos el desempeño de la industria en las diferentes entidades federativas en el periodo de 2013 a 2022, vemos que las seis de mejor desempeño fueron (en paréntesis se indica su crecimiento porcentual): Baja California (39.3%), Querétaro (32.9%), Chihuahua (26.4%), Yucatán (26.1%), Nuevo León (20.6%) y Jalisco (20.1%).  Sorprende que hay 11 entidades federativas que en 2022 tienen una industria más pequeña de lo que tenían en 2013, y las seis que presentan las mayores contracciones son: Tamaulipas (-10.5%), Zacatecas (-16.1%), Chiapas (-20.7%), Veracruz (-24.3%), Colima (-24.5%) y Campeche (-44.6%).

Finalmente, al analizar el desempeño económico de los estados en 2022 en cuanto a comercio y servicios (actividades terciarias), vemos que todos, menos Yucatán crecieron. Los seis estados de mejor desempeño en el 2022 fueron: Quintana Roo (11.1%), Baja California Sur (7.7%), Jalisco (6.7%), Sinaloa (5.8%), Chihuahua (4.8%) y Nayarit (4.6%). Como ya lo mencioné, el único estado que contrajo su actividad de comercio y servicios en 2022 fue Yucatán con una caída de -0.5%.

De igual forma, al analizar el desempeño del comercio y servicios en las diferentes entidades federativas en el periodo de 2013 a 2022, vemos que las seis de mejor desempeño fueron (en paréntesis se indica su crecimiento porcentual): Baja California Sur (37.2%), Baja California (29.0%), Quintana Roo (28.6%), Colima (26.6%), Jalisco (25.8%) y Estado de México (25.0%). Vemos que sólo hay un estado con una economía más pequeña, en el comparativo de 2013 a 2022, en las actividades terciarias y es Campeche con una contracción de -0.2 por ciento.

Con este análisis queda claro que, aunque las cifras agregadas del desempeño económico de nuestro país sean positivas, no todos los estados y regiones tienen el mismo desempeño y que, aunque hay años en los que la economía nacional crece, hay entidades que sufren fuertes contracciones. Y lo que es aún peor es que hay economías estatales que ahora son más pequeñas de lo que eran hace 9 años. Desde luego que mucho del desempeño de cada entidad tiene que ver las políticas públicas implementadas por cada gobierno estatal, si son o no afines al sector privado; pero también es cierto que para tener un desarrollo más equilibrado se requiere de una política industrial que tome en cuenta las vocaciones de cada región y las necesidades específicas de cada actividad.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com  

En Twitter: @alejandrogomezt

Riesgos de las monedas digitales de los bancos centrales

Una moneda digital es cualquier moneda nacional emitida por un banco central que esté disponible exclusivamente en formato electrónico. Las versiones electrónicas de la moneda ya dominan los sistemas financieros de la mayoría de los países. Lo que diferencia a la moneda digital de la moneda electrónica que ya está en las cuentas bancarias de millones de mexicanos es que la moneda digital nunca toma forma física.

Puede ir a un cajero automático ahora mismo y transformar fácilmente el dinero electrónico de sus cuentas bancarias. Sin embargo, la moneda digital nunca sale de una red informática y se intercambia exclusivamente a través de medios digitales.

Hay tres variedades principales de moneda digital: criptomoneda, monedas estables y moneda digital del banco central, estas últimas conocidas como CBDC.  Una moneda digital del banco central es una moneda digital emitida y supervisada por el banco central de un país. Por ejemplo, piense en el caso de que el Bitcoin fuera administrado por el Banco de la Reserva Federal (FED) y tuviera el respaldo total del gobierno de los EE.UU.

Ahora en día más de 100 países están explorando las CBDC en un nivel u otro, según el FMI. Pero a partir de 2022, solo un puñado de países y territorios tienen CBDC o tienen planes concretos para emitirlos. Algunos lugares en los que CBDC ya está disponible incluyen el Banco Central de las Bahamas (Sand Dollar), el Banco Central del Caribe Oriental (DCash), el Banco Central de Nigeria (e-Naira) y el Banco de Jamaica (JamDex), por nombrar solo algunos. pocos.

Hay mucho entusiasmo por parte de la gente a nivel mundial por el futuro de las monedas nacionales y que éstas puedan ser digitales. Pero en un artículo de J.B.Shurk, publicado el 12 de abril en el sitio web The Gatestone Institute, titulado “Monedas digitales del banco central: dinero de juguete que destruirá lo que queda de la propiedad privada, los mercados libres y la libertad personal” se advierte de los enormes riesgos que conlleva la existencia del dinero digital y cómo es que de implementarse (desplazando el anonimato de la moneda fiat) acabará con lo que queda del sistema capitalista.

El artículo de Shurk comienza señalando como durante la Guerra Fría, la división entre Este y Oeste se describía comúnmente como un enfrentamiento entre el comunismo y el capitalismo. La Unión Soviética (URSS), sus países satélites y aliados operaban economías planeadas centralmente en las autoridades gubernamentales dirigían la asignación de recursos, la producción agrícola y la fabricación industrial del Estado. Por su parte, Estados Unidos y el bloque Occidental defendieron las normas democráticas liberales y el libre mercado. Esa división, por supuesto, siempre fue demasiado simplista. Es verdad que Estados Unidos no solo apoyó a las dictaduras del tercer mundo cuando al hacerlo produciría ventajas estratégicas contra la URSS, sino que también la diferenciación entre mercados libres y controlados nunca fue tan sencilla.

Cuando los estudiantes universitarios aprenden los conceptos básicos del capitalismo, se les enseña acerca de los mercados en los que las personas pueden negociar libremente el intercambio de bienes y servicios de acuerdo con sus necesidades, gustos y preferencias, así como su presupuesto disponible. Se les enseña que la propiedad privada es el sello distintivo del capitalismo y es la distinción clave que separa al capitalismo respecto de los sistemas económicos socialistas y comunistas, en los que la propiedad se comparte de diversas formas entre la gente o es propiedad exclusiva del Estado.

Sin embargo, cuando los jóvenes estudiantes maduran, se dan cuenta de que, en todo Occidente, la propiedad privada y el libre mercado no son ni tan privados ni tan libres. Uno puede pensar que es dueño de una propiedad inmobiliaria después de haber realizado todos los pagos para hacerse de ella, pero ¿qué sucede si en ese terreno que acabas de comprar quieres construir un edificio de departamentos o unos locales comerciales? Pues no puedes simplemente empezar a construir. Vas a tener que realizar una letanía de trámites burocráticos con la Dirección de Desarrollo Urbano, con la de Medio Ambiente, Bomberos, Protección Civil, Dirección de Tránsito, y quien sabe cuanta burocracia adicional. El proceso será largo y tortuoso, puede durar años, y tal vez el permiso de construcción jamás se otorgue. De esta forma, vamos entendiendo que lo que supuestamente es nuestro, está sujeto a decenas de individuos que le dirán como puedes usar su propiedad.

En la mayoría de los lugares de Occidente, tendrían razón. Los estatutos, los reglamentos y las obligaciones tributarias gravan lo que usted cree que es suyo, e incluso cuando uno haya seguido todas las leyes al pie de la letra y haya pagado cada centavo de contribuciones, todavía no hay garantía de que los funcionarios gubernamentales no invoquen más tarde las leyes de expropiación para robar lo que usted posee porque creen que pueden usar su propiedad privada de manera más fructífera para el “bien público”.

Asimismo, los mercados libres difícilmente están libres de la intervención del gobierno. Las leyes, reglamentos y normas federales, estatales y locales restringen las actividades de cada industria. Antes de iniciar cualquier nueva aventura comercial, un empresario debe considerar una enorme cantidad de restricciones impuestas por el Estado: ¿Qué tipo de productos se pueden comprar y vender? ¿Qué tipo de materias primas deben entrar en esos productos? ¿Qué tipos de permisos gubernamentales deben obtenerse primero? ¿Qué tipos de empleados calificados se requieren para hacer el trabajo? ¿Cuánto tiempo se les permite a esos empleados estar en el trabajo? ¿Qué estándares de seguridad y de la industria se deben seguir? ¿Qué medios de transporte se pueden utilizar para mover los productos terminados de un lugar a otro? ¿En qué tipos de almacenamiento se pueden guardar esos productos? ¿Qué clientes intermedios pueden comprar bienes legalmente? ¿Pueden esos bienes cruzar las fronteras nacionales sin violar los tratados internacionales o las restricciones de seguridad nacional? El intercambio negociado de bienes y servicios difícilmente es simple cuando las reglas y regulaciones gobiernan cada parte de la transacción de mercado y el incumplimiento de esas reglas resulta en multas, pérdida de inventarios, demoras o incluso sanciones penales.

Los estudiantes universitarios del capitalismo aprenden que en teoría los mercados operan de acuerdo con las leyes de la oferta y la demanda, a través de las cuales la “mano invisible” de Adam Smith guía tanto la producción como los precios de los bienes terminados. Cuando la demanda de un producto en particular es alta, su precio aumentará. Cuando los precios suban, nuevos empresarios ingresarán al mercado y producirán más bienes. Cuando esos empresarios compiten entre sí, su deseo de atraer clientes crea un incentivo natural para que construyan los mejores productos posibles de la manera más eficiente al menor costo. La competencia, en teoría, obliga a los mercados a descartar naturalmente productos malos y caros, mientras mantiene bajos los precios de los mejores productos.

En la práctica, sin embargo, los estudiantes maduros del capitalismo entienden que muchos empresarios idealmente no buscan los mercados donde está la mayor competencia sino una situación que les permita mantener condiciones de mejores precios para maximiar la utilidad. Dondequiera y siempre que los productores puedan fabricar y vender bienes preferirán los mercados en los que la competencia sea menor para ser ellos quienes determinen la cantidad y el precio de su producto. Cuando su producto es algo que los consumidores deben tener, los empresarios monopolistas trataran de controlar el mercado. Así es como se hacen las verdaderas fortunas y en México somos expertos en crear grandes capitales con base en lo que se conoce como “capitalismo de cuates” o “crony capitalism”. El resultado final es que hasta los más férreos capitalistas siempre buscan formas en las que puedan aprovechar las leyes y regulaciones, el conocimiento especializado, los contratos gubernamentales u otros mecanismos de exclusión para restringir la entrada de competidores potenciales al mercado. No hay nada “invisible” en las formas en que las grandes corporaciones y los conglomerados de todo tipo utilizan su influencia para evitar que las empresas más pequeñas desafíen su dominio. De esta manera, la mayoría de los mercados difícilmente podrían describirse como totalmente “libres”.

Si ni la propiedad privada ni los mercados libres existen fuera de los libros de texto, el surgimiento de las monedas nacionales fiduciarias, mediante las cuales el dinero basado en el oro ha sido reemplazado por billetes de papel sin valor innato impuestos por el gobierno, solo ha exacerbado el problema. La utilidad del dinero, sobre el trueque tradicional de bienes y servicios, proviene de sus tres funciones principales: proporcionar (1) una unidad de cuenta, (2) una reserva de valor y (3) un medio de intercambio. Cuando existe dinero sólido dentro de la sociedad, las transacciones de mercado son fáciles y el comercio florece. En lugar de tratar de determinar cuántas pieles de conejo podrían valer un trozo de carne de res o la experiencia de un economista, los consumidores ahorran tiempo y energía al utilizar instrumentos monetarios estándar que son fáciles de mantener, transportar y tienen un valor constante. Aunque todo, desde perlas y conchas hasta dientes y huesos, se ha utilizado como formas de dinero, el oro ha seguido siendo el patrón oro del dinero en todas las culturas durante miles de años. Poseyendo un valor estable en el tiempo debido a su relativa escasez y la percepción compartida por los seres humanos de su valor innato, el oro ha proporcionado un medio de intercambio ideal. Es por eso que tantas monedas estándar a lo largo de la historia y de naciones y culturas de todo el mundo han sido acuñadas con medidas precisas de este metal precioso.

Sin embargo, al reemplazar lentamente el uso de monedas de oro con el uso obligatorio de monedas de papel o dinero fiat, los estados nacionales han querido hacer magia al crear dinero de juguete de la nada y sin mayor sustento. Aunque el orden particular de los acontecimientos ha sido diferente para las distintas naciones durante el último siglo y medio, los pasos importantes han sido todos los mismos: Primero, se introduce alguna forma de papel moneda y se respalda con la promesa del gobierno de pagar al tenedor de ese dinero una suma fija en oro o plata. Luego, surge la introducción de un banco central privado que tiene un poder de monopolio de facto para imprimir papel moneda de acuerdo con su mejor juicio para mantener una economía nacional saludable. Finalmente, se revoca el respaldo en oro o plata de esas monedas de papel moneda.

En todo Occidente, esa transición lenta pero constante de dinero con valor innato a monedas sin valor innato ha funcionado como una larga estafa contra el público. Las personas fueron condicionadas a usar papel moneda a lo largo de décadas; la oferta y demanda de papel moneda se desvinculó de la “mano invisible” de Adam Smith; y los mandatos gubernamentales impedían que los ciudadanos volvieran a los medios de intercambio universalmente estables que el oro y la plata han proporcionado durante mucho tiempo. Se hace mucha magia, ya que las tesorerías de los gobiernos occidentales y los bancos centrales reemplazaron los mercados libres vinculados de forma segura con tipos de cambio fijos con el oro, con mercados que operan con papel moneda (controlado centralmente), y que distorsionan el valor de cualquier tipo de propiedad privada. Esto ha quedado demostrado en los episodios en los que los excesivos incrementos de la oferta monetaria o la hoja de balance de los bancos centrales, ha generado inflación de precios al consumidor, pero sobre todo burbujas en los precios de toda clase de activos.

Este cambio bastante maquiavélico ha permitido que en países como Estados Unidos, el gobierno gaste dinero como borracho precisamente porque el banco central comprará toda su deuda y facilitará la impresión de más dinero. ¿Cómo podrían sus políticos oponerse a un arreglo que les permite gastar imprudentemente sin ninguna de las consecuencias normales del libre mercado? Por el contrario, décadas de impresión de moneda solo han inflado artificialmente los precios de las casas, las acciones y otros activos denominados en esos billetes de papel, dando a los ciudadanos comunes la falsa impresión de que parte de lo que poseen está ganando valor. Sin embargo, si una casa hoy es veinte veces más cara (en dólares) que en 1950, podría tener algo que ver con el hecho de que el dólar estadounidense ha perdido más del 97% de su valor desde que el banco central privado de la Reserva Federal entró en existencia en 1913. y Estados Unidos, de forma lenta pero segura, desvinculó su moneda del respaldo en oro durante el transcurso de los siguientes sesenta años. Los precios de las viviendas ciertamente han aumentado, pero al mismo tiempo cualquier ahorro en dólares estadounidenses se ha esfumado. Hasta aquí llegó la función de almacén de valor que debía tener el dinero.

Ahora que los bancos centrales imprimen dinero y el gasto público imprudente lleva al límite a los sistemas económicos occidentales, se ha propuesto un nuevo tipo de truco financiero: las monedas digitales de los bancos centrales (CBDC). La idea es que los consumidores y productores realicen transacciones en su totalidad en monedas virtuales que no existen físicamente fuera de la memoria de celulares y computadoras interconectadas. Si reemplazar las sólidas monedas de oro con papel sin valor no fuera suficientemente malo, ahora el papel sin valor será reemplazado por los efímeros unos y ceros del código informático. ¿Qué podría salir mal?

Dejando de lado el frágil castillo de naipes que representa el sistema financiero que hoy desestabiliza los mercados globales, hay que considerar lo que significa la transición a las CBDC para Occidente. En pocas palabras, cualquier distinción persistente de la Guerra Fría entre capitalismo y comunismo se desvanecería.

Si los gobiernos y los bancos centrales controlan la creación, distribución e intercambio de dinero virtual, lo que quede de los mercados libres desaparecerá. Si los gobiernos y los bancos centrales monitorean cada transacción entre consumidores y productores, entonces todas las industrias estarán subyugadas al mando centralizado del Estado. Si los gobiernos y los bancos centrales hacen valer el poder legal para determinar quién puede almacenar valor, cuánto valor puede almacenarse personalmente y cuánto tiempo se permitirá que dure ese valor, entonces lo que quede de la propiedad privada dejará de existir. Si los gobiernos y los bancos centrales mantienen un monopolio digital sobre las únicas formas de dinero legales, entonces podrían redistribuir la riqueza o penalizar el comportamiento personal sin tener en cuenta los derechos individuales o los límites de su control.

Con el dinero digital, los mismos sistemas de vigilancia y puntajes de crédito social que ya están generalizados en la China comunista invariablemente también lo estarán en todo el Occidente libre.

Sin duda, en su momento las campañas de propaganda encubrirán este monitoreo opresivo con el propio lenguaje “políticamente correcto” de Occidente de luchar contra el “odio” o el “racismo” o el “cambio climático” o el próximo susto similar al COVID, pero el sistema de control de Occidente sobre sus ciudadanos no será diferente de la versión comunista china: a los individuos se les confiscará o repondrá su riqueza digital según si su comportamiento se ajusta a lo que el Estado desea. Los mercados libres, el libre albedrío, la libertad de expresión e incluso la libertad de pensamiento se regularán tan fácilmente como los bancos centrales regulan la riqueza digital de cada ciudadano. En efecto, la implementación de las CBDC otorgará a los gobiernos occidentales el monopolio final sobre todas las vidas dentro de su dominio.

El artículo de Shurk finaliza mencionando que durante demasiado tiempo, los occidentales hemos permanecido en silencio mientras la competencia del mercado ha dado paso a comportamientos monopólicos tolerados por el gobierno, mientras que la propiedad privada se ha transformado en algo mucho menos personal o seguro. El dinero de juguete emitido en papel moneda ha destruido los ahorros de la mayoría de los occidentales comunes, al tiempo que infla artificialmente los precios de las casas y otros activos que cada vez están menos al alcance de la mayoría. Ahora, una revisión del sistema financiero y una transición a las CBDC obligatorias amenazan lo que queda de las libertades personales de los occidentales. Antes de que se evaporen los últimos vestigios de la dicotomía ideológica de la Guerra Fría y no quede nada que distinga al Este del Oeste, este es el momento para que los amigos de la libertad se pongan de pie y den la pelea por lo que es correcto. Mientras que Klaus Schwab puede desear un futuro en el que los occidentales encuentren la felicidad de no poseer nada, aquellos que valoran la libertad saben que la propiedad personal y el intercambio sin restricciones de bienes, servicios e ideas siguen siendo la base de aquellas naciones libres que se niegan a ser esclavizadas.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt