¿Es una buena noticia que a la economía mundial le esté yendo bien?

Los indicadores económicos de México han sido mejores a lo anticipado en el arranque de 2023. Muestra de ello es que en el segundo mes de 2023 y con datos desestacionalizados, el Indicador de Pedidos Manufactureros (IPM) presentó un incremento mensual de 1.58 puntos, con lo que hiló 31 meses consecutivos sobre el umbral de 50 puntos. De igual forma, en enero de este año la población desocupada fue de sólo 1.8 millones de personas y la Tasa de Desocupación (TD), de apenas 3% de la PEA. En este sentido, fue sorpresivo que en diciembre del año pasado, a tasa anual y con series desestacionalizadas, el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) aumentó 3.1% en términos reales, apoyada de aumentos de 3.1% en las actividades secundarias y de 2.8% en las terciarias.

Estos datos han provocado que se comiencen a ajustar al alza las expectativas de crecimiento económico para 2023, como es el caso de la Encuesta de Expectativas de Banxico en la que los encuestados ajustaron su expectativa de crecimiento de 1.00% en enero a 1.16% en febrero. O como el caso de la Encuesta Citibanamex de Expectativas en la cual la perspectiva de crecimiento para este año subió a 1.2% desde el 1.0% reportado en la encuesta previa. Cabe señalar que los más optimistas hablan de que México podría crecer este año 1.7 por ciento. 

Este fenómeno de fortaleza de crecimiento en el arranque de 2023 y mejora de expectativas, no obstante la considerable subida en tasas de interés, no es exclusivo de México. En un artículo editorial de Paul Hannon, Harriet Torry y Stella Yifan, publicado en el Wall Street Journal y titulado “A la economía mundial le va bien: malas noticias para los banqueros centrales”, se menciona como Estados Unidos, China y Europa siguen con indicadores de crecimiento fuertes en un contexto de elevada inflación y crecientes tasas de interés.

El artículo comienza señalando que la economía mundial está mostrando vigor, y muestra de ello son las encuestas de opinión empresarial más recientes que apuntan a una reactivación generalizada del crecimiento a pesar de los crecientes costos del financiamiento y los elevados precios de la energía y los alimentos, lo que representa una clara señal de que los bancos centrales podrían necesitar más tiempo del originalmente previsto para controlar la inflación.

Los datos de los principales centros económicos del mundo: EE.UU., China y Europa, han mostrado una sorprendente vitalidad en las economías de estas regiones desde el arranque de 2023, lo que contradice las predicciones del Banco Mundial y otros economistas de que la economía mundial se encaminaba a uno de sus años más débiles en las últimas décadas.

Si bien esto es una buena noticia para los gobiernos, esa resiliencia puede persuadir a los banqueros centrales de que necesitan aumentar las tasas de interés clave aún más de lo previsto para poder controlar la escalada inflacionaria, recetando mayores tasas de interés a una economía que todavía se encuentra sobrecalentada. Esto podría traducirse entonces en una desaceleración del crecimiento más adelante en este 2023 y en 2024, año que se preveía como uno de recuperación.

Los datos más recientes ubican la inflación de precios al consumidor en los siguientes niveles: Brasil (5.8%), Canadá (5.9%), España (6.1%), Francia (6.2%), Estados Unidos (6.4%), India (6.5%), Singapur (6.6%), Sudáfrica (6.9%), México (7.6%), Australia (7.8%), Holanda (8.0%), Zona Euro (8.5%), Alemania (8.7%), Italia (9.2%) y Reino Unido (10.1%). Esto muestra que las tasas de inflación están demostrando ser más rígidas de lo esperado.

Un indicador clave para los bancos centrales es el mercado laboral, que sigue estando muy ajustado en muchas partes del mundo. Los formuladores de políticas públicas han estado examinando los datos del mercado laboral en busca de indicios de un aumento del desempleo, una disminución de las horas trabajadas o una desaceleración de los aumentos salariales, todo lo cual podría ayudar a enfriar la demanda y aliviar la presión al alza de los precios, pero eso es algo que aún no se ha logrado, incluyendo a México, dónde los niveles de población desocupada se encuentran en sus puntos más bajos desde que se tiene registro.

Madhavi Bokil, economista de Moody’s Investors Service, advirtió que “hemos visto a los bancos centrales subir las tasas de referencia…la esperanza es que con unas cuantas subidas adicionales  sea suficiente. Si no es así, podríamos ver a los bancos centrales endurecer más las condiciones crediticias”.

Las señales más recientes de que el crecimiento económico mundial ha sido más fuerte de lo esperado en el arranque de 2023 se produjeron en encuestas recientes aplicadas a fábricas de todo el mundo, realizadas por S&P Global. En febrero, éstas mostraron el primer aumento en la producción manufacturera agregada mundial en siete meses, ayudados por un salto en China después de que las autoridades levantaran las estrictas restricciones de Covid. Encuestas similares de proveedores de servicios en todo el mundo apuntan a una aceleración del crecimiento, incluyendo a China y Europa.

En EE.UU., la inflación general sigue elevada (6.4% en enero) y los gastos e ingresos de los estadounidenses aumentaron en el primer mes del año, de acuerdo con el Departamento de Comercio. El indicador de inflación preferido de la Reserva Federal, el índice de precios de gastos de consumo personal, aumentó un 5.4% en enero respecto al año anterior, mientras que el gasto de los consumidores estadounidenses aumentó un 1.8% desestacionalizado en enero comparado en el de  diciembre, el mayor aumento en casi dos años. Los sueldos y salarios crecieron un 0.9% en enero, más del doble que el mes anterior.

Europa también comenzó el año con mucha potencia y parece poco probable que caiga en la recesión pronosticada por muchos después de que los precios de la energía aumentaron en los meses posteriores a la invasión rusa a Ucrania. El costo de ese vigor económico: los datos más recientes mostraron que la tasa de inflación subyacente, que excluye el petróleo y los alimentos, alcanzó un máximo histórico en febrero de 5.3%.

Por su parte, la reactivación de China ha ayudado a impulsar la producción industrial en otras partes de Asia. Pero los economistas son cautelosos, en parte debido a la incertidumbre respecto a cuánto, y qué tan pronto, la reapertura de China beneficiará al resto de la región. El abandono de la política de cero-covid con sus estrictas restricciones en China beneficiará principalmente al consumo, lo que podría ser una bendición para países como Tailandia, que son populares entre los turistas chinos, según Trinh Nguyen, economista sénior de Natixis en Hong Kong.

También hay dudas sobre cuán resistente será el crecimiento en los EE.UU. y Europa. Después de todo, las tasas de interés ya han aumentado considerablemente según los estándares de las últimas décadas, y puede llevar tiempo sentir el impacto total.

“Simplemente toma meses antes de que una política monetaria más estricta se abra paso en la economía real”, dijo Carsten Brzeski, economista jefe de ING Bank. “Y lo hará. O dicho de otra manera, si éste, que ha sido el mayor cambio de política monetaria en años, no deja ninguna marca en la economía real, valdría la pena considerar cerrar todos los bancos centrales”.

Una explicación alternativa para la resistencia tan sorprendente de la economía global frente a lo que parecen ser movimientos agresivos por parte de los bancos centrales es que las tasas de interés solo son efectivas por arriba de cierto nivel. Mark Dowding, director de inversiones de RBC BlueBay Asset Management, sugirió que las tasas podrían “necesitar moverse por encima de un umbral como el 2% antes de que comiencen a tener algún efecto”. Si ese fuera el caso, entonces podríamos afirmar que el ciclo alcista de tasas de interés en EE.UU. apenas comenzó realmente hace seis meses y en Europa apenas está iniciando. Dado el rezago en los efectos de la política monetaria, esto explicaría el por qué aún no se percibe todo su impacto en la economía real.

La fortaleza de la economía de EE.UU. podría llevar a la Reserva Federal a aumentar las tasas de interés aún más de lo anticipado este año para enfriar las presiones sobre los precios. Lo mismo ocurre con el Banco Central Europeo: tras el incremento de la inflación subyacente de la eurozona, los economistas de Barclays elevaron su pronóstico para la tasa de interés clave del banco central y ahora esperan que alcance un máximo histórico en los próximos meses.

En este sentido, en su testimonio del 7 de marzo ante el Congreso de Estados Unidos, el presidente del Banco de la Reserva Federal (FED), Jerome Powell, indicó que “es probable que el nivel final de las tasas de interés sea más alto de lo anticipado” y que “restaurar la estabilidad de precios probablemente requerirá que mantengamos una postura restrictiva durante algún tiempo”. Esta fue la dura postura por parte de la FED y, en consecuencia, los mercados se desplomaron y el dólar se fortaleció. Hace una semana escribí sobre la fortaleza artificial del peso mexicano, en 17.97 pesos por dólar, explicada por el diferencial de tasas de interés y una semana más tarde, tras las declaraciones de Powell, vemos el tipo de cambio en 18.50 pesos por dólar. 

Es así que mientras los bancos centrales sigan decididos a reducir la inflación a sus niveles objetivo, es probable que cualquier señal de fortaleza económica desencadene una respuesta de política monetaria destinada a sofocarla a través de alzas en tasas de interés.

Entonces, aunque Moody’s elevó recientemente sus pronósticos de crecimiento para EE.UU. y Europa, todavía espera una desaceleración este año, a 0.9% y 0.5%, respectivamente.

Las consecuencias de un mayor endurecimiento de la política monetaria no se limitarán a esas regiones. Es probable que afecte a las economías en desarrollo, algunas de las cuales, en particular naciones como México y Brasil, que elevaron sus tasas de interés clave desde antes de que lo hiciera Estados Unidos, por lo que podrían sufrir mayores alzas de tasas para emular las decisiones de política monetaria de EE.UU, lo que en el caso de México podría llevar la tasa objetivo a un nivel de 12.00% o superior. Esto significa mayores costos financieros para todos los que tengan deuda con tasas de interés variable, los que vayan a solicitar nuevos créditos o que tengan necesidades de refinanciar. Mayores costos para gobiernos, empresas y familias derivados del fortalecimiento económico.

Para los bancos centrales, el único mensaje de la reciente aceleración del crecimiento y la inflación puede ser que su endurecimiento hasta ahora no ha sido suficiente, lo que provoca preguntarnos si la negativa actual de las economías a frenarse finalmente tendrá que terminar en recesiones retrasadas en 2024.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

La inevitable debilidad del dólar

Existe un gran debate respecto de lo que sucederá con el valor del dólar estadounidense. Hay un grupo de analistas le cree al Banco de la Reserva Federal (FED) en su compromiso en la guerra contra la inflación y por lo tanto su voluntad para seguir aumentando su tasa de interés, aunque esto implique el colapso del mercado de bonos del Tesoro. Otro bando cree que la FED terminará salvando el mercado de bonos (y la riqueza de millones de personas) por lo que antes de que concluya este año comenzaremos a ver esquemas de compra de bonos y baja de tasas de interés, aunque esto signifique incrustar elevadas tasas de inflación en el mediano y largo plazos.

A este respecto, en un artículo de Matthew Piepenburg titulado “El momento Gettysburg de Powell, el Waterloo del dólar estadounidense y la locura de hoy”, publicado el 25 de febrero en GoldSwitzerland.com, se expone un panorama obscuro para el dólar estadounidense. El autor lo hace examinando la interacción histórica de guerras perdidas después de grandes victorias, egos acorralados, monedas que se derrumban y mayores controles gubernamentales.

La historia importa

La historia importa, y con esto Piepenburg  se refiere a todos sus maravillosos y feos matices (y lecciones). La historia, por supuesto, está llena de cifras y épocas desesperadas, muchas de las cuales implican economías desesperadas seguidas de guerras igualmente desesperadas y puntos de inflexión que surgen de la desesperación.

Guerras perdidas desde el principio

Napoleón Bonaparte, que había ganado previamente innumerables batallas desde Rivoli hasta Austerlitz, se encontró temblando en Rusia en 1812 después de perder la mayor parte de su ejército ante el General Invierno Ruso. En ese entonces le comentó a uno de sus generales que “hay solo una delgada línea entre lo sublime y el ridículo.”

Tres años más tarde, en Waterloo en 1815, los días “sublimes” de Napoleón (y el número incontable de pérdidas humanas causadas por él) terminaron para siempre.

En los Estados Unidos, en la Guerra Civil, el ejército de los Estados Confederados era talentoso y aunque era enormemente superado en número, bajo el mando de Robert E. Lee, humilló a las fuerzas de la Unión en las batallas de Manassas 1 y 2. Pero en Gettysburg, Pensilvania, el 3 de julio de 1863, fue derrotado y el campo de batalla fue sembrado de moribundos y muertos pertenecientes a sus otrora valientes divisiones. Fue aquí cuando la Guerra Civil de EE.UU. llegó a un punto de inflexión matemático.

A pesar de la carnicería de Gettysburg, la guerra se prolongó durante 2 horrendos años más (generando  innumerable cantidad de víctimas), debido a que se ignoraron las duras matemáticas de la disminución del número de tropas, suministros, cañones y caballos que hacían imposible la “victoria” del Sur.

Menos de un siglo después, esta vez cerca de Stalingrado en el invierno de 1943, la aparentemente invencible Wehrmacht alemana, después de haber conquistado Polonia, Francia, el norte de África y grandes franjas del este, se encontró (y el general von Paulus) frente a la realidad igualmente matemática de lo que alguna vez parecía una derrota imposible.

Según todas las métricas, los alemanes, habiendo provocado una guerra en los frentes Occidental y Oriental, estaban acabados; pero la guerra (y el número incontable de bajas) continuaría durante dos años más sin sentido.

Políticas financieras destinadas al fracaso desde el principio

La interacción superpuesta del ego humano, las duras matemáticas y las estrategias fallidas condenadas desde el principio, tienen su lugar tanto en la historia militar como en la financiera.

Por ejemplo, hubo una vez (alrededor de 2008) que nuestros banqueros centrales en general, y la Reserva Federal de EE.UU. en particular, tuvieron la terriblemente mala idea de que los bancos centrales podían usar irrestrictamente dinero fiduciario creado de la nada para salvar bancos comerciales que habían hecho mal las cosas, vencer recesiones, gestionar la inflación, monetizar la deuda, ganar un premio Nobel de Economía (Ben Bernanke en 2022) y lograr el pleno empleo con un clic de un mouse de computadora.

Estos grandes planes, así como las promesas de los generales fallidos y las guerras dementes de Lebensraum, la gloire de l’empire o la “Causa del Sur”, fueron seguidos inicialmente por una serie de primeros “éxitos tipo Austerlitz” (es decir, burbujas de mercado) que trajeron euforia de corto plazo.

Desafortunadamente, esas victorias tempranas y logradas con un clic del mouse ignoraron las realidades de más largo plazo, a saber: desigualdad de riqueza históricamente sin precedentes, grotesca degradación del valor de las monedas, la muerte del descubrimiento de precios del libre mercado y el nacimiento de lo que equivale a poco más que el socialismo de Wall Street y el feudalismo de mercado disfrazado hoy como “capitalismo” de la Teoría Monetaria Moderna (MMT por sus siglas en inglés).

Tal “gloria” a corto plazo a expensas de la ruina a más largo plazo es un patrón demasiado familiar para aquellos que prestamos atención…

El autor se refiere al emperador Jerome Powell, quien por ejemplo, cree que puede “ganar la guerra contra la inflación”, pero al igual que Napoleón, Lee y von Paulus, todavía es incapaz de admitirse a sí mismo (o a nosotros) que su gran visión está condenada al fracaso en cualquier sentido que la tome.

Y así, continúa luchando desesperadamente por una causa perdida a expensas de innumerables monedas e inversionistas (víctimas) en todo el mundo.

¿Cómo podemos saber esto? Todo se reduce a matemáticas duras y malas opciones.

Como se detalla en anteriores entregas, las matemáticas hablan por sí solas:  Los niveles de deuda global han superado su “momento Gettysburg” y no quedan victorias fáciles una vez que comenzamos a negociar en cifras de trillones de dólares (un trillón es un 1 con 15 ceros).

Ya sea que Powell continúe con el apretón cuantitativo (o monetario, también llamado QT) o cambie a un alivio cuantitativo (o monetario llamado QE), los soldados de a pie minoristas en todo el mundo enfrentarán una recesión/depresión económica o una inflación extrema.

Elige tu “victoria” o tu veneno. Si vemos ambos posibles resultados entonces hablamos de estanflación

Igualmente grave es la inevitable desaparición del poder adquisitivo del dólar en los Estados Unidos y su inflación exportada al resto del mundo, que el lento final de su hegemonía global.

El triste destino del dólar

Independientemente de si el USD (o el índice dólar DXY) sube o baja en el corto plazo, el resultado final es tan inevitable y matemático como la guerra de dos frentes de Alemania, la carga de Pickett en Gettysburg o el desastre de Waterloo de Napoleón.

Una vez que las burbujas de acciones y bonos alcanzan sus puntos de inflexión y comenzaron a estallar, la última burbuja en morir es siempre la moneda, que es precisamente donde nos han colocado los premiados (?) banqueros centrales.

En resumen, y como se muestra a continuación, la economía global y el USD, liderados por el General Powell, están a punto de cruzar esa línea infamemente fina que va de lo sublime a lo ridículo…

Los últimos momentos sublimes del USD

Sin embargo, como en cualquier guerra perdida, siempre hay quienes se aferran a la esperanza, incluidos aquellos que piensan que el USD nunca se rendirá. (En 2022, la libra esterlina, el yen y el euro cayeron)

Recientemente, por ejemplo, los titulares, los políticos, los mercados y los inversionistas alcistas permanentes estaban positivamente impactados por un informe de creación de empleos en EE.UU. más fuerte de lo esperado y los datos de nómina no agrícola. El índice dólar (DXY) subió fuerte.

Sin embargo, lo que fue igualmente más alto (de hecho 60% más alto…) de lo esperado fue la estimación de préstamos requeridos por el Tesoro de EE.UU. para 2023, también conocida como la cuenta del bar  del Tío Sam, ¡$ 930 mil millones de dólares! –solo para el primer trimestre de 2023.

Cada uno de estos datos ha enviado al USD temporalmente al alza, junto con las expectativas de inflación, que ahora parecen estar incrustadas.

Entonces, la gran pregunta hoy es esta: ¿Se fortalecerá o debilitará el USD en 2023 y más allá?

Hay dos campos en este debate estratégico, y dos consecuencias dependiendo de qué campo tenga razón. Ninguno de los dos es “victorioso”.

Escenario malo 1: las consecuencias de un dólar al alza

Si el USD se fortalece con más alzas en la tasa de interés, acabará con el valor de casi todas las clases de activos, excepto el propio USD.

Ya estamos viendo esta carnicería abierta en los mercados crediticios a medida que aumentan las tasas de interés y las políticas de dólar fuerte del General Powell paralizan las normas de préstamos y créditos del pasado.

Los funcionarios de crédito confirman un endurecimiento de la disponibilidad de éste (y una ampliación del spread entre tasa activa y pasiva de la actividad bancaria) a niveles que solo se vieron en recesiones anteriores, lo que agrega más peso a la afirmación actual del autor de que EE.UU. ya está en una recesión, a pesar de todos los intentos de Washington para redefinir, cancelar, ignorar o minimizar lo mismo.

El aumento igualmente sombrío en los índices de mora de los bonos de alto rendimiento agrega una prueba más de la muerte lenta (luego constante) de los bonos sangrantes debido a una tasa de interés al alza y una política de dólar fuerte.

Un USD fortalecido hará que el precio de los bonos baje más y, por lo tanto, los rendimientos y las tasas aumenten, lo que será deflacionario a medida que Estados Unidos, saturado de deudas, se empobrezca y los extranjeros se vean obligados a vender más bonos del Tesoro (UST por sus siglas en inglés) junto con una Reserva Federal más restrictiva que está haciendo exactamente lo mismo al disminuir su hoja de balance: venta masiva de bonos y creación de picos de rendimiento.

Escenario malo 2: las consecuencias de la caída del dólar

Sin embargo, si el USD se debilita, la inflación solo empeorará a medida que los déficits fiscales de más de $2 billones de dólares (trillions en inglés) anuales continúen con su ascenso constante hacia los $3 billones, $4 billones o incluso más de $5 billones de dólares para 2023 (como referencia, el PIB nominal de EE.UU. en 2022 fue de 25.5 billones de dólares).

Entonces, una vez más: ¿Se fortalecerá o debilitará el USD?

La respuesta radica en qué señales rastreas o en las que confíes: ¿la FED de Powell o el mercado de los bonos del Tesoro (UST)?

¿Creer en lo que Powell dice? Dólar fuerte adelante

Si, por ejemplo, crees en lo que dice la FED y su narrativa falsa, pero mortalmente seria sobre la inflación, entonces te verás atraído por el grito de guerra de Powell “debemos vencer la inflación”, que se reduce a un plan de batalla de suma cero de “alta inflación” es mala, baja inflación es buena. Debo vencer la inflación”.

Igualmente parte de este falso plan de batalla (Powell necesita inflación y tasas negativas…) es la  valerosa idea de que “el aumento de las tasas mata la inflación”.

Bueno… sí, pero ¿a qué precio?

Si Powell gana la batalla de los titulares de prensa contra la inflación, pierde la guerra para salvar los mercados crediticios globales, las economías y la credibilidad política, cuya pérdida se atribuirá de inmediato al virus covid y al villano ruso, pero nunca a los banqueros centrales que nos empujaron al precipicio de la deuda.

Sin embargo, si vamos más allá de los titulares lineales y el pensamiento bidimensional de los banqueros centrales como Powell, rápidamente nos damos cuenta de que el mercado de bonos UST tridimensional es quizás el indicador real (y superior) de las probabilidades futuras.

O, ¿confíar en lo que sucede en los mercados de bonos?—Un dólar más débil por delante

Por lo tanto, en lugar de mirar a la FED, el autor está observando los mercados de bonos para obtener su brújula direccional: el norte en un mundo de política lleno de humo de cañón.

Como se ha dicho más veces de las que se pueden contar: el mercado de bonos es la cosa (The bond market is the thing). 

Y en cuanto al mercado de bonos soberanos, se han visto 3 períodos de completa disfunción en los últimos años, a saber: 1) el pico de la tasa de recompra de septiembre de 2019; 2) la caída del “Covid” de marzo de 2020, y 3) la implosión dorada de octubre pasado generada por el aumento del USD. La suma de estos tres eventos recientes ha estado a punto de romper el delgado hielo que mantiene la economía global fuera de un escenario financiero apocalíptico.  

No se puede culpar a aquellos que siguen a la FED (y esto es completamente comprensible dado que la FED ES el mercado en esta pesadilla del nuevo papel de los bancos centrales posterior a 2008) por esperar que el USD se fortalezca por mayores ajustes de tasas de interés, mientras Powell “combate la inflación”.

Pero aquellos que le creen a la FED también están ignorando esas 3 grietas en el mercado de bonos arriba mencionadas. En opinión del autor, el hielo está a punto de romperse si tenemos un cuarto momento/grieta en los bonos soberanos.

Por lo tanto, en lugar de seguir a la Reserva Federal, sería más prudente observar el mercado de UST, que se dirige precisamente en esa dirección de peligro a menos de que alguien (¿es decir, Janet Yellen?) impulse otro episodio de liquidez (QE) más tóxico y, por lo tanto, un USD más débil.

Pero como se argumentó anteriormente, de cualquier manera el dólar está condenado…

Plan de batalla fallido 1: endurecimiento en una crisis de deuda (dólar más fuerte)

Primero el autor presenta el escenario actual de la Reserva Federal y argumenta que si nos fijamos solo en lo que dice la FED, y sigue endureciendo su postura, lo que por ahora parece ser el plan para el primer y segundo trimestre de este año, el USD se fortalecerá, los rendimientos y las tasas (de 5% a 5.25%) aumentarán aún más y el mercado de bonos del Tesoro UST vería tal ola de ventas (extranjeras e impulsadas por el QT de la propia FED), que será inevitable un cuarto momento de riesgo en el mercado de bonos soberanos, y sería un evento lo suficientemente probable no solo como para “romper el hielo” de los mercados de bonos globales, sino también ahogar a todos los que patinan encima de él.

Dadas estas realidades y riesgos en el mercado de bonos UST, riesgos que incluso un Jerome Powell  totalmente acorralado entiende, no se ve un camino realista a seguir que no sea un USD más débil y, por lo tanto, un cambio de restricción monetaria (QT) a alivio monetario (QE).

¿Por qué? Porque esta es la información que se obtiene al analizar las señales del mercado de bonos, no de Powell.

Rastrear (y confiar) en Powell significa un Tesoro de EE.UU. hundido y tasas de interés peligrosamente elevadas, que es como kryptonita para el modelo “acomodaticio” estadounidense basado en la deuda.

Es así que lo más probable es que Powell se verá obligado a considerar estratégicamente el hecho de que esta guerra inflacionaria ha matado a su ejército de bonos UST y, por lo tanto, lo obligará (bajo la dirección de Janet Yellen) a cambiar de táctica.

O dicho de manera más simple, al igual que Napoleón, Robert E. Lee e incluso la Wehrmacht aprendieron que ningún ejército superado en número puede ganar una guerra prolongada, Powell descubrirá que ninguna política sostenida de aumento de las tasas puede terminar bien para los bonos/pagarés tóxicos que abundan en una nación en quiebra (Estados Unidos).

En resumen: a menos de que Powell debilite el USD e inyecte más liquidez QE en algún momento de 2023, su victoria sobre la inflación será a expensas de la sangre vital de Estados Unidos, a saber, el mercado de bonos UST.

Plan de batalla fallido 2: recurra a más “milagros” con un clic del mouse (dólar más débil)

Al final del día, y a pesar de toda esta retórica de “vencer la inflación” de Powell, el salvar al salvavidas que representan los pagarés del Tío Sam (es decir, el mercado de UST ) tendrá prioridad estratégica sobre “vencer la inflación”. Obviamente que esta es una opinión ciertamente contraria e impopular.

Sin embargo, parece ser una opinión compartida por nada menos que la mismísima Comandante del Cuerpo de Liquidez Tóxica: la Secretaria del Tesoro Janet Yellen.

En otras palabras, bajo este escenario, espere una capitulación eventual (no inmediata) en la política de subir tasas de interés y disminuir la hoja de balance de la FED, favoreciendo la creación de más dinero falso, también conocido como QE, es decir, “liquidez”.

Esto significa que, a pesar de los movimientos giratorios del dólar estadounidense y, por lo tanto, de las oscilaciones del índice dólar (DXY) hoy en día, la única dirección y opción a largo plazo para vencer una recesión y salvar los pagarés del Tío Sam es un dólar más débil, no más fuerte.

¿Juego final definitivo? Culpa, reinicio y control centralizado

Un USD más débil comprará tiempo (y UST) hasta que, en última instancia, las economías desarrolladas del mundo, que de hecho controlan los balances de las repúblicas bananeras, finalmente se den cuenta de que no queda nada para salvarlos, excepto un gran “reinicio”, es decir, una quiebra o Chapter Eleven global o un “Tratado de Versalles” económico.

Por supuesto, se culpará convenientemente de la necesidad de este “reajuste” a Putin y al Covid en lugar de a los banqueros centrales (generales fallidos) que causaron esta horrible guerra contra el dinero real, la deuda sostenible y el gasto fiscal sólido con el que los países desarrollados vivían hace años.

En ese momento, la historia nos recordará que las guerras perdidas y las políticas fallidas siempre se convierten en controles más centralizados disfrazados de “orientación” gubernamental, eficiencia de pago y liderazgo “democrático”, muy bien encapsulados en esa nueva dirección tóxica de las Monedas Digitales de los Bancos Centrales y un modelo de Nueva normalidad orwelliana…

¿Cómo posicionarse para no perder?

Cambiando de metáforas militares a ecuestres, el autor argumenta que los inversionistas, como los jugadores de polo, deben pensar hacia dónde se dirige la pelota, no dónde se encuentra actualmente.

Independientemente de lo que diga Powell hoy, la jugada real es de 3 a 4 movimientos por delante, que apuntan a un USD inevitablemente más débil y, por lo tanto, a un precio del oro que inevitablemente irá al alza.

Powell, por supuesto, es más político que economista, y los bancos centrales como la FED son cualquier cosa menos que independientes.

Como tal, Powell, los políticos en Washington, DC y los escritores creativos de matemáticas y ficción del Bureau of Labor Statistics (oficina responsable de medir la inflación en EE.UU.)  continuarán haciendo lo que hacen todos los políticos (o los ejércitos perdedores) cuando las cosas van en su contra: mentir.

El autor asegura que por lo tanto, los escritores creativos de Washington DC continuarán manipulando, distorsionando y “ajustando” los datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) para informar erróneamente que la inflación real casi “supera las expectativas”, lo que permitirá a Powell salvar las apariencias en una “guerra contra la inflación” perdida, mientras que la teniente Yellen calladamente impulsa una narrativa en favor de un USD más débil para salvar el mercado de bonos UST (es decir, evitar más ventas masivas de UST extranjero).

Esta política para salvar las apariencias permitirá entonces que EE.UU. haga lo que mejor sabe hacer: seguir pidiendo prestado, gastar y profundizar las espirales inflacionarias causadas por sus déficits fiscales crónicos y acumulación de deuda.

El molesto factor humano y conclusiones

Matthew Piepenburg concluye señalando que con base en la Realpolitik del mercado de bonos, las probabilidades apuntan hacia un punto de inflexión para regresar la liquidez que eventualmente generará un USD más débil a largo plazo.

Pero la historia también nos recuerda que a las figuras ebrias de poder no les gusta admitir la derrota. Sus egos se interponen en el camino de las decisiones racionales.

Jerome Powell, que desea desesperadamente ser recordado como un Paul Volcker napoleónico en lugar de un Arthur Burns cómico, no es una excepción a esa estrechez de miras humana demasiado humana.

No dispuesto a aceptar un momento Gettysburg, que se originó con el coronel Alan Greenspan, el general J. Powell podría presionar demasiado y durante demasiado tiempo con tasas de interés en aumento, lo que ocasionará un USD más fuerte y precios de bonos hundidos hasta que la inflación y el valor de todos los demás activos financieros se destruya.

Sólo podemos esperar y ver.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

El inminente rebote de las tasas de interés

Después de que el pasado 10 de marzo se aprobó el paquete de apoyo económico de 1.9 billones de dólares en los Estados Unidos, ahora se negocia otro paquete de 3 billones de dólares para infraestructura, educación, desarrollo de la fuerza laboral y lucha contra el cambio climático, con el objetivo de hacer la economía más productiva.  Estos gigantescos estímulos son lo que sustenta buena parte de la recuperación económica de Estados Unidos prevista para este año, de al menos un crecimiento del PIB de 6%; pero paralelamente causan temor por el impacto que tendrán en el consumo y las presiones inflacionarias que nuestro vecino del norte pueda registrar. Esto a su vez provocaría un incremento en sus tasas de interés de corto plazo, con repercusiones en todo el mundo y en México de manera especial.

El presidente del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), Jerome Powell, ha manifestado en diversas ocasiones que no existen tales riesgos inflacionarios en su país y que la FED tiene un compromiso para mantener tasas de interés ultra bajas al menos hasta el 2023. Sin embargo, la especulación de una mayor inflación ha provocado que la tasa de interés de los bonos del Tesoro a plazo de 10 años no deje de aumentar y al momento de escribir estas líneas se ubica en 1.72%.  

Jerome Powell, Presidente de la FED

Por su parte, en China también se está registrando un problema inflacionario por el aumento de los costos de las materias primas y por los graves problemas que enfrentan las cadenas globales de  suministro, lo que está provocando que muchos exportadores chinos aumenten los precios de los productos que venden en el extranjero, lo que incrementa los temores de que aumenten las presiones inflacionarias globales.

De igual forma, en México estamos experimentando un episodio inflacionario, como no se registraba desde mayo de 2019, al registrar una inflación anualizada en la primera quincena de marzo de 2021 de 4.12%. Por su parte, el Índice Nacional de Precios al Productor (INPP) registró un aumento de 5.88% entre febrero de 2020 y el mismo mes de 2021, su nivel más alto desde diciembre de 2018, y todo indica que el INPP seguirá en aumento dados los incrementos observados en los precios de una infinidad de materias primas y commodities, tales como acero, algodón, poliuretano, madera, y un largo etcétera.

Estas presiones en los niveles de precios, aunado a la volatilidad en el tipo de cambio, que ha llevado este año a la cotización a estar en niveles máximos de 21.454 pesos por dólar el 8 de marzo, después de haber estado en su nivel mínimo de 19.597 pesos por dólar el 20 de enero, es lo que ha ocasionado que el Banco de México concluyera su ciclo de disminuciones en la tasa de interés objetivo.

Dado lo anterior y después de la reunión del jueves 25 de marzo, en la que el Banxico decidió dejar su tasa de interés objetivo en 4.00%, cada vez somos más quienes pensamos que ya no habrá nuevos recortes en dicha tasa en lo que resta del año 2021, aunque aún quedan algunos optimistas que creen que dada la debilidad de la recuperación económica en México y la amplitud de la brecha de producto, que es posible que la tasa objetivo pueda bajar a 3.75%.

En este contexto, el mercado ya se hizo a la idea de que las tasas de interés van a aumentar. Si analizamos lo que ha sucedido con la tasa de los Cetes estas últimas semanas, en especial lo que ocurrió en la subasta del lunes 29 de marzo, queda claro que el mercado está anticipando un alza importante en las tasas de interés en el lapso de un año, siendo éste de casi un punto porcentual. En la subasta del 29 de marzo los Cetes a 29 días subieron 5 centésimas de punto para pagar una tasa anualizada de 4.08%, los Cetes a 92 días aumentaron 10 centésimas de punto para situarse en 4.16%, los Cetes con plazo de 176 días subieron 11 centésimas de punto y ahora pagan 4.33%, mientras que los instrumentos con plazo de 344 días aumentaron su tasa en 25 centésimas de punto y se situaron con una tasa anualizada de 4.70 por ciento.

Cabe señalar que la tasa de interés implícita anualizada que calculamos en GAEAP indica que el mercado está anticipando que los  Cetes a 28 días pagarán 4.18% para dentro de 92 días, 4.42% en 182 días y 4.98% en 344 días.  Esto implica que en este momento el mercado anticipa que el rendimiento de los Cetes a plazo de 28 días estarán 0.90 puntos porcentuales más altos en un año respecto de lo que están ahora.

Desde luego que este escenario puede cambiar conforme se vayan publicando los datos de la evolución de la inflación en México y Estados Unidos, así como los datos de la recuperación económica y la volatilidad del tipo de cambio. Pero no deja de llamar la atención el fuerte incremento de tasas de interés que el mercado está descontando ya que de materializarse tendrá implicaciones negativas para el gobierno, empresas y familias.

Un alza de un punto porcentual en la tasa de interés de los Cetes implica un mayor costo financiero para el gobierno federal. De acuerdo al Presupuesto de Egresos de la Federación 2021, se espera que este año el costo financiero de la deuda del sector público federal sea de 724 mil millones de pesos, cifra superior a los 686.09 miles de millones de pesos erogados en 2020 para dicho fin (en el 2020, de cada peso que gastó el sector público federal, destinó 11 centavos a pagar los intereses de la deuda pública).

De acuerdo con las cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el saldo de la deuda total neta del sector público federal ascendió a 12.309 billones de pesos al 28 de febrero de este año (275 mil millones de pesos más que el saldo registrado al 31 de diciembre de 2020), por lo que la tasa de interés promedio de la deuda debe ser cercano al 5.8% y entonces un alza de medio punto porcentual en el costo financiero del gobierno nos costaría unos 60 mil millones de pesos más de intereses adicionales. ¿De dónde va a salir ese dinero para pagar más intereses de la deuda con lo debilitadas que están las finanzas públicas? Evidentemente, de recortar el gasto de otros rubros, tales como la inversión pública en infraestructura, como se ha venido haciendo en los últimos dos años.

El alza en la tasa de interés de los Cetes también ocasionará problemas a la deuda de empresas y familia que tienen créditos contratados con tasa de interés variable. Cualquier alza en la tasa de Cetes ocasionará un incremento en la Tasa de Interés Interbancaria de Equilibrio (TIIE), a la cual está  referenciada una infinidad de créditos. El pagar más intereses por los créditos en un contexto de debilidad económica retrasará la recuperación económica.

Dado todo lo anterior, los miembros de la junta de gobierno del Banco de México, así como los funcionarios de la SHCP, deben estar monitoreando muy de cerca lo que suceda en Estados Unidos y sus tasas de interés. Elevar tasas en el contexto actual hará menos probable que se materialice el escenario alegre de la SHCP de crecimiento económico este año de 5.3%. Estoy seguro de que el Banxico tratará de evitar a toda costa subir tasas de interés en México, pero dada la inminente materialización de los riesgos inflacionarios, el mercado ya está apostando en que el incremento en el costo del dinero es inevitable.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Te invitamos a inscribirte en nuestro curso de Econometría Financiera, en el que aprenderás a modelar escenarios y predecir la evolución de variables económicas y financieras, tanto a nivel macro, como de tú negocio.

¡No te lo puedes perder!

Comenzamos el 17 de abril, más información haciendo click en el siguiente enlace: