Conflicto: ¿Cómo se pelean y ganan las guerras?

A medida que la primera gran guerra terrestre transfronteriza en Europa, desde la Segunda Guerra Mundial, avanza en su segundo año y comienza el asalto terrestre de Palestina, tras el ataque terrorista a Israel, lo que despierta recuerdos de la Guerra de Yom Kippur, parece que se vuelve sombríamente relevante echar una mirada a la manera en que se libran las guerras en la era de la Pax Atómica.

Hace apenas unos días, salió a la venta el libro “Conflict: The Evolution of Warfare from 1945 to Ukraine” (Conflicto: la evolución de las guerras de 1945 a Ucrania, de ahora en adelante “Conflicto”). Esta es obra de dos expertos en materia militar: David Petraeus, uno de los principales pensadores militares de Estados Unidos, coautor del manual de campo del ejército estadounidense sobre guerra de contrainsurgencia, además de haber supervisado el aumento de tropas en Irak en 2007. El otro autor es Andrew Roberts, un historiador británico que ha escrito sobre el liderazgo militar desde principios de los años 1990. El primero aporta una visión profesional de la estrategia político-militar; el segundo, ofrece un enfoque histórico al tema de la destrucción masiva. El objetivo de ambos autores es proporcionar algo de contexto al entramado de conflictos modernos y echar un vistazo a las características de las guerras venideras.

En una reseña de dicho libro, escrita por Jonathan W. Jordan, se nos narra como “Conflicto” deja en claro que la historia militar moderna es una sucesión de asociaciones y acuerdos que buscan principalmente contrarrestar los desafíos violentos de nacionalistas, terroristas y dictadores. En esta entrega combino elementos de dicha reseña, con mis propias ideas respecto del libro, con el fin de compartir con el lector muchos de los conceptos de esta obra recién publicada.

Andrew Roberts

El libro reconoce que tratar de detallar cada conflicto armado desde el final de la Segunda Guerra Mundial requeriría varios volúmenes, por lo que los autores optaron por priorizar “los conflictos que han contribuido a la evolución de la guerra”. La selección incluye todas las guerras estadounidenses importantes del período, la guerra de independencia de Israel, las guerras de los Seis Días y de Yom Kippur, las Malvinas y la guerra entre Irán e Irak. También está presente un examen de las guerras de descolonización en Cachemira, Malasia, Indochina francesa, Argelia, así como los conflictos nacionalistas de la década de 1990 en Osetia, la ex Yugoslavia y Ruanda.

David Petraeus

El libro comienza mencionando que el siglo XX fue el más brutal de todos los siglos de existencia humana; Se estima que en la primera mitad del siglo XX ya habían muerto violentamente más personas que en todos los siglos anteriores juntos.

En su primera mención a Rusia, los autores señalan que obtuvo una gloria intachable en 1945 por haber proporcionado los océanos de sangre necesarios para librar al mundo del mal del nazismo. Por cada cinco soldados muertos luchando contra la Alemania nazi en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, cuatro murieron en el Frente Oriental. Sin embargo, desde 1945, Rusia ha estado mal gastando su crédito por ese gran servicio a la humanidad, y ahora más que nunca lo hace con la invasión a Ucrania por parte del presidente Vladimir Putin.

Señalan que cuando se hace bien, un liderazgo estratégico exitoso puede mejorar incluso las situaciones más desventajosas. Sin embargo, cuando se hace mal, éste puede convertir una victoria en una derrota segura. Los líderes deben poder dominar cuatro tareas principales:

  • En primer lugar, necesitan comprender de manera integral la situación estratégica general en un conflicto y diseñar el enfoque estratégico apropiado, en esencia, para acertar con la identificación de las grandes ideas.
  • En segundo lugar, deben comunicar esas grandes ideas, la estrategia, de manera efectiva en toda su organización y a todas las partes interesadas.
  • En tercer lugar, deben supervisar la implementación de las grandes ideas, impulsando la ejecución del plan de campaña de manera implacable y determinada.
  • Por último, tienen que determinar cómo deben refinarse, adaptarse y aumentarse las grandes ideas, para que puedan realizar las tres primeras tareas una y otra vez.

Los estadistas y soldados que realizan adecuadamente estas cuatro tareas son los ejemplos que se destacan en la historia militar.

La muerte de los sueños de paz

En una de las primeras reflexiones del libro, se menciona que después de la Primera Guerra Mundial, muchos asumieron que la acumulación de armamentos era fundamentalmente desestabilizadora, pero la Guerra Fría sirvió para refutar esta noción: los líderes con vastos arsenales nucleares descubrieron que una amenaza nuclear concentraba las mentes de los líderes mundiales y desincentivaba con éxito el conflicto directo entre superpotencias, aunque a favor de conflictos limitados y guerras proxy. Y eso es lo que sucedió en los siguientes 75 años de guerras que cubre el libro “Conflicto”.

Los historiadores han debatido durante mucho tiempo quién fue el responsable de la Guerra Fría que estalló sólo unos meses después de la rendición de Japón (y que de hecho ya estaba en marcha antes de que casi se retomaran las hostilidades en el momento del Puente Aéreo de Berlín de junio de 1948 a mayo de 1949). Desde la apertura de los archivos soviéticos a principios de la década de 1990, quedó claro que, desde el mismo momento en que terminó la Segunda Guerra Mundial, Joseph Stalin tenía la intención de extender el marxismo-leninismo dondequiera que encontrara una falta de determinación Occidental. Después de todo, Vladimir Lenin había afirmado que un choque entre comunismo y capitalismo era inevitable.

Puente aéreo de Berlín. Fue la primera gran crisis de la Guerra Fría. El bloqueo soviético a Berlín occidental propició el puente aéreo de Berlín, una operación única en la que los aviones de los aliados llevaron a la ciudad dividida tras la Segunda Guerra Mundial más de dos millones de toneladas de alimentos, carbón y medicinas.

Los conflictos

En cuanto a las primeras luchas de la posguerra, el libro menciona que la brutal guerra civil de China que llevó a la independencia de Formosa (hoy Taiwán), demostró “que la guerra de guerrillas emprendida según principios militares maoístas por fuerzas más pequeñas podría, en última instancia, tener éxito contra un gobierno respaldado por Occidente”. Esta forma de conflicto se desarrollaría durante los siguientes 40 años, desde Vietnam hasta Nicaragua, con superpotencias rivales asumiendo papeles de soporte a estos grupos guerrilleros.

El teórico militar prusiano y teórico Carl von Clausewitz describió la guerra como hacer política por otros medios y así como la política no terminó en 1945, tampoco acabó la guerra. Mencionaba que la primera tarea de un líder estratégico es acertar en la identificación de las grandes ideas. Entre los que han tenido éxito figura Gerald Templer, que se convirtió en alto comisionado británico para Malasia en 1952 y cuya referencia a la necesidad de ganarse “los corazones y las mentes de la gente”, se nos dice, “sigue siendo la explicación más sucinta sobre cómo ganar una campaña de contrainsurgencia”. Por el contrario, las fuerzas nacionalistas en China, los franceses en Argelia y los estadounidenses en Vietnam se equivocaron en las grandes ideas y pagaron un alto precio por sus errores.

Carl von Clausewitz

El libro “Conflicto” es eficaz al argumentar la importancia de supervisar la implementación de las grandes ideas e impulsar la ejecución del plan de campaña de manera implacable y determinada. Los estudios de caso de la guerra de Yom Kippur, los fracasos del mantenimiento de la paz en múltiples regiones en la década de 1990, así como la experiencia de Estados Unidos en Irak y Afganistán, demuestran los peligros de la complacencia y la falta de inversión. Reconoce que la guerra es altamente situacional e incluso en medio de un conflicto, los factores que la impulsan pueden cambiar dramáticamente. El enfatizar la comunicación y la preparación ayuda a minimizar las fisuras que provocan que los planes fracasen.

Los capítulos más largos cubren Irak y Afganistán, donde la disfunción política de cada país empantanó el éxito militar. Sobre el colapso en 2021 de las tropas gubernamentales de Afganistán, que habían sido tan costosamente entrenadas y equipadas bajo los presidentes estadounidenses Bush, Obama, Trump y Biden, Petraeus comenta que “las tropas fueron lo suficientemente valientes: los 66 mil soldados afganos muertos durante la guerra dan cuenta de ello”. Pero lucharon para un gobierno a menudo corrupto e incompetente que nunca se ganó la confianza de las comunidades locales, que históricamente habían determinado el equilibrio de poder dentro de Afganistán”.

Imágenes de las guerras de Vietnám, Irak y Afganistan

La guerra de Ucrania

La invasión rusa de Ucrania en 2022 sirve como estudio de caso del libro sobre cuán gravemente puede tropezar Goliat contra David. Como hizo Hitler con Stalin, el presidente ruso Vladimir Putin puso sus esperanzas en que le daría un rápido knockout a Ucrania. Cuando eso fracasó, la corrupción, la logística improvisada, la falta de superioridad aérea, la falta de preparación para una reacción económica y la falta de apoyo público masivo en Rusia condenaron al fracaso las posibilidades del país de una rápida victoria. Al observar el reciente aumento tanto en el gasto militar alemán como en el suministro de armas europeas que llegan a Ucrania, así como la expansión de la OTAN para incluir a Finlandia y probablemente a Suecia, los autores concluyen que, “al proponerse hacer grande a Rusia otra vez, Putin en realidad estaba haciendo que la OTAN volviera a ser grande”.

La discusión que se hace en el libro sobre la guerra en curso en Ucrania es la más convincente en términos de validar su tesis de la importancia de transmitir correctamente las ideas.  Petraeus y Roberts muestran efectivamente al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky como un “líder verdaderamente churchilliano, que desempeña magníficamente cada una de las tareas clave de un líder estratégico”. Por su parte, Putin y el liderazgo ruso demuestran la antítesis. Los autores mencionan que afortunadamente ellos fracasaron espectacularmente en el desarrollo de una gran idea y en el desarrollo de la estructura organizacional necesaria para llevar a cabo una visión estratégica.

Volodímir Zelenski: De humorista a héroe de la nación

Los autores también proporcionan evidencia de cómo una moral y una disciplina superiores han ayudado a los soldados ucranianos contra sus adversarios rusos. Reconociendo el peligro de analizar una operación importante en curso, el libro “Conflicto” no busca predecir el resultado de la guerra en Ucrania, limitando su análisis simplemente a lo que ya ocurrió.

Los autores cubren ampliamente el papel de las sanciones económicas, la manipulación de las redes sociales y el activismo de los consumidores en la guerra de Ucrania. Señalan que el control de Elon Musk sobre el sistema de Internet satelital Starlink le dio un poder de veto único sobre las operaciones ucranianas en Crimea. “Con magnates individuales como Elon Musk, Mark Zuckerberg y Jeff Bezos ejerciendo un poder tan extraordinario”, nos dicen los autores, “las guerras del futuro tendrán que tener en cuenta su influencia”.

Las guerras del futuro

Al final de la Primera Guerra Mundial, la guerra abarcaba los tres elementos terrestres (tierra, agua y aire), y al final de la Segunda Guerra Mundial, las capacidades en el aire y bajo el mar estaban resultando decisivas en teatros muy diferentes. Hoy en día, la tecnología emergente nos deja razonablemente confiados en que las guerras futuras se librarán en aún más dimensiones (entre ellas el espacio y el ciberespacio), algunas de las cuales están en su infancia pero que ahora se están volviendo cada vez más importantes y, de hecho, centrales para los conflictos modernos.

Por lo tanto, es probable que los conflictos futuros disminuyan en su alcance geográfico claro -aunque ese seguirá siendo el principal foco de atención de las grandes potencias- y al mismo tiempo lleguen a áreas más amplias que nunca. En un mundo en el que todo el mundo tiene una computadora en el bolsillo, casi todas controladas por unas pocas empresas, el espionaje, el sabotaje corporativo, la subversión, los ciberataques y la desinformación en línea pueden convertirse en métodos muy eficaces de lucha futura.

En las guerras del siglo XX, los militares fueron pioneros en avances tecnológicos. Áreas como la informática, la criptografía, el radar, la cirugía plástica e Internet habrían tardado más en emerger si no hubiera sido por la financiación militar inicial. Hoy ocurre algo al revés. Después de haber dedicado tanto tiempo a las formas tradicionales de guerra e invertido grandes cantidades de dinero en ellas, los ejércitos occidentales ahora se encuentran aún más dependientes de los avances civiles en robótica y sistemas cada vez más autónomos para iluminar sus puntos ciegos y proporcionar los medios para identificar y responder. a tales amenazas.

Es así que el capítulo final del libro perfila los contornos de conflictos futuros. La inteligencia artificial, los monopolios de minerales estratégicos y las “guerras híbridas” (donde las armas incluyen información falsa, manipulación política, guerras proxy y ataques cibernéticos) son el elemento característico de las próximas guerras. “La guerra híbrida atrae especialmente a China y Rusia, ya que son mucho más capaces de controlar la información que reciben sus poblaciones que sus adversarios occidentales”, advierten los autores. Y como la línea entre guerras limitadas y totales se vuelve más borrosa cada año, el combatiente de la próxima guerra podría ser una mujer sentada frente a una computadora controlando una serie de drones, un experto en informática pirateando una red eléctrica o un diseñador de robótica que refina sistemas de armas de energía dirigida.

El libro “Conflicto” fue escrito antes del reciente estallido de la guerra entre Hamas e Israel, donde un ataque terrorista coordinado provocó en principio una respuesta militar bastante convencional. Mientras hombres armados se dirigen a los lugares de la masacre en camionetas y misiles de precisión son lanzados en respuesta a Hamas, la advertencia introductoria de los autores salta a la vista: “La guerra evoluciona; no es estática. Sin embargo, es evidente que la guerra también es capaz de retroceder repentina y sorprendentemente”. Muchos de los elementos que “Conflicto” analiza (el uso de drones de bajo costo, los ataques contra la infraestructura, el poder de las redes sociales y el patrocinio de potencias externas, por nombrar sólo algunos) aparecen en nuestras pantallas en tiempo real, recordándonos que “por lo tanto, todavía vale la pena estudiar la guerra”.

El libro concluye mencionando que el filósofo griego Platón tenía razón: sólo los muertos han visto el fin de la guerra. Contrariamente a lo que se esperaba ampliamente a principios de este siglo, el mundo ni siquiera ha visto el fin de las grandes guerras que involucran a grandes fuerzas convencionales, y mucho menos el fin de las llamadas guerras pequeñas: insurgencias, campañas terroristas y guerras de guerrillas. Más allá de eso, las armas nucleares, que claramente siguen siendo un elemento crítico de los arsenales y regímenes de disuasión de las superpotencias y las principales naciones, ciertamente no han impedido las guerras; por el contrario, en varios casos parecen simplemente haber puesto límites indefinidos a la guerra en lugar de prevenirla.

“Conflicto” termina haciendo una mención fuerte y enfática sobre los riesgos de aislacionismo de las superpotencias, la importancia de tener el ejército que aprenda más rápido y contar con líderes que permanezcan involucrados desde el desarrollo de una idea hasta la verificación de su implementación. Esto es apropiado ya que, en todo momento, el libro destaca hábilmente que la guerra es un esfuerzo humano y que la inversión, la comprensión y la comunicación por parte de los líderes estrategas y los soldados individuales pueden superar las grandes disparidades en tecnología.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En X: @alejandrogomezt

El triunfo del Apocalipsis y las guerras

Es indudable que el mundo está atravesando por una época muy peligrosa en la que las cosas se pueden salir de control en cualquier momento para iniciar la tercera guerra mundial. Para muchos esa guerra ya comenzó, y los libros de historia del futuro darán cuenta de que los múltiples conflictos fríos mundiales, así como las guerras calientes en Ucrania y Palestina-Israel constituyeron los primeros conflictos regionales en los que las super potencias midieron fuerzas. Pero para que esto sucediera, primero tuvo que darse un proceso de división de la población mundial con la deshumanización y pérdida de valores tras la crisis causada por el virus chino SARS-COV2. En esta extensa entrega se analizan ambos temas.

De acuerdo con el plan, primero dividir a la sociedad

En un artículo de Jeffrey Tucker titulado “El Triunfo del Apocalipsis” publicado el 17 de octubre en el sitio web de The Brownstone Institute, se hace un recuento de cómo la sociedad a nivel mundial se ha venido deshumanizando en los últimos años derivado de la crisis del COVID-19.

El su artículo, Tucker comienza mencionando que en el transcurso de los últimos 15 años, él ha logrado leer la mayoría de los escritos de los intelectuales, titanes de la industria y funcionarios gubernamentales que construyeron la extraña realidad de 2020 y los años subsecuentes. En su opinión, querían realizar un experimento científico con la población humana; y debido a que las enfermedades infecciosas no conocen fronteras, sabían con certeza que ese experimento tendría que ser global.

Tenían cada detalle trabajado en sus modelos. Sabían a qué distancia tendrían que estar las personas entre sí. Sabían que la mejor manera de detener la propagación de cualquier virus común sería el aislamiento total de toda la población humana, en la medida de lo posible, inclusive mandatándolo a nivel familiar y apagando la actividad económica. De acuerdo con diversos estudios, hay cuatro mecanismos interrelacionados de deshumanización que fueron impulsadas por el manejo de la crisis: construcción de amenazas para la población, coerción gubernamental ampliada, refuerzo de toda índole de jerarquías y normalización de la muerte.

Nos dijeron, porque sus modelos así lo indicaban, que los lugares interiores y exteriores donde se reunía la gente debían ser cerrados al público (centros de trabajo, lugares para ir de compras, reuniones sociales, esparcimiento, entre otras). El plan se implementó primero en China, luego en el norte de Italia, luego en Estados Unidos, y el resto del mundo se alineó, excepto un puñado de naciones valientes, incluida Suecia, que enfrentó muchos meses de críticas brutales por permitir la libertad a sus ciudadanos.

Es realmente difícil imaginar lo que los arquitectos de esta política bárbara creían que sucedería a continuación. ¿Es tan simple (y ridículo) como creer que un virus respiratorio simplemente desaparecería? ¿O que una poción mágica aparecería a tiempo para inocular a toda la población a pesar de que a nadie se le había ocurrido algo así antes? ¿Es eso lo que creían? Tal vez.

O tal vez fue simplemente divertido o remunerativamente ventajoso para ellos realizar un experimento grandioso y global con la población humana. Ciertamente fue rentable para muchos, incluso si destrozó la vida familiar, social, cultural, económica y política de miles de millones de personas. Es difícil creer que estas palabras no provengan de alguna ficción distópica. Y sin embargo esto fue lo que permitimos que pasara.

Casi de inmediato, la idea de los derechos humanos pasó a un segundo plano. También lo hizo la idea de igualdad y de libertad: eso quedó inmediatamente desdeñado. Por edicto, la población humana fue dividida en categorías. Comenzó con distinciones de trabajos esenciales y no esenciales extraídas de protocolos militares que de repente ya pertenecían a todo el mundo civil. Si tenías la mala suerte de dedicarte a una actividad no esencial, de acuerdo con el mandato arbitrario del gobierno, tendrías que sufrir las consecuencias de meses de inactividad. En el caso de México no existieron apoyos gubernamentales y el gobierno asumió de facto la decisión de que empresas podían vivir y cuales morirían.  

Ese fue sólo el comienzo de las marcadas divisiones. Inmediatamente comenzó también la estigmatización de los enfermos. ¿Estaban enfermos porque no cumplieron debidamente las medidas de cuidado? ¿Desobedecieron los protocolos? En cien años de salud pública, no se había visto ese nivel y escala de discriminación. Algo de esto se intentó durante la crisis del SIDA (impulsado nada menos que por el mismo Anthony Fauci), pero no de manera tan agresiva o integral como cuando la crisis del COVID-19.

Desde el principio de la pandemia, parecía una ley marcial y la población estaba dividida: enferma versus sana, conformes versus inconformes, actividad esencial versus no esencial, atención médica para atender la enfermedad del COVID-19 versus atención para los demás asuntos que necesitaban servicios médicos, etc.

Y esto se expandió dramáticamente en los siguientes meses. Cuando aparecieron los cubrebocas, era el que obedecía su uso versus el infame desobediente. Cuando algunos estados comenzaron a abrirse nuevamente a la actividad económica, la situación se volvió política: Nosotros contra ellos.

Cuando apareció la vacuna, llegó la división definitiva, acumulándose e inundando a todas las demás: vacunados versus no vacunados. Los mandatos de vacunación perturbaron enormemente la fuerza laboral. Muchos exigían la aplicación de la vacuna a sus trabajadores. En naciones como Estados Unidos, los establecimientos públicos de ciudades enteras se cerraron a los no vacunados, de modo que los ciudadanos que no cumplieran no pudieran ir a restaurantes, bares, bibliotecas, teatros u otros lugares públicos. Incluso en las iglesias, aunque no era necesario, dividiendo sus congregaciones en dos partes.

Violentar los derechos humanos

Detrás de todo esto había un motivo político que se remonta a un texto que muchos celebran como una refutación profética y decisiva de los valores liberales: el Concepto de lo político de Carl Schmitt de 1932. Este ensayo desdeña por completo los derechos humanos basándose en que tales nociones no sustentan a Estados fuertes. Por supuesto, él era un jurista nazi y su pensamiento sentó las bases para la demonización de los judíos y el avance del Estado totalitario.

En opinión de Schmitt, la distinción amigo/enemigo es el mejor método para unir a la gente en torno a una gran causa que dé sentido a la vida. Este impulso es el que da fuerza al Estado. Y va más allá: la distinción amigo/enemigo se enciende mejor en la realidad del derramamiento de sangre:

“El Estado como entidad política decisiva posee un poder enorme: la posibilidad de hacer la guerra y con ello disponer públicamente de la vida de los hombres. El ius belli (derecho de guerra romano) contiene tal disposición. Implica una doble posibilidad: el derecho a exigir de sus propios miembros la disposición a morir y a matar sin vacilar a los enemigos”.

Si durante años te has preguntado “¿Dónde termina esto?” Ahora tenemos nuestra respuesta, que parece inevitable en retrospectiva: la guerra. Estamos ante la muerte de inocentes y probablemente esto sea sólo el comienzo. Los confinamientos no sólo rompieron los viejos códigos morales y los límites acordados al poder gubernamental. Rompió la personalidad y el espíritu humanos en todo el mundo. Dio lugar a una sed de sangre que apenas estaba bajo la superficie.

Los estados se volvieron locos al intimidar y dividir a sus ciudadanos. Ocurrió en casi todas partes, pero Israel fue un ejemplo destacado, como el Instituto Brownstone lo ha señalado repetidamente. La ciudadanía nunca ha estado más dividida y el Estado nunca ha estado más distraído de las preocupaciones de seguridad. La delicada paz se hizo añicos de manera impactante el 7 de octubre de 2023 en un espantoso ataque que reveló la peor falla de seguridad de la historia del vulnerable estado de Israel.

Ese incidente luego alentó y desató aún más el apocalipsis, pueblos enteros decididos a dar el siguiente paso en la deshumanización de la población y el uso de medios atroces para hacer lo impensable: exterminio, una palabra que ahora se difunde como si estuviera bien y fuera normal hablar de esta manera. Este conflicto ha llegado ahora a la política de cada país y a cada asociación cívica, comunidad de intelectuales y amistad personal. Como a Schmitt le habría encantado –y lo que Bret Weinstein llama Goliat (la unidad del Estado administrativo, los medios de comunicación, el poder corporativo y las plataformas tecnológicas de élite) seguramente celebra– todos están siendo convertidos en la categoría de amigos y enemigos.

Con estos eventos que destruyen la pasa, por fin recordamos cuán increíblemente frágil es realmente la civilización –y la paz y la libertad que la generan. Los planes para la erradicación del virus fracasaron tan estrepitosamente que muchos de sus perpetradores están desesperados por un cambio dramático de tema para poder eludir su responsabilidad. Una vez más, éste es el deseo, e incluso podría ser el plan.

Simplemente no se puede permitir que esto suceda. Aquellos de nosotros que tenemos recuerdos de la vida civilizada, incluidos los derechos y libertades universales, no podemos permanecer en silencio ni dejarnos arrastrar emocionalmente hasta el punto de estar dispuestos a olvidar lo que nos hicieron, el daño que infligieron a la cultura pública y la conducta moral. un pueblo civilizado espera.

Cada guerra está precedida por un período de desmoralización (no importo), desmotivación (no hay nada que pueda hacer) y deshumanización (no vale la pena salvar a esas personas). A partir de ahí, es una simple cuestión de accionar el interruptor.

El Instituto Brownstone se fundó a la luz de la historia anterior para arrojar luz sobre ideales superiores, no una guerra schmittiana entre amigos y enemigos, sino sociedades de compasión, dignidad, libertad, derechos y el ejercicio de la voluntad humana contra todas las amenazas y usos de la violencia pública. y privada. El apocalipticismo no construye nada; sólo destruye. Es la instanciación de la filosofía de The Joker. Ninguna nación ni ninguna comunidad puede sobrevivir a ello.

El autor menciona que pocos de nosotros conocíamos o comprendíamos plenamente la profundidad de la depravación que se esconde justo debajo del fino barniz de civilización que anteriormente había dominado la gran extensión de nuestras vidas. Fue el experimento maníaco de control de enfermedades de hace sólo unos años lo que desencadenó este episodio de inhumanidad del hombre hacia el hombre. Existe una necesidad imperiosa de saber cómo ocurrió esto y por qué, y de tomar medidas, ahora desesperadas, para volver a colocar en la caja de Pandora todo lo que se liberó.

¿Se está desmoronando el mundo?

Con esta idea de cómo se dio el proceso de deshumanización, ahora pasamos a analizar los conflictos calientes y fríos en diversas regiones del mundo, que podrían detonar en algo mucho más grave para la humanidad. En este sentido, en un artículo de James Rickards, titulado ¿Se está desmoronando el mundo?, publicado el 19 de octubre en el portal de DailyReckoning.com, se hace mención de ello.

¿Entonces, se está desmoronando el mundo? Así parece…

Por supuesto, siempre hay guerras en algún lugar del mundo y puntos calientes esperando estallar. Ése es el estado estable del mundo. Pero algunos períodos son mucho más peligrosos porque los conflictos son más intensos, o porque hay más, o ambas cosas.

El mejor enfoque analítico en tales situaciones no es simplemente compilar una lista de conflictos sino considerar su interconexión y sopesar los riesgos de una escalada. ¿Se trata simplemente de otra mala racha como la de los años 60 con Vietnam, o estamos al borde de algo verdaderamente catastrófico como la Segunda Guerra Mundial?

Al considerar un resultado catastrófico como la Segunda Guerra Mundial, es importante recordar que estuvo precedido por una larga serie de acontecimientos individuales, cada uno malo a su manera, que culminaron en la guerra. Estos incluyeron la invasión japonesa de Manchuria, la invasión italiana de Etiopía, la toma alemana de Austria y la anexión de parte de Checoslovaquia, así como la Guerra Civil Española. La mayoría consideró que estos eventos no tenían relación alguna. Sólo unos pocos estadistas, el más famoso Winston Churchill, vieron que todos estos eran pasos que conducían a una nueva guerra mundial.

El vínculo de la guerra

Los inversionistas no son meros espectadores en estos períodos. Las fortunas las ganan o las pierden quienes ven correctamente los vínculos entre crisis dispares y quienes tienen las herramientas analíticas predictivas para ver hacia dónde conduce todo.

A continuación, se presenta una visión general de las confrontaciones críticas actuales con la sugerencia de que los vínculos son fuertes y los riesgos de escalada son altos:

Ucrania: Se ha escrito mucho sobre la guerra en Ucrania y los lectores en general están familiarizados con el tema. Este no es el lugar para revisar toda la historia de las provocaciones estadounidenses desde 2008 y las respuestas rusas (les recomiendo leer mi editorial El Perverso juego Nazi en Ucrania).

La situación actual es que la ofensiva ucraniana lanzada el 4 de junio de este año ha fracasado por completo. Las líneas defensivas rusas están intactas, Ucrania no ha ganado ningún territorio apreciable excepto algunas aldeas desiertas en la zona gris donde sus tropas están siendo aniquiladas y las pérdidas de equipos de vehículos blindados han sido enormes.

A la fecha, la respuesta de Estados Unidos no ha sido iniciar conversaciones de paz. En cambio, Estados Unidos continúa aumentando con más envíos de armas y dinero. El objetivo de Biden es mantener la guerra después de las elecciones de noviembre de 2024, para no tener que admitir otra derrota.

El peligro es que Estados Unidos recurra a una escalada (aviones de combate F-16, tanques Abrams, drones marinos, asesores en tierra), lo que lleve a respuestas contundentes por parte de Rusia (misiles hipersónicos, una nueva ofensiva en el norte) y que ambas partes se vean impulsadas más cerca del uso de armas nucleares por la dinámica de escalada.

Kosovo-Serbia. Éste es otro más en la larga lista de conflictos balcánicos que se remontan a los orígenes de la Primera Guerra Mundial en 1912-1913. El último punto álgido es el enfrentamiento entre Kosovo y Serbia.

Kosovo declaró su independencia de Serbia en 2008, una medida que Serbia nunca ha reconocido. De hecho, Serbia continúa reclamándolo como Provincia Autónoma de Kosovo y Metohija. Sin embargo, persisten diferencias y disputas, mientras que el norte de Kosovo sigue bajo dominio serbio de facto.

Las relaciones entre las dos áreas habían sido estables gracias a la mediación de la Unión Europea y los EE.UU. Recientemente, las tensiones han aumentado debido a las acusaciones de un ataque terrorista serbio en Kosovo y la concentración de tropas serbias en la frontera.

Serbia es un viejo aliado de Rusia, pero Serbia está rodeada de miembros de la OTAN (Eslovenia, Croacia, Hungría, Rumania, entre otros).

Por otro lado, si Serbia pudiera recuperar el control de Kosovo, abriría una brecha en gran parte del cerco de la OTAN. El riesgo no es sólo una guerra entre Kosovo y Serbia, sino que se convierta en otra guerra indirecta entre Estados Unidos y Rusia, y en un espectáculo secundario de la guerra en Ucrania.

Una vez más, los riesgos de una escalada son altos.

Israel – Hamás. El ataque sorpresa de Hamás contra Israel desde Gaza el 7 de octubre tuvo una magnitud y un alcance sin precedentes desde la Guerra de Yom Kippur de 1973; de hecho, el nuevo ataque se produjo exactamente en el 50 aniversario de la Guerra de Yom Kippur. Por primera vez desde 1973, Israel ha declarado oficialmente la guerra. Esto no es una incursión, un incidente o un ataque terrorista. Esta fue una invasión de Hamás y se enfrenta con la destrucción de Gaza por parte de Israel.

Los detalles iniciales, incluidos muchos por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en el terreno y de ex oficiales de inteligencia, son horribles. Los combatientes de Hamás fueron de casa en casa y ejecutaron a civiles, incluidos mujeres y niños. Algunos fueron asesinados, desnudados y arrastrados por las calles. Quizás 1,000 israelíes fueron asesinados el primer día y un número desconocido fueron tomados como rehenes. No son prisioneros de guerra porque no vestían uniformes militares. Son rehenes.

La respuesta israelí será masiva y extremadamente violenta. Israel aún no ha lanzado una campaña terrestre a gran escala en Gaza, pero se espera que la haga. Una vez más, el riesgo geopolítico es la escalada. Hamás cuenta con el respaldo de Irán y Qatar. De hecho, muchos líderes de Hamás viven en Doha, la capital de Qatar. Israel no dudará en asesinarlos allí. No se puede descartar una guerra mucho más amplia en Oriente Medio.

Las implicaciones para los mercados energéticos globales son obvias. Ya se están dirigiendo recriminaciones al Presidente Joe Biden porque recientemente entregó 6 mil millones de dólares en efectivo a Irán y ha estado poniendo fondos a disposición de Hamás.

Siria – Turquía – Estados Unidos. Los esfuerzos respaldados por Estados Unidos para derrocar al régimen de Assad en Siria se remontan a la administración del Presidente Barak Obama. Las tropas estadounidenses están en el norte de Siria para promover este esfuerzo y controlar la producción de petróleo sirio en beneficio de los kurdos indígenas. Turquía ve a los kurdos como enemigos mortales porque están tratando de liberar porciones kurdas de Turquía para unirse a un Kurdistán más amplio.

Rusia ha estado muy involucrada en el apoyo a Assad con claro éxito hasta ahora. Turquía ha aumentado recientemente los ataques contra posiciones kurdas en Siria. Estados Unidos derribó recientemente un dron turco. Rusia está en alerta máxima. Rusia y Turquía mantienen relaciones amistosas, pero Estados Unidos y Turquía son aliados de la OTAN.

Es complicado, pero los riesgos de enfrentamientos aéreos estadounidenses con aviones turcos o rusos y los riesgos de un ataque con misiles rusos contra aviones estadounidenses son altos.

China – Taiwán. Una invasión de la China comunista a Taiwán resultaría en una guerra mayor que cualquiera de las descritas anteriormente, pero las cosas han estado relativamente tranquilas en esta región. Probablemente esto se deba a las próximas elecciones en Taiwán, donde un partido pro-China tiene buenas posibilidades de ganar.

China no quiere causar problemas antes de las elecciones. Sin embargo, esta situación sigue siendo peligrosa y potencialmente volátil.

En este apartado se acaban de describir cinco guerras o cuasiguerras que están actualmente en marcha. Sería fácil añadir a esta lista los puntos críticos de Azerbaiyán, Corea del Norte, Níger, India y otros lugares.

Sin asignar probabilidades numéricas a que cada crisis empeore, es una simple cuestión de estadística que cuando cinco o más conflictos están escalando, las probabilidades de que uno se salga de control son altas.

Puede darse el caso de que miremos retrospectivamente este mosaico de guerras por poderes y guerras calientes como presagio de una guerra mundial.

Conclusiones

La pandemia global de COVID-19 fue una crisis multidimensional y ésta reforzó las políticas de división social y deshumanización. La deshumanización socavó la dignidad humana de las personas durante la pandemia de COVID-19. Como ya se mencionó, hay cuatro mecanismos interrelacionados de deshumanización que fueron impulsadas por el manejo de la crisis: construcción de amenazas, coerción estatal ampliada, refuerzo de jerarquías y normalización de muertes.

Ahora el mundo enfrenta al menos cinco amenazas bélicas y ya hay dos guerras importantes en curso, por lo que debemos dar seguimiento a los acontecimientos. No hay que dar nada de esto por sentado y nunca asumir que las cosas “simplemente saldrán bien”. A veces no lo hacen. Una vez más, las probabilidades estadísticas de que uno de estos conflictos se convierta en una espiral son altas. No es inevitable, pero las probabilidades son altas. Debemos estar preparados.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

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Para hacer de México una potencia económica

Muchos creen que cuando decimos que México puede ser una potencia económica a nivel mundial estamos exagerando o somos poco realistas. Sin embargo, estoy convencido de que nuestro país tiene todo para consolidar su posición como casa manufacturera global y pasar de ser la economía 15 a nivel mundial a ubicarnos en el top 10. Y no por el tamaño de la población (lo que sin duda se traduce en un mayor PIB), sino por la posibilidad de elevar de manera importante la productividad de la mano de obra empleada en las diferentes ramas de actividad en una economía formal.

México debe romper diversas cadenas que le impiden estar mejor posicionado a nivel global. No se necesita descubrir el hilo negro para saber lo que debemos hacer. En ese sentido, tuve la oportunidad de participar por parte de CONCAMIN en el “Foro Empresarial: Impulsando la Productividad en América Latina”, que se llevó a cabo el 10 de octubre en Lima, Perú y que fue organizado por la Organización Internacional de Trabajo (OIT). En dicho foro se abordaron, entre otras cosas, los ocho principales retos estructurales que enfrenta América Latina, mismos que de atenderse nos pueden llevar a un mayor nivel de desarrollo y calidad de vida.

Pero antes de comentar esos ocho retos estructurales, quiero exponer brevemente la importancia del incremento de la productividad de las personas. En términos sencillos, aumentar la productividad laboral implica incrementar el rendimiento o la eficiencia de un proceso mediante el cual un trabajador, un equipo de personas o una máquina produce una cantidad determinada de bienes o completa un número concreto de tareas en un periodo de tiempo y empleando unos recursos específicos. Por ejemplo, significa que una persona sea capaz de pasar de producir 10 unidades diarias a producir 15.

Para aumentar la productividad las empresas requieren invertir en maquinaria y equipo, así como desarrollar el talento humano. Desde luego que esto se ve fortalecido si se cuenta con incentivos fiscales, financiamiento con un costo competitivo, así como un entorno en el que se da la investigación y el desarrollo.

La productividad florece cuando por parte del sector público y privado se dan las inversiones en infraestructura, tales como aeropuertos, carreteras, puertos, así como la infraestructura para dotar de servicios públicos, tales como agua, gas y electricidad (preferentemente de fuentes verdes). Aunado a lo anterior, se requiere de seguridad pública y respeto al estado de derecho; al igual que una adecuada cultura empresarial que busque la mejora continua y un ambiente de negocios propicio para que éstos crezcan.

Otros factores que ayudan de manera importante es que se incentive la formalidad laboral y que exista una verdadera simplificación administrativa.

Son demasiadas cosas las que se necesitan para que la productividad crezca de manera sostenida en un país. Es complicado y es por ello que en México ésta se ha estancado. De acuerdo con datos del INEGI, entre el primer semestre de 2013 y el mismo semestre de 2023, la productividad laboral con base en horas trabajadas disminuyó -5.7% para el total de la economía, aumentó 14.5% para las actividades primarias, cayó -14.8% en las actividades secundarias y disminuyó -3.7% en las actividades terciarias.

Profundizando en el desempeño de las actividades secundarias en el periodo antes mencionado, tenemos que en el sector de la construcción disminuyó -5.8%,  mientras que en las manufacturas creció 7.5%, y dentro de las manufacturas destaca el aumento de la productividad de la rama de fabricación de equipo de transporte con un aumento de 2.7% en la última década.

El crecimiento de la productividad es un elemento esencial para, entre otras cosas, impulsar lo siguiente:

– Elevar los niveles de ingreso de la población ocupada sin causar aumento de los costos de producción e inflación,

– Contar con un mercado interno robusto,

– Competitividad vs las naciones asiáticas,

– Atracción de inversión extranjera directa, y

– Aumento de las exportaciones.

Habiendo dicho todo lo anterior, ahora les comento que el Foro Empresarial: Impulsando la Productividad en América Latina, literalmente comenzó con una diapositiva con una frase del premio Nobel de Economía Paul Krugman, que dice lo siguiente: “la productividad no lo es todo, pero a largo plazo es casi todo”. Después de una serie de discursos introductorios, pasamos a una interesante ponencia respecto de los principales retos estructurales que enfrentamos, mismos que expongo a continuación:

1. Estancamiento de la productividad.

En cuanto a productividad, tenemos que en América Latina la tasa media de crecimiento anual de la productividad laboral por persona empleada en el periodo de 2000 a 2023 de apenas 0.04%, mientras que la tasa media de crecimiento anual de la productividad multifactorial entre 2010 y 2023 de -0.98%.

Lo anterior se ha traducido en pérdida de competitividad y ha habido un impacto negativo en el ingreso per cápita. El estancamiento económico de la región, aunado a todo lo anterior, indica que América Latina se encamina a otra década perdida.

Múltiples empresas van perdiendo competitividad al paso de los años, ya que se vuelven costosas porque los aumentos del salario no se dieron acompañados de incrementos en la productividad de la mano de obra.  

2. Prevalencia de micro y pequeñas empresas con baja productividad.

El segundo reto estructural consiste en que las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) constituyen el 99.5% de las empresas y generan más del 70% del empleo total. De este grupo podemos decir que 9 de cada 10 unidades económicas son microempresas (que tienen de 1 a 5 trabajadores). Estas empresas realizan una contribución al PIB regional de apenas el 25%, mientras que en la Unión Europea este grupo de empresas aporta el 56% del PIB. Queda evidente su falta de productividad.

Las estadísticas muestran que las microempresas de Latinoamérica tienen el 17% de la productividad de las grandes empresas, las pequeñas el 38% y las medianas el 65%.

En Latinoamérica las empresas que nacen pyme meren pyme.

3. Entorno de negocios subóptimo.

El tercer reto estructural implica que ninguna de las economías de latinoamericana está entre los 50 mejores lugares a nivel mundial para hacer negocios.

La región tiene un desempeño inferior en los siguientes aspectos:

a. Eficacia política: política incoherente hacía las empresas y debilidad institucional.

b. Resolución de insolvencias.

c. Protección de inversionistas minoritarios.

d. Acceso limitado a financiamiento.

e. Infraestructura deficiente.

Todo esto implica que las empresas en la región enfrentan un entorno de negocios adverso que se aprecia en las siguientes características:

– Regulaciones que se cargan a los empresarios y agotan los recursos de las inversiones productivas.

– Sistemas tributarios más engorrosos del mundo y existencia de presiones por el déficit fiscal.

– Inestabilidad política.

– Corrupción.

Como es de esperarse, todo esto genera impacto negativo en:

– Productividad.

– Rentabilidad de las empresas.

– Inversión privada.

– Creación de nuevas empresas o el emprendimiento productivo.

– Crecimiento y desarrollo económico.

Los indicadores dejan claro que América Latina supera sólo por poco a Medio Oriente y África en calidad del entorno de negocios. El entorno de negocios no ha presentado mejoras en la última década y se ha deteriorado en diversos países de la región.

Los países de Latinoamérica destinan demasiados recursos al pago del servicio de la deuda pública en lugar de tener mayores niveles de gasto en educación, salud o infraestructura. Esto impacta negativamente la productividad y competitividad de la región.

4. Educación y desarrollo de habilidades de la fuerza laboral de trabajo acorde con las necesidades de mercado.

El cuarto reto es por demás importante. Tenemos que el sector productivo en la región enfrenta más dificultades que cualquier otra parte del mundo para encontrar personal calificado con habilidades relevantes. Existe una brecha crítica de habilidades y las empresas enfrentan casi 3 veces más dificultades para satisfacer la demanda de habilidades con respecto a sus pares en Asia del Sur y 13 veces más que en Asia Pacífico.

El reto es encontrar cómo ayudar a las micro y pequeñas empresas a generar bienes y servicios de mayor valor agregado. Debemos tener políticas públicas que nos lleven a elevar el nivel de complejidad económica de la región.

5. Desarrollo tecnológico y acceso digital deficientes.

El quinto reto se debe a que América Latina tiene una estructura productiva donde imperan los sectores de baja y media-baja tecnología, además de que existen dificultades para producir y adoptar las tecnologías más avanzadas o de frontera.

Se han detectado dos barreras para el desarrollo tecnológico:

a. Escasez de fuerza de trabajo calificada, y

b. Limitado acceso a financiamiento.

Muestra del atraso es que menos del 50% de la población tiene conectividad de banda ancha fija y sólo el 9.9% tiene conectividad de fibra de alta calidad en el hogar.

Se han identificado los siguientes retos y oportunidades en cuanto a la complejidad económica:

6. Persistente economía informal

El sexto reto es por demás importante y se ha convertido en un cáncer que impide el desarrollo. Se ha identificado que la principal barrera que impide a las empresas prosperar es la competencia por parte de empresas en la informalidad.

 Existen una serie de políticas públicas para abatir la economía informal, mismas que se mencionan a continuación:

a. Gobierno digital: Registro empresarial simplificado y en línea, impuestos y beneficios.

b. Sistemas fiscales progresivos para pequeñas empresas.

c. Productos financieros adaptados: microcréditos, microseguros, etc.

d. Capacitación en gestión empresarial.

e. Acceso ampliado a seguridad social y salud para los trabajadores.

f. Mecanismos de inspección laboral de apoyo y no punitivos.

g. Campañas para informar sobre beneficios de la formalización.

h. Facilitar inclusión de empresas formales en mercados y cadenas de suministro.

i. Promoción de cooperativas para transición a la formalidad.

j. Adaptación de leyes para micro y pequeñas empresas.

En la región se observar que no existen incentivos para el aumento de la productividad de las empresas informales.

7. Transición a una economía baja en carbono, digital y formal

Respecto al séptimo reto, tenemos los siguientes datos respecto del impacto ambiental y empresarial:

– De acuerdo con la encuesta ACT/EMP-OIE, el 70% de las empresas de la región han sido afectadas por impacto del cambio climático.

– Aumento del 10% en emisiones de gases en 2018 vs 2000

– Diversificación de matriz energética.

Estamos en una región expuesta a variabilidad climática y temperaturas extremas:

– 1.7% del PIB se pierde por desastres climáticos anualmente

 – Proyección: 3 millones más en pobreza extrema para 2030

Transición hacía economías bajas en carbono, digitales y formales

8. Erosión de la democracia.

El octavo reto también es por demás importante. En la región se observa un debilitamiento gradual y deliberado de las instituciones, normas y prácticas democráticas, declive en la calidad y funcionamiento del gobierno democrático, erosión de las libertades y derechos democráticos, concentración de poder en manos de unos pocos y disminución en la rendición de cuentas políticas.

Se han identificado los precursores de la erosión democrática en América y a continuación presento algunos de los más relevantes:

– Violencia o abusos cometidos por el Estado

– Corrupción vertical

– Corrupción horizontal

– Crisis económicas y sanitarias

– Violencia no estatal

– Falta de legitimidad

– Fraude electoral y supresión de votantes

– Polarización

– Deslegitimar o debilitar el poder Judicial

– Sesgo de los medios

– Influencia externa

– Partidos extremistas o populistas

– Manipulación de la función pública

– Deslegitimar o debilitar la Legislatura

– Golpe o colapso del régimen

– Debilidad del partido

– Mayor control sobre la sociedad civil

Existen dos tipos de erosión democrática:

a. Cuando existe desigualdad elevada + Gran brecha de productividad, tenemos lo siguiente:

– Élites económicas perdedoras que capturan el Estado.

– Uso de un “outsider” político con políticas favorables a ellos.

– Ampliación del control del outsider y ataques a actores democráticos. 

b. Cuando existe desigualdad elevada + Pequeña brecha de productividad, ocurre lo siguiente:

– Élites económicas unidas contra amenazas populistas.

– Élites políticas tradicionales que limitan libertades básicas

La evidencia muestra que el aumento de la productividad en la región ayuda a que el sistema democrático prospere.

Conclusiones

Respecto del incremento en el número de gobiernos populistas y el aumento de dádivas para la población, el comentario es que son “pan para hoy, hambre para mañana”, elementos que distorsionan la economía y que no permiten romper la trampa de la pobreza y que por el contrario, la perpetúan. Estos apoyos asistencialistas nos llevarán a reformas tributarias y dinámicas desfavorables.  

Respecto de la perspectiva para la región, podemos concluir mencionando los siguientes puntos:  

a. Perspectivas económicas 2024: continuará desaceleración económica, presiones fiscales y riesgo de recesión.

b. América Latina se encamina a una nueva década perdida

c. Los objetivos clave de corto y mediano plazo son los siguientes:

– Estabilidad macroeconómica

– Estabilidad de precios

– Sostenibilidad fiscal

– Entorno propicio para el desarrollo de las empresas

– Productividad sistemática

– Desarrollo de habilidades con base en necesidades de mercado

d. Se deben promover valores y el sistema democrático, avanzar en la democracia liberal.

e. A toda costa se debe buscar cerrar las brechas de productividad para fortalecer la democracia, fortalecer el mercado interno  y fomentar una clase media más amplia.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En X: @alejandrogomezt

La crisis global de deuda que está por llegar

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) informó que, al cierre de agosto de este año, la deuda bruta del sector público federal sumó 14.877 billones de pesos, cifra casi 700 mil millones de pesos más alta respecto de los 14.188 billones de pesos de deuda pública que teníamos en agosto de 2022. Esto implica que en un año el tamaño relativo de la deuda pública pasó de representar el 48.3% del Producto Interno Bruto (PIB) a ser el 47.7%. ¿Cómo es que, aunque la deuda pública creció 5%, su peso respecto al PIB nominal disminuyó ligeramente? Pues se debe a una variable que actúa en contra de los ciudadanos, pero que en este caso le ayuda al gobierno: la inflación que se traduce en un mayor PIB nominal aunque el real no crezca a tasas elevadas.

Este punto, pero aplicado a las grandes economías, es abordado en un artículo editorial por parte de James Rickards, publicado en el sitio de DailyReckoning.com el pasado 4 de octubre y titulado “Algo ´grande y estúpido´ se avecina…”.

El artículo comienza mencionando que con niveles de deuda alcanzando máximos históricos en las principales economías desarrolladas y en desarrollo, y con relaciones deuda/PIB también en niveles récord (y eso es sin incluir pasivos contingentes como pensiones, Seguridad Social, atención sanitaria y otros derechos, que empeoran las finanzas públicas), parece que es momento de considerar cómo es que las naciones más endeudadas abordarán este problema.

La crisis de la deuda tal vez no sea inminente, pero sí es inevitable. Cuando esto suceda, puede implicar el mayor desastre financiero de todos los tiempos. Por lo tanto nunca es demasiado pronto para que los inversionistas consideren las consecuencias.

Veamos el caso de Estados Unidos: cuando el país más poderoso del mundo emite deuda en los dólares que imprime, no hay necesidad de caer en default o incumplimiento en el sentido de falta de pago. Puedes simplemente hacer que el banco central compre la deuda en manos del público inversionista imprimiendo más dinero. Ésta es la situación actual en Estados Unidos, Japón, el Reino Unido y la Unión Monetaria Europea (los países que utilizan el euro). Todos tienen enormes cargas de deuda, pero todos emiten monedas de reserva y tienen bancos centrales que pueden simplemente comprar la deuda imprimiendo dinero para evitar el incumplimiento de pago.

La falta de pago no es el problema

Hay muchas consecuencias negativas por imprimir dinero y acumular deuda en los balances de los bancos centrales, pero el impago de la deuda no es una de ellas. Este es el mantra de los teóricos monetarios modernos (TMM) y su líder intelectual Stephanie Kelton.

En opinión de muchos, la TMM es basura como política económica, pero el principio de no default es válido. George Soros dice lo mismo. La TMM es una corriente de pensamiento que afirma que los gobiernos que emiten su propia moneda no enfrentan una restricción presupuestaria; sin embargo, la evidencia muestra que la TMM se basa en un estado obsoleto de la ciencia económica y que sus afirmaciones sobre las políticas económicas son muy exageradas: el significado de la TMM es más el de un manifiesto político que el de una auténtica teoría económica (pero este es asunto para otra entrega).

Habiendo dicho lo anterior, muchos países desarrollados y en desarrollo, ya han superado con creces el punto en el que la deuda puede gestionarse a través del crecimiento del PIB en términos nominales. Ese umbral es aproximadamente una relación deuda-PIB del 90%. Una relación deuda/PIB del 60% es aún más cómoda y puede gestionarse. Como ya se mencionó, México tiene una relación de 48% aproximadamente, por lo que bajo está lógica la deuda pública de México es manejable en la actualidad. Obvio, que si México mantiene déficits fiscales en torno al 4.9% del PIB como se espera en 2024, pronto nuestra deuda dejará de ser manejable.

Volviendo al tema, pues las estadísticas muestran que las principales economías con monedas de reserva han superado con creces la proporción del 90%, al igual que las de muchos países más pequeños. La proporción de Estados Unidos es del 128%, un máximo histórico. La proporción del Reino Unido es del 102%. Francia es el 112%. España es el 118%. Italia es el 150%.

China informa una cifra oficial del 77%, pero esto es muy engañoso porque ignora la deuda de sus gobiernos provinciales de la que Beijing es el responsable en última instancia. Al considerar estas deudas locales, la cifra real de China supera el 200% si se incluye la deuda provisional.

El principal deudor del mudo es Japón con un 259%. La única economía importante con una proporción medio respetable es Alemania, con un 67%. Es una desgracia para Alemania que probablemente sea responsable del resto de Europa a través del sistema Target2 del Banco Central Europeo (BCE).

Todos estos países se dirigen a una situación de default o de impago. Pero debemos considerar las diferentes formas de llevar a cabo un default.

Hay tres formas básicas de impago: suspensión de pagos, reestructuración de la deuda o generación de inflación. Se puede eliminar la suspensión de pagos por el motivo mencionado anteriormente ya que para hacer frente a los compromisos de deuda siempre se puede simplemente imprimir más dinero. Lo mismo ocurre con la reestructuración.

Es por ello que la inflación es claramente la mejor manera de evitar caer en default. Se devuelve el dinero en términos nominales, pero vale muy poco en términos reales. El acreedor pierde al ver erosionado el poder adquisitivo de la moneda y los países deudores ganan.

Hacerlo de manera agradable y fácil

La clave para desinflar el valor relativo de la deuda es haciéndolo lentamente como lo hizo Estados Unidos entre 1945 y 1980. Al final de la Segunda Guerra Mundial, la relación deuda-PIB de Estados Unidos era del 120% (más o menos donde está ahora). En 1980, la proporción era del 30%, lo cual era totalmente manejable.

Por supuesto, la deuda nominal y el PIB crecieron de manera importante, pero el PIB nominal aumentó más rápido que la deuda nominal, por lo que la proporción de deuda a PIB cayó. Si se puede mantener la inflación en torno al 3% y las tasas de interés en torno al 2% y ejercer disciplina fiscal (lo que hizo Estados Unidos en las presidencias de Eisenhower, Kennedy, Nixon y Ford), el PIB nominal crecerá más rápido que la deuda nominal (debido a las tasas de interés topadas por parte del Banco de la Reserva Federal).

Si se mejora la proporción en, digamos, a razón de 2 puntos porcentuales por año y se mantiene así durante 35 años (1945-1980), se puede reducir la proporción en un 70%. Y eso es lo que hizo Estados Unidos de 1945 a 1980.

El secreto consistió en hacerlo lentamente. Casi nadie notó la disminución paulatina del valor real del dinero hasta que Estados Unidos llegó a la etapa de acelerada inflación de 1978 a 1981. Pero para entonces la misión de bajar el peso de la deuda respecto del PIB ya estaba cumplida.

Por tanto, hay dos formas de abordar el exceso de deuda: disciplina fiscal e inflación. Entre 1945 y 1980, Estados Unidos hizo precisamente eso. Si la inflación es del 3% y las tasas de interés son del 2%, se derrite el valor real de la deuda. Si se ejerce disciplina fiscal en relación con el PIB, se reduce la relación deuda nominal/PIB. Estados Unidos hizo ambas cosas.

México ha hecho algo similar, al generar inflación, se le da margen al gobierno de seguir aumentando la deuda pública sin que ésta se dispare como proporción del PIB. Con la inflación crónica poco a poco nos empobrecemos, pero el gobierno gana en sus posibilidades de endeudarse.

La razón por la que la relación deuda/PIB volvió a subir en Estados Unidos hasta llegar al actual 128% es que los presidentes Bush hijo, Obama, Trump y Biden ignoraron la fórmula. Desde 2000, la política fiscal ha sido imprudente, por lo que la fórmula dejó de funcionar. Su saldo de la deuda subió más de lo que creció su PIB real más la inflación. En este contexto el problema no es realmente la “impresión de dinero” (la mayor parte del dinero que la Reserva Federal imprime simplemente regresa a la Reserva Federal como exceso de reservas, por lo que no hace nada en la economía real).

El problema desde el año 2000 es que la deuda nominal está aumentando más rápido que el PIB nominal (PIB real más inflación), por lo que la relación deuda/PIB aumenta. Esta dinámica empeorará mucho con el enorme aumento de las tasas de interés en los últimos 18 meses.

No se puede pedir prestado para salir de una crisis de deuda. Tampoco es que Estados Unidos haya podido generar mucha inflación. La inflación estuvo por debajo del 2% promedio anual durante casi todo el periodo de recuperación post crisis financiera de 2009-2019.

En el caso de México, hemos mantenido el porcentaje de deuda respecto al PIB a raya gracias a nuestra persistente inflación, de manera que el PIB nominal ha crecido más de lo que aumentó el saldo de la deuda total del sector público federal. Esto fue el factor que nos ayudó a mantener nuestro grado de inversión en nuestra deuda pública, no obstante que en la presidencia del presidente López Obrador el saldo de ésta creció en más de 3.8 billones de pesos.

Japón escrito en grande

Al observar el panorama global, es importante comprender que Japón es simplemente una versión más grande del problema que enfrenta Estados Unidos. No tiene disciplina fiscal y no puede lograr que la inflación les salve la vida. La única salida para Japón es la hiperinflación, que llegará, pero no todavía.

Probablemente Japón pueda mantener el juego de la deuda por un tiempo. La crisis se producirá cuando su moneda, el yen, colapse. Hace unos 12 años el tipo de cambio del yen por dólar era en torno a 80, ahora es de 149 por dólar. De este tamaño ha sido la depreciación reciente del yen frente a dólar.

Rickards finaliza mencionando que una crisis de deuda está en camino. Algo grande y estúpido (en palabras de la brillante analista Stephanie Pomboy) está surgiendo de los responsables de las políticas para abordar el problema. Pero la solución no será una política ni un plan. Una crisis sucederá casi de la noche a la mañana y parecerá surgir de la nada. Pero llegará.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

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El perverso juego Nazi en Ucrania

La historia del final de la Segunda Guerra Mundial, en su forma más simple, nos dice que el Ejército Rojo venció a la Alemania Nazi en la Batalla de Berlin, lo que provocó la rendición alemana el 7 de mayo de 1945. Debido a las atrocidades cometidas por los alemanes en suelo ruso y un costo de 27 millones de vidas rusas en el conflicto, es lógico pensar que los rusos detestan cualquier resabio de nazismo en cualquier parte del mundo. Y de igual forma, cualquier remanente de nazismo detesta a los rusos. Este es el punto de partida de esta entrega.

Una de las excusas centrales del presidente ruso, Vladimir Putin, para justificar la invasión de Ucrania es el objetivo de “desnazificar” el país; pero los partidarios de Ucrania rechazan esta acusación e inclusive argumentan que su presidente, Volodymyr Zelensky, es judío. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia ha acusado a los países occidentales de ignorar lo que han llamado crímenes de guerra por parte de grupos ultraviolentos y de ultraderecha en Ucrania, diciendo que su silencio “alentaba la aparición del neonazismo y la rusofobia”.

En este sentido, diferentes analistas dan cuenta de que si existe una ideología de extrema derecha en ciertos grupos en Ucrania; sin embargo, los funcionarios ucranianos y los aliados extranjeros, como Estados Unidos y los países europeos, a menudo niegan la importancia de los movimientos neonazis y de extrema derecha en la política interna de Ucrania. Es claro que esos grupos que pretenden no observar, existen y son muy activos. Este tema sigue siendo muy delicado, de hecho es un tema tabú, rechazado por los políticos y la prensa occidentales. Nadie quiere alimentar la maquinaria de propaganda rusa que por lo general enfatiza el papel de estos grupos en la política ucraniana. Podemos decir que con respecto a este tema, estamos en un régimen de censura similar al de Corea del Norte, ya que no se está diciendo la verdad.  

Ucrania resta importancia al papel de la extrema derecha en el conflicto

¿A qué viene todo esto? A que el tema del nazismo en Ucrania ha resurgido con fuerza después de que el pasado 22 de septiembre, el parlamento de Canadá elogió a un veterano de guerra ucraniano que luchó con la Alemania nazi. En los últimos días hemos visto que se centra la atención en una parte controversial de la historia de Ucrania y su papel durante la Segunda Guerra Mundial.

En este contexto, en un artículo de David Sacks, publicado en el portal American Greatness el pasado 29 de septiembre y titulado “Primavera para Hitler”, se explican algunos de los defectos del pensamiento occidental sobre la guerra entre Rusia y Ucrania, y cómo en aras de destruir a Rusia han sacrificado a Ucrania, y han permitido que resurjan grupos indeseables, en un juego geopolítico perverso.

El artículo de Sacks comienza mencionando que los partidarios occidentales de la guerra en Ucrania han tratado de negar la complicada relación entre el nacionalismo ucraniano y los grupos neonazis, calificando cualquier discusión sobre el pasado o presente nazi en Ucrania como un “tema de conversación de Putin”. Pero la verdad sólo puede ser suprimida durante un tiempo, y recientemente estalló en lo que debería haber sido una aburrida sesión del Parlamento canadiense.

Mientras se presentaba al presidente ucraniano Volodymyr Zelensky para dar otro discurso ante la Cámara de los Comunes de Canadá, el presidente de la Cámara, Anthony Rota reconoció a Yaroslav Hunka, de 98 años, como un héroe de guerra ucraniano por luchar contra la Unión Soviética durante la Segunda Guerra Mundial. Aparentemente sin saber que Hunka había sido un soldado voluntario en la 14.ª División de Granaderos de las Waffen-SS de la Alemania nazi, una unidad militar famosa por sus horrendos crímenes de guerra incluido el asesinato de civiles, incluidos judíos y ciudadanos polacos. Era una unidad tan cruel que hasta el propio arquitecto del holocausto, Heinrich Himmler se sorprendía de su brutalidad por atacar a civiles no armados.

El Kremlin dice que Canadá debe llevar ante la justicia al veterano nazi, Yaroslav Hunka

Una sala entera llena de parlamentarios, junto con el primer ministro canadiense Justin Trudeau y Zelensky, agitando los puños, se levantaron para aplaudir a Hunka. Anthony Rota se ha disculpado efusivamente por su error y ha renunciado a su cargo de Presidente del Parlamento Canadiense, pero el vergonzoso espectáculo revela algunos de los defectos del pensamiento occidental sobre esta guerra.

El Presidente Ucraniano, Volodímir Zelenski y el Primer Ministro Canadiense, Justin Trudeau aplaudiendo a Yaroslav Hunka

El imperativo de señalización de virtudes

En primer lugar, el incidente muestra el imperativo de apoyar el Proyecto Ucrania, que señala las virtudes y reemplaza todos los demás valores y consideraciones. La lógica funciona al revés de la siguiente manera: Ucrania es buena, por lo tanto el nacionalismo ucraniano es bueno. Por lo tanto, si alguien es un nacionalista ucraniano, debe ser bueno. Hechos incómodos como el servicio de Junka en las Waffen-SS o incluso que el padre del nacionalismo ucraniano, Stepan Bandera, fuera un colaborador de los nazis, son meros detalles históricos que deben ser barridos o borrados, como hacen a veces los medios occidentales con las fotografías de ucranianos. Soldados que lucen símbolos nazis en sus uniformes.

Hay que recordar que uno de los objetivos declarados de la operación militar de Rusia en Ucrania fue la desnazificación. Según los rusos, el nacionalismo extremista tiene un largo historial en territorio ucraniano y cobró especial fuerza tras el golpe de Estado del 2014. Desde entonces, se ha estado desarrollando un culto a Stepán Bandera, líder ultranacionalista con una historia sangrienta, que colaboró con las tropas hitlerianas durante la Segunda Guerra Mundial.

De acuerdo con David Sacks, eliminar todo el contexto histórico y la complejidad del conflicto actual crea un indebido binario simplista: uno debe apoyar el nacionalismo ucraniano o la conquista brutal del invasor. A medida que los principales medios de comunicación y los partidarios en línea refuerzan este marco una y otra vez, cualquier esfuerzo por buscar un mayor nivel de comprensión del conflicto se vuelve sospechoso. ¿Tienes alguna pregunta más profunda sobre las causas de la guerra o los posibles caminos hacia la paz? Debes ser “prorruso”. Para la mayoría de los liberales, y ciertamente para los políticos canadienses, es más seguro entregarse a señales de virtud históricamente ignorantes que correr el riesgo de ser llamados apologistas de Putin, incluso si esto resulta en algún momento ocasional de humillación al vitorear a un nazi.

Por supuesto, la realidad es más complicada que el binario simplista. La mayoría de los nacionalistas ucranianos no son nazis. Pero la presencia de la ideología nazi en Ucrania está bien documentada, y los grupos ultranacionalistas más ardientes de Ucrania conservan la ideología racial de su patriarca Stepan Bandera. Esta es la razón por la que las insignias nazis suelen aparecer en los uniformes ucranianos. Esta es la razón por la que los nacionalistas blancos acudieron en masa desde toda Europa para luchar en el lado ucraniano al comienzo de la guerra. Por eso algunas calles de Ucrania llevan el nombre de nazis ucranianos que participaron en crímenes de guerra. Esta es la razón por la que los grupos de vigilancia llevan algún tiempo preocupados por el aumento de los grupos de odio en Ucrania.

El papel de los ultranacionalistas

A pesar de todo esto, Occidente ha cerrado los ojos, tapado sus oídos y calificado el “problema nazi” de Ucrania como un argumento mentiroso y una vil excusa por parte de Vladimir Putin. Esto revela un segundo y más inquietante defecto en el pensamiento de la política exterior estadounidense: han hecho causa común con los ultranacionalistas ucranianos y básicamente de cualquier parte del mundo. Cualquier política exterior sensata de Estados Unidos hacia Ucrania se habría esforzado por mantener a raya a esta gente. En cambio, se les cultivó. Hay dos brigadas activas peleando en Ucrania y los Estados Unidos están perfectamente bien con eso. No se han dado cuenta de que pueden apoyar a Ucrania sin glorificar a los neonazis.  Si los medios reportaran la existencia de Neonazis en cualquier parte del mundo sería un escándalo, pero como son los neonazis consentidos de Estados Unidos, la enorme mayoría prefiere callar.  

Participaron en el golpe de estado Maidan respaldado por Estados Unidos en 2014, y una vez que estalló una guerra civil como reacción al golpe, grupos de extrema derecha como el Sector Derecha (Right Sector) y el infame Batallón Azov (por ciento, muy celebrado por los medios estadounidenses), comenzaron a matar separatistas en el Donbass, acumulando un número de miles de muertos. En lugar de reprimir estos esfuerzos, el gobierno de Kiev incorporó estas milicias a la estructura de mando militar para continuar su trabajo contra Rusia.

Es una escena familiar en Ucrania estos días, donde los ultraderechistas radicales son una presencia cada vez más amenazante en las calles.

Los antecedentes y las implicaciones del golpe de extrema derecha de 2014 en Kiev, que derrocó al presidente prorruso Viktor Yanukovich, son fundamentales para comprender la actual guerra entre Ucrania y Rusia. Este golpe fue apoyado abiertamente por el imperialismo estadounidense y europeo y fue implementado principalmente por tropas de choque de extrema derecha como el Sector Derecha y el Partido neonazi Svoboda.

Representó la culminación temporal de esfuerzos de larga data del imperialismo estadounidense para instalar un régimen títere en las fronteras de Rusia y acercó al mundo a una peligrosa guerra entre las mayores potencias nucleares, Estados Unidos y Rusia. Desde entonces, Ucrania se ha convertido sistemáticamente en una plataforma de lanzamiento para una guerra de la OTAN contra Rusia.

El cambio de régimen provocó el estallido de una guerra civil en curso en el este de Ucrania, entre separatistas respaldados por Rusia y el ejército ucraniano respaldado por Estados Unidos, que se ha cobrado la vida de decenas de miles y ha desplazado a millones.

En Estados Unidos, el golpe de 2014 fue un catalizador para una campaña cada vez más agresiva contra Rusia y un giro significativo hacia la derecha entre los sectores poblacionales de la clase media alta. El imperialismo estadounidense y la OTAN han financiado la guerra, al Estado ucraniano y a las fuerzas de extrema derecha con miles de millones de dólares.

El golpe de estado en Ucrania de 2014

La clase dominante alemana aprovechó el golpe como pretexto para intensificar agresivamente su campaña para remilitarizar y justificar los crímenes de las fuerzas fascistas. Otra vez en Alemania son graciosos los chistes respecto de los judíos. Por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se vio a representantes de un gobierno alemán en fotografías con neonazis ucranianos declarados.

Estados Unidos podría haber apoyado los Acuerdos de Minsk entre 2015 y 2021 para resolver pacíficamente el conflicto, pero los políticos estadounidenses se dejaron seducir por la idea de que el fervor nacionalista en Ucrania serviría a sus intereses. Un estudio de Rand Corporation mostró cómo se podría utilizar a Ucrania como sustituto para desestabilizar a Rusia. El Gran Tablero de Ajedrez de Zbigniew Brzezinski explicó que Ucrania era un Estado bisagra; Si pudiera entrar en la órbita de Occidente, Rusia ya no sería una gran potencia. Por lo tanto, Estados Unidos racionalizó alinearse con grupos que nunca harían concesiones con Rusia y se hicieron de la vista gorda ante sus problemáticas políticas.

Una trágica negativa a negociar

Como Zelensky ha reiterado constantemente, la posición ucraniana sigue siendo que cada centímetro cuadrado de territorio (incluida Crimea) debe ser devuelto a Ucrania o no habrá paz. Pero Moscú nunca estará de acuerdo con esto, particularmente cuando está ganando una guerra de desgaste. Ahora que la contraofensiva no ha logrado recuperar una cantidad significativa de territorio, no existe ningún plan viable para desalojar a Rusia del territorio ucraniano. La intransigencia de Zelensky y sus partidarios al negarse a negociar no sirve a los intereses a largo plazo de Ucrania, que actualmente está siendo destruida, pero es coherente con la agenda de los ultranacionalistas.

En mi artículo del 10 de septiembre, titulado “Lo único a lo que debemos temerle es a la extinción”, advierto que el objetivo de Estados Unidos con la campaña en Ucrania es la destrucción de Rusia y que hay mucha gente irresponsable tomando decisiones que podrían provocar que todo este juego termine mal con un problema nuclear. Hay mucha gente que no está actuando de manera madura en el conflicto.

La tragedia es que en 2019 Zelensky fue elegido con una plataforma de paz: se suponía que debía hacer las paces con Rusia bajo los auspicios de Minsk II. Pero los grupos de extrema derecha lo amenazaron con violencia si lo hacía, y él dio marcha atrás. En 2021 había cambiado de rumbo y apoyaba resoluciones para recuperar Crimea y aumentar el bombardeo del Donbás. Con un ferviente partidario de Ucrania, el presidente Biden en la Casa Blanca y un nuevo acuerdo estratégico de Estados Unidos que prometía armas, ayuda económica y una futura membresía en la OTAN, Zelensky se animó a seguir una política de línea dura en lugar de la plataforma de paz por la que fue elegido. Con la extrema derecha de Estados Unidos y Ucrania alineada a favor de esta posición, resistirse debe haber parecido suicida.

Una mejor política estadounidense

Estados Unidos está muy mal porque ha exacerbado los grupos de neonazis. Si bien odia el nazismo, con sus acciones grita que si eres de un grupo neonazi afín, pues está bien. Te vamos a tolerar es lo que dice.

Una política estadounidense mucho mejor habría sido reconocer el derecho a la autodeterminación de todo el pueblo de Ucrania. Pero eso habría significado reconocer la pérdida de Crimea (que es mayoritariamente rusa) y conceder autonomía regional al Donbás, como Ucrania acordó hacer en Minsk II. Hacer eso y eliminar la membresía de la OTAN habría logrado la paz y habría dejado a Ucrania intacta. Pero la paz no era el objetivo de los estrategas del Departamento de Estado, que querían debilitar a Rusia y veían a Ucrania como un peón en su Gran Tablero de Ajedrez.

Dar una gran ovación a un ex soldado nazi es una mancha moral, pero sacrificar a Ucrania en un juego geopolítico mientras se pretende ser su salvador es una mancha mucho mayor.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt