La guerra arancelaria de Estados Unidos contra el mundo ya está en marcha. Desde el pasado 12 de marzo, la mayor economía global impuso aranceles del 25% a todas las importaciones de acero, aluminio y algunos de sus productos derivados, incluidos los provenientes de México y Canadá. Esta decisión, anunciada por el presidente Donald Trump desde el 11 de febrero, tiene como objetivo fortalecer a la industria estadounidense. Sin embargo, ha desatado una fuerte preocupación entre los principales socios comerciales de EE.UU., quienes ven en esta medida el inicio de una escalada proteccionista que no logrará sus fines de reindustrialización, pero si deteriorará las relaciones económicas y obstaculizará el comercio internacional.

Por su parte, el próximo 2 de abril se perfila como una fecha crucial en la política comercial de Estados Unidos, ya que ese día Trump podría anunciar medidas arancelarias importantes que constituirían un segundo golpe para sus socios comerciales. Entre las posibles acciones, se contempla la imposición de un arancel del 25% a todas las importaciones provenientes de México y Canadá (incluyendo las que se hacen al amparo del T-MEC), con el objetivo de reducir el déficit comercial y abordar las persistentes preocupaciones relacionadas con la seguridad fronteriza y el tráfico de fentanilo. Además, Trump ha amenazado con anunciar aranceles específicos del 25% al sector automotriz, lo que también podría afectar tanto a vehículos como a autopartes importadas desde estos países. ​

Aunado a lo anterior, el 2 de abril Estados Unidos también podría anunciar la implementación de aranceles recíprocos, buscando equiparar las tarifas impuestas por otros países a los productos estadounidenses, e incluso aranceles equivalentes al Impuesto al Valor Agregado (IVA) que se aplica en diversas naciones.

La administración Trump ha justificado estas acciones como necesarias para proteger la industria nacional y asegurar empleos en Estados Unidos. Sin embargo, es evidente que tales medidas desencadenarán una guerra comercial, afectando negativamente las economías de los países involucrados y generando incertidumbre en los mercados internacionales. ​

En el caso de México ya hemos comentado desde este espacio que el daño está hecho, ya que se ha frenado la inversión productiva, mientras que la confianza de los consumidores acumula cuatro meses consecutivos con disminuciones. Eso ha provocado una revisión a la baja de las perspectivas de crecimiento económico.

Hace unos días, el banco suizo UBS ajustó su pronóstico de crecimiento para la economía mexicana en 2025, reduciéndolo del 1% a un 0%. Este ajuste se atribuye a la incertidumbre generada por las amenazas arancelarias de Estados Unidos y a una disminución en la confianza de los inversionistas, factores que podrían llevar a México al borde de una recesión técnica. ​Por su parte, Banamex ha mencionado que a pesar de que no habrá aranceles por el momento, la incertidumbre ha aumentado, afectando la inversión y el consumo, por lo que la proyección del crecimiento económico para México es de 0% para 2025.

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Es así que en nuestro país estamos atravesando un periodo de mucha preocupación y replanteamiento de los negocios, sobre todo porque también es desconocido lo que sucederá con el Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC), ya que de materializarse los aranceles generalizados del 25% en contra de México y Canadá, éste será letra muerta.

En este escenario, el presidente Trump puede adjudicarse un triunfo anticipado en su estrategia comercial: las negociaciones para revisar el T-MEC han comenzado un año antes de lo programado. Esto marca el inicio de una nueva etapa de incertidumbre para México, cuya economía sigue profundamente atada a su principal socio comercial, Estados Unidos, destino del 82% de sus exportaciones. La revisión del tratado en 2026 deja de ser un simple trámite técnico y se perfila como un proceso complicado de renegociación.

Vale la pena recordar que, durante su primer mandato, Donald Trump negoció el T-MEC para sustituir al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El nuevo acuerdo fue firmado en Buenos Aires en 2018 y entró en vigor el 1 de julio de 2020. Conforme a lo establecido, la primera revisión obligatoria del T-MEC está programada para julio de 2026. Sin embargo, es importante aclarar que el tratado no contempla una renegociación formal en esa fecha, sino únicamente una revisión de su implementación y resultados.

Las primeras negociaciones ocurrieron el pasado jueves 13 de marzo, cuando el Secretario de Comercio, Howard Lutnick, y el Representante Comercial de Estados Unidos, Jamieson Greer, se reunieron con funcionarios canadienses, incluyendo al Ministro de Finanzas, Dominic LeBlanc; la Embajadora en Estados Unidos, Kirsten Hillman; y el Primer Ministro de Ontario, Doug Ford, para discutir la revisión del acuerdo comercial de Norteamérica.

En la opinión de muchos, Trump ha utilizado sus amenazas arancelarias para atraer anticipadamente a México y Canadá a las negociaciones. Públicamente, ha dicho que el combate al narcotráfico y la migración descontrolada motivan su política arancelaria; sin embargo, personas cercanas a las conversaciones comerciales han afirmado que otro de sus objetivos es revisar el acuerdo comercial que alguna vez describió como “el acuerdo comercial más justo, equilibrado y beneficioso que hemos firmado”.

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No está del todo claro qué pretende Trump obtener de estas negociaciones. Un comunicado de la Casa Blanca señaló que los funcionarios discutieron el “firme compromiso de Trump con la búsqueda de un comercio justo y el posible papel de Canadá en esos esfuerzos”.

La retórica del presidente ofrece algunas pistas sobre sus objetivos finales. Trump se ha quejado durante mucho tiempo de las políticas energéticas lideradas por el Estado en México y de la participación china en la industria automotriz mexicana. Por su parte, México ha señalado que recibe menos inversión china que Estados Unidos y Canadá.

Trump también ha criticado el proteccionismo de Canadá a su industria láctea y ha amenazado con “cerrar permanentemente el negocio de fabricación de automóviles en Canadá” si no se cumplen sus demandas comerciales.

Según lo establecido en el propio tratado, la revisión del T-MEC debe concluir antes del 1 de julio de 2026. Al respecto, Doug Ford señaló que Howard Lutnick solicitó a los funcionarios analizar la posibilidad de renegociar el acuerdo comercial. Ford advirtió que este proceso podría ser largo, enfatizando la importancia de fortalecer los lazos bilaterales: “Se trata de construir una relación”, afirmó. “Cuanto más rápido construyamos esa relación, más rápido podremos sentarnos a discutir cuáles son sus necesidades y cuáles son las nuestras”.

Por su parte, el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum ha hecho algunas sugerencias en el debate comercial durante las discusiones sobre los aranceles. Entre ellas se encuentra el incremento de los aranceles mexicanos a China hasta igualarlos con los que aplica Estados Unidos, según personas familiarizadas con las negociaciones.

Sheinbaum señaló el pasado 6 de marzo que México estaba importando muchos productos de China sin que existiera un acuerdo comercial en vigor. “Priorizamos el comercio con los países con los que tenemos un tratado comercial”, dijo.

En cuanto a las automotrices estadounidenses, éstas esperan que Trump busque concesiones a su favor. El acuerdo actual exige que el 75% del valor de contenido de un automóvil provenga de proveedores norteamericanos para calificar a un trato libre de aranceles. Pero el arancel por incumplimiento es solo del 2.5%. Algunas automotrices prefieren pagarlo y exportar autos a Estados Unidos en lugar de cumplir con la regla. Algunos legisladores estadounidenses de estados donde se encuentra la industria automotriz han dicho que quieren aumentar el arancel para penalizar a los fabricantes extranjeros sin dañar a los socios comerciales norteamericanos.

“El arancel por incumplir con el T-MEC debería ser diez veces mayor”, afirmó el senador Bernie Moreno (republicano, Ohio). Eso lo alinearía con los aranceles del 25% que Trump ha planeado imponer a las importaciones mundiales de automóviles, los cuales, según ha dicho, se aplicarían el 2 de abril.

Sin embargo, algunos senadores republicanos han advertido que una mayor incertidumbre podría descarrilar el acuerdo y dañar la confianza en el mercado y las ganancias corporativas.

“Esto se trata de mejorar un acuerdo que el presidente Trump consiguió en su primer mandato”, dijo el senador Thom Tillis (republicano, Carolina del Norte), “pero si alguien está pensando en empezar desde cero, creo que eso podría ser desestabilizador”.

A manera de conclusión podemos mencionar que la revisión anticipada del T-MEC y la escalada arancelaria impulsada por la administración Trump han encendido señales de alerta para México y su sector empresarial. El riesgo de que el tratado se debilite o incluso se vuelva irrelevante representa un riesgo enorme para una economía que depende en un 82% de sus exportaciones al mercado estadounidense. La amenaza de nuevos aranceles del 25% a las importaciones mexicanas, en particular a la industria automotriz, genera un entorno de alta incertidumbre que ya ha frenado la inversión y afectado la confianza empresarial. Las recientes revisiones de crecimiento a cero por parte de UBS y Banamex confirman que el panorama para 2025 es complejo y obliga a replantear estrategias serias.

En este contexto, las empresas mexicanas deben prepararse para escenarios de renegociación comercial, mayores costos de exportación y posibles cambios en las reglas de origen y contenido regional. Anticiparse a estos riesgos será clave para proteger la competitividad y mitigar impactos en las cadenas de suministro. En GAEAP estamos listos para apoyar a las empresas con estudios de diagnóstico sectorial y análisis de impacto económico, ayudándoles a definir rutas estratégicas para enfrentar esta etapa de incertidumbre y aprovechar oportunidades en medio de la adversidad.

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Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

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1 comentario

  1. 1.El Impacto de los aranceles en la economía mexicana ya se está dando y lo sentimos en el bolsillo y la estimación de crecimiento económico nos colocan al 0 % y con una eventual recesión
    2.La dependencia con EU es grande lo que nos hace vulnerables, lo que se ha dicho siempre, tenemos que diversificarnos
    3.Posible adelanto de la revisión del T-MEC puede se convierta en una renegociación anticipada, incluso a la ruptura del tratado. Debido a la estrategia de EU es proteccionista y la adecua a su política
    interna refiriéndome a seguridad de sus fronteras y combate al fentanilo, más que por razones comerciales. Hay que estar conscientes de que todo esto al que afecta es al más pobre. Saludos y como siempre muy acertado y no había visto ese punto que puede ser una ruptura del tratado, gracias

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