La economía marcha bien, pero podría estar mejor  

Muchos observadores están sorprendidos por el buen desempeño de la economía nacional a lo largo de este año, en el que las principales variables macroeconómicas van bien, salvo por lo elevado que se mantienen las tasas de interés. Este año se perfila a que tendremos un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 3.4%, la tasa de desocupación se mantiene en niveles mínimos históricos por debajo del 3.0%, el empleo en el seguro social habrá aumentado este año en más de 700 mil puestos, la masa salarial crecerá cerca de 4.5% en términos reales, la inversión extranjera directa romperá todos los récords y será de ceca de 60 mil millones de dólares, el tipo de cambio se encuentra en una posición sólida nuevamente por debajo de los 18 pesos por dólar, entre otras variables.

En este contexto, recuerdo que en enero de este año estaba dando una plática a empresarias sobre la situación económica y las perspectivas para 2023. Más allá de mis opiniones de cómo pintaba este año, puse una diapositiva con los resultados de la encuesta de expectativas económicas del Banco de México, correspondiente a diciembre de 2022.

La diapositiva mostraba la media de los pronósticos de esa encuesta, y las expectativas eran de que al cierre de 2023 la inflación sería de 4.99%, el PIB crecería 0.92%, el tipo de cambio se ubicaría en 20.63 pesos por dólar y que la tasa de interés de fondeo interbancario estaría en 10.20%. Al momento de escribir estas líneas, vemos que los pseudo expertos analistas encuestados por el Banxico se equivocaron en grande en la enorme mayoría de los pronósticos para 2023 que hicieron al finalizar el 2022.

A menos de dos meses de terminar el 2023, todo parece indicar que la lucha contra la inflación resultó más efectiva de lo esperado y que la tasa de incremento de precios terminará el año en torno a 4.5%; de igual forma, vemos que el desempeño económico superó con creces hasta al más optimista de los pronósticos ya que todo indica que el PIB crecerá 3.4%. Sólo la Secretaría de Hacienda y la CONCAMIN pronosticaban desde finales de 2022 que el crecimiento económico este año sería de 3.0%. En cuanto al tipo de cambio todos se equivocaron terriblemente porque al parecer el dólar terminará el año por debajo de los 18 pesos, mientras que en cuanto a la tasa de fondeo, la política monetaria del Banco de México resultó más agresiva de lo esperado y terminaremos este año con una tasa de interés objetivo de 11.25% y una TIIE cerca del 11.50%.

Pero no solo los “expertos” encuestados por el Banco de México cometieron terribles errores de predicción, también lo hicieron los analistas que participan en la Encuesta Citibanamex de Expectativas. En dicha encuesta, publicada el 5 de enero de 2023 y en la que participaron analistas de 30 bancos, casas de bolsa y fondos de inversión, se dieron los siguientes pronósticos:

Vemos que al igual que en la encuesta de diciembre de 2022 por parte del Banco de México, en la Encuesta Citibanamex de Expectativas también le fallaron a los pronósticos 2023 en materia de inflación (sobre estimada), Tasa de fondeo bancario (sub estimada), tipo de cambio (muy sobre estimado) y crecimiento del PIB (muy subestimado).

A continuación, presento los resultados de expectativas económicas de Citibanamex más actual y que corresponde al 20 de octubre de este año, en la que participaron analistas de 36 instituciones financieras:    

Como se puede apreciar, la expectativa para las principales variables macroeconómicas para el cierre del 2023 es ahora muy distinta a lo que se anticipaba a principios de año. Obviamente que los pronósticos no cambiaron de golpe, sino que mes con mes se fueron ajustando, por lo que mi punto a ilustrar es que el nivel de certeza de los pronósticos de analistas dizque “reconocidos”, publicados a principios de año puede ser extremadamente bajo.

A finales de 2022 y principios de 2023 los analistas argumentaban que Estados Unidos iba a entrar en recesión y que eso nos iba a arrastrar con ellos a una caída del PIB mexicano. La realidad es que este año el PIB de Estados Unidos ha tenido un buen desempeño creciendo a una tasa anual de 2.2% en el primer trimestre, 2.1% el segundo trimestre y 4.9% el tercer trimestre. Este crecimiento ha sido impulsado por un vigoroso consumo privado y el gasto público financiado con un creciente déficit fiscal (1.7 billones de dólares en el año fiscal 2023, un nivel 23% más alto que el observado en 2022).

Los analistas que predecían que este año sería malo para México no alcanzaron a ver que Estados Unidos se mantendría fuerte pese a los apretones de política monetaria que llevaron su tasa de interés de fondos federales a un nivel de entre 5.25% y 5.50%. Pero de igual forma se equivocaron al no dimensionar el impulso que tendría México derivado de la relocalización de empresas (nearshoring) y por el fortalecimiento del mercado interno.

En cuanto al nearshoring, vemos que en el primer semestre del año México atrajo inversión extranjera directa (IED) por 29 mil millones de dólares, una cifra máxima histórica que ha impulsado la economía nacional. Sin embargo, también se debe mencionar que es evidente que la cifra de IED podría ser más alta si se implementaran estrategias y políticas públicas efectivas para atracción de mayor inversión, lo que implica resolver los problemas por la insuficiente generación y transmisión de energía eléctrica, que buena parte de ésta provenga de fuentes verdes, resolver el problema de escasez de agua generando la infraestructura hidráulica requerida, avanzar en la competitividad logística con más infraestructura de carreteas, puertos y aeropuertos, así como avanzar en seguridad y respeto al estado de derecho. Se ha estimado que México podría captar entre 35 y 60 mil millones de dólares adicionales de inversión extranjera al año si se capitaliza el nearshoring en toda su capacidad. 

Ahora, respecto al tema de la fortaleza del mercado interno en 2023, que tampoco vieron los analistas a principios de año, en GAEAP realizamos los cálculos de cuanto ha crecido la masa salarial en el último año. Tomando en consideración la evolución de la población ocupada y el ingreso promedio diario de ésta (pasó de 253.71 pesos diarios en el segundo trimestre de 2022 a 274.79 pesos en el segundo trimestre de 2023), vemos que la base salarial nominal aumentó 10.4%, pero al tomar en cuenta la inflación del periodo, vemos que en términos reales la base salarial aumentó 4.4%, una tasa muy sólida que explica buena parte del crecimiento de la economía nacional.

Y ahora, derivado de que el INEGI publicó su estimación Oportuna del Producto Interno Bruto Trimestral (EOPIBT) correspondiente al tercer trimestre de 2023, quiero hacer algunas reflexiones sobre la evolución de este indicador. El INEGI menciona que el PIB total se habría expandido 3.3% a tasa anual en dicho trimestre, lo cual es producto de que las actividades primarias (agricultura, ganadería, pesca, caza, actividades forestales) crecieron 5.6%, las secundarias (industria minera, construcción, electricidad, gas y agua, así como la manufactura) 4.5% y las terciarias (comercio y servicios) 2.5 por ciento.

Fuente: Elaborado por GAEAP con datos de INEGI

Con este crecimiento de 3.3% anual, la tasa de crecimiento del PIB de México en el acumulado de los primeros tres trimestres de 2023 es de 3.55% y con ello el PIB de los primeros nueve meses de este año ya se encuentra 3.41% por arriba del nivel de PIB de los mismos meses de 2019. Es evidente que el PIB actual ha superado el observado previo a la pandemia causada por el virus chino SARS-COV2, sin embargo, se debe mencionar que hay diversos sectores de actividad que todavía se encuentran operando por debajo del nivel que tenían previo a la pandemia y que de igual manera, hay muchas empresas que no se han podido recuperar, por lo que las cifras del PIB deben ser tomadas con cuidado porque indican la marcha de la totalidad de la actividad económica.

Muchos analistas destacan el hecho de que tenemos un PIB 3.41% por arriba del de 2019 como un gran logro y sin duda lo es; pero lo que no se debe perder de vista es que la mayoría de los países no sólo ya recuperaron su nivel de PIB prepandemia, sino que ya regresaron a su nivel de línea de tendencia que tenían antes de la pandemia. Si para el caso de México asumimos que la tendencia de crecimiento es de 2.0% anual, pues el PIB del tercer trimestre de 2023 se encuentra 3.71% por debajo del nivel que debería tener de acuerdo con su línea de tendencia pre covid.

Fuente: Elaborado por GAEAP con datos de INEGI y estimaciones propias

En cuanto a las actividades económicas que conforman el PIB, tenemos que en los primeros nueve meses de 2023 las actividades primarias presentan un crecimiento anual del 2.98% y se encuentran 7.14% por arriba del nivel de 2019. Las actividades secundarias están 4.00% por arriba del nivel de 2022 y 4.58% por encima del nivel de 2019. Por su parte, las actividades terciarias presentan un crecimiento anual de 3.31% en 2023, pero están apenas 2.48% por encima del nivel que tenían en los primeros nueve meses de 2019.  

A manera de conclusión podemos mencionar que, gracias a la gente trabajadora y a los empresarios, México está teniendo un buen desempeño en este 2023. A principios de año casi nadie lo veía venir. La mayoría de las variables macroeconómicas ahora marchan bien, aunque subsisten múltiples problemas para las mipymes y desde luego que hay importantes riesgos que podrían descarrilar este buen desempeño.

Es indudable que México podría estar creciendo a tasas más elevadas si tuviera las políticas públicas correctas que le permitan capitalizar aún más la oportunidad del nearshoring, mientras que los empresarios han realizado un gran esfuerzo en mejorar las condiciones salariales del personal ocupado y avanzando en la formalidad.

México tiene un gran potencial, el año 2024 puede ser un muy buen año también si no se nos complica el proceso electoral y podeos revertir los problemas de crimen y delincuencia que azotan al país.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En X: @alejandrogomezt

Siguen los elevados costos de la lucha contra la inflación

La industria manufacturera es motor de desarrollo nacional, es la actividad que produce la mayoría de los bienes que consumimos, desde alimentos procesados hasta computadoras. Es la industria que produce las maquinas que se utilizan en cientos de procesos productivos, además de generar el 90% de las divisas por concepto de exportaciones. Es una actividad muy importante y los países no se pueden dar el lujo de perderla o debilitarla; en ese sentido vemos países arrepentidos de sus decisiones pasadas, como los Estados Unidos, que ahora realizan costosos esfuerzos por regresar a su país algunos procesos manufactureros, con un éxito muy moderado.

En el caso de México, producto de varios factores, entre los que destaca la fortaleza del peso, hemos visto como se desacelera la tasa de crecimiento del volumen físico de las manufacturas. Después de la crisis económica causada por el virus chino SARS-CoV-2, la manufactura nacional creció 8.6% en 2021 y aumentó 5.2% en 2022, pero en el acumulado de los primeros seis meses de 2023 la tasa se redujo a apenas 2.0%.  

Si se analiza el comportamiento del volumen físico de producción manufacturera a nivel mensual, la desaceleración es más evidente. Mientras que en septiembre de 2022 creció 8.4%, para enero de 2023 había bajado a 4.7%, en abril fue 1.4% y en junio sólo 0.8%.

La desaceleración, causada por un tipo de cambio que mantiene al peso sobrevaluado, también se puede ver en el desempeño del sector exportador manufacturero. Es verdad que hay otros factores que inciden en el dinamismo de las exportaciones de manufacturas, pero llama la atención que la tasa de crecimiento de éstas pasó de 16.6% en el comparativo de 2021 a 2022, a sólo 6.1% entre los primeros seis meses de 2022 y los mismos meses de 2023.  

El dato de un aumento de 6.1% en las exportaciones manufactureras oculta lo que está sucediendo en ciertas industrias, en las que el valor de las exportaciones de hecho ha disminuido. De acuerdo con cifras del INEGI, en el comparativo del primer semestre de 2022 al mismo trimestre de 2023, las siguientes actividades muestran disminución nominal en el valor de sus exportaciones (en paréntesis se indica el porcentaje de disminución): Siderurgia (-18.5%), Industria de la madera (-17.6%), Minerometalurgia (-8.1%), Química (-5.4%), Productos plásticos y de caucho (-5.2%), Maquinaria y equipo especial para industrias diversas (-3.4%), y Productos metálicos de uso doméstico (-2.1%).

Reitero que, si hay otros factores, además del tipo de cambio, que inciden en el desempeño manufacturero y de las exportaciones. Sin embargo, es innegable el efecto negativo que se causa en la industria con un dólar en 17 pesos, ya que los productos hechos en México se encarecen frente al resto del mundo, mientras que los extranjeros se abaratan, provocando un desplazamiento de la producción nacional en los mercados internos y externo. Además de que la disminución del tipo de cambio, por lo general sólo provoca que los márgenes de utilidad de los importadores/comercializadores se amplíe.  

Hemos señalado en pasadas entregas que la fortaleza del peso es principalmente coyuntural. Si hay factores, como la entrada de inversión extranjera, que dan soporte al peso, pero el factor principal de la fortaleza de nuestra moneda es el diferencial de tasas de interés entre México y los demás mercados, en especial el de Estados Unidos. Muestra de ello es que recientemente cuando Fitch Ratings bajó la calificación de la deuda de nuestro vecino del norte en un escalón a AA+, el dólar subió de 16.68 pesos el 28 de julio hasta 17.30 pesos por dólar el 3 de agosto. En otras palabras, los mercados se pusieron nerviosos y “la fortaleza” del peso se esfumó por unos días

Las altas tasas de interés en México (11.25% la tasa objetivo del Banco de México y la tasa de Cetes a 28 días al momento de escribir estas líneas) son producto de la lucha contra la inflación por parte del Banxico y no obstante que la inflación general ha bajado de manera importante, no se ven señales de que los miembros de la Junta de Gobierno del banco central vayan a bajar las tasas pronto, lo que da elementos adicionales de fortaleza al peso mexicano.

El INEGI recién informó que en julio de 2023, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) aumentó 0.48% respecto al mes anterior y con este resultado, la inflación general anual se ubicó en 4.79%, nivel muy por debajo del 8.15% anual observado en julio de 2022 y también por debajo de la inflación anual de 5.06% observada en junio, por lo que en julio de este año se alcanzó la inflación más baja desde marzo de 2021.

La inflación subyacente de julio de 2023 se ubicó en 6.64% anual, mientras que la inflación no subyacente fue de -0.67% a tasa anual. Hay que recordar que la meta inflacionaria del banco central es de 3.0% anual con un margen de un punto porcentual.

El nivel de la inflación subyacente es lo que provoca que el Banxico sea renuente a considerar a disminuir su tasa de interés objetivo, a pesar del daño que se le causa a los exportadores y a la planta manufacturera en general, por el abaratamiento de los bienes importados (para los importadores).

De acuerdo con el Comunicado de Prensa emitido el 10 de agosto, en el que se informa la más reciente decisión de política monetaria por parte del Banco de México, se menciona que  la Junta de Gobierno del Banco de México decidió mantener el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día en 11.25%. Se reconoce que desde la última reunión de política monetaria, las inflaciones general y subyacente anuales siguieron descendiendo. Sin embargo, ambas se mantuvieron elevadas al situarse en julio en 4.79% y 6.64%, respectivamente. El componente no subyacente continuó en niveles históricamente bajos, al ubicarse en el mismo periodo en un nivel atípico de -0.67%. Para 2023, las expectativas de inflación disminuyeron. Las de mayor plazo se mantuvieron relativamente estables en niveles por encima de la meta.

El Banxico ve como riesgos al alza en la tasa de inflación a los siguientes posibles eventos: i) persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados; ii) depreciación cambiaria ante eventos de volatilidad financiera internacional; iii) mayores presiones de costos; y iv) presiones en los precios de energéticos o agropecuarios. Por su parte, ve como riesgos a la baja a los siguientes posibles eventos: i) una desaceleración de la economía global mayor a la anticipada; ii) un menor traspaso de algunas presiones de costos; iii) que la apreciación del tipo de cambio contribuya más de lo anticipado a mitigar ciertas presiones sobre la inflación; y iv) un efecto mayor al previsto de las medidas del Gobierno Federal ante la carestía. Y dentro de todo este universo de posibilidades de cosas que pueden pasar, el banco central considera que son mayores los riesgos de un rebote inflacionario (riesgos al alza) que los riesgos de que la inflación baje de manera más acelerada de lo que se espera (riesgos a la baja).

Sede del Banco de México

Desde este espacio hemos señalado que buena parte de la naturaleza de la inflación en México es de origen externo, pero el Banxico sigue apretando la política monetaria como si eso fuera incidir en los precios mundiales de los alimentos, en los precios de los commodities, en la inflación de nuestros principales socios comerciales, entre otros factores que siguen presionando la inflación mundial y contaminando a la de México.  

Para terminar, quisiera compartir un par de comentarios que he recibido por parte de fabricantes nacionales y que sin duda transmiten la creciente problemática por el peso sobrevaluado:

  1. Creo que es tiempo de recordarles (al Banxico) que el tener una tasa (de interés) tan alta provoca una sobrevaluación del peso , que nos quita competitividad para exportar, y provoca un incremento deficitario en lugar de tener un incremento en el superávit, además las altas tasas (de interés) sangran le economía, por lo que deberíamos presionar a que las tasas bajarán, sabiendo que serían 3 efectos favorables: el tipo de cambio sería más adecuado para que el país aumente su superávit (comercial), la economía dejaría de sangrarse (por altos costos financieros), y quizá el más importante, se podría aprovechar más de la capacidad instalada del país, evitando con eso despidos masivos y mayor pobreza que conlleva e inseguridad al perder la gente su empleo .
  2. Interesante este artículo que salió el día de ayer en el periódico Reforma. Esto es una realidad que estamos viviendo y que debiera de haber un consenso entre la industria de la proveeduría y la industria zapatera, ya que la mayor parte de los insumos para la proveeduría bajaron de costo por el tipo de cambio, pero esto no ha sido reflejado en los precios de los materiales de la proveeduría de la industria zapatera. Los incrementos en materiales diversos, como forros, plantillas, suelas, etc. sufrieron importantes incrementos en el 2021 y 2022.  Con esta baja en el costo del USD, estos precios debieran de tener un decremento que permita que sigamos siendo competitivos a nivel nacional e internacional. La baja del dólar no se traduce en disminuciones de precios ni de proveeduría, ni de los bienes de consumo final, solo eleva las utilidades de los importadores.

A manera de conclusión podemos decir que es evidente que el país sufre una desaceleración manufacturera importante y que esta se debe principalmente a la fortaleza del peso frente al dólar. El Banxico sigue trabajando en función de su mandato constitucional de preservar el poder adquisitivo de la moneda, sin consideraciones respecto del daño que se le causa a los diferentes sectores productivos, en especial al manufacturero. Mientras tanto, los importadores y comercializadores de productos importados viven en el mejor de los mundos porque compran sus productos más baratos y los siguen vendiendo al mismo precio de antes, perjudicando a fabricantes nacionales y consumidores.

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

La ineficacia de la política monetaria en México

Derivado de costosos apretones monetarios traducidos en incrementos de tasas de interés, es que en la mayoría de los países parece que se está ganando la lucha contra la inflación. Los datos más recientes indican que el alza de precios está cediendo en naciones como Turquía, Holanda, Italia, Estados Unidos, Canadá, Indonesia, entre otras; aunque cabe señalar que las tasas de inflación anualizadas se mantienen elevadas en el promedio de la Zona Euro (8.5%), Alemania (8.7%), Italia (10.1%), Reino Unido (10.5%), Rusia (11.9%) y Turquía (57.7%). 

En Estados Unidos, donde la tasa de interés de fondos federales pasó de prácticamente 0% al nivel actual de un rango de 4.50% a 4.75%, ha habido avances significativos en la lucha contra la inflación. De haber registrado un alza anual de precios al consumidor de 9.1% en junio de 2022, ésta disminuyó hasta 6.5% en diciembre y es altamente probable que el dato de enero de este año sea aún más bajo (estamos en espera de la publicación de dicho indicador el 14 de febrero).  Cabe señalar que la más reciente decisión de política monetaria por parte de su banco central fue el miércoles 1 de febrero y fue en el sentido de aumentar su tasa de fondos federales en un cuarto de punto porcentual, lo que ocurre después de 6  aumentos consecutivos que habían sido más grandes (de entre 0.50 y 0.75 puntos porcentuales).

En el caso de México la lucha contra la inflación ha sido mucho más complicada, lenta y costosa. Hay que recordar que el alza anual de precios llegó a un máximo de 8.70% en los meses de agosto y septiembre de 2022 y después de eso la tasa de inflación comenzó a disminuir hasta llegar a 7.80% en noviembre. Con esa evolución muchos se sentían optimistas, pero el problema es que desde entonces la tasa de inflación se ha estancado y de hecho ha repuntado ligeramente. La inflación anual fue de 7.82% en diciembre y el INEGI sorprendió a la mayoría de los analistas cuando el jueves 9 de febrero informó que ésta repuntó a 7.91% en enero de este año. Lo más preocupante es que el componente subyacente, que refleja mejor la tendencia de la inflación no ha dejado de subir y se ubicó en 8.45% en enero, lo cual fue una sorpresa al alza.

En este contexto, el mismo jueves 9 de febrero, en su primera reunión de este año, la Junta de Gobierno del Banco de México anunció que decidió incrementar en 50 puntos base su objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día a un nivel de 11.00%. Esto tomó por sorpresa a la inmensa mayoría de analistas, quienes pronosticaban que el Banxico incrementaría su tasa objetivo en 25 puntos base, en línea con el aumento de tasa por parte de la FED.

Cabe señalar que el Banxico inició su ciclo alcista de tasas de interés en junio de 2021 cuando aumentó su tasa de interés objetivo de 4.00 a 4.50%. Esto significa que en los últimos 19 meses la tasa de interés objetivo del banco central ha aumentado en 7 puntos porcentuales completos (de 4.00% a 11.00%), lo que denota uno de los endurecimientos monetarios más agresivos del mundo.

Volviendo al tema del alza de medio punto porcentual en la tasa de referencia ocurrida el pasado jueves 9, como ya se señaló, el mercado casi de manera unánime esperaba un aumento de tasa de un cuarto de punto. Esta suposición de analistas estaba basada en que se esperaba que la inflación tuviera una tendencia a la baja a partir de este año, pero el INEGI sorprendió ese día por la mañana. Es obvio que la Junta de Gobierno del Banxico tomó su decisión el miércoles 8 y ya conocían anticipadamente el dato de inflación anual de 7.91%, por lo que en retrospectiva pues no sorprende la reacción del Banxico de haber aumentado su tasa de interés de referencia en esa magnitud.

La lucha contra la inflación en México será de larga duración y costosa. En su comunicado de prensa, el Banco de México revisó al alza sus expectativas de inflación para este año y 2024, mientras que las de mayor plazo disminuyeron ligeramente, aunque permanecen por arriba de la meta. Concretamente, el Banxico espera que la inflación general sea de 4.9% en el cuarto trimestre de 2023 y de 3.1% en el cuarto trimestre de 2024. En cuanto a la inflación subyacente, el banco espera que se ubique en 5.0% y 3.1% en el último trimestre de 2023 y 2024 respectivamente.   

Pero es evidente que este tipo de proyecciones han fallado en el pasado y lo más probable es que vuelvan a estar erradas ya que de hecho están sujetas a riesgos al alza. El Banxico identifica a esos riesgos como: i) persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados; ii) presiones en los precios de energéticos o agropecuarios; iii) la reapertura de la economía china; iv) depreciación cambiaria; y v) mayores presiones de costos. Desde luego que también hay factores que podrían ayudar a que la tasa de inflación  baje más rápido de lo esperado, entre los que destacan: i) una desaceleración de la economía global mayor a la anticipada; ii) una disminución en la intensidad del conflicto geopolítico; iii) un mejor funcionamiento de las cadenas de suministro; iv) un menor traspaso de algunas presiones de costos; y v) un efecto mayor al previsto de las medidas del Gobierno Federal ante la carestía. El balance de riesgos respecto a la trayectoria prevista para la inflación en el horizonte de pronóstico se mantiene sesgado al alza.

Dado todo lo anterior, pues resulta evidente que la lucha contra la inflación en México ha sido ineficaz ya que no se están dando los resultados esperados, pero que quede claro que no es por culpa del Banco de México. Desde luego que la gran pregunta es porqué si ahora tenemos una tasa de interés objetivo siete puntos porcentuales más alta que la que teníamos en la pandemia, la inflación no cede. La respuesta tiene que ver con cuestiones estructurales de la economía y el hecho de que el problema no es exclusivamente monetario.

Entre las razones estructurales de la inflación, tenemos las siguientes:  

1. Persistente y creciente desequilibrio fiscal. Esto se refiere a un desequilibrio entre la demanda y oferta agregadas. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), en 2022 como porcentaje del PIB, hubo un balance primario deficitario de 0.5%, mientras que el déficit público se situó en 3.4%. Por su parte, los Requerimientos Financieros del Sector Público se ubicaron en 4.4%.  En este sentido, en la entrega de la semana pasada hice mención que la deuda neta del sector público federal creció 7.9% nominal en un monto equivalente a 1.03 billones de pesos. Destaca que la deuda interna en pesos creció el año pasado en 15.5%, en un monto equivalente a 1.322 billones de pesos.

2. Gasto público creciente e improductivo.  Esto se refiere a un excesivo gasto público que genera consumo, pero que no aumenta las capacidades productivas del país. En una nota de Alicia Mendoza, publicada el 15 de enero de este año, se menciona que desde 2019 a 2023, el Congreso de la Unión ha destinado un total de $625,925 millones de pesos del Presupuesto de Egresos de la Federación solo para la construcción del Tren Maya, la refinería Dos Bocas y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, según datos de organizaciones civiles. Por su parte, se estima que el total de gasto que se habría tenido en materia de pensiones en 2022 fue de casi 1.5 billones de pesos, lo que representa 1 de cada 5 pesos del presupuesto de egresos de dicho año. Resulta evidente pues que además de endeudarnos de manera importante cada año, mucho de lo que gasta el gobierno no es para tener una economía más productiva o más competitiva.

Una tercera causa de inflación que es independiente de las políticas monetaria y fiscal es la siguiente:

3. Inflación importada. Como se señaló al inicio de esta entrega, hay naciones que si bien han disminuido su tasa de inflación, la siguen manteniendo elevada. Las importaciones de México representan poco más del 40% del PIB, por lo que las alzas de precios de insumos, commodities, bienes intermedios y productos terminados, que ocurren a nivel mundial, nos van a afectar aquí, dado lo expuesta que está nuestra economía.

A manera de conclusión, podemos mencionar que mientras se le siga dando toda la responsabilidad de la lucha contra la inflación a la política monetaria del Banco de México, los resultados positivos seguirán siendo escasos. Si se sigue dejando toda la responsabilidad al Banxico y se sigue aumentando la tasa de interés y ésta llega a niveles de 12.00% como algunos anticipan, se lanzará a México a una recesión y a una situación de mayor pobreza. El gobierno federal debe ver esta situación, no se trata solo de política monetaria o de elaborar programas como el PACIC o PACIC 2, se deben resolver los problemas estructurales que dificultan la lucha contra la inflación.

Alejandro Gómez Tamez*

Director general GAEAP*

alejandro@gaeap.om

En Twitter: @alejandrogomezt

Avanza la lucha contra la inflación, ¿qué esperar con las tasas de interés en 2023?

Más allá de la invasión de Rusia a Ucrania, el regreso a una vida “normal” después de la pandemia del virus chino de Covid-19, el año 2022 será recordado como el año en el que el mundo en su conjunto vivió la inflación de precios al consumidor más alta de los últimos 40 años (la más elevada de los últimos 22 años en el caso de México). Afortunadamente, para la mayoría de países, la inflación ha comenzado a ceder en los últimos meses. Entre los países que más han logrado bajar su tasa de inflación en el último mes, destacan: Holanda, que pasó de 14.3% a 9.9%; India, que pasó de 6.8% a 5.9%; Brasil, que pasó de 6.5% a 5.9%; y España de 7.3% a 6.8%.

Una parte de la explicación de la disminución de la tasa de inflación interanual en muchos países se encuentra en la implementación de políticas monetarias restrictivas, que se han traducido en mayores tasas de interés, en la mayoría de los países.  Si bien los aumentos en tasas de interés tienen efectos de mediano plazo, y no ayudan a estabilizar los precios de algunos bienes como los alimentos, si pueden servir para evitar un mayor deterioro de las expectativas de inflación.

Desde mi punto de vista, lo que más ha ayudado en la lucha contra la inflación es que el precio del barril de petróleo alcanzó un máximo en junio de este año y desde entonces ha venido disminuyendo hasta el punto en el que ahora en día su precio se encuentra en un nivel apenas por encima del de hace un año.  Las razones de la disminución del precio del petróleo son varias, pero destacan: 1. El lento crecimiento de la economía de China; 2. El hecho de que Rusia sigue vendiendo su petróleo (con un precio castigado); y 3. Las perspectivas de menor crecimiento económico o inclusive recesión, en la mayoría de las economías del mundo en 2023.

Otro factor que ha contribuido en la lucha contra la inflación es el hecho de que la mayoría de los precios internacionales de los alimentos han regresado a su nivel de hace un año, después de haber alcanzado un pico en marzo de este año. Tenemos que de acuerdo con el índice de precios de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), entre noviembre de 2021 y el mismo mes de 2022 el índice de precios de los alimentos registra un incremento de apenas 0.3% (cabe señalar que la inflación mensual interanual de alimentos, medida a través de este índice llegó a ser de 33.95% en marzo de este año y ha venido disminuyendo gradualmente desde entonces). No obstante lo anterior, cabe destacar que en noviembre de 2022, los precios de cárnicos, lácteos y cereales todavía se encuentran 4.1%, 9.2% y 6.3% por encima de su nivel de hace un año, respectivamente.    

En los Estados Unidos también van avanzando en su lucha contra la inflación. El martes 13 de diciembre, se publicó que la inflación interanual de noviembre bajó a 7.10% desde el 7.70% observado en octubre. Hubo mejoría en la mayoría de sus componentes agregados ya que la inflación de alimentos bajó de 10.90% a 10.60%, la de Energéticos disminuyó de 17.60% a 13.10%, mientras que la subyacente bajó de 6.30% a 6.00%.  Se debe destacar que las tasas de inflación general y subyacente siguen siendo inaceptables y es por ello que el Banco de la Reserva Federal (FED) realizó siete incrementos en su tasa de interés de fondos federales. En su reunión del 13 y 14 de diciembre el aumento de tasa fue de 0.50 puntos porcentuales, lo cual contrasta con los incrementos de 0.75 puntos porcentuales en las anteriores cuatro decisiones del Comité de Mercado Abierto de la FED.

De hecho, en su conferencia de prensa para el anunció de la decisión de política monetaria, el presidente de la FED, Jerome Powell, dejó en claro que las tasas de interés tendrán que subir más de lo proyectado previamente ya que la inflación se mantiene muy por encima de la meta. Esto derrumbó los mercados bursátiles los dos días posteriores.

En el caso de México, también se han registrado avances en materia de inflación general, apoyados principalmente en lo mencionado líneas arriba. Tenemos que durante noviembre de este año, la inflación interanual de precios al consumidor fue de 7.80%, tasa por debajo del 8.41% observado en octubre, ubicándose como la menor tasa inflacionaria desde mayo de 2022. El gran problema es que no obstante de que la inflación general fue menor, la tasa de inflación subyacente subió a 8.51% interanual, producto de que la inflación de mercancías aumentó a 11.28% y la de servicios subió a 5.35%.  En cuanto a la inflación de mercancías, destaca que la de alimentos procesados, bebidas y tabaco se mantiene muy elevada y fue de 14.08% en la segunda quincena de noviembre. En cuanto a la inflación no subyacente, ésta disminuyó a 5.73% interanual en noviembre, producto de que la de bienes agropecuarios se moderó a 8.89% interanual y la de energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno fue de apenas 3.23%. 

En el caso de México, quiero insistir en la importancia del dato de inflación subyacente de 8.51%, ya que es una medida de la tendencia general de evolución de los precios, cuando se excluyen los elementos más volátiles del índice de precios. Este componente inflacionario resultó el más alto desde agosto del año 2000 y es lo que mantiene preocupada a la Junta de Gobierno del Banco de México.  Es por esta evolución que las perspectivas inflacionarias continúan muy deterioradas y por lo que continúan los apretones monetarios por parte del Banco de México.

Tras darse a conocer el dato de inflación general de 7.80%, el grupo financiero Citibanamex publicó que anticipa que la inflación general para el cierre de 2022 será de 8.6%, aunque con riesgos sesgados a la baja. Esto implica que se espera una escalada fuerte de precios en diciembre o un rebote de la inflación de 7.80% a 8.6%.  Citibanamex también ha mencionado que espera que la inflación sea de 4.8% al final de 2023.

La elevada inflación subyacente y las deterioradas expectativas de inflación para este año y el 2023, provocaron que la Junta de Gobierno del Banco de México anunciara el 15 de diciembre que decidió incrementar en 0.5 puntos porcentuales su tasa de interés objetivo a un nivel de 10.5%, aunque cabe destacar que al igual que en el caso de la FED, esto implica una moderación en el ritmo de incremento de las alzas. Así mismo, se debe destacar que el voto de los miembros de la Junta de Gobierno estuvo dividido, con el subgobernador Esquivel optando por un aumento de 0.25 puntos porcentuales. Ningún miembro votó por un alza de 0.75 puntos porcentuales, lo que india que el conjunto de los miembros apoya la moderación en el ritmo de alzas (fue de 75pb en noviembre).

Cabe destacar que junto con el comunicado de prensa emitido al respecto, el Banxico publicó ajustes moderados a sus trayectorias de inflación. Los ajustes más significativos fueron a los de inflación subyacente durante 2023, aunque se aprecia el optimismo del banco central con pronósticos por debajo de las expectativas de la mayoría de los analistas.

En su comunicado de prensa, el Banxico reitera que sigue anticipando que la inflación converja a la meta de 3% hasta el tercer trimestre de 2024. Sin embargo, el cumplimento de dicha expectativa esta sujeta a diversos riesgos. Al alza: i) persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados; ii) presiones inflacionarias externas derivadas de la pandemia; iii) presiones en los precios agropecuarios y energéticos por el conflicto geopolítico; iv) depreciación cambiaria; y v) mayores presiones de costos. A la baja: i) una desaceleración de la economía global mayor a la anticipada; ii) una disminución en la intensidad del conflicto geopolítico; iii) un mejor funcionamiento de las cadenas de suministro; iv) un menor traspaso de algunas presiones de costos; y v) un efecto mayor al previsto de las medidas del Gobierno Federal ante la carestía. El Banxico apunta que si bien algunos choques han dado señales de mitigación, el balance de riesgos en la trayectoria prevista para la inflación en el horizonte de pronóstico sigue sesgado al alza.

La Junta también mencionó en su comunicado (y lo hace explícitamente) que será necesario incrementar la tasa de interés nuevamente en febrero de 2023, y que “hacia delante, valorará la necesidad de ajustes adicionales en la tasa de referencia” y su magnitud.  Para varios analistas, lo anterior abre la puerta para detener el ciclo de alzas a partir de marzo de 2023, con lo que se reafirmaría el pronóstico de una última alza de 0.25 puntos porcentuales en febrero para llevar la tasa objetivo a un nivel de 10.75%. Esta creencia está sustentada en la desaceleración del índice general de la inflación y sus sorpresas positivas recientes, la estabilización de las expectativas inflacionarias en la mayoría de las encuestas, el menor ritmo de incrementos en tasa de interés por parte de la FED de Estados Unidos, así como a la muy elevada tasa de interés real (10.50% en tasa de interés vs 7.80% en inflación).

Como conclusión de todo esto podemos mencionar que se han logrado avances en la lucha contra la inflación, pero tardaremos muchos meses más para volverla a ver en niveles aceptables para el Banco de México. Durante ese periodo, viviremos con elevadas tasas de interés, lo cual mermará la inversión productiva y el consumo, en detrimento de la actividad económica. Es posible que en 2023 México se libre de una recesión, pero sin duda será un año de menor crecimiento económico, lo que dará como resultado que al quinto año del actual sexenio, el saldo de crecimiento sea cero, el peor desempeño económico desde la década de los ochenta.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Costos de la guerra contra la inflación

A un costo muy elevado, pero aparentemente las cosas van mejorando en materia de la lucha contra la inflación de precios al consumidor, al menos en lo que respecta a Norteamérica. Entre septiembre y octubre, la tasa de inflación interanual bajó de 7.0% a 6.9% en el caso de Canadá, disminuyó de  8.2% a 7.7% en Estados Unidos, mientras que en México retrocedió de 8.7% a 8.4%. Siguen siendo niveles inaceptables de inflación, pero parece ser que en los tres países ya se alcanzó el pico inflacionario.

En el caso de Estados Unidos, es muy positivo para todo el mundo, que se registraron menores alzas interanuales en todos los componentes del índice de precios al consumidor. Su inflación de alimentos bajó a 10.9% (11.2% septiembre), la de energéticos fue de 17.6% (19.8% septiembre), mientras que la subyacente disminuyó a 6.3% (6.6% septiembre).

Esta mejora en la inflación se debe a que el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) ha realizado agresivas alzas en su tasa de interés de fondos federales hasta llevarla a un rango de 3.75% a 4.00%. Además de que los precios del petróleo se han estabilizado en torno a los 80-90 dólares por barril. Y lo más importante, ayuda el que los precios mundiales de los alimentos siguen bajando. Entre septiembre y octubre, nuevamente disminuyó el Índice de precios de los alimentos de la FAO (-0.1%), con lo que liga su séptima caída mensual. De esta manera, el valor del índice en octubre de 2022 se encuentra sólo 2.0% arriba del nivel de octubre de 2021. No sé cuándo veremos esto reflejado en nuestra cartera, pero de acuerdo con la FAO, la buena noticia es que los precios de los alimentos ya son prácticamente iguales a los de hace un año.

Como ya lo mencioné, en el caso de México la inflación general interanual de precios al consumidor disminuyó de 8.70% en septiembre a 8.41% en octubre; pero el problema es que esto se dio gracias a que la inflación no subyacente (la de bienes agropecuarios y energéticos) bajó a 8.36%, mientras que la inflación subyacente (la de mercancías y servicios) aumentó a 8.42%, su nivel más alto desde agosto de 2000.  

La inflación subyacente es muy importante debido a que es un indicador de la tendencia o inercia en el crecimiento de los precios de los bienes y servicios que consumimos. Por lo tanto, su distinción técnica respecto a la medida de la inflación general radica en que deja fuera del cálculo a las variaciones de los precios de ciertos bienes y servicios, que pueden resultar más volátiles debido, por ejemplo, a perturbaciones extremas y ajenas a la demanda interna.

Así, al analizar a detalle la inflación subyacente de 8.42% en octubre, tenemos que esta se divide en dos rubros: la de Mercancías (que registró 11.15%) y la de Servicios (que fue de 5.3%). La inflación de Mercancías a su vez tiene dos componentes: Alimentos, bebidas y tabaco (13.95%) y Mercancías no alimenticias (8.03%). Por su parte, la inflación de Servicios tiene tres componentes: Vivienda (3.14%), Educación / colegiaturas (4.49%) y Otros servicios (7.33%).

Si ahora analizamos a detalle la inflación no subyacente, la cual fue de 8.36%, vemos que tiene dos componentes: Agropecuarios (que registró un alza de 14.25%) y Energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno (que fue de apenas 3.77%). Ahora, la inflación de productos agropecuarios tiene dos componentes: Frutas y verduras (12.63%) y Pecuarios (15.61%). Por su parte, la inflación de Energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno, también tiene dos componentes: Energéticos (3.1%) y Tarifas autorizadas por el gobierno (5.42%).

Se debe destacar que con el dato de inflación  de precios de energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno de apenas 3.77%, queda claro que el que está haciendo el mayor esfuerzo para contener el alza general de precios es el gobierno. Esto lo vemos principalmente en la forma de una menor recaudación del IEPS a las gasolinas y diésel y lo constatamos con el dato de que la recaudación de este impuesto, el cual pasó de 185.4 miles de millones de pesos (mmdp) en los primeros 9 meses de 2021 a ser de -85.7 mmdp en los mismos meses de 2022. En otras palabras, el no cobro de IEPS a gasolina y diésel y el subsidio gubernamental que se ha dado a estos combustibles ha evitado que la inflación sea de doble dígito y un mayor problema.   

En función de lo anterior, diversos analistas volvieron a ajustar sus pronósticos de inflación para el cierre de año, como es el caso del Grupo Financiero Citibanamex, quienes publicaron que esperan que la inflación subyacente anual alcance su pico de 8.6% en noviembre, y cierre el año en 8.3%. Para la inflación general, esperan que los efectos de base de comparación provoquen que ésta se presione ligeramente al alza en diciembre y la ubican en 8.6%.

Entonces, derivado de que las expectativas inflacionarias siguen deterioradas y la inflación subyacente sigue subiendo, es que el 10 de noviembre, la Junta de Gobierno del Banco de México decidió, en votación dividida de 4 a 1, volver a aumentar su tasa de interés objetivo en 0.75 puntos porcentuales a un nivel de 10.00%, el nivel más alto desde que se creo el mecanismo de objetivo de tasa de interés. El aumento de 75 puntos base ya era ampliamente esperado por el mercado, no fue sorpresa para nadie. La pregunta que muchos se hacen es si este fue el final del ciclo alcista de tasas de interés, en virtud de que la inflación empieza a disminuir. La respuesta es un rotundo NO. Si bien se espera que hacía el futuro las alzas de tasas sean más moderadas, diversos analistas, entre ellos nosotros en GAEAP, esperamos que la tasa objetivo concluya el año en 10.50% y vendrán más alzas en 2023.

La expectativa del mercado se puede constatar calculando la tasa de interés implícita de los Cetes a 28 días, tomando los datos del resultado de la subasta del martes 8 de noviembre. En GAEAP estimamos que el mercado espera que los Cetes a 28 días paguen 10.57% dentro de 3 meses, tengan un rendimiento de 10.96% dentro de 6 meses y de 10.67% dentro de dos años. En términos simples, lo que esto nos dice es que la tasa objetivo del Banxico podría aumentar hasta 11.00% a mediados del 2023 y se quedará en un nivel elevado durante un buen tiempo (dos años), disminuyendo muy gradualmente. 

Claro que la evolución de las tasas de interés esta ligado a lo que suceda con la inflación. En este sentido, en el comunicado emitido por el Banxico con motivo de su decisión de política monetaria, se menciona que se anticipa que la inflación converja a la meta de 3% hasta el  tercer trimestre de 2024. Sin embargo, estas previsiones están sujetas a riesgos.

Los riesgos de que la inflación sea más alta de lo que se anticipa son: i) persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados; ii) presiones inflacionarias externas derivadas de la pandemia; iii) mayores presiones en los precios agropecuarios y energéticos por el conflicto geopolítico; iv) depreciación cambiaria; y v) presiones de costos. Ahora, los eventos que podrían hacer que la inflación disminuya más rápidamente son: i) una desaceleración de la economía global mayor a la anticipada; ii) una disminución en la intensidad del conflicto geopolítico; iii) un mejor funcionamiento de las cadenas de suministro; iv) un menor traspaso de algunas presiones de costos; y v) un efecto mayor al previsto de las medidas del Gobierno Federal ante la carestía.  Para el Banxico es mayor la probabilidad de que materialicen los riesgos que podrían hacer que la inflación sea más alta.

Así pues, podemos concluir que si hay avances en la lucha contra la inflación, pero hay un grave problema con su componente subyacente y eso hará que vivamos un periodo largo de elevadas tasas de inflación en México. Es importante destacar que los severos ajustes en la tasa de interés en México explican buena parte de la fortaleza del peso mexicano, el cual llegó a estar en niveles de 19.32 unidades por dólar la semana que recién concluye. Este puede ser considerado como otro costo asociado a la lucha contra la inflación, ya que este super peso perjudicará a las exportaciones y provocará mayores importaciones, lo que dañará a la planta manufacturera nacional.

Es obvio también que el mantener tasas de interés de referencia tan elevadas durante mucho tiempo (arriba del 10% los próximos dos años) tendrá un impacto negativo para todos los que tenemos deudas (personas, empresas y gobiernos), quienes tendremos que pagar más intereses. Además de que el encarecimiento del crédito provocará menos consumo privado e inversión productiva. Es por ello que la enorme mayoría de analistas estima que el año entrante el PIB de México no crecerá más allá de un 1.0%, lo que provocará menor creación de empleos. Podemos anticipar que la escasez de mano de obra que vemos en muchos sectores productivos terminará el año que viene y que desafortunadamente nuevamente veremos un crecimiento del empleo en la economía informal. Todos estos son los costos de esta guerra contra la inflación.  

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt   

Regreso al patrón oro para poner en orden a los bancos centrales

El problema inflacionario está lejos de resolverse. El pasado mes de septiembre la inflación general de precios al consumidor en México fue de 8.7% anual, nivel idéntico al observado en el mes inmediato anterior; sin embargo, la preocupación respecto al aumento de precios ahora es mayor porque la inflación subyacente subió de 8.05% en agosto a 8.28% en septiembre. En el caso de Estados Unidos, la inflación general de septiembre bajó a 8.2% anual, desde 8.3% en el mes inmediato anterior, pero de igual forma el problema es que la subyacente subió de 6.3% a 6.6% (el nivel más alto en cuatro décadas). La inflación subyacente es aquella que deja de lado los precios de productos agropuecuarios y de los energéticos, que suelen tener un comportamiento más volátil, por lo que se le considera un indicador más preciso de las presiones inflacionarias de corto plazo que sufre una economía. 

En cuanto al alza de precios de los productos agropecuarios, en el caso de México ésta aumentó de 14.9% anual en agosto a 15.05% en septiembre, mientras que en Estados Unidos la inflación anual de alimentos disminuyó de 11.4% en agosto a 11.2% en septiembre. En cuanto al alza de precios de los energéticos, en el caso de México bajó de 7.25% anual en agosto a 5.88% en septiembre, mientras que en el caso de EE.UU., ésta pasó de 22.3% anual en agosto a 19.8% en septiembre.

Esta inflación crónica provoca que semana tras semana se deterioren las expectativas de analistas respecto de los incrementos futuros en las tasas de interés por parte de los bancos centrales. En el caso de México, la tasa de Cetes a 28 días se ubicó en 8.90% en la subasta del martes 11 de octubre, pero la tasa de interés implícita que calculamos en GAEAP para dicho instrumento la ubica en 10.26% para enero de 2023, 10.53% en abril de 2023 y de 10.68% para octubre de 2024. Así es, esta tasa de interés la calculamos con base al resultado de la subasta de Cetes de dicho martes 11 de octubre, en la que ¡se colocaron Cetes a 721 días con una tasa de 10.99% anual!

En el caso de Estados Unidos, después de que el pasado 13 de octubre se conociera el dato de inflación de 8.2%, vimos que la expectativa de tasa de interés de fin de año se ubicó en 4.85%; el mercado ahora asigna una probabilidad de 18% a que en su reunión de noviembre, la FED suba su tasa de interés en 100 puntos base; el bono a 30 años paga un interés anual de casi 4.00%, el nivel más alto desde agosto de 2011; el bono a 10 años está arriba del 4.00%; el dólar se apreció frente a la mayoría de divisas, lo cual perjudica la dinámica exportadora de EE.UU; y el bitcoin otra vez está por debajo de los 19 mil dólares.   

Como lo he señalado en pasadas entregas, la actual crisis inflacionaria tiene diferentes causas, pero en el caso concreto de los Estados Unidos, se debe a años de borrachera monetaria, en la forma de un exceso de liquidez que se ha ido agravando y que fue ocasionado desde el rompimiento del patrón oro en 1971, bajo la presidencia de Richard Nixon. El problema monetario ha existido en la forma de inflación (ya sea de precios de bienes de consumo o de activos), pero la tasa de crecimiento de los agregados monetarios se aceleró de manera exponencial a partir de la crisis financiera de 2008-2009, tras la caída de Lehman Brothers, y ésta fue exacerbada por la crisis causada por las decisiones gubernamentales ante la pandemia del virus chino del Covid-19. Hay que recordar que la enorme mayoría de países  incurrió en severos déficits fiscales (deuda) para sacar adelante sus economías y que en muchos casos, ese endeudamiento adicional fue monetizado a través de programas de compras de toda clase de bonos por parte de los bancos centrales (el llamado quantitative easing o QE). Cabe precisar que México no forma parte de ese grupo de países que se endeudó y monetizó su deuda para apoyar su crecimiento económico.

En 2021, la deuda mundial alcanzó un récord de 303 billones de dólares, según el Instituto de Finanzas Internacionales, una asociación mundial de la industria financiera. Este es un salto enorme respecto al nivel de deuda global en 2020 de 226 billones, según los datos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Este es el mayor aumento de la deuda en un año desde la Segunda Guerra Mundial.

Al final, en los últimos años, el exceso de deuda monetizada, traducida principalmente en mayor liquidez de dólares estadounidenses, provocó toda clase de burbujas en los precios de activos, como viviendas, precios de acciones y bonos, commodities, obras de arte, coleccionables, metales, entre otros, hasta que eventualmente llegó a los precios de los bienes de consumo a lo largo de este año.

Desde este espacio hemos comentado que el problema inflacionario que vive en México tiene causas internas y que éstas fueron exacerbadas por un problema de inflación importada. Hay que recordar que nuestras importaciones totales representan el 43% del PIB, por lo que si hay un problema inflacionario global, éste contaminará a México en la forma de productos, bienes intermedios y materias primas más elevados. Nuestro país comenzó a registrar tasas anuales de inflación desde marzo de 2021, por lo que cuando explotó el problema inflacionario en Estados Unidos, eso solo vino a agravar la situación aquí.

La respuesta a los inaceptables niveles inflacionarios causados por los bancos centrales, ha sido incrementar las tasas de interés por parte de los propios bancos centrales, como si sólo se tratará de un problema de demanda agregada. La apuesta de los bancos centrales, con independencia de que la economía mundial ha sufrido y sigue recibiendo importantes choques de oferta, es que a través de las alzas en las tasas de interés, se frené el consumo y la inversión, disminuyendo así la demanda agregada.  

El problema es que este problema inflacionario, no se resolverá tan fácil aumentando tasas de interés, sino que  tomará al menos dos años el que se estabilice la situación que mantiene a la oferta deprimida. Pero lo que es peor es que este proceso de contención de la inflación generará más pobreza, presionará las finanzas públicas de prácticamente todos los países (incluido México, que en el mejor de los casos pagará 1.1 billones de pesos por el servicio de su deuda en 2023), ocasionará estrés financiero a empresas y familias, y lo peor es que puede volver a repetirse. Digamos que es una falla en el sistema que se repetirá una y otra vez mientras el modelo monetario de dinero fiduciario o fiat no cambie.

En este sentido, en esta entrega quiero exponer que para resolver los problemas crónicos de inflación y volver a poner el sistema financiero internacional en orden, tal vez la mejor medicina sería regresar a un sistema similar al que se tenía hasta 1971, año en el que el presidente estadounidense Richard Nixon, eliminó el patrón oro.

En un artículo de Jp Cortez, director de Política de Sound Money Defense League, publicado en el portal de MoneyMetals.com, el pasado 8 de octubre y titulado “Congresista de EE.UU. presenta proyecto de ley de patrón oro mientras la inflación se sale de control” se recapitulan las bondades de retornar a dicho sistema, ya que permitiría que el dólar estadounidense recupere una posición estable por primera vez en medio siglo, si se aprueba un proyecto de ley que acaba de presentar el representante (diputado) republicano Alex Mooney.

Conocida como la “Ley de Restauración del Patrón Oro” por los activistas que promueven el retorno del dinero sólido, la H.R. 9157 exige la revinculación de la notas de la Reserva Federal (dinero emitido por la FED) al oro con el fin de abordar los problemas actuales de inflación, una deuda federal descontrolada e inestabilidad del sistema monetario. Cabe señalar que esta iniciativa se presentó el 7 de octubre de 2022 y se remitió al Comité de Servicios Financieros de la Cámara.

Tras la aprobación de la H.R. 9157, el Departamento del Tesoro de los EE.UU. y la Reserva Federal tendrían 30 meses para divulgar públicamente todas las tenencias de oro y las transacciones de oro, después de lo cual los billetes de la Reserva Federal o sea el “dólar” estarían vinculados a un tipo de cambio fijo con el oro y ese sería su precio de mercado.

El dólar estadounidense sería nuevamente redimible e intercambiable con oro al nuevo precio fijo, con el Tesoro de los EE.UU. y sus reservas de oro respaldando a los Bancos de la Reserva Federal quienes fungirían como garantes.

El representante Mooney, en un comunicado señaló que “El patrón oro protegería contra los hábitos de gasto irresponsables de Washington y la creación de dinero de la nada…Los precios estarían determinados por la economía en lugar de los instintos de los burócratas. Nuestra economía ya no estaría a merced de la Reserva Federal y los gastadores imprudentes de Washington”.

En sus considerandos, la Ley de Restauración del Patrón Oro hace mención de varias conclusiones sobre el daño que el Sistema de la Reserva Federal ha infligido a los estadounidenses comunes, particularmente desde que se “suspendió temporalmente” el respaldo en oro del sistema monetario de Estados Unidos en 1971.

H.R. 9157 señala lo siguiente: “El billete de la Reserva Federal ha perdido más del 30 por ciento de su poder adquisitivo desde 2000, y el 97 por ciento de su poder adquisitivo desde la aprobación de la Ley de la Reserva Federal en 1913”.

Los economistas han observado que cuando se rompió la convertibilidad de billetes por oro a un tipo de cambio fijo, se eximió a los banqueros centrales y a los funcionarios del gobierno federal de sus responsabilidades, permitiéndoles expandir irresponsablemente la oferta monetaria, financiando los déficits gubernamentales a través de compras de billones de dólares de bonos y manipular la economía como les plazca. En este sentido es importante mencionar que en el caso de México, producto de la autonomía del Banco de México, el banco central tiene prohibido dar financiamiento al gobierno federal, por lo que no aplica el tema de monetización de la deuda; sin embargo, si es verdad que la Junta de Gobierno del Banco de México tiene la libertad de aumentar o disminuir la base monetaria e incidir en el nivel de tasas de interés, sin pedirle permiso a nadie.

“En ocasiones, incluyendo 2021 y 2022, las acciones de la Reserva Federal ayudaron a crear tasas de inflación del 8 por ciento o más, aumentando el costo de vida de muchos estadounidenses a niveles insostenibles… enriqueciendo a los propietarios de activos financieros mientras… poniendo en peligro la empleos, salarios y ahorros de los trabajadores de cuello azul”, menciona la H.R. 9157.

En particular, el proyecto de ley del representante Mooney también requeriría la divulgación completa de todas las tenencias de oro del banco central y del gobierno de EE.UU. y las transacciones financieras relacionadas con el oro durante las últimas 6 décadas, un tema aparentemente tabú rodeado de misterio y engaño. Concretamente menciona: “Para permitir que el mercado y los participantes del mercado lleguen a la paridad fija dólar-oro de los billetes de la Reserva Federal de manera ordenada… el Secretario del Tesoro y la Junta de Gobernadores de la Reserva Federal pondrán a disposición del público… todas las tenencias de oro, con un informe de cualquier compra, venta, arrendamiento y cualquier otra transacción financiera que involucre oro, desde la suspensión temporal el 15 de agosto de 1971, de las obligaciones de canje de oro bajo el Acuerdo de Bretton Woods de 1944.”

Además, H.R. 9157 requiere que la Fed y el Tesoro divulguen “todos los registros relacionados con rescates y transferencias de oro de los Estados Unidos en los 10 años anteriores a la suspensión temporal el 15 de agosto de 1971 de las obligaciones de rescate de oro”.

A todo este respecto, Stefan Gleason, presidente de Sound Money: Liga de Defensa y Bolsa de Dinero y Metales, menciona que “El sistema actual de dinero fiduciario basado en la deuda sirve principalmente para apoyar a los grandes gobiernos y a los expertos financieros adinerados, mientras que la política en serie de degradación de la moneda de la Reserva Federal castiga a los ahorradores y asalariados, ya que socava la economía…El regreso a un nuevo patrón oro detendría el problema de la inflación, frenaría el crecimiento de un gobierno derrochador e ineficiente y daría inicio a una nueva y emocionante era de prosperidad estadounidense”.

A manera de conclusión podemos señalar que el regreso al patrón oro podría ser el ajuste que el sistema monetario global necesita para erradicar la inflación y poner fin a años y años de crecimiento excesivo de la deuda; sin embargo, lo más probable es que la iniciativa H.R. 9157 no prosperará, dado que los gobiernos no permitirán que se les ponga una camisa de fuerza que los obligue a comportarse con responsabilidad en materia monetaria y fiscal. Además de que el grueso de la población no entiende las causas de la inflación, como para exigirle a sus representantes que la H.R. 9157 sea aprobada. Entonces, si el ajuste no se da en los Estados Unidos, difícilmente se dará en otros países como México. En nuestro caso, hay diversos personajes que promueven que tengamos un sistema monetario en el que el peso mexicano esté respaldado en la plata, pero acá tampoco se ve que existan las condiciones para que una propuesta en este sentido avance. Por lo tanto, debemos mentalizarnos a que episodios inflacionarios como el actual, por la expansión indiscriminada de dinero fiduciario, se seguirán repitiendo en detrimento del poder adquisitivo de la gente.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

La desglobalización y los bancos centrales

En los últimos meses, el gobierno federal había venido destacando que México estaba en una mejor situación inflacionaria comparado con Estados Unidos. Pues sucede que ya no es el caso, dado que al mes de julio la inflación anual en el vecino del norte fue de 8.5% (con una inflación mensual de 0%), mientras que en México en la primera quincena de agosto la inflación siguió aumentando y ya superó dicho porcentaje.

Pero lo más preocupante no es eso, sino que la creencia de que a nivel mundial pronto regresaremos a una vida con bajas tasas de inflación, como las que existían antes de la pandemia del covid-19, no se van a cumplir. Debemos prepararnos para una nueva realidad con varios años de una elevada inflación.  Probablemente no serán alzas de precios como las actuales por encima del 8% anual, pero tampoco regresarán a los niveles previos como los de 2% en Estados Unidos o de un 4% en el caso de México.

En esta entrega analizaremos primero el más reciente dato inflacionario de México y posteriormente veremos las causas del nuevo escenario inflacionario mundial.  

El deterioro de la inflación en México

Una enorme cantidad de analistas se sorprendieron el pasado miércoles 24 de agosto, cuando el INEGI informó que en la primera quincena de agosto de este año, la inflación anual en México alcanzó un nivel de 8.62%, la tasa de inflación más alta desde la segunda quincena del año 2000. El dato del crecimiento en el porcentaje de inflación en los primeros 15 días de agosto fue 0.48 puntos porcentuales superior al observado en la segunda quincena de julio, cuando ascendió a 8.14%.

Los factores que provocaron que la inflación se disparara fueron los siguientes aumentos de precios (en paréntesis se indica el aumento en puntos porcentuales de la inflación entre la segunda quincena de julio y la primera quincena de agosto): Energéticos (3.91); Alimentos, bebidas y tabaco (0.50) y Educación/Colegiaturas (0.48).

Lo más preocupante del dato inflacionario de la primera quincena de agosto es lo que está sucediendo con la inflación subyacente, lo que muchos llaman el corazón de la inflación. El alza de precios anual de los alimentos, bebidas y tabaco fue de 12.73%, mientras que el incremento de las mercancías no alimenticias es de 7.88%, lo que nos da una tasa de inflación de mercancías de 10.43%. En contraste, el dato de inflación de Estados Unidos en el rubro de “Todos los bienes excepto energéticos y alimentos” fue de 5.90% anual en julio. Queda claro que el panorama inflacionario de México es mucho más gris y que las expectativas inflacionarias aquí están más arraigadas. 

Desde este espacio, al igual que diversos analistas, comentamos que parte del problema inflacionario era por un componente de inflación importada. Desde mi punto de vista esto sigue siendo parcialmente cierto para el caso de algunos insumos para la producción, así como para los precios de alimentos (procesados y no procesados). Pero el dato de inflación  de mercancías y la contaminación de precios de algunos servicios como las colegiaturas, dejan en claro que la inflación ya se volvió a arraigar en el país y que será muy difícil abatirla.  En otras palabras, ya no se le puede echar la culpa de la inflación sólo al entorno económico adverso internacional, dado que también hay factores estructurales y de políticas públicas en México que le echan gasolina a un problema inflacionario global.

El Banco de México no la tiene fácil, tiene que luchar contra un monstruo inflacionario de dos cabezas: la interna con un arraigamiento de altas expectativas inflacionarias, y la externa, que se explica más adelante. El propio banco central mexicano reconoce, en la minuta de su más reciente decisión de política monetaria que la inflación en México alcanzará su nivel máximo en el tercer trimestre de este año y llegará a la meta de 3% durante los tres primeros meses de 2024; sin embargo, el organismo también anticipa que ese último plazo se podría alargar si hay mayores presiones externas derivadas de la pandemia, si continúan aumentando los precios de agropecuarios y energéticos por el conflicto geopolítico entre Rusia y Ucrania y si el peso se deprecia.  

Dado este complejo escenario, es que organismos como el Grupo Financiero Citibanamex han vuelto a revisar al alza su expectativa de inflación. Ahora estiman que la inflación subyacente anual será de 7.8% en diciembre (desde un estimado de 7.5%), y una inflación general de 8.2% al cierre de 2022 desde el 7.7% anterior. Sin duda la negociación de incrementos salariales para el año 2023 será muy compleja y eso seguirá contaminando los costos y precios en México, con independencia de lo que suceda en otros países. De igual forma, las tasas de interés se mantendrán elevadas por un buen tiempo.   

La nueva inflación crónica mundial

En un artículo de Michael Lebowitz, publicado el pasado 24 de agosto en RealInvestmentAdvice.com, el autor menciona que básicamente hay dos grandes opiniones respecto de la trayectoria futura de la inflación. Una es la creencia casi generalizada de que la inflación pronto volverá a los niveles previos a la pandemia, a medida que las distorsiones de la oferta y la demanda relacionadas con ésta continúen normalizándose. La otra teoría, con menos seguidores, argumenta que este aumento de la inflación, a diferencia de otros episodios de los últimos 30 años, será crónica.

Respecto a esta segunda teoría, desde luego que la inflación persistente pone nerviosos a los bancos centrales, por lo que debemos prepararnos para elevadas tasas de interés por un mucho mayor tiempo del originalmente previsto (con consecuencias en todo tipo de mercados). Además de que es preocupante que de manera paralela está ocurriendo un cambio de comportamiento que podría generar una espiral de alzas de precios y salarios. Dada la enorme incidencia de la política monetaria (en su lucha contra la inflación) en el crecimiento económico y en los precios de los activos, es pertinente analizar el efecto del proceso de desglobalización en la creación de un fenómeno de inflación persistentemente alta.

En su artículo del 1 de agosto, titulado “Guerra y Tasas de Interés”, el analista y estratega Zoltan Pozsar argumenta sólidamente que las “guerras económicas calientes” (a diferencia de la guerra fría) cambiarán el panorama económico mundial, revirtiendo décadas de beneficios por parte de la globalización económica, dando como resultado una desglobalización y niveles de inflación más altos de lo que estamos acostumbrados. El resultado puede cambiar los objetivos de la política monetaria alejándolos del apoyo a los mercados de activos (como las bolsas de valores) y moviéndolos hacía el fomento del uso de la deuda como herramienta para gestionar el cambio geopolítico y la desglobalización.

Zoltan es el jefe global de estrategia de tasas de interés a corto plazo en Credit Suisse. Sus opiniones son a menudo visiones alternas, pero ya sea que estés de acuerdo con él o no, lo que él dice provoca un alto nivel de análisis.

¿Por qué importa la alta tasa de inflación?

Antes de mencionar los aspectos más importantes del artículo de Zoltan, vale la pena hacer una breve explicación de por qué la trayectoria futura de la inflación es tan crucial para los inversionistas. Estados Unidos y la mayoría de las demás naciones desarrolladas tienen enormes niveles de deuda. En las  gráficas del FMI se muestra que la deuda global como porcentaje del PIB se ha multiplicado por 2.5 en los últimos cincuenta años.

Los niveles de deuda más altos, como porcentaje del PIB, fueron posibles por las tasas de interés continuamente más bajas y emisión de cantidades crecientes de deuda improductiva. En algunos casos, las tasas de interés negativas y la política del alivio monetario o quantitative easing (QE) por parte de los bancos centrales, mantuvieron las economías en funcionamiento y ayudó a que los países no incumplieran con los pagos de sus compromisos de deuda.

Los banqueros centrales se salieron con la suya con políticas monetarias expansivas negligentes porque la inflación no era una preocupación. La globalización del comercio permitió el flujo de bienes baratos entre naciones. En consecuencia, la FED y otros bancos centrales llevaron a cabo políticas monetarias laxas por muchos años con poco temor de avivar la inflación. Este entorno generó a su vez una burbuja de precios de toda clase de activos, o puesto de manera elegante: valoraciones de activos elevadas.

Los niveles más altos de inflación provocan que los bancos centrales suban sus tasas de interés. Las tasas de interés altas elevan la presión fiscal en las economías con niveles de deuda crecientes. Este entorno es desfavorable para las valoraciones altas y el buen comportamiento de los precios de los activos. Por lo tanto, la inflación y las altas tasas de interés son un factor clave que merma la rentabilidad de los activos.

La advertencia de Zoltan

Zoltan escribió su artículo después de visitar recientemente a los clientes europeos de su firma. En general, parece estar en desacuerdo con las expectativas de inflación y de política del banco central de muchos de sus clientes. Esto es:

El camino esperado de las tasas de política occidentales se basa en dos esperanzas: primero, que la inflación está a punto de alcanzar su punto máximo. En segundo lugar, que estamos cerca del pico de las posturas restrictivas de los bancos centrales (hawkishness).

Según su experiencia, muchos inversionistas creen que la inflación está llegando a su punto máximo y que los banqueros centrales darán marcha atrás en su agresiva política monetaria diseñada para combatir la inflación. Zoltan advierte que los inversionistas con tal visión pueden estar mujy equivocados. Como tal, necesitamos considerar algunas preguntas difíciles. Por ejemplo:

  • ¿Qué pasa si la inflación resulta persistente y no retrocede tanto o tan rápido como esperan los inversionistas?
  • ¿Qué pasa si los banqueros centrales no tienen más remedio que seguir administrando la dura medicina monetaria que los mercados están luchando por digerir?

Los tres pilares de la era de baja inflación

Para apreciar la preocupación de Zoltan por un nuevo régimen de inflacionario, vale la pena compartir su opinión sobre lo que fomentó el entorno de baja inflación de los últimos 30 años o más.

Zoltan postula que las bajas tasas de inflación del pasado se basaron en tres pilares.

  • En primer lugar, la mano de obra inmigrante barata mantiene estancados los salarios del sector servicios en EE.UU.
  • En segundo lugar, los productos baratos de China elevan el nivel de vida en medio de salarios estancados
  • En tercer lugar, el gas ruso barato impulsa la industria alemana y la de la Unión Europea (UE) en general.

Los consumidores estadounidenses estaban absorbiendo todas las cosas baratas que el mundo tenía para ofrecer… Todo esto funcionó durante décadas hasta que el nativismo, el proteccionismo y la geopolítica desestabilizaron el mundo de baja inflación.

Los tres pilares se están derrumbando

Los tres pilares descritos anteriormente están ahora convirtiendo las presiones deflacionarias en presiones inflacionarias. Analicemos cómo están cambiando.

  1. Nativismo

Las recientes restricciones a la inmigración en los EE.UU. revirtieron una tendencia de décadas en la que la mano de obra inmigrante barata proporcionaba una amplia oferta de trabajadores. Como resultado del exceso de empleados potenciales, los salarios estaban relativamente estancados para un gran porcentaje de la población activa.

Con los salarios bajo control, las empresas podrían aumentar los márgenes de beneficio, aumentar las ganancias y evitar que los precios de sus productos suban demasiado rápido. En algunas industrias, las empresas podrían bajar los precios y mantener las ganancias gracias a la mano de obra barata.

Con menos inmigración, los trabajadores actuales tienen más poder de negociación. Ahora hay más ofertas de trabajo que en cualquier otro momento en los últimos 20 años. Parte de esto se debe a la pandemia, pero la realidad es que la cantidad de vacantes está muy por encima de los niveles anteriores al covid.

A medida que los empleados se vuelven más difíciles de reemplazar y tienen una mayor demanda por parte de los competidores, buscan salarios más altos. Diversos análisis muestran que las ganancias promedio por hora de los empleados de manufactura en general tenían una tendencia a la baja hasta hace unos cinco años, cuando la inmigración se volvió más restrictiva.

Una de las principales preocupaciones del Banco de la Reserva Federal y las razones de su agresiva política monetaria es la posibilidad de una espiral de precios y salarios. Una espiral de precios y salarios se basa en la capacidad de los trabajadores para exigir aumentos de sueldo para compensar los precios más altos. Este círculo vicioso aumenta las probabilidades de que la alta inflación se vuelva persistente.

  • China

Los productos baratos de China no son tan baratos como solían ser. Además, la escasez relacionada con la pandemia dejó en claro que EE.UU. depende demasiado de países hostiles para obtener bienes esenciales, incluidos algunos productos tecnológicos y farmacéuticos. Según el Consejo de Relaciones Exteriores (CFR): Se cree que alrededor del 80% de los componentes básicos utilizados en los medicamentos estadounidenses, conocidos como ingredientes farmacéuticos activos (API), provienen de China e India”.

El reciente Proyecto de Ley de Reducción de la Inflación busca traer de vuelta la producción de semiconductores y otros bienes esenciales a los EE.UU. Desde un punto de vista estratégico, la desglobalización puede ser inteligente y necesaria. Sin embargo, la mano de obra más costosa, los impuestos más altos y las regulaciones más estrictas hacen más costoso el regreso de la manufactura a EE.UU.

  • Rusia

Antes de que Rusia invadiera Ucrania, suministraba a Europa aproximadamente el 40% de su gas natural y más del 50% de su carbón. El carbón y el gas natural ayudan a generar alrededor del 30% de la producción de energía de Europa. Europa, y Alemania en particular, han sufrido en su lucha por disminuir su dependencia energética con Rusia, pero no han visto nada respecto a lo que le espera con la reducción del suministro ruso este invierno, sufrirán mayores aumentos de los precios del gas.

Los costos energéticos más elevados no se limitarán a Europa. Todo el mundo los pagará también ya que Alemania probablemente restringirá su producción de la industria química. Esta industria y la farmacéutica de Alemania representan alrededor del 15% de su consumo total de gas. Según la agencia Reuters, la industria química de Alemania ya ha hecho todo lo posible para conservar el uso de gas, dijo el martes la asociación química VCI, que advirtió que los únicos pasos que le quedan a la industria serían reducir o abandonar la producción por completo.

Alemania es el tercer mayor exportador mundial de productos químicos. Si recortan la producción, la inflación de los precios de los productos químicos afectará a todas las naciones. A su vez, los precios de muchos productos que utilizan estos químicos también subirán.

Incluso si Rusia hiciera las paces y se retirará de Ucrania, es probable que Europa busque nuevas dependencias energéticas. Estos vienen a costos más altos. Como tal, los bienes que produce también deben tener precios más altos.

Guerra económica caliente

La guerra es inflacionaria.

Las guerras vienen en muchas formas. Hay guerras calientes, guerras frías y lo que Pippa Malmgren llama guerras calientes en lugares fríos.

Zoltan y Malmgren caracterizan la guerra caliente con Rusia y China que involucra el comercio de bienes y mercancías como ocurriendo en lugares fríos, los “corredores del poder”.

Las guerras calientes o frías y las continuas hostilidades exageran el efecto inflacionario del desmoronamiento de los pilares dos y tres mencionados líneas arriba. Esencialmente, la globalización y la deflación de los últimos treinta años serán revertidas. ¡Bienvenidos a la era de la desglobalización!

La banca central en la era de la desglobalización

La desglobalización es el proceso de disminución de la interdependencia y la integración entre ciertas unidades en todo el mundo, típicamente estados-nación. Es ampliamente utilizado para describir los períodos de la historia cuando el comercio económico y la inversión entre países disminuyen. –Wikipedia

Los bancos centrales han estado diciendo durante más de una década que su objetivo era combatir la deflación inflando los precios de los activos. (Como inversionistas) todo lo que teníamos que hacer era pedir prestado con bajas tasas de interés y comprar activos, independientemente de su calidad.

Ahora nuestros trabajos son cada vez más difíciles.

Más adelante, Zoltan afirma:

Los bancos centrales pasaron de librar la guerra contra los impulsos deflacionarios provenientes de la globalización de los recursos baratos a “limpiar” los impulsos inflacionarios provenientes de una guerra económica compleja.

La desglobalización traerá inflación, al igual que la globalización trajo deflación. Si Zoltan tiene razón, el argumento de que nos dirigimos a un mundo de inflación persistente o crónica es creíble.

En tal entorno, los bancos centrales lucharán contra eventos geopolíticos inflacionarios. Esto implica que estamos saliendo de un mundo en el que los bancos centrales gestionan el lado de la demanda de la economía. Son muy hábiles y tienen las herramientas para controlar la demanda (a través de sus políticas monetarias), pero no tienen las herramientas para gestionar la macroeconomía por el lado de la oferta. De acuerdo con Zopltan, estamos potencialmente en la cúspide de un cambio enorme en la forma de gestionar el alza de precios.

A manera de resumen

Zoltan termina ”Guerra y tasas de interés” con la siguiente cita:

Hoy, es hora de pensar más en el riesgo de que la inflación se mantenga alta por más tiempo debido a la guerra económica, y menos en la inflación impulsada por un desordenado proceso de reapertura y estímulo.

El Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés) argumenta que la inflación puede permanecer más alta de lo que nos hemos acostumbrado debido a una espiral de precios y salarios. Zoltan agrega que las guerras económicas calientes con China y Rusia aumentan la probabilidad de una inflación crónicamente más alta.

Los inversionistas se sienten cómodos con una FED que voluntariamente baja las tasas de interés y mantiene una política de alivio monterio (QE), a la primera señal de problemas económicos o de mercado. Eso puede cambiar si la inflación más alta es más persistente. Es posible que la FED tenga que sacrificar la economía y los mercados hasta cierto punto para garantizar una inflación tolerable. El trabajo de los miembros de la FED es aún más crucial considerando las enormes cargas de deuda pública y privada y la adicción creada a las bajas tasas de interés.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Desempeño económico de los estados en el arranque de 2022

Las perspectivas de crecimiento económico de nuestro país se siguen ajustando a la baja conforme se vislumbra un panorama sombrío para la economía estadounidense y comienzan a surtir efecto los apretones monetarios llevados a cabo por el Banco de México. En la más reciente encuesta del Banco de México de expectativas, los analistas consultados prevén un crecimiento del PIB de apenas 1.77% para 2022 y de 1.74% para 2023; mientras que el propio banco central ubica el límite inferior del posible crecimiento de este año en 1.6% y el Grupo Financiero Citibanamex considera que el país apenas si crecerá 1.5% en 2022.

Es bien sabida la gran dependencia de México en la evolución económica de Estados Unidos. En 2021 nuestras exportaciones a dicho país sumaron  398.989 miles de millones de dólares, cifra que representa unos 8.101 billones de pesos. Si consideramos que el PIB nominal de México fue de 26.273 billones de pesos en dicho año, pues las exportaciones a Estados Unidos representan el 30.8% de nuestro PIB. De ese tamaño es nuestra dependencia. Por lo tanto, si en su pasada reunión de política monetaria, el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos recortó su perspectiva de crecimiento del PIB de 2.8% a sólo 1.7%, pues habrá una afectación para nuestro país.

La tasa de interés objetivo del Banco de México pasó del 4.00% en junio  de 2021 hasta el nivel actual de 7.75% y se prevén alzas adicionales, de manera que podría terminar el año en 9.25%. Esto sin duda tendrá un impacto en la inversión productiva y en el consumo; además de que la inflación que ha provocado las alzas en tasa de interés se concentra en alimentos, por lo que podríamos esperar una afectación a diversas actividades económicas en la medida en que los consumidores sustituyen bienes de menor necesidad para adquirir los alientos más caros.

En este sentido, de acuerdo con el más reciente informe del Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero, para México persisten diversos riesgos globales, entre  los que destacan: un apretamiento más acelerado y potencialmente desordenado de las condiciones financieras globales, dados los ajustes en las posturas de política monetaria en diversas economías ante presiones inflacionarias globales más persistentes; y, por otro, un crecimiento económico global menor a lo anticipado, con implicaciones para el proceso de recuperación pospandemia. Pero eso no es todo, ya que en el ámbito interno existe el riesgo de un debilitamiento en el consumo e inversión internos, así como de potenciales ajustes en las calificaciones crediticias soberana y de Pemex.

De acuerdo con cifras oficiales, medido a través del Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), la economía de México ha crecido 1.5% anual en el acumulado de los primeros cuatro meses de 2022, lo cual es producto de que las actividades primarias (agricultura, ganadería, etc.) crecieron 2.7%, las secundarias (industrias de la construcción; minería; electricidad, gas y agua; y manufacturas) 3.0% y las terciarias (comercio y servicios) apenas 0.7%. ¿Será posible que la economía mexicana incremente el ritmo de expansión para lograr un crecimiento de 1.7% este año? Es posible, pero sin duda será complicado en el actual contexto global.

Con esto en mente, en esta entrega quiero abordar la situación de la economía de los diferentes estados del país, ya que si bien México presenta este aumento de 1.5% en lo que va del año, el dinamismo económico difiere a nivel de estado y por tipo de actividad económica. Revisaremos la situación en materia exportaciones, actividad industrial total, industria manufacturera, industria de la construcción y de los establecimientos comerciales. Todo con la información más reciente disponible al momento de escribir estas líneas.

Exportaciones

El INEGI reportó que en el primer trimestre de 2022 el valor de la suma de las exportaciones de las entidades federativas fue de 118.3 miles de millones de dólares (mmdd), monto que equivale a un incremento de 19.0% respecto al valor del primer trimestre de 2021.

Los cinco estados de mayor dinamismo en sus exportaciones durante el periodo mencionado fueron (en paréntesis se indica la tasa de crecimiento): Quintana Roo (857.5%), Hidalgo (101.4%), Nayarit (68.3%), Tabasco (67.5%) y Veracruz (61.0%). Se debe señalar que las elevadas tasas de crecimiento porcentual de Quintana Roo, Hidalgo y Nayarit se deben a que la base de comparación del primer trimestre 2021 es muy baja.

Dado lo anterior, resulta útil considerar a los cinco estados de mayor valor de exportaciones en el primer trimestre de 2022 y tenemos a los siguientes (en paréntesis se indica el valor de dichas exportaciones en miles de millones de dólares): Chihuahua ($16.9 mmdd), Coahuila ($13.9 mmdd), Baja California ($12.2 mmdd), Nuevo León ($11.3 mmdd) y Tamaulipas ($8.0 mmdd). Estos cinco estados contribuyeron con el 52.7% de las exportaciones totales de México en dicho trimestre.

Actividad industrial

Con relación al volumen físico de la actividad industrial tota (misma que incluye la minería, construcción, electricidad, gas y agua, y manufacturas), vemos que en el comparativo del primer bimestre de 2021 al primer bimestre de 2022, a nivel nacional ésta creció 3.3%.

Al analizar esta información por entidad federativa, vemos que sólo 21 estados presentan crecimiento en el volumen físico de producción durante el periodo referido por lo que hay 11 entidades federativas que tienen un nivel físico de producción industrial por debajo del observado en el primer bimestre de 2021.  Los cinco estados de mejor desempeño en el periodo mencionado fueron los siguientes (en paréntesis se indica el porcentaje de crecimiento): Morelos (22.4%), Tabasco (19.5%), Hidalgo (16.1%), Sonora (13.2%) y Nuevo León (7.1%). Por su parte, de los 11 estados que muestran una caída en su nivel de producción industrial, los de peor desempeño fueron los siguientes (en paréntesis se indica el porcentaje de disminución): Nayarit (-3.5%), Veracruz (-3.5%), Campeche (-6.5%), Puebla (-6.8%) y Aguascalientes (-7.9%).

Es importante precisar que al mes de febrero de 2022, son sólo 17 los estados que muestran un nivel de producción industrial superior al observado en el año base de 2013. Siendo los de mejor desempeño los siguientes (en paréntesis se indica el valor del índice en febrero de 2022): Baja California (141.7), Querétaro (132.7), Yucatán (            128.7), Chihuahua (122.8) y Aguascalientes (118.0).

Industria manufacturera

Con relación al valor nominal de la producción de la industria manufacturera a nivel nacional, vemos que en el comparativo de los primeros cuatro meses de 2021 a los mismos meses de  2022, ésta aumentó 17.9% nominal. En el total nacional vemos que en el periodo de referencia, todas las 20 actividades económicas muestran crecimiento nominal en el valor de su producción, pero las cinco de mejor desempeño son (en paréntesis se indica el porcentaje de aumento nominal): Fabricación de productos derivados del petróleo y del carbón (93.3%); Industria de la madera (37.6%); Industria química (30.9%); Fabricación de productos metálicos (25.8%); e Impresión e industrias conexas (25.7%).

Por su parte, las cinco actividades manufactureras de menor crecimiento nominal durante el periodo antes mencionado son (en paréntesis se indica el porcentaje de crecimiento o disminución): Industria alimentaria (10.3%); Fabricación de equipo de computación, comunicación, medición y de otros equipos, componentes y accesorios electrónicos (9.8%); Fabricación de productos a base de minerales no metálicos (8.9%); Fabricación de equipo de transporte (7.6%); y Fabricación de productos textiles, excepto prendas de vestir (0.3%).

Al analizar el valor de la producción de la industria manufacturera por entidad federativa en el comparativo de los primeros cuatro meses de 2021 a los mismos meses de 2022, vemos que los cinco estados de mejor desempeño fueron los siguientes (en paréntesis se indica el porcentaje de aumento nominal): Hidalgo (64.09%), Oaxaca (55.13%), Tabasco (54.77%), Chiapas (45.44%) y Tamaulipas (45.32%). Estos cinco estados contribuyeron con el 9.13% del valor de la producción manufacturera en los primeros cuatro meses de 2022. Ahora, los cinco estados de menor desempeño en materia de valor de la producción manufacturera en el periodo de los primeros cuatro meses de 2021 a los mismos meses de 2022 fueron: Quintana Roo (1.55%), Nayarit (-6.82%), Campeche (-8.24%), Aguascalientes (-13.17%) y Morelos (-14.66%). Estas cinco entidades contribuyeron con el 4.30% del valor total de la producción manufacturera nacional en los primeros cuatro meses de 2022.  

En este apartado es pertinente señalar que en el acumulado de los primeros cuatro meses de 2022, los cinco estados de mayor valor de producción manufacturera son (en paréntesis se indica el valor de la producción en miles de millones de pesos corrientes): Nuevo León  $455.2 mmdp), Coahuila ($359.7 mmdp), Estado de México ($357.5 mmdp), Guanajuato ($314.4 mmdp) y Jalisco ($214.3 mmdp). Estos cinco estados contribuyen con el 49.8% del valor total de la industria manufacturera en México en los primeros cuatro meses de 2022.

Industria de la construcción

El valor total de la producción generada por las empresas constructoras creció 21.2% en términos nominales entre los primeros cuatro meses de 2021 y los mismos meses de 2022, ya que ésta pasó de 140.037 a 160.793 miles de millones de pesos. A nivel de entidad federativa, vemos  que hay 21 estados que presentan aumento nominal en el valor de producción, y de este grupo, los cinco de mejor desempeño son: Tlaxcala (176.4%), Hidalgo (135.8%), Zacatecas (124.6%), Tabasco (91.0%) y Oaxaca (59.0%). Estos cinco estados contribuyeron con el 16.6% del valor total de la industria de la construcción en México en los primeros cuatro meses de 2022.

Por su parte, los cinco estados que peor desempeño registraron, por sus disminuciones nominales en el valor de la producción generado en la entidad fueron: Michoacán (-19.8%), Coahuila (-22.6%), Guanajuato (-23.3%), Aguascalientes (-28.5%) y Baja California Sur (-28.7%). Estos cinco estados contribuyeron con el 9.6% del valor total de la industria de la construcción en México en los primeros cuatro meses de 2022.

Aquí también es importante mencionar que en el acumulado de los primeros cuatro meses de 2022, los cinco estados de mayor valor de producción de las empresas constructoras en la entidad son (en paréntesis se indica el valor de la producción en miles de millones de pesos corrientes): Estado de México ($21.625 mmdp), Tabasco ($20.006 mmdp, Nuevo León ($18.622 mmdp), Jalisco ($12.486 mmdp) y Ciudad de México ($8.960 mmdp). Estos cinco estados contribuyen con el 48.11% del valor total de la industria de la construcción en México en los primeros cuatro meses de 2022.

Sector comercio

Finalmente, en cuanto a los ingresos totales por suministro de bienes y servicios por parte de los establecimientos comerciales al por mayor éstos aumentaron 7.6% a nivel nacional en el acumulado de los primeros cuatro meses de 2022 respecto de los mismos meses de 2021.De esta manera, el valor de dichos ingresos en los primeros cuatro meses de 2022 se encuentra en un nivel 6.4% por encima del nivel que registraron en los mismos meses de 2019.

En cuanto al desempeño de los ingresos del comercio al por mayor por entidad federativa, tenemos que los cinco estados de mejor desempeño fueron (en paréntesis se indica el porcentaje de incremento): Quintana Roo (27.4%), Baja California Sur (27.2%), Colima (15.3%), Baja California (12.5%) y Coahuila de Zaragoza (11.1%).

Por su parte, los cinco estados de peor desempeño en el comercio al por mayor en el comparativo de los primeros cuatro meses de 2021 a los mismos meses de 2022 fueron: Nayarit (0.6%), Chiapas (0.5%), Durango (-0.5%), Morelos (-2.2%) y Aguascalientes (-2.9%).

Los ingresos totales por suministro de bienes y servicios por parte de los establecimientos comerciales al por menor aumentaron 5.3% a nivel nacional en el acumulado de los primeros cuatro meses de 2022 respecto de los mismos meses de 2021. De esta manera los ingresos de dichos establecimientos comerciales se encuentran 2.4% por encima del nivel registrado en los primeros cuatro meses de 2019. En cuanto al desempeño de los ingresos del comercio al por menor por entidad federativa, tenemos que los cinco estados de mejor desempeño fueron (en paréntesis se indica el porcentaje de crecimiento real): Ciudad de México (13.7%), Quintana Roo (11.8%), Hidalgo (11.4%), Baja California Sur (9.9%) y Querétaro (9.4%).

Por su parte, los cinco estados de peor desempeño en el comercio al por menor en el comparativo de los primeros cuatro meses de 2021 a los mismos meses de 2022 fueron: Tamaulipas (0.7%), Guerrero (-0.04%), Oaxaca (-0.2%), Tlaxcala (-0.2%) y Coahuila de Zaragoza (-1.9%).

Conclusiones

México enfrenta grandes retos este año y la lucha contra la inflación, con los consecuentes incrementos en tasas de interés, ejercerán una enorme presión por lo que se ve difícil alcanzar una tasa de crecimiento superior al 1.5% en 2022. De materializarse esta tasa de aumento del PIB de 1.5%, el tamaño de la economía mexicana todavía estará 2.21% por debajo del nivel que tenía en 2019. Si el PIB de México crece 1.7% en 2023, todavía estaremos por debajo del PIB de 2019, por lo que no cabe duda de que este será un sexenio de nulo crecimiento y de atraso comparado con el desempeño de otras naciones.

Sin embargo, esto no quiere decir que no pueda haber estados que tengan un desempeño económico por encima de la media nacional y que por lo tanto puedan terminar el sexenio con un nivel de actividad económica superior al que tenían en 2019. El desempeño de los estados estará marcado por las preferencias del gobierno federal en términos de políticas públicas, pero también por la manera como los gobernadores y gobernadoras tratan al sector privado. Las estadísticas muestran claramente cómo en aquellos estados en los que hay una actitud hostil hacía el sector privado, el desempeño económico es más pobre.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Asumiendo la realidad inflacionaria

El pasado miércoles 15 de junio, el banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), elevó drásticamente su tasa de interés a un rango entre 1.50% y 1.75% (para cumplir con las expectativas del mercado), además redujo de manera importante sus perspectivas de crecimiento y empleo para este año. Cabe señalar que la última vez que la Fed subió su tasa en 0.75 puntos porcentuales, tuvimos la ‘Crisis del Tequila’ y Bill Clinton y el FMI tuvieron que rescatar a México.

La reacción de los mercados tras el anuncio fue de relativa calma, observando ligeros incrementos en las bolsas de valores y en el caso de México, vimos que el peso se revaluó unos centavos respecto al dólar. Sin embargo, el jueves 16 fue caótico en los mercados y vimos como los principales índices bursátiles se desplomaron y el dólar se revaluó fuerte. Esta enorme volatilidad en los mercados se debe a que Wall Street no sabe lo que quiere. Por un lado le grita a la FED que haga algo contundente para controlar la inflación, pero por otro lado grita en pánico advirtiendo que con las alzas en la tasa de interés Estados Unidos caerá en recesión.

Esto no es nuevo. Cabe recordar que desde la última reunión del Comité de Mercado Abierto de la FED (FOMC por sus siglas en inglés) del 4 de mayo de este año, se desató el infierno en los mercados de capital (y en las economías) globales. Desde este espacio hemos dado cuenta de cómo ha comenzado a estallar la burbuja del todo. Los precios de las acciones de EE.UU. se han derrumbado (Nasdaq -31% y el S&P 500 -22.5% en lo que va de 2022), mientras que los rendimientos de los Bonos del Tesoro de EE.UU. se han disparado al alza (3.49% el bono a 10 años, lo que implica que su precio está cayendo). El oro ha bajado alrededor de un 3% desde el último FOMC, lo que refleja el aumento del 3% en el índice USDollar (pero hay que tener en cuenta que todo cambió después de la publicación del índice de precios al consumidor en EE.UU. el pasado 10 de junio).

Esto es lo que hizo la Reserva Federal el pasado 15 de junio:

  • La Fed elevó su tasa de referencia en 75 puntos base, el mayor aumento desde 1994, a un rango de 1.5% a 1.75%, en línea con las expectativas de los inversores y los economistas.
  • La decisión fue votada a favor por una abrumadora mayoría de 11 a 1, sólo la presidenta de la Fed de Kansas City, Esther George, disintió a favor de un aumento de 50 puntos base.
  • En su comunicado, el FOMC agregó una línea que dice que está “firmemente comprometido a devolver la inflación a su objetivo del 2%” y elimina el lenguaje anterior que decía que el FOMC “espera que la inflación regrese a su objetivo del 2% y que el mercado laboral se mantenga fuerte”.
  • Reitera el camino en la reducción de la hoja de su balance general, mismo que entró en vigor el 1 de junio, reduciendo su tenencia de bonos en $47.5 mil millones de dólares por mes y aumentando el ritmo de $95 mil millones a partir de septiembre

Las nuevas proyecciones muestran un fuerte aumento desde marzo, con la tasa objetivo de fondos federales incrementándose hasta 3.4% para fin de este año, lo que implica que el mercado espera incrementos de 1.75 puntos porcentuales adicionales en este año, y llegar a 3.8% en 2023, antes de caer a 3.4% en 2024. Cabe señalar que las previsiones anteriores de marzo de este año eran de una tasa de interés que estaría en 1.9% a finales de este año y del 2.8% en 2023 y 2024

Una cosa crucial a tener en cuenta es que 2024 será un año de gran incertidumbre (y no solo por las elecciones) ya que las expectativas de los miembros de la Fed para la tasa de interés van desde un mínimo de 2.0% hasta un máximo de 4.0% – el mayor diferencial en la historia del FOMC.

Además, las proyecciones económicas de la Fed mostraron que se esperaba una desaceleración económica estadounidense mucho más profunda, con un aumento de la tasa de desempleo del 3.7% a fines de 2022 al 4.1 % en 2024; mientras que las previsiones de crecimiento económico se redujeron al 1.7% para 2022 y 2023, desde el 2.8% y el 2.2% que se pronosticaba en marzo; Los funcionarios de la Fed todavía esperan que la inflación baje significativamente en 2023.

Después del anuncio por parte del FOMC, el análisis por parte de los medios de comunicación especializados estadounidenses, y por parte del mercado, es que la FED por fin sacó la bazuca antiinflacionaria con ese aumento de la tasa de 75 puntos, y no hay duda de que el presidente de la FED, Jerome Powell, tuvo notas retóricas agresivas en contra de la escalada de precios. Pero en el mensaje general la FED aún se parece más a un banco central que si bien se inclina más hacia la realidad de una inflación que debe controlar, se aprecia que aún no está convencido de que tiene que hacer todo lo posible para controlar los precios.

La realidad es que es difícil que las alzas en tasa de interés por parte de la FED ayuden poderosamente a controlar la inflación cuando ésta es causada por factores externos tales como los precios de la energía (en los últimos 12 meses en EE.UU. el precio del gas natural ha subido 130%, el aceite para calefacción 110.0% y la gasolina 78.0%), las disrupciones en las cadenas de suministros, la escalada en precios de alimentos, los cierres manufactureros en regiones de China, entre otros. Es verdad que hay un componente inflacionario derivado del excesivo gasto público en Estados Unidos, durante la pandemia, por lo que  las alzas en tasas de interés tendrán un efecto limitado en controlar la inflación en el corto plazo.  

La falta de confianza en que la FED hará todo lo que esté en su poder para controlar la inflación resulta evidente al ver que el pronóstico medio de la propia FED es que la tasa de interés de los fondos federales aumente solo al 3.4% para fines de este año. Eso significa que los aumentos disminuirán durante el resto del 2022 y la FED predice un pico de solo 3.8% en 2023. La Fed está adelantando sus aumentos de tasas, pero aún no anticipa que tiene que llegar mucho más alto para vencer una inflación que llegó a 8.6% en mayo.

Es así que la gran pregunta es si llevar la tasa de interés a 3.4% a finales de este año, será suficiente para que la inflación regrese al objetivo de la FED del 2%. Tal vez si, pero mientras subsistan los problemas globales y a un  ritmo tan lento de alza en la tasa, el lograr el objetivo va a llevar mucho tiempo. El pronóstico de la FED para su medida preferida de inflación (el gasto de consumo personal o índice PCE) para finales de este año es ahora del 5.2%. Pero la inflación del PCE ha sido superior al 6% anual en los últimos meses, lo que significa que la inflación tendría que caer bruscamente durante los próximos seis meses para llegar al 5.2% anual. El pronóstico de la FED de que la inflación alcance el 2.6% en 2023 parece aún más improbable, a menos que haya una recesión. ¿Esto significa que el apretón monetario serás más agresivo? Tal vez.

Los bancos centrales generalmente son optimistas porque son formadores de opinión, lo que nos hace preguntarnos si en EE.UU. todavía piensan, en lo más profundo de sus modelos económicos, que la inflación es realmente “transitoria”. Como lo señalé líneas arriba, todo indica que si, que aún creen que la principal causa de la inflación radica en el virus chino del Covid-19, los problemas en las cadenas de suministro y la guerra de Ucrania; y que no es culpa de la irresponsable política monetaria que han tenido en los últimos dos años, por lo que desde su óptica la FED no tiene que hacer un ajuste monetario tan fuerte.

El pronóstico promedio de la Fed también es notablemente optimista para la economía, a pesar de los aumentos de tasas. Como ya lo señalé, el pronóstico prevé que la tasa de desempleo aumente a solo el 3.9% en 2023 desde el 3.6% actual, y que el crecimiento del PIB no caiga por debajo del 1.7%.

Esperamos que el Sr. Jerome Powell tenga razón en que la economía es “muy fuerte” y que el consumidor está en buena forma para salir adelante en un contexto de tasas de interés mucho más altas. No debemos olvidar que la economía estadounidense se contrajo 1.4% en el primer trimestre de este año, y el rastreador GDPNow de la Fed de Atlanta el pasado miércoles 15 redujo a cero su pronóstico de crecimiento para el segundo trimestre. Los consumidores golpeados por la inflación y los precios de la gasolina están incidiendo fuerte en sus gastos y esto se puede confirmar con la caída de las ventas minoristas durante mayo.

¡Carnicería!

Y pues en este contexto no está de más analizar que más allá de la posible recesión a la que se dirige Estados Unidos, y probablemente también nosotros en México, hay otro problema y es el de las burbujas de precios de activos que están estallando. Lo advertí desde el 15 de mayo en mi editorial “Crisis en los mercados financieros: comienza a estallar ´la burbuja de todo´” y la sangría en los mercados no ha cesado. Se han evaporado billones de dólares en riqueza, lo que afecta también las posibilidades de consumo, así como el ánimo de los mismos.

Para empezar, pues tenemos el caso de las criptomonedas que han sido arrastradas a la baja en medio de la búsqueda de los inversionistas de una disminución general del riesgo. La situación de las criptomonedas se agravó esta semana que concluye con los problemas sistémicos de Celsius y Binance de manera que Bitcoin alcanzó un precio por debajo de los $18,000 dólares, el más bajo desde diciembre de 2020…La capitalización total del criptomercado cayó por debajo de los 850 mil millones de dólares, casi 75% por debajo de los 3.2 billones de dólares que tenía a finales de 2021.

Desde la reunión  del FOMC de mayo, casi todas las clases de activos han sido golpeados, sobre todo conforme ha crecido la ansiedad por el mayor riesgo de eventos (antes del FOMC del 15 de junio) combinada con los datos técnicos de OpEx (vencimiento de opciones por un valor de 3.4 billones de dólares) y los temores de ‘fragmentación’ europea y todos los problemas geopolíticos y geoeconómicos que están frenando a los compradores a medida que el S&P cae en un mercado que ya está en una tendencia a la baja (bear market), mientras que el precio de más de dos terceras partes de las acciones de EE.UU. ya tienen un precio por debajo del que tenían justo antes de empezar la crisis del Covid-19.

Ahora la expectativa no es como en el pasado en el sentido de que durante el verano los inversionistas se ponían a analizar sus carteras y posiciones previo al calentamiento del mercado durante septiembre. Ahora no será así por los múltiples temblores fundamentales que amenazan con sacudir los mercados:

  • Inflación, inflación, inflación
  • Cadenas de Suministro, Covid y China
  • Europa y el BCE
  • Recesión/estanflación
  • Guerra
  • Endurecimiento de los bancos centrales
  • Restablecimientos de acciones y ganancias
  • Colapso del mercado de bonos
  • Restablecimiento del comercio global y desglobalización
  • Estados Unidos, el dólar y Trump

Las predicciones son de un tercer trimestre tormentoso: la tranquilidad de los mercados de los meses de julio y agosto será reemplazada por oleadas de escollos, de números malos y un panorama bastante nublado; mientras los mercados luchan contra el acelerado flujo de noticias negativas sobre la inflación, menores ganancias corporativas, mercados de consumo debilitados y, cada vez más, política tambaleante en la que el presidente estadounidense Joe Biden perderá su mayoría en el Congreso en las elecciones del mes de noviembre.

Las condiciones financieras se han endurecido y se seguirán endureciendo para todos. A las autoridades mexicanas de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México les tocará lidiar  con este gran problema. De entrada ya sabemos que el Banxico elevará en 0.75 puntos porcentuales su tasa de interés objetivo para situarla en 7.75%, tal vez el aumento sea de un punto porcentual completo. Las condiciones crediticias se endurecerán en México a tal grado que podríamos ver la tasa objetivo entre 9.25% y 9.50% a fin de año. En GAEAP calculamos la tasa de interés implícita de los Cetes a 28 días para dentro de un año en 10.00%, así de grave se puede poner el tema de tasas de interés en nuestro país. Esperamos que las autoridades logren sortear las mayores presiones en finanzas públicas por las mayores tasas de interés, así como las que sin duda seguirá habiendo en materia de tipo de cambio. México no aguanta otra crisis económica. 

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

Nada garantiza que desacelerar la economía frenará la inflación

Muchos economistas que analizan la ola de inflación que nos está afectando, predicen que ésta alcanzará su nivel máximo en algún momento entre el segundo y tercer trimestres de este año y comenzará a disminuir paulatinamente. Muestra de ello es que en la más reciente Encuesta de Expectativas Económicas del Banxico, los analistas consultados  estiman que la inflación de precios al consumidor cerrará este año en 6.88% y que será de 4.40% al término de 2023. De igual forma, el promedio obtenido de la más reciente Encuesta Citibanamex de Expectativas muestra el mismo fenómeno, con  una inflación  pronosticada de 6.75% para 2022 y de 4.22% en 2023. Con el hecho de que la inflación anual fue de 7.58% en la primera quincena de mayo y lo que está sucediendo en el mundo y en México, ¿Tienen algún sustento estas expectativas?

Destacan dos argumentos que “justifican” esta idea de que la inflación descenderá en lo que resta del año y en 2023: uno que tiene que ver con un ajuste automático de los mercados y otro, que implica la intervención del banco central. El primero se resume en el hecho de que la mejor cura para los precios altos es precisamente los precios altos. Esto se debe a que los precios elevados provocan la destrucción de la demanda por algo denominado “efecto ingreso”, lo que implica que si el ingreso de las personas es fijo, el alza de precios hará que su ingreso disponible le alcance para comprar cada vez menos productos, lo que a su vez ocasiona  una eventual disminución real de la demanda y por lo tanto menores presiones inflacionarias. El segundo argumento tiene que ver con el “efecto monetario”, que implica que si el banco central reduce la oferta monetaria, hay menos dinero para comprar bienes y servicios. El asunto es que ese apretón monetario se traduce en mayores tasas de interés, lo que a su vez reduce la inversión y el consumo privado de la demanda agregada, por lo que habría menores presiones al alza en los precios.

Como puede verse, ambos argumentos llevan consigo una caída de la demanda de bienes y servicios (uno de manera natural y el otro de forma artificial), lo que ocasiona una desaceleración económica, que podría acabar en recesión.

En este marco teórico, la gran incógnita (más allá de las expectativas optimistas de que la inflación disminuirá este año y seguirá bajando el que sigue), es si la disminución de la tasa inflacionaria será lo suficientemente relevante como para justificar el impacto que habrá en la dinámica económica. En otras palabras, habría que preguntarse si las alzas en tasa de interés que realizará la Junta de Gobierno del Banco de México (mismas que pudieran llegar hasta el 9.5% este año según el Grupo Financiero Banorte), ocasionarán que la inflación efectivamente baje de acuerdo con lo pronosticado por el Banxico y cuál será el costo de esta medida en cuanto a menor producción y empleo.

Para tratar de estimar la efectividad de la política monetaria, es importante analizar dos temas: 1. Lo que está pasando con la inflación en el resto del mundo, en especial en los Estados Unidos; y 2. La naturaleza de la inflación en México. A continuación abordo ambos temas:

Inflación en el mundo

Los datos más recientes al momento de escribir estas líneas indican que la inflación anualizada sigue impactando a los países de maneras muy diferentes. Tenemos naciones con “baja” inflación como Japón (1.2%), China (2.1%), Indonesia (3.5%), Corea del Sur (4.8%) y Francia (4.8%). Países con inflación “media”, como Italia (6.0%) y Canadá (6.8%); y países con elevada inflación como: Alemania (7.4%), México (7.7%), Estados Unidos (8.3%), España (8.3%), Reino Unido (9.0%), Brasil (12.1%) y Rusia ( 17.8%).

Se ha comentado mucho que gran parte de la inflación en Estados Unidos y los países europeos se debe a una demanda agregada que creció más rápido que la capacidad de producción global, derivado del enorme gasto público en la forma de apoyos económicos que dieron diversos gobiernos a sus ciudadanos durante la pandemia del Covid-19. Abordaré este asunto en un momento más.

Además de lo anterior, también es cierto que gran parte del problema inflacionario mundial se centra en los aumentos en los precios de los alimentos y de los energéticos, problema que empezó desde antes de que Rusia invadiera a Ucrania. Esto se puede constatar al ver que en EE.UU. si bien la inflación general pasó de 8.5% en marzo de este año a 8.3% en abril. Este resultado fue producto de que la inflación de alimentos pasó de 8.8% en marzo a 9.4% en abril, mientras que el alza de precios de la energía pasó de 32.0% en marzo a 30.3% en abril; y en lo que respecta a los demás bienes, la inflación pasó de 6.5% en marzo a 6.2% en abril.

Destaca pues, que se agravó la inflación de alimentos, lo cual se debe a que la inflación anual de cereales y productos de panadería subió a 10.3%; la de cárnicos, pollo, pescado y huevo subió a 14.3%; la de leche y productos relacionados se incrementó a 9.1%, la de frutas y vegetales fue la única que se moderó descendiendo a 7.8%; la de bebidas no alcohólicas y materiales para bebidas subió a 9.8%; mientras que la de otros alimentos en casa subió a 11.0%.

Estos datos no sorprenden, sobre todo si consideramos que de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), entre abril de 2021 y el mismo mes de 2022, a nivel mundial los precios de los cárnicos aumentaron 26.8%, de los lácteos 23.5%, de los cereales 34.3%, de los aceites 46.5% y del azúcar 21.8%.

En cuanto a la inflación de energía en Estados Unidos, vemos que ésta es altísima al ser de 30.3% anual en abril, pero las perspectivas de que los precios de los energéticos bajen en el corto plazo son muy bajas. Esto es muy preocupante porque aunque en México tengamos los energéticos “subsidiados”, los precios de la energía a nivel global nos van a afectar porque estos determinan los costos de transporte y de un porcentaje de los costos de manufactura. De igual manera, hay un sinfín de productos derivados del petróleo que ya han visto sus precios elevarse de manera considerable. Si tomamos en cuenta que las importaciones totales de México representan el 40% de nuestro PIB, no podemos sentirnos ajenos a que lo que suceda con los precios del petróleo y la energía en el mundo.

En un artículo de Matt Egan, publicado el 2 de junio en el portal de CNN Business y titulado “El mundo puede estar acercándose a una crisis energética al estilo de la década de 1970, o algo peor”, se menciona que el mundo está lidiando con alzas de precios de la energía que desafían la gravedad en todo, desde la gasolina y el gas natural, hasta el carbón; y algunos temen que lo que hasta ahora hemos visto sea solo el comienzo de algo muy grave.

En el caso del carbón, tenemos que los futuros del entregado en el noroeste de Europa han subido un 137% en lo que va de año. El precio de referencia en la región del Pacífico ha subido más de un 140% este año. Los precios pagados en efectivo en los Apalaches en EE.UU. aumentaron un 40% en 2022, y se duplicaron con creces durante el año pasado, hasta $129.65 la tonelada durante la semana pasada, lo cual constituye el precio más alto registrado en la historia.

Funcionarios de energía le dijeron a CNN que les preocupa que la invasión rusa de Ucrania, aunado a años de insuficiente inversión en el sector energético, hayan llevado al mundo a una crisis que rivalizará o incluso superará las crisis petroleras de los años setenta y principios de los ochenta. Pero a diferencia de esos episodios infames, este no está circunscrito sólo al petróleo.

“Ahora tenemos una crisis del petróleo, una crisis del gas y una crisis de la electricidad al mismo tiempo”, dijo a Der Spiegel Fatih Birol, director del grupo de vigilancia de la Agencia Internacional de la Energía, en una entrevista publicada esta semana. “Esta crisis energética es mucho más grande que las crisis del petróleo de las décadas de 1970 y 1980. Y probablemente dure más”.

Los alcances de esta tormenta perfecta (falta de inversión, fuerte demanda e interrupciones en el suministro debido a la guerra) tendrá consecuencias de gran alcance, que podrían amenazar la recuperación económica tras la pandemia de Covid-19, exacerbar la inflación, alimentar el malestar social y socavar los esfuerzos para salvar el planeta del calentamiento global.

“Es una crisis para la que el mundo lamentablemente no está preparado”, dijo Robert McNally, quien se desempeñó como principal asesor energético del ex presidente estadounidense George W. Bush.

No solo los precios de la energía son muy altos, sino que la confiabilidad de la red eléctrica está siendo desafiada por las temperaturas extremas y la sequía severa. Un regulador de la red eléctrica de EE.UU. advirtió el mes pasado que partes del país podrían enfrentar cortes de electricidad e incluso apagones este verano.

Con este escenario en materia energética a nivel mundial es previsible que la inflación se mantendrá elevada durante varios meses más. Sin embargo, si consideramos también que parte de la inflación  se debe al exceso de gasto de los consumidores, pues podría haber otra fuerza que eventualmente  debilitaría la demanda agregada a partir del 2023 y me refiero a que se agotarán los ahorros de los consumidores estadounidenses derivados de los incentivos fiscales que su gobierno les dio durante la pandemia.

En este sentido, causaron gran revuelo las declaraciones de Jamie Dimon, Director Ejecutivo de JPMorgan Chase & Co., quien señaló que a los consumidores estadounidenses solo les quedan de 6 a 9 meses de poder adquisitivo en sus cuentas bancarias y además advirtió que se está gestando un “huracán” económico.

Jamioe Dimon, CEO de JP Morgan

El director del banco más grande de EE.UU. estimó que unos $2 billones en fondos adicionales en cuentas de los consumidores aún quedan por ser gastados. Comentario personal es que uno de los grandes problemas para la economía de Estados Unidos es que la tasa de ahorro personal se ha derrumbado, mientras que la cartera de crédito a los consumidores ha aumentado de manera importante desde enero de 2021.

A manera de resumen de este apartado, podemos señalar que las presiones inflacionarias a nivel global por los precios de los alimentos y energía, continúan fuertes. De hecho, en su Informe Trimestral, el Banco de México identifica como riesgos al alza para la inflación mundial a los siguientes posibles acontecimientos:

  1. Un agravamiento del conflicto entre Rusia y Ucrania que pudiera derivar en efectos de segundo orden en la formación de precios;
  2. Una mayor duración o la intensificación de los desajustes entre la demanda y la oferta globales ante un posible agravamiento de los cuellos de botella derivada del conflicto bélico y/o de la imposición de restricciones para hacer frente a la pandemia, especialmente en China;
  3. Mayores presiones salariales ante el apretamiento de los mercados laborales o por efectos de segundo orden de la inflación;
  4. Depreciaciones cambiarias en algunas economías emergentes ante una posible reducción más acelerada del estímulo monetario en las economías avanzadas o ante una recomposición de portafolios derivada de episodios de mayor aversión al riesgo; y
  5. Un aumento en las expectativas de inflación que afecte al proceso de formación de precios.

Inflación en México

Después de leer lo que sucede con la inflación de alimentos y energéticos, ¿usted cree que México será exitoso para contener el alza de precios a través del Paquete contra la inflación y la carestía (PACIC)?

La última información de INEGI, la correspondiente a la primera quincena de mayo de 2022, indica que la inflación anual fue de 7.58%, y al analizarla por sus componentes vemos que la naturaleza de la inflación en México tiene similitudes y diferencias respecto de la que aqueja a Estados Unidos.  

La inflación de 7.58% en México es producto de que la inflación subyacente fue de 7.24%, mientras que la no subyacente sumó 8.60%. Dentro de la inflación subyacente, tenemos que la de alimentos, bebidas y tabaco fue de 11.23%; la de mercancías no alimenticias llegó a 7.48%, vivienda de 2.80%, educación  3.18% y otros servicios de 6.79%. Dentro de la inflación no subyacente, la de frutas y verduras fue de 12.76%, productos pecuarios 12.60%, energéticos de 6.32% y tarifas autorizadas por el gobierno de 3.42%. Como puede apreciarse, si hay una inflación importante en las mercancías no alimenticias de 7.48% (en EE.UU. la inflación de “los demás bienes” fue de 6.2%), no tenemos los mismos problemas inflacionarios en lo que respecta a energía, pero si compartimos el problema de la inflación de productos agropecuarios (12.67% en México vs 10.8% de inflación de alimentos en casa en EE.UU.).

Como se ha señalado, gran parte de la inflación que presenta México es importada por lo que está sucediendo en otras partes del mundo. Nuestras importaciones representan casi el 40% del PIB, por lo que un alza de precios en el extranjero nos va a repercutir, sobre todo porque es un problema generalizado en los continentes americano y europeo.

Dado lo anterior, es obligado el preguntarse si las alzas previstas en la tasa de interés objetivo del Banco de México (así como las que ocurrirán en Estados Unidos), servirán para mitigar la inflación o solo causarán daños a los bolsillos de empresas y familias. La respuesta es incierta, pero dando el beneficio de la duda, me parece que las acciones de los bancos centrales pudieran servir en dos formas:

  1. Disminución de la demanda agregada. Ante el alza de precios y las mayores tasas de interés, disminuirán su consumo de bienes semiduraderos y duraderos y privilegiarán el gasto en alimentos. Es decir, habrá un efecto sustitución que puede ayudar a contener la inflación subyacente. Pero el alza en las tasas de interés no servirá para resolver los problemas de oferta en lo que respecta a los alimentos. Si pueden tener un impacto en disminuir demanda de otros bienes, lo que ocasionaría eventualmente menores presiones en los precios de la energía, y como ya lo señalé, una eventual disminución de la inflación subyacente.
  2. Creación de expectativas. Como lo he señalado en anteriores entregas, para los bancos centrales es muy importante que el público perciba que se están tomando medidas en contra de la inflación (esto no ha sucedido en la Unión Europea, donde el banco central no ha elevado la tasa de interés). Como lo señalé la semana pasada, si la gente piensa que la inflación será del 10%, pues se anticipan y ajustan los precios de insumos, materias primas, bienes terminados, salarios, etc., en esa proporción y la inflación acaba siendo de ese porcentaje. Es por ello que aunque en la práctica, el alza en la tasa de interés sirva de poco para mitigar la inflación, ayudará generando expectativas de menor alza de precios.

A manera de conclusión, podemos mencionar que la lucha contra la inflación apenas comienza. Es incierto que la mayor desaceleración económica causada por los bancos centrales vaya a ayudar a controlar la inflación, al menos en el horizonte de tiempo previsto. No hay forma de saberlo. Nos esperan tiempos difíciles, porque los apretones monetarios tendrán costos aparejados, además de grandes riesgos, como lo es el que la inflación se mantenga alta y que se descarrile el proceso de crecimiento económico, mismo que ya ha sido debilitado por la combinación de cosas negativas que han sucedido este año como la guerra en Ucrania, el Covid en China y precisamente la alta inflación.

Alejandro Gómez Tamez*

Director general GAEAP*

alejandro@gaeap.com 

En  Twitter: @alejandrogomezt