Desde este espacio hemos comentado el enorme costo económico que ha tenido el cierre de buena parte de la actividad económica en México en los últimos meses. Una de las repercusiones más fuertes la vimos con el retiro de 12 millones de personas de la población económicamente activa en abril y mayo de este año, así como un incremento sustancial en el número de personas subocupadas, llegando éstas a 11 millones de personas en abril y luego a 13 millones de personas en mayo.

La obligación de cerrar muchas actividades económicas implicó el freno de buena parte de la actividad productiva y muestra de ello es que el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE) se contrajo -19.9% en el pasado mes de abril. Muchas empresas, al no tener ingresos por ventas y por el retraso en el pago de sus cuentas por cobrar, se vieron forzadas a disminuir los sueldos del personal o a realizar despidos de parte (o inclusive la totalidad) de sus empleados.  Por otro lado, muchos comercios también se vieron forzados a cerrar por parte de las autoridades sanitarias, lo que terminó por colapsar el consumo. Estos eventos constituyeron severos shocks de la oferta y demanda agregadas del país.  Estos shocks también afectaron a las personas autoempleadas (en la formalidad o informalidad), quienes tuvieron que suspender sus labores o trabajar menos horas.

Con esto en mente es que en esta entrega analizamos los primeros datos oficiales, que se hacen públicos, respecto de cómo se vio afectado el consumo privado en México en el primer mes del cierre de las actividades económicas (abril). Veremos que el golpe al consumo privado resultó tan duro como la caída en el nivel de actividad económica, pero con la salvedad de que las caídas en el nivel de consumo implican una pérdida real en el nivel de vida de la población.

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El INEGI informó que en el comparativo de abril de 2019 al mismo mes de 2020, el Indicador mensual del consumo privado en el mercado interior (con cifras originales) registró una caída de -22.3%, misma que es producto de una contracción de -21.2% en el consumo de bienes y servicios nacionales y de -31.8% en el de bienes importados. Cabe señalar que esta caída de -22.3% en la totalidad del consumo privado es la mayor que se haya registrado en toda la historia del indicador y palidece en comparación con el -12.4% observado en mayo de 2009, cuando estábamos en plena crisis financiera internacional.

Ahora, profundizando en el análisis, tenemos que la caída de -21.2% en el consumo de bienes y servicios nacionales es producto de que el consumo de bienes retrocedió -20.3%, mientras que el de servicios cayó -22.1%.

Cionsumo Abr20

En cuanto a la caída de -20.3% en el consumo de bienes nacionales, éste se debió a que el de bienes duraderos (muebles, electrodomésticos, etc.) cayó -48.3%, el de los semiduraderos (ropa, calzado) -75.6%, mientras que el de los no duraderos (alimento) se contrajo en menor medida, un -5.7%. Por su parte, la disminución de -31.8% en el consumo de bienes importados es producto de que el consumo de bienes duraderos cayó -46.6%, el de bienes semiduraderos -33.3%, mientras que el de bienes no duraderos se contrajo -16.9%.

Los datos de empleo, desempleo y subempleo sugieren que el problema de falta de ingresos, y por lo tanto de consumo, se ha prolongado durante mayo, junio y julio. Es por ello que llama la atención que no obstante la fuerte caída en el nivel de consumo en México, la inflación durante junio fue de 0.55%, de manera que la inflación anualizada a dicho mes fue de 3.33%.

Este nivel inflacionario está dentro del rango objetivo del Banco de México y de hecho implica un alza de precios más bajo respecto al 3.95% anualizado observado en junio de 2019. Sin embargo, una pregunta emerge y es relevante: ¿De qué sirve una baja inflación si los mexicanos igual no tienen dinero para consumir? Como ya se señaló, las estadísticas nos muestran que 12 millones de personas se retiraron del mercado laboral y que por lo tanto dejaron de percibir ingresos y además hay 13 millones de personas en condiciones de subocupación (de hecho la tasa de subocupación pasó de 7.8% en mayo de 2019 a 29.9% en mayo de 2020). Desde luego que una mayor incidencia de la subocupación tiene un impacto directo en el nivel de ingresos de las personas que conservaron su ocupación o empleo a pesar del cierre de actividades económicas.

Derivado de esta situación, así como de los erráticos mensajes por parte del gobierno federal y de algunos legisladores del partido en el poder, así como de la expectativa de una caída del PIB de entre -8.0% y -12.0%, es que la inversión fija bruta aceleró su colapso, mismo que comenzó desde el 2019, año en el que el índice de volumen físico de ésta disminuyó -5.1%.

El INEGI informó que en abril de 2020 la inversión fija bruta se desplomó -36.9% a tasa anual, lo cual fue resultado de una caída de -36.2% en la construcción y de -52.6% en la inversión en maquinaria y equipo. Hacia adentro de la construcción, tenemos que la residencial se contrajo -40.8%, mientras que la no residencial disminuyó -31.4%.

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Ahora, en cuanto a la inversión en maquinaria y equipo, tenemos que en abril de 2020 la de origen nacional cayó -52.6%, mientras que la de origen importado cayó -28.9%. Entrando en el detalle del colapso de la inversión en maquinaria y equipo nacional, tenemos que ésta cayó en esa magnitud porque la destinada a equipo de transporte disminuyó -63.2%, mientras que la de maquinaría, equipo y otros bienes disminuyó -34.3%. En relación a la maquinaria y equipo de origen importado, tenemos que la de equipo de transporte se contrajo -53.9%, mientras que la de maquinaria, equipo y otros bienes disminuyó -24.8%.

Estos datos son terribles para la economía nacional porque implican que muchos empresarios han dejado de confiar en la economía mexicana, al menos en el corto y mediano plazos, y con ello se cancelan las posibilidades de crecimiento económico; además de que es inminente la caída de la productividad de la mano de obra, por lo que se perpetuaran los bajos niveles de ingreso de la población ocupada.

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Ante este complicado panorama, ¿Qué podría hacer el gobierno federal para resucitar la inversión productiva? Como ya se señaló en pasadas entregas, es fundamental el fortalecer la confianza empresarial en qué las “reglas del juego” se mantendrán y que quien invierte en México gozará de certidumbre y seguridad para sus negocios. Hay que recordar que México salió este año del Índice de Confianza de la Inversión Extranjera Directa 2020, elaborado por la consultora A.T. Kearney. El ranking incluye 25 sitios y México, tras ocupar en la edición del año pasado el lugar 25, ya no aparece este año. Aunado a lo anterior, es importante el modificar el marco fiscal para que se incentive la inversión productiva. En este sentido, el permitir la deducibilidad inmediata y total de las inversiones, sería un gran impulso.

Desafortunadamente, el consumo privado no se reactivará hasta que logremos cierto nivel de recuperación de la actividad económica. Debemos tener presente que la caída del consumo implica por definición un deterioro de los niveles de vida de la población y que de poco sirve el combate a la inflación cuando la población no tiene capacidad para comprar bienes y servicios. La recuperación económica  no se logrará si no se reestablecen las condiciones mínimas necesarias para que haya inversión productiva. Esperemos que después del viaje del presidente López Obrador a Washington esto le haya quedado claro y actúe en consecuencia.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

1 comentario

  1. Alejandro, un buen análisis desde el punto de vista del consumo. A partir de junio se han reiniciado ciertas actividades económicas. Y ya están las consecuencias en cuanto a repuntes de la pandemia. Al final es un balance crítico entre salud y economía.
    Respecto a la pandemia, hay ciertas características específicos en México que hay que resaltar:
    La más crítica es el nivel tan bajo de pruebas que se hacen, y con esto las decisiones muchas veces son erróneas.
    La segunda es el nivel tan deficiente de comunicación, principalmente del gobierno federal (empeorado por el comportamiento personal de AMLO) y la poca coordinación con los estados y municipios.
    La tercera es algo que se ha mencionado, pero se le ha dado poca importancia, y tiene que ver que mucha gente infectada no llega a los hospitales, sospecho por la poca confianza en ellos y por las historias de terror que han circulado respecto a quienes han podido salir de ellos (en el mundo la tasa de sobrevivientes promedio a la terapia intensiva es alrededor del 50%, en algunos países mejor organizados llega al 80%, en México anda en el rango de solo el 30%). También por la tan baja capacidad que tienen los hospitales privados. Entonces, el indicador clave que cuida el gobierno federal, tasa de ocupación camas y camas de terapia intensiva no se ha saturado tanto como debía, por el simple hecho que mucha gente prefiere no ir o no consigue ser aceptada en los hospitales. Por esto también las tasas de defunciones están altamente subvaluadas.
    La cuarta, es que gran parte de la población de México vive al día, por lo que no puede, aunque quisiera, tomar las medidas sanitarias debidas. Y una buena parte de esa población está en la informalidad, la que aumentará su nivel, tanto por la desaparición de empresas o su achicamiento, como por el incentivo a permanecer en ella que han dado gran parte de los apoyos federales.
    Entonces, estos factores principales (es claro que hay más), harán que México no salga de un estado rojo generalizado de la pandemia, probablemente hasta mediados de 2021, donde si nos va bien, ya habrá vacunas y podamos realmente salir de la situación crítica.
    Ahora regresando, a la parte económica, sus diferentes indicadores, entre los que se encuentra el consumo, irán mejorando pero muy lentamente. Por lo que es muy probable que México pierda el grado de inversión, y realmente se viva una crisis económica sin precedentes.
    El gobierno federal tiene 2 grandes oportunidades, y ahora es cuando las tendría que aplicar para mitigar un poco el nivel catastrófico de la crisis:
    La primera es restaurar la confianza, y no solo a nivel empresarial (que es de la que más se habla por ser quienes realmente mueven la economía en México) sino a nivel también de leyes e instituciones (por todos los intentos de centralizar más en el ejecutivo federal en menoscabo de las demás instituciones), y claro está también a nivel de ciudadanía. En algunos casos bastarían acciones de unificar en lugar de dividir.
    La segunda es utilizar los pocos recursos gubernamentales para incentivar la economía a partir de análisis objetivos, integrales y sobre todo fundamentados.
    Los datos y análisis de tus últimos artículos se basan en lo sucedido, si a eso le agregamos los pronósticos basados en lo que está sucediendo en la pandemia, entonces el panorama es muy difícil y grave, como nunca lo ha vivido México antes.
    Por ello, todos tenemos que redoblar esfuerzos, desde la trinchera personal, empresarial, social, gubernamental, etc, donde cada uno tenemos influencia. No podemos perder tiempo.

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