Radiografía de la industria manufacturera en 2021 y retos 2022

La industria manufacturera es fundamental para lograr el desarrollo de las naciones. Para las naciones exportadoras, puede ser la principal fuente de divisas, y en las industrias ligeras la cantidad de empleos que genera es muy importante. Recientemente hemos visto esfuerzos nacionales, como el de Estados Unidos, por reindustrializarse y por eso dan toda clase de incentivos para que los procesos productivos que se mudaron a otras naciones, regresen a producir domésticamente. Dada la importancia de esta industria, es que en esta entrega hago un recuento de cómo cerró en el año 2021.

De acuerdo con cifras de la Encuesta Mensual de la Industria Manufacturera (EMIM) del INEGI, el valor de la producción de esta industria en México cayó -9.2% en términos reales en el comparativo de 2019 a 2020, pero en el año 2021 ésta se recuperó en términos reales con un crecimiento anual de 11.6%. Con esto, al cierre del año que acaba de terminar, el valor de la actividad manufacturera en México ya se encontraba 1.3% arriba en comparación del nivel que tenía en 2019. En otras palabras, el agregado de la actividad manufacturera del país ya se recuperó de la pandemia del Covid-19. No obstante lo anterior, debemos dejar claro que dada la debilidad del mercado interno, la recuperación ha estado apoyada en el aumento de las exportaciones.

Las exportaciones han sido un impulso para la industria manufacturera nacional

En 2021, las exportaciones totales de México rompieron récord y sumaron 494.224 miles de millones de dólares (mmdd), y de este total fueron 436.075 mmdd los que correspondieron a exportaciones de la industria manufacturera. Es decir, 88 de cada 100 dólares de exportaciones lo hicieron las empresas manufactureras. Las exportaciones son un motor de crecimiento económico porque en 2021, el valor de éstas creció 18.5% respecto a 2020, por lo que se encuentran 7.3% arriba del 2019; mientras que las exportaciones manufactureras aumentaron 16.7% anual en 2021 y se encuentran 6.2% por encima del valor de 2019. En contraste con esta favorable evolución, tenemos que el consumo privado de bienes nacionales creció en 2021 a una tasa de apenas 7.04%, tasa evidentemente inferior a la del aumento de las exportaciones.

La industria manufacturera es un pilar de la economía nacional. De acuerdo con cifras de la EMIM de  INEGI, en 2021 el valor de la producción de la industria manufacturera sumó 9.010 billones de pesos y de este monto, son sólo cinco ramas de actividad las que generan el 71.3% del valor total de la producción manufacturera del país, mismas que se mencionan a continuación (en paréntesis se indica su participación porcentual): Fabricación de equipo de transporte (30.2%); Industria alimentaria (16.0%); Industria química (9.5%); Industrias metálicas básicas (9.2%); e Industria de las bebidas y del tabaco (6.3%). Las restantes 16 actividades representaron apenas el 28.7% del valor de la producción manufacturera de México en 2021.

Como se señaló previamente, el valor total de la producción de la industria manufacturera creció 11.6% en términos reales entre 2020 y 2021, por lo que se ya encuentra en un nivel 1.3% por encima del valor que tenía en 2019. Sin embargo, como es ampliamente sabido, no todas las industrias se han recuperado en la misma proporción. El desempeño de las industrias manufactureras, con datos del INEGI, se pueden clasificar en cuatro grupos, en función de la evolución en términos reales del valor de su producción en el periodo de 2019 a 2021: 1. Aquellas que muestran niveles de recuperación superiores al 10% (5 actividades); 2. Aquellas que muestran una recuperación que va del 0.1% al 9.9% (9 actividades); 3. Aquellas que aún están en un nivel entre -0.1% a -9.9% por debajo (3 actividades); y 4. Aquellas con un valor de producción más de 10% por debajo (4 actividades).  

Actividades de mejor desempeño

En este sentido, las 5 actividades manufactureras de mejor desempeño, en términos del valor de su producción) en el periodo de 2019 a 2022 son (en paréntesis se indica el porcentaje de variación): Industrias metálicas básicas (32.2%); Fabricación de productos metálicos (24.2%); Fabricación de accesorios, aparatos eléctricos y equipo de generación de energía eléctrica (24.0%); Industria de la madera (22.2%); y Fabricación de productos derivados del petróleo y del carbón (19.3%).

Actividades de buen desempeño

Las 9 actividades que tuvieron una “buena” evolución en el periodo de 2019 a 2021 son: Industria del plástico y del hule (5.9%); Fabricación de muebles, colchones y persianas (5.1%); Industria alimentaria (4.9%); Industria química (3.1%); Industria de las bebidas y del tabaco (2.9%); Fabricación de productos textiles, excepto prendas de vestir (2.8%); Fabricación de productos a base de minerales no metálicos (2.1%); Otras industrias manufactureras (0.6%); e Industria del papel (0.5%).

Actividades de mal desempeño

Las 3 actividades que tuvieron un “mal” desempeño en términos del valor de su producción en el periodo de 2019 a 2021 son: Fabricación de maquinaria y equipo (-2.7%); Impresión e industrias conexas (-3.9%); y Fabricación de insumos textiles y acabado de textiles (-7.1%).

Actividades en situación muy complicada

Finalmente, las 4 actividades que aún continúan en estado muy complicado por su evolución en el periodo de 2019 a 2021, son: Fabricación de equipo de transporte (-12.1%); Fabricación de prendas de vestir (-20.2%); Curtido y acabado de cuero y piel, y fabricación de productos de cuero, piel y materiales sucedáneos (-20.6%); y Fabricación de equipo de computación, comunicación, medición y de otros equipos, componentes y accesorios electrónicos (-24.9%).

Calzado, Textil y Vestido fueron de las actividades más golpeadas por la crisis del Covid-19 y por los problemas de ilegalidad

Vemos que las actividades productivas de peor desempeño económico entre 2019 y 2021, son aquellas que sufren alguno de los siguientes dos problemas: a. Afectación por el quiebre de las cadenas globales de suministro y escasez de insumos o componentes; o b. Afectación por los enormes niveles de importaciones, muchas de las cuales se dan en condiciones de contrabando técnico y bronco, así como de piratería.

No debemos dejar de lado que el consumo de bienes y servicios en México creció 8.3% en los primeros once meses de 2021, pero que el gran problema para la planta productiva nacional es que el consumo de bienes nacionales aumentó sólo 7.0%, mientras que el consumo de bienes importados creció 34.3%. En otras palabras, buena parte de la incipiente recuperación del mercado interno ha servido más para el consumo de bienes importados que para reactivar la fabricación de bienes hechos en México.

La perspectiva es que en 2022 la industria manufacturera se siga recuperando, en función de que las exportaciones seguirán aumentando; pero no podemos dejar de lado de que hay dos grandes riesgos/obstáculos que sobrellevar:

1. El hecho de que el conflicto entre Rusia y Ucrania tendrá un impacto en la economía de Estados Unidos y en las cadenas globales de valor, en especial en las industrias de relacionadas al suministro de chips, la industria automotriz y las medicinas. Además de que se espera un golpe a precios de energéticos y alimentos.

2. El problema de una creciente inflación (que lo más probable es que se acelere en los próximos meses), misma que se traducirá en políticas monetarias más restrictivas, como lo señalé en la entrega de la semana pasada. En el caso de México, el mercado anticipa que la tasa de interés objetivo aumentará hasta 7.75%, mientras que en Estados Unidos se espera llegue hasta 1.50%. Como se sabe, una mayor tasa de interés afectará negativamente la inversión productiva y el consumo, lo que frenará el ritmo de crecimiento económico y, desde luego, a la actividad manufacturera.

La mejor apuesta de la industria manufacturera de México es a los mercados de exportación, ya que el mercado interno crecerá muy lentamente producto de que el PIB aumentará poco más de 2.0% en el escenario base actual. Esperemos que los dos riesgos arriba mencionados no echen a perder las perspectivas de crecimiento mundial, en beneficio de las millones de familias mexicanas que dependen de la actividad manufacturera nacional.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: alejandrogomezt

Los costos del apretón monetario que viene

México atraviesa una complicada situación económica, ya que ante la falta de políticas públicas adecuadas, se nos acabó el “efecto rebote” y aparentemente nuestro Producto Interno Bruto (PIB) creció apenas 1.0% en términos anualizados en el último trimestre de 2021. El promedio de analistas económicos prevén que este año la economía podría crecer apenas 2.2%, pero los más pesimistas advierten que sólo creceremos 1.1% (banco Natixis), mientras que los más optimistas hablan de 3.4% (Vector Casa de Bolsa). Mientras otros países ya han recuperado los niveles de PIB prepandemia, en el caso de México, el hecho de que hayamos terminado 2021 en un nivel 3.8% por debajo de cómo estábamos en 2019, se debe a que el gobierno federal, en el mejor de los casos, habría brindado apoyos y estímulos económicos de apenas el equivalente al 2.0% del PIB durante 2020 y 2021 (de acuerdo al Banco Mundial).

La realidad es que mucho de lo que nos suceda este año, en materia de crecimiento económico, dependerá de las políticas del gobierno federal en torno a temas como: 1. El ambiente empresarial y el ánimo de realizar inversiones productivas, elementos que se han visto afectados negativamente por los ataques desde el gobierno federal a los empresarios, la incertidumbre por la reforma energética, el clima de inseguridad pública, entre otros; y 2.El manejo de las finanzas públicas, mismas que dependen de que se cumplan las metas de ingresos tributarios y no tributarios, la evolución del déficit fiscal (que se proyecta en más de un billón de pesos este año), la calificación de la deuda soberana y de Pemex, entre otros.

Desde luego que el desempeño económico de México también está condicionado al funcionamiento de la economía estadounidense, ya que aproximadamente el 80% de nuestras exportaciones, mismas que sumaron 494.225 miles de millones de dólares en 2021, tienen como destino los Estados Unidos. Esto significa que nuestras ventas de mercancías a nuestro vecino del norte representaron casi el 31% de nuestro PIB el año pasado, por lo que cualquier descarrilamiento del crecimiento estadounidense tendrá importantes repercusiones en nuestro desempeño económico.

En este sentido, otro tema que es muy relevante analizar, es el de las repercusiones del eventual apretón monetario que ocurrirá en Estados Unidos a partir del siguiente mes, así como las implicaciones de la próxima alza de tasas de interés estadounidenses en las acciones que tomará el Banco de México. Ese es el tema medular de esta entrega:

Después de que en Estados Unidos se dio a conocer que la inflación anualizada en enero de 2022 fue de 7.5%, producto principalmente de gigantescos estímulos monetarios y fiscales, los mercados entraron en una fase de mayor incertidumbre, pero ahora respecto a qué tanto pueden aumentar las tasas de interés en dicho país. De acuerdo con el analista Charlie Bilello (@charliebilello en Twitter), después de que se dio a conocer el dato del Índice de Precios al Consumidor, la probabilidad asignada a que el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) aumente su tasa de interés en medio punto porcentual en su reunión de marzo aumentó a 89% desde un 7% de hace un mes.

Con los datos de los rendimientos de los bonos del Tesoro (T-Bills) de Estados Unidos del 16 de febrero, en GAEAP calculamos la tasa de interés implícita para los T-Bills a plazo de un año para dentro de 3 meses y resultó de 0.53%, la tasa de los T-Bills a plazo de un mes dentro de 6 meses se espera que sea de 0.96%, mientras que la tasa del mismo instrumento para dentro de un año se espera que sea de 1.50%. Esto es muy relevante porque significa que en Estados Unidos el mercado está anticipando un aumento de prácticamente 150 puntos base en los próximos 365 días, lo que en si mismo es un aumento relevante después de un periodo de dos años de tasas de interés cercanas al 0%.

¿Qué impacto tendrá el alza de tasas de interés de Fondos Federales por parte de la FED en Estados Unidos? En el mejor de los casos, que la economía siga creciendo pero a una tasa más baja. Los analistas del Fondo Monetario Internacional (FMI) han recortado su pronóstico de crecimiento del PIB a 4.0% para este año y a 2.6% en 2023. Sin embargo, el impacto puede ser mucho mayor cuando se toma en consideración que hace unas semanas el monto de la deuda del sector público estadounidense ya superó los 30 billones de dólares (trillions en inglés), mientras que la deuda de los consumidores de dicho país es de unos 15.6 billones de dólares (para mantener el análisis simple, dejo de lado la deuda corporativa). ¿Qué tanto más de intereses anuales deben pagar consumidores y gobierno de Estados Unidos por cada cuarto de punto porcentual que sube la tasa de interés de sus créditos? Pues si la totalidad de la deuda estuviera con una tasa de interés variable (que es bastante común en Estados Unidos) sería algo así como 114 mil millones de dólares adicionales. Obvio, un alza de 1.5 puntos porcentuales implicaría el pago adicional de intereses de 684 mil millones de dólares por parte del gobierno y consumidores estadounidenses. Este es dinero que representa el 3.0% del PIB estadounidense y que en lugar de ser dirigido a la compra de bienes y servicios, irá a parar a los bancos. Reitero que esta cifra no contempla la deuda corporativa. Desde luego que la apuesta de la FED es que con la disminución de la demanda agregada, las presiones inflacionarias irán disminuyendo poco a poco a lo largo de este año.

Pero más allá del impacto en la economía de Estados Unidos, el alza de las tasas de interés y el menor crecimiento en ese país, tendrán repercusiones para el volumen de exportaciones y el nivel de tasas de interés en México. Respecto del primer punto, es posible que la tasa de crecimiento de las exportaciones mexicanas se moderé del 18.5% anual observado en 2021 a un nivel cercano al 6% en 2022, lo que igual implica que las exportaciones seguirán siendo el principal motor de crecimiento económico del país. Respecto del segundo punto, el de las tasas de interés en México, hay bastante que comentar.

Jonathan Heath, Subgobernador del Banco de México, declaró en la semana que recién concluye que el Banxico irá de la mano con la FED en materia de tasas de interés. Esto entonces significa que si la tasa de interés objetivo del banco central mexicano es actualmente de 6.00%, pues que entonces las tasas de interés habrían de aumentar en al menos 1.50 puntos porcentuales en los próximos doce meses hasta llegar al 7.50%. Esta predicción no es descabellada y de hecho es una predicción más conservadora respecto de lo que anticipa el mercado.

De acuerdo con la subasta de Cetes del miércoles 16 de febrero, en GAEAP calculamos que la tasa de interés implícita de los Cetes a 28 días es de 6.47% para dentro de tres meses, es de 7.20% para dentro de 6 meses y es de 7.67% para dentro de un año.  En otras palabras, el mercado está descontando que los Cetes a 28 días aumentarán unos 1.75 puntos porcentuales en los próximos 365 días.

Aquí cabe nuevamente la pregunta ¿cuál será el impacto de este aumento de tasas de interés en el pago del servicio de la deuda del sector público federal, empresas y familias mexicanas? El gobierno tiene presupuestado el pago del servicio de la deuda de 791.46 miles de millones de pesos en 2022, pero con una tasa de interés promedio anual de 4.8% estipulada en los Criterios Generales de Política Económica 2022. Evidentemente dicha tasa ya no ocurrirá y más bien será de un promedio en torno al 6.75% a 7.00% anual, por lo que el servicio de la deuda podría ser mucho mayor al presupuestado. Por su parte, de acuerdo a cifras del Banco de México, el saldo de la cartera de crédito vigente de la banca comercial al sector privado en diciembre de 2021 fue de 4,806.7 miles de millones de pesos. Desconozco que tanto de esta cartera de crédito se encuentre a tasa fija y cuanta a tasa variable, pero es innegable que las tasas de las tarjetas de crédito han subido y que la mayoría de los refinanciamientos se harán con tasas de interés más elevadas. De esta manera, habrá más dinero que en lugar de irse a la compra de bienes y servicios, o a la inversión  productiva en la empresa o al gasto del sector público, se irá a los bancos. Todo esto significa menor crecimiento económico.

Este es un análisis sencillo de las repercusiones del apretón monetario. La gran duda es si esté enorme costo en el que incurriremos, tanto en Estados Unidos como en México, valdrá la pena en el sentido de que sea eficaz en el combate a la inflación. En anteriores entregas he manifestado mis dudas respecto de qué tan conveniente es que se combata un problema inflacionario del lado de la oferta con remedios que atenúan la demanda agregada. El tiempo nos dirá si el Banxico y la FED tenían razón.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

En Twitter: @alejandrogomezt

La pauperización del poder adquisitivo en México

Afortunadamente para nuestro país, los niveles generales de ocupación laboral se han recuperado e inclusive superado los niveles prepandemia. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, la población ocupada total (formal e informal) pasó de 54.848 millones de personas en el tercer trimestre de 2019 a 55.836 millones en el mismo trimestre de 2021, lo que representa un incremento de 987 mil personas más con una ocupación, equivalente a un aumento de 1.8%.  Desde luego que el rezago en materia laboral se mantiene, ya que un crecimiento de 1.8% en dos años es muy bajo para los estándares de México, pero el punto es que ya hay más gente trabajando ahora que antes de la pandemia.

Así pues, si bien el dato de la ocupación es positivo, se debe destacar que en el mismo periodo disminuyó la participación del empleo registrado en el IMSS respecto del total de ocupados. En el promedio del tercer trimestre de 2019 había 20.458 millones de trabajadores registrados en el IMSS, lo que representaba el 37.3% de la población ocupada total; mientras que en el tercer trimestre de 2021 el número de trabajadores asegurados fue de 20.435 millones, lo que representa el 36.6% de la población ocupada total. Esta disminución de la participación del empleo formal es un indicador más de la precarización del empleo en el país.

En este contexto, en esta entrega analizamos cómo evolucionó el nivel de ingresos de la población ocupada en el periodo del tercer trimestre de 2019 al mimo trimestre de 2021, para lo cual utilizamos los datos más recientes disponibles por parte de la ENOE de INEGI.

Como se señaló líneas arriba, la ENOE reporta que la población ocupada creció 1.8% en el periodo mencionado. Y pues derivado de los importantes ajustes al salario mínimo general pagado en el país, es que entre el tercer trimestre de 2019 y el mismo trimestre de 2021, el número de ocupados que están en los rangos de ingresos más bajos crecieron, mientras que los que están en los rangos de ingresos más altos disminuyeron. Es decir, el salario mínimo subió 38.0% entre el 2019 y el 2021, pero los ingresos de quienes ganan más de un salario mínimo no necesariamente crecieron en la misma proporción. Concretamente, los datos de la ENOE indican que el número de ocupados que ganan menos de un salario mínimo (sm) creció 27.8%, los que perciben de 1 a 2 sm aumentaron 12.9%, los que tienen ingresos de 2 a 3 sm disminuyeron 26.4%, los que ganan de 3 a 5 sm cayeron 23.2%, mientras que los que ganan más de 5 sm decrecieron 28.6%. Finalmente, la población ocupada que no recibe ingresos disminuyó 2.3 por ciento.

Estos ajustes en la distribución de la población ocupada por nivel de ingreso carecen  de mucho sentido (son difíciles de interpretar), si no lo traducimos en lo que implica para el poder de compra de la propia población ocupada. Es así que con los ajustes en la distribución relativa de la población ocupada, el promedio de ingresos pasó de 1.97 salarios mínimos al día en el tercer trimestre de 2019 a sólo 1.50 sm por día en el tercer trimestre de 2021.   Al tomar en consideración que el salario mínimo pasó de 102.68 pesos diarios en 2019 a 141.70 pesos por día en 2021, es que concluimos que el ingreso promedio diario de la población ocupada pasó de 201.94 pesos en el tercer trimestre de 2019 a 212.65 pesos diarios en el tercer trimestre de 2021, lo que representa un aumento nominal de apenas 5.3% en el periodo, tasa por debajo de la inflación del periodo. Estos datos confirman lo que han arrojado otros análisis en el sentido de que el saldo de la crisis económica ocasionada por las medidas que se tomaron por el Covid-19 ha ocasionado un empobrecimiento de la persona ocupada promedio.

Ahora, si tomamos en consideración  que en el periodo de referencia la población ocupada creció 1.8%, entonces se concluye que la masa salarial debió haber aumentado 7.2% en términos nominales al pasar de 11.076 miles de millones de pesos diarios en el tercer trimestre de 2019 a 11.873 miles de millones de pesos al día en el mismo trimestre de 2021.

Como ya se mencionó, el problema con este incremento es que en el periodo de referencia, la inflación general de precios al consumidor fue de 9.9%, por lo que el nivel de ingresos promedio diario de la población ocupada tuvo un retroceso en los últimos dos años de -4.2%; pero al considerar que la población ocupada aumentó 1.8% en el periodo del tercer trimestre de 2019 al mismo trimestre de 2021, entonces se concluye que la base salarial disminuyó 2.5% en términos reales. Esto significa que lo que percibe la totalidad de personas ocupadas en el tercer trimestre de 2021, alcanza para comprar 2.5% menos cosas de lo que se podía adquirir en el tercer trimestre de 2019.

La estimación de un retroceso de -2.5% en términos reales en la masa salarial, coincide con la caída del índice de ingresos de los establecimientos comerciales al menudeo (base 2013 = 100). Sucede que este indicador tenía un valor de 114.2 unidades en el tercer trimestre de 2019, cayó a 102.9 puntos en el mismo trimestre de 2020, y subió a 110.8 puntos en el tercer trimestre de 2021. Esto implica que los ingresos de los establecimientos comerciales al menudeo se encuentran 3.0% abajo del nivel que tenían en 2019. Queda claro pues que la debilidad del comercio se explica por la caída en términos reales de los ingresos promedio de la población, no obstante que ahora hay más gente trabajando que antes y lo mucho que ha aumentado el salario mínimo. De igual forma, no podemos dejar de mencionar que en 2021 las familias mexicanas recibieron 51,594 millones de dólares de remesas, y con todo y este monto que representa el 4.0% del PIB, el consumo no se ha podido recuperar plenamente.

¿Qué se puede hacer para mejorar los niveles de ingresos de la población ocupada? Desde este espacio hemos mencionado que los ingresos de las personas no se pueden aumentar por decreto, ya que eso provoca que haya más informalidad laboral y una medida así ocasiona inflación. La clave es el aumento de la productividad laboral, sólo creciendo la productividad las personas generan más ingresos a su centro de trabajo y eso permite pagar mejores sueldos. Como ya lo hemos señalado, el gran problema es que la inversión fija bruta actualmente está 14.5% por debajo del nivel de 2018, por lo que los incrementos en productividad difícilmente se están dando. Eso nos condena a seguir con una economía débil, sin fortaleza en el mercado interno, y muy dependiente del sector exportador. Es así que se vuelve indispensable un cambio en la política económica y la implementación de una política industrial que ponga verdaderamente en el centro de la discusión el aumento de la productividad laboral.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

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El crecimiento explosivo de la deuda del sector público mexicano

La semana que recién concluye se dio a conocer que la deuda pública total de los Estados Unidos, sumó 30.01 billones de dólares al 31 de enero de este año (por billón, me refiero a un 1 seguido de 12 ceros). Esto implica un incremento de casi 7 billones de dólares respecto al dato de enero de 2020, justo antes de que la pandemia del virus chino, Covid-19, golpeara la economía de los EE.UU. y su gobierno decidiera lanzar diversos paquetes de rescate y estímulo económico. La deuda del sector público estadounidense, equivale a una cantidad cercana al 130% de su producción económica anual. Esta alucinante cifra convierte a Estados Unidos en una de las naciones más endeudadas del mundo. ¿El haberse endeudado tanto sirvió de algo? Pues en términos de recuperación económica si fue de gran ayuda, ya que su PIB cayó sólo -3.5% en 2020 y se recuperó 5.7% en 2021, aunque con un elevadísimo costo en materia de inflación.

En el caso de México, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) también publicó las Estadísticas Oportunas de Finanzas Públicas al mes de diciembre de 2021, por lo que ya tenemos la fotografía completa de lo sucedido en esta materia en el año que acaba de concluir y vemos que, aunque aquí no hubo apoyos para el rescate económico, hemos alcanzado el mayor nivel de deuda nominal en la historia del país. En esta entrega analizamos la evolución de la deuda neta del sector público federal mexicano, así como el costo de mantener los elevados niveles de endeudamiento con los que opera el sector público.

Las cifras oficiales muestran que contrario a lo que menciona el discurso oficial, la deuda del sector público ha venido aumentando en términos nominales y reales desde que inició la presente administración federal. Al cierre de 2021, el saldo de la deuda neta del sector público federal se encuentra en 13.06 billones de pesos, cifra que representa poco más del 50% del PIB al tomar en consideración que en términos nominales éste último sumó casi 26 billones de pesos al cierre del 2021. Las anteriores cifras, implican que en 2021, el sector público federal endeudó más al país en 1.043 billones de pesos adicionales, lo que significa un incremento nominal de 8.68% respecto a un año antes, tasa por encima de la inflación anual que fue de 7.36 por ciento.

Respecto al cierre del año 2018, el sector público federal ha aumentado su deuda en 2.231 billones de pesos, lo que implica un aumento nominal de 20.6% en un periodo de tres años. Los billones de deuda adicional se dicen fácil, pero implica que la actual administración federal ha endeudado a México a razón de 2,035 millones de pesos diarios (deuda adicional de 2.231 billones de pesos dividida entre los 1,096 días que hay entre el 31 de diciembre de 2018 y el 31 de diciembre de 2021). De hecho, si quisiéramos ser estrictos en la valoración del aumento de la deuda del sector público en lo que va de la presente administración federal, deberíamos tomar como referencia que el saldo de ésta al 30 de noviembre de 2018 fue de 10.731 billones de pesos, por lo que entonces la deuda ha aumentado en 2.33 billones de pesos.

¿Por qué crece la deuda? Pues porque dejamos de tener un superávit primario robusto (ingresos menos gastos públicos antes del pago del servicio de la deuda), por lo que nos seguimos endeudando año con año para pagar los intereses de la deuda. De acuerdo a cifras de la SHCP, en 2017 tuvimos un superávit primario de apenas 0.4% del PIB, en 2018 fue de 0.6%, para 2019 ascendió a 1.1% del PIB, pero ya en 2021 fue deficitario en -0.4% del PIB y para 2022 se estima que será de -0.3% del PIB. Derivado de lo anterior, es que en pasamos de tener requerimientos financieros del sector público federal (la medida más amplia de la deuda del sector público federal) equivalentes al 2.5% del PIB en 2017 a unos de 2.3% en el 2019, hasta llegar al 4.0% en 2020 y a 4.2% en 2021.  Como se puede observar, el saldo acumulado de los requerimientos financieros es más elevado que la tasa de crecimiento del PIB en el mismo periodo.

¿A cuanto asciende el costo financiero de la deuda del sector público federal? Pues al gobierno le favoreció la baja en tasas de interés que vimos de 2019 a 2020, ya que el costo financiero de la deuda pasó de 615.04 miles de millones de pesos en 2018 a apenas 687.0 mmdp en 2021, lo que implica un incremento nominal de sólo 11.7%, una tasa inferior a la de la inflación del periodo. En 2018 la tasa de interés promedio de los Cetes a 28 días fue de 7.62% y en 2021 fue de 4.37%, pero en el contexto actual de alza en tasas de interés de referencia, la tasa de interés de los Cetes a 28 días podría llegar  hasta el 7.25% anual, por lo que se espera que en 2022 el costo financiero de la deuda sea de 791.46 mmdp, de acuerdo al Paquete Económico 2022 aprobado por el Congreso de la Unión.

Estas cifras carecen de mucho sentido cuando no se ponen en función de lo que representan respecto al presupuesto total de egresos del sector público federal. El costo de la deuda llegó a representar el 16.2% del gasto neto del sector público federal en el año 2000, pero dicho porcentaje bajó hasta el 7.8% en 2012, pero luego éste fue subiendo poco a poco hasta alcanzar el 11.5% del presupuesto en el 2020, para posteriormente bajar hasta el 10.2% en el 2021. ¿Es esta cantidad elevada? Pues depende de su perspectiva, en el sentido de preguntarse si usted se sentiría cómodo destinando el 10.2% de la totalidad de sus gastos en pagar los intereses de la deuda de su tarjeta de crédito.

A manera de conclusión podemos decir que no obstante lo anterior, en el reino de los ciegos el tuerto es rey, y es que la posición  fiscal de México es envidiable para muchos otros países que si han aumentado su deuda, de una manera que podríamos considerar casi irresponsable, derivado de las ultra-bajas tasas de interés en sus respectivos países. México si se ha endeudado, contrario a lo que dice el discurso oficial, aunque se debe hacer énfasis en que dicha deuda no ha sido para apoyar las fuentes de empleo o para reactivar la economía nacional. México se ha seguido endeudando porque ha dejado de tener superávit fiscal y se tiene que endeudar en casi tres cuartos de billón de pesos al año para hacer frente a sus compromisos financieros.

La relativa prudencia fiscal del gobierno mexicano ha servido para que no nos bajen más el grado de inversión de nuestra deuda pública, lo que a su vez, ha ayudado a que no tengamos una crisis de balanza de pagos con una mayor fuga de capitales. Pero ahora que se han acabado los guardaditos (fondos de reserva dejados por la anterior administración federal), con un alza importante en las  tasas de interés, y con una economía que no crecerá el 4.1% que proyecta la SHCP, no se descarta la posibilidad de que la deuda del sector público federal crezca en 1.3 billones de pesos.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

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