Los datos del primer semestre de 2025 exhiben con crudeza a un país atrapado en una peligrosa mezcla de crecimiento raquítico, industria debilitada, inversión en caída libre y una política monetaria que empieza a aflojar el freno para intentar reanimar la economía, ante la pasividad de las Secretarías de Hacienda y de Economía. Mientras el gobierno presume cifras maquilladas, la realidad es que empresarios y ciudadanos enfrentan un estancamiento persistente, con una inflación que, aunque contenida en el papel, sigue golpeando el bolsillo.

En esta entrega, analizamos a fondo tres ejes clave de la coyuntura económica: el estancamiento de la actividad productiva y el deterioro de sectores estratégicos; la aparente “calma” inflacionaria que esconde presiones persistentes; y las decisiones recientes del Banco de México, que enfrenta el dilema de estimular el crecimiento sin poner en riesgo la estabilidad de precios. Es un retrato integral de una economía que navega entre espejismos estadísticos y riesgos crecientes.

Actividad económica: la recuperación que no llega

De acuerdo con el INEGI, el PIB oportuno creció apenas 0.9% en el acumulado del primer semestre de 2025. El detalle revela la fragilidad: las actividades primarias —agricultura, ganadería, pesca y caza— subieron 5.6%, pero las secundarias (industria) cayeron 0.7% y las terciarias (comercio y servicios) apenas avanzaron 1.4%. Es decir, la fuerza del campo está compensando parcialmente la debilidad industrial, pero no logra generar un impulso sostenido.

La radiografía industrial es aún más preocupante. En el acumulado de los primeros cinco meses del año, la actividad industrial total se contrajo 0.9%: la minería (básicamente petróleo) se desplomó 8.2%, la generación de electricidad, gas y agua retrocedió 1.6% y la construcción cayó 1.4%. Solo las manufacturas, con un magro crecimiento de 0.5%, evitaron un colapso mayor.

De las 21 ramas manufactureras, únicamente siete muestran crecimiento interanual. Entre las ganadoras destacan la impresión, la fabricación de aparatos eléctricos y electrónicos, y la industria del papel. En contraste, sectores como la fabricación de prendas de vestir (-4.8%), la madera (-5.0%), los minerales no metálicos (-5.6%) y el curtido de cuero y piel (-5.6%) están francamente en crisis, afectando cadenas de valor completas.

En el comercio exterior, el saldo comercial del primer semestre de 2025 sorprende con un superávit de 1,433 millones de dólares, el primero en varios años, gracias a un crecimiento de exportaciones de 4.4% frente a un virtual estancamiento de las importaciones (+0.2%). Sin embargo, este “logro” responde más a la debilidad de la demanda interna que a un repunte exportador robusto. El sector automotriz ilustra la volatilidad: las exportaciones de vehículos ligeros cayeron 2.8% en el acumulado enero-junio, aunque repuntaron un sólido 14% solo en junio.

En el frente laboral, la aparente bonanza es engañosa. El IMSS reporta 23.59 millones de trabajadores registrados en julio, lo que implica a 1.26 millones más empleos que en junio, pero el aumento obedece en gran parte a la incorporación forzada de conductores y repartidores de plataformas digitales, con registros duplicados y sin nuevos empleos permanentes significativos. La tendencia de destrucción de plazas formales permanentes continúa.

La inversión fija bruta se desploma 6.2% en el acumulado enero-mayo de 2025: la construcción retrocede 6.9% y la compra de maquinaria y equipo 5.4%. El consumo privado también muestra signos de fatiga, con una caída de 0.6% en el mismo periodo, arrastrado por un desplome de 6.1% en el consumo de bienes importados. Incluso las remesas, tradicional motor de la economía popular, disminuyeron 5.6% anual en dólares en el primer semestre.

La Inversión Extranjera Directa marcó un récord histórico en el primer trimestre con 21,370 millones de dólares, pero apenas 7.5% corresponde a nuevas inversiones productivas. El resto es reinversión de utilidades y movimientos contables, un espejismo de dinamismo.

Una inflación aparentemente bajo control

En este contexto de estancamiento económico, la inflación general en México cerró julio en 3.51% anual, su menor nivel desde diciembre de 2020, rompiendo una racha de meses en los que se mantenía persistentemente por encima del 4%. El dato sorprendió incluso a los analistas, que esperaban un 3.53%, y regresó la inflación dentro del rango objetivo del Banco de México (3% ± 1 punto). A primera vista, es una victoria técnica para la política monetaria; sin embargo, al desmenuzar el dato, queda claro que este respiro podría ser tan solo un espejismo estadístico.

La baja inflacionaria se explica básicamente por la inflación no subyacente, que se desplomó a 1.14% anual desde el 4.33% del mes previo. Este componente —que incluye agropecuarios, energéticos y tarifas reguladas— es notoriamente volátil y estuvo favorecido en julio por factores extraordinarios: precios de frutas y verduras a la baja (como la uva con -18.35%, la guayaba con -9.8% y la papaya con -8.4%) y estabilidad temporal en energéticos. Estos choques de oferta reducen la inflación de forma puntual, pero no garantizan una tendencia sostenida.

En cambio, la inflación subyacente, que mide la tendencia de mediano y largo plazo y excluye elementos volátiles, se mantuvo alta en 4.23% anual. Este dato, clave para la toma de decisiones del banco central, apenas cedió una centésima respecto al mes anterior, lo que revela que las presiones internas persisten. Dentro de este índice, las mercancías aumentaron 4.02% y los servicios 4.44%, con rubros como restaurantes y hoteles (+7.79%) y educación (+5.79%) presionando de forma constante.

El riesgo central es que esta “victoria” en contra del alza de precios sea más un efecto de base de comparación que una verdadera mejora en el balance inflacionario. Julio de 2024 fue un mes atípico con un repunte fuerte de precios, por lo que compararlo con julio de 2025 produce un descenso estadístico que podría evaporarse en agosto o septiembre. Varios analistas anticipan que en agosto la inflación anual regresará por encima del 4%, lo que confirmaría que el actual alivio es transitorio.

Además, la estructura de los precios muestra vulnerabilidades:

  • Servicios: El dinamismo de precios en este sector refleja incrementos salariales y costos de operación que no dependen de choques temporales, sino de rigideces internas.
  • Mercancías alimenticias: Los precios de insumos clave siguen sujetos a riesgos climáticos y de disrupciones logísticas globales.
  • Tipo de cambio: Una eventual depreciación del peso —ya sea por factores externos como tensiones comerciales con EE.UU. o por decisiones internas de política— podría trasladarse rápidamente a precios, especialmente en bienes importados.

Por si fuera poco, el índice de precios de la canasta de consumo mínimo —que refleja el costo de 176 productos y servicios esenciales para los hogares de menores ingresos— se ubicó en 3.60% anual, ligeramente por encima del índice general. Esto significa que, aunque el promedio inflacionario baje, las familias más vulnerables siguen enfrentando presiones de gasto relativamente más altas.

En síntesis, la fotografía inflacionaria de julio es engañosamente positiva. Sí, la inflación general bajó al nivel más bajo en casi cinco años, pero la inflación de fondo permanece resistente, los riesgos externos se acumulan y los factores que ayudaron al dato puntual difícilmente se repetirán de manera sostenida. Apostar a que esta tendencia es el inicio de un ciclo prolongado de estabilidad puede llevar a errores de política monetaria costosos, sobre todo si se sigue traduciendo en más bajas aceleradas de la tasa de interés objetivo por parte del banco central.

Banxico: entre el freno y el precipicio

El 7 de agosto, el Banco de México (Banxico) decidió recortar su tasa de referencia en 25 puntos base, llevándola de 8.00% a 7.75%. Es el séptimo ajuste a la baja desde principios de 2024, lo que acumula una reducción de 350 puntos base desde el nivel récord de 11.25% alcanzado durante la fase más dura del combate a la inflación.

A primera vista, la decisión parece lógica porque la inflación general cayó en julio a 3.51%, la más baja en casi cinco años, y la economía muestra señales claras de debilidad. Pero la decisión de Banxico estuvo lejos de ser unánime: Jonathan Heath, subgobernador reconocido por su postura técnica y prudente, votó por mantener la tasa en 8.00%. Su voto en contra refleja una preocupación que va más allá de la coyuntura debido a que la inflación subyacente —la que realmente marca la tendencia de mediano plazo— sigue por encima del 4% y no ha cedido lo suficiente como para declarar victoria, tal y como lo mencioné líneas arriba.

El comunicado de política monetaria de Banxico reconoce que las expectativas de inflación para el cierre de 2025 han aumentado, que los riesgos al alza siguen presentes y que el balance inflacionario mantiene un sesgo alcista. Entre las amenazas que el propio banco central enumera están:

  • Una posible depreciación del peso, ya sea por choques externos o por una menor entrada de capitales.
  • Disrupciones en cadenas de suministro derivadas de conflictos geopolíticos o políticas comerciales restrictivas, en especial con Estados Unidos.
  • Persistencia de la inflación subyacente, que refleja la presión interna de precios.
  • Presiones de costos por salarios, energía o insumos importados.
  • Afectaciones climáticas que eleven los precios agropecuarios.

Pese a ello, la Junta de Gobierno optó por otro recorte, argumentando que la actividad económica sigue débil y que el tipo de cambio no ha mostrado una tendencia preocupante. Sin embargo, esta postura deja entrever el riesgo de que Banxico de verdad está priorizando el estímulo a la economía sobre su mandato primario de estabilidad de precios.

La experiencia reciente de otros países muestra lo delicado de este equilibrio. Un relajamiento prematuro de la política monetaria, antes de que la inflación subyacente esté bajo control, puede derivar en un “efecto rebote” que obligue a volver a subir tasas más adelante, con un costo mayor en credibilidad y en condiciones financieras.

A esto se suma un factor geopolítico: los cambios de política económica en Estados Unidos bajo la administración Trump —aranceles, tensiones comerciales, estímulos fiscales agresivos— añaden volatilidad al entorno y pueden tener efectos inflacionarios importados. Banxico lo reconoce en su comunicado, pero la reducción de tasas en este contexto puede enviar señales mixtas a los mercados, sobre todo si la Fed mantiene su postura más restrictiva, tal y como lo ha venido haciendo.

El dilema para el banco central es más que claro:

  • Si Banxico mantiene las tasas altas por más tiempo, limita el margen de recuperación económica, pero protege su credibilidad antiinflacionaria.
  • Si las recorta demasiado rápido, estimula la actividad de corto plazo, pero arriesga un repunte inflacionario y hasta una posible fuga de capitales.

Por ahora, el banco central promete que sus próximos movimientos serán “dependientes de datos” y que no dudará en ajustar si la inflación se desvía de la meta. Pero el riesgo es que, una vez iniciado un ciclo de relajación monetaria, la inercia política y la presión del gobierno para pagar menos intereses por su deuda (que ya rebasa los 18 billones de pesos) y estimular el crecimiento económico, empujen hacia recortes adicionales, incluso si las condiciones inflacionarias no lo justifican plenamente.

En suma, Banxico está aflojando el volante justo cuando la carretera se vuelve más sinuosa. Mantener la confianza de los mercados y la estabilidad de precios dependerá no solo de sus decisiones técnicas, sino de su capacidad para resistir presiones externas e internas en los meses por venir.

Conclusión: un semestre para la cautela, no para el triunfalismo

El primer semestre de 2025 no deja margen para el optimismo. Desde este espacio he mencionado que México no está en recesión, pero tampoco está en ruta de crecimiento sostenido. Los motores de la economía —industria, consumo, inversión, empleo formal— están lejos de recuperarse, y la estabilidad inflacionaria podría ser más frágil de lo que sugieren los titulares.

En este escenario, se requiere una estrategia integral que vaya más allá de recortes de tasas y cifras maquilladas. Reanimar la inversión productiva, reconstruir la confianza empresarial y fortalecer el empleo formal son prioridades urgentes. Sin ellas, el país seguirá desperdiciando oportunidades y vulnerable a cualquier sacudida externa o interna.

Son tiempos de mucha incertidumbre y con una suscripción al Servicio Informativo de GAEAP podemos mantenerte informado.

Alejandro Gómez Tamez*

Director General GAEAP*

alejandro@gaeap.com

Suscríbete GRATIS a mi newsletter en Substack: https://economex.substack.com/

Sígueme en X: https://x.com/alejandrogomezt

Si disfrutas de nuestro contenido, te invitamos a apoyar nuestro trabajo suscribiéndote a nuestro servicio informativo premium. Tu suscripción nos permitirá seguir adelante con nuestra labor y, además, te dará acceso a contenido exclusivo. ¡Agradecemos de antemano tu apoyo!

¡Ya está disponible el episodio 67 de #EconomexPodcast! No te lo puedes perder:

Deja un comentario

Descubre más desde

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo